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Amo a un dragón por minima

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Notas del capitulo:

Un capi mas :D, estoy feliz por la aceptacion que ha tenido mi creacion

Tal Vez…

 

Unos golpes sonaron en la vieja casa de uno de los mejores curanderos de la aldea, al parecer alguien esa mañana había venido temprano para que lo atendieran, pero Snot no se encontraba en esos momentos, había salido por un encargo y la única persona ahí era su único hijo, quien no se encontraba muy feliz por haber tenido que levantarse temprano en su día libre para estar atento a la hoya de la chimenea que contenía un menjurge especial hecho por su padre, reafirmando en su fuero interno que eso no era lo suyo, a esas horas normalmente o estaría dormido o practicando un poco por su cuenta o junto a sus amigos, o más bien fanfarroneando sus músculos y competir por cosas muy “importantes” como que quien los tenían más desarrollados o quien tenía mejor puntería.

 

Se aparto de la chimenea y se dirigió a la puerta, convencido que cualquier otra cosa era mejor que estar vigilando el bullir de la sustancia extraña en la hoya, o quizás casi cualquier cosa.

 

Al abrir la puerta se encontró con el inconfundible rostro del perdedor de la aldea, que lo miraba igual de asombrado que el al verlo parado frente a su puerta, seguramente pensó igualmente que la última persona que deseaba ver era la que tenía enfrente en esos momentos, y quizás por eso mismo hubo un largo silencio antes de que alguno de los dos decidiera moverse o decir algo o no.

 

Hiccup tenía que ir ese preciso día para que le revisaran las heridas, así que decidió ir temprano, ya que la mayoría iba a consulta, por así decirlo, con los curanderos, en la tarde, así lo agarraría menos ocupado, lo que no esperaba al llegar era encontrarse con Snotlout abriendo la puerta, desde el “incidente” no se habían vuelto a cruzar, en parte porque ambos estaban ocupados en sus asuntos y en otra parte porque ninguno de los dos así lo quería, a pesar de todo ambos compartían algo en común, ninguno de los dos estimaba mucho al otro.

 

-¿Se encuentra tu padre?- el primero en hablar fue Hiccup, rompiendo con el incomodo silencio formado entre ellos dos, entre más rápido lo revisaran más rápido acabarían con ese incomodo encuentro.

 

-No, salió por un encargo, regresara dentro de un rato-

 

-Ha… entonces mejor regreso luego-

 

-Sí, está bien-

 

Por un momento, cuando dio media vuelta para irse, ambos suspiraron exhalaron aire con cierto alivio, exhalación que se quedó atorada por un par de segundos al ver que atrás del castaño de ojos verdes estaba Snot, con una expresión no muy contenta dirigida a su hijo, haciendo que este recordara cierta plática de “responsabilidad”.

 

Por la mirada que le dedicaba su padre en esos momentos Snotlout podía predecir un nuevo sermón sobre la responsabilidad con los heridos, especialmente si el herido esta así por tu causa, y que mínimo cuando iban a la casa de un curandero y este no estaba debías hacerlo pasar hasta que este llegara y portarse cortésmente con él, recalcando el hecho que estaba así por tu culpa, ya se lo estaba imaginando perfectamente, como odiaba a Hiccup.

 

-Emmm… buenos días- fue Hiccup quien rompió nuevamente el silencio, cielos, aquella mirada era realmente incomoda, y aunque no estaba dirigida a él, le recordaba mucho a cuando su padre le miraba para darle una reprimenda, por algo eran hermanos.

 

-Hey pequeño Hiccup, siempre madrugador ¿no es así?-

 

 -Supongo que es la costumbre-

 

-Bien, bien, pasa, pasa, ya es día que te revise esas heridas- el pelinegro mayor empujo suavemente a su sobrino adentro de la casa, Snotlout ya se había hecho a un lado y permitido pasar al par.

 

Cuando su padre paso a su lado le dedico nuevamente una mirada severa, o sí, la futura platica que había presagiado sería muy larga.

 

-Hiccup siéntate en ese banco, vamos a revisar tu espalda- Snot le indicaba mientras iba a una alacena y empezaba a sacar frascos, vendas y demás cosas.

 

Snotlout se había quedado parado en un rincón observando todo, ya cuando su padre lo llamara se movería, además no podía salir, estaba aún castigado.

 

Hiccup sentado en el banco no encontró nada más entretenido que ver el fuego danzando en la chimenea, dejando vagar su mente hasta cierto ser inmune a el mortífero y cálido calor de ese elemento, esperaba que todo ese proceso no dudara mucho e ir a verlo.

 

-Ok muchacho, quítate tú camisa- después de dejar todo lo que iba a necesitar Snot se sentó en otro banquillo, ante lo dicho por él su sobrino solo asintió y comenzó con la tarea.

 

Snotlout aun en su esquina observaba todo, los movimientos de Hiccup no podría parecerles más lentos, a ese ritmo seguramente ya se haría de noche, todo ese procedimiento que hacía era tan dramático, ni que fuera tan…

 

-Oh…- grave.

 

Varias vendas y retazos de telas que seguramente tenían hiervas curativas y ungüentos cubrían la espalda del perdedor de la aldea, rodeando en el proceso el torso flacucho, y aun así podía ver en los pedazos de piel que no lograban cubrir por completo los pedazos de tela tonos que iban desde morados y verdes e incluso un poco de amarillo y rojo. Con la simple vista de esos colores aun intensos en la piel de su primo se sintió ligeramente incomodo, y hasta ciertamente por primera vez en mucho tiempo levemente culpable por ser el causante del malestar del enclenque de Hiccup, aunque jamás lo admitiría.

 

-¿Y cómo te has sentido?- pregunto el experto curandero después de hacer una primera revisión con su experimentada vista.

 

-Mejor, tal vez ya pueda regresar a mi rutina diaria-

 

-Es bueno que seas optimista, pero ni se te ocurra sobre esforzarte, con lo de la forja es más que suficiente por el momento, aun no es buen momento para que regreses a los entrenamientos-

 

-Pero ya no duele tanto… ¡¡¡UGH!!!- un ligero toque por parte de Snot en uno de sus moretones más coloridos y no pudo evitar gemir de dolor, bien, quizás no estaba tan bien como había dicho.

 

-Vez, aun te falta mucho para que te cures, aunque es bueno que sientas dolor, sería preocupante que por culpa de tu accidente hubieras perdido la sensibilidad total de tu cuello para abajo, eso evitaría hasta que pudieras caminar-

 

-Eso no se escucha muy bien- la sola idea de perder la capacidad de caminar le resulto horrenda, era, era como Praxedes sin poder volar para siempre. Al menos ambos casos no eran caso perdido, los dioses habían sido piadosos con ambos.

 

Snotloud se removió un poco incómodo al escuchar lo dicho por su padre, no había reflexionado lo grabe que sonaba lo que le había dicho su padre hasta hora, siempre en su fuero interno se decía “pero está vivo y bien”, lo que le bastaba a él para no pensar mucho sobre ello, solo que la broma no había salido muy bien.

 

-Ahora alza los brazos, te cambiara las vendas y te pondré más ungüentos y hiervas, hijo mueve tu trasero y ponte delante de el para que sea más rápido-

 

Espabilándose Snotloud empezó a moverse de su rincón mostrando muestras de vida después de un largo rato de silencio, sino lo hubieran llamado Hiccup no se hubiera percatado de su presencia debido a que le había dado la espalda en todo ese rato, es más, pensaba que ya se había ido a hacer quien sabe que, y hubiera preferido eso a tenerlo enfrente de él hincado, con una expresión no muy feliz, pasando sus manos a sus costados para pasarle la venda que lo enrollaba a las monos de su padre una y otra vez, eso se iba a momentos incomodas procesando en recordar dentro de su memoria.

 

Poco a poco la tela dejaba ver más y más piel, como era de esperarse en el enclenque de Hiccup, su pecho era delgado y con una deprimente falta de músculos para un joven vikingo, y hasta algo huesudo en opinión del joven pelinegro, pero lo que no se esperaba era ver que en el tono pálido de piel en el pecho de Hiccup una extensa gama de colores verdes, morados y rojizos en marchas esparcidas esporádicamente en todo el torso desentonando con el color natural de la piel.

 

Incorporándose al finalizar de desenvolver el torso de Hiccup procedió a retirarse, y mientras iba caminando no pudo evitar voltear a ver y dar un vistazo a lo que era la espalda de Hiccup, ahora la ligera molestia de culpa que había sentido al ver la espalda del enclenque vendada se incrementó por diez, jamás imagino que alguien podría adquirir todos esos colores, la espalda de Hiccup parecía ser un tapiz color piel que había sido manchado con vino, purés coloridos y rasgado en algunos lugares ¿Cómo podía mantenerse de pie ese enclenque con semejantes golpes?

 

-Bien, debo decir que se ven mejor de lo que hubiera esperado, te estas curando a buen ritmo, aunque sigo diciendo que eso no quiere decir que puedas sobre esforzarte, no sea que alguno de tus músculos se atrofien o que termines como te dije sin poder caminar-

 

Hiccup hizo una mueca de espanto que nadie vio, a veces ir con los curanderos era tan aterrador como enfrentarse a un ataque de dragón, no siempre te daban buenas noticias.

 

Snot continúo con su tarea de curar a su paciente en turno, pasando un paño húmedo con agua tibia limpio la espalda y torso, para evitar infecciones y que se fijaran sin ningún problema los pedazos de tela untados con pastas y ungüentos variados de su propia creación, luego unto una generosa cantidad de ungüento en la espalda y pecho, para después poner los pedazos de tela y llamar nuevamente a su hijo que le ayudara a poner las nuevas vendas.

 

En todo el proceso Hiccup aguanto como pudo no soltar ningún sonido de su garganta, a pesar de lo suave que trataba de ser Snot, los toques y los roces en la sensible piel eran una ligera tortura, que diferente era cuando se recargo en Praxedes aquella vez en los riscos o los días siguientes, incluso algunas veces le parecía mas cómodo estar recargado en él que en su cama, la cual desde el incidente tenía que dormir de lado o boca abajo para no torturar su espalda.

 

-Listo Hiccup, puedes ponerte la camisa de nuevo-

 

-Gracias-

 

De nuevo los lentos y calculados movimientos del enclenque, esta vez por ponerse la camisa nuevamente, eran observados en silencio por él, ahora no pareciéndole tan fastidiosos como en un principio.

 

-Aquí tienes unas hierbas para que las hiervas y bebas si sientes que el dolor es mucho, también pomadas, nos vemos la próxima semana- Snot le entrego un pequeño saco al castaño antes de que se parara para irse.

 

-De acuerdo, gracias nuevamente- dijo Hiccup antes de marcharse.

 

Ya solos el mayor de los pelinegros resoplo y dirigió su mirada a su primogénito, al parecer  no se le había olvidado el sermón que le daría.

 

+*+**+*+

 

Desde el día que fueron a los riscos Praxedes había querido pasar mucho más tiempo cerca de Hiccup, aunque las horas que pasaba ahora con el de ojos verde vida eran más de las que las que convivían desde que se conocieron, no eran suficiente, al menos así lo sentía cada vez que llegaba la hora de despedirse y esperar nuevamente para verlo.

 

Los ratos en que no pasaba tiempo con el eran aburridos, tediosos y hasta ansiosos, cosa que terminaba cuando Hiccup regresaba, simplemente estar a su lado lo relajaba, poco a poco se daba cuenta que el joven de ojos verdes tenia cierto dominio sobre él, y no le molestaba, aunque en esos momentos no ayudaba mucho el compartir su atención con las pequeñas pestes en esos momentos con su estado de ánimo, ahora estaban de nuevo en los riscos, un lugar muy agradable, y lo disfrutaría mucho más si no fuera que al parecer que algunas pequeñas pestes también les había agradado la presencia de Hiccup a su lado.

 

El castaño se encontraba sentado de nuevo en las rocas, después de su revisión se encontraba de ánimos para ir de nuevo a ese lugar junto a Praxedes, aunque no se esperaba que los pequeños terror con solo verlo fueran a su lado aun a pesar de los gruñidos que había dado el dragón negro por su repentina cercanía, sabía que empezaba a descubrir esa cara de los dragones que no se molestaron en conocer en siglos los vikingos, pero no se esperaba que fuera tan amistosa después de apenas un par de días, aparte de Praxedes.

 

-¿Quién hubiera imaginado que fueran tan amigables?- dijo Hiccup mientras acariciaba un poco la cabeza de uno de los pequeños dragones.

 

-Yo diría atosigantes- murmuro con cierto fastidio el de alas negras, no lo ponía muy feliz que esas alimañas estuvieran cerca de Hiccup, pero este tenía la mirada luminosa, y no quería ser el causante que ese brillo se opacara.

 

-¿Dijiste algo?-

 

-Iré a pescar un poco…- dijo parándose de su lado y quitándose el pantalón arrojándolo a un lado, a continuación nuevamente su cuerpo fue cubierto por llamas y regreso a la tan conocida y temida forma de un furia nocturna.

 

¿Era su imaginación o Praxedes estaba molesto?, tal vez era porque ese día no había traído los pescados, pero aparte que al parecer los peces encontraron una forma de hacer un hoyo en su red, y por consecuencia encontrar una forma muy sencilla de escapar y no obtener ninguno ese día, él también tenia ganas de pasar más tiempo con el de alas negras.

 

Vio como la enorme figura negra se desplazaba en las aguas moviéndose suave y rápidamente, era fascinante ver como se desplazaba, casi al punto de ser himnotizante; así también algunos pequeños terror, sabiendo que el enorme dragón pescaría, decidieron aprovechar la oportunidad, quizás saldrían un poco magullados como el día anterior, pero ellos no eran muy característicos de pensar mucho en esas pequeñas consecuencias.

 

Praxedes saco su cabeza fuera del agua con su boca llena generosamente de peces, los cuales aun se movían desesperadamente tratando de escapar de las fauces de su fiero depredador, el cual no los dejaría escapar fácilmente.

 

Escucho unos ligeros revoloteos y no fue necesario voltear su cabeza para saber quienes estaban atrás de él volando, esas pestes de nuevo andaban al asecho, pero si creían que serian capaces de robarle su alimento estaban muy equivocados.

 

Las pequeñas bestias, unas tres, gruñían levemente a punto de echarse al ataque, y como veían que la lagartija negra no volteaba aun pensaron que esa era su oportunidad, así que se lanzaron por esos pescados que se asomaban por su fauces, delicioso alimento que pedía a gritos ser tomado y devorado, pero fue su error confiarse.

 

A pesar de lo grande y corpulento que podía parecer el enorme cuerpo negro del dragón, sus movimientos eran rápidos y certeros, como un látigo su cola rompió el viento golpeando a uno de los pequeños ladrones girando su cuerpo, a los otros dos los esquivo fácilmente, y cuando dieron media vuelta para atacar nuevamente, eran tercos los condenados, como la mayoría de su especie, el furia nocturna tomo impulso y salto sacando tres cuartos de su cuerpo fuera del agua y darle unos zarpazos a esos dos para arrojarlos en el agua, donde el primero se encontraba flotando tratando aun de ubicarse y descifrar que rayos había pasado y porque se encontraba ahí.

 

Todo el espectáculo, tan rápido como ocurrió, fue percibido por Hiccup y unos cuantos pequeños terror que se quedaron a su lado, quienes si consideraron un poco más el atreverse a quitarle su comida a ese grandulón, o quedarse del cálido lado del humano, quien de vez en cuando acariciaba la cabeza de uno o de otro, lo cual resultaba ser muy agradable, y por su puesto mucho mas agradable si la otra opción significaba terminar como los tres atrevidos de ese día que decidieron tentar a la suerte tratándole de robar comida a esa enorme lagartija negra.

 

Praxedes sintiéndose no solo satisfecho con pescar su rico botín, sino también con haberse desquitado un poco con esas pestes fastidiosas, salió de las aguas y se coloco al lado del humano de ojos verde vida, depositando su botín enfrente de sus patas delanteras y luego echarse en las rocas para disfrutar de él y del paisaje ante sus ojos, esos tres aun seguían atontados y chapoteando en las aguas, gruñéndose entre si preguntando que había pasado, eso era realmente gratificante.

 

Hiccup, Hiccup se le quedo mirando entre asombrado y un poco incrédulo, sabia que los dragones podían ser endemoniadamente rápidos cuando se los proponían, a pesar de muchas veces de su apariencia tosca o rechoncha, corpulenta o pesada, esos movimientos fueron asombrosos, pero verlo de primera mano era otra cosa, y ver a los pequeños terror tan perdidos y desorientados.

 

-Jajajaja perdón, pero las caras que tienen esos pobres son un poco graciosas- rio un poco mas al ver como salían a la orilla del mar los pequeños terror sacudiéndose compulsivamente como perros mojados.

 

-“Oh, ¿no te encuentras molesto?, si te parecen graciosas sus expresiones podría darle un par de golpes mas para verlos mas mareados y adoloridos”- gruño con malicia volteando a verlo fijamente mientras este reía, ese sonido era realmente agradable.

 

-¡Ni se te ocurra!, los pobres ya sufrieron bastante, ándate y come tus peces- no le había entendido realmente esos gruñidos, pero esa mirada y tono en que los dio, increíble, ya estaba identificando los tonos de sus gruñidos, le daba una idea de sus intenciones.

 

Praxedes bufo y se propuso a comer sus pescados, no es que siguiera al pie de la letra lo que le decía Hiccup, era porque tenia hambre.

 

-“El humano es agradable a pesar de su especie… y es muy cómodo”- comento después de un buen rato uno de los pequeños terror que se habían quedado al lado del joven vikingo.

 

-“Y huele rico”- dijo el otro que descuidadamente olfateo una de las piernas a su lado.

 

-“Ni se les ocurra ni tratar de morderlo”- gruño fuertemente dirigiéndose a ese par, que se encogieron en su lugar, ¿Cómo se atrevían esas pestes?

 

-“Hey, a nosotros no nos gusta comer carne humana, solo mordemos por protección”-

 

-“Y el humanito no nos a golpeado como tu lagartija negra”-

 

-Praxedes ¿Qué ocurre?-

 

Este miro los ojos verdes que le miraban un poco preocupados, luego al par de pestes que seguían al lado de Hiccup mirándolo cautelosamente, de nuevo miro a Hiccup, y bufo cansinamente, ya sabía que con esas pestes no disfrutaría tanto la compañía del humano como los otros días.

 

+*+*+*+

 

Gobber sentado en el gran comedor devoraba un buen pedazo de carne junto a un grupo de sus colegas y amigos, entre ellos Snot.

 

-Entonces te decía, tengo esta… digo, un amigo tiene esta protuberancia y le sale un poco de pus amarillo-

 

-Estoy comiendo y descansando, ¿Cuántas veces les he dicho que no me molesten con sus problemas cuando estoy descansando?- reclamaba un Snot fastidiado, uno de los problemas de los cuales sufrían los curanderos, era que había cada cual que llegaba con un pequeño o grande problemita en los momentos en que estaba descansando, no es que tuvieran un horario fijo o estricto, o que algunos vikingos fueran aficionados estrictos de la salud, pero resultaba fastidioso que llegaran cuando uno no tenia ganas de trabajar.

 

-Pero es un amigo mio- se defendió el vikingo quien le estaba preguntando, a que todos se le quedaron viendo como diciéndole que eso ni se lo creía ni él mismo.

 

-Ya cambiemos de tema- se quejo otro, no es que le diera asco hablar de protuberancias llenas de pus u otros jugos del cuerpo, solo que ese tema resultaba aburrido.

 

-Si, como las bellas solteras que buscan marido-

 

-Tu ya estas casado hombre-

 

-Yo si, pero algunos no- dijo señalando con la mirada al rubio herrero que se atraganto un poco con su bebida.

 

-Ejemp, creo que iré un poco de agua miel- trato de escabullirse pero dos de sus amigos lo agarraron de los hombros y lo obligaron a sentarse, era hora de fastidiarlo a él.

 

-Gob, no es por decirte pero el tiempo pasa rápido, y aunque eres todo un ejemplar de vikingo- dijo uno que estaba a su lado.

 

-Ya no eres tan joven hombre, ya viene hora que sientes cabeza y tener un buen vikingo como tú- dijo el otro dándole palmadas en el hombro.

 

-Ya saben como soy, un gran amante de las mujeres, ¿Cómo podría dejar a todas esas damas de este buen Gobber?-

 

Todos soltaron una buena carcajada de buena gana, las ocurrencias con las que salía su amigo, este solo rodo los ojos, no era la primera vez que tenia esa conversación, ni que decía esa clase de cosas o que sus amigos se rieran de esa forma.

 

-Hahaha ya, ya hablando en serio, has pasado los últimos años cuidando al hijo de Stoick, es momento de pensar en cuidar a los propios-

 

Sonrió nerviosamente ante lo ultimo dicho, pensando que aunque cuidaba al hijo de su mejor amigo, muchas veces no precisamente era él que cuidaba al joven bárbaro, ya que era el joven quien estaba más al pendiente de él y su padre que viceversa, era un buen muchacho, un muy buen muchacho, aunque la mayoría hubiera esperado algo diferente, algo muy diferente a lo que era en realidad.

 

Él conocía muy bien al pequeño bárbaro, quizás un poco mejor que su propio padre, era trabajador, ingenioso, un poco más fuerte de lo que parecía por su aspecto poco enriquecido de músculos, o que su falta de agresividad en la hora de pelear, no lo hacia un total cobarde como la mayoría pensaba, ese joven podía tener mucho coraje cuando se lo determinaba.

 

No era su hijo, pero si llegaba a tener uno, le gustaría que tuviera uno que otro atributo de este joven, que lo consideraba parte de su familia al igual que su padre a pesar de no compartir la misma sangre.

 

Ahora, regresando al tema de encontrar pareja, era un tema, un poco complicado, no se consideraba feo, todo lo contrario, se consideraba un buen espécimen de buen vikingo, pero, simplemente aun no encontraba a la pareja adecuada, que viviera en una isla no significaba que conociera a la perfección a todas las damas solteras, además, alguna vez pensó encontrar a la indicada, cosa que no pudo ser, ella ya había encontrado a alguien para ella.

 

Pero esa una vieja historia que no tenia muchos ánimos para recordar en esos momentos.

 

-*+*+*-

 

El viento soplaba un poco más fuerte a pesar de ser aun temprano, nada que un dragón podría soportar, no así un joven humano con poca carne en los huesos y con ropas un poco menos gruesas de lo debidas, ya se empezaba a sentir el invierno cada vez mas cerca, por lo que solo con el primer temblor percibido por el furia nocturna en el joven de ojos verdes se puso de pie, se transformo y agarro los dichosos pantalones para rápidamente acomodarse como el otro día y albergar a Hiccup entre sus alas, a la vez que salían volando por fin las pequeñas pestes.

 

-Es agradable pasar tiempo con esos traviesos…- comento Hiccup viendo como se alejaban esas pequeñas creaturas en una pequeña parvada, causando un leve fruncimiento de ceño en el pelinegro.

 

Definitivamente a Praxedes no le agradaba que a Hiccup le agradaran esas cosas tan molestas, al menos estos ya se habían ido, por fin estaban ellos dos solos.

 

-Aunque extrañaba un poco pasar un rato a solas contigo- dijo en un leve susurro que pudo escuchar Praxedes debido a la cercanía, con ese simple comentario le alegro el día por completo, difuminando todo el disgusto que tubo en todo el día, y sonrió, tan suave que ni él se percato que sonreía.

 

El fuego en su interior se removió suavemente en su interior, con un calor que le recorría desde, no sabría con exactitud, el estomago o el pecho, hasta las puntas de sus alas y cabello, calentándolo de una manera un poco diferente a lo de lo normal, un cambio más a los que se había percatado desde el primer encuentro con el joven y pequeño humano, y cada vez era mas agradable.

 

Hiccup se relajo en aquel abrazo que le proporcionaba Praxedes, ese había sido un buen, si quitabas el incomodo encuentro cuando tubo que cambiarse las vendes, ese había sido un muy agradable día, días que como este se volvían mucho mas frecuentes desde su encuentro accidentado con el furia nocturna, y el ligero deseo afloro, de que no estaría mal, si todos, o la mayoría de los días, se sintieran así de agradable, junto a ese dragón.

 

+*+*+*+

 

Los mares se movían rugiendo como una bestia voraz, indomable y cruel, un verdadero monstruo que no tendría compasión por el incauto que quisiera aventurarse en sus dominios, mostrándose dócil, tranquilo, para el momento menos esperado, se alzara con todo su esplendor y fiereza, atrapando al que menos se lo esperara, al confiado, al culpable, al inocente, sin discriminación y un hambre voraz, así era para los viajeros, agotados pero perseverantes, que navegaban esas aguas con estos vientos fríos que calaba hasta los huesos, sintiendo el crudo invierno mas cerca que las poblaciones de esas islas dispersas en ese inmenso mar.

 

-Las provisiones ya se están agotando, los hombres extrañan ya a los rostros de sus familias, y pronto las ropas y mantos que trajimos no serán suficiente para protegernos de estos helados vientos-

 

-Si, lo se a la perfección, no es necesario que nos lo recuerdes… ya es hora de volver a casa- sentencio un hombre alto y corpulento, que sobresalía de la demás tripulación por su cabellos y larga barba roja, su aspecto fiero y mirada dura intimidaba y por consiguiente también te infundía respeto.

 

Ese hombre, fuerte y fiero, con la suficiente experiencia de diez vikingos, y que siempre buscaba lo mejor para su pueblo, era Stoick el grande, el guerrero, el líder, jefe de la aldea, en uno de sus tantos viajes para cumplir uno de sus mas ambiciosos objetivos, encontrar el nido de esos viles monstruos, no, demonios que atormentaban su aldea desde varias generaciones atrás, desde que el primer vikingo piso aquella desolada isla en la que habitaban volviendo sus vidas un mas difíciles de lo que ya eran.

 

-Genial, avisare a los demás- uno de los hombres quien lo acompañaban se retiro para  avisar a los demás, ya era hora de regresar a casa.

 

-Hey, no pongas esa cara amigo, hemos logrado explorar muchas islas-

 

-Pero ninguna es la que buscamos-

 

-Tarde o temprano lo lograremos, eres uno de los hombres mas terco que he conocido en mi vida, si alguien tiene la suficiente determinación para encontrar el lugar donde se esconden esas bestias eres tú-

 

-Eso espero, realmente lo espero, pero los años pasan, hasta convertirnos todos en viejos con viejas anécdotas y con viejas cicatrices de guerra-

 

-Buenas anécdotas he increíbles cicatrices-

 

El pelirrojo suspiro, había dicho eso y otras cosas, pero había muchas otras cosas que en su cabeza como líder lo inquietaban, y como padre también, lo sabia, su hijo nunca podría ser el líder que necesitaba la aldea, y si algún día, él llegara a faltar a su pueblo, alguien adecuado debía tomar su lugar, ¿Pero quien?, una opción era su sobrino, era fuerte y fiero, le faltaba otros atributos muy necesarios para cumplir semejante papel, como el de tener sobre todo el objetivo del bien de la aldea y no la fama, de ser un poco humilde y ser capaz de trabajar como una unidad con tus demás compañeros, sin excepción.

 

Tal vez de regreso a la aldea se encargaría de asistir personalmente a los entrenamientos para ver como iban los jóvenes vikingos, pero eso seria dentro de un buen tiempo, el regreso a la aldea seria un poco largo.

 

~*+*~

 

Miro el horizonte, que se confundían con lo oscuro del cielo como del negro mar en la noche, sintiendo una ligera comezón en sus muñones.

 

El ligero crujir de la madera y las bisagras chillar hiso que su mirada se volteara a ver quien era el que entraba por la puerta.

 

-Muchacho, ¿Dónde habías estado?-

 

Hiccup casi salta en su lugar por el repentino susto de escuchar a Gobber, y es que se encontraba distraído, muy distraído.

 

-He… oh Gobber, buenas tardes, ya estoy en casa-

 

-Serán noches muchacho, ya se escureció todo-

 

-Oh, me retrase un poco, lo siento, ahora preparare algo de comer- dijo dirigiéndose a preparar algo de cenar, por suerte había hecho un estofado el otro dia y había sobrado un poco, tal vez eso le satisficiera a su tío.

 

-Sabes, eres un muy buen muchacho- dijo en un tono suave, y un poco menos alegre de lo habitual, lo que hiso que Hiccup se volteara a verlo a examinarlo mejor.

 

Tenia la cara algo roja, y sabia que no era de pena o de enojo, y ese aroma ligero que desprendía su tío además de que tenia en su muñón el accesorio que era un tarro para beber se lo confirmaron, se la paso bebiendo y se le pasaron los tarros de agua miel.

 

Normalmente cuando estaba así era un hebreo alegre y fanfarrón, que de un momento te soltaba docenas de historias, para al otro quedarse dormido y roncando pareciendo competir con los truenos de Thor, pero también había veces, en que se ponía…

 

-Y tienes una suerte de perros, como si el mismo Loki te hubiera maldecido… se supone que te me dejan encargado y estas peor que cuando pusieron las viejas alfombras en el gran comedor, soy un mal tío-sentimental.

 

-No es así Gobber, lo que paso fue un accidente, además no soy tan débil como para que esto me afecte- se acercó y le dio unos palmadas en el hombro, no le gustaba que se culpara por ese incidente -además, con unos cuantos días más de descanso y estaré como nuevo-

 

Tal vez la cena no era lo mejor por el momento para Gobber.

 

-Es muy malo que compañeros se traten así, muy muy pero muy malo, contra los enemigos hip… contra esos monstruos solo nos tenemos a nosotros- continuaba diciendo el rubio vikingo mientras que Hiccup no pudo hacer una mueca con la palabra monstruo –a nadie más, y peor que traten achi al hijo de jefe de la aldea-

 

-Ya tío, ya paso-

 

-Yo siempre era un experto en bromas cuando joven, tenia unos trucos pero muy buenos que hasta ahora son recordados jajasja… pero jamás dañe malamente a algún compañero malo, muy malo, tal vez me pase un poco un par de veces, como cuando les queme un poco el cabello a algunos amigos cuando empezaba a practicar en la forja, Miller aun sigue calvo por eso jajaja aunque creo que le gusto como se veía calvo y se lo rapa-

 

Miller era uno de los entrenadores de los jóvenes vikingos, se encargaba de las trampas, y si, era calvo, y esa historia ya la había escuchado como dos docenas de veces a lo mínimo.

 

-Tal vez seas torpe y delgaducho, pero eres sin duda miembro de este pueblo… a tú padre le sonrieron los dioses por encontrar a alguien como ella, y veo un poco de ella como de él en ti- Gobber hiso el ademan de beber de su tarro pero no había ninguna gota de liquido -¿Quién se bebió mi aguash?-

 

-Ya tío, ven, ya es algo tarde y estas cansado- tomo su brazo y jalo brevemente, este se dejo hacer parándose de su asiento, lo bueno de que cuando estaba en ese estado se encontraba muy dócil y fácil de manejar.

 

Lo llevo hasta su cuarto y lo hiso sentarse en su cama, se arrodillo y empezó a quitarle la bota y su otra prótesis.

 

-Y ella era toda una fierecilla, como esa muchacha… ¿Cómo era… Abi, Astil?... Astrid, si eso, eso es- dijo con animo mientras que Hiccup lo hacia recostarse y empezaba a quitarle la prótesis del brazo –yo te digo que muestra interés en ti-

 

-Si, en golpearme hasta más no poder-

 

-Hahahaha, quien sabe, tal vez solo quiera llamar tu atención y es tímida-

 

-Claaaaroooo- definitivamente ya estaba desvariando su tío.

 

-Aunque ella no era tímida, directa y decidida… es bonito a alguien que te quiera, espero que tú también tengas a alguien… buenasch mochecshs aghhr- y empezó a roncar y dormir como tronco.

 

Suspiro, alguien quien te quiera, eso parecía algo imposible, encontrar a alguien que lo quisiera y formar una familia, idea de a pesar de lo joven que era había pasado por su mente, aunque no creía que alguna de las jóvenes de la aldea quisieran formar  pareja con él, ni siquiera tenia amigos, vaya que si estaba solo, bueno, ya no tanto, ahora estaba Praxedes, sonrió al recordarlo.

 

Bien, era hora de descansar el también, mañana seria otro día, y tendría que lidiar con un Gobber con resaca.


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