Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Amo a un dragón por minima

[Reviews - 295]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Tú eres

 

-Oh, te quedo increíble-

 

El invierno con cada día se sentía mas cerca, dentro de lo que menos se imaginaban pronto caerían los primeros copos de nieve, es más, la tarde pasada una llovizna callo sobre la isla, o más bien callo agua nieve, helada e inesperada, lo que hiso que muchos se apresuraran para tener sus preparativos finalizados para el invierno, y en el caso de Hiccup no fue la excepción, pero no solo tenia que pensar en los preparativos de su hogar, sino también de cierto amigo de escamas negras.

 

Por eso la noche después de la ligera llovizna de agua nieve, se propuso comenzar a idear una casita para Praxedes, un techo y algunas paredes para que lo protegieran del frio.

 

Tomo un morral y lo lleno de clavos y varias de sus herramientas y algunas de la herrería, como martillos y algunas cierras, la madera la encontraría en el bosque; pero que grande fue su sorpresa que al parecer no fue el único en pensar en un refugio para pasar el invierno, al parecer el dragón se había tomado un rato en la noche para crear uno.

 

Al llegar no lo recibió como siempre, pero no tardo en encontrarlo, y más cuando hay un gran montículo de tierra cerca de una las paredes de ese escondite en medio del bosque, uno muy grande.

 

Era un enorme hoyo, por el cual en menos de cinco segundos se asomo la cabeza negra del dragón, quien al verlo salió a recibirlo pareciendo realmente animado.

 

Acercándose al joven vikingo lo rodeo y estando atrás de él le dio unos empujoncito en sus piernas para que avanzara, ese gran hoyo, madriguera o cueva artificial, según la forma como se le viera, era grande, como ya se dijo antes, pero no solo como para poder tener el cuerpo de un dragón como un furia nocturna dentro, sino que hasta le sobraba espacio.

 

-Te sientes orgulloso ¿no?- pregunto Hiccup cuando pareció como si el dragón se hinchara de pecho al mostrar su creación, este pareció asentir y entro al hoyo para luego sacar la cabeza de nuevo y hacerle señales a Hiccup para que se acercara.

 

Como la noche pasada había sido mas fría de lo habitual su descanso no había sido del todo agradable, tal vez había llovido, por que las cálidas  y cómodas pieles se habían mojado, volviéndose realmente incomodas.

 

Despertándose en medio de la noche trato de buscar un nuevo lugar donde acostarse y descansar, pero al igual que las pieles el suelo estaba húmedo y frio, ¿entonces que hacer?, sencillo, crear un lugar donde descansar, trato de quemar el suelo, pero estaba lodoso, enzima de una roca, la marotia de las de ahí eran pequeñas como acostarse y no eran cómodas, colgarse, tal vez, pero al parecer las ramas húmedas he hinchadas con las que normalmente se colgaba no parecían estar muy resistentes en esos momentos debido a la humedad absorbida.

 

Y como un pequeño destello de inspiración se le ocurrió escavar, que genial idea; escogió una pared de tierra, donde la superficie estaba suave por la llovía, por lo que los primeros arañazos con sus garras fueron sencillos, cosa que no duro mucho cuando llego a una capa de piedras y tierra seca y dura, pero eso no importaba para sus fuertes músculos, y el hecho de que se encontraba muy entretenido con su nueva tarea.

 

Al final había hecho una madriguera con mucho espacio, cómoda, seca, pero faltaba algo, así que salió a donde estaban las pieles y hurgo entre ellas hasta encontrarlo, el saco de Hiccup, que no se encontraba tan húmedo como las demás pieles y lo llevo a su nuevo escondite.

 

Ahora mostrándolo a Hiccup se sentía plenamente satisfecho, y más con los halagos que le había dicho al ver su creación.

 

-¿Lo hiciste anoche tu solo?, realmente eres asombroso- le dio unas palmaditas en la cabeza, ese dragón siempre encontraba una forma para sorprenderlo.

 

*+~*~+*

 

El ruido del metal y madera crujir hacían eco en el campo de entrenamiento de los jóvenes vikingos, hoy era día de prueba y se enfrentaban de dos en dos, una pareja a la vez, por eso en esos momentos todos los jóvenes vikingos que ya tuvieron su turno o esperaban el suyo hacían una rueda alrededor del par de vikingo que batallaban en turno, echándole porras a su favorito o favorita.

 

Este era el turno de Astrid, y un pobre infeliz que poco o nada importaba recordar su nombre en ese momento para la mayoría que gritaba ya de anticipado la victoria segura de la rubia guerrera.

 

Atentos, en lugares estratégicos observando todo aquello, estaban los entrenadores, observando los fallos y mejoras de los futuros guerreros de la aldea, ¿y por qué no?, también divirtiéndose viendo estos entretenidos duelos.

 

Esa Astrid si que era buena, sin duda era la primera de la clase, de esa generación, con un par de golpes y su contrincante ya estaba en grandes aprietos.

 

De estatura promedio para una joven de su edad, delgada pero de músculos fibrosos, su arma favorita, el hacha, la cual decía que utilizaría cuando matara a un dragón, su primer dragón, objetivo que todos los jóvenes de su edad ansiaban cumplir, bueno, casi todos si contabas a cierto castaño que no se encontraba en esos momentos, y de todos los jóvenes discípulos, para los maestros ella era la que tenia mas posibilidades de cumplir su objetivo.

 

Pero aun así, a pesar de que era una excelente y feroz guerrera, le faltaba algo, como a la mayoría de los alumnos ahí presentes, aunque para ella como para la mayoría, no era lo más importante.

 

-¡¡Ya deja de jugar con el pobre Astrid!!-

 

-¡Acabalo!-

 

Un fuerte hachazo en el escudo, tan fuerte que adormeció por un momento el brazo de su oponente, ante el dolor repentino, este se distrajo menos de un segundo, cosa que aprovecho la rubia que con el escudo que traía en su brazo y golpearle desde abajo hacia el mentón, lo siguiente que supo el pobre muchacho era que estaba en el suelo mirando todo borroso, ¿alguien había visto al dragón que lo noqueo?

 

Los gritos de emoción y admiración no tardaron en escucharse, algunas féminas la miraban con un poco de envidia pero también admiración, y los hombres, más que admiración, estaban embobados con esa fierecilla al parecer indomable.

 

-Otro más que muerde el suelo amiga, creo que rompiste tu record- le dijo su amiga rubia de trenzas, riéndose con ganas después al ver como se tambaleaba el pobre muchacho al tratar de levantarse infructuosamente al caer de nuevo al suelo, sus amigos tuvieron que arrástralo para sacarlo de la área de practica.

 

-No fue ningún reto- dijo confiada y retirando un pequeño mechón de su mejilla que por la lucha se le había movido –ni me hiso sudar si quiera una gota de sudor-

 

Todos la vitoreaban, todos sabían que tan buena era, pero no era suficiente, necesitaba verdaderos retos, no podía esperar a luchar de verdad con un dragón. 

 

Sabía que su destino era ser la primera de su generación de traer la cabeza de su primer dragón muerto ante su pueblo.

 

~+~*~+~

 

Al final las herramientas no sirvieron en nada para construirle un refugio al dragón como había planeado, pero si para entretenerse ese día.

 

Después de colgar las mantas de piel en un lugar donde se secarían sobre una pequeña fogata, cortesía del dragón ya transformado y pantalones puestos, paso después a buscar un poco de madera, casi toda la madera que encontró cerca en el bosque estaba húmeda, pero el dragón encontró la solución con una nueva fogata para secarla, demostrando que su fuego era tan potente como para quemar esos trozos de madera húmeda.

 

-Tú también eres asombroso-

 

Comento el dragón después de largo rato en que Hiccup estuviera sentado sobre una roca en que se ponía a trabajar con madera y con las herramientas traídas, y que Praxedes se sentara a comer su ración de pescado diario, observando entretenido al verlo trabajar y crear una serie de nuevas y pequeñas creaciones que estaban frente a él.

 

-No es nada- de nuevo ser elogiado se sentía extraño, pero también agradable viniendo de su nuevo amigo escamoso, coloco su ultima creación, una pequeña catapulta al lado de las demás, una pequeña carreta, un bote mas pequeño que el primero que hiso, sin vela, muy parecido al que utilizaban algunos vikingos para pescar cerca de las orillas, incluso un pequeño tipo de choza.

 

 -¿Puedo verlo?-

 

-Si claro, ahora te los paso- se levanto de su roca para ir a la roca donde se encontraba sentado el dragón.

 

Oh, pero se olvido de algo muy esencial en ese momento.

 

El suelo aun estaba húmedo, había algunos charcos de agua mas grandes que otros y la tierra aun estaba lodosa, muy resbaladizo, y él era torpe y sumando a su mala suerte, debía saber que su racha de mala fortuna lo atacaría en esa perfecta oportunidad.

 

-¡Hiccup!- casi grito el pelinegro al ver como pisaba mal el joven delante de él para a continuación resbalar por el lodoso suelo y dar lugar para una inminente caída.

 

Lo siguiente que supo el de ojos verdes al abrir los ojos, porque los había cerrado por reflejo, era que tenia al de melena negra cerca, muy cerca, demasiado cerca, y en una posición más haya de la invasión de espacio personal, ¡estaban cara a cara con los labios pegados!

 

Tal vez si hubiera mantenido los ojos abiertos hubiera visto como Praxedes se había levantado rápidamente y zancado los pocos pasos que los separaban en un solo salto, solo con la preocupación de ayudarlo y evitar que se cayera sin tener también en cuenta, como el joven vikingo, que el lodo era resbaloso, por lo que al segundo de sentir el suelo lodoso de nuevo en la planta de sus pies, también sintió como este se movía, o mas bien, como él se movía erráticamente.

 

Al menos tenía una ventaja que él joven vikingo no, buenos reflejos.

 

Doblo sus rodillas y estiro sus brazos, aun teniendo como objetivo ayudar a Hiccup evitando su caída, aunque todo sucedía demasiado rápido.

 

Y ahora estaban así, Praxedes de rodillas, había cachado a Hiccup y lo tenia entre sus brazos, con la espalda algo inclinada hacia atrás, y el cuerpo del otro recargado en él, y sus rostros unidos por sus labios y miradas.

 

Estaba realmente sorprendido, en un completo shock, mientras que observaba esos ojos mirándolo fijamente, su cerebro aun no decidía que pensar, sentir o reaccionar, solo que eso era una de las cosas más extrañas vivida; Praxedes en cambio, se sentía aliviado de que lo había atrapado a tiempo y que esa cercanía, no era desagradable.

 

Cuando pudo reaccionar trato de separarse lo mas rápido posible pero estuvo resbalando de nuevo, pero como Praxedes aun lo sostenía no le paso nada mas que caer de nuevo en el pecho del dragón, al menos esta vez su rostro había quedado en el hombro del otro, algo conveniente en esos momentos ya que sentía como su cara ardía como nunca, mas allá de la base de su cuello, desde su pecho, hasta sus orejas y quizás las puntas de su cabello, ¿al estar así de sonrojado se volvería pelirrojo como su padre?, era una posibilidad que en esos momentos de bochorno creía ser muy posible.

 

Beso, su primer beso, no contaba los pocos que recordaba haberle dado a su madre cuando aun vivía, y tuvo que ser con un dragón, no, con un hombre de su mismo sexo.

 

Eso era realmente extraño.

 

Por otro lado, Praxedes estaba un poco preocupado, Hiccup estaba muy quieto y callado, demasiado, ¿y si le dolía algo?, ¿y si lo había agarrado muy fuerte o mal?, aun no se recuperaba de las heridas de su espalda y brazo, debía ser muy cuidadoso, por nada del mundo quería lastimarlo.

 

-Hiccup, Hiccup… ¿te encuentras bien?-

 

-Yo…- su voz casi no salía, ni sabia que decir, se sentía ahogado por la pena, así que para evitar que se escuchara su voz más temblorosa o tonta de lo que ya era opto por guardar silencio.

 

Preocupado por que no le  respondía decidió separarse un poco y acomodarlo en su regazo mientras se sentaba en el suelo y ver que estuviera bien.

 

Se sorprendió mucho al ver ese color en su piel, color que a veces le producía curiosidad, otra era entretenido y ahora, era algo preocupante, no sabia mucho de humanos pero estaba seguro que ese color mucho más intenso que las otras veces que lo observo en su rostro no debería estar en el rostro de Hiccup.

 

-Hiccup, ¿estas bien?, ¿te duele algo?-

 

-No… digo, si, ¡Si estoy bien!... yo parar, digo ahora me paro- trato de coordinar su cerebro con su boca, teniendo un resultado muy pobre, como si necesitara mas razones para sentirse tonto y avergonzado.

 

Cuando trato de pararse sintió los brazos del otro impidiéndoselo sosteniéndolo firme pero suavemente haciéndolo volver a su lugar regazo, no lo dejaría ir tan fácilmente.

 

-Mejor no, al menos hasta que se te quite ese color, además seguro te tropiezas de nuevo-

 

-¡Hey!- trato de incorporarse nuevamente sintiéndose levemente insultado pero de nuevo el agarre del otro se lo impidió, ni siquiera su padre lo había tenido en su regazo tanto tiempo.

 

-Así que te quedas aquí hasta que cambies de color- sentencio el pelinegro decidido siendo su ultima palabra.

 

Cambiar de color, como si fuera algo tan sencillo, menos si seguían tan cerca.

 

-Y… ¿ahora por qué estas de ese color?, no hace tanto frio-

 

¡Rayos!, sabia que la escusa del frio no dudaría para siempre, ¿pero por qué se tuvo que agotar justamente ahora?

 

Bien, solo debía evitar contacto visual, evitar ver sus ojos, últimamente se había dado cuenta que si lo veía directo a los ojos no podría mentirle fácilmente, solo se quedaría callado, solo eso… ¡demonios!, choco con su mirada.

 

-¿Te duele algo?- volvió a insistir el dragón, no dejaría el tema por zanjado, eso era algo seguro.

 

-No Prax… no me duele nada, es solo por… por lo de hace rato, y no, no me hice daño por el resbalón… fue lo otro-

 

-¿Otro?-

 

-El… mmmm- no podía decirlo, ¡arg!, solo había sido un roce de labios, nada del otro mundo, eso no podía contar como beso, si eso debía decir, los dragones no sabían de esas cosas, debía conservar la calma, ¡parecía que su corazón se escucharía de aquí hasta Berck!.

 

-¿Qué?- el dragón no se consideraba experto en el lenguaje de los humanos, pero estaba seguro que lo ultimo que dijo no era una palabra, al menos no la conocía.

 

-Lo de juntar los… labios y la repentina cercanía- se obligo a decir, sabiendo que entre más rápido mejor.

 

-Pero ya hemos estado cerca antes-

 

-Es más por lo primero… es… algo… demasiado cerca, y me descoloco un poco-

 

-¿Y por qué estas así?- cada vez entendía menos.

 

~Odin ilumíname~ fue lo que pensó al ver al cielo como tratando de encontrar las palabras para explicarse de una vez y terminar con esa absurda conversación.

 

-Es una reacción por sentirse incomodo… avergonzado, normal, normal, nada grave-

 

-No te gusta… estar cerca de mí-

 

-No es eso, no eres para nada desagradable, es falta de costumbre… nadie había estado mas de lo necesario a mi lado- se apresuró a decir antes de que el dragón se sintiera de alguna forma ofendido o herido.

 

-A mi me agrada mucho estar a tú lado-

 

Ah Praxedes no le desagradaba la cercanía del otro, era lo más agradable que le había pasado en su existencia, los demás vikingos deberían ser ciegos o algo así para no notar lo bien que se sentía estar junto a ese humano.

 

-Gracias- quien sabe como lo hacia, pero ese extraño dragón lograba decir y hacer cosas cuando menos se lo esperaba que lo hacían sentir bien.

 

Los dos se quedaron callados por un buen rato en un silencio nada tenso, Hiccup pensando que podía esperar un rato hasta que se le pasara el sonrojo en el regazo del dragón, y Praxedes reflexionando un poco, creía haber comprendido un poco.

 

-Ahora que recuerdo… quienes me concibieron hacían ese tipo de cosas cuando estaban como en esta apariencia, juntar esto- se señalo los labios, recordando fragmentos de su temprana vida.

 

~¡Oh que se abra la tierra y que me engulla!~ al parecer le había tocado el único dragón que entendía algo de esas cosas.

 

-Así que… no es malo- concluyo por su cuenta, sintiendo que esa era la verdad, incluso Hiccup así lo sintió por la seguridad con lo que la había dicho.

 

Aunque ya no estaba tan seguro de muchas cosas con ese dragón negro.

 

~+~*~+~

 

Después de los entrenamientos, y que Astrid fuera la numero uno como siempre, cada uno de los jóvenes vikingos se fue por su lado, excepto los castigados.

 

-Esto apesta, ¿Saben lo que tuve que hacer el otro día con el loco curandero que me toco?- empezó a decir uno mientras pulía un hacha con brusquedad y saña, desde que se decidió su castigo ninguno había tenido descanso o tiempo para divertirse como antes.

 

-No gracias, yo ya tengo suficiente con el mio- dijo otro barriendo lo que fue la arena de entrenamiento, se había encontrado un par de dientes que seguramente algunos  de sus compañeros habían perdido por un muy buen golpe, tal vez podría hacer un collar con ellos.

 

-Nada supera por lo que yo tuve que pasar, un alumbramiento es traumático- dijo un tercero quien acomodaba escudos palideciendo al recordar lo vivido el pasado día.

 

-No debe ser para tanto-

 

-Tú no estuviste ahí, además esa mujer estaba como poseída por algún espíritu maligno- tembló brevemente recordando su mala experiencia, la mujer chillando, la curandera gritándole ordenes, el esposo desmayado, no por la tención, sino por que su mujer lo había golpeado y lanzado a una de las paredes, era algo realmente de que temer.

 

Aun tenía pesadillas.

 

-Darle un masaje a los pies de la vieja bruja del pueblo seguro le gana a lo tulló, lo que tiene ya no son uñas, son pesuñas- comento el de el hacha poniendo cara de asco.

 

-¿A ti también?- el de la escoba se voltea algo sorprendido, a él también le toco hacer eso el otro dia.

 

-No son los únicos-

 

-Al parecer todos nos tomaron como sirvientes de esa bruja-

 

-Hey Snotlout,  ¿Por qué tan callado?-

 

-Solo… pensaba un poco-

 

Un silencio sepulcral, la escoba, hacha y demás instrumentos cayeron al suelo haciendo eco, todos sus demás compañeros se quedaron estáticos mirándolo sorprendidos.

 

-¡¿Quién eres tu y que hiciste con nuestro amigo?!- grito uno retrocediendo algunos pasos.

 

-Que graciosos…-

 

-Pero tú… pensando, seguro hoy hay ataque de dragón-

 

-Ven aquí cabeza de aserrín, te daré algunos golpes para que te quede claro que si pienso, y en estos momentos pienso  golpearte- y se puso a corretear a su amigo.

 

Esto era culpa de Hiccup, por hacer que se preocupara y se pusiera a pensar en cosas estúpidas.

 

~*~+~*~

 

Después del incidente, que gracias a los dioses el dragón no profundizo mas en el tema, el día regreso a su relativamente normal rutina entre ellos dos, con un Praxedes muy contento y agradecido con su nueva fuente de entretenimiento, Hiccup lo observaba satisfecho, a veces era tan sencillo estar con el otro y complacerlo con esas simples cosas, algo así como un niño, aunque era lo contrario, él era el niño y el otro se mirara por donde se mirara era un adulto, al menos en su apariencia.

 

El pequeño bote que había terminado en el suelo debido al tropiezo termino lleno de lodo, al igual que las piernas de Praxedes y parte de su cola al sentarse en el suelo con el menor en su regazo, cosa que se demoro más de lo necesario en opinión del joven de ojos verdes ya que no se le había bajado el sonrojo tan rápido como hubiera querido, cosa que en su monologo interno se recriminaba una y mil veces, debía controlar mejor sus emociones, debía dejar de sonrojarse de una buena vez de esa manera.

 

Ahora, regresando al lodo, Praxedes se había dado cuenta de esto, no le enfadaba estar sucio, pero era algo incomodo estar húmedo y frio de la cintura para abajo no era una buena opción para estar cómodo, lo pasaría si estuviera en el mar atrapando pescados, pero como ese no era el caso.

 

De estar jugando con el pequeño bote, Praxedes paso a levantarse y quitarse el pantalón sin mas con pequeño bote en mano y el pantalón en el otro bajo una sorprendida mirada de Hiccup, a veces ese dragón resultaba un poco indescifrable con sus acciones, y de nuevo otro pequeño sonrojo había aflorado en su cara por estas acciones tan repentinas.

 

Ya debería estarse acostumbrando a verlo desnudo tan seguido, pero al parecer su cara aun no comprendía.

 

Se metió a las tibias aguas del lago y remojo un par de veces los pantalones tratando de sacar el lodo pero ese método no era muy efectivo, aun tenia enormes manchas de tierra incrustada, ¿Cómo le hacían los humanos para limpiar esas cosas?

 

-Deja te ayudo, pásamelo-

 

En la orilla estaba Hiccup, agachándose un poco y extendiendo una de sus manos para que le diera la prenda sucia, al darse cuenta de las intenciones del dragón y que este no tenia una idea clara de como limpiar los pantalones decidió ayudarle, con solo remojarlo un poco no seria suficiente para quitarle todo el lodo.

 

Praxedes le entrego el pantalón y observo como el humano restregaba la tela en una roca y entre sus manos para desincrustar las manchas, viéndolo así su mente se permitió vagar un momento memorizando con precisión los detalles de ese rostro sin escamas, cuernos o filosas hileras de dientes, pero con una mirada tan verde vida bella e increíble nunca antes vista, y le encantaba observarla.

 

Podría, podría observarle por siempre.

 

-Bien, con esto es suficiente, ahora lo colgare sobre la fogata- la voz de Hiccup lo saco de sus pensamiento, ¿Qué fue ese pensamiento? –hey Prax, ¿estas bien?, te quedaste muy quieto-

 

-Si…- y se sumergió en el agua tibia a seguir entreteniéndose con las creaciones de Hiccup.

 

Él era un ser solitario, a veces arisco, nunca pensó realmente en el futuro, menos en la palabra “siempre”, pero junto a Hccup, “siempre”, no se escuchaba para nada mal.

 

Y como el tiempo pasa rápido cuando uno se divierte, al menos para estos dos, la hora de partir de Hiccup llego.

 

-Nos vemos mañana Praxedes-

 

-Si ah…- por un momento Praxedes parecía que iba a decir algo pero se contuvo y mejor opto por la despedida normal –hasta mañana Hiccup-

 

Y lo vio marcharse como otras tantas veces, y cada vez más sentía como una ligera opresión aumentaba con cada despedida en su pecho.

 

Cuando la figura del otro ya no pudo seguir en su rango de visión, se fue a su pequeña madriguera, ya habían colocado las mantas peludas previamente secas y se acostó sobre ellas, se sentían cómodas y cálidas como siempre, pero no tenia sueño o muestras de estar cansado, las ganas de dormir simplemente no llegaban, desde la tarde en que pensó en ese “siempre” su mente no había dejado de pensar, cosa que siendo sinceros no pasaba muy seguido, pocas veces se ponía a reflexionar tanto como ahora.

 

Recordando sus experiencias con otros seres vivos, con ninguno se había sentido tan cómodo con la presencia de alguno que con ese humano, tampoco con ninguno había convivido tanto como con Hiccup, o tan siquiera haber sentido algún deseo de pasar tiempo con el o una horrible sensación de asfixia al no saber donde estaba o si estaba herido o no, como la pasada noche de luna llena, un muy mal día.

 

Hiccup era especial, era agradable, era listo, era amable… era muchas cosas en ese pequeño ser, era importante.

 

Tal vez debería estar algo preocupado de pensar de esa forma de un humano, descendiente de los enemigos acérrimos de los dragones, pero por más que tratara de pensar en el delgado, algo pequeño y amable Hiccup como una amenaza, o al menos un posible enemigo, era absurdo, bien, tal vez la primera vez que lo vio pensó que moriría bajo su mano, atrapado por cuerdas que el mismo, de alguna forma que aun no lograba comprender del todo, aunque ya se lo había explicado una vez, había logrado atraparlo, pero no lo hiso.

 

Ahora que lo conocía más, estaba seguro de que no era el enemigo, porque Hiccup era Hiccup, no podía encontrar otras palabras para explicarlo.

 

Y como estaba tan seguro que Hiccup no era enemigo, estaba seguro que no encontraría otro igual como él entre los humanos de esa isla o cualquier otra donde estos decidían vivir.

 

Y se sentía bien de cierta forma saberlo.

 

Se sentía bien estar a su lado, y a la vez, no estar a su lado no se sentía nada bien.

 

El tiempo que compartía con él como ya había dicho antes, últimamente le parecía acortarse con cada día, quería más tiempo, más tiempo hablando de lo que sea, haciendo lo que sea, para que su fuego estuviera tranquilo con solo sentir su presencia cerca.

 

Ese era otro detalle curioso que había notado, con él su fuego se sentía más vivo que otros días, influenciado únicamente por la presencia del humano, últimamente todo giraba en torno de él, y no le molestaba en absoluto, era algo que se estaba volviendo tan natural como comer pescado.

 

Pero, ¿Por qué se sentía así?, solo con él había experimentado esta clase de sensaciones.

 

Y hablando de sensaciones, jamás había sentido algo tan suave como el roce de sus labios con los suyos, le produjo una sensación tan agradable a pesar de lo brusco y accidentado que se dio, similar a las veces que lo había abrazado para protegerlo del frio o jugado muy cerca de él.

 

Solo con estar cerca de él.

 

~Cuando llegue el momento lo sabrás mi pequeño…~ el recuerdo de su progenitora lo golpeo con una fuerte y clara revelación que lo dejo un poco aturdido.

 

Oh, ¡OooooHhhh...!, ¿era eso?, conque era eso.

 

Eso explicaba muchas cosas.

 

Era seguro que esa noche tampoco dormiría pensando en Hiccup y en su nueva revelación.

 

+~+*+~+

 

Mientras tanto en la aldea, más específicamente en la choza del jefe de la misma, Hiccup se encontraba terminando de preparar la cena, sopa de pescado con verduras, tal vez estaría bien llevarle un poco mañana para Praxedes, seria otra forma de comer pescado.

 

Preparar la comida era algo con lo que ya estaba acostumbrado que ya lo hacia de forma mecánica, por lo que su mente podía vagar con cierta libertad un poco fastidiosa en esos momentos, pensar en Praxedes lo llevo a rememorar en pocos segundos todo lo hecho ese día, e irremediablemente en el “incidente”.

 

Genial, ya podía sentir como se le calentaba el rostro de oreja a oreja, control, necesitaba control, lo único bueno es que nadie lo veía mas rojo que las barbar de su padre.

 

Gob después de tomar remedios caseros contra la resaca le pidió una disculpa y un gracias por los remedios, lo típico que siempre sucedía cuando el mayor a su cargo bebía de mas, al menos esa vez en la mañana no tubo nauseas fuertes que lo mantenían largas horas con un cubo de madera o sensible a los ruidos con fuertes dolores de cabeza.

 

Después de eso se largo a hacer sus asuntos, ese día no había tenido que ir a la forja a trabajar por lo que se la paso casi todo el día, como había ocurrido las ultimas semanas, junto a Praxedes, por lo que no lo había desde la mañana, y aunque no sabia si cenaría aquí o no, deseaba hacer algo por entretenerse no encontrando nada mejor que eso.

 

Se sirvió un poco de sopa en un cuenco, comer solo no era algo fuera de lo común en él, en realidad era algo frecuente, y a veces lo prefería así, entre las miradas severas de sus padre exigiendo mas de lo que podría dar en los entrenamientos, anécdotas de las grandes proezas de su progenitor y amigo, yendo desde guerras contra otros barbaros, dragones o peleas entre ellos mismos cuando estaban demasiado ebrios o por mera diversión, hasta algunas anécdotas subidas de tono, que seguramente su madre les hubiera dado un buen golpe por hablarle de esas cosas a su corta edad, según recordaba, pero que ahora que ella no estaba, contaban cuando sus lenguas se les iba de más o se aflojaban con algún licor.

 

La mayoría de las pláticas incomodaban, otras las ignoraba, pero desde el fallecimiento de su madre, no había tenido lo que se dice una comida familiar realmente cómoda.

 

En realidad, de comidas cómodas y en compañía, las últimas que habían sido así fueron con el furia nocturna, en realidad, muchas cosas de su monótona y solitaria vida habían cambiado gracias a él.

 

No sabia si había sido solo suerte o decisión de los dioses que sus caminos se cruzaran, pero por el momento le parecía bien estar así con él, aun con las experiencias mas peculiares, por decirlo de alguna manera, en las que a veces se encontraba con el dragón mas singular que se había encontrado en su vida.

 

Lamio sus labios, un par de gotas de la sopa se habían escurrido un poco por sus labios, sabia a pescado con verduras, curiosamente cuando sus labios chocaron con los de Praxedes no percibió el sabor o aroma de los pescados que comía diariamente, solo la tibies del otro cuerpo, quizás hubiera percibido ese sabor en la boca del otro.

 

¡¿Qué rayos acababa de pensar?!, mal, muy malo, ya estaba empezando a divagar en terreno peligroso, si él mismo no hubiera preparado su cena culparía a la sopa por una posible intoxicación creando alucinaciones en su mente.

 

Dejo el plato en la mesa y se fue a su cuarto, de repente no tenia mucho apetito, en realidad su estomago parecía estar sufriendo una especie de fiesta o guerra en su interior, creando nudos impidiéndole pasar mas alimento.

 

Quizás un poco de sueño aliviara su mente cansada y su estomago inquieto.

 

+~*~+

 

-Señor, dentro de unas cuanta semanas regresaremos si seguimos a este ritmo-

 

-Excelente, comunícaselo a la demás tripulación, pronto estaremos en nuestro pueblo junto a nuestros amigos y familia-

 

El hombre imponente, de barba roja decorada con trenzas con cuentas artesanales y casco con cuernos miraba el horizonte, cada viaje infructuoso era como una derrota para su orgullo, para su pueblo.

 

Mas haya en el horizonte en la dirección en que observaba se encontraba su hogar, su pueblo, y su hijo, a veces esperaba que en sus viajes su hijo mejorara cuando regresaba, que de alguna forma fuera más como él, pero no lo era, en realidad verlo era de cierta forma ver a su madre a pesar que compartían rasgos como padre e hijo.

 

Era tan doloroso recordarla y saber que jamás la volvería a tener en sus brazos, y muchas veces apartaba a Hiccup no solo porque fuera débil o el vikingo que quisiera, sino por que le recordaba inevitablemente a su madre haciéndole doler el pecho como si fuera una daga incrustada.

 

Muchas veces su mejor amigo lo recrimino por ese comportamiento, incluso su hermano, ¿pero ellos que sabían?

 

Su hermano aun tenia a su mujer, su amigo aun no se había casado, tal vez un poco por su culpa, pero lo que él había experimentado había sido un dolor que aun no se apagaba a pesar de los años.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).