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Amo a un dragón por minima

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~Mi todo~

 

Tormentas en charcos de agua, algo tan pero tan humano, no, definitivamente no era un comportamiento para un dragón, imposible ¿verdad?... quizás no tan imposible.

 

Este sentir, uno de los mas importantes en su vida, decisivo y único, su fuego se sentía mucho más vivo que nunca, cualquier emoción antes vivida perdía intensidad como la que estaba viviendo ahora, nada importaba, solo él.

 

Había descubierto el sentido de todo lo que realmente importaba, de su existencia y porque aun seguía vivo a pesar de lo difícil que había sido su vida, lo que a muchos les tomaba mucho tiempo, a otros poco, dependiendo de cada ser, ¡y por fin le había encontrado!

 

Estaba sorprendido, se sentía pleno, confundido, estaba abrumado y consciente de muchas cosas a la vez; cierta parte de su consciente se daba cuenta que su comportamiento con el ser humano había sido un poco singular, confundiéndolo con el hecho de que era el primer ser pensante que le caía bien en mucho tiempo, al hecho de que esas actitudes para con él eran inconsciente o conscientemente un poco del cortejo al que los de su especie cuando encontraban a su pareja, envolverlo en sus alas, compartir su comida, invitarlo a esa nueva madriguera que había hecho, pequeñas cosas en las que pensaba un poco era algo tan obvio; mientras que otra parte, estaba realmente confundida, ¿un humano?, ¿un vikingo?, había escuchado de parejas de dragones de distinta raza, pero… ¿vikingo y dragón?

 

No le importaba que fuera macho o hembra, eso era lo de menos, pero, ¿Cómo reaccionar al saber que su todo era un vikingo?

 

Hiccup, era Hiccup, cierta voz interna se lo repetía una y otra vez sin cesar, aminorando esas otras voces que hablaban a la vez diciendo tantas cosas que lo confundían, y estaba consciente que la única cosa que podría tranquilizarlo en esos precisos momentos era el mismo ser que lo tenía así.

 

+~*~+

 

A pesar de que el sol se había ocultado aun no era tan tarde, pero tampoco temprano, y quería atribuir a ese hecho el no poder dormir y los ronquidos de su tío en otra habitación al hecho de los retortijones en la panza no paraban así como la imagen mental de lo sucedido ese día con Praxedes.

 

Se recargo en su otro costado, cambiando por enésima vez de posición esa noche, esperando que milagrosamente encontrara una posición que lo dejara inconsciente, pero no, nada de nada.

 

Insomnio total con la libertad de su mente yendo y viniendo de un lado a otro peligrosamente.

 

Trato de concentrarse en algo, en los ronquidos de su tío, del viento soplando afuera, incluso de su propia respiración para ver si así pudiera encontrar el camino a su sueño tan esperado, pero de nuevo nada, quizás ese crujir de la madera húmeda de las paredes de la casa, ¿seria por el frio?

 

Crash rash rash

 

Momento, eso mas que un crujir, esos parecían arañazos, y en su choza no había ningún árbol cerca como para que sus ramas rasgaran las paredes de su casa, tampoco podía ser su tío, escuchaba perfectamente los ronquidos, ¡¿un… Dragón?!

 

Pero si era uno debieron de haberlo notado los vigilantes en las torres, hubieran hecho sonar las alarmas con solo ver la silueta de uno en el cielo… oh.

 

¿Seria…?

 

No, definitivamente no, no seria tan poco consiente para pisar “territorio enemigo” en su estado… dragones, debía recordar que podían ser tan tercos como los mismos vikingos.

 

De nuevo ese ruido, quizás eran los demás muchachos del pueblo tratando de hacer otro tipo de broma, según había escuchado de la propia boca de su tío “se quejaban todas las tardes como viejas chismosas”, y esa había una de sus frases mas suaves, si, quizás eran ellos tramando algo, pero si contabas con el hecho de que tu padre es el jefe de la aldea, por consiguiente vives en su mismo techo, solo alguien con muy poco aprecio por su integridad física decidiría intentar algo en terreno prohibido, más por la casa que por ser el hijo del jefe, y que Gobber dormía en una de las habitaciones, doble problema.

 

Ratones, ¿quizás ratones?, por favor que fueran ratones.

 

RAaaashh…

 

Y su tío no despertaría hasta la mañana siguiente con su ayuda claro, o a menos que escuchara una de las campanas que avisaban la llegada de dragones, lo cual había intentado hacer cuando niño cuando no se le ocurría maneras mas discretas para despertar a su padre o a su tío en las mañanas, teniendo resultados un poco catastróficos, por eso nunca lo dejarían hacer de vigilante nunca, pensando que su idea había sido una clase de broma, una muy mala, como la mayoría de sus ideas para ellos o los del pueblo.

 

¿Quedarse en la cama escuchando ese ruido o levantarse y saber que lo originaba?

 

Maldita curiosidad, maldito presentimiento.

 

Se levanto de la cama, importándole poco ponerse las botas sobre los gruesos calcetines que usaba junto a ese camisón, una enorme camisa, si de por si su apariencia era pequeña y delgada, ese camisón no ayudaba mucho llegándole mas por debajo de las rodillas y cubriéndole por completo casi todos los brazos.

 

No tuvo que bajar las escaleras, donde los ronquidos se escuchaban mucho mas fuerte debido a que ahí se encontraba la habitación de su tío, solo fue a su ventana y abrir las puertas de madera para asomarse y ver que su instinto no se había equivocado esta vez.

 

-Prax…-

 

Tratando de trepar o encontrar alguna entrada, se hallaba en la parte trasera de la casa, la que daba cara al bosque y la que para su suerte, su ventana daba vista, a un dragón de mas o menos tres metros, negro como la noche, rayando con sus garras las paredes de la fachada trasera de su casa, para su poca buena suerte nadie estaba por ahí en esos momentos, ese ángulo era un punto ciego para las torres, que jamás se preocuparon mucho en arreglarlo ya que los dragones normalmente atacaban el centro del pueblo o donde guardaban sus rebaños.

 

-¿Pero que rayos haces aquí dragón tonto?, ¿sabes lo que te harían si te encuentran aquí?- hablo en susurros, en tono silbante preocupándose para que no le escucharan, eso era realmente pero realmente peligroso.

 

Praxedes gruño por lo bajo, sintiéndose realmente aliviado de ver ese rostro sobre su cabeza esos extraños nidos humanos eran realmente confusos, ¿Cómo se supone que estaba la entrada de esa cosa?, una cosa era haber estado en la aldea de los vikingos varias veces luchando contra ellos, otra conocer su forma de vida.

 

Después de debatirse mucho había decidido ir a buscar a Hiccup, completamente convencido que las intranquilidades en su pecho se calmarían con solo estar a su lado, y así era, tan solo el verlo ahí, asomando su cabeza, se sentía mucho mejor; había sido un poco difícil llegar hasta ahí, pero siguiendo el aroma del humano encontró el camino, siendo tan oscuro como la noche se camuflajeo entre las sombras, vio a los humanos en sus arboles artificiales, vigilando con sus fuegos encendidos, algunos caminaban por el territorio de la aldea con sus armas a la mano, pero no le importo.

 

Deseaba verlo, necesitaba verlo.

 

El nido estaba en lo alto, en una posición que se permitía ver toda la aldea, los puertos y el mar al horizonte, ahí podía percibir mas fuerte su aroma, ahí y en otro nido que se había encontrado en otro lugar, uno con muchas armas y cosas de metal y piedra, pero sin rastro de Hiccup.

 

Y ahí estaba, mirándolo con sus ojos verde vida, con sus cabellos enmarañados y moviéndose con la leve briza de la noche.

 

Si, definitivamente era él.

 

-¡Vete Prax!, es peligroso que estés aquí, si alguien te ve… no, no, no, no, no escales- impotente y frustrado veía como esa enorme bestia subía por la pared usando sus fuertes músculos y garras con una facilidad asombrosa.

 

En menos de lo que terminaba de decirle que no escalara el lagarto se encontraba cara a cara con el joven vikingo, este retrocedió más por reflejo que por miedo de la repentina cercanía del de escamas negras.

 

-¿Qué rayos te pasa?- estaba realmente confundido por aquel comportamiento, por todos los dioses, que eso era realmente riesgoso para los dos, si alguien tan siquiera hubieran visto su silueta o su sombra, valla la ironía, sinceramente no sabría que hacer, seguramente se desataría el Ragnarock en la casa.

 

Mientras la mente de Hiccup maquilaba las más caóticas y catastróficas posibilidades de que algún aldeano descubriera que un Furia Nocturna estaba en su casa, en el hogar del líder de la aldea, prácticamente un insulto para toda la aldea, Praxedes también lidiaba con sus propios remolinos tanto mentales como en su pecho.

 

Su fuego ardía como un volcán de tan solo tener enfrente a su todo, a Hiccup, era como verlo por primera vez, como en el bosque, pero mucho más intenso.

 

Pero verlo no era suficiente, necesitaba estar junto a él.

 

-¡Espera!-

 

Tarde, el terco dragón ya estaba empezando a meter su cabeza y cuerpo por ese agujero en el nido del humano que servía de ventilación, era algo estrecho para su enorme cuerpo pero no era imposible pasar por ahí, aunque si algo estorboso.

 

Antes de que pudiera dar un paso para empujarlo, el lagarto ya se encontraba adentro, habiendo entrado de una manera no muy silenciosa, contuvo la respiración cuando la madera empezó a crujir bajo el peso del lagarto negro, poniendo especial atención a los ronquidos de su tío esperando que no despertara, gracias a los dioses que tenia un sueño pesado, muy pesado.

 

Oh, pero no debía de confiarse, jamás había tenido la mejor de las suertes.

 

Solo unos pasos más y estuvieron frente a frente, y nuevamente, antes de que Hiccup pudiera reaccionar empezó a frotar su cabeza contra el cuerpo del humano mientras ronroneaba quedamente, aspirando su aroma, sintiendo el calor del otro, y conteniéndose, ya que sabia que si usaba toda su fuerza era probable que lo tirara y lastimara, si dependía de él jamás de los jamases lo dañaría o permitiría que algo o alguien atentara contra la integridad física de ese humano tan especial para él.

 

-¿Y a ti que te pasa?... ¿una pesadilla?- rasco la cabeza del dragón, no sabia porque pero cuando se ponía así no podía enojarse con él, le daba algo así como ternura, otra cosa que seguramente su padre desaprobaría y mas si se lo provocaba un dragón.

 

Bien, tal vez el dragón no podía hablar en esa forma, pero captaba que lo buscaba desesperadamente, ¿Por qué?, ni idea, pero no le gustaba que estuviera de esa forma, así que dedico unos momentos más para acariciar su cabeza suavemente tratando de relajarlo, le recordaba la vez que tubo la pesadilla, o cuando se preocupo por él cuando lo de la noche de luna llena, ¿acaso estuviera preocupado por él?

 

Ha Hiccup, el siempre amable Hiccup, jamás se separaría de él.

 

Pero Hiccup no compartía esos mismos pensamientos ahora, sabia que su tío tenia el sueño pesado, que muy pocas veces él o su padre entraban a su habitación, solo lo necesario, o que en su ventana nadie podría ver que el dragón había entrado, o eso quería creer,  no podía dejar de pensar en las peores cosas que podrían ocurría, la mayoría con la muerte de aquel nuevo y querido amigo, siendo solo este pensamiento provocador de un dolor en su corazón.

 

Debía sacarlo ahora.

 

-Mira Prax, no puedes estar aquí, si alguien te ve estaremos en muy graves problemas, tienes que regresar al escondite-

 

En respuesta el dragón solo gruño en protesta, él no se iría, por supuesto que no, por fin había descubierto a su todo, además si se separaba ahora seguro sufriría lo que los humanos llaman colapso nervioso o ataque de nervios, mucho peor que lo que paso cuando Hiccup no fue a verlo después de la luna llena.

 

-Praxedes- lo trato de mirar severo y el dragón contrataco devolviéndole la mirada, pero esta era una mezcla de suplica y algo que no pudo identificar con claridad, pero que le removía aun mas el corazón.

 

Había perdido ante esa mirada.

 

-Haaa… esta bien, sea lo que tengas no se te pasara de un momento a otro ¿no?, creo que tendré que dejarte solo por esta noche dormir en mi cuarto-

 

Esperaba no arrepentirse, por favor por todos los dioses que esperaba no arrepentirse, paso una mano por sus cabellos, ese día si que había sido algo estresante sorpresa tras sorpresa, el ligero roce de la cabeza del dragón de nuevo contra su cuerpo tranquilizándolo, las cosas que le pasaban.

 

Ahora donde lo podría acomodar, en la cama por supuesto que no, seguro que con solo el peso del dragón se rompería los soportes de madera, si de por si tubo que repararla cuando un día su padre después de una enorme fiesta en el comedor había llegado a la casa demasiado ebrio, importándole solo dormir, por lo que no le importo en que habitación entraba llegando por error a la suya y echándose sin nada más a su cama, por suerte no estaba ahí en esos momentos, por que si no había acabado machacado como su cama.

 

No, la cama no seria.

 

Tal vez si se transformaba, pero conllevaba a llamas y fuego inevitablemente, y un muy posible incendio, así que nada de extrañas transformaciones tampoco, el suelo parecia ser la mejor de las opciones.

 

Agarro algunas pieles de su cama y las coloco en el suelo, el suelo podía llegar a ser frio.

 

-Bien, ya puedes acostarte- le señalo la cama improvisada esperando que su amigo escamoso se acostara.

 

Praxedes miro el lecho, luego a Hiccup, lecho, Hiccup, lecho, Hiccup.

 

¿Por qué no se acostaba ya el dragón?

 

-Emmmm… bueno yo ya me acuesto- Hiccup ya se encaminaba a su propia cama cuando algo lo agarro de su camisón.

 

Praxedes había agarrado con su boca una de las orillas del camisón del humano, no quería que se apartara de su lado.

 

-¿Qué ocurre?- Praxedes lo miro con esos ojos, luego movió su cabeza ligeramente al lecho puesto por él hace escasos segundos -¿Quieres… que duerma contigo?- el dragón pareció asentir.

 

Eso estaba un poco raro, pero no le veía nada de malo, y aunque iba a tratar de convencer al de escamas negras que durmieran en camas separadas, no sea que lo aplastara sin querer si se movía mientras dormía, pero oh esa miradita, de nuevo perdía con esa miradita.

 

-Haaa esta bien, pero recuerda que solo por esta noche-

 

Ante la respuesta Praxedes no se podía sentir mejor, seguido por el joven vikingo, con otra manta de pieles entre sus brazos seguro de que haría frio, se acostó sobre las otras pieles anteriormente puesta en el suelo de madera, ahora era el turno del humano de acomodarse, pensaba acostarse un poco lejos de lado, cada quien con su espacio en el improvisado lecho en el suelo, pero Praxedes no lo permitió, al ver el intento de alejamiento, mínimo pero alejamiento al fin y al cabo, lo acerco con su cola, que útil podían ser las colas aparte para volar.

 

Definitivamente notaba muy raro a Praxedes pero no tenía miedo, y estando cerca del otro, sintiendo la tibieza del otro, las preocupaciones de una posible guerra desatada bajo su propio techo disminuían.

 

Aspirando su aroma, sintiendo su gentil calor, si había algo realmente perfecto era esto, tan simple, tan maravilloso, poco a poco sentía como todo empezaba a encajar.

 

Acostado de lado frente a Praxedes, viendo las escamas negras, empezó a acariciarlas lentamente, era algo misterioso todo esto, como se sentía a veces junto el dragón, como empezaba a descubrir ese mundo que velado de odio de varias generaciones se empezaba a revelar ante el, todo gracias al dragón que tenia enfrente y que lo había cubierto con su ala, delgada y suave acercándolo más a él.

 

Tal vez más de una noche podría estar así con él.

 

*+*+*

 

En el calor de la base del volcán descansaba en un ligero sueño, la pasada luna llena había sido buena, pero había tenido mejores, había tenido que comer a algunos cuantos que no habían podido huir al ver que no estaba completamente satisfecho.

 

Poco a poco se daba cuenta, ya no había tantos como antes, en parte por su culpa, y por otra por las plagas que habían atestado las islas hace cientos de años, esas creaturas tan extrañas, tan patéticas, pero que juntas habían sido una molestia para los de la mayoría de su raza, aunque tenían un buen sabor y su carne era tibia y jugosa, hace mucho que alguno le traía a una de esas creaturas, o que estas hubieran arribado a sus territorios, por consiguiente, hacia años que no veía o probaba a alguna de ellas.

 

También hace años que no había salido de su nido, era cómodo, era cálido, y a base de terror y ser el mas fuerte, y que gracias a las plagas los demás dragones no podían ir libremente a cuanta isla quisieran a vivir, estos mismos compartían nido con él, y si no le traían comida el mismo se los comería. Era una buena vida, aunque no siempre la tubo fácil.

 

Hubo un tiempo, mucho tiempo atrás, cuando él era más “pequeño”, joven, en que unos de su especie adquirieron cierta característica especial, una que ningún otro dragón pudo imitar, ellos eran especiales, fuertes, rápidos, alguna vez peleo con alguno de ellos, y si no fuera por que este se apiado de él, y le dio la espalda, seguramente no tendría la vida que ahora tenia, y aunque lo ataco por la espalda cuando ya se iba, y mato con una fuerte mordida en su cuello, estaba seguro que los de esa raza tan peculiar, entre todas, podrían ser su potencial amenaza, le hicieron ver que no era tan perfecto como el creía.

 

Esa extraña especie, desde que todos los dragones empezaron a vivir, si se le podía llamar vida a eso, en ese nido, se encargo de disminuir cada vez un poco más su cantidad, la familia de los de escama negra iba desapareciendo poco a poco, hasta que un día, solo uno quedo; marginado por los demás, diferente, pero a la vez muy especial, orgulloso pero temeroso de él, como todos los demás inferiores a él, había doblegado la valentía que sus antecesores tenían, esa fiereza con la que pudieran haberle dado lucha, y quizás vencido, pero ahora todos le temían.

 

Tarde o temprano, la ultima flama que podría dañarle desaparecería, sino es que ya había desaparecido, desde hace varios días no lo había visto por ahí, tal vez la peste había acabado con esa otra peste, y todo quedaría tal cual siempre debió ser.

 

Lo que no sabía era que esa flama se volvía mas fuerte, la “peste” que podría eliminarla, le estaba ayudando a crecer.

 

Y lo que su antepasado debió hacer desde un principio, el último de sus descendientes lo terminaría.

 

Aquella que por alguna razón, podía asemejar la figura de sus “enemigos”.

 

+*+*+

 

Soñó de nuevo con ella, un bello sueño, tan bella como la recordaba, con sus largas y abundantes trenzas castañas, su cara pecosa y su sonrisa ingeniosa, estaban en los riscos como tantas otras veces, hablando de todo y de nada, el atardecer era hermoso en esa parte solitaria de la isla; fue ahí donde le propuso ser pareja, ser su mujer, matrimonio y madre de sus hijos.

 

Ahora tenían uno, un joven no muy fuerte y con una mente muy curiosa, algo extraño para un vikingo.

 

-Es un buen muchacho- dijo ella refiriéndose a su pequeño hijo.

 

-Nunca será como nosotros- respondió el, un poco desilusionado.

 

-No tiene que serlo…- tomo con su mano el rostro de su querido para que la viera a la cara –él es especial a su manera-

 

Esa sonrisa siempre lo tranquilizaba, y lo convencía de casi cualquier cosa, si ella decía eso, tal vez tenia razón.

 

-Ya que él es nuestro amado hijo… ya lo veras-

 

Y despertó, había sido un agradable sueño.

 

*+*+*

 

Y era un nuevo día, y hablando de buenos descansos, dos jóvenes habían tenido uno de los mejores descansos en mucho tiempo, era casi impensable despertar y tener que pararse, teniendo que separarse de ese agradable calor que los envolvía.

 

Lastima que no todo podía jugar a su favor.

 

Tock Tock

 

Alguien tocaba la puerta, ¿Qué puerta?

 

Tock tock tock

 

La de la entrada de abajo, ¿tal vez?

 

Tock Tock tock

 

Ese rayito de luz que se filtraba entre las alas de Praxedes le decía que era de día, un nuevo día mmm normalmente a esas horas ya estuviera despierto, pero estaba ahí tan cómodo.

 

TOCK TOCK TOCK TAZZ

 

Y ese molesto sonido no paraba, tal vez estarían buscando a Gobber, al cual debió levantar hace rato, lo cual no hizo al estar ahí… y probablemente lo venían a buscar algún amigo suyo, otro vikingo.

 

¡Vikingo!

 

Casi al instante que esa palabra rondo su mente se trato de levantar, cosa imposible en esos momentos ya que algo se lo impedía, corrección, alguien se lo impedía, aparte del ala que le cubría una de las patas delantera del dragón le rodeaba la cintura, y podía jurar que la cola de este estaba a unos centímetros de su espalda.

 

-Praxedes despierta, vamos grandote necesito levantarme- trato de mover la pata pero a pesar con la aparente delicadeza que lo rodeaba parecía ser tan pesada como una roca, si se le ocurría entrar a alguien, por todos los dioses, de nuevo se imaginaba lo peor.

 

Sintió como las manos del joven vikingo lo movían, apenas empujándolo un poco, abrió apenas los ojos y levanto su ala encontrándose con la cosa más preciada, a Hiccup, un poco alterado, con los cabellos enmarañados, pero Hiccup al fin y al cabo.

 

-Praxedes despiértate, tengo que levantar a mi tío, ver quien toca, cambiarme… muchas cosas ¿entiendes?-

 

En realidad no, no entendía, en parte porque había hablado muy rápido y en parte porque su cerebro apenas y estaba funcional al despertar, ¿no podrían quedarse a dormir un poco más?

 

-Estoy hablando en serio, podemos terminar con muchos problemas sino atiendo este asunto ahora-

 

Aun muy reticente el dragón accedió a liberar al humano de su abrazo, y oh vaya, si que era rápido cuando se lo proponía, en menos de una exhalación este ya se encontraba parado quitándose la ropa dejando por unos instantes al de escamas negras sin aliento, no sabia que mas lo había impresionado, la repentina desnudez del otro, las vendas que cubrían su torso y esos manchones que le recordaban las heridas aun impresas en su piel, o que encontraba en su figura algo que movía no solo su fuego, era la primera vez que sentía esa clase de cosas, pero para nada eran desagradables, era algo nuevo y todo gracias a Hiccup.

 

 Y en menos de una inhalación ya se encontraba vestido con su ropa habitual, listo para salir por la puerta, pero se detuvo un segundo para voltear a ver al dragón aun acostado en el suelo de su habitación.

 

-¡Tú quédate ahí!- le ordeno, lo mejor es que permaneciera oculto hasta que pasara el peligro.

 

Salió por la puerta dejando a un desorientado Praxedes que ya empezaba a extrañar la cercanía del otro cuerpo. Se estaba volviendo muy dependiente del otro.

 

Afuera el joven de ojos verdes bajo las escaleras de tres en tres, con el riesgo de caer y romperse el cuello, pero aun seguían tocando a la puerta, casi azotándola.

 

-¡Ya voy!-

 

Jadeante llego a la tan golpeada puerta, quito el seguro y abrió la puerta, encontrando a un no muy feliz vikingo curandero, no, esta vez no era su tío, era la mujer que lo había atendido la vez que le callo el techo encima.

 

Era alta y un poco robusta, de cabellos negros y ojos café, traía colgando una enorme bolsa con una que otra planta asomando, algo le decía que esto no presagiaba algo bueno.

 

-Uh… b… buenos días-

 

-¿Cómo es eso que no viniste a mi para tu revisión?- pregunto enfadada, enterarse que SU paciente fuera con otro no la tenia muy alegre.

 

Era bien sabido que los vikingos podían ser muy competitivos entre si, a parte de tercos y toscos, esa era otra de sus principales características, quien era el más fuerte, el mas bravo, quien mataba más dragones o enemigos, incluso quien era mejor en lo que hacia, eso aplicaba también a los curanderos, e ir con otro que no fuera ella fue como un insulto, por muy absurdo que sonara.

 

-Yo fui la que te atendió primero, así que eres mi enfermo-

 

-Yo…-

 

-Esta bien que la casa de tú tío quede mas cerca, pero yo tengo unos excelentes ungüentos que aliviarían cualquier dolor-

 

Eso parecía ir para largo,  tal vez la idea de un vikingo armado o un dragón lo relajaba más que eso.

 

-Déjame pasar muchacho, que aun hace fresco aquí afuera- empujo levemente a Hiccup y entro –ahora quítate la camisa, quiero ver si ese hiso un buen trabajo-

 

-Pe…- la mirada fulminante que le dedico aquella morena lo acallo al instante, una mujer vikinga enojada era de temer.

 

Le ofreció asiento rápidamente y prosiguió a seguir las órdenes de la curandera, se quito la camisa y se sentó frente a ella.

 

-Bien, se nota que es bueno vendando- date la vuelta.

 

Pero antes de que hiciera eso un sonoro ronquido se escucho.

 

-¿Dragón?-

 

-No, mi tío… me quede dormido y aun no lo despierto-

 

-Hump estos hombres, aun se comportan como niños-

 

-Si me permite un segundo- y antes que cualquier respuesta fue a ver a su tío para despertarlo, ¿qué opción seria buena ahora?, quizás una menos “agresiva” que el bote de agua.

 

Entro a la habitación de su tío, ¿hace cuanto que no pisaba ese territorio?, le faltaba un poco de orden en ese lugar. Vio el cuerpo  de su tío en su lecho, roncando de lo lindo, casi le daba un poco de lastima utilizar aquel método.

 

Agarro un escudo tirado entre todas las cosas tiradas y un pequeño mazo.

 

ZAZ ZACH ZAZ ZACH

 

-¡¿Qué?!, ¡¿Cuándo?!-

 

Si, tan efectivo como recordaba.

 

-Tío… me quede dormido, es quizás un poco tarde-

 

-¿He… Hiccup?- estaba desorientado pero procedió a comenzar su rutina.

 

-Oh espera- pero el hombre ya había salido solo en pantalones después de ponerse la prótesis –tenemos… visitas-

 

-Gob- saludo escuetamente la curandera, sin cohibirse por la apariencia del hombre, gracias a su oficio ya había visto varios cuerpos y no se inmutaba ante la semidesnudes de otro cuerpo.

 

Pero Gobber no, quien se cohibió un poco ante la sorpresiva presencia femenina en el hogar.

 

-Eh… oh yo, mejor me alisto para mi trabajo- y regreso a su cuarto a terminar de vestirse.

 

Nuevamente Hiccup ocupo asiento frente a la mujer a escuchar las comparaciones de su trabajo con el de su tío, algo le decía que esos dos muy pronto tendrían un enfrentamiento siendo el sin querer el causante de ello, en los problemas en que se metía.

 

Una hora aproximadamente después, algo frio, con una nueva dotación de ungüentos y una exigencia que descansara con una amenaza a su tío de que no lo hiciera trabajar en la forja, una vez mas, una mujer vikinga enojada era de temer, incluso su tío lo sabia, lo dejaron solo en la casa, bueno, eso creían ellos.

 

Subiendo las escaleras algo cansado, y eso que hacia poco acababa de despertar, decidió ver si el dragón seguía ahí, gracias a los dioses no había hecho ningún ruido, tal vez incluso se había ido, idea que no encontraba tan atractiva del todo aunque no sabia porque.

 

Llego a su cuarto y dudo un poco en abrir la puerta, pero no debía de hacerlo, era su cuarto y ya todos estaban fuera, pero algo le decía que ocurriría algo muy importante, algo en su pecho se removía inquieto desde que vio a Praxedes escalando hacia su ventana.

 

Abrió la puerta y no encontró nada, el lecho estaba vacío, la ventana abierta, ¿la había dejado así anoche?, no recordaba, tal vez ya se habría ido, era lo mejor, pero aun así le hubiera gustado ver ese rostro escamoso antes de que se fuera al bosque, bien, lo vería al rato.

 

Dio unos pasos adentro, cerraría su ventana antes de bajar por algo de desayunar.

 

Al par de pasos después de pasar su umbral casi se cae al tener las aletas de la cola del dragón delante de su rostro. Praxedes estaba trepado a las vigas de su techo, que susto le había dado.

 

Praxedes se había aburrido y por eso decidió investigar el nido de Hiccup, o al menos esa parte, todo el lugar tenia su aroma, era completamente embriagador y relajante, pero aun así el aroma del otro no era suficiente, lo necesitaba para sentir su calor, ver sus ojos, probarlo.

 

Encontrar a su todo implicaba muchas cosas, entre ellas esos sentires desconocidos desde hace siempre, o más bien, dormidos esperando el instante de la revelación.

 

-Ahora tú… ¿me puedes decir por que viniste en medio de la noche?- le exigió el joven, recuperando su ritmo cardiaco, algo le decía que lo que tenia al dragón de esa forma era algo muy importante.

 

Oh, se le había pasado ese pequeño detalle, los humanos no hablaban dragón, y tal vez no sentía lo mismo que él, ahora el problema, ¿Cómo decirle esa verdad absoluta?

 

 

 

 

Notas finales:

Y espero que disfruten


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