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Amo a un dragón por minima

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Notas del capitulo:

Inspiración, inspiración y creación… sentía que me había metido a un callejón sin salida, incluso pensé en borrar el capitulo anterior y rescribirlo, pero me di cuenta que así debía de ser, se había escrito solo, así lo dejaría, así que después de tratar de guiarlo de alguna forma a la idea que tenia, me di cuenta que no servía, así que decidí que se dejara guiar por si solo, como el anterior, ya que a veces parece que las ideas tienen vida propia, forzarlas solo crea frustración y malos resultados, como en un principio pensando yo hacer esta historia de unos pocos capítulos, 2, 3 o unos 5, simplemente no se dejo y ahora tenemos esto, :D tal vez lo único malo es que los momentos de inspiración llegan cuando me dejan mucha tarea… D: pero ahora me han dejado tanta que hasta me chupa casi todo el tiempo como para relajarme escribiendo.

 

Quiero dar las gracias a todos aquellos que han leído esta historia, a los que comentaron, a los que le dieron una oportunidad para darle un vistazo, ahora, espero que disfruten este capitulo como yo escribiéndolo, en los pocos ratos entre tareas y trabajos.

Acciones y palabras

 

Es cierto que pueden existir muchas verdades, pero también que es difícil expresarlas en palabras.

 

Eso es lo que estaba pasando con cierto dragón, que había descubierto una de las grandes verdades que enfrentaría en su vida, y que maravillosa verdad, pero se dio con ello  que existía un predicamento que lo hacia preguntarse, ¿los humanos son capaces de comprender esa verdad?

 

Él lo sabía porque lo sentía, era un instinto primario que había despertado en el momento que en su interior identifico a aquel otro ser vivo que le daba sentido a su existencia, era tan increíble que le era difícil explicar con palabras, o razonarlo teniendo a tu razón acariciando tú cabeza en esos momentos.

 

-Realmente estas algo extraño- le dijo Hiccup rascándole un poco las escamas de su cabeza, recibiendo a cambio unos suaves ronroneos del dragón.

 

Simplemente no podía no desear algún contacto con él, por tan simple que fuera. No podía poner en orden las prioridades, aun estaba tan lleno de tantas cosas, lo único que estaba seguro por completo es que no se estaba engañando, Hiccup era la razón de su vivir, esa era la verdad.

 

+*+*+

 

Mientras el dragón de escamas negras como la noche se encontraba disfrutando de los mimos de su humano, cierto grupo de jóvenes vikingos se encontraban aburridos, por fin les daban un descanso de sus castigos, y no sabían que hacer que el repentino tiempo libre.

 

-¿Y… alguien sugiere algo?-

 

-Dormir, acostarse en el pasto o en un monte de paja, o quizás sobre una oveja-

 

-¡Oh vamos!, hemos trabajado y trabajado, debemos hacer al menos una cosa divertida para variar-

 

-¿Lanzar rocas en la bahía?-

 

-Aburrido-

 

-¿Luchar?-

 

-Muy agotado… además aun no me recupero del todo de los golpes que me dio Astrid en la última práctica-

 

-Tampoco yo-

 

-¿Dormir?-

 

-¡Qué ya te dijimos que no!-

 

-Esta bien, esta bien, no te tienes que poner así-

 

-Que exigente estas Snotlout, ya decídete por algo-

 

-Es que me la he pasado con mi padre todos estos días atendiendo a cuanto enfermo solicite sus servicios, y el otro día vino una curandera del otro lado de la aldea a reclamarle a mi padre por “quitarle” a su paciente, Hiccup precisamente, esa mujer esta loca- recordar la tonta discusión, según él, de la mujer curandera y su padre de quien debería atender al muchacho herido no ayudaba con su mal humor.

 

-Creo que se a quien te refieres, y a mi me toco con ella- dijo uno de los jóvenes, su semblante no era nada alegre al recordarla, era una mujer de carácter fuerte y estricta, cada vez que se distraía o se equivocaba le daba un buen golpe en la nuca, argumentando que jóvenes como el tenían la cabeza tan dura como para aprender cosas tan sencillas como las que ella pedía y una buena forma para que se le grabara algo era ablandar un poco esa cabeza suya –no es muy agradable- se sobo suavemente la nuca, un reflejo de tan solo recordarla.

 

-Sí, me di cuenta de ello-

 

-Y… ¿entonces que haremos para entretenernos hoy?-

 

En ese preciso momento un grupo de jóvenes vikingas pasaron delante de ellos, y entre el grupo de estas se encontraba la bella Astrid, y como ovejas siguiendo al líder fueron tras ella, ya habían encontrado algo que hacer.                                                                              

 

+*+*+

 

A las orillas del mar, en una formación rocosa sobresaliente que rodeaba una isla volcánica escondida entre la neblina, desconocida su ubicación para cualquier humano, varios de los dragones que se encontraban en esos momentos aprovechaban que algunos rayos del sol se habían filtrado a través de la constante neblina para calentar sus cuerpos, podrían quedarse en las innumerables chimeneas del volcán, el cual era cálido y seco, pero la presencia de él en el mismo jamás lo volvería completamente confortable.

 

Cada quien trataba de disfrutar este momento de relativa paz según sus gustos, algunos comiendo alguna presa, principalmente pescados, tomar una pequeña siesta, o platicar, cosa que estaban haciendo muy animosamente un grupo de terribles terror, y que mejor tema del cual hablar que la grandiosa novedad que se habían encontrado.

 

~…y es amable~

 

~Y huele bien rico~

 

~Lo único malo es que le agrada mucho la lagartija negra~

 

~Ustedes ¿de que rayos hablan?~ interrumpió una Naber, esas pequeñas sabandijas no paraban de hablar de manera tan escandalosa que era inevitables no escucharlos.

 

~Del humano que nos dio pescado~

 

~Ustedes están locos, ningún humano se comportaría así con uno de nosotros~ si alguna vez creyó que esas sabandijas no podían ser mas estúpidas ahora daba por hecho que se había equivocado.

 

~Pues este humano si se porto bien~ defendió lo dicho antes, él por supuesto que no mentía.

 

~¿Y que es eso que la lagartija negra le agrada?, ese es mas solitario que una isla desierta, además… ¿no estaba muerto?~ comento un tercer dragón uniéndose a la platica.

 

~Pues yo lo vi muy vivo~

 

~¿Hablan del de escamas negras?, hace días que no aparece por estos lados~ la Naber aun no creía ese cuento, era tan absurdo.

 

~Yo creía que ya se hallaba muerto por algún humano~

 

~Ese no moriría tan fácil en manos de esos~

 

~Pero es muy poco probable que encuentre un lugar seguro fuera del nido por mucho tiempo, por eso creía que ya se había reunido con sus ancestros~

 

~Si, los humanos nos atacan siempre que nos ven, son todos unas salvajes bestias~

 

~Pues ese humano no~

 

Les alegraba hablar del amable humano que conocieron, se sentían orgullosos de decir que le conocían, pero esas pequeñas creaturas no pensaban muy bien las consecuencias de difundir esa nueva noticia, especialmente si en el nido, tarde o temprano esta novedad, aunque aun muy irreal y absurda para muchos, llegara a los oídos de el terror de todos los dragones, ÉL.

 

+*+*+

 

Había sido un poco difícil convencer a su amigo escamoso salir de su cuarto por la ventana, este se había empeñado en quedarse a su lado, ya no lo veía preocupado o ansioso, podría incluso afirmar que lo veía feliz, por muy diferentes que fueran las expresiones faciales en un dragón podía asegurarlo.

 

Recordar como parecía quejarse con gruñidos suaves al salir por la ventana le pareció particularmente gracioso, aunque también le dio a entender que no se iría muy lejos, por lo que se apresuró a desayunar algo rápido y salir por la puerta trasera de su casa, dudo un poco en voltear o no a ver las paredes de su hogar, pero decidió hacerlo, eso no cambiaria el hecho de que los arañazos estuvieran ahí.

 

-Oh Prax… tendré que arreglar esto más tarde, es bueno que Gob casi nunca salga por este lado- la pared se encontraba arañada con largas marcas, casi todas en dirección a su ventana formando un camino astillado, un poco, no, mucha sabia, pero mucha sabia tal vez podría arreglarlo un poco esas imperfecciones.

 

Pero eso tendría que esperar, ahora tendría que asegurarse de que ese problemático dragón fuera al escondite, y por fin tal vez le diría que era lo que le estaba sucediendo con ese comportamiento suyo.

 

Como supuso, el dragón no estaba lejos, ni cinco minutos estuvo avanzando por el bosque cuando este salió a su encuentro.

 

Ahora que sabía que Hiccup era todo lo que su ser había estado buscando a pesar de que ni el mismo hubiera estado consiente al cien porciento de ello hasta que se dio cuenta, y definitivamente lo último que pasaba por su mente era apartarse de su lado, pero al parecer Hiccup no pensaba del mismo modo.

 

Tuvo que salir del nido en que vivía Hiccup muy a su pesar a petición de este, le había dicho que era para que regresaran al escondite, que estaba preocupado de que algún otro humano lo pudiera ver, cierta parte le decía que tenia razón, otra se empeñaba tercamente a querer estar a su lado, jamás imagino que este sentimiento fuera tan fuerte y abrumador, sabia que iba a ser algo nuevo y jamás sentido antes, pero no tan indescriptible.

 

Había visto a lo largo de su vida en la isla volcánica en la que los de su especie se refugiaban a muchos que habían encontrado a ese otro ser que se volvía su todo, se veían plenos y felices, jamás los envidio o les daba importancia, era joven, sabia que tarde o temprano tal vez encontraría a su todo, oh, ahora parecía que todo ese tiempo hubiera estado adormecido por la soledad.

 

Pero ahora estaba mas despierto que nunca, se daba cuenta de muchas cosas y a la vez se confundía con muchas otras, como haber visto a Hiccup sin las pieles y telas que normalmente cubrían su cuerpo, como había dicho antes, sentía que estaba despertando, de muchas maneras, ver su piel, su figura tan diferente a la suya, delgado, pequeño, frágil, jamás había sentido ese extraño cosquilleo que le provoco al verle de esa forma, bien, hacia mucho tiempo su progenitor le había explicado ese cambio que sufriría en su ser llegado el momento, momento en que encontraría al ser que lo hacia sentir tan pleno y lleno como la primera vez que había surcado los cielos, momento el cual ya había llegado.

 

Una plática incomoda y que le dio poca importancia cuando joven se la dio, ahora trataba de recordarla lo mejor que podía, según le había dicho el momento que encontrara a su todo, adquiriría nuevas responsabilidades y otras cosas, oh, y deseo por el cuerpo contrario, cosa que no logro entender en ese momento hasta ahora.

 

Las primeras veces que sintió su pequeño cuerpo entre sus brazos y alas fue muy agradable, sus simples mimos o caricias eran como un consuelo, platicar con él y sentir su presencia lo hacía pensar solo en Hiccup, pero estaba consiente que su ser ya dándose cuenta que Hiccup era SU Hiccup, no se conformaría con esos simples gestos que lo hacían sentir tan bien.

 

Quería volverse uno con Hiccup.

 

Su ser, su cuerpo, su fuego querían reclamar ese cuerpo así como este lo reclamara a él en ese acto tan intimo, pero, ¿Cómo?, todo estaba pasando demasiado rápido y apenas se ponía a pensar en esos pequeños detalles.

 

Humano o macho no le importaba, era joven, más que el, quizás un poco demasiado, aun no estaba desarrollado por completo como para considerarlo un adulto, pero no era por completo un cachorro, y volviendo a lo frágil que le parecía a veces, el acto en el que estaba pensando realizar con él era algo, por decirlo de alguna manera, intenso, quizás demasiado intenso.

 

Estaba consiente que su fuerza era mayor a la que un humano normal, incluso en su forma semejante a la de ellos, y en el “acto”, tal vez no se podría contenerse para no dañarlo, además ya se encontraba herido en su espalda, esos eran detalles en los que no se había puesto a pensar antes. Claro, también estaba el hecho que antes no se había dado cuenta de que él era su todo.

 

De nuevo, todo pasaba demasiado rápido, y hablando de su todo, este se encontraba ya fuera del nido en que dormía.

 

-Ya sabía yo que no irías lejos-

 

Y ahí estaba, con su solo presencia devolviendo la calma a su ser.

 

-Bien Praxedes, vamos al escondite, ahí me vas a decir que te pasa- dijo mientras le acariciaba la cabeza al haberse acercado a él.

 

Mientras comenzaban a caminar adentrándose en el bosque, Hiccup sintió un ligero presentimiento, curiosamente similar al que tuvo antes de diseñar aquella arma que logro herir por primera vez en la historia a un Furia Nocturna, y por consecuente conocer a Praxedes, tal vez algo pasaría.

 

Tal vez algo cambiaria nuevamente.

 

+*+*+

 

Dragón y muchacho no eran los únicos en ese momento en los bosques de esa isla, otro grupo de jóvenes vikingos se habían adentrado en el, las jóvenes ahora rodaban los ojos y reían entre ellas al ver el tonto intento de cortejo hacia la joven mas popular de su generación en la isla, Astrid, por parte del grupo de adolescentes que se habían unido a ellas tratando de llamar la atención de la joven vikinga.

 

-Astrid, el otro día rompí una piedra con solo mis manos-

 

-Hey, ¿te hiciste algo nuevo en el cabello?, no es que no lo tuvieras bien antes, digo, ahora te vez, digo, siempre te vez bien-

 

-Soy muy bueno puliendo hachas, si quieres te la pulo-

 

-No, yo soy mejor-

 

-Ajajaja esos chicos si que son patéticos, ¿no Ruff?- pregunto una pelinegra a una de los gemelos rubios de la isla, quien también los estaba acompañando al igual que su hermano.

 

-Si, y mi hermano no se queda atrás- si, su hermano no se quedaba atrás, uniéndose a ese grupo hormonal que seguía con peculiar terquedad a su amiga que los ignoraba con total tranquilidad.

 

Se suponía que las jóvenes, después de convencer a Astrid de que las ayudara con su puntería con las armas, irían a entrenar a un lugar del bosque, no contaban con que los muchachos se unirían, aunque daba cierto toque divertido a su día.

 

-Chicas, ya casi llegamos- dijo la rubia ignorando olímpicamente a los muchachos que aun intentaban llamar su atención.

 

Pero estos no se ofendían, solo continuaban intentando llamar aunque sea un poco la atención de la rubia, una mirada o tan si quiera un simple comentario les bastaría, ya que eso era como un gran logro para ellos.

 

Mientras seguían caminando Ruff dejo pasear su vista a los alrededores, verde, madera y más verde, algunas aves que volaban al sentir la presencia del grupo de vikingos, y algo café que se movía, algo familiar.

 

-¿Ese no es Hiccup?-

 

-¿Quién?- prestándole un poco de atención uno de los muchachos le voltio a preguntar.

 

-Hiccup, lo vi caminando por ahí- señalo cerca de una gran roca, que cubría seguramente el camino que había tomado el vikingo inadaptado de la aldea.

 

-Que importa-

 

-Si, tienes razón, que importa-

 

Si tan solo se hubieran interesado un poco más, solo un poco más, verían que esa pequeñez los hubiera dirigido a algo muy importante.

 

Sucesos que cambiarían la historia de los vikingos y dragones tal como la conocían.

 

+*+*+

 

-Entonces Praxedes, ¿Qué te ocurre?-

 

Las peculiares llamas que siempre lo envolvían en su singular transformación volvieron a cubrir el cuerpo escamoso del dragón dejando el cuerpo desnudo de un hombre joven conservando algunos apéndices de dragón, lo que causo que apartara la mirada al lago de aguas  calientes, que se encontraba justo a su lado, esperaba que algún día dejara de sentirse incomodo al ver desnudo a ese dragón tan singular.

 

En medio del pequeño lago pudo ver los barquitos que le había fabricado a Praxedes, flotaban juntos uno al lado del otro en esas cálidas aguas.

 

-Hiccup-

 

El joven volteo, algo impresionado de que el dragón se hubiera colocado los pantalones más rápido de costumbre.

 

-Valla te tardaste poco en ponerte los….- no, no se los había puesto, seguía tan desnudo como hace unos segundos, y si, nuevamente sentía como el calor iba a su rostro en un inevitable sonrojo.

 

Praxedes en el camino a su escondite había pensado nuevamente en aquellos detalles que debía atender, entre ellos, responder aquellas preguntas sobre su reciente comportamiento, por consecuente, comunicarle a su Hiccup que su ser lo identificaba como su todo, se supone que entre dragones normalmente era una experiencia mutua, simultanea, otras veces era necesario un cortejo para convencer a la pareja que iban en serio, a él no le importaría esforzarse todo lo necesario para hacerle saber que haría cualquier cosa por estar a su lado, su Hiccup lo valía, ya que sin el sabia que realmente moriría de la mas dolorosa tristeza y la mas profunda soledad.

 

-Prax…- esa mirada tan intensa, esa mirada tan penetrante que le estaba dirigiendo en esos momentos el dragón de alas negras le ponían la piel de gallina, poniéndolo nervioso, y que se estuviera acercando lentamente hacia él sin decir nada no ayudaba para nada.

 

Mientras que el joven humano se sentía intimidado con su mirada, el dragón se estaba perdiendo en la suya, atraído a su ser se fue acercando poco a poco, Hiccup era tan Hiccup, pequeño y joven humano, con los ojos verdes mas maravillosos que hubiera visto jamás, de aspecto delgado, frágil, incluso a veces…

 

SPLASH

 

Un poco torpe.

 

-¡Hiccup!-

 

No pudo evitar retroceder al sentir aquellos ojos tan intensos cada vez más cerca, intimidado por estos y la desnudes del otro, había estado cerca de el desnudo con anterioridad, muchas veces al decir verdad, pero esa mirada era algo nuevo, pudo ver ese algo que no pudo identificar esa noche, pero mucho más intenso, parecía como si… ¿lo quisiera devorar?, le recordaba ligeramente a cuando su tío o padre tenían uno de sus mejores platillos frente a sus rostros, lo cual siempre era todo un evento.

 

Un paso hacia atrás, tratándose de alejar y ya se encontraba resbalándose al borde de ese pequeño lago a sus espaldas, el cual se había olvidado de su existencia precisamente por esa mirada, justo cuando sintió el tibio liquido sobre todo su cuerpo se dio había acordado de su existencia.

 

-¡Hiccup!, ¿estas bien?, ¿te duele algo?, ¿te golpeaste?- metiéndose inmediatamente al lago agarro al joven vikingo de las axilas y lo saco del agua al segundo, por un momento pensó que su corazón había dejado de latir al verlo caer al agua.

 

Algo confundido y desorientado, pero al fin fuera del agua, trato de comprender lo que le decía el preocupado dragón, cosa un poco difícil ya que lo decía muy rápido y sin ninguna pausa, cuando por fin pudo comprender ahora que estaba pasando, se encontraba completamente empapado y abrazado al cuerpo del más grande.

 

-Eh…-

 

-¿Estas bien?-

 

-Yo… si, estoy bien Praxedes, no paso nada… ya me puedes soltar-

 

Pero Praxedes no lo hiso, al menos no al instante, tener el calor del otro contra su cuerpo era tan bueno.

 

-Praxedes-

 

-¿Ah?... si- deposito el ligero cuerpo a la orilla del lago.

 

-Achup… genial, lo que faltaba, un resfriado, será mejor que seque esta ropa antes de que en realidad me de-  una briza fresca empezaba a correr por ese lugar, y estar mojado en esos momentos no era la mejor opción, lo menos que quería era enfermarse –emmm Prax me ayudas a prender una fogata-

 

-Claro-

 

Moviéndose rápido, y aun desnudo, cosa que no le importaba en absoluto, salió del agua, tomo unos leños y escupió una pequeña bola de fuego, y listo, cuando volteo nuevamente a Hiccup, este  ya se estaba quitando esa tela verde que utilizaba en la parte superior de su cuerpo, encontrándose con la peculiar figura del humano semidesnudo, de nuevo sintió que su corazón se detenía.

 

Aun no hacia el frio típico de invierno, pero se le  acercaba, así que como le enseñaron alguna vez en alguna platica de su tío o padre de como debía cuidarse del frio y cruel clima que se enfrenta cualquier vikingo en esas regiones, especialmente en esas épocas del año y en ese tipo de situaciones, debía quitarse la ropa mojada y buscar calor para evitar enfermarse, para lograrlo tal vez podría cubrirse con las pieles que le servían de lecho a Praxedes o permanecer cerca de la fogata, incluso las dos, mientras se acercaba a la fogata y colgaba su ropa en un árbol cercano para que se escurriera y secara, se percato que nuevamente Praxedes no le dejaba de mirar.

 

-Tienes frio- no era pregunta, era una afirmación por parte del dragón.

 

-Si, un poco, solo me quito lo mojado y ya-

 

-¿Eso también?-

 

-¿Qué?-

 

-Eso- el dragón señalo los vendajes que rodeaban su torso, los cuales como toda su ropa estaban mojados, pegándose a su silueta como segunda piel.

 

-Quizás sea lo mejor- comenzó a tomar un extremo de la larga venda y trato de darle vuelta, cosa un poco difícil, eso tomaría algo de tiempo y la briza fría aun corría golpeando su cuerpo descubierto, seria una tarea algo laboriosa para solo una persona.

 

Si no se los quitaba pronto el agua se enfriaría y congelaría su torso, lo cual definitivamente si lo llevaría a terminar enfermo, su mala suerte ataca de nuevo.

 

-Deja te ayudo- escucho la voz del dragón a sus espaldas, ¿Cuándo se había movido?

 

Praxedes empezó a ayudar al de pelos castaños con ese largo pedazo de tela que cubría su delgado cuerpo, con cada tramo que ayudaba a mover, podía ver cada vez más de esa piel que ocultaba, esa mancillada piel teñida de diversos colores y tonos, colores que no deberían estar pintándola y el desagradable recuerdo de que lo hubieran lastimado hiso que un seño fruncido se dibujara en su rostro.

 

-No es justo-

 

-¿Prax…?-

 

-Esto- pasó sus dedos suavemente sobre la espalda completamente desnuda de Hiccup, la piel era suave al simple contacto, pero manchones y caminos de colores purpuras, rojos e incluso verdes recorrían lo que debería ser una piel clara como lo debería ser todo su cuerpo.

 

-Esta bien Praxedes, ya no me duele- era un toque agradable, era suave, era amable, era sinceró, no como el de los curanderos, que sentía que lo hacían solo por compromiso, este se sentía bien, reconfortante.

 

Paso nuevamente su mano por aquellos caminos confundibles entre si en ese lienzo de piel, era un hecho y una promesa silenciosa, que ahora en adelante lo cuidaría ya que era la cosa más valiosa del mundo.

 

-Gracias Praxedes- terminado de quitarse ese largo pedazo de tela se volteo a verlo mostrándole una sonrisa de agradecimiento.

 

Oh, esa sonrisa, esa increíble mirada, incluso ese color rojizo en su rostro, se daba cuenta de que la idea de pasar toda su existencia observándole, o simplemente estando a su lado seria uno de los mejores placeres que podría tener.

 

Hiccup se apartó de Praxedes para colgar las vendas, sentía que las gotas de agua que aun recorrían su cuerpo ya estaban frías, haciendo docenas de caminos por su piel, y no ayudaba mucho que tuviera todo el cabello mojado y este siguiera escurriéndose por su frente y cuello, mojando toda su espalda y pecho, tal vez el único lado positivo era que eso podría contarse como un baño; desde que se había herido en la espalda la tarea de acarrear agua, calentarla y depositar el liquido caliente en la bañera de madera, la cual era nada ligera y tenia que acomodarla el solo, ese tipo de trabajo se volvía el doble o quizás el triple de difícil con su condición, su tío era esa especie de hombre que no se preocupaba mucho por la higiene personal,  como muchos de los demás guerreros, especialmente en la época de invierno, por lo que le decía que no debía preocuparse por esas cosas.

 

Pero como siempre, él tenía que ser diferente, preocupándose por esos detalles insignificantes para los demás vikingos, como era la higiene personal.

 

Praxedes también había notado aquellas gotas rebeldes que seguían recorriendo la singular figura de Hiccup, dando un brillo especial a esa joven piel, se veía, se veía… tan bien, y de nuevo esas reacciones que estaba empezando a descubrir le estaban afectando, su fuego se removía mas violento que nunca, y en contraparte extrañamente de repente se sentía “controlado”, relajado, era el instinto guiándolo, todo estaba confusamente más claro.

 

Las dudas desaparecían, y una poderosa decisión se apoderaba de él, cada instante pasaba rápido y a la vez muy lento, tener el cuerpo ajeno se volvía una necesidad casi asfixiante, estaba consiente que estaba muy cerca y a la vez tan lejos, solo era cuestión de estirar sus brazos, un simple movimiento y sentiría sus calores mezclarse, pero no debía  apresurarse, estaba consiente de que si actuaba de manera brusca le podría producir miedo y rechazo al otro.

 

Hiccup, su Hiccup, siempre tan amable, tan gentil y cálido, se merecía un trato igual, aunque aun no estaba por completo seguro de que era lo que se proponía hacer, o que era lo que estaba haciendo, ya que se sentía como en un trance, pero presentía, no, estaba seguro que todo saldría bien, jamás había estado tan seguro de algo como hasta ahora.

 

Terminando de colgar el largo pedazo de tela que le servía como venda, sintió por enésima vez la mirada del dragón sobre él,  voltio para encararlo pero para su sorpresa se encontró con el pecho fornido del otro delante de su rostro, ¿Qué tan silencioso y rápido podía ser ese dragón?, o estaba muy distraído o ese dragón había adquirido las habilidades de la noche misma, llegaba silenciosa, sin aviso y cuando menos se lo esperaba ya le tenias delante de ti, ahora entendía mejor el porque los vikingos le llamaban furia nocturna, no solo se referían a sus escamas negras como la misma noche con su nombre o la fuerza de sus ataques.

 

Alzo un poco su rostro y se quedo helado.

 

-Prax…- Hiccup se quedo petrificado con esa mirada, era demasiado intensa, mucho mayor a las que alguna vez Praxedes le hubiera dedicado desde que le conoció, nadie jamás le había visto de esa manera, animal, creatura, dragón o humano, curiosamente no le provocaba miedo, pero sentía que algo se le removía dentro… ¿Qué era?

 

La distancia empezó a escasear entre ellos, mas por la naciente insistencia de Praxedes que se acercaba cada vez más al joven vikingo que se había quedado petrificado lidiando con su propio torbellino interno que por otra cosa.

 

Podía sentir el tibio aliento del otro sobre su rostro mezclándose con el suyo, ambos perdidos en la mirada del contrario, ambas de color verde, pero muy diferentes entre si como sus dueños, entre más se inclinaba el de melena negra, más se acercaban, sus alas se extendieron suavemente, pero el joven humano no lo noto, se encontraba como él otro perdido en la mirada tan hipnotizante del de escamas negras.

 

Fue tan suave que no noto los brazos y alas que lo empezaron a rodear hasta que estos ya se encontraban cerrados sobre él, tan suave y gentil como siempre que no le dolió la espalda cuando aquellos fuertes y largos brazos que le rodeaban lo atrajeron al cuerpo del mayor eliminando el ultimo tramo que separaba sus cuerpos, estaba seguro que ese agarre, aunque lo sentía suave y gentil, era tan fuerte como el de cualquier vikingo o quizás más.

 

Fue como si un rayo los hubiera tocado al mismo tiempo cuando ambos cuerpos se tocaron, erizando sus pieles al instante y soltando la chispa de un próximo incendio que amenazaba ser muy intenso.

 

Sentía como su corazón palpita tan rápido y fuerte que podía escuchar un silbido en sus oídos, ya ni sabia si el calor de su rostro era por que estaba sonrojado, se había enfermado al instante de empaparse en el lago, eso podría explicar que de repente su estomago se sintiera como un mar picado por la tormenta, o simplemente era por el aliento del de cabellos negros chocando con su cara y mezclándose con el propio, todo era tan irreal.

 

Muchas veces había estado cerca de Praxedes, en realidad, era el ser vivo con el que más había pasado tiempo y tenido un contacto amistoso desde la muerte de su madre, a veces era un poco confuso, algunas un poco incomodo ya que no sabia como reaccionar en algunas de sus actitudes, como el hecho de que la primera vez que le vio desnudo y consiente hubiera reaccionado como si nunca hubiera visto a algún otro hombre desnudo en su vida, y ahora estaba de nuevo cerca, demasiado cerca, sentir el calor de su piel contra la suya no era nada comparado a las veces que le había abrazado en los riscos para protegerlo de las ventiscas de las tardes heladas, el calor que desprendía el cuerpo contrario ¿había sido siempre tan intenso?

 

Pero esto no era como aquellas veces, no estaban en los riscos, no hacia tanta frio, no tenia sus ropas que impedían un contacto directo contra el pecho del otro, y esa mirada que siempre considero que le traspasaba era más intensa que nunca, algo estaba cambiando, como había presentido hace rato.

 

Y por increíble que le pareciera a él mismo, no le desagradaba.

 

Estaba casi jadeando cuando choco su frente con la del más bajo, apenas y no chocaban sus narices, estaban a la distancia de un roce, mantenía la vista fija en la mirada de su todo, que tenia un brillo especial en ese momento intensificando lo increíbles que era ese verde fulgurante de vida.

 

Sentir el calor del otro, perdido en su mirada, podría estar así hasta el fin de sus días y de todo lo conocido, y aun así quería más.

 

Lo sabia, esto apenas era el comienzo, ¿pero de qué?

 

Sentía como su fuego calentaba su cuerpo, reaccionando y combinándose con el calor del otro, que traspasaba su piel, casi parecía que las llamas en su interior querían salir de su centro para tocar a Hiccup, que increíble sensación, inhalo profundamente, aspirando y embriagándose de la fragancia de Hiccup, y con una de sus manos empezó a recorrer suavemente la piel que tenia a su alcance, sintiendo con el ligero roce de sus dedos como el cuerpo mas pequeño temblaba brevemente aun en su agarre.

 

No decía nada, no se le ocurría nada, tenia la mente en blanco como para poder razonar todo aquello, solo podía pensar en la mirada tan cerca y penetrante, en que esa caricia suave y gentil como anteriormente mientras le quitaba las vendas se sentían agradables, no podía pensar que todo eso fuera algo malo, Praxedes jamás le haría algo malo, estaba tan seguro de ello como que el cielo es azul, la tierra café y las plantas verdes, así como que esa suave caricia que le recorría le provocaba una vibración por todo su cuerpo única en su vida, eso era algo completamente nuevo para él.

 

Pero ese simple y cálido contacto aunque intenso comenzaba a ser insuficiente.

 

Necesitaba más de ese roce, más de ese aroma, más de ese calor.

 

Acerco más su rostro hasta que sus labios rosaban suavemente los del menor, pero no lo beso, empezó a recorrer rosando con sus labios su rostro, desde el comienzo de sus cabellos en la frente, mentón, mejillas, nariz y hasta las orejas provocando un nuevo escalofrió en el cuerpo entre sus brazos.   

 

Eso era demasiado, demasiado… intenso, ¿increíble?, ¿loco?, ¿y si en realidad se estaba volviendo loco y todo era un delirio… cruel?, ¿Por qué pensar en esa posibilidad hacia que se le oprimiera algo en el pecho hasta casi doler?, simplemente todo era tan confuso.

 

Y el mar picado en su estomago se volvió tifón al momento en que sintió los labios y aliento de Praxedes en su cuello.

 

El tifón soltaba en su tempestad rayos que hacían hormiguear todo su cuerpo, descubriendo sensaciones jamás sentidas, o solo semejantes en algún sueño controlado por las hormonas de la reciente pubertad pocas veces recordado, especialmente aquella parte en que gran parte de su hormigueo se concentraba en su bajo vientre, en una zona característica en la anatomía masculina.

 

Aunque no era el único con esa reacción.

 

Su fuego se esparcía por todo su cuerpo, aun así había partes en las que se concentraba con más intensidad, más abajo del estomago, en la parte en que comenzaban sus extremidades inferiores, sentía como cierta parte de su anatomía ardía, casi causándole dolor, pero ¿Cómo aliviarlo?

 

Cuando llego al hombro se topo con la piel pintada de colores, su lengua saco para sustituir sus caricias con sus labios con la de su lengua en aquella zona colorida, haciendo caso a su instinto, como cuando estaba herido se lamia las heridas para curarse y sentirse mejor, haría lo mismo con Hiccup, oh, era la primera vez que saboreaba de manera tan directa la esencia del humano, una cosa era embriagarse con su aroma y otra saborearlo de lleno con su lengua.

 

Este sabor le provocaba un nuevo tipo de hambre, un hueco que con su ahora presente necesidad le gritaba que debía ser saciada, herido o no, podría lamer todo el cuerpo de su todo para saborearlo todo el día.

 

-Aah- no pudo evitar soltar un jadeo de sorpresa al sentir la tibia y húmeda caricia en su piel, temblando en un nuevo escalofrió, ahora si estaba seguro que su corazón era perfectamente escuchado como los cascos de un caballo desbocado y saldría en cualquier momento por su boca o pecho debido a el fuerte tifón en su interior.

 

Ese suave sonido llego perfectamente a sus oídos, haciéndole vibrar sus orejas y demás apéndices auditivos, ese sonido tan simple, repentino y con un tono ligeramente ronco, le había gustado, ¿si seguía lamiendo mas de esos sonidos saldrían de la boca del castaño?, le gustaría descubrirlo.

 

Siguió lamiendo y degustando ese adictivo sabor, ya no yendo solo por el hombro o la parte de la espalda que podía alcanzar en esa posición, sino también en el cuello, recorriendo también ese hueso debajo de este, la pequeña clavícula de extremo a extremo.

 

Podía saborear la esencia de Hiccup, sentir su corazón palpitar y la ligeramente alterada respiración del otro con cada acto que hacia, prácticamente podía sentir las venas del otro palpitar bajo su lengua con cada roce que daba, y no podía evitar ronronear de lo bien que se sentía.

 

Quizás fue Hiccup, quizá Praxedes, quizás los dos al mismo tiempo, pero en un movimiento inconsciente, en un roce nuevo de piel, ambas pelvis tuvieron un choque mandando otro rayo por sus cuerpos.

 

Hiccup prácticamente salto en su lugar por aquella extraña sensación, lo admitía, no era desagradable, pero le confundía, además ¿Qué era eso que había sentido hace un momento?

 

Había sido algo suave y blando a la vez, y sabia que no tenia ninguna herramienta encima, tampoco fueron sus brazos, estos permanecían colgado a sus lados, ni los de Praxedes, estos estaba ocupados abrazándolo y acariciando su espalda y costados, así que… oh, ¡Oh!, no, no miraría, no quería saber, no podía ser eso, ¿o si?

 

Y de nuevo sus caderas se rozaron, esta vez por la acción consiente de Praxedes, le había agradado esa sensación, por lo que no le vio nada de malo tratar de repetirla.

 

-Ah- de nuevo lo había sentido, y no era una cosa pequeña.

 

Aun dudando, con cierto temor y curiosidad, inclino su cabeza ligeramente, mirando a través de los cabellos negros de Praxedes, y lo vio, pero, ¿Cómo era eso posible? 

 

Abrió los ojos impactado, casi desorbitados, algo se erguía abajo entre sus cuerpos, mucho más grande de lo que se había fijado, quizás por que ahora estaba extendido por completo, “despierto”, por decirlo de alguna manera.

 

Praxedes noto la repentina tensión en el cuerpo contrario, algo no estaba yendo bien del todo.

 

-Hiccup-

 

Escucho la voz de Praxedes ronca, casi áspera y un poco jadeante, ahora todo cobraba un sentido un tanto peligroso.

 

Un pequeño atisbo de razón le ataco, trayendo con él tantas dudas, incertidumbres, miedos y preocupaciones que hasta tenia ganas de gritar y salir corriendo, este acto, sea lo que estaban haciendo, no era “normal”, se supone que tampoco “bueno” o “correcto”, esas caricias aunque cálidas y agradables no debían ser proporcionadas entre dos varones, machos o lo que sea, debían de ser dedicados entre hombre y mujer, y él ni calificaba aun como todo un hombre.

 

¿Por qué con él?, ¿Por qué ahora?, ¿Por qué no lo empujaba y salía corriendo ahora mismo?, docenas de preguntas rondaban su mente torturando su recién recuperada conciencia perdida en algún momento en que cruzo miradas con Praxedes y el que hubiera considerado agradables las caricias del dragón.

 

-¿Por qué…?- dijo con un hilo de voz, en un susurro casi estrangulado, no sabia que hacer, estaba tan confundido.

 

Y Praxedes lo noto y no le gusto verlo así, pareciéndole más frágil que nunca, eso era tan nuevo para Hiccup como para él, quizás su seguridad y su confianza lo habían segado tanto que de alguna forma le había provocado algún daño, y eso era lo último que quisiera hacer en este mundo.

 

-Tú… eres mi todo- respondió mientras recargaba nuevamente su frente contra la del más joven, volviendo sus miradas a fijarse una en la otra, por fin lo había dicho, lo dijo con total sinceridad, sin miedo a equivocarse, esperando que fueran lo suficientemente comprensibles en esa lenguaje humano para Hiccup.

 

Simples palabras, cuatro en total, pero que le llegaron tan profundo en su pecho que casi dolían, pero también provocaban que el tifón se calmara y todo se viera más claro.

 

Y se dio cuenta, o lo aceptaba por primera vez, que necesitaba tanto de Praxedes como él de su persona, o quizás más.

 

Le quería, le tenía un gran cariño, quizás hasta… amarlo.

 

Amar… amor… a veces se toma tan a la ligera esas palabras, o las confundías con otras que no eran lo mismo, podía decir que amaba a su pueblo, pero siempre se había sentido fuera de lugar, ignorado y repelido por toda la demás gente, solo por ser diferente, tal vez era más fidelidad que otra cosa lo que lo unía a su gente, aunque también tenia que ver su pequeña familia, la cual podía ser tan distante como los demás aldeanos con él.

 

Muchas veces busco la aprobación de su gente, de su familia, de su padre… pero no era tan fuerte como los demás, diestro en las armas o violento, en realidad era más conocido por ser el más diferente del pueblo, por ser tan poco “vikingo”.

 

Vivió mucho tiempo así, quizás desde que podía recordar, y estaba resignado que su vida siguiera de esta manera, pero un día tuvo que conocerlo, si fue su mala suerte o gracias a los dioses que esa noche lograra derribar a su primer dragón, agradecía a quien fuera el poder conocerle.

 

Era diferente, le había demostrado con su sola forma de ser que el enemigo de su pueblo no tenia que serlo, que las cosas enseñadas generación tras generación eran incorrectas en su mayoría, y que había alguien que lo aceptaba tal como era, lo hacia sentir que no era malo ser como era, por primera vez en mucho, mucho tiempo se sentía a gusto con alguien.

 

Y mirando esos ojos tan intensos, tan penetrantes, las inseguridades desaparecían, los miedos empezaban a perder importancia.

 

Solo importaba Praxedes.

 

-Hiccup…- le llamo nuevamente, si Hiccup tenia miedo o incomodo se detendría ahora mismo, no importaba que tan necesitado de su contacto y ser estaba, Hiccup era especial y se merecía todo el trato amable que se le podría dar, así como un poco de paciencia.

 

Pero lo que tubo como respuesta lo sorprendió, no se esperaba eso.

 

Hiccup había alzado sus brazos hasta colocar sus manos en las mejillas del mayor, saboreo lentamente el aliento del otro, tan cálido como el fuego de una vela y suave como una caricia,  y unió sus labios, no como el día anterior que fue mas un choque torpe y algo agresivo entre sus bocas, sino en algo mas suave, tímido e intimo.

 

Ahora era Hiccup quien le acariciaba sus labios con los propios, realmente se sentía muy bien, además, haciendo  que sintiera que no le rechazaba, su fuego se removió con más intensidad al darse cuenta de ello.

 

No sabía si lo estaba haciendo bien o mal, o que si la reacción de Praxedes era positiva o negativa, había cerrado sus ojos al unir sus labios por lo que no vio la mirada algo sorprendida que dio el dragón por la repentina reacción de su todo, para luego relajarse con esa suave caricia, esa dulce conexión de sus labios y cerrar sus ojos tratando de sentir a plenitud ese beso y apretarlo ligeramente un poco más contra su cuerpo.

 

Y de nuevo sintió esa parte del mayor despierta, chocando contra su cuerpo, no solo cerca de su ingle, sino también cerca de su ombligo, en su vientre ahora que se percataba, debido a la diferencia de estatura, la sentía caliente, casi ardiendo como carbón incandescente de una fogata… no era el único, podía sentir la presión de su propio miembro “despertando” bajo la tela de sus pantalones, todo gracias al simple y ardiente contacto del otro.

 

Praxedes era como fuego vivo, y él corría el riesgo de quemarse, si no fuera que ya lo estaba haciendo, tal vez acabaría como cenizas o con quemaduras grabes, pero en esos momentos no le importaba las consecuencias, ahora se dejaría llevar por sus instintos como el dragón.

 

Como ya había dicho antes, se daba cuenta que necesitaba al dragón tanto como este a él.

 

¿Cómo seria saborear los labios de Hiccup?, ¿sabrían tan bien como el resto de su piel?, curioso abrió un poco su boca y saco su lengua para degustar de nuevo a Hiccup, esta vez para recorrer aquellos pedazos rosados que eran sus labios, eran muy blandos y tibios, y tenían un sabor ligeramente más concentrado, ¿adentro de esa húmeda cavidad que podría encontrar?

 

Sentir de nuevo la tibia y húmeda lengua sobre él le hiso temblar, aun más cuando esa caricia estaba sobre sus labios, no pudo evitar jadear y saltar sobre su mismo lugar cuando en ese descuido la lengua del dragón entro dentro de su boca, recorriendo con curiosidad y sin pudor la pequeña cueva que era su boca.

 

Abrió sus ojos, sintiendo los parpados ligeramente pesados, su cuerpo se sentía ardiente y a la vez adormecido gracias a como ahora Praxedes acariciaba el interior de su boca, era una sensación única, no sabia que los besos fueran de esa manera.

 

La pequeña cueva que era la boca de Hiccup lo hacia sentir alucinar, si se embriagaba con el aroma y se deleitaba con lamer su piel, ahora podría decir que se estaba intoxicando por ese concentrado sabor tan, tan… Hiccup.

 

Era como beber directamente desde la fuente de un manantial después de haber tenido una enorme sed, y a la vez, quemaba como si el manantial estuviera hecho de lava incandescente.

 

Necesitaba explorar más de esa exquisita fuente, todo lo de Hiccup era lo más exquisito que había probado en su vida.

 

En su exploración encontró a la inquilina de esa cavidad que retrocedió con su mero contacto, aun así insistió en conocerla curioso de todas esas nuevas sensaciones, la inquilina ya no pudo retroceder aunque quisiera, por lo que también se empezó a frotar contra la otra deseando saber como era que sentir una lengua ajena se sintiera tan bien.

 

Pero el oxigeno es necesario para cualquier ser vivo, no importa lo mucho que puedas aguantar la respiración, es necesario volver a tomar esa bocanada vital de aire, por lo que Hiccup colocando sus manos en los hombros del mas alto tratándolo de empujar, aun sabiendo que sus intentos de querer mover ese cuerpo serian en vano, esperaba que Praxedes comprendiera el mensaje, ese mareo que empezaba a sentir no solo era por lo increíble que se sentía ese beso.

 

Apenas y noto el ligero agarre de Hiccup, pero se percato que algo no estaba del todo bien cuando dejo de responder tanto en el beso como hace unos momentos.

 

-Ah ha ah ha…- las bocas se separaron y las lenguas se despedían por el momento, esperando que fuera pronto su próximo encuentro, aun unidas por un delgado hilo de saliva de las dos esencias combinadas.

 

Ambos jadeaban tratando de recuperar el aliento, Hiccup notaba como todo su cuerpo temblaba y estaba casi seguro que si Praxedes no le estuviera sosteniendo en esos momentos con su abrazo acabaría cayendo en el suelo ya que las piernas no lograrían mantenerse firmes ni un segundo, por otro lado Praxedes después de ese, ese… lo que sea, ¿beso?, así creía recordar que se llamaba según Hiccup le había dicho al contacto de labios, aunque ese no creía que se podía clasificar como un simple contacto de labios, se encontraba observando a su Hiccup, sintiéndolo mas suyo, no pudiendo percibir el suelo bajo sus pies sintiéndose en pleno vuelo por las emociones tan intensas que cruzaban por todo su ser, hasta creía que podría estallar, mas teniendo la visión de su todo frente a él.

 

Su piel al rojo vivo, respirando agitadamente por la boca abierta, los labios algo hinchados y un brillo singular en los hermosos ojos de verde vida, tanta increíble armonía en un solo ser era difícil de creer real, y ese ser por momentos tan irreal se encontraba entre sus brazos ahora, su todo.

 

Ya no existía nada más, solo ellos dos, no como dragón o vikingo, no como dos miembros de razas enemigas, muchacho y hombre, Hiccup y Praxedes, entregándose a el incendio que amenazaba consumir sus cuerpos y almas.

 

Sintió nuevamente la lengua del mayor recorrer sus labios sintiendo como estos temblaban a la expectativa de que entrara o no dentro de su boca como anteriormente, pero para su desesperación no lo hizo, a penas unos segundos había probado la lengua del otro y se sentía tan necesitado de ello, en lugar de entrar lamia sus labios rapasando su figura hasta llegar a la comisura de ellos y recorrer un camino de traviesa saliva que había caído por su mentón.

 

Sus manos empezaron a viajar nuevamente por la figura del menor esta vez con un poco mas de libertad, a veces enredando sus dedos con los cabellos castaño rojizos de Hiccup o topándose con la carne blanda y suave bajo su tacto debajo de la única prenda que aun cubría su cuerpo, aun mojada y molesta en esos momentos en su opinión.

 

Otro de esos pequeños detalles, el cual tenia que arreglarlo ahora.

 

-¡Ah!- casi grita cuando sintió una de las manos del de melena negra forcejear en la parte delantera de su pantalón al parecer en un intento frustrante de despojarlo de su prenda mojada.

 

Esa prenda siempre le causaba dificultades, y si no se desasía de ella pronto se encargaría de destruirla hasta hacerla tirones.

 

-Espera, espera Praxedes yo…-

 

Las manos de Hiccup se posaron sobre la de Praxedes haciéndolo que se detuviera, podía sentir un ligero temblor en ellas, y vio en el rostro del otro sus ojos fuertemente cerrados, ahora si definitivamente había cometido un error y molestado a Hiccup.

 

Tragando duro y abriendo los ojos nuevamente, Hiccup alejo un poco la mano de Praxedes de su pantalón, su corazón acelerado a más no poder, el tifón había regresado y amenazaba con arrasar con todo junto a un incendio incontrolable, pero no dudaría, estaba seguro.

 

 -… Yo, yo lo hago- su voz temblaba un poco, sus manos también, pero estaba totalmente decidido, aunque no le evitaba tener algo de vergüenza.

 

Él también sentía que la tela empezaba a estorbar, y a pesar de que le fascinaba la sensación de la piel del otro contra la suya tuvo que separarse, al menos unos segundos para poder deshacerse de las últimas prendas que le cubrían así como sus botas de piel, las cuales se quito casi tratándoselas de arrancar mientras se tambaleaba en la posición en la que lo hacia mientras se mantenía parado, así lo mismo con el pantalón, este un poco más lento, costándole un poco a pesar de lo decidido que estaba, como ya había dicho antes, esto no le evitaba tener vergüenza.

 

Necesitaba sentir de nuevo ese calor que emanaba del cuerpo del otro, desesperaba no poderlo tenerlo entre sus brazos, pero verlo así, por fin completamente desnudo era algo que no se podía perder, tal vez Hiccup nunca se había sentido muy a gusto con su cuerpo “débil” para los demás vikingos, pero para él expedía todo lo que podría haber deseado en su todo, y de nuevo sentía como la mayor parte de su fuego se concentraba como un volcán antes de una erupción en la parte baja de su cuerpo.

 

Antes de que de que pensara dejar la última prenda que se había quitado en alguna rama sintió nuevamente los brazos de Praxedes con tanta necesidad que no pudo evitar soltar sus pantalones y dejar que cayeran al suelo no muy lejos de sus botas, la tierra fría bajo sus pies ya no se sentía, en parte por que lo único en que se podía concentrar era en el calor que el otro cuerpo emanaba contra su piel al completo expuesta y en otra por que en ese abrazo tan necesitado de alguna forma había logrado cargado y pegado hasta casi querer fundir sus cuerpos con ese abrazo.

 

Un brazo pasando bajo su propio brazo mientras rodeaba su espalda, otro, más atrevido, agarraba con su mano su pequeño trasero, se sentía un poco incomodo e intimidado por ese tipo de agarre, pero tampoco iba a negar que estar a si de cerca del dragón le gustaba.

 

Nuevamente estaban cara a cara, sin la necesidad de que el mayor se inclinara ya que tenia cargando al menor, sus alientos se mesclaban jadeantes,  cada parte que estaba en contacto con Hiccup quemaba, especialmente el volcán que se formaba en la parte baja de su abdomen, ahora más al chocar esa parte contra la casi tan caliente como la suya.

 

Era una sensación extraña y placentera, única que le hacia jadear de momentos como también perder el aliento, todo su cuerpo vibraba al completo mientras percibía los ligeros roces y movimientos del otro.   

 

El instinto y el hambre por el otro le pedía a gritos continuar probando y rozando su cuerpo contra el de Hiccup de diversas maneras, por lo que se dedico con devoción a regresar a su labor de lamer y besar la fuente de aquel delicioso sabor de su todo, aquella pequeña cueva húmeda a encontrarse nuevamente con su inquilina y jugar en una danza de mutuo reconocimiento, mientras que se dedicaba a sentir con todo su cuerpo el calor que emanaba su todo mezclándolo con el propio, y como un instinto primitivo se empezó a mover inconscientemente, prácticamente restregándose con el otro.

 

Esto cada vez se volvía más y más intenso, volvía a sentir, que si no fuera por que el otro le estuviera sujetando, ya se encontraría tirado en el suelo, todas esas sensaciones eran demasiado intensas, como ya había dicho antes, no le permitían ya razonar o pensar a futuro, él también empezaba a guiarse por sus instintos.

 

Coloco sus brazos alrededor del cuello de Praxedes mientras este lo volvía a besar, y cuando este empezó a moverse contra él, sintiendo como claramente sus abdómenes y miembros se rozaban, no pudo evitar temblar y aferrarse más fuerte al cuello del mayor, corriente tras corriente recorrían todo su cuerpo dejando su mente en blanco, por lo que ni él se percato cuando acomodo sus piernas alrededor de la cintura del mayor para evitar resbalar de aquella placentera posición, mientras que las dos manos del de melena negra se agarraban a sus glúteos apretándolos de manera algo brusca buscando una mayor fricción.

 

Podían sentir como sus dos miembros, pedazos de carne ardientes en esos momentos, palpitaban con cada roce que se daban, ambos cuerpos se movían en un vaivén buscando la mayor fricción y que esa sensación conocida como placer los embargara con cada roce.

 

Las caderas se movían inconscientemente para este proceso, las alas negras los envolvían dándoles privacidad, aunque no lo necesitaran o importara en esos momentos, ni siquiera un pájaro estaba por esos lados para presenciar dicha explosión de sensaciones, sentimientos y entrega, la larga cola se balanceaba de un lado a otro, también a veces golpeaba contra el piso siendo un reflejo de lo que el mayor sentía, total excitación.

 

Nuevamente ambas bocas tuvieron que separarse por la falta de oxigeno, jadeantes, sudorosos, cada roce los volvía locos, y aun así no era suficiente.

 

Para Hiccup, que jamás había experimentado esa clase de caricias que le nublaban la mente, se sentía muy, pero muy lleno de ellas, demasiado, cada frote contra el miembro del mayor hacia que su calor y todo lo que sentía se concentrara en esa parte especifica de su cuerpo, un vaivén más, y otro, y otro, y ya no creía que podría aguantar más sea lo que sea que estaba por explotar.

 

-Ah ha ah ha Prax… yo creo ahg-

 

Oírlo jadear y decir su nombre en ese tono suave y ronco era simplemente maravilloso, aunque algo le decía que su todo no aguantaría tanto como él para llegar a la cumbre de esas sensaciones, y deseaba que ambos completaran la armonía de este momento que se estaba volviendo perfecto.

 

Pero primero necesitaban un lugar más cómodo.

 

Muy a pesar para ambos se detuvo repentinamente en las caricias, lamidas y movimientos lascivos entre ambos cuerpos, esto dejo descolo al de mirada verde vida, pero antes que pudiera coordinara su cerebro con su boca o que recuperara algo de aliento para hablar, sintió como el mayor empezó a caminar aun cargándolo impidiendo que se despegaran sus cuerpos aunque fuera un centímetro.

 

Lo siguiente que supo es que estaban en la pequeña cueva hecha hace poco por el dragón negro sentados en el lecho de pieles, o más bien, él sentado sobre el regazo del mayor, abrazados entre si, nuevamente perdidos en las miradas del contrario.

 

Esto apenas llegaba a la mejor parte.

 

Ambos lo presentían, ambos lo sabían.

 

Y nuevamente la danza entre los dos cuerpos, aquellos vaivenes que buscaban el mejor roce entre ambos volvió a empezar.

 

En un desliz, entre accidentado e instintivo, Praxedes levanto un poco más el cuerpo del menor, que como hace rato, no le causo ninguna dificultad para su fuerza, y se volvió a restregar, esta vez no miembro con miembro, sino entre esos dos suaves y calientes pedazos de carne que conformaban el trasero de Hiccup.

 

-Ha ha Praxedes- ese nuevo cambio le agarro de sorpresa, pero como los otros, no les encontró desagrado alguno.

 

Era extraño, diferente, sentir ahora en esa parte de su ser el miembro caliente y algo húmedo, no sabría si por sudor o por las gotas de agua de su cabello húmedo, pero colaboro con sus movimientos de caderas cuando noto que esto no afectaba en gran medida en su placer de restregar su cuerpo y miembro propio contra el abdomen fornido del mayor.

 

Entre esos dos pequeños montes de carne encontrarían la puerta al placer, aunque aun ninguno estaba consiente de ello, solo lo presentían.

 

Su miembro se restregaba cada vez de manera más brusca rosando toda esa área mientras apretaba los glúteos del menor ayudándolo en ese movimiento tan placentero de caderas, su miembro caliente, palpitante y húmedo  dentro de podo encontró una apertura mas suave, mas caliente que le invitaba a entrar, debía entrar.

 

-HARG… haa ah- y ambos gritaron, perdiendo el aliento, perdiendo la cordura, ganando y perdiendo.

 

Era tan estrecho, le estrangulaba de una manera dolorosa y a la vez increíblemente placentera, y eso que sentía que apenas había entrado la mitad de su miembro, estar por completo adentro tal vez superaría la sensación de la primera vez que había surcado los cielos, eso era casi tan bueno como volar… no, era volar de otra forma.

 

Para Hiccup fue doloroso, desgarrador, le estaba costando más trabajo que a Praxedes recuperar el aliento, no pudiendo terminar de creer, por que si dolía debía ser verdad, que este hubiera metido ese enorme pedazo de carne dentro de sus entrañas, incluso lo podía sentir palpitar.

 

Se aferro más en su abrazo, ambos lo hicieron, escondiendo sus rostros en el cuello del otro, jadeantes, ronroneantes, sabiendo muy dentro de si que esto era lo que habían estado buscando.

 

Hiccup no pudo evitar soltar una lagrima de dolor cuando sintió que volvía avanzar esa carne entre sus entrañas, demasiado despacio para su gusto, demasiado ardiente, demasiado doloroso, pero no se quejo, lo sabia, lo necesitaba tanto como Praxedes en aquellos momentos.

 

Ahora ya se estaban fundiendo en uno solo.

 

Era tan asfixiante, y a la vez lo hacia sentir tan completo, ¿Cómo había podido vivir todo este tiempo sin él?, de esta manera, unidos era como debía de ser.

 

Los movimientos no tardaron en comenzar nuevamente en segundos tan cortos y eternos a la vez, en un vaivén en que esta vez implicaba salir y entrar una y otra vez de esa íntima cavidad tan cálida, tan estrecha, una cueva de placer sin lugar a dudas.

 

Podía sentir la suave salida y nueva intromisión de ese enorme miembro dentro de su ser una y otra vez en un ritmo lento, no costándole acostumbrarse después de un rato, así como los roncos gemidos que salían de la  garganta de Praxedes acompañado de un ronroneo típico de él cuando algo le gustaba mucho, sintiendo las suaves vibraciones transmitiéndole lo placentero que era para el otro, no dejaba de ser extraño y algo incomodo, pero también única esa sensación, incluso podía empezar a sentir cierto gusto por esa nueva experiencia.

 

Estaba siendo paciente, demasiado paciente, sorprendiéndose así mismo, quería aumentar el ritmo, quería sentir más rápido esa sensación tan asfixiante y placentera, pero debía esperar, una simple señal, algo le decía que no podía aumentar sin que Hiccup lo permitiera.

 

Fue suave, pero a la vez certero, cuando en una de esas suaves estocadas algo le provoco ver puntitos blancos y temblar por completo, ¿Qué había sido eso tan… tan placentero?, debía sentirlo nuevamente.

 

-Hi… Hiccup- fue esta vez el de mirada verde vida quien hiso el movimiento con sus caderas, más rápido y fuerte, mucho mas placentero.

 

Esa era la señal que había estado esperando.

 

Más, más, necesitaban desesperadamente más del uno como del otro.

 

Más rápido, más fuerte, el dolor desaparecía para dar paso a un alucinante placer, con movimientos frenéticos las embestidas, el mayor ayudaba a el sube y baja de las caderas del menor agarrándoselas firmemente mientras que el hacia lo propio con las suyas, el placer que los embargaba hacia sentir hervir su sangre, hasta casi parecer que podría fundir sus cuerpos y almas en uno solo, lo cual gustosos aceptarían en ese momento de total entrega.

 

Era como ir más haya de las nubes y luego dejarse caer en una caída libre, totalmente riesgoso y excitante, totalmente único y placentero, la suma de todo en uno.

 

Pero tanto placer y fuego no puede seguir aumentando para siempre, tiende a explotar, es lo que debe ocurrir.

 

Sentía como ese volcán en sus entrañas llegaba a su limite, ese fuego que se acumulaba y ardía explotaría dentro de poco, pero antes que eso quería verlo, mirar esa mirada verde vida, perderse en ella y sentirse en un vuelo eterno.

 

Una de sus manos logro agarrar una de las mejillas del joven humano e hiso que sus miradas se volvieran a encontrar, encontrándose con algo inesperado.

 

Agua cristalina recorrían esa mirada, eran lágrimas, no eran las gotas de agua que habían escurrido por sus cabellos mojados, estos ya se encontraban semisecos por su caliente aliento, las conocía bien, y las veces que laguna vez las sintió en carne propio fue acompañadas por un profundo dolor.

 

-Hiccup…- le llamo con voz ronca, deteniéndose en sus estocadas, temiendo nuevamente por el bienestar del otro.

 

Pero esas lágrimas no eran de dolor, era la representación de una fuerte explosión en su interior, era la primera vez que sentía tanta felicidad, tanta confusión y pasión al mismo tiempo, no, que no se detuviera, el también quería continuar con esto, esta adictiva sensación que lo hacia sentir tan unido, tan pleno.

 

Él también tomo una de las mejillas del contrario, y antes de que pudiera hablar de nuevo lo beso, esta vez no tan tímidamente tomando la iniciativa, colando su lengua en la boca del mayor incitando a la otra a jugar nuevamente a esa dulce danza que imitaba sus cuerpos.

 

Esa pequeña danza en sus bocas incitaba a que sus cuerpos la siguieran, y ninguno se opuso, no había razón, ambos lo necesitaban, ambos lo deseaban, ambos debían entregarse en ese acto tan íntimo que los llevaba a límites inimaginables.

 

Las estocadas continuaron, las pieles quemaban, y las almas ardían junto a los cuerpos y mente, pero nada es eterno, y ambos lo sabían, esas últimas embestidas fueron tan fuertes y profundas que sobrepasaban los límites insoportables de sus cuerpos y almas.

 

Y el volcán exploto, volviéndolos fuego puro.

 

Sintió como vertía ese fuego concentrado en el interior de Hiccup, sintiendo como su fuego por fin había tocado a su Hiccup con total plenitud, quien tampoco pudo aguantar más a esa sensación y vertió su líquido caliente entre sus vientres y apretaba todas sus entrañas en un tortuoso y placentero abrazo que marcaba el final de la entrega de ambos, habían volado, habían caído, y por un momento fueron fuego puro.

 

Fue lo mas hermoso y pleno que alguna vez hubieron sentido ambos.

 

Se sentían por primera vez en su vida completos.

 

Ambos cuerpos seguían temblando y se abrazaban como si temieran que el otro desapareciera después de tan increíble experiencia, el beso se había roto para estar ambos jadeando de nuevo apoyados en la frente del otro.

 

Nada podía ser tan… perfecto.

 

Se sentían agotados, demasiado agotados, esa había sido una entrega total y agotadora, el acto carnal de dos seres tan diferentes y complementarios, aun unidos, aun abrazados, disfrutando el calor del otro.

 

Demasiado agotador.

 

Vio como los ojos de su todo se empezaban a cerrar suavemente, ambos estaban agotados pero al parecer su todo ya no aguantaría más consiente.

 

Una ultima lamida a sus labios y se recostó aun aferrado al otro notando que también se sentía demasiado cansado, aun envueltos en sus alas, se entregaron a un merecido descanso.

 

+*+*+

 

No hay nada mejor para el viajero cansado que saber que se esta cerca de su hogar después de tanto tiempo de viajar.

 

-¡Si señor!, no hay nada como ver nuestras tierras nuevamente-

 

A lo lejos se podía ver una pequeña mancha en el firmamento, casi como un grano de arena, quizás confundible incluso con una basura en el ojo, pero para el ojo experto era la vista reconfortante de las tierras del hogar no vistas en mucho tiempo, era la isla de Berk y pronto llegarían a ella.  

Notas finales:

Como dice el dicho... "las acciones dicen mas que las palabras", espero que les haya gustado el capi, y perdon por el retrazo


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