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Una noche por minima

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Notas del capitulo:

Viendo que tres de mayo cumplo años, sintiéndome nostálgica y con ganas de algo dulce, me doy cuenta que algunos proyectos están en lo que llamo limbo... es hora de retomarlos :P

No tan sencillo

 

Sabían que se encontrarían tarde o temprano de nuevo, en los pasillos de la oficina, quizás en la oficina de la dueña de la empresa como la primera vez, o en la calle, pero aun así, ninguno sabía a ciencia cierta cómo reaccionarían ellos mismos y el contrario, un poco más de una semana había pasado desde "el incidente" en el cuarto de las copiadoras e impresoras, y cada uno seguía su día a día con toda la normalidad que podía, uno mejor que el otro; Edgar aún tenía ese fetichismo de oler la ropa interior de Jorge todas las noches y masturbarse, no sabía si era bueno o malo que ya se le hubiera quitado la pena o culpa después de hacerlo, lo único que sabía era que si no se desahogaba pronto con un cuerpo de verdad, y no con su mano, se volvería loco, ya le parecía insuficiente hacer eso todos los días para satisfacerse, él no era así, si tenía ganas salía y buscaba a alguien que le ayudara a satisfacerse, o llamaba por teléfono a un amigo o amiga sexual que tenía en su agenda para pasar un buen rato, pero no lo hacía, ¿por qué?, ni el mismo lo sabía, era como tener un antojo pero no saber con exactitud como saciarlo, o si lo sabía... con el moreno cuerpo de Jorge, pero no podía, y eso era frustrante.

 

Y Jorge, había descubierto que aun podía tener sueños húmedos, no es que no los tuviera antes, pero normalmente los tenía con fantasías de mujeres, antes de casarse, y después, solo de su mujer, fiel hasta en las fantasías, pero después de la muerte de ella, muy poco soñaba con ello, o solo soñaba algún encuentro apasionado que había tenido con ella, pero un viernes en la noche despertó algo agitado, no sabría decir si estaba más asustado que excitado o viceversa, el sueño no fue muy claro en sí, pero sabía de qué era, había soñado con el rubio, con su maldito encuentro y se había "emocionado", y se sentía terriblemente culpable por ello, como ya había dicho antes, solo soñaba con su esposa, fiel hasta en las fantasías, y eso, eso...¿si hubiera sido con una mujer hubiera sido menos culpable?, o ¿se hubiera sentido menos confuso?.

 

Y para malestar de estos dos, las cosas no parecían mejorar, sino todo lo contrario.

 

Lunes, una nueva semana, y Martha tenia montones de papeles por revisar, Sol, su secretaria, la cual últimamente se la pasaba más en el baño que en su puesto de trabajo, no se encontraba ayudándola porque, como se dijo antes, se la pasaba más tiempo en el baño que trabajando, la dichosa razón, embarazada, apenas el primer trimestre y primer embarazo, más tarde tendría que buscar un remplazo de ella para su ultimo trimestre cuando pidiera su licencia para ausentarse del trabajo, la mujer había probado de casi todo para las náuseas matutinas pero al parecer para su desgracia era inmune, aún seguía haciendo su trabajo bien, pero para Martha, parecía que se le iba la vida un poco en ello, pero la mujer era terca, y si decía que quería seguir trabajando lo haría, eso era lo que más le agradaba de ella.

 

Miro su agenda a su lado izquierdo, abierta en una página con un apunte en ella, seguramente ya no tardaban en llegar.

 

Tock tock

 

-Pasen-

 

-Disculpe lic., ¿me llamo llamar?- dijo pasando Edgar, tan puntual como siempre.

 

-Así es, toma asiento-

 

El hombre camino un poco y se sentó en uno de las sillas enfrente de la mujer, esta empezó a ordenar unos cuantos documentos.

 

-Como sabrás hace poco hicimos un buen contrato con mi viejo amigo Edgar- ante la mención de este Jorge se tensó un poco en su lugar, algo le decía que no le gustaría lo que vendría -ya se terminaron los planos y ha quedado gustoso con ellos, Alberto es el encargado de este proyecto, pero...- un “pero”, casi todo lo malo empezaba con un “pero” -se ha tenido que ausentar de supervisar la obra, al parecer agarro una infección estomacal y no se puede parar de la cama-

 

Cinco segundos, fueron suficientes para plantear más de una docena de hipótesis de lo que diría su jefa, unas más agradables que otras, solo esperaba que no fuera la numero tres lo que le diría.

 

-Tú eres uno de sus mejores según tengo entendido, y entiendes a la perfección su forma de trabajar... Jorge, quiero que supervises la obra unas cuantas semanas hasta que se mejore el lic. Alberto- lo había dicho, si, lo había dicho, debía ser una broma, un mal sueño, pero no, no lo era.

 

-No creo poder hacer eso, licenciada- se escaso lo más cordialmente posible, la palabra de ella era la ley en ese lugar, pero tal vez la podría convencer que él no era la mejor opción para ese trabajo.

 

-Sé que estas algo ocupado con otro proyecto, pero este es prioridad además que ya llevas un gran adelanto en el, además esto no tomara mucho tiempo- esa respuesta le dio a entender que no seria fácil convencerla.

 

¿Qué podría decirle para que no lo escogiera a él?

 

“Hay otros que mejor conocen el trabajo de mi amigo”, mentira, Alberto era quisquilloso con su trabajo, y a veces paranoico, con pocas personas explicaba con detalle sus planos fuera de su jefa o sus clientes, y para su fortuna, él era una de las pocas personas.

 

“Me cae mal”, aparte de infantil muy poco profesional, cosa que para Martha podrían ser sinónimos, y ella odiaba a las personas poco profesionales y no aceptaría una excusa tan pobre.

 

“Me acosté con él en la pasada fiesta de la oficina y no quiero verlo”, ni pensarlo, absolutamente no, de por si trataba de olvidar ese incidente y sentía que si admitía que realmente ocurrió, no, no podría decir eso.

 

Ya le estaba empezando dolor de cabeza en pensar tanto en esto.

 

-¿Tienes algún inconveniente?-

 

-No, empezare a trabajar ahora mismo- solo quedaba resignarse y esperar que su amigo se recuperara pronto.

 

-Excelente, Sol te dará todo lo que necesitas-

 

Ambos se despidieron y salió encontrándose con una pálida secretaria.

 

-Sol, ¿te encuentras bien?- sabia que era un poco tonto preguntar, pero era ser cortes además que su preocupación era sincera.

 

-Me siento muy mal-

 

-Se lo que se siente, mi esposa tampoco le hacia efecto la medicina para las nauseas, pero descubrió que tomando té de canela se le quitaba-

 

-Creo que lo intentare, que tenga un buen día-

 

-Emm, en realidad vengo por unos documentos del Lic. Alberto-

 

-¡Oh!, oh jejejejeje discúlpeme, con estos mareos creo que mi estomago no es lo único que se revuelve-

 

-No hay ningún problema Sol-

 

 

 

Mientras tanto, en uno de los más populares restaurantes de la ciudad, más exactos, la cocina.

 

-¿Qué es eso?, pidieron termino medio, no crudo, y a eso le falta más salsa de soya-

 

-Entendido señor-

 

-Señor, llamo la Lic. Martha, dice que el arqui Alberto no podrá supervisar la construcción por un tiempo pero el arqui Jorge lo hará en su lugar- Margaret desde un oficina en una esquina de la oficina le comunica a su jefe en la cocina, este se había quedado estático.

 

Wou, Jorge, con solo escuchar su nombre ya se había sentido caliente.

 

-¡Señor su brazo!-

 

-Se quema, se quema-

 

En realidad se había recargado al borde de una de una de las estufas y una de sus mangas había sido rosada por el fuego, por consiguiente ahora esta mojado de agua de los trastes sucios y algo de vino de los dos lados de la cocina, sus queridos se habían preocupado pero ahora apestaba a agua sucia y vino.

 

-Se... señor, ¿jefecito se encuentra bien?-

 

-Si, Margaret, si, ahora me iré a limpiar, por favor limpien el piso-

 

Mientras salía por una de las puertas a una habitación donde los empleados se podían cambiar de uniforme y guardar algunas cosas, algunos aprovecharon para hablar.

 

-Oye Mar, ¿no crees que el señor Ed esta un poco raro desde hace unos días?-

 

-Si, Gus, un poco, pero ahora como que se veía… feliz-

 

En los vestidores Edgar se quitaba su uniforme, en vez del blanco impecable ahora parecía una tela gris con pintorescas manchas moradas y rosas, pero eso no le importaba, ahora su mente se encontraba medio pérdida aun procesando lo dicho por su asistente.

 

Jorge, conviviría más pronto con él de lo que se hubiera esperado, volvería a ver ese castaño, y… nada mas, no debía imaginar cosas que no podrían ni deberían ser, aunque nadie le podría culpar por imaginar un poco.

 

Aunque eso no volvería las cosas tan sencillas.

 

Debía que recordar que nada en esta vida lo era.


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