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Amo a un dragón por minima

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Notas del capitulo: Yea, estamos llegando al limite, :P mientras pienso que este bebe ha crecido hasta esto me hace sentir nostálgica u.u esta idea loca que nació viendo fanarts y leyendo algunas historias, ha crecido no solo convirtiéndose en mi bebe, sino también en su historia a todos ustedes mis lectores y lectoras, waa voy a llorar, ando sentimental, cosa de falta de sueño y el saber mis malas calificaciones, T.T aquí un nuevo capitulo, echo de poco a poco a través del tiempo e inspiración, espero que sea de sus agrado y mil perdones por el retraso :/ hasta yo me desespero por lo lenta que voy algunas veces.

CENIZAS

Realmente no quería, pero no tenia opción, era su vida la que estaba en juego, era la vida de toda su estirpe, que cruel e injusta podía ser la vida, pero no se podía hacer nada, solo cumplir con su mandato, y esperar sobrevivir para el mañana.

Solo seria un simple humano, no estaba en su naturaleza matar sin ningún motivo, pero como ya se dijo antes, era el humano o su estirpe, sus pequeñas crías y su pareja, incluso sus hermanos y hermanas y sus respectivas parejas y crías, una sola vida a cambio de todas parecía justo, aunque no lograba comprender el capricho de aquel tirano que los amenazaba con solo su presencia, definitivamente con cada año que pasaba, la situación de vivir en ese volcán se volvía mas precaria.

Si tan solo ese tirano desapareciera, pero no había fuerza que pudiera detenerlo, menos destruirlo.

¿Verdad?

*+*+*

Un nuevo mañana se alzaba en la aldea de Berk, y desde que los primeros rayos del sol rozaron las rocas de las playas y riscos de la isla cierto grupo de muchachos castigados empezaron de nuevo su faena, mucho más sobrecargada y cansada que las anteriores en sus días de castigo.

-Odio esto, me siento morir-

-No eres el único, ¿Por qué rayos tenemos que recoger las mierdas de las ovejas?-

-Yo que se, después de esto es oficial, nunca más volveré a hacer una broma en mi vida-

-Igual yo-

-¡A callar sabandijas!, ¡Ahora les toca ir al puerto a por la pesca del día y limpiarla!- el grito de Stoick les hizo dar un brinco en su lugar y antes de que se enfadara más todos los jóvenes castigados empezaron a correr a hacer su siguiente tarea, y eso que apenas empezaba a aclarar el día.

*+*+*

Se veía tan bien, pero tan bien, definitivamente de ahora en adelante se levantaría temprano cada día, cada vez que durmiera junto a su todo para observarlo en todo su esplendor mientras descansaba.

Definitivamente todo le parecía tan, pero tan… perfecto, tan pleno tan feliz, que quizás olvidados en una esquina de su consiente o subconsciente quedaban detalles importantes y hasta quizás un poco preocupantes.

-Mmm- el joven se removió un poco, buscando más cercanía con el calor del cuerpo contrario, las escamas eran tan suaves y cálidas que lo invitaban a seguir en el mundo de la inconciencia.

De nuevo se encontraban como la noche pasada, sobre una manta de piel en el piso, acostados uno pegado al otro, Praxedes seguía en su forma de dragón y se deleitaba con la faz de su todo al dormir.

¿Quién pensaría que esa paz y armonía amenazaba con extinguirse de manera tan abrupta como había comenzado?

*+*+*

¿Cómo buscar un humano entre tantos humanos?, era una buena pregunta, mas si todos los humanos le parecía que eran muy iguales entre si, y sumado a eso que jamás había visto al humano que había sido mandado a cazar, una tarea imposible.

Pero debía de haber una manera, una manera de encontrarlo si es que realmente existía, ese monstruo que los atormentaba había perdido la poca razón que le quedaba y ahora lo mandaba a buscar un rumor por quien sabe que razón, era una locura.

No podía atacar así como así cualquier aldea de humanos, a pesar de ser unas molestes pestes estaban bien organizados, y a pesar de lo fuerte que era muy arriesgado, así que debía planear algo.

~Pescado, pescado~

Y hablando de pestes.

Volando despreocupadamente un grupo de pequeños terror terrible se encaminaban a buscar alimento, pescar o robar una buena pieza de los demás dragones eran buenas opciones, aunque tal vez el día de hoy se inclinarían por la primera opción, las cosas en la gran madriguera estaban tensas, mas de lo normal, y hacer enfadar de mas a uno de los dragones podría terminar con un resultado muy doloroso para ellos.

Tan distraídos estaban buscando un buen lugar para pescar que no notaron la figura que los seguía hasta que esta descendió en picada atrapando a tres bajo sus garras mientras que el resto del grupo escapaba despavorido.

Los pequeños dragones miraban con horror al gran dragón de escamas rojas que los miraba amenazante bajo sus garras, ¿y ahora que habían hecho para que este los tratara de esta forma?

~Ustedes tal vez puedan brindarme cierta información~

*+*+*

-He estado pensando…-

-¿En qué Hiccup?-

-En que los momentos que he compartido contigo han sido los más felices en mi vida, pero me preocupa…-

-¿Hiccup?-

Hiccup había despertado desde hace rato, solo se separaron cuando el joven vikingo fue a la cocina por algo de desayunar y le pidió que no saliera del cuarto, al regresar trajo pan, pescado y algo de agua, claro, el pescado estaba crudo y fresco para deleite del dragón quien se había transformado hace rato.

Ahora estaban de nuevo sobre la manta de piel, desayunando, el de escamas negras acomodo como tantas otras veces a su todo entre sus piernas, al parecer esa posición se estaba convirtiendo en una de sus favoritas para abrazar a su castaño de ojos de vida.

Se la habían pasado en relativo silencio comiendo hasta que Hiccup comento esas cosas que dejaron un poco extrañado al dragón.

-Esta es una aldea de vikingos, es peligrosa… para ti- con una de sus manos tomo una de las mejillas del mayor, que miraba fijamente los ojos del otro –si estas aquí tarde o temprano podrían descubrirte… lastimarte-

-Soy fuerte, te protegeré- si había un peligro, por mínimo que fuera, él se encargaría de defender a su todo, costara lo que costara.

Hiccup sonrió, ya presentía que diría algo por el estilo.

-Lo se, pero no quiero que te pase algo malo… tal vez, lo mejor, es ir a otro lugar-

Lo ha estado pensando desde hace un rato, típico de él, siempre pensando, muy a pesar que el contacto y cercanía del dragón le invitan a no pensar nada mas que en lo bien que se siente, llega un momento en que piensa que se deben tomar algunas decisiones, se permitirá ser algo egoísta, se permitirá ser feliz.

Estas tierras, esta isla, su pueblo, su familia… la quiere, pero ha encontrado en el “enemigo”, algo mas haya que es inexplicable y hermoso, algo que realmente lo hace sentir feliz, lleno y pleno hasta cierto punto doloroso, a encontrado a Praxedes y no quiere apartarse de su lado, por lo que tendrán que partir de esa isla, aunque esto se considere traición, acto cobarde o una enorme imprudencia.

-Irnos… ¿tú y yo?-

-Si-

No suena mal, en realidad suena muy bien, ir a cualquier lugar, antes no le hubiera preocupado, antes hubiera estado resignado a vivir en ese triste y aterrador lugar donde ÉL aguardaba, ahora no le importaría ir a cielos desconocidos solo con saber que así podría estar al lado de su todo, dejar todo atrás no le importaba con tal de estar con ese humano tan único y especial.

-Yo siempre estaré a tu lado- y lo estrecha fuertemente entre sus brazos al ser mas preciado en este mundo.

Si, si están juntos, por tan aterradora o dolorosa suene la partida, se tendrán el uno al otro, y eso es lo que importa.

-Igual yo, siempre a tu lado-

Esta decidido, ambos se marcharan de Berck, tal vez a otra isla donde no haya vikingos, y ¿dragones?

-¿Donde vivías antes?- pregunta Hiccup, tomando el hilo de una idea inconcreta, ¿Qué tal ir a donde el dragón antes vivía?

El recuerdo de ese sueño aterrador que tubo hace tiempo lo hace estremecer un poco, ese en donde Hiccup estaba donde ÉL moraba, no, definitivamente nunca llevaría a su todo a ese lugar, los otros dragones tal vez no tuvieran el suficiente valor de buscar tierras y cielos mas lejanos, acostumbrados a la comodidad de la cueva así como del terror que constantemente se vivía en ella, pero no podía arriesgar a Hiccup a ir a ese lugar donde la “muerte” amenazaba con atacarlos sin previo aviso y sin piedad, no podía arriesgar que esas sonrisas y brillo en ojos se perdieran.

-¿Praxedes?- había presentido que algo andaba mal cuando este no había respondido y notar un ligero y casi imperceptible temblor, como un leve escalofrió en el otro.

-Ese lugar no- dijo firme, serio, muy atípico en él –mal lugar, muy mal lugar-

-¿Es… tan malo? ¿Por qué?-

De nuevo guardo silencio, como pensando o dudando en que decir.

-Es… malo, el gran nido puede ser cálido y hasta cómodo, pero… ÉL esta ahí…-

-¿Quién es “ÉL”?-

-La montaña dentro de la montaña… al que todos conocemos como “muerte”-

-Un… ¿dragón?- no le había quedado muy claro, pero presentía que se refería a uno de los de su raza, a uno lo suficiente malo como para que Praxedes reaccionara así –entonces, ¿Por qué vivías ahí?-

-No había… otro lugar, era el más “seguro”-

-Oh-

Cierto sentimiento amargo lo invade, claro, si hay cientos, no, miles de vikingos en diversas islas, hay pocos lugares donde esconderse para ellos, los dragones tenían que conformase con lo que tenían, por eso Praxedes vivió en ese “mal” lugar, seguro también muchos otros dragones, incluso tal vez sea ese tan anhelado escondite deseado encontrar tantos años por su padre y generaciones de lideres anteriores a él, si era así de malo, tanto como para que un dragón tan fuerte como un Furia Nocturna le temiera empezaría a rogar para que su padre jamás lo encontrara, no deseaba que se encontrara con esa tal “muerte”.

-Pero, encontraremos un lugar para los dos, estoy seguro-

Y lo aprieta un poco más entre sus brazos, aspirando su singular aroma y sintiendo la llama en su interior vibrar con cierto calor que los humanos denominan “esperanza”, pero el identifica todas esas nuevas sensaciones como una sola en su interior, es su Hiccup.

*+*+*

Los extraños nidos y las creaturas que tanto detestan los dragones, lo que esos humanos llamaban “aldea” se colocaba en la base de esa picuda montaña, a su lado, bajo una garra, un pequeño dragón magullado esperaba paciente a que lo soltara, ya se había cansado de retorcerse y recibir mordiscos o arañazos, sus compañeros habían logrado escapar, y para su desgracia él se había quedado atrás.

El de escamas rojas miraba con cierto recelo el ir y venir de los humanos, pareciéndole imposible que aquel de escamas negras estuviera en ese lugar que parecía inofensivo a luz del día, pero era todo un campo de batalla a la hora que deslumbraban a un atrevido dragón en sus cercanías, por eso se mantenía alejado, era prudente y listo, por eso lo había elegido la “muerte”.

Habían ido a buscar a los acantilados de esta misma isla, donde esas pequeñas pestes dijeron que encontraron al humano con el dragón, pero no estaban ahí, así que utilizando su agudo olfato empezó a seguir el rastro del dragón del de escamas negras encontrando una especie de claro con un lago de aguas tibias, por el aspecto del lugar podía deducir que estuvo por varios días, los huesos de pescado y el fuerte aroma del dragón impregnado en ciertas cosas peludas se lo confirmaban, pero había encontrado raro que cierto aroma llegara a cierto punto a confundirse en algunos lugares, un aroma suave, pero inconfundible, un humano.

Tal vez la historia que habían contado esos pequeños fuera cierta, o habían malinterpretado las cosas y este humano mantenía cautivo al de escamas negras, se estaba empezando a inclinar por la segunda.

Aunque… esos aromas combinándose, le parecía sospechoso, como si… imposible, estar bajo tanta presión lo estaba afectando.

Ahora estaban viendo esa aldea, si realmente un humano tubo contacto con el de escamas negras, ese debía estar ahí, y por eso aun no dejaba al pequeño terror marcharse, necesitaba que lo identificara para no equivocarse.

~Ese no, ese tampoco, ni se acerca, nada… ¿ya me puedes soltar?~

~No tientes a mi paciencia, estaremos aquí el tiempo necesario hasta que lo veas~

El pequeño suspiro resignado, cierta parte quería ya encontrarlo y que ese arrogante dragón lo dejara, otra parte no lo deseaba, ese humano era agradable, sea lo que tuviera planeado el rojo no seria agradable.

Esperaba que ese lagarto negro lo protegiera.

+*+*+

Stoick caminaba por las calles de Berck, recibiendo saludos por parte de todos sus compatriotas, se encontraba atendiendo algunos asuntos y buscando algunas provisiones para la casa, algo le decía que no tendrían una comida decente por un tiempo mientras Hiccup mantenía reposo por su lesión, así que tal vez él y Gob tendrían que ir todos los días a los comedores del pueblo.

Desde sus primeros intentos preparando alimento decidieron que era mejor dejar a Hiccup esa tarea, le costaba admitirlo, pero a él incluso se le dificultaba poner al fuego un trozo de carne, a veces quedaba o muy crudo o muy quemado, incluso una rara mescla en que parecía crudo por fuera y quemado por dentro, nunca supo como rayos lo había logrado.

Oh, y los intentos de estofado de Gobber, ni se diga, si algún día tenían ejércitos enemigos cerca y la única forma de vencerlos era intoxicándolos ya sabia a quien llamar para ese trabajo.

Si, ambos eran un peligro a la hora de cocinar cualquier cosa.

Ahora, retomando sus tareas y dejando de lado absurdas estrategias improbables pero tal vez muy efectivas, debía ir con la anciana sabia, no es que desconfiara de su hermano o la curandera que se autoproclamaba la sanadora oficial de su primogénito, pero se sentiría un poco mas seguro con una opinión mas experimentada de esa mujer para saber cuanto se tardaría en recuperar su hijo para que regresara a sus labores, no era el mejor guerrero, pero un buen herrero, además que extrañaba un poco la sazón de sus platillos.

¿Hace cuanto que no le agradecía por su buena comida?... o ¿felicitado por algo?

Incluso se había portado algo distante cuando fue a ver como se encontraba al saber que lo hirieron por una tonta broma, pero es que desde hacia tiempo se había dado cuenta que su hijo jamás seria como él, un verdadero vikingo, y siendo un chico tan diferente, había veces en que no sabia como tratarlo.

A veces se preguntaba si estaba cumpliendo bien su rol de padre, había veces en que se preguntaba como lo hubiera hecho su amada esposa si siguiera con vida, había veces en que se preguntaba si ella se lo reprocharía.

-Stoick, aquí tiene pan fresco, la pieza más grande y de buena calidad que puede encontrar en la isla- la voz del comerciante lo saco de sus pensamientos, siendo entregado una gran pieza de pan entre sus manos.

-Gracias-

Basta de reflexionar de momento, tenía que terminar estas compras y atender algunos asuntos para luego dejar estos alimentos en su casa y continuar con su día.

Miro al cielo, estaba despejado y brillante, pero no hay que engañarse, ese azul intocable era el medio, el elemento de esos monstruos, sus más acérrimos enemigos.

Por sus manos han muertos muchos, y esta seguro que en un futuro morirán más, incluso puede jurar que morirá con ese deber que sus antepasados dejaron caer en sus hombros, porque es el deber de un vikingo.

*+*+*

Astrid mira a la bola de castigados, tendidos en el suelo cansados hasta la muerte, Stoick a sido muy estricto con ellos, Gobber y sus castigos son un paseo por un campo de flores a comparación con la seriedad con la que se toma el líder de su aldea su broma y las consecuencias de ella, especialmente porque dañaron a su único hijo.

Cierto sentimiento como hormigueo la ataca al verlos, sabe que ella es también culpable, pero es lo suficiente inteligente para nunca admitir a Stoick que ella de cierta forma ínsito a que esa broma se llevara a cabo, y esa bola de adolecentes hormonales o son muy cabeza hueca para haberse dado cuenta o están muy cansados para reflexionar que alguien los manipulo discretamente para que Hiccup sufriera esa pequeña broma, que se salió de las manos en su momento.

Jamás lo admitirá, como jamás le dirá a Stoick que ella ínsito a la broma, pero empieza a extrañar a Hiccup en las practicas, será un debilucho y torpe, pero admitía al menos en sus adentros el que era lo suficientemente listo como para aguantar mucho más que sus demás adversarios en las practicas, Hiccup tenia lo suyo.

Tal vez si fuera un poco más musculoso y fuerte, tal vez si fuera un poco más valiente, llegaría a ser algo cercano a lo que se esperaba de un vikingo, solo tal vez… tal vez…

-¿Es todo lo que tienes?- pregunta retadoramente su oponente, uno de sus tantos compañeros que no dan una lucha digna, quiere hacerse el valiente pero se le nota a kilómetros como le tiemblan las rodillas y como se le resbala el hacha por el sudor de sus manos, hasta Hiccup sabe disimular esas cosas cuando se enfrente a alguien, realmente patético.

Alza su hacha, quien es seguida por la vista de su oponente quien no espera un golpe de frente y no de arriba, utilizando su escuda golpea su pecho sacándole todo el aire, el pobre se tambalea y termina sobre el suelo, y así termina un combate más como ella campeona.

-Buen trabajo Astrid, puedes ir a descansar-

Tal vez… tal vez…

Cierto pelinegro en el campo de entrenamiento también piensa en algunos “tal vez”, como si “tal vez” se hubiera puesto a correr hasta las profundidades del bosque su madre no le hubiera dedicado la mayor regañina de su vida, o “tal vez” la hubiera atrasado al menos… o si “tal vez” su tonto primo fuera mas vikingo esto jamás hubiera pasado y no desperdiciaría seguramente gran parte de su juventud en esos castigos insufribles, si fuera diferente ¿Cómo seria?, ¿mas como su padre?, lo único que puede imaginar al llegar a pensar eso es al mismo Hiccup pero con la barba abundante de su progenitor y no puede evitar reír un poco, es realmente hilarante o el cansancio ya lo hace imaginar cosas raras… como que extrañaría ver el rostro de su primo si tuviera esa cosa peluda en su rostro… raro… realmente raro, definitivamente su mente no esta funcionando bien.

*+*+*

Unas lamidas, unas caricias, piel contra piel y la llama se intensifica volátilmente en un instante.

De la pequeña platica, el cálido abrazo, las miradas se encontraron y la chispa se soltó.

El instinto nuevamente lo movía al deseo, el deseo que se aviva con la llama en su interior, drogándose con el aroma, calor, sabor e incluso respirar del otro, algo tan sublime y magnifico como un pequeño roce con la piel del otro, simplemente era indescriptible, impulsándolo a buscar más del otro.

En un momento el sentir al otro se volvía tan necesitado como el aire.

Hiccup también lo podía sentir, ese ardor tan agradable que al parecer había nacido con esa primera entrega en el bosque, era extraño y agradable, como si algo hirviera, quemara desde adentro desde el estomago y pecho, hasta recorrer todo su ser, como un fuego, como fuego que le había transmitido Praxedes con su entrega y que solo reaccionaba con él.

La lengua del dragón recorría en esos momentos los suaves labios del de ojos verdes, tanteando y saboreando el aliento del otro, no hace más de un rato que había probado esa piel, y un día que se había fundido junto a ese cuerpo, y ya sentía que lo necesitaba como si hubiera pasado una eternidad.

Pronto la ropa fue desecha, a Praxedes le resulta que llega a ser desesperante esa invención humana cuando los segundos que tardo su todo en quitarse dichas prendas se vuelven eternos, pero logran ser recompensados cuando ve esa deliciosa piel expuesta ante él.

Es cuando esta entre sus brazos cuando se da cuenta que tan frágil y magnifico puede ser su contra parte, es así como se da cuenta que a pesar de su grandeza o fuerza nada tendría sentido si no lo hubiera encontrado.

Lame de nuevo esa piel, degusta ese aroma y siente como se estremece el cuerpo contrario, también percibe su tímida y gustosa respuesta, suaves caricias y suaves jadeos que pronuncian su nombre, arde de deseo al escuchar pronunciar su nombre de esos labios, de esa manera.

Los dedos del menor se pierden entre la melena negra, rozando con delicadeza esas orejas de dragón y apéndices al lado de su rostro, el ronroneo que suelta desde su pecho lo hace vibrar y ponerle la piel chinita, pasa suavemente sus dedos por la parte del mentón y debajo de la oreja, a descubierto que esa parte provoca un singular estremecer en Praxedes, es fascinante como incrementa su ronroneo placentero y como inclina un poco la cabeza incitándolo a que continúe con su caricia, y el gustoso continua si lo hace sentir bien, ya que es lo menos que puede hacer para agradecer y devolver esas sensaciones tan placenteras que le provoca el otro hasta sentir que lo hace derretir, si eso es posible.

Llega un momento en que ambas miradas se encuentran nuevamente y se pierden en esos verdes tan distintos en el interior del otro, tantas cosas que pueden ver en ellos, un deseo y anhelo que no puede ser dicho con palabras, pero esta bien, así esta bien, con esas miradas y roces se pueden decir mucho mas cosas que con palabras de dragones o humanas, están empezando a conocer un lenguaje universal y les encanta.

De nuevo esa curiosa lengua desea encontrarse con su compañera de juego escabulléndose por la boca del contrario, Hiccup tiembla nuevamente al sentir como la lengua de Praxedes toca sus labios provocando que suelte un jadeo y que este aproveche a colarse al interior de su boca como la anterior vez, ambas lenguas se encuentran y la del menor ya no se muestra tan tímida en la contraria no tardando en corresponder con sus toques y juegos.

Es como si intercambiaran aliento, es como si se bebieran y devorarán al otro, es como si se preparan para la continuación de este rito que van haciendo suyo poco a poco.

Ahí cuando se siente cada vez mas caliente hasta marear, cuando el aire empieza a faltar hasta casi asfixiar, es cuando deben separarse de ese beso en que se entrega todo y borda lo salvaje y dulce, gentileza y rudeza, es ahí cuando se miran y saben que por nada del mundo van a parar.

Aquellas grandes manos que podrían dañar gravemente a un guerrero transformado en dragón o no, ahora acarician con una sutil gentileza el cuerpo contrario, que fácilmente podría destrozar como la roca a la débil y seca rama de otoño, ahora son manos que prometen protegerle en un juramento silencioso con cada caricia.

El cuerpo más grande se inclina cada vez más sobre el del menor, provocando que este tenga que inclinarse hasta casi terminar acostado sobre las mantas del piso, pero el mayor no deja que todo su peso aplaste el pequeño cuerpo, se apoya en uno de sus codos, ahora a su completa merced y sumisión, con su legua empieza a recorrer nuevamente esa deliciosa piel que lo tiene adicto.

El cuello y los hombros son su centro de atención en ese momento, no es necesario voltear a ver hacia abajo para saber que su fuego se esta concentrando en la parte baja de su vientre dolorosamente hasta alzar su hombría y chocar sin necesidad de moverse la parte baja de su todo, un simple roce resulta ser abruptamente placentero y teme un poco el llegar el punto de descontrol, quiere disfrutar un poco más saborearlo con suavidad, alargar ese momento tan placentero en que solo existen ellos dos y nada mas todo lo posible.

Nuevamente las manos de Hiccup se pierden en la melena, acariciando y enredando sus dedos, también no se olvida de acariciar esa parte del mentón y decide también explorar un poco más el cuerpo contrario, de piel suave y firme, músculos fuertes como roca y unas alas tersas.

Oh y ese ligero toque abajo, él también podía sentir como su sangre y calor se concentraba en esa parte, en su vientre bajo y hombría, quería experimentar de nuevo esas increíbles sensaciones que compartió con su amado dragón el otro día.

La espera se volvía algo desesperante, ambos sabían lo que vendría ahora, pero había un pequeño, pequeño inconveniente, en el que Hiccup se daba cuenta.

Sintió las mejillas arder mas si era posible decidió juntar el suficiente coraje para hacer lo que tenia pensado.

-Mmmhm Prax ah ha… Praxedes… mm espera un poco- lograba articular a medias el joven vikingo mientras trataba de apartar un poco al de alas negras, esto no podía continuar así.

-¡¿Hiccup?! ¿Te hice daño?- pregunto preocupado el dragón al percatarse de la insistencia del menor en apartarlo, se reprimió mentalmente, Hiccup aun estaba herido de la espalda y luego de lo que hicieron ayer había acabado más adolorido, y aunque se moría por sentir esa conexión carnal tan intima, lo que menos quería era dañar a su todo.

-No, no Praxedes, estoy bien, muy bien, solo ah… creo que necesito… necesitamos algo para continuar-

-¿Algo?-

-Solo deja me paro un momento-

Siempre pensando, llagando a conclusiones con una velocidad asombrosa, esta vez no fue la excepción, se había percato que la vez anterior cuando bueno… habían hecho el amor, estaban muy mojados, al menos el por haber caído a ese lago, y bueno, a pesar de que estaba sudando un poco, no estaba sudando como aquella vez, en realidad ese factor de humedad le decía que fue como lubricante para que el enorme miembro del dragón hubiera entrado en el con facilidad a parte de la pasión del momento, llegar a esas conclusiones lo hacían sentir realmente avergonzado.

Acercándose a un saquito al lado de su cama saco un pequeño frasco de barro, lleno de uno de los tantos ungüentos dados por su tío o la curandera del pueblo, el ungüento era viscoso y resbaloso, tal vez podría funcionar… ¡oh que extrañas ideas se le ocurrían a veces!

Regreso al lecho improvisado que compartía con Praxedes en el suelo, se arrodillo y se percato que miraba el frasquillo de barro.

-Esto… bueno esto tal vez nos sea de ayuda-

-¿Qué es?-

-Ungüento, como el que te puse la vez que te cure tu ala, y emm…-

-Pero yo no estoy herido… ¿te hice daño? ¿te duele algo?-

-No Prax, en serio estoy bien, pero creo que esto nos ayudara para… que tú mmm entres en mi- que raro se sentía decir ese tipo de cosas, al menos nadie mas que Praxedes lo estaba escuchando.

-¿Uh?-

-Es algo para que sea mas sencillo continuar lo que estábamos haciendo- aclaro antes de poner en su mano una cantidad generosa del ungüento y sin aviso agarrar el enorme miembro del otro.

-¡Ah!-

-¡Perdón!, creo que debí avisar antes, ¿te agarre muy fuerte?- por los nervios tal vez había agarrado con demasiada brusquedad la masculinidad del otro, tal vez hubiera sido mejor haberle dicho Praxedes que se lo untara él mismo, pero por los nervios se le había pasado además de que por los nervios a penas y podía hablar.

En realidad si fue un poco doloroso, pero más que eso, fue muy placentero sentir las manos de su todo envolver su miembro, las cuales habían dejado de tocar después de escuchar su gemido, realmente quería sentir más del contacto de su todo.

-No duele, tú ¿puedes continuar?-

Hiccup lo miro un poco dudando, dijo que no le había dolido, además de que aun no terminaba de untarle el ungüento; nuevamente con sus manos trato de esparcir gentilmente la sustancia por aquel enorme miembro, era extraño y vergonzoso agarrar un miembro ajeno, trataba de poner demasiada atención a lo grande que era a comparación que el suyo, a lo grueso y venoso que se sentía entre sus manos, o que incluso se podían ver unas gotitas que salían de la punta de ese largo pedazo de carne, trago duro, si, era extraño, pero también extrañamente familiar, lo adujo a que ese mismo miembro entre sus manos había estado en su interior no hace mucho.

Cuando creyó ya haber recorrido todo el miembro, cuando ya creyó que sus manos habían esparcido adecuadamente el menjurje viscoso, alzo la vista encontrándose con el rostro de Praxedes con los ojos fuertemente cerrados y un sonrojo leve en sus mejillas, ¿le había dolido?, al parecer no si se ponía atención y escuchaba ronronear de esa manera, por alguna razón ese simple hecho le hiso poner la piel de gallina.

¿Ya se había detenido? Realmente no le hubiera importado si continuara acariciando esa parte de su cuerpo, en realidad le hubiera gustado mucho, oh cielos, jamás se hubiera imaginado que en los rituales de unión junto a su todo podían ser tan placenteros.

Tal vez en otra ocasión seguirían explorando los placeres que llevaba el simple tacto, pero ahora lo que realmente necesitaban esos dos era la unión de sus cuerpos,

Agarrando otro poco del frasco unto dos dedos y bajo la sorprendida mirada del dragón esparció el contenido de sus dedos entre sus glúteos, el dragón no pudo evitar gruñir ante aquella visión, Hiccup era, era, era de lo más excitante, era como que si en cualquier momento su fuego explotaría de tan solo verlo.

Realmente se necesitaban.

Hiccup fue recostado nuevamente sobre el manto sobre el suelo y besado sintiendo como era devorado su aliento por el otro, un roce más insistente comenzó entre ambos cuerpos, imposible no responder a ello.

Cuerpos restregándose con intensidad, jadeos y nombres dichos en suspiros, y ese largo pedazo restregándose sin vergüenza entre los glúteos buscando aquella ansiada entrada a la cueva que tanto le daba tanto placer, y la encontró.

Hiccup había tenido razón, el ungüento había servido de lubricante y además de aliviar el ardor y dolor que le provoco la repentina intromisión del miembro del mayor en su interior, cielos, sentir como su carne se había abierto para darle paso al miembro de Praxedes en un solo movimiento lo había dejado sin aire literalmente.

Se permitieron un minuto para saborear el momento en todo su calidez, ambos estaban tan calientes hasta el punto de fusión, Praxedes se daba cuenta que había extrañado mucho esa sensación, en que las barreras físicas parecían desaparecer y se convertían en uno.

Fue Hiccup quien empezó a mover despacio su cadera buscando explotar esa embriagante sensación, y de nuevo ese fuego que le había transmitido Praxedes parecía danzar en su interior reconociendo a su contraparte.

A un ritmo que hacían propio las estocadas comenzaron, suaves e intensas hasta llegar a quemar las ansias y aumentar, aquel volcán que se formaba entre ellos en ese tipo de encuentros quemaba las inseguridades, miedos, prejuicios y volvía todo tan brillante como el interior de una explosión, quemaba todo para rodearlos del mas absoluto placer.

Sus bocas se encontraban junto a sus miradas en esa entrega absoluta, era increíble ver en la otra como esos verdes se intensificaban y brillaban como si el mismo fuego se reflejara tras esas ventanas del alma, hasta ver mas haya de lo que ellos pudieran imaginar, un futuro, un presente y un futuro que se entrelaza y explora en esa entrega.

Y el volcán nuevamente hace erupción, llenando en interior de su todo mientras ve esa irremplazable visión del rictus lleno de placer de Hiccup, y sabía que jamás encontraría tal belleza en otra parte que no fuera en él.

Y ambos explotan después del incendio, y lo que quedan son las cenizas del placer que los rodean y cobijan.

*+*+*+*

~¿Ya nos podemos largar?~

~Deja de quejarte, no nos iremos de aquí hasta que lo encontremos~

~Pero hemos estado aquí todo el día~

~Así tengamos que esperar semanas nos quedaremos hasta encontrarlo~

El pequeño dragón resopla por enésima vez en el día aun bajo la garra del de escamas rojas, la terquedad de los de su estirpe es siempre algo característico en esa especie, pero en esos momentos es realmente desesperante para su ser, es en esos momentos en que desearía ser un poquitín mas grande para zafarse de ese abusivo, también desea encontrar a ese raro humano gentil para terminar con todo eso, pero aun persiste esa parte de él que no quiere hacerlo, algo le dice que si lo encontrara lo ayudaría a él a pesar de no recordarlo o reconocerlo.

El de escamas rojas esta decidido, es por eso que por nada del mundo se movería de su posición, lloviera o temblara, debía de encontrarlo… y eliminarlo.

*+*+*+*

Se habían quedado dormidos, el cansancio les gano y el letargo después del orgasmo los cubrió, esta vez fue Hiccup quien se levanto primero, ¿Cuándo se había quedado dormido? ¿Cuánto tiempo se habían quedado así?

Quedarse inconscientes después de la entrega podía ser considerablemente peligroso si tomaban en cuenta el lugar en que se encontraban, debían ser más cuidadosos, al menos tenia la certeza que no habían sido descubiertos, a pesar de lo cansados y dormidos que estuvieran seguro que quien entrara a su cuarto y los viera en esa situación hubiera hecho un escandalo que seguramente se hubiera escuchado por toda la aldea.

Alzo la vista encontrando con las facciones relajadas del dragón, realmente verlo de esa manera le provocaba sin lugar a dudas ternura, curiosamente tubo un pensamiento parecido al del dragón a despertar.

“Me gustaría despertar de esta manera siempre… me gustaría ver ese rostro siempre al despertar”

No estaría mal, nada mal.

Alzando con algo de timidez su mano empezó a acariciar la mejilla del más alto, este al percibir el calor familiar en esa zona de su cuerpo inclino un poco la cabeza para sentirla mejor, sin duda Praxedes se le podía presentar ante sus ojos de lo más tierno y se sentía inmensamente feliz el ser testigo de ello.

Oh pero ya era momento de despertar, que pena el interrumpir el sueño de Praxedes, acaricio un poco una de esas curiosas orejas haciéndolas mover graciosamente.

-Je Praxedes, Prax, despierta-

El otro parecía reaccionar a la suave voz que le llamaba sacándolo de su inconciencia, esa voz que le transmitía paz y un sentimiento tan pleno que era imposible no responderle.

Sus ojos se abrieron con algo de pesadez pero lo hicieron, encontrando la amable sonrisa y la mirada dulce de su todo.

Que bello despertar.

-Hiccup-

-Buenos días dormilón… o tardes, no estoy seguro cuanto llevamos dormidos-

Praxedes le devolvió la sonrisa y extendió sus alas para que los rayos del sol que se colaban por la ventana de un tono anaranjado les dieran la respuesta.

-Al parecer hemos dormido mucho-

-¿Cómo te sientes?-

-Bien Prax, estoy bien-

Compartieron un momento más contemplándose y abrasándose en el lecho hasta que ciertas necesidades pedían que el cuerpo del dragón se moviera, como la anterior vez, saco suavemente su miembro de aquellas paredes estrechas que lo abrazaban y conectaban carnalmente con su todo, este no se quejo al parece ya acostumbrándose a esas nuevas sensaciones.

No quería separarse, pero tampoco haría sus necesidades en el nido de su todo, algo muy grosero de su parte.

-Te estaré esperando- la aprobación de Hiccup lo dejo más tranquilo, termino de incorporarse y cobijo el cuerpo del otro con las pieles.

-Regreso pronto- dijo antes de que las llamas lo cubrieran y saltara por la ventana, iría a hacer sus necesidades y tal vez cazar algo para su todo, no habían comido nada desde el improvisado desayuno.

Hiccup también se daba cuenta que tampoco le agradaba que el de escamas negras se apartara de su lado, pero por un pequeño rato no veía problema, además de que él también tenia necesidades que atender como asearse, vestirse y recoger esas cobijas antes de que alguien entrara a su cuarto, a veces era conveniente que su padre y tío estuvieran tan ocupados con sus deberes.

*+*+*+*+*+*

Ese… ¿ese no era el furia nocturna? ¡Si era!

Esas inconfundibles escamas y ese cuerpo fuera de lo común, en más de un sentido, entre los demás dragones no le dejaban lugar a dudas.

Lo había sorprendido, y más lo sorprendió al ver que salía ileso de uno de los nidos de aquellos humanos, ¿Qué rayos había estado haciendo para atreverse a entrar a esas extrañas construcciones?, ni siquiera las pequeñas pestes como los pequeños terror eran tan descarados para ir solos a entrar a alguno de esos nidos, mínimo tenían la precaución de ir en grupo.

Y ahí estaba ese de escamas negras, de lo más tranquilo, y parecía estar bien, o al menos así se veía desde la distancia en la que estaba observando, la cual era mucha, es bien sabido que los dragones tienen uno de los ojos más bendecidos de toda la creación, superior a cualquier humano o águila.

¿Qué estaría haciendo ahí?

Tal vez… ¿visitando a un amigo?, jajajaja que gracioso se escuchaba en su mente al pensar en que un dragón, especialmente ese, podría tener un amigo, y mas un humano.

Aunque pensándolo bien, según dijeron las pequeñas pestes el de escamas negras se había comportado “amable” con ese humano, tal vez no estaría mal revisar, pero no ahora, aun había mucha luz, y era bien sabido que los humanos veían muy bien con más luz, no así los dragones, que no importaba si era de día o de noche, tenían una excelente vista.

Además un humano, de abundante cabellera roja entraba a ese nido en esos momentos.

Solo tenia que esperar unos momentos más y actuaria, y si tenia suerte, esa misma noche todo acabaría.

*~*~*~*

-Ugh-

No es que le doliera mucho, pero tenia cierta molestia en aquella parte, molestia que lo siguió desde que recogió el lecho del suelo y lo dejo nuevamente en la cama, para luego limpiarse un poco y vestirse, molestia y ardor que le recordaba a Praxedes, y le gustaba.

Ahora sentado en su cama, pensaba, en que cosas debería llevar en su fuga, en que seria bueno conseguir, no quiere robar, ese seria el colmo, así que usara los pocos ahorros que tiene para comprar aquello que no tiene y que le será necesario, tal vez tenga que crear algo para poder sostenerse en el lomo del dragón en largos periodos de viaje y atar provisiones, si a este no le molesta la creación de una especie de silla no estaría mal, claro, le preguntara a este primero antes de hacerla.

Mira por la ventana, hacia el bosque, esperando que entre alguna de esas sombras aparezca la de él.

-Hiccup, ¿estas despierto?- pregunto su padre entrando a su habitación.

-¿He?, si papá-

Era bueno saber que en esos momentos no se encontraba Praxedes a su lado al menos en ese momento, no soportaría los nervios de que su padre pudiera descubrirlo en la habitación.

-Debes estarte aburriendo estando aquí tu solo, emmm consulte con la anciana sabia del pueblo y dijo que vendría verte-

-¿Ella?-

La anciana sabia, conocida por su sabiduría y claro, por que era la anciana de mas edad en toda la aldea, maestra curandera, sacerdotisa, y no hay que olvidar, algo excéntrica, ella le había enseñado todo a los curanderos de su pueblo, ella fungía en los ritos a los dioses como suma sacerdotisa, y también tenia un poco de fama de bruja, algunos decían que tenia ciertos dones extras aparte de su sabiduría.

Y saber que ella lo revisaría, lo ponía nervioso, no es que creyera que fuera mala, o tuviera un aspecto aterrador, en realidad era lo mas cercano a una abuela que tenia si se ponía a pensar, a pesar de lo poco que trataba con ella, pero aun así estaba nervioso, entre los dones que decían que tenia era la capacidad de “ver” mas halla de que otras personas normales, ¿y si descubría aunque sea que ocultaba algo y lo interrogaría? ¿Seria capaz de mentirle?

-Ya sabes que es una vieja extraña, pero aparte de eso es la mejor curandera-

-Si… lo se-

-Y bueno, emm espero que no acostumbres a andar de perezoso ya que gracias a ella te recuperaras pronto-

-Si… gracias papá-

-Nos vemos luego hijo-

Su hijo no se veía muy contento por la noticia, pero bueno, a casi nadie le gusta ser revisado por un curandero, menos por la anciana sabia que podría desvariar un poco contando anécdotas y las peores posibilidades que podía enfrentar el enfermo si se agravaba su malestar, que alguien te diga que te podría amputar el brazo por tener el dedo pulgar con una astilla era nada agradable, experiencia propia, pero bueno, la vieja hacia un excelente trabajo.

Estando solo de nuevo en su cuarto Hiccup se puso a pensar, quizás seria bueno adelantar lo más posible su ida de Berck.

*+*+*+*

Rayos de sol anaranjado empezaron a pintar toda la aldea, para luego oscurecerse poco a poco dejando caer la noche.

Los movimientos de la pequeña comunidad de vikingos se disminuían de poco a poco, aun así había muchos vikingos yendo de un lugar a otro, aun no era el momento, solo un poco más, tenia que aguantar un poco más.

Todos los músculos de su cuerpo estaban tensos, desde la punta de su hocicó lleno de filosos dientes hasta la punta de su cola, el pequeño bajo su garra lo podía sentir claramente en su cuerpo, y ese silencio y esa tención lo ponía aun mas nervioso y asustado que las amenazas de mordiscos, arañazos o golpes, esos eran predecibles, pero lo que vendría después de esa tención no lo era.

El naranja y rojo podía desaparecer con el anochecer, pintándolo todo de azul y negro, de pocas luces y sombras, no así en la mirada del de escamas rojas, que refulgía como el mismo fuego, y es que lo que caracterizaba sin lugar a dudas a los de escamas rojas era su carácter explosivo y su similitud con este elemento tan de los dragones, hasta el punto de abrazarlo en el éxtasis de la batalla o en las danzas para encontrar a su pareja, su todo, mortíferos y bellos seres, lastima que ningún humano viera lo segundo en estos seres.

Esta vez abrasara el fuego para saltar a la caza de su presa.

El pueblo vikingo esta en relativa calma, pero aun así alerta a los cielos, las costas, el horizonte, lugares en que es común ver primero a sus atacantes habituales, por lo que no notaron la sombra que se deslizaba con gran maestría desde la montaña, hasta los bosques, fusionándose en un mundo de sombras donde es difícil distinguir donde empieza una figura y donde termina otra, arrastrándose, caminando, no volando donde es su elemento, donde es normal ver a un dragón en el firmamento, y se permite elogiarse por su táctica.

Poco a poco se acerca a la aldea, sigiloso y atento como el buen predador que es, como el mortal cazador que espera el momento oportuno para conseguir a su presa.

Aun siente al pequeño bajo su garra, el pequeño ya ha dejado de luchar y retorcerse pero aun esta vivo, aun siente el palpitar de su corazón y su débil respiración, si estuviera muerto seria un gran inconveniente, debe intensificar primero a la presa y luego dejara de ser de utilidad.

El olor de los humanos inunda sus fosas nasales, miles de aromas de diferentes humanos, es difícil diferenciarlos entre ellos, como las sombras en el bosque para el ojo humano, para una nariz de un inexperto es difícil diferenciar los aromas cuando son mucho a la vez, pero el ya no era un cazador inexperto o un cachorro con el que era fácil engañar con diversos aromas, por lo que mantuvo la calma y espero, y lo encontró.

Fue relativamente sencillo encontrar el aroma de un dragón en medio de todas esas esencias humanas y de animales, como esas cosas de cuatro patas que mugían o esas otras que tenían un pelaje como el de las nubes, una que otra vez probo su carne y no era mala, pero sin lugar a dudas no le ganaban al delicioso sabor de los peces.

El de escamas negras no había pasado mucho tiempo en esa aldea humana, su aroma no estaba tan concentrado como en ese lugar en el bosque, pero aun podía seguirle el rastro.

Unos pasos mas y llego al foco donde el aroma del dragón de escamas negras era mas claro de diferenciar, uno de esos nidos humanos cerca, para su conveniencia, de los bosques que rodeaban la aldea de los humanos, oh, y podía ver marcas de garras en una de las paredes, garras de dragón, este era el lugar.

Podía incendiar la casa y ver que salía de ella, pero eso traería la atención de los demás vikingos, así que esa opción estaba descartada, lo que era mas confiable era ser sigiloso, sigiloso hasta que terminara su misión.

Tal vez luego podría desesterarse causando un estrago por aquí y por allá en esa aldea de malditos vikingos, no haría mucho daño, y solo pelearía un poquitín, no mataría a nadie, solo los dejaría magullados un poco.

Estirando cuan largo era su cuerpo escalo por el camino de arañazos en esa pared de madera, en ese hoyo en la pared, como un ojo abierto, se sentía ese aroma de dragón y algo más, lógicamente humano, pero con algo… raro, estaban demasiado… ¿combinados?

¿Cómo era posible eso? ¿Había tan siquiera un humano que no quisiera atacar a un dragón con tan solo verlo? ¿Las cosas que dijeron esos pequeños como el que tenía aun en su garra serian verdad?

Con sus ojos fue capaz de ver entre las sombras de esa cueva artificial que era el nido humano diversos artilugios de estos, cosas hechas de maderas y pieles que ellos llamaban muebles, pared hechas de madera, algunas tapizadas con pieles coloridas con patrones ajenas a ellas, estaban pintadas, y en una de estas, un mueble que resaltaba, no por su laboriosidad o aspecto, sino por la preciada carga que llevaba sobre este.

La tímida luz de una pequeña llama apenas iluminaba la pequeña silueta sobre las pieles y madera, pero aunque esta no estuviera lo hubiera visto, aunque cierta parte de su subconsciente agradeció, aunque el jamás lo admitiría, la presencia de esa pequeña llama, al ver gracias a ella el brillo reflejado en esos ojos verdes.

-¿Prax… eres tú?-

Y este pequeño e indefenso humano… era su presa.

+*+*+*+*+

Hizo sus necesidades y cazo un par de conejos, pensó cazar algo mas grande pero al parecer ninguna creatura grande se atrevía a estar cerca de la aldea, era comprensible con tanto humano cerca, pero, también le fue difícil encontrar los conejos, como si ese mismo día decidieron esconderse muy bien para no ser hallados, no estaban cooperando mucho para que estuviera pronto con su todo esas pequeñas presas, bueno, se las iba a comer, era comprensible.

Cuando estuvo satisfecho con lo que comió y atrapo decidió regresar, el sol ya se estaba ocultando y el cielo a través de los arboles parecía estar en llamas, el típico aviso antes de la oscuridad total en el cielo.

Ya debía regresar junto a Hiccup.

Y lo supo, fue como si de repente alguien se lo hubiera gritado en plena cara, algo no estaba bien, se detuvo y puso mas atención, los dragones tienen agudos sentidos, pero esta vez ,los sintió cien porciento mas agudos y enfocados, crujir, el fuego crepitar, y gritos.

¡HICCUP!

¿Qué? ¿Por qué? Si todo estaba yendo como debería, tan bien, tan plenos y felices y ahora… no, no, no, no, debía llegar pronto, oh Hiccup, no debió dejarlo solo, no, no, su razón de existir estaba en peligro… y ese bastardo quien lo estaba amenazando pagaría con su vida.

Saltando obstáculos, rocas y troncos caídos, corriendo todo lo que sus patas le permitían hasta saltar y alzar vuelo, soltando los cadáveres de conejos de su hocico, más y más rápido, sintiendo su corazón latir estrepitosamente y oprimiéndose dolorosamente a la vez con cada segundo, se dirigió al nido de su todo, podía percibir el inconfundible aroma de madera quemada y a sus oídos llego el grito de su razón de existir.

Cayó en picada, como una flecha, no, como un rayo negro vengador que desataría toda su furia sobre el bastardo que estaba atentando contra su todo.

El de escamas rojas no supo lo que le cayo encima hasta que sintió los filosos dientes del de escamas negras sobre su cuello penetrando las escamas con una facilidad que no lo harían las armas humanas, solo los dientes y garras de otro dragón.

Y el caos comenzó, golpes, arañazos, escombros y rugidos, parecía increíble que esa casa hace un par de minutos no eran esos escombros que eran ahora en casi su totalidad.

Minutos antes en que Hiccup distinguió una figura extraña asomándose por su ventana abierta, minutos antes de escuchar un par de rugidos, claramente no pertenecientes a aquel dragón que tanto amaba, momentos en que Hiccup se quedo petrificado por el miedo y sorpresa no esperándose encontrar a otro dragón que no fuera Praxedes tratando de entrar por su ventana, ¡por Odín!, era un cremayerus, el no debería estar ahí, en realidad, ningún dragón excepto Praxedes, bueno, Praxedes técnicamente tampoco, pero estaba, debería estar ahí, y no se veía muy feliz que digamos.

Ahora había un cremayerus entrando en su habitación y mirándolo como si quisiera devorarlo, bueno, no era el primer dragón con esa clase de expresión que veía en su vida, pero una cosa era el “apetito” que manifestaba Praxedes, otra cosa muy diferente era el “apetito” que había en esos ojos que parecían soltar chispas, ¡oh por Odín! Esa no era una buena señal.

Minutos antes de que el cremayerus se prendiera fuego y comenzara un incendio en la casa del líder de los vikingos en esa aldea, el brillante hijo de este se le ocurrió una brillante idea, nada racional para un vikingo.

Tratar de dialogar con él.

Hiccup mismo se sorprendió con su idea, no se diga el de escamas negras al no ver la reacción que esperaba de cualquier humano al ver un dragón, este hubiera esperado gritos, insultos, una cara de profundo odio, el aroma del miedo y la rabia inundando la habitación, un corazón agitado, bueno, eso si lo tenia pero después de unos segundos parecía recuperar el control, incluso espero lo mas lógico, que tratara de huir, pero no hizo ninguna de esas cosas, al contrario, se quedo y trato de conservar la calma, ni un ceño fruncido apareció en su rostro.

Este humano era extraño.

-Escucha… yo, tú… tú no deberías estar aquí- su voz era algo temblorosa, pero también era tranquila, quitando el hecho del breve tartamudeo al dragón le sorprendía que el humano tratara de hablar con él, cosa que ningún otro humano hubiera intentado con uno de los suyos que supiera –no es la mejor idea que estés en esta casa, si tienes hambre te daré algo de comida, pero si alguien te ve te matara- mucho menos un humano había tratado de hablar y advertir a un dragón de peligro que el supiera.

Raro, raro humano, que singular resulto ser su presa del día de hoy.

¿Qué error habría cometido ese humano flacucho para causar la ira de la “muerte”? ¿Qué clase de capricho habría provocado la matanza de este humano tan peculiar? No lo iba a negar, le empezaba a dar curiosidad, pero debía cumplir con su mandato.

Rugiendo, soltando chispas, literalmente, se acercó cada vez mas al humano de ojos verdes, quien lentamente, cauteloso, se incorporo de su lecho y en ningún momento aparto su mirada de sus ojos, era sabido que los vikingos eran fieros enemigos de los dragones, pero no muchos se atreverían a sostenerle la mirada a uno sin estar armado, o al menos de estar preparado, y ese humano se notaba que no era fuerte, ningún rival para los poderosos músculos y filosas garras de su actual adversario, no se diga su fuego, y aun así le sostenía la mirada, era admirable su coraje.

-Calma, calma, por Odín, si alguien te ve te atacara, así que tranquilízate por favor-

Y seguía hablando, preocupado, nervioso, pero no por él, sino por su enemigo… realmente, ¿realmente era necesario eliminarlo?... hasta a él le parecía algo injusto, pero esta vida es injusta.

En su momento de duda, en ese instante en que se daba cuenta que ese humano no era ninguna amenaza, no se dio cuenta de la presencia de otro humano subiendo las escaleras hasta que abrió la puerta sin avisar.

-Hiccup te traje algo que com…-

Y la ecuación ya conocida se cumplió.

Dragón más vikingo igual a un encuentro épico como debía de ser, o al menos como ellos sabían como debería ser la respuesta como se las enseño la vida a base de experiencia.

Stoick ese día decidió hacer algo amable por su único hijo, algo simple, traerle algo que comer, se había dado cuenta que en las alacenas de su hogar ya no habían muchos alimentos, y para evitar riesgos, decidió buscar algo en el gran comedor, venia de ahí después de comer él y pidió un plato generosamente lleno, ese muchacho debería ganar un poco mas de masa corporal.

Gob no estaba en la casa, tenía muchos pedidos pendientes en la forja, se notaba que a su amigo le faltaba un par de manos extras como las de Hiccup, esperaba que con la visita de la vieja sabia del pueblo se curara más rápido.

Subió las escaleras de madera, paso por su cuarto y no se tomo la molestia de tocar para entrar en el cuarto de su hijo, fue ahí cuando se percato que estaba una de esas infernales creaturas, un dragón.

Como padre y como vikingo sintió su sangre arder, esa bestia del mal había osado entrar a su casa, entrar a los que se suponían eran los dominios de los vikingos, y no conforme con eso, a la habitación de su hijo herido, el que menos se podía defender no solo por estar convaleciente sino porque aunque le costara admitir era tan poco vikingo, aun así era sangre de su sangre, y esa cosa lo estaba amenazando con solo su presencia.

Y así que al instante, como cualquier vikingo haría, salto para enfrentarse a su enemigo olvidándose por completo del plato de comida que se tiro al suelo y el caos comenzó.

Ese vikingo de cabellos rojos era uno de los humanos mas fuertes que hubiera conocido, aun con sus manos desnudas sus solos golpes eran poderosos, su fuerza era una gran rival contra la suya, se le hizo difícil esquivar golpes y llevar el control de la pelea, revolviéndose para un lado a otro, golpeándose entre si y su entorno poco a poco destrozaron los pocos muebles que había en la habitación, no tardo para que destrozaran la habitación en si y continuaran con el resto del segundo piso, mientras que Hiccup como pudo se escabullo de la pelea hasta bajar la escaleras, no tardo mucho para que el alboroto que ocurría en la casa del líder de la aldea llamara la atención a los demás aldeanos, mas aun cuando se empezó a ver fuego en esta misma.

Entre llamaradas y bolas de fuego escupidas la madera se empezó a consumir mientras que uno de los curiosos se atrevió a adentrarse y al ver al hijo de su líder lo saco, este curioso no era nada mas que Gobber.

La furia de Stoick y del cremayerus no mermo a pesar de que la casa empezaba a caerse a pedazos, literalmente, ni cuando por el fuego la madera cedió bajo su peso e irremediablemente terminaron cayendo en el primer piso donde las cosas continuaron, no se detuvieron por el dolor o astillas clavadas en la carne, tampoco por el calor sofocante, solo había una cosa en sus mentes de guerreros, acabar con su adversario, pero había una notable diferencia, Stoick era un asombroso guerrero que desde niño se había enfrentado a dragones, incluso ya tenia sus propias leyendas cantadas en su pueblo y conocidos por otros, había matado innumeral de dragones, pero aun así, seguía siendo humano, un humano que no puede soportar eternamente el calor del fuego lamiendo su piel o el ardor de sus pulmones al respirar tanto humo, él debía salir de esa casa, pero su deseo de seguir peleando era grande.

Fue cuando una de las paredes colapso que Hiccup vio a su padre rodeado de fuego y humo que no pudo evitar gritar por él, el temor le lleno, no quería perderlo de esa manera, y fue cuando llego.

Stoick apenas fue capaz de ver una sombra negra y caer rendido por el cansancio y la falta de aire limpio antes de oír gruñidos y lamentos, para luego sentir una mano tomarlo de sus ropas y arrastrarlo de los escombros de lo que fue su casa, al alzar la mirada ya fuera de los restos que terminaban de consumirse y respirar oxigeno puro, cosa que agradecieron sus pulmones, vio a su fiel amigo.

-¿Pero que es eso?- uno de los vikingos atrevió a expresar lo que todos se preguntaban al distinguir una segunda figura dentro del infierno que era la casa.

-Es… es un ¡Furia Nocturna!-

Ninguno pudo evitar sus rostros asombro, ¿y por qué no?, también de horror, nadie de esa generación había visto realmente un furia nocturna, siempre aparecían en las noches, pero realmente nadie había podido ver como eran exactamente, eran rápidos, astutos y terriblemente mortales incluso corrían rumores de que era Loki encarnado, o una de sus funestas creaciones, y todos sabían que todo lo que tenia que ver con ese dios era malo, por lo tanto ese dragón podría ser el peor de todos.

Y estaba ahí, peleando con otro dragón, otra cosa jamás antes vista por esa generación, si cosas inverosímiles eran muestras y señales de un fin del mundo cercano, del que el ragnarok estaba por comenzar, eso podría ser uno de esos hechos.

Escamas rojas y escamas negras brillaban con la danza de las llamas que los rodeaban, era un espectáculo asombroso, era espectáculo de fuerza, gruñidos y una hermosa batalla, cosa que así no lo veían los vikingos, solo veían dos monstruos colisionando en un encuentro inexplicable.

Cuando Stoick logro recuperarse un poco y vio la escena de los restos de su casa estaba igual de asombrado, pero decidió actuar rápido, dos dragones, dos enemigos, dos monstruos, debían ser capturados, eliminados.

-¡Que todos ahí parados! ¡Muévanse hombres!- su voz podía compararse con los potentes rugidos de los dragones enfrentándose y su fiera mirada a las llamas que seguían bailando frente a ellos.

Siguiendo las órdenes de su líder los vikingos empezaron a moverse, armándose de trozos de maderas algunos, y otros mas precavidos con mazos que habían traído con anterioridad se lanzaron a someter a sus enemigos, aunque en realidad uno de ellos estaba mas que ayudando pero ellos no lo veían así.

Hiccup tardo en reaccionar, Praxedes había llegado y ahora estaba peleando con ese dragón, pero ahí iban los demás vikingos sin contemplación contra ambos, rayos, rayos, rayos, Praxedes no, esto no debería estar pasando.

-No, no, no…- empezó a murmurar desesperadamente, simplemente no podía dejar que lastimaran a Praxedes, tenia que reaccionar, tenia que evitarlo.

Estaba furioso, lo que más deseaba en esos momentos era aplastar la cabeza de su enemigo por osar tratar de hacerle algún daño a su todo, no había escusas por su atrevimiento.

Si los vikingos se detuvieran a pensar de vez en cuando, aunque sea solo un segundo antes de enfrentarse a la batalla, se darían cuenta que no era una de sus mejores ideas el tratar de interponerse en ese fiero encuentro, aunque claro, ellos solo hacían lo mejor que sabían hacer, pelear y matar dragones, aunque esos coletazos que los arrojaban contra los escombros de la casa y zarpazos dolorosos sobre su piel dejarían un dolor, moretones y tal vez una que otra cicatriz que les recordaría que no era la mejor de sus ideas meterse en la pelea entre dos dragones, mas si un furia nocturna estaba involucrado.

Y mientras que esos dos monstruos a los ojos de casi todos los vikingos, excepto Hiccup, se atacaban entre si, Stoick se preparaba para meterse en la lucha, uno de los mas fuertes, uno de los mas tercos, un vikingo entre los vikingos, y como tal, no escaparía a una buena batalla, mas si unos de esos monstruo destruyó su casa, bueno, no que nunca hubiera pasado antes, de hecho al tener como enemigos a los dragones era común que esto ocurriera con los saqueos de ganado e incendios, hay que recordar que hace no mucho a Hiccup le cayo literalmente el techo de una casa encima, o mas bien lo que quedaba de este, y casi ocurría lo mismo ese día por la culpa de ese dragón de escamas rojas, lo cual no ayudaba al fiero caract4er del vikingo pelirrojo tanto líder de su pueblo y como padre tampoco.

-¡Papá espera!-

Pero Stoick no escucho a su hijo, que tal vez se escuchaba preocupado, un poco cobarde, no muy digno de un joven pronto a convertirse en un adulto vikingo, estaba segado por la adrenalina y la furia del guerrero que era frente a un encuentro digno, y como ya se dijo antes, si tan solo los vikingos se detuviera a pensar un segundo antes de lanzarse a lo que mejor sabían hacer, el padre se daría cuenta que su hijo no solo enfocaba su preocupación en él, sino también en un tercero que aun desconocía y estaba viendo en esos momentos.

A veces el destino es cruel e irónico, ¿no es así?

El de escamas rojas estaba débil, rayos, ese maldito de escamas negras era realmente fuerte, jamás en su vida le había visto tan furioso como ahora, en realidad poco o ningún interés le presto a ese congénere solitario, a ese vecino en ese volcán era el tortuoso nido de todos, RAYOS, era un asombroso adversario, ya estaba muy herido y en cambio esa lagartija negra apenas unos arañazos y golpes que no lograron amedrentarlo ni un poco, alguna vez escucho de los dragones mas viejos que los de escamas negras eran muy diferentes y fuertes al resto de ellos, viendo tal vez su propio final cerca, pensó que si hubiera mas de esa clase, tal vez, solo tal vez, lograrían deshacerse de su maldito opresor, pero eso seguro era una alucinación por tener a la muerte tan cerca de sus escamas sino lograba librarse de esta.

Bueno, el milagro que esperaba el de escamas negras, como la mayoría de los milagros, llego de forma inesperada y de una forma que claramente no vería como un milagro, claro, nadie vería milagro un puñetazo lanzado a tu cabeza seas bestia o humano.

Stoick había llegado a su lado sancando escombros de su propia casa y uno que otro compañero que aun no se recuperaba por completo, estos estaban tan distraídos entre ellos que no tuvieron oportunidad de esquivar los potentes golpes que lanzo el musculoso humano, para ser un humano era muy fuerte, casi le sale volando un colmillo al de escamas rojas.

De repente un tercer individuo se entrometía a la lucha contra el bastardo de escamas rojas y él, los otros humanos no habían presentado problema o estorbo, pero este se notaba como una completa molestia para sus planes de venganza contra el de escamas rojas, e irónicamente este también tenia mucho rojo sobre este, y ahora, volvemos con los tal vez y las algunas similitudes que presentan dragones y vikingos, como que deberían pensar aunque sea un poco antes de lanzarse contra el enemigo.

Un dragón segado por la furia no es el mas racional de todos, un dragón a que le amenazaron a su todo menos, y ahora, un vikingo furioso tampoco es racional, y a pesar que ninguno se detiene a pensar un poco, al menos se puede saber con un poco de instinto, que no es nada, ¡por Odín!, nada bueno que este par se enfrente.

Aun así ellos se enfrentan, y a pesar de que Hiccup no es como cualquier otro vikingo o dragón, el si se sienta a pensar aunque sea solo un poco y más, consecuencias, razones y claro, sobre lo muy doloroso que es ver en peligro a Praxedes, y sumando ahora el hecho de que su padre ahora le enfrente con puños y toda su fuerza bruta le parte el corazón, puede sentir como su pecho palpita de dolor con esa imagen, y se rompe un poco cuando parece que Praxedes no huira del enfrentamiento.

Al ver la valentía de su aclamado líder los demás vikingos se levantaron y se lanzaron contra los dragones, esta vez estaban más centrados en inmovilizarlos primero que solo dar golpes porque si, eran fuertes, pero no solo con sus manos desnudas lograrían pasar esas gruesas escamas o doblegar esos músculos y huesos.

El de escamas rojas estaba débil, por lo que fue el primero en sucumbir ante el repentino peso extra sobre su lomo, esos barbaros expertos lograron inmovilizarlo en segundos, y débil como estaba ni prenderse fuego así mismo podía.

Por otro lado, el vikingo de barba roja y el dragón de escamas negras seguían forcejeando y peleando, Stoick era un digno adversario, después de todo era el líder de su pueblo y uno de sus más fuertes guerreros, pero no hay que olvidar que su adversario era un legendario furia nocturna, y si Stoick era reconocido entre su pueblo como el mas fuerte, los furias nocturnas eran de los mas fuertes dragones, aunque claro, ninguno admitiría eso en estos días en que hay tan pocos.

La pelea estaba muy nivelada, pero de nuevo la suerte juega y Stoick tropieza un poco, cosa que aprovecha el de escamas negras y lo termina de tirar al suelo, Stoick se ve reflejado en los ojos de la bestia, afilados y fríos, estos no dudan, estos que tantas había visto antes en docenas de batallas, y ahora, era la primera vez que veía la muerte tan cerca desde hace mucho tiempo, y muy pero muy en el fondo, admitía que tenia miedo.

La boca se abrió un poco dejando ver la luz del pequeño infierno que tiene cada dragón en su interior, solo era cuestión de una exhalación y una muerte dolorosa para el humano se consumaría, solo un segundo decisivo.

-¡NOOOooooo!-

Y el grito de un muchacho detiene todo.

Es un grito, una suplica, una plegaria desesperada, y es la voz de su todo, un sonido que llega a sus oídos y penetra en su mente y le desgarra el alma, su todo estaba sufriendo, y eso era su propio sufrimiento, ya que si su todo sufría el también lo haría, y mas si él aparentemente era responsable de ello por sus actos.

Y la ira se difumina y desaparece y en lugar llega una mezcla de clama y preocupación, calma por ver que Hiccup esta bien, pero preocupante al ver como lo mira dolido y preocupado, y la comprensión también llega, claro que para nadie es de agrado ver a su progenitor en esa precaria situación, y él era participe de esta imagen, y oh cielos, casi se había atrevido a quemar vivo a esa cosa pelirroja que al final de cuentas había logrado concebir a algo tan especial como Hiccup, eso no estaba bien por el simple hecho de que a Hiccup jamás le gustaría aquello.

Se detiene, el fuego retrocede en su boca y se pierde en su interior y gime con preocupación en una suplicante disculpa mientras lo mira, él no quería para nada preocuparle o hacerle un mal a su todo.

El agarre del dragón se afloja, esta distraído y su mirada cambia, y cree ver mas halla de lo que es la bestia en realidad y llega un atisbo de duda… pero es su oportunidad y como todo buen vikingo la aprovecha, de un solo movimiento voltea las cosas, literalmente, y ahora es el quien esta sobre el dragón tratando de ahorcar ese robusto cuello con sus musculosos brazos, el dragón sede un poco pero aun presenta lucha.

-No, no, no, ¡papá detente!, ¡no le hagas daño!- y de nuevo el joven muchacho habla desesperado.

-¿Pero que estas diciendo Hiccup?- no puede creer lo que acaba de decir su propio hijo, como que lo que hubiera salido de sus labios hubiera sido la peor de las ofensas, y asi es como lo ve, si hijo, ¡su propio hijo! Tratando de defender aunque sea con sus palabras a una de esas bestias.

-Él te ayudo, ¡él te ayudo papá!, si él no hubiera aparecido el cremayerus…-

-¡BASTA!-

No puede creer lo que a escuchado, pero sabe que en parte, muy a pesar de su orgullo, tiene razón, esa bestia por alguna inimaginable razón apareció en el momento justo y le ayudo, y por primera vez duda por un dragón, y no es raro que dude de su hijo, el jamás a demostrado ser un notable vikingo después de todo, pero ahora, ahora hacia esto.

Otro par de vikingos se montaron sobre el dragón y lo terminaron de inmovilizar, este siguió forcejeando pero no podía quitárselos de encima.

-Stoick…- llamo uno de sus camaradas al pelirrojo, este seguía mirando a su hijo y sosteniéndole el cuello al de escamas negras.

-Llevémoslos a las jaulas… más tarde procederemos a hacer algo con ellos-

-Entendido-

No era la primera vez que capturaban a una de esas bestias, pero preferían no hacerlo para no lidiar con ellos mientras los tenían en cautiverio, aunque ya era un método muy bueno en que en la etapa final de los entrenamientos de los jóvenes vikingos se les pusiera a pelear con los dragones capturados en pasados enfrentamientos, claro, jamás habían capturado en toda la historia de su isla a un furia nocturna, muchos estaban nerviosos por la decisión de su líder pero no cumplirían con lo ordenado.

-Tú y yo vamos a hablar-

Esa mirada seria y ese seño fruncido en la mirada de su padre nunca significaban nada bueno, esta vez no seria la excepción.

Observo como el cuerpo del dragón era atado y empezado a arrastrar hacia los campos de entrenamiento, ahí había celdas lo suficientemente grandes y resistentes para mantener cautivos a dragones como él, sus miradas se conectaron nuevamente, llenas de suplica y sufrimiento, los estaban separando y eso no estaba bien, todo tan rápido y doloroso, ¿Qué podían hacer?

-Camina-

Hiccup miro una vez más a Praxedes y con su mirada trato que comprendiera que no provocara la ira de sus cautivadores, y que por lo que mas quería, que tuviera fe en él, haría algo, aun no estaba seguro de que, pero liberaría a Praxedes.

Después de unos tortuosos minutos de silencio de seguir a su padre llegaron a un lugar tan conocido para él como su propia casa, el taller de Gobber.

Entraron en busca de la privacidad de sus paredes, además que era el lugar más cercano, Hiccup estaba seguro que su padre quería “saber”, pero no estaba seguro si realmente quisiera “saber” lo que pasaba, al menos con el furia nocturna.

-¿Qué fue eso?- la voz autoritaria y grave digna de cualquier líder que se respete, la de su padre le hablo y como muchas tantas veces no supo que responder -¿Por qué defendiste a esa bestia Hiccup? ¡Son nuestros enemigos!-

-No… te equivocas, esta mal, todo lo que se supone que sabemos de los dragones esta mal-

-¿Qué? ¿Qué rayos tienes en la cabeza ahora? No puedes decir de la noche a la mañana que los dragones son buenos solo porque uno apareció por coincidencia para atacar a ese cremayerus-

-¡Vino para proteger… nos!-

-¿Hiccup? ¿Conoces de alguna forma a ese monstruo?-

-No es ningún monstruo… yo, yo lo conozco, es mi… amigo- sabia que estaba diciendo más de lo que debería, ya contradecir a las creencias de su pueblo había enfurecido a su padre, decirle que era algo mas que un amigo el dragón que defendía, no quería ni imaginarlo.

-¿Amigo? ¡¿AMIGO?! ¡A esos monstruos no se les puede conocer como amigos! ¡son unos asesinos!-

-¡También nosotros!-

-¡Basta! Estoy muy decepcionado de ti… por lo que a mi respecta, ya no eres mi hijo-

Decepcionado, estaba realmente decepcionado y confundido, su hijo prácticamente traiciono todas sus creencias, y ahora, ahora le había dicho algo realmente doloroso y no se atrevía a retractarse ni voltear atrás a ver a Hiccup y como sus palabras lo habían afectado, así que salió, no podía estar en la misma habitación que su único hijo, debía regresar a sus labores, debía continuar siendo el buen líder que era para su pueblo… ¿y cómo padre?

Cuando la puerta se cerro con un rechinido y dejo que solo el fuego de la forja iluminara el interior, Hiccup literalmente se derrumbo, muchas veces había recibido regaños y sermones de su padre, por su torpeza y poca “vikingues”, y ahora lo negaba como su propio hijo, y el mundo jamás le pareció tan frio y doloroso como en ese momento, sensación muy similar a la que experimento cuando su madre murió.

Era diferente, raro, un torpe y quizás todo lo que los demás vikingos pensaban de él, y lo sabia, siempre lo había sabido a pesar de tratar de ser como ellos pensaran que debería comportarse un verdadero vikingo, pero no importaba lo que hiciera, él siempre seria él… pero encontró a alguien, un amigo, y luego algo mas que un amigo, realmente ser como era no era tan malo, y ahora su padre que lo negaba, lo único que le quedaba era aferrarse a Praxedes, que era su todo.

Tenia que ir a rescatarlo cuanto antes.

*+*+*+*+*

Adolorido, herido y cansado, empezó a arrastrarse hasta la profundidad del bosque, eso había sido muy feo, y apenas se había logrado salir al margen de semejante choque de titanes, un segundo mas y no la cuenta.

Los vikingos eran aterradores, también los de escamas negras cuando estaban furiosos, el de escamas rojas seguro había terminado muy adolorido y herido.

¡Se lo merecía!

Eso y mas ese maldito rojo, se había quedado lo suficiente después de que fue arrojado al suelo como vil esqueleto de pescado deshecho cuando al fin encontraron el nido del humano que acompañaba al de escamas negras, para escuchar la pelea, ver el nido de madera incendiarse, y claro, ver como el de escamas negras llegaba y le daba tremendo mordisco al de escamas rojas, claro, le hubiera gustado quedarse un poco más, pero más vikingos empezaron a aparecer y eso no era bueno.

Claro que se merecía tremenda golpiza… pero el humano amable no se merecía que le quemaran el nido, o que atentaran contra él.

¿Ahora que pasaría?

Primero iría a un lugar un poco mas alejado en el bosque, a ver si encontraba algo que comer, un ratón quizás le caería bien.

Esperaba que ese humano estuviera bien.

*+*+*+*+*

Era oscuro, era frio, era el fin del mundo.

Encadenado con grilletes y cadenas, sobre una enorme tabla de madera, cautivo estaba el demonio de escamas negras que habían logrado atrapar ese día, la gran mayoría pensaba que era una alucinación, o un sueño increíble, ese al que nadie había sido capaz de ver, atacar o derrotar estaba encadenado, demostrando una vez mas que lo que se llegaba a pensar imposible podía ser logrado.

Cierto, estaba encadenado, pero aun así no dejaba de imponer esa enorme figura negra, no dejaba de intimidar a sus captores, que a pesar que no lo demostraban, temían que lograra escaparse y tomar venganza, pero lo que ellos no veían era el temor en sus ojos, no por su bienestar o su vida, esa no podría preocuparle menos en esos momentos, lo que le preocupaba es ya no verlo más, ya no sentirlo, olerlo o saborearlo, ya no estar junto a su todo.

Dolía, claro que dolía hasta puntos inimaginables y desesperantes, al menos lo había logrado proteger de ese de escamas rojas, no podía decir lo mismo de los gritos irritantes de ese que decía haber concebido a tan grandiosa creatura que era su todo, y solo porque él se lo pidió tan desesperantemente no arremetió contra el dejándose atrapar.

¿Por qué tenia que pasar esto? ¿Acaso había nacido bajo una estrella de mala fortuna para que le ocurriera aquello?

No, si fuera eso cierto jamás hubiera encontrado a Hiccup, o que este lo hubiera encontrado según se viera, y como tenia la gran fortuna de haberlo encontrado, y a pesar de que en estos momentos se encontraran separados, debía tener la esperanza, pequeña y rarifica esperanza que lo sostenía en la cordura, de estarían de nuevo juntos, esto no acabaría así, esto no debía de acabar así.

GROAR!!!!!

-¡Échenle otra cubeta a este que no se esta quieto!-

El rugido del de escamas rojas al otro lado de la pared de roca y el grito de uno de sus captores lo saco de sus pensamientos, si, al otro lado estaba ese infeliz que lo había empeorado todo en un instante.

El de escamas rojas tampoco se las estaba viendo bonitas, también encadenado y colocado en una de esas jaulas de roja y acero trataba de liberarse con desespero, cierto que los humanos no tenían escamas gruesas o colmillos afilados con que defenderse, pero sabia perfectamente que tenían artefactos hechos por ellos mismos que les ayudaban muy bien a defenderse contra ellos, y ahora encadenado, acorralado, estaba realmente desesperado por escapar.

Había tratado de escupir fuego o prenderse a si mismo, pero claro, esas sabandijas de dos patas tenian trucos sucios como echarle agua ensima para evitarlo, además que se estaba quedando sin potencia en sus tiros de fuego, rayos, si no descansaba un poco se quedaría sin eso y ahora realmente estaría completamente indefenso.

Hablando de potencia de fuego, el de escamas negras también estaba cautivo, si quisiera podría escupir todas las bolas que quisiera ¿Qué rayos estaba esperando? ¿Qué le cortaran la cabeza?

~¡Hey tu lagartija negra! ¿Por qué rayos no te defiendes?~

~¡CALLATE REMEDO DE DRAGON!~

~Mira lagartija, no tengo nada contra ti, aunque si se me da la oportunidad te regresare el favor de hace rato, pero sinceramente no quiero morir entre las manos de uno de esos humanos, así que trabajemos juntos~

~Jamás trabajare junto al que trato de dañar a Hiccup~

~¿Hiccup el humano flacucho~

~Grrrr~

~No se porque tanto interés, además solo seguía ordenes de la “muerte”, es solo otro humano, no entiendo porque te molesta~

~Por que ese humano es ¡MI TODO!~

Después de la tremenda confesión del de escamas negras el otro se quedo mudo, eso si que realmente no se lo esperaba, jamás había escuchado algo así ¿acaso esa era la razón por que la “muerte” lo mando?, rayos, que el “todo” de un dragón fuera un humano, eso no se lo podía imaginar, pero de eso jamás se bromea, era cosa seria, aunque podría explicar porque el aroma del bosque estaba tan combinado.

~Así que… un humano~

Esto se volvía delicado.

Notas finales: Bueno, ¿ya dije que lo siento?, en compensación trate de hacerlo un poco largo, pensaba hacerlo un poco mas, pero creo que si lo hago no lo subo antes del fin del mundo predicho por los maya, osease el 12 del 12 del 12 :/ y ps no, antes de eso subo este cap antes que ocurra un clataquismo o me deprima tanto por mis calificaciones y luego me quiten la lap como castigo, perdón por faltas de ortografía, por desesperarlos, por hacerlos pensar que se acaba el mundo el 12, aunque eso quien sabe, y por separar de momento a Prax e Hiccup de momento

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