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Amo a un dragón por minima

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CENIZAS II

El rumor de lo ocurrido en la casa del jefe de la aldea no tardo en recorrer toda la aldea, cada hombre, mujer, joven y niño sabía que un par de osados dragones se atrevieron a atacar la vivienda del pelirrojo en muy sospechosas circunstancias, y ahora estos, después de haber dejado la choza hecha cenizas y escombros en su mayoría, se encontraban encerrados en lo que ellos conocían como “la arena de combate” o “el ultimo rodeo”, el lugar en que los jóvenes vikingos privilegiados, los más destacados, fuertes y valientes, enfrentaban su última prueba en su entrenamiento, matar un dragón.

Un privilegio ambiciado por muchos jóvenes vikingos, al tener esa oportunidad de ser el primero en su generación de matar a su primer dragón en frente de toda la aldea, mostrando su valía y coraje, tener la oportunidad de ser recordado como un héroe con ese hecho y ahora los jóvenes no podían estar más interesados al saber que una de esas horribles bestias era un Furia Nocturna.

¿Y si decidían conservarlo para la prueba al final del entrenamiento? Sería una oportunidad irremplazable.

Y claro que nadie quería perder esa oportunidad, ni siquiera Astrid o Snotlout, o Tuff y Ruff, o en realidad toda la bola de barbaros adolecentes que practicaron durante meses en sus entrenamientos ejercitándose y luchando entre sí.

Bueno, excepto uno, quien aún seguía en el taller de Gob tratando de pasar el trago amargo que fueron las palabras de su padre y la abrupta separación de su todo.

Hiccup no podía terminar de creer lo que acababa de pasar hacia unos momentos.

Cuando su vida parecía llegar a tener un sentido por fin, esta parecía disfrutaba arrebatarle su felicidad de la manera más abrupta y cruel de la que se pudiera imaginar.

No podía terminar así, simplemente no podía acabar de esta manera, se negaba a pensar que Praxedes moriría en mano de uno de los suyos, peor, en manos de su padre siendo el líder de la aldea, era algo que le oprimía el pecho y no lo dejaba respirar, era como cuando su madre falleció y nadie pudo hacer nada para evitar que su final, el siendo apenas un niño que comprendía lo que pasaba, que no pudo más que observar cómo se le iba la vida al cuerpo de su progenitora, no pudo hacer nada.

Esa sensación de impotencia y desesperación era la peor cosa que le hubiera pasado en la vida, como morir poco a poco desde adentro.

Tenía que hacer algo, simplemente no podía permitir aquello.

Rescatarlo era su principal prioridad, si eso significaba que debía traicionar los ideales de su pueblo, bien, ya lo había hecho al no matarlo desde un principio, al cuidarlo, al empezar a sentir afecto, al amarlo.

El bien y el mal a veces depende de cuál es la perspectiva con la que se mira, para él podría estar bien, para ellos, el peor de los pecados.

Cuando empujo esa puerta de madera la luz del sol ya no gobernaba el cielo, sino la oscuridad de la noche tan negra como las escamas de su amado.

Las personas normalmente ya estarían preparadas para estar dentro de sus hogares, preparar cena, o sus rituales para descansar y dormir, en lugar de eso hay más movimiento de lo habitual, anda de boca en boca todo lo ocurrido esa tarde, las amas de casas, los líderes de familia, los niños y ancianos incluso, es un hecho sin precedentes.

Sabe que la mayoría se está dirigiendo hacia el gran salón, lugar donde seguramente trataran de escuchar los hechos de primera mano, de su padre, y cuáles son las decisiones que tomara.

Pensar en la sentencia que saldrá de los labios de su progenitor solo causa más sentimiento de asfixia.

Debe apurarse, no debe de llamar la atención, debe llegar donde Praxedes.

+*+*+*+

~He escuchado de dragones de las aguas con los que vuelan, incluso unos que se emparejaron con otra clase de creatura, pero… ¿un humano?~

Grrrr…

~Es… raro~

Grrrrrrr…

~Extraño… aunque los tuyos tienen esa capacidad de cambiar de forma… pero, ¿un humano?~

-¡Cállense de una buena vez bestias!-

De fuera de sus celdas un vikingo les gritaba, esos demonios con alas no habían parado de gruñir desde que los llevaron al rodeo, uno de los lugares de entrenamiento de los vikingos, el más difícil de todos, ya que las nuevas generaciones ponían en práctica todo lo aprendido en su entrenamiento en una de las pruebas más difíciles y dada solo a los que demostraban ser los mejores.

Luchar con un dragón de verdad, frente a toda la aldea.

Pero claro, en ningún momento de la historia de todas las generaciones desde que los primeros vikingos se establecieron en esa isla, habían atrapado al temido Furia Nocturna, y escucharlo rugir una y otra vez atrás de esas puertas, por Odín, le ponía la piel de gallina, aparte lo habían dejado solo con esos dos.

Ya han tenido experiencia sometiendo a infinidad de dragones, experiencias de vida o muerte por generaciones hasta haber casos en que por fin logran atrapar a algunos con vida y llevarlos al rodeo.

Ciertamente ninguna generación pasada se hubiera tan siquiera atrevido a imaginar a atrapar un ejemplar de Furia Nocturna, es, es algo imprevisto, inimaginable, y aun así estaba ocurriendo.

Ahora solo con dos dragones encarcelados en dos celdas separadas con cadenas y grilletas especialmente hechas para dragones, no debería ser tan diferente a otras ocasiones, pero por santísimo Thor, un es un Furia Nocturna y le tiemblan las piernas, la única parte buena que lo hayan dejado solo es que nadie es testigo de su miedo nada digno de vikingos.

Claro, todos sus camaradas estaban en el gran salón, seguramente esperando instrucciones de su líder, si fuera por él, entre más rápido se desecharan de ese demonio seguramente engendrado por el mismísimo Loki mejor.

Solo los dioses sabrían lo que significaban esos rugidos detrás de esas puertas.

~¡Cállate!~

Realmente no lo soporta, quiere salir, quiere destrozar al dragón en la celda al lado de él, quiere destrozar a todo y a todo aquel que se cruza en su camino para estar de nuevo junto a él, al lado de su todo.

Hiccup, su Hiccup, quiere tenerlo de nuevo entre sus brazos, perderse en su aroma, escuchar su voz, duele tanto, tanto física y espiritualmente la lejanía forzada de su todo.

Pero para incluso el, con toda su fuerza, le seria difícil escapar de esta por sí solo.

Con toda la experiencia de generaciones de dragones y vikingos peleando entre sí, cada uno había aprendido características de sus adversarios.

Los dragones eran por si solos creaturas mortales, equipados naturalmente con las herramientas para sobrevivir en este mundo, garras, fuerza, fuego, eran apenas algunas de las asombrosas cualidades que tenían.

Los humanos, los humanos no eran las creaturas más fuertes, ni con la mejor vista o pelaje para sobrevivir en entornos inhóspitos, pero a pesar de ser una de las creaturas menos equipadas físicamente, habían desarrollado otras habilidades muy eficientes que podían competir con dones naturales como las garras o fuego de los dragones.

Una de ellas era su habilidad de razonamiento y aprendizaje, y con la habilidad de armar y crear cosas como herramientas o diversos aditamentos que les servían para sobrevivir, habían podido luchar casi de igual a igual contra los dragones hasta estos días.

Así como habían aprendido a crear espadas, mazos, escudos y demás, los humanos habían aprendido incluso a forjar cadenas capaces de contener a un dragón grande como lo era un Furia Nocturna.

Irónicamente aunque este no lo supiera, Hiccup había ayudado en su tiempo a forjar estas cadenas que lo aprisionaban junto a su tío Gob.

Diferentes tipos de eslabones, cadenas y lazos, pero ese chico siempre lograba atraparlo.

+*+*+*+

Llegar hasta los acantilados le pareció una eternidad, demasiado cansado y adolorido caminar era su única opción para trasladarse de momento hasta un lugar alejado de los humanos.

El viento soplaba fuerte y la noche se presentaba fría.

Quería encontrar un lugar seguro entre los riscos y descansar hasta recuperar fuerzas, aun así no podía dejar de pensar en el humano amable y lo que sería de él, también incluso pensó en el de escamas negras.

Tal vez estaba sintiendo cierta empatía por ellos, pero no podía hacer nada en esas condiciones, mal herido, cansado, además que sus adversarios era toda una aldea de crueles vikingos menos uno, no se necesitaba ser muy listo para saber los resultados.

Solo quedaba esperar y desear lo mejor.

Cuando llego al borde vio a alguno de los suyos revolotear cerca, que al verlo tan magullado y débil decidieron acercarse curiosos para saber que rayos le había pasado.

Era común que alguno de ellos se metiera en problemas y terminara con un par de golpes, pero eran los suficientes habilidosos como para escapar de un grave problema, así que el grupo de curiosos decidió ir a ver porque uno de sus congéneres había terminado de esa manera.

Fue así como el rumor de lo ocurrido aquella tarde no solo empezó a correr por las bocas de los humanos, llegando más allá de sus costas a tierras jamás pisadas por el hombre.

A la isla de los dragones.

Es ahí donde realmente las cosas empezaron a ponerse muy, muy mal.

Más allá de lo que la pareja de humano y dragón hubiera imaginado para su mala fortuna.

~¡¿QU…?!~

Un potente rugido que sacudió desde la base al volcán que servía de refugio a los dragones espantando a todos los que estuvieran presente en este o cerca de este.

El ser que descansaba en su interior manifestaba el peor de su humores, la furia que despedía de él literalmente hacia vibrar las paredes que lo rodeaban comenzando a agrietarlas.

¿La razón? Una tarea mal hecha.

Oh esa peste, envía a hacer algo tan simple como matar a un humano y ¿Qué es lo que obtienes?, FRACASO, patético fracaso que no solo sentenciaba el final de la vida de su mensajero sino de todo aquel que se le cruzara en su camino relacionado o no con este.

Es por eso que los dragones congelados por el miedo se escondían, tratando de encontrar el coraje de arriesgarse y salir volando para escapar, una apuesta muy peligrosa para cada uno de ellos.

Al parecer tendría que hacerlo él mismo, y eso significaba una masacre total, no podía conformarse con solo eliminar al de escamas negras, o a ese humano que al parecer había creado cierta amistad, ¡que ridículo!, con ese dragón, y claro, para que no se repita ese hecho que le hacía hormiguear las escamas, con malos presentimientos, debía eliminar toda la colonia de humanos en la que vivía ese humano.

Hace mucho que no salía a ejercitarse un poco, y claro, a divertirse también, hacía años que no destrozaba toda una colonia humana y también que no probara sus jugosas carnes, masacre y festín, todos servidos en un mismo plato.

El volcán rugió nuevamente, esta vez más potente y atroz, mucho más fuerte que lo que nunca antes alguno de sus inquilinos hubiera experimentado en sus vidas, fue como aquella vez que Hiccup jalo el gatillo dejando escapar con toda su potencia aquellas cuerdas con las que había atrapado a Praxedes, esta vez el gatillo era aquel aterrador rugido y todos sus inquilinos salieron despavoridos volando lo más rápido que podían como abejas que salían de su propio panal en llamas, pero ellos eran dragones, y la diferencia era que el peligro era la “reina” autoproclamada que al parecer había despertar de muy mal humor ese día.

El volcán rugió y de su cráter salió una gran columna de fuego, los dragones que no lograron esquivarla cayeron aturdidos por el golpe colgados en las paredes exteriores del cono del volcán, otros que salieron de grietas y chimeneas secundarias apenas y se atrevieron al voltear a ver el “nido” cuando este empezó a rugir de nuevo, pero ahora temblaba, ¡el volcán temblaba!

La marabunta de dragones que plagaba el cielo empezó a dispersarse en diversas direcciones, solo los caídos y los locos se hubieran atrevido a quedarse.

La roca se empezó a agrietar y crujir, la boca de la principal chimenea no era lo suficiente grande y al ser forzada estallo en cientos de rocas creando una avalancha de rocas y tierra que llego hasta las costas de esa isla volcánica, y ahí estaba, el horror de todos los inquilinos del nido, la misma muerte decidiendo salir después de saber cuántas generaciones ya, y eso definitivamente no era nada bueno.

Y todos empezaron a volar sin mirar atrás, porque si lo hacían sentían que la muerte se los llevaría con solo mirarlos.

Polvo, ceniza y neblina, enmarcaban la intimidante figura de un dragón mucho más grande que cualquier otro, de un aspecto que ningún vikingo se hubiera atrevido a imaginar, o cualquier creatura que no lo conociera en realidad.

Tan grande como una montaña, tres pares de ojos, fauces tan grandes como para devorar un barco entero, escamas tan gruesas que ningún arma o garra de bestia pudiera penetrar, ni siquiera causar un leve rasguño o molestia.

Este era un dragón entre dragones, un verdadero monstruo entre monstruos, una creatura con un apetito insaciable, tan enorme que únicamente era superado por sus ansias de poder, de codicia y control.

Podía considerarse una obra perfecta por su falta de puntos débiles, no teniendo rival, o una aberración de la misma naturaleza por las atrocidades que podía llegar a hacer.

Y estaba enojado, hambriento, y no había forma de pararlo hasta que llegara a cumplir su objetivo.

Así que extendió sus alas, y emprendió vuelo.

Solo los dioses sabrían lo que pasaría ahora.

*+*+*+*

Todos estaban en el gran salón, o casi todos estaban en ese lugar, la mayoría estaba esperando saber a ciencia cierta qué es lo que había pasado esa tarde y confirmar los rumores que habían circulado en la aldea.

Aunque como ya se dijo antes, no todo el mundo estaba esperando la confirmación del rumor y las decisiones que tomaría el líder de la aldea, había algunos que descansaban en su casa o estaban realizando guardia, pero esos no nos interesan.

Nos interesa el grupo de personas que quieren saber los hechos por ellos mismo, no por la boca del jefe de la aldea lo cual sería lo más razonable, ¿pero qué se puede esperar de un grupo de adolescentes?, claramente poco razonamiento e imprudencia.

-Muévete más rápido Tuff-

-Lo haría si el trasero gordo de Fishlegs avanzará más rápido-

-Sigo pensando que es una mala idea chicos, una más segura para enterarnos bien de lo que paso es ir al gran salón como la mayoría-

-Nosotros no queremos saber los hechos, queremos ver los dragones, ¿verdad Ruff?-

-Exacto, incluso Astrid esta igual de emocionada como nosotros-

-Shh ya cállense, nos descubrirán si no se callan-

El grupo formado por Astrid a la cabeza, Fishlegs atrás de ella, y los gemelos desastre Tuff y Ruff, se encontraban escabulléndose en medio de la noche para ir a donde habían guardado a los dragones.

Emocionados y nerviosos, tenían que buscar una manera de verlos, estábamos hablando de dos dragones, ¡Y uno de ellos era un Furia Nocturna!, sin lugar a dudas tenían que verlo.

-¡Hazte a un lado cabeza hueca!-

-¿A quién le llamas cabeza hueca torpe?-

-No se metan en mi camino y dejan de pisotear-

Y al parecer no eran los únicos con esa idea.

Frente a ellos, no muy lejos, se encontraba el grupo de Snotlout, y como era de esperarse eran tan escandalosos como una manada de jabalís hambrientos, cualquiera con oídos podrían escucharlos y la táctica de llegar desapercibidos se iba a ir al lodo si no se callaban.

-¡¿Podrían guardar un poco de silencio?!- les susurro-grito Astrid para llamarles la atención a esa bola de músculos sin cerebro.

-¡Astrid!-

-A-Astrid-

-Ahhh es Astrid-

Y como un hechizo que los volvía más cabeza hueca si es que se podía el grupo de chicos le puso toda su atención a la rubia vikinga.

-Si no quieren que nos descubran, mas bale que guarden silencio o seré yo misma quien les cierre la boca con mi puño-

-No Astrid-

-Hare todo lo que tú digas-

-Astrid ahh- uno seguía suspirando.

-Ssshhh-

Son un grupo de torpes, poco cerebro e imprudentes vikingos, pero Astrid los puede manejar, todos ellos están locos por ella así que debería ser tarea fácil, aunque era algo de temer no tener tanto cerebro, esto podría salir mal, pero realmente quiere ver a ese dragón.

-Bien chicos, mas bale que se queden callados y no hagan escándalo, no queremos que nos descubran-

Estaban ya demasiado cerca, no se echarían atrás, tenían que actuar rápido.

Tardaron no mucho en llegar a la arena que servía de prisión de esos dragones, escondidos en las sombras de la noche ellos alcanzaron a ver a un solo vikingo, no es que no quisiera decir que hubiera más justodiandolos, por lo que permanecieron escondidos.

Estaban tan cerca, debían conseguir una manera para alejar a los guardias.

No eran los únicos con la sofocante sensación de que tenían una oportunidad tan cerca, pero a la vez estaba muy lejos. Ellos por curiosidad, un deseo egoísta de ser uno de los primeros jóvenes en ver a un furia nocturna en persona, otro, más alejado y ajeno de las atenciones de todos, con el deseo de reunirse nuevamente con aquel ser que le había robado el corazón.

Hiccup se encontraba escondido, mucho más sigiloso que sus compañeros vikingos él se había escabullido hasta llegar a donde aprisionaban a Praxedes y aquel otro dragón que lo había atacado esa tarde.

Para su mala fortuna no había sido el único con la idea de llegar a esos lugares, además de haber llegado un poco después que ellos.

No podía ir así como así a liberar a Praxedes, tal vez con solo ese guardia, pero ahora con la bola de adolescentes que se amontonaban en su propio escondite improvisado se enfrentaba a otro problema.

Sería menos fácil si actuaba en este preciso momento, no debía de actuar imprudentemente y arriesgar su oportunidad de salvar a Praxedes.

Tan cerca, y a la vez, tan lejos.

La vida podía ser tan injusta.

¿Aunque quiénes somos para juzgarla? Somos seres caprichosos como la misma naturaleza, o pero claro, ella es más sabia que nosotros, la vida crea caminos pero nosotros decidimos seguir cuales, lo podemos llamar destino, pero eso no quiere decir que es sinónimo de fatalidad.

Aun no podemos decir que algo bueno no vendrá de este hecho, aunque claro es algo que todavía no son conscientes nuestros protagonistas.

Nos estamos adelantando a cosas que todavía no pasan, es hora de regresar a la incertidumbre de la situación actual.

En la cual la paciencia juega un papel clave.

Cosa que muy pocos vikingos en esta isla, mas adolecentes, tienen el lujo de presumir, pero claro está, Hiccup siempre es la excepción de las cosas comunes entre los vikingos.

El grupo combinado de adolecentes estaban perdiendo la paciencia, no podían simplemente quedarse ahí esperar, algo tenían que hacer, algo imprudente cabe aclarar.

-¡Hey! ¿A dónde creen que van?-

El susurro-grito de Astrid los detiene en el acto, no tiene hacha o espada, pero ella aun es capaz de darles una muy buena lección y todos sus pretendientes son conscientes de ello, es por eso que ninguno ha tratado de llegar más lejos que sus elogios o pequeñas muestra de admiración y afecto, ya que si ella llegara a estar ofendida o enfadada los haría pagar con creces.

Aun así son muchachos que siguen sus impulsos, y es difícil no querer acercarse lo más pronto posible a ver a los dragones.

Fishlegs es el único que se mantuvo en su lugar, mas por miedo a las consecuencias de tan solo de estar cerca de los dragones a lo dicho por la rubia vikinga.

Quizás fue medio minuto en que los muchachos más los gemelos debatieron en su mente en hacerle caso a la rubia o no, como la mayoría de las veces se hubieran inclinado en caer en la complacencia de la rubia, tal vez se hubieran quedado y obedecer sin chistar, pero era una de esas veces… extrañas como ver a un Furia Nocturna, en la que la ignoraron completamente y volvieron presurosos en su andada para acercarse más a las celdas de los dragones.

-Arg, ¡Malditos cabeza de troll!- se queja, gruñe y refunfuña lo más bajo posible, ¡hombres! Si tuvieran algo de cerebro serían más tolerables.

-As… Astrid, ¿podemos irnos ahora?- pregunta el único que no se ha movido aun de su sitio, esperanzado de que su rubia compañera haya recapacitado y tome la decisión más certera que es retirarse.

-¡No!- para ser un susurro-grito es realmente intimidador, ella también quiere ver al dragón legendario, y no se marchara hasta lograrlo, podrá ser más sensata que la bola de adolescentes que se adelantaron a ella, pero es igual de terca como cualquier otro vikingo y no hay que olvidar que también es adolecente, la edad perfecta para cometer errores e imprudencias.

Con el corazón en la garganta Hiccup observa todo, debatiendo en las posibilidades desastrosas que podían desencadenar sus compañeros vikingos, imágenes fatalistas escapan de su imaginación angustiándolo más y más, hasta que la parte más pequeña, la más optimista y diminuta, le dice como un susurro en el oído, que esto no podría terminar tan mal y podría favorecerlo.

Solo tiene que esperar un poco más a ver cómo se desarrollan los hechos, o más bien los descuidos de sus congéneres adolecentes.

*+*+*

Aclara los hechos en los demás aldeanos, no necesita que rumores sobreexciten a la población, ya es suficiente con el simple hecho que uno de los dragones atrapados es un Furia Nocturna, después se aparta un poco, está presente y a la vez no, está cansado, tanto física como mentalmente, y miles de voces se escuchan a su alrededor pero ninguna le importa, solo una que ya no está en cuerpo presente.

“¿Cómo pudiste?”

Es un eco en su mente, mas imaginación motivada por la culpa que un verdadero fantasma, el fantasma de su difunta esposa.

Le prometió cuidar a su hijo, que sería un buen vikingo, prometió… tantas cosas.

¿Había cumplido alguna? Si, ¿verdad? Pero ahora… había dicho algo horrible, la decepción, la ira y la incomprensión de los actos de su hijo lo impulsaron a decir aquello, pero eso no lo justificaba.

-Hey quita esa cara amigo, ya sabes que son gajes del oficio que se quemen una casa o dos, una docena cuando mucho cuando se enfrenta a los dragones- Gobber trato de animarlo, pensando que la razón de ese semblante nada alegre de su amigo era por la pérdida de su casa, que bien se podía reconstruir en unas semanas, no era la primera vez que ocurría en la aldea y ya había mucha practica en ello.

-Sí, lo se Gob… pero no es solo eso-

-Hiccup no salió herido por lo que me dijeron los demás, tiene suerte ese muchacho-

A la mención de su hijo el líder de la aldea incremento su gesto de pesar… o era el padre sintiéndose culpable.

-¿O le paso algo al muchacho? Contéstame amigo, no te veía tan callado y lúgubre desde que comiste estofado de morsa hecho por mí-

-Es… no lo comprendo-

-Pues yo menos amigo-

-Hiccup jamás será como nosotros- admitió en tono lúgubre, era algo que ya había sabido desde hace tiempo pero que aún tenía esperanzas de cambiar, que el muchacho flaco falto de musculo y algo torpe con el tiempo crecería con mas músculos y fiereza de cualquiera de sus congéneres, pero eso nunca pasaría.

-Uh, si, lo se amigó, no es el más fuerte de todos y es algo torpe, pero no hay dudas que es un gran muchacho-

Y lo dicho por su amigo también era verdad, era un muchacho respetuoso, amable, paciente, Odín sabía que si no lo fuera ya se hubiera vuelto loco por algunas locuras de él y Gob, como sus intentos de cocina, experimentos del propio Gob de catapultas u otras armas traídas a la casa, con varios accidentes peligrosos, los aceptaba con muchos defectos y él… ¿Qué había hecho?

-Gob…-

Quería estar solo, quería dejar de pensar, quería que la decepción y el coraje no le hubieran dejado un mal sabor de boca, regresar en el tiempo y pensar dos veces mejor esas últimas palabras que dijo a su hijo, quería pedirle consejo a su amigo, que siempre estaba ahí para él, pero a la vez no quería decir nada.

-Solo… solo necesito descansar un poco-

-Claro amigo, te comprendo, no hay ejercicio más agotador que enfrentarse a los dragones-

-Si- aunque lidiar con sus propios demonios era igual o mucho más agotador.

*+*+*+*

Delicadeza y sigilo son características necesarias para un cazador, son cualidades que se pueden desarrollar a lo largo de los años y se pueden aplicar a otras tareas con resultados satisfactorios.

Pero de nuevo, aunque suene muy repetitivo, este era un grupo de adolescentes vikingos algo inexpertos y la mayoría con la paciencia del tamaño de un renacuajo, y uno muy pequeño.

Podrían culparse entre ellos durante días sin descanso, cosa que ciertamente harán más adelante, pero la realidad era que cada uno de ellos tenía la culpa, incluso Astrid o Fish, la excitación del momento incito a la torpeza, e los hiso caer uno por uno, literalmente.

Podrían culpar a quien tropezó primero, o al que se rio o al que empujo al que se rio para que se callara haciéndolo tropezar y este a su vez lo agarro para evitar su caída, y así cada uno agarro a otro para evitar caer y tropezar en ese desnivel que era la rampa de entrada al rodeo, tropezando en la oscuridad como boca de lobo chocando contra la reja que servía como entrada aplastándose los unos a los otros creando un completo desastre de cuerpos apretujados y golpes como codazos y rodillazos para poder moverse o quitarse al que tenían encima.

Era lógico que el guardia se diera cuenta, hasta los dragones en cautiverio se dieron cuenta del desastre en la entrada del lugar.

-¿Pero qué…? ¡Por el martillo de Thor! ¿Qué rayos hacen aquí?-

El guardia llego iluminando con una antorcha el desastre en la entrada del rodeo, dando gracias a sus adentros que no fueron innumerables monstruos enviados por el mismísimo Loki por tener cautiva a su creación como su fértil imaginación le hiso imaginar al escuchar el desastre en su momento, aunque tal vez una bola de adolecentes vikingos no se quedan tan atrás con aquellos monstruos.

-He buenas noches… bueno… nosotros…-

-¡Fue idea de él!-

-¡Mentira fue tuya!-

-¡Tontos cabeza de troll!-

-Quítense de encima… no puedo respirar-

Como había dicho antes… realmente no se quedaban muy atrás con cualquier creatura espantosa que se hubiera imaginado, adolecente, el dolor de cabeza más insufrible de todos, esperaba que su pequeña niña cuando llegara a esa edad no fuera tan imprudente, que Odín escuchara sus suplicas.

-¡Cállense! Venir aquí fue muy peligroso muchachos, además de estar prohibido para ustedes, párense de una buena vez, los llevare ante Stoick-

-Pero, pero-

-Nada de peros, se creyeron muy valientes y astutos como para venir aquí de escondidas, ahora serán también valientes y asumirán las consecuencias con el líder de la aldea-

Más de uno palideció ante esta sentencia, especialmente los muchachos, aún seguían sufriendo por el castigo de su broma contra el hijo de su verdugo, ahora desobedeciendo una de las reglas que todo mundo sabía, que era que todos los jóvenes en entrenamiento no debían acercarse al ruedo sin supervisión, que Odín los amparara.

Maldiciendo en sus adentros cada adolecente con el sabor de la derrota y fracaso en sus bocas acato las órdenes de su superior y le siguieron para enfrentarse a Stoick esperaban que se compadeciera un poco de ellos y no fuera tan duro con ellos, soñar no cuesta nada.

Y mientras ellos sufrían pensando en los posibles castigos que podrían infringir a ellos, una persona respiraba de alivio por primera vez esa noche.

Se le había presentado la oportunidad que tan ansiada mente había esperado.

*+*+*+*

Como su casa estaba reducida a ceniza tenía que buscar otra opción para descansar y meditar, entre sus opciones estaba el gran comedor, que aún tenía mucha gente en su interior aprovechando la ocasión para festejar la captura de los dragones, podía dormir en alguna de las casas de la aldea, personas que por respeto se lo ofrecerían sobrarían, pero no se sentía suficientemente cómodo con ello, excepto en una, que más bien ni era una vivienda sino el taller de su amigo.

No era la primera vez que se quedaba, en realidad cuando se embriagaban de más él y Gob se dirigían a la forja a pasar la noche, porque les quedaba más cerca que su casa, el truco era no dormir cerca de los objetos filosos, lo malo es que casi el 70% de esa choza taller tenia objetos punzo cortantes o peligrosos.

De hecho una vez al dormir tubo un corte de pelo algo accidentado por un hacha haber caído muy cerca de su cabeza, tuvo que cortar unos centímetros para que su barba estuviera pareja.

Tal vez el mayor inconveniente de esto era enfrentar a su hijo más pronto de lo que deseara, pero tal vez esto era lo mejor, tal vez así podría aclarar mejor su mente, o tan solo mantener el silencio entre los dos y ver si eso funcionaba.

No se sentía preparado para verlo de nuevo a la cara después de las cosas dichas, pero también necesitaba saber cómo estaba.

Que contradictorio, y luego decían que las mujeres eran complicadas.

Si tan solo su amada siguiera viva, seguramente ella sabría qué hacer, claro, después de darle una buena lección por lo que le había dicho a su hijo, pero ella no estaba, y a pesar de los años, aun no sabía cómo enfrentar y lidiar con ciertas cosas.

Parado frente a la puerta de madera que antes había azotado al salir dejando a su hijo, trato de reunir todo ese coraje y valentía que tanto presumían los vikingos a la hora de luchar.

Inhalo y exhalo, y sea como sea que así fuera.

Abrió la puerta pensando en enfrentar algo, más se encontró con nada, y la mescla de desconcierto y alivio lo embargo, no sabía dónde estaba su hijo, pero le aliviaba no enfrentarlo en este momento.

La forja calentaba el interior, armar por reparar y nuevas estaban colgadas en orden que Gob había dispuesto, y que solamente él e Hiccup sabrían descifrar, tomo asiento en un banquillo de madera y observó su alrededor, sus manos ásperas y llenas de callos habían blandido docenas de estas armas y muchas más, espadas cortas, largas, escudos, lanzas y hachas, incluso arco y flecha, aunque este último no era su predilecto, estaba muy familiarizado con estas armas.

Pero… ¿Dónde estaba Hiccup?

Sinceramente, aunque lo calificara como el peor de los padres en ese momento, no quería saberlo en este momento.

Quizás pasaron unos minutos, quizás una hora, pero cuando tocaron a la puerta su descanso no le pareció suficiente.

Supo en el momento en que tocaron a la puerta que no era Gob, este entraba siempre de manera estruendosa, más en su taller.

Abriendo la puerta encontró muchos rostros jóvenes, muchos rostros jóvenes muy conocidos.

-¿Qué pasa aquí?- demando con su mejor ceño fruncido, intimidante para cualquiera, especialmente para los jóvenes a reñir.

-Estos descarriados se atrevieron a fisgonear en el rodeo, seguramente querían ver a los dragones capturados-

-¿Qué? ¡Ustedes! Eso fue muy peligros, ¿incluso Astrid y Fish?, esto es muy decepcionante-

-Afortunadamente los descubrí antes de que algo grabe hubiera ocurrido-

-Bien hecho, ahora ustedes se enfrentarán a las consecuencias de sus actos, sabe Odín que hubiera pasado si hubieran estado cerca de los dragones sin supervisión, a pesar de estar encadenados y enjaulados aún son muy peligrosos, son…- algo paso por su mente, entre el sermón y la planeación de futuros castigos a los atrevidos muchachos la imagen de su propio muchacho apareció -¿Hiccup… Hiccup no estaba con ustedes?- soltó la pregunta extrañando a los jóvenes y a él mismo, por alguna razón, presentimiento tal vez, una burla de su imaginación sobre estresada, porque vamos, Hiccup es uno de los muchachos más sensato de toda la aldea como a comportarse de esa manera.

-¿Qué? No… no señor-

-Llévalos al gran comedor, la primer parte de su castigo será limpiarlo después de que todos se hayan ido-

Más de uno hiso una mueca de desagrado, los vikingos no tenían fama de limpios, menos cuando festejaban, iba a ser una ardua tarea el llegar a limpiar el desastre después de la celebración improvisada, ese el precio por su pequeña aventura.

Mientras los veía alejarse un pequeño detalle cruzó por su mente, y no le pregunto a quien llevaba a los muchachos a su castigo, ¿Quién custodiaba ahora a los dragones?

*+**+*

~¿Qué fue ese escándalo?~

Mientras que los dragones aún seguían atrapados pudieron oír a la perfección los hechos que acontecían afuera de sus celdas, al parecer un grupo se había aventurado a donde los tenían cautivos y su guardia había ido a reñirles.

Escucharon las voces jóvenes y el sermón del vikingo, un ruido metálico, chirriar de metal oxidado, alguien había levantado una reja y la volvía a bajar, quizás la entrada de ese lugar u otra celda, pero al escuchar los pasos alejarse optaron por la primera opción.

Cuando no escucharon más ruidos que el del viento y la del ligero rugir del mar no muy lejos, supieron que estaban solos.

~Ya no está ese~ afirmo en voz alta el de escamas rojas.

No era precisamente que la presencia o ausencia de su custodio en turno mejorara o empeorara la situación en la que estaban actualmente, aunque era algo menos estresante.

Un breve momento de reflexión del de escamas rojas, es que ha tratado de tener un intento de conversación con el de escamas negras, no por enfadarlo, aunque eso ha dado como resultado, sino es que no quiere pensar, o más bien no pensar en lo que llegara a pasar ahora que se encuentran en cautiverio y ha fallado con su misión, es una doble sentencia su fracaso y lo que queda es la resignación.

Algo que le nubla de sus preocupaciones actuales es el asombroso hecho del emparejamiento de ese extraño dragón, y estaba en todo su derecho el estar asombrado, y este dragón también lo estaba al defender a su pareja.

Si él hubiera estado en la misma posición reaccionaria de la misma manera, y es que el corazón de la dichosa bestia que responde al nombre de dragón, es tan apasionado e intenso como el mismo fuego.

Un nuevo rechinido, la reja es nuevamente abierta y alguien entra, probablemente el mismo humanos u otro para hacer guardia.

Pero no se escucha de nuevo el chirriar de la reja bajando, y los pasos no son tan pesados como los del anterior humano.

Praxedes no hace caso a estos detalles, aún sigue sumergido en este mar de preocupación dentro de su mente, roza un poco la locura en estos momentos, y cree ya haber caído en este abismo cuando escucha su voz.

-¿Praxedes?-

Si, estos nervios han logrado destrozado su cordura y ahora alucina su voz.

-¿Praxedes?-

Lo escucha nuevamente, es, es…

~¡HICCUP!~

Un rugido fuerte y muy familiar sale de una de las celdas, dos corazones ahora palpitan con la emoción de la alegría de reencontrarse nuevamente.

Hay una pequeña reja en la pesada puerta de madera que impide entrada y salida de los dragones, es apenas una mirilla para observar el interior para los vikingos para cerciorarse de las condiciones de los dragones, es ahí donde unos ojos verdes observan las sombras de la celda que alberga a su todo, y a pesar de esa absoluta oscuridad que gobierna en sus entrañas lo logra distinguir, ese cuerpo de escamas negras que no puede pertenecerle a otro que no sea Praxedes.

-Praxedes, al fin…- suelta un suspiro de alivio, en realidad siente que puede respirar nuevamente de tan solo que ya casi logra su objetivo y estar unos escasos metros del dragón de escamas negras.

Praxedes gime en añoranza y trata de dar unos pasos hacia la puerta, ha olvidado que sigue encadenado y estos eslabones de metal al tintinear impidiéndole avanzar se lo recuerdan.

-Tranquilo, te sacare ahora mismo-

No es tan difícil abrir la puerta, aquel candado necesita una llave pero él es un herrero, años de práctica le sobran en su profesión para abrir un simple candado, la oxidación de las cosas de metal es tan sencillo por el clima y al estar al lado del mar si no se tiene cuidado, por lo que es regular que personas que tienen candados llevarlos o llamar a los herreros cuando las llaves no funcionan, es cuestión de practica y un alambré de metal y aceite, en este caso no hace falta el aceite.

La pesada puerta de madera con remaches de metal es jalada con todas sus fuerzas, estas en su cara interior cuentan historias de dragones atrapados con anterioridad, marcas de garras de todo tipo, y manchas chamuscadas, no es que esta siempre ha estado ahí, pero es lo suficientemente resistente para los dragones hasta que se gaste por completo por su grosor y estar revestida de barias capas de barniz especial, una mescla de grasa de animales marinos como morsas y focas, y aceite de árboles de la región.

Ni un segundo había pasado después de abrir la puerta cuando el joven vikingo se abalanzo sobre el dragón abrazándolo como podía, envuelve sus pequeños brazos alrededor de esa gran cabeza negra y frota sus frentes en reconocimiento.

Al fin puede sentir su calor, envolverse en su aroma, escuchar el palpitar del corazón de su todo, y sabe que ya todo está bien, sigue encadenado, aun dentro de esa celda, pero todo se ve mejor con el simple hecho de que Hiccup está ahí.

Con la punta de sus dedos roso el frio metal e Hiccup recordó que tenía que apurarse.

-Déjame quitarte esas cadenas- se aleja un poco, la oscuridad aun los rodea, no trajo ninguna clase de antorcha o lámpara, en realidad, el guardia se había llevado la única antorcha del lugar y apenas la luz de la luna y las estrellas llegaba al marco de la entrada.

Utilizando el tacto y esforzando su vista recorrió las cadenas para encontrar los candados, no era un experto en la captura de los dragones pero tal vez se excedieron un poco con Praxedes, envuelto en cadenas y casi una docena de candados para evitar que se escapara o defendiera.

No ha estado más agradecido de sus años de aprendiz de herrero que en este momento, a pesar de la oscuridad su memoria no le falla en estos momentos.

Tintineo tras tintineo, y ese ligero crujir después de que abre un candado, va liberando al dragón de escamas negras.

Ahora es el de escamas negras el que no puede esperar a abalanzarse a su todo de alegría al moverse libremente y estar junto a él.

-Yo también estoy feliz Prax-

Se abrazan nuevamente, torpemente y amorosamente, seria genial permanecer así eternamente, entre las alas negras y brazos delgados que tratan de rodear lo que puedan, pero deben apurarse, no deben desperdiciar tiempo.

-Vamos Prax, tenemos que irnos- el pequeño vikingo se para y empuja al dragón afuera, hay poca luz pero se agradece, nueva sensación le embarga al cerciorarse que el de escamas negras no está gravemente herido después de todo lo ocurrido.

Dan un par de pasos más, e Hiccup se percata, se detiene.

Praxedes lo mira extrañado, deberían de irse, pronto, rápido, él lo dijo.

-No podemos dejarlo-

No tarda en comprender esas palabras, y no, definitivamente no, no y no.

-No podemos Praxedes-

Esos ojos brillan con compasión, una que definitivamente no se merece, pero Hiccup es bueno, demasiado bueno quizás.

Gruñe nuevamente en desaprobación, no le deben nada a ese, esto y más se merece, o pero esos ojos, no se le puede negar a ellos.

Así que ese humano vino por el de escamas negras, lo que afirma que los sentimientos de este son correspondidos, es tan sorprendente como la idea de dragón y humano juntos de esa manera.

El peso de sus actos lo aplasta, ni siquiera piensa en que saldrá de esta, ni tampoco desea saber lo que esos humanos trataran de hacerle ni cuando lo harán, solo queda la tortuosa espera.

Click

¿Y ese ruido?

La puerta se abre, ¿la puerta se abre?, ¿es… es ese humano?

Oh, probablemente viene a cobrar venganza de lo que hiso, cualquiera lo haría, pero… Hiccup no es cualquiera.

-Tranquilo, tranquilo, no quiero hacerte daño, solo… solo te quitare esas cadenas- el joven vikingo trata de tranquilizar al de escamas rojas, claro Praxedes está a su lado por cualquier intento de atentar nuevamente contra su todo.

Voz suave y movimientos lentos evitando parecer amenazante, en realidad de cualquier forma ese muchacho es una de las cosas menos peligrosa que haya visto, y ¿trata de ayudar… a pesar de todo?

Este ha sido un día de sorpresas… y aun no acaba.

Cuando Hiccup se coloca frente al Pesadilla Monstruosa, para mirarlo a los ojos, es cuando las dudas del dragón se despejan, realmente las intenciones de este humano son sinceras.

~No te atrevas a hacer nada raro~

~Mmmm…~

Está bien que los suyos sean mejor conocidos por su carácter “explosivo”, por decirlo de alguna manera, pero no es estúpido, no desperdiciara quizás su única oportunidad de escapar, todas las posibilidades están en su contra, y al que vino a destruir ahora es su única esperanza.

Por lo que cuando ese pequeño humano, armado apenas con un pequeño palo, no, era menos que un pequeño palo lo que tenía en la mano, no hiso nada, ni se movió, gruño o exhalo fuego, se quedó quieto, era más sencillo que el con un simple movimiento de sus garras hubiera infringido mucho más daño que cualquier intento de ese humano armado o desarmado.

El sonido del metal caer, una sola cadena y candado a comparación del Furia Nocturna, es un eco ahora.

Y así como lo libera se aleja, despacio y cuidadoso.

Cuando dragón negro y humano salen de la celda dejando la puerta abierta y se encuentran a medio camino a la salida es cuando se atreve a salir, uno al lado del otro, como una pareja debe estar, y aunque extraño no puede evitar pensar que ambos se ven tan natural.

~¿Por qué?~

El dragón negro se detuvo al escuchar al de escamas rojas, lo observó sobre su hombro, bien pudo ignorar su pregunta pero le respondió.

~Hiccup… simplemente es Hiccup~ para Praxedes lo explicaba todo, y en cierta forma era algo lógico.

Hiccup simplemente observaba al par de dragones intercambiar gruñidos, probablemente estaban hablando, y esperaba que sea lo que estuvieran diciendo no derivara a un segundo encuentro catastrófico, una revancha de su anterior pelea.

Cuando los dragones permanecieron en silencio nuevamente Praxedes empujo su cabeza ligeramente en Hiccup y lo alentó a seguir caminando hacia la entrada.

La pesadilla monstruosa decidió que faltaba algo antes de que eso ocurriera.

~Hey lagartija negra… creo que deben saber algo~

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