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Amo a un dragón por minima

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Notas del capitulo:

Aquí otro extra damas y caballeros, les agradezco mucho por seguir leyendo mi historia todo este tiempo :)

=El que es admirado=

Había ocurrido muchos, muchos pero realmente muchos cambios desde que Hiccup y Praxedes derrotaron a ese enorme dragón que aterrorizo y controlo por generaciones a los dragones.

Para empezar la gente de la aldea vio con nuevos ojos al pequeño vikingo, un héroe en la forma más inimaginable, el pequeño escuálido del pueblo quien derroto al dragón más grande de la historia y se atrevió a montar a un temido Furia Nocturna, y… embarazado de este mismo, eso último se enteró la gente del pueblo tan rápido como las heladas que llegan en el crudo invierno.

Hubo gente que pensaron que era una broma, otros que pensaron que era un mal presagio, raro, bestialidad… eso último se difumino un poco cuando la gente se enteró que el dragón podía cambiar de forma.

Hubo muchos que pensaron mal del que hacía cinco minutos creyeron un héroe, para que cuando empezaron a llegar los dragones a la isla y los vikingos no olvidando sus viejas costumbres querían agarrar sus armas y pelear, estos se dirigieron al muchacho más debilucho de la aldea … trayéndole presentes, o lo que estos consideraban una buena ofrenda.

Montañas de pescado, fragantes y flores exóticas que más tarde se enterarían que eran como golosinas para esas bestias, hubo algunos que ingeniosamente pensaron que le gustaría artefactos que habían obtenido a lo largo de los años con antiguos enfrentamientos, vikingos y otras tribus que gustosos alzarían sus armas contra ellos, encontrándole un uso más adecuado que simples trofeos y recordatorios de batallas pasadas.

Los dragones admiraban al muchacho que los había liberado, ¿Por qué ellos no?

Si hasta los dragones, supuestas bestias con mas que instintos asesinos y hacedores de problemas llegaron a comprender que debían estar agradecidos con ese par tan singular de vikingo y dragón… especialmente Hiccup, porque sin Hiccup, Praxedes o ningún otro dragón se hubiera atrevido a enfrentarse a ese quien les dio tanta miseria, porque si este no fuera como es, nadie hubiera pensado en otra estrategia diferente a enfrentar a la “Gran muerte VERDE” con sus armas que claramente serían insuficientes, espadas, flechas, escudos o catapultas, hubieran sido absolutamente insuficientes para derrotarlo y uno por uno hubieran caído hasta el último hombre… y luego seguirían sus familias.

Hiccup era su héroe, ¿era tan difícil de reconocer?

¿Y que si esperaba a uno de los que antaño fue su enemigo?... esto quizás era un regalo de los dioses, un presagio de paz y prosperidad… ya no tenían que pelear para defenderse de las bestias aladas, quizás hasta podían congeniar de manera tolerable.

Y mientras la tarde en que aún seguían trayendo tributos los dragones, Hiccup los invita a comer, en parte porque sabe que aunque Praxedes está feliz por tanto alimento no podrá acabárselo solo y no hay que desperdiciarlo con el riesgo de que se pudra, en parte como una oferta de paz, también, algo que les recuerde que ya no tienen que robar o atacar otras aldeas para buscar alimento a alguien que los hacia sufrir.

Hiccup era un héroe, valiente, inteligente y generoso, era alguien a quien admirar.

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“APETITO 2“
Ó
“… aquella pregunta que probablemente la mayoría de las personas se hicieron, o al menos una se hiso, al entrar a mi fic, si esto iba a ser una especie de zoofilico-mágico-dragónxhumano-vikingo, o para ser más directos y claros, si esto iba a tener contenido sexual donde Prax sea dragón e Hiccup humano, y para saciar cierta curiosidad y demostrar que Hiccup ama a Praxedes en todas, TODAS, sus formas… salió esto… o tal vez solo me he vuelto un poco más loca”
(Ya están advertidos de lo que vendrá así que repito, no tengo dinero para pagar psicólogos o abogados)

Sentía calor, demasiado calor, tanto que lo tentaba a apagar la chimenea de la casa, quitarse las gruesas telas que le cubrían o simplemente salir y tirarse sobre la nueva capa de nieve en el suelo de fuera de la casa.

Ideas tentadoras pero ninguna le satisfacerla, era bochornoso pensarlo pero solo había una cosa que aliviaría ese calor.

Praxedes.

Ya había tenido la plática, de hecho, en ambas versiones, de los efectos secundarios, por decirlo de alguna manera, del embarazo, pero por todos los dioses, vivirlo en carne propia era tan difícil.

Y el más recurrente efecto, para bien o para mal, era este apetito que le asaltaba e intensificaba ese fuego que había nacido con la relación que tenía con Praxedes, no solo se refería al bebé con esto.

Estaba solo en la casa, hoy no tenía tareas afuera del hogar que atender además que su actual condición no lo dejaría concentrarse en lo que fuera, su padre y tío estaban atendiendo algunas cosas sobre los graneros y las provisiones para el invierno ese año, gracias a un trabajo en equipo con los dragones las provisiones excedían a cualquier cantidad de años pasados.

Aun había roces, pero en general, la relación de los aldeanos y los dragones iba bien, muy bien para dos razas que por generaciones con solo verse se lanzaban a la pelea.

Regresando a su problema personal, ¿Cuánto se tardaría Praxedes en ayudar a juntar leña junto a otros dragones? Realmente lo necesitaba en estos momentos.

Estaba en su habitación, la que compartía junto a Praxedes, la reconstrucción de su hogar no había tenido cambios significativos, solo el de la enorme ventaba que adornaba una de las paredes ahora, para fácil acceso para el dragón de escamas negras.

La ventana estaba cerrada, la puerta también, estaba en conficialidad con uno mismo, y aunque no recurría mucho a este método, realmente necesitaba un desahogo o se volvería loco.

Se quitó la ropa, la costurera había tenido razón, esos vestidos le servirían más adelante en su embarazo, como ahora que conforme las semanas pasaban, su ropa ya no le quedaban.

Ya desnudo tomo un breve momento para observar ya su vientre abultado, era extraño a veces verse a sí mismo y saber que esa curva significaba que el cuerpo de su bebé estaba creciendo cada vez más en su interior, no importaba que aspecto tuviera, mientras que naciera sano y salvo lo amaría tanto como amaba a su padre, Praxedes.

Pero en estos momentos su vientre no era su principal foco de atención, sino un lugar un poco más abajo, una parte muy íntima en realidad.

Dirigió su mano a su miembro que se encontraba en esos momentos semi-erecto, la suave caricia le sentó bien como una bebida fría después de un día de arduo trabajo.

La autosatisfacción jamás había sido el principal de sus intereses antes de conocer a Praxedes, aunque no mentiría diciendo que jamás la había realizado, como cualquier chico de su edad explorando su sexualidad había descubierto que una mano daba resultados asombrosos.

Ahora en estos momentos esos conocimientos eran muy útiles cuando no tenía cerca a su pareja, por muy vergonzoso de admitir fuera. Su pene estaba erecto ya, con la humedad de algo de su semilla goteando en la punta facilitaba el roce de su mano en su falo, caliente, demasiado caliente.

Caliente, caliente, caliente.

Quería derretirse con cada roce, pero no era suficiente.

Masajeando de arriba abajo, de base a la punta, estaba caliente, el roce que empezó lento comenzó a tomar un ritmo algo más acelerado, pero esto no le satisfacerla por completo, no cuando ya sabía que lo que le complacía no era la común masturbación que muchos muchachos antes que él habían experimentado en su pubertad.

En otras palabras había encontrado la satisfacción de una manera muy diferente.

Tenía algo de su semilla entre sus dedos, los cuales bajaron lentamente hasta llegar a esa entrada rosada, un asterisco fruncido que tanto placer escondido podía tener en su interior.

Sus delgados dedos se deslizaron sin reparo, con algo de impaciencia y lujuria burbujeante, cualquiera que lo conociera jamás se imaginaria este tipo de cosas de él.

Solo una persona lo conocía tan bien.

Dos dedos jugueteando, entrando y saliendo tratando de tocar y brindar el mayor placer posible, el cual simplemente no era suficiente, no tardo en que un tercero se uniera al juego, y aun no era suficiente.

¿Cómo sería suficiente si la única cosa capaz de satisfacerlo por completo era mucho más grande y caliente que sus propios dedos?

Roza las paredes sensibles, tratando de tocar esos puntos que le brindan un pico más grande de placer en su ser.

Jadea, gime y se retuerce, incluso llega a ronronear, un habito adquirido de su todo.

Piensa intensamente en este, casi alucinándolo como bruma vaporosa a su alrededor, los musculas contra su piel, la lengua recorriendo su propia anatomía, sintiendo la ilusión de estar tan rodeado y lleno de su todo.

Oh como lo necesitaba en esos momentos.

La ventana cruje por un momento, podría ser el viento del invierno o solo porque la madera es vieja y caprichosa y suelta sus lamentos a su antojo.

La ventana se abre y no es el viento o el capricho de la madera, es aquella figura e imponente que conoce tan bien, y lo conoce tan bien.

El aroma pesado y picante se sintió fuera del nido improvisado que estaban ocupando, era embriagador como el agua miel para los vikingos, era el aroma de su todo excitado, llamándolo a estar a su lado.

Brinca al segundo piso y entra a la habitación encontrándose con una vista por de más excitante.

Hiccup abierto de piernas, se a desecho de sus prendas, su cuerpo brilla por el milagro del embarazo y la delgada capa de sudor que le cubre en esos momentos.

Es tan hermoso y perfecto y quiere volverse uno con él.

-Prax… Praxedes ven-

Saca sus dedos, se incorpora un poco de su lecho y le llama, extiende sus brazos y toca su piel, es un efecto irreversible, ambos están tan calientes que no importa nada más que él otro.

Praxedes mira esos ojos y se siente que con una palabra de Hiccup podría fácilmente fundirse cual roca por las venas de fuego de la tierra.

Retrocede un poco, planea cambiar a la figura que piensa más cómoda por su pareja, pero este al sentir aunque sea la leve distancia de un palmo entre ellos se arroja para envolver su cuello para evitar que hiciera cualquier cosa, como temiendo que si no se fusionan en ese momento todos sus poros reventaran por falta de su complemento.

-No, no Prax, rápido te necesito, por favor, ahora yo quiero mmm por favor- suplica y arrulla esos oídos, es la bruma de excitación cegadora, de un amor intoxicarte que no entiende lógica alguna.

El cuerpo del dragón es grande, puede cubrir fácilmente un cuerpo pequeño como el de su todo, pareciera el cuerpo devorar como sombra las figuras que en el día se ven en el transcurso del crepúsculo.

La espalda esta contra el lecho, sus pies apoyados levemente en el suelo, y sobre su pecho el vientre escamoso que esconden los músculos fuertes como acero divino capaz de vencer a las peores de las bestias, y en cambio, lo tratan con la delicadeza que se puede comparar como la cálida briza de verano.

Abre las piernas, las separa con anticipación y tiembla con cada respiración y roce de piel contra escamas, oh lo siente, o es metal ardiente, rosa su entrepierna y baja poco hasta sus glúteos, posicionándose, acomodándose.

Praxedes le mira, apenas puede contenerse, sus sentidos están vibrando, intoxicado por su aroma, por esa gloriosa vista de su rostro y cuerpo sumiso ante él, pero poderoso como para doblegar los destinos impensables, por su calor que se transmite de un cuerpo a otro, inclina la cabeza y le lame, recorriendo las saladas gotas de sudor y el sabor de esa piel ardiente.

Su falo es más grande en esta forma, no tanto, como un humano y como dragón está provisto de un generoso miembro, y como la primera vez, el nerviosismo de poder hacerle daño le ayuda a controlar su ansiedad, rosa esos cúmulos de carne suave, frotándose entre ellas deseando perderse eternamente entre estas.

Ruje al rozar la entrada ya dilatada, lento, es una tortura, para ambos, Hiccup no lo puede soportar más.

Con una motivación tan grande como es la lujuria, tan vuelta común en estos días, Hiccup afianza su agarre envuelve el torso con sus brazos y con sus piernas aprende lo que son las caderas del dragón, y lo jala hacia él, no puede esperar más.

-Mmm Prax-

La carne se ha enterrado con precisión de cuchillo, arde y palpita y se siente apretado, oh si, esto es, esto es demasiado e insuficiente, y aun no es todo, y aun ni siquiera es la mitad sino el comienzo.

-Vamos, vamos más haa mmm Prax, te necesito mmm-

Es tan precario, podría romperse y desgarrarse, sería como llenar un barril hasta mas no poder y este astillarse, mas confía que no habrá mal que este le podría causar.

Necesita más, no es suficiente, dobla más las rodillas, incitándolo a que se mueva y que ambas pierdan el aliento.

Es la anatomía de una bestia que se mueve con la delicadeza y certeza con una precisión delicada.

Las caderas avanzan, es tan glorioso, entierra poco a poco más y más y llega a lugares que hacen ver estrellas a ambos, ha avanzado más profundo que otras veces y es glorioso, encajan perfectamente y esperan un momento saboreando la sensación, comprendiendo que no habrá otro ser que les diera tanto placer como con el que están compartiendo en estos momentos tan íntimos.

Por sus venas corre fuego líquido, y el vaivén comienza de nuevo.

Las entrañas se contraen con cada estocada, quemando, provocando rozar el delirio.

Más y más, necesitan del otro como el mismo aliento, los movimientos son firmes, la cama llega a rechinar un poco con cada estocada, es más probable que esta rompa que los mismo cuerpos en fricción.

Los movimientos son más apasionantes, y parecen no tener fin, todo el fuego se acumula en sus estómagos recorriendo paso hasta el bajo vientre.

El límite de los cielos se supera, y llegan por un segundo a la magnificencia del infinito cosmos.

Explotan.

Y caen de nuevo a la vida terrenal.

Ambos uno, fundidos y embriagados por el reciente orgasmo se quedan quietos.

Eso fue, eso se sintió tan bien.

-Prax…-

Puede sentir su ronroneo vibrar en su pecho, es arrullo, es placentero.

Al final de ese día ambos terminan en el lecho, como cada encuentro que tienen, aun unidos, el dragón aun con sus escamas negras, poco común en el dormir boca arriba, mas es placentero ahora cuando siente el peso sobre su pecho de su todo.

El apetito ha sido saciado por el momento, y cuando despierten quizás se den de saciarlo un poco más.

Notas finales:

El otro día sentí mi cerebro quebrarse, derretirse a temperatura alta entre examen, tarea y flojera, y buscando por curiosidad material de este tipo, ya había escrito esto, pero por curiosidad trate de buscar de este tema y me encontré con un par de doujin… los japoneses que bien dibujan o////o http://www.youtube.com/watch?v=FHRc9nKkj3M


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