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Amo a un dragón por minima

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Notas del capitulo: Y si a alguien la paso mal en este día, y como todavía no se termina, subo otro cap esperando alegrar a alguien más, ya dirá Dios mañana por mejoras que será otro día, como ustedes que me alegran con sus comentarios y el tiempo que se toman al leer mis ideas locas.
“UN PEQUE—O MOMENTO A SOLAS”
“Los papás necesitan un tiempo a solas de vez en cuando”

Están en un lugar especial, están donde Hiccup trajo a Praxedes para esconderlo en el medio del bosque y donde vivieron tantas cosas juntos, conociéndose y empezándose a amar.

Cuando tienen tiempo van pasear en el bosque o los acantilados, su pequeño la mayoría de las veces los acompaña, es pequeño y todo le parece fascinante y grandioso, es curioso y alegre, seguramente tiene un mundo de preguntas dentro de su cabecita pero aún debe aprender a expresarlas, aun así se las arregla con su pequeño vocabulario.

Pero esta vez no está con ellos, se encuentra con el abuelo y el tío abuelo Gob pasando un par de horas fascinado por la barba roja y las prótesis de Gob que le parecen de por demás graciosas, aún más cuando Gob se le ocurrió la genial idea de hacer una prótesis especial para entretenerlo, un muñequito de trapo algo desprolijo pero entretiene muy bien al pequeño cuando se lo coloca en el lugar donde antes se encontraba su mano.

No les gusta separarse por mucho rato de su pequeño, aun les parece tan indefenso y frágil, a pesar de que ya lo han visto exhalar fuego, y en alguno que otro berrinche infantil, poco frecuentes pero como cualquier pequeño tiene uno de vez en cuando, han visto cómo sus pequeñas uñas, redondas y rosadas, se vuelven negras y asemejan a las de dragón de su padre, lo que indica que cuando sea grande será un fuerte dragón como su padre, aun así ahora es pequeño, joven e indefenso, su bebé.

Esta con su padre así que no están tan nerviosos, y disfrutan un pequeño momento para ellos solos.

El agua es tibia y las gotas se deslizan por las pieles desnudas, las ropas se han dejado a un lado en algún lugar, es lo que menos importa ahora, ahora disfrutan de un pequeño momento íntimo entre ellos.

Inicia como un juego, en su paseo y llegar ahí Praxedes se acercó a la pequeña fuente de agua y rememora un poco todo lo que ha vivido con Hiccup hasta ahora, desde esa cosa que lo obligo a estrellarse en el suelo hasta el día de hoy, todos y cada uno de ellos valiendo la pena, cada uno llenando su pecho con felicidad y amor.

Luego unas gotas de agua mojan su cara repentinamente, pero no es lluvia, es Hiccup con una sonrisa traviesa y el responde de igual manera regresando el pequeño ataque inclinando y hundiendo su mano en el agua para mojarlo él también.

El juego se intensifica y antes de que las ropas queden completamente empapadas se deshacen de ellas y en una jugada rápida el dragón carga a Hicccup y se arroja al agua ya terminando de mojarlos por completo.

Es divertido y la risa de Hiccup inundando el lugar hace el momento mágico.

Siguen con el juego salpicándose como niños pequeños, Hiccup sonriendo, riendo de vez en cuando, el agua y las gotas brillando por los rayos del sol hacen parecer que Hiccup es una gema brillando, aunque en realidad lo es y es toda suya, es su todo.

Se hunde en el agua y nada a su lado abrazándolo por la cintura, atrapándolo y inmovilizándolo.

-Jajaja está bien Prax, has ganado esta vez jajaa-

-Mmm tal vez la próxima ganes-

-Tal vez, tal vez- gira un poco el torso y abraza la cabeza del dragón que está a la altura de su pecho ya que aún está sumergido en su mayoría en el agua.

Escucha su latido, calmo y constante, sería capaz de reconocerlo de entre un millón.

Hiccup inclina la cabeza y besa su coronilla, y desliza su mano acariciando los cabellos negros hasta la mandíbula y luego subiendo suavemente hasta sus orejas, un roce suave y muy placentero para Praxedes, el ronroneo que escucha y siente vibrar hasta su cuerpo se lo confirma.

Estos momentos íntimos son solo para ellos.

Una de las manos de Prax también empieza a acariciar la suave piel de su todo, disfruta de este tipo de cosas, roses cariñosos que pueden derivar de horas acurrados a encuentros apasionantes como incendios incontrolables.

Esta es una de esas situaciones que derivan a la segunda opción.

Es un día soleado, el agua esta tibia, pero esa no es la única razón por la que los cuerpos estén calientes dentro de ella.

Paxedes alza un poco la cabeza y se encuentra con esos ojos que tanto adora, brillan de vida y en estos momentos los acompaña algo más, chispa de lujuria.

Es Hiccup quien termina las distancias y lo besa en la boca, primero es suave, labios que se conocen tan bien entre ellos encontrándose en un saludo, pero para algo que es tan volátil como el fuego esto cambia rápidamente.

Praxedes necesita su sabor, saca su lengua y recorre sus labios, es cuando se encuentra con su compañera, la lengua de Hiccup, y jugar con ella.

Hiccup sigue abrazándolo y su mano sique acariciando sus orejas negras, sabe que es algo que le gusta a Praxedes, como sabe que Prax sabe que le gustan sus besos y la forma de ronronear cuando están juntos.

El beso sigue profundizándose, las manos son inquietas y el aire empieza a faltar.

Se separan jadeantes, mirándose directo a los ojos y encuentran el mismo deseo en la mirada del otro.

Praxedes se incorpora, llevándose consigo a Hiccup quien lo sigue abrazando colgando de su cuello y el abrazando su cintura, retrocede un poco a la orilla, una parte que aún es profunda con rocas en el fondo que le sirven de apoyo a la hora de sentarse, se acomodan de tal forma que él está sentado sobre el lecho de rocas lizas, e Hiccup a horcajadas sobre él, sentado en su regazo de forma que cada una de sus piernas estén a cada lado de sus caderas, siguen mirándose a los ojos, siguen conectados por los ojos que jamás se cansan de observar.

Se besan nuevamente, tratándose de robar el aliento mutuamente mientras que toda su piel está en contacto en un roce constante.

Quema la piel, quema el respirar, quema el besar y les encanta.

Las manos de Prax viajan desde donde acaricia la cintura hacia más abajo, estrujando esas carnes suaves y firmes que es su trasero provocando un gemido por parte del castaño.

Tantas veces teniendo ese tipo de encuentros y aun se estremece con cada toque y caricia.

No falta mucho para que ambos sientan como el calor se concentra en la zona baja de sus estómagos, conocen esa sensación, saben lo que tienen que hacer después.

Siguen besándose, con hambre y lujuria, Praxedes no deja recoveco sin saborear, juega con esa lengua rosada y tibia, entregada a él como la cosa más deliciosa.

Oh Hiccup, jamás se cansará de esto, tenerlo en sus brazos, compartiendo calor, saboreándolo, entregándose a sus instintos, fusionándose en uno.

Siente como el calor se concentra y papita de manera dolorosa, se siente tan mal y se siente tan bien, siente al miembro de Hiccup contra el suyo, se rozan mutuamente y glorioso, en cierto punto las caderas de Hiccup se han movido para incrementar el rose, se escucha el agua chapotear ligeramente entre ellos con cada movimiento mientras que ambos jadean por otra bocanada de aire.

-Ha ha mmm Hiccup-

-Ummm Prax te necesito-

El rose se siente bien, fantástico, pero no es suficiente, necesita sentirlo dentro, necesita sentirse conectado y lleno de él, necesita a Praxedes.

Incorpora un poco sus caderas y se acomoda, es a base de experiencia y a fuerza que cuando a la primera que se deja caer logra que entre, papitante y caliente, dentro de él.

-Ha Hiccup-

Y están conectados, y es tan familiar y enloquecedora esta sensación, y se deja guiar por el instinto mientras devora nuevamente con su boca esa boca encontrando a su lengua con su compañera.

Los ruidos del agua chapotear son más fuertes mientras los gemidos de ambos se encuentran atrapados en sus bocas conectadas, Hiccup deja caerse una y otra vez contra las caderas de Prax mientras este también las mueve siguiéndole el ritmo.

Es una sensación tan buena, conectados y en una danza que los enloquece.

Sigue y sigue, llegando con cada estocada un paso más a la sima.

Praxedes a tomado un tiempo para dejar la boca y concentrarse en la piel que tiene cerca, el cuello, los hombros y clavícula son besados y lamidos, mientras escucha los jadeos de su todo que tiembla de placer entre sus brazos.

-Oh Prax, Prax mmm-

Son fuego y con cada estocada los lleva a la explosión.

Cuando está atrapado dentro del cuerpo de su todo y este parece volver su nombre en una especie de encanto con solo nombrarlo en este momento, es cuando explotan.

Y se siente tan bien, y es tan bueno, el agua diluye la semilla de Hiccup, pero la de Praxedes sigue dentro de él, jadeantes, agotados y aun calientes se abrazan mientras recuperar las respiraciones.

-Te amo, te amo tanto Prax-

-Y yo a ti mi todo-

Disfrutan el momento, disfrutan esto tan bien como el momento de fuego, la calma intima de los amantes.

Y es que los padres también necesitan un pequeño momento para ellos solos de vez en cuando.

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Y el tiempo pasa….
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Las estaciones cambian, el hierro se derrite, las flores florecen, y el tiempo se escurre como agua entre los dedos…
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Y las cosas cambian, y las personas crecen y crecen…
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Y unas cuentas anécdotas más faltan por contar…
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“NI HABLAR”

Como era de esperarse la noticia de que la isla de Berck había “domado” a los dragones de alguna misteriosa forma había llegado a los oídos de las demás aldeas, curiosos, incrédulos, desconfiados y hasta temerosos empezaron a discutir este hecho.

Los dragones eran las bestias más poderosas y horrorosas de la creación, o al menos era lo que ellos aun pensaban, por lo que no falto que se enviaran grupos en barcos a investigar y hasta dialogar si es que tenían una relación estrecha con la aldea para informarse de lo que estaba pasando en dichosa lugar por la propia boca de su líder, Stoick.

No era alguna clase de maleficio, embrujo, o arma lo que las noticias de los barcos al volver trajeron, en realidad dijeron que tratar con dragones había sido tan sencillo como tratar con un perro o caballo, una mascota o animal de ayuda, un compañero animal, aun así los lideres permanecieron incrédulos por lo dicho, por lo que siguieron mandando gente y ellos mismos viajaron.

En todas las visitas Stoick había contado parte de la verdad, no toda, aunque eso se hubiera considerado una forma de mentir, el consideraba que algunas cosas eran mejor guardarlas como secreto de la aldea, por su seguridad, en especial por la de su hijo, alguien podría tratar de usar a su hijo o sus nietos, ya que en ese tiempo Hiccup nuevamente se encontraba en cinta, que extraño se sentía confirmar eso de nuevo, y como líder y padre, debía velar por la seguridad de ellos.

Si, había dicho que su hijo tubo gran parte que ver con el hecho que los dragones se llevaran mejor con los humanos, venciendo al líder tirano de estos montando al legendario furia nocturna, cosa que casi nadie creyó hasta que vieron al muchacho montando en el dichoso dragón, claro, más de uno se quedó sin palabra por el aspecto delgaducho del joven y la docilidad que se portaba la feroz creatura, que claro solo se dejaba tocar por Hiccup o las personas que más familiarmente trataban con él en la aldea, uno de los visitantes atrevido trato de montarlo y termino aplastado por la feroz creatura que mostrando garras y dientes se fue arrastrando a Hiccup con él, no dejaría que esa bola de desconocidos y atrevidos se acercaran a su todo, dejando en claro que Hiccup era el único que podía montarlo, ahora todas las aldeas enteradas de dichos acontecimientos mostraban su respeto y pedían que compartieran su sabiduría con ellos, tener de aliados a esas creaturas mostraba gran provecho, o al menos hacer que dejaran de quemar sus casas los dejaría satisfechos.

Stoick jamás comento, ni ningún aldeano lo hiso tampoco no solo por orden de su líder, sino por el respeto y cariño que la familia de humano y dragón se merecía, sobre la relación de estos, y de su descendencia, porque nadie afuera de la isla, bueno, nadie afuera de la isla que no fuera de confianza sabía que Hiccup y Praxedes estaban juntos no solo como jinete y dragón, sino también como pareja y padres de familia.

Y con ese pequeño detalle, a alguien se le ocurrió la genial idea de una “alianza”.

Bars era el líder de una de las islas más lejanas de Berck en ese mar, la cual no había tenido tantos problemas con ataques de dragones debido a la lejanía en la que se encontraba del nido de estos pero si los llego a tener, por lo que cuando se enteró de la noticia de jinetes y dragones igual mando mensajeros, y con el tiempo igual decidió ir el también, con sus mejores hombres, su hijo mayor entre ellos, un verdadero ejemplar de guerrero rubio como su madre y robusto como su padre, y su sobrina, una joven fuerte pero no muy experimentada en batalla, pero considerada una de las más bellas jóvenes de su aldea, pelirroja y de gráciles atributos, cosa importante para la “alianza” que planeaba hacer con Berck.

Después de semanas de viaje, como todos los extranjeros nuevos que llegaban a Berck, ver el espectáculo de la aparente armonía con la que se trataban humanos y dragones en esa isla era cosa que dejaba sin palabra, las bestias iban y venían a su antojo, incluso podían distinguir a vikingos, mayormente jóvenes, montados en sus lomos, Bars estaba seguro que si lograba una alianza con esta aldea, la suya ganaría poder y un gran apoyo si se decidía ir a la guerra con otras islas.

-Otro más-

-No dejaran de llegar hasta que el clima lo permita-

Pelirrojo y rubio, Stoick y Gobber observaban como el barco pedía permiso y arribaba a los puertos de Berck, esa temporada habían recibido más visitas que en las temporadas de comercio en los cinco años pasado juntas, y se estaba volviendo cansado, cierto que gracias a ello se habían estrechado varias relaciones con otras aldeas, pero siempre había el codicioso que ofrecía discreta o directamente una oferta para hacerse del extraño espécimen de furia nocturna, o el que quería que el héroe de la isla fuera a la suya para que compartiera sus conocimientos, pero Stoick se había sabido imponer y mantenido al margen a Hiccup siendo que atendía y aparecía solo lo indispensable.

-No pongas esa cara amigo, entre más pronto los atendemos podremos despacharlos-

-Solo espero que no sean tan impertinentes con sus propuestas como tratar de comprar a los dragones o sus cachorros-

-Jajaja aún recuerdo a esa madre Nadder que estuvo correteando a esos visitantes al tratar de llevarse a sus cachorros-

-Ni me lo recuerdes, solo se logró calmar cuando Hiccup tuvo que intervenir, y claro, a Praxedes casi le da un ataque cuando se enteró, no se despegó de él ni a sol ni a sombra por casi dos semanas, incluso el pequeño Asier se unió a la sobreprotección y acoso hacia Hiccup jajajaja-

-No sé de dónde saca tanta paciencia con esos dos, pero a mí me gustaría que me regalara un poco para seguir tratando con estos extranjeros-

-Jajaja es necesario que tenga tanta paciencia con “toda” la familia con la que carga- dijo no solo refiriéndose a la pareja de Hiccup e hijo, sino que también en la ecuación incluía el carácter conflictivo con su yerno de Stoick, e incluso a él, que siendo sinceros, alentaba en algunas ocasiones a que esos conflictos se dieran, pero no lo podía evitar, era gracioso verlos pelear de vez en cuando.

-Muy gracioso Gob, muy gracioso-

Bars y su hijo Ronnie, junto a su sobrina pelirroja que se había arreglado esmeradamente para la ocasión, se encontraban en el gran comedor, donde junto a sus hombres eran atendidos cortésmente hasta que viniera Stoick, el cual prefería atender asuntos que a su parecer eran más importantes.

-¿Cuántos meses crees que tengas?-

-No estoy seguro, a los cinco meses empecé a utilizar estas ropas, pero… siento como si esta vez fuera más… rápido-

-¿Qué quieres decir con eso?-

-No es que sienta algo malo, pero creo que es diferente a la vez que estaba esperando a mi Asier-

Hiccup, como ya se había enterado toda la aldea, se encontraba esperando de nuevo un bebé, y su familia no podría estar más que feliz, y su alegría era contagiosa, Praxedes con la noticia de un nuevo cachorro en camino se volvía más sobreprotector con su pareja y cachorro, apurándose en sus tareas como ayudante de carpintero, el hecho que el dragón hubiera hecho la casa que serbia como nido para su familia con algunas instrucciones y su propia mano había hecho que se ganara ese trabajo a petición del carpintero, el dragón tenia talento, y su energía al trabajar era contagiosa alentando a quienes lo rodeaban a alcanzar su ritmo; el pequeño Asier estaba entusiasmado por la idea de un nuevo hermano o hermanita, a sus casi dos años podía caminar y decir algunas palabras en lenguaje humano, aunque su padre Praxedes afirmaba que dominaba muy bien el lenguaje de los dragones, cuando su padre no estaba cerca se había propuesto a él cuidar a su papi y a su hermanito.

Ahora, regresando a lo que Hiccup decía como extraño, y es que el nuevo embarazo lo había agarrado realmente de sorpresa, y que apenas se dio cuenta de ello cuando su vientre empezó a presentar apenas una ligera curva hace un mes.

-Tal vez el que esperes sea más grande que Asier, incluso podría llegar a ser más alto cuando sean adultos-

-Tal vez papá… papá, ¿no me dijiste que tenías algo que hacer hace rato?-

-¿He?... oh, eso…- miro por la ventana percatándose de las formas de las sombras en el suelo, al parecer su visita a su hijo se había prolongado más de lo debido –bueno hijo, nos vemos después, ¿Qué harás esta tarde hijo?-

-Le prometí a Asier después de su siesta llevarlo a pasear a un prado dentro del bosque, Praxedes nos acompañara-

-Ese pequeño está creciendo muy bien, seguro heredo esa parte de nuestros ancestros-

-Jajaja claro papá-

-Nos vemos luego hijo-

Saliendo de la casa Stoick se empezó a dirigir a su encuentro con estos extranjeros interesados en saber más sobre los dragones como todos los que venían a la isla, cosa que con practica el mismo podía responder casi todas sus dudas, y si necesitaba ayuda llamaban a Fishlegs quien era el segundo mejor experto en dragones, claro, el primero era su hijo, el cual claramente no dejarían que lo vieran en su estado.

-Más… ¿grande?- tal vez su padre tenía razón y su nuevo bebe sería más grande que el primero y por eso sentía extraño, pero, si dar a luz a Asier fue una gran faena para él, sintiendo que estaba dando luz a un árbol en vez de un pequeño bebé, tal vez tener a este nuevo integrante de la familia sería como dar a luz a una montaña, cielos, tenía que prepararse mentalmente para el momento.

Stoick llego al gran comedor encontrándose a un grupo de extranjeros sentados en una de las mesas, dirigió su mirada a la que parecía el propio líder de ellos, se veía algo impacientado, bien, entre más pronto terminaran de tratar sus asuntos podrían regresar a su hogar.

Ronnie se había muerto de aburrimiento esperando a que ese tal Stoick e Hiccup llegaran al gran comedor, por lo que en un descuido de su padre se había escabullido muy a sabiendas que luego recibiría un buen sermón por parte de su padre, pero a él no le interesaba nada toda la palabrería de su padre al convencer a Stoick de realizar una alianza con ellos, además, la persona clave en esto era su prima, pobre de Hiccup, no lo conocía pero a su prima si, y valla que esa chica presumida era un fastidio, además que a esta ya la deberían de haber casado desde hace tiempo por su actitud tan liberal, aunque él no se quedaba atrás, por algo eran familia.

Pasear por esa aldea no le producía gran interés, bueno, era una aldea con dragones, cosa muy impresionante, aunque también daba miedo aunque jamás lo admitiría, era muy orgulloso como para admitirlo, por lo que decidió pasear por sus alrededores, el bosque le parecía más interesante además de que l parecer en ese lugar no se adentraban mucho dragones.

-Mia, mia, fores-

-Sí, son muchas flores y muy bonitas-

¿Esa era la voz de un niño y de alguien más?

Curioso cómo era decidió acercarse a ver quiénes eran los que se encontraban en ese lugar encontrándose con una escena por lo más tierna, hasta él lo podía admitir.

Un pequeño de no más de dos años quizás, de cabellos negros y ojos verdes, se encontraba arrancando algunas flores de un gran campo lleno de colores debido a la gran cantidad de estas, para ir correteando torpemente hacia una joven delgada quizás un año menor que él, ataviada con un vestido algo holgado para su evidente complexión delgada, la cual ante sus ojos expertos no demostraba tener demasiados atributos, aunque tenía un bonito rostro enmarcado en un no muy largo cabello castaño hasta los hombros que se movían con el viento.

-Creo que debería cortarme el cabello- comento para si Hiccup, desde el nacimiento de su hijo no tenía mucho tiempo como para tomarse un rato libre y cortarse el cabello que ya estaba mucho más largo del que estaba acostumbrado a usar.

Miro las flores que arrancaba su niño para entregárselas a él, para muchos podría parecer que arrancaba nada más por arrancar las flores que tenía a su alcanza, pero él podía percibir el singular detalle en que solo tomaba algunas blancas y rojas, al parecer colores que le gustaban mucho a su niño, por eso le agradaba mucho agarrarle la barba a su abuelo.

Tan distraído estaba con su hijo que no se percató de la presencia que cada vez se iba acercando más hasta que el ruido de una ramita al romperse lo hiso alzar la vista.

Frente a ellos un vikingo, un vikingo extranjero que jamás había visto en la isla, y justo hoy él había decidido empezar a utilizar de nuevo vestidos porque ya no le quedaban sus pantalones por el crecimiento de su vientre.

-Buenas tardes señorita, perdón si la asuste-

¿Señorita?, él no era ninguna mujer y este lo confundía con una, eso le entre aliviaba y lo irrito un poco, a sus casi diecisiete años hubiera esperado que sus facciones se le hubieren endurecido un poco, como a cualquiera de los otros vikingos, ciertamente había crecido un poco en esos años y hasta hecho más fuerte, uno tenía que serlo al tener que cuidar a ese remolino andante que tenía como hijo, pero su rostro aún conservaba rastros aniñados, nada toscos a comparación a otros chicos de su edad, pero a eso a que le confundieran con una mujer, bueno, al menos con eso se libraría de tener que explicar porque un hombre tenía que utilizar vestido.

-Mi nombre es Ronnie, hijo del gran guerrero Bars, venimos a estas tierras al saber que habían logrado domar a esos temidos monstruos que son los dragones- seguía hablando con un tono que trataba de resultar cortes y porque no, atractivo para la dama enfrente de él, hace mucho que no se divertía –es increíble como un solo guerrero logro esta proeza, debe ser increíble ese tal Hiccup, ¿de casualidad le conoce?- alagar al orgullo de su aldea era un buen tema para empezar una conversación, después de todo las chicas se vuelven locas por los héroes y seguro soltaría todo un arsenal de elogios a ese tal Hiccup mientras él pretendía que la escuchaba para entrar en confianza, para el contar sus propias proezas e impresionarla, eso siempre funcionaba.

El pequeño Asier, que a pesar de su escasa edad, demostraba una aguda mente y podía ya comprender la mayoría de las conversaciones de los adultos, al menos sus palabras, decidió señalar a su papi, quien al parecer era a quien estaba buscando por que mencionaba su nombre, o al menos fue así que lo comprendió, a ver si así después de esto se iba y los dejaba de nuevo solos.

-Hipo, Hipo- el pequeño infante, aun un bebé, con una sonrisa risueña y su natural inocencia señalo a la joven a su lado repitiendo una y otra vez esa palabra, hasta que el rubio pareció comprender el mensaje.

-¿Acaso… tú eres Hiccup?-

¡Rayos!, delatado por su propio hijo.

¡¿Hiccup?!, ¿Hiccup era una mujer?, al parecer a su padre le habían informado mal y su alianza que tenía planeada no podría ser… a menos que.

-Oh, no sabía que el héroe de Berck era una encantadora dama- si movía bien las piezas, su aldea podría ganar mucho, él podía ganar mucho.

-Yo no me describiría de esa manera- susurro para si en tono irritado, al menos no había salido de su error en que aún lo creyera una chica.

-Además modesta, me sorprende que en los rumores que corren sobre ti no hayan mencionado… tu singular belleza- dijo avanzando unos cuantos pasos más hacia la joven y el niño, que ya había catalogado en su mente como un posible familiar, hermanito o sobrino, o hasta quizás el hijo de uno de los tantos aldeanos que le admiraban que posiblemente habían pedido de favor que lo cuidara.

¡Por todos los Dioses!, ¿acaso ese tipo estaba… coqueteando con él?, un escalofrió desagradable paso por su espina dorsal, ¿Qué rayos pasaba por la mente de ese desconocido?, ni siquiera todo el sequito que estaba loco por Astrid era tan directo, en realidad la elogiaban y toda la cosa, pero también eran hasta cierto punto tímidos, además de que ya la conocían desde hace años.

La mira con más detalle, no es muy alta, es delgada y vuelve a repasar que no tiene muchos atributos físicos, léase grandes pechos como a él le gustan, pero tiene una linda retaguardia a pesar de lo holgado del vestido no deja ver con todo su esplendor, también nota su rostro con esos enormes ojos verdes, sí que son hermosos, a su examen crítico no era muy bella, pero tenía lo suyo, debía agradecer que se fijara en ella.

-¿Y qué hace la gran heroína de Berck en este lugar?- dijo acercándose un par de pasos más, confundiendo su silencio con timidez en vez de la confusión y enojo que sentía en realidad la “heroína de Berck”.

Estaba tentado, realmente tentado en sacarlo de su error y decirle que era un hombre, y que le dejara en paz, estaba bien que estaba emparejado con un macho, pero eso no quería decir que le interesara o gustara que otros barones mostraran interés por él, era escalofriante de cierta manera y hasta insultante, él solo estaba interesado en una persona y esa era su pareja Praxedes, y claro, en su hijo que era fruto de su entrega y amor.

-Estoy paseando con mí…-

-¿hermanito?-

Además de tratar de coquetear no le dejaba terminar de hablar, que irritante, claro que no era su hermanito, ¡¿no veía el parecido?!, bueno… en realidad pudo haber llegado a esa conclusión por esa misma razón.

-Es… adorable, pero tú lo eres más-

Asier que estaba al margen de la plática, ya quería que ese extraño se dejara de acercar a su papi, era su momento para estar con él después de muchos días de estar ocupado con problemas de dragones, era su ratito a solas con él mientras su papá se había ido a buscar unos frutos pequeños que sabían rico y ese rubio les estaba quitando su preciado tiempo.

-Amonos, ¿shiii?-

-¿Ya te quieres ir?, de acuerdo, ahorita nos vamos- irse representaba la mejor opción en esos momentos, no le importa si es grosero o desatento, realmente no tiene paciencia ni intención de tolerar esos intento de acercamiento por parte de ese tipo.

Está claro que sus elogios no han dado en el blanco, pero eso no le desanima, tal vez le irrite un poco por la indiferencia con la que trata sus cumplidos, lo normal sería que se sonrojara y tratara de agradecer o devolver sus agradables palabras, no permanecer tan callada, y ahora por ese mocoso se iba a ir, quizás debería ser un poco más insistente.

-Espera- antes de que la castaña diera un par de pasos más hacia dirección en el bosque al parecer, la toma del brazo, el cual nota que es delgado, no tiene muchos músculos, por lo que da por sentado que esa joven es débil y no sería ninguna heroína sino se le hubiera ocurrido la loca y hasta desesperada idea de montar un furia nocturna.

El ceño fruncido es clara nota que está acabando con la paciencia de Hiccup, cosa poco común ya que parece que tiene montañas de ella en su interior al tratar con las peleas entre su padre y pareja, las travesuras de su hijo, los problemas que se presentan en la aldea entre jinetes y dragones, o entre los propios dragones, o la posesividad, sobreprotección y celos que en ocasiones puede demostrar su pareja y que su hijo le siga en ese comportamiento encargándose de sofocarlo un poco, ahora ese tipo logra enfadarlo, tal vez sean los humores, como en ocasiones llaman a la sensibilidad que presentan las mujeres cuando están en cinta, pero realmente quiere deshacerse de ese sujeto.

Suelta su brazo con brusquedad, demostrando no ser tan débil como aparenta y que tiene carácter, una fierecilla molesta no es problema, solo hay que endulzarle un poco más el oído y listo.

Asier también se encontraba irritado contagiado por el mal humor de su papi y por la insistencia de ese extraño, quiere que se largue, realmente desea eso, y un recuerdo de personas incomodas y algo asustadas en la aldea le da una idea.

-¡Haaa!- antes de que pudiera acercarse o soltar una más de sus frases hipócritas una bola de fuego cae delante de sus pies, un par de centímetros más y sus botas hubieran terminado negras al igual que el pasto en donde callo, en el mejor de los casos, en el peor tendría los pies con quemaduras graves como mínimo.

Al fin ese rubio se callaba, pero da a su paso un pesado silencio, mira a su hijo que limpia un poco de saliva de su mentón con la manga de su camisa y ve un poco de humo salir de su boca, y no era el único que se había dado cuenta de aquello.

¡Imposible!, ese… niño… no… imposible, un niño no podría haber hecho lo que hiso hace unos momentos, era… era un monstruo.

-¡Monstruo!- grita con horror, solo un monstruo podría hace esas cosas, solo un monstruo podría escupir fuego como algo tan natural.

El colmo, realmente es imperdonable el comportamiento del extranjero, se agacha y abraza a su niño y lo alza en sus brazos recargándolo un poco sobre sus caderas, le han dicho que trate de evitar cargarlo a su estado, pero opina que es una limitación tonta, mira la carita de su bebé y acaricia su mejilla y le sonreí tratando de eliminar ese brillo acuoso que amenaza en convertirse en lágrimas en sus lindos ojitos.

-Ya, ya mi vida, no le hagas caso a ese feo hombre- meciéndolo un poco logro calmarlo y que le prestara toda su atención, su hijo no tenía por qué sufrir por las palabras insensibles de ese sujeto.

-Tú… ¿Qué?... ¿Cómo?- estaba impactado e igualmente asustado, por ese pequeño monstruo escupe fuego y luego que lo cargara tan gentilmente como si esa creatura de apariencia humana no fuera una completa aberración.

Como una respuesta recibió la mirada dura y furiosa de los ojos verdes de Hiccup, cierto, Hiccup podía ser muy paciente y tolerante, pero en esos momentos la paciencia y tolerancia se esfumaba y las ganas de golpearle la cara a ese sujeto le sobran, pero no es necesario que haga algo… ha llegado “papá”.

Enterado de que tendría un nuevo cachorro Praxedes no podría encontrarse más esperanzado y feliz, su familia crecía poco a poco con el tiempo, y su unión con Hiccup daba frutos milagrosos y maravillosos, cada día junto a Hiccup y su pequeño Asier era más feliz que el anterior, y ahora con la llegada de su próximo cachorro estaba seguro que los días serían mucho más felices, incluso su pequeño Asier estaba impaciente de conocer a su hermanito, claro, tendría que esperar un tiempo para poder jugar con él, pero estaba seguro que esos dos se llevarían muy bien, recordaba que cuando cachorro a él también le hubiera gustado tener un hermano o hermana, sus cachorros no se sentirían solos porque se tendrían entre ellos junto a sus padres.

Tenía una grandiosa familia, su mayor tesoro, y por lo tanto la cuidaría de todo y de todos, eso incluía dragones del tamaño de una montaña, hasta extranjeros atrevidos y chismosos, incluso ese desconocido que se había acercado demasiado a su todo y cachorro para su gusto.

-Grrr-

¿Un gruñido?... ¿atrás de él?... esto no pintaba bien, nada bien, y tampoco esa enorme sombre que de repente lo cubrió de repente, no, no quería voltear, no quería ver lo que de repente se había posicionado a sus espaldas, cosa realmente tonta, era un vikingo, un vikingo es valiente, es un guerrero, no debía tener las rodillas temblando como si estuviera congelándose en invierno desnudo a la intemperie, apretó los puños y dientes, sea lo que sea que estuviera atrás de él lo enfrentaría.

Podía decirse todo eso y más para que cierto coraje corriera por su cuerpo, pero era inútil si no eras capaz de mantener la mirada de ese ser después de la primera impresión.

Espeluznante… podría decir esa palabra con todo el sentimiento que sentía en esos momentos y aun así se quedaría corta para describir lo que sintió al ver esos penetrantes ojos que parecían atravesarlo como dagas… ¿Qué era esa cosa?

Frente a él estaba un hombre alto, o al menos tenía la forma de un hombre cubierto con una larga cabellera negra y una capa negra extraña y brillante de alguna forma, era imponente, no por su estatura o físico, había visto hombres más corpulentos y altos, pero este, tenía ese tipo de presencia que te recuerda a las bestias salvajes.

Trago duro, ¿de dónde había salido? ¿Era realmente humano? ¿Por qué rayos lo miraba de esa manera tan amenazante? ¿y esas alas que de repente desplegaba… la cosa que era la capa?

PLOFFF

-Debes estar bromeando-

Ante la furiosa e incrédula mirada de ambos padres el extranjero se había desvanecido cayendo como peso muerto sobre el campo de flores.

Aun irritado Praxedes paso sobre el pisándole el estómago para poder estar al lado de su pareja y cachorro y abrazarlos.

-¿Quién era ese?- pregunto el dragón mientras envolvía a su familia de forma protectora con sus alas, estaba muy inconsciente y toda la cosa ese rubio vikingo, pero no dejaba de ser una molestia y una posible amenaza ante sus ojos.

-No tengo idea, un tal Ron no sé qué… creo que tendremos que ir a hablar con mi papá en estos momentos-

-Pero traje moras- dijo el de cabellos negros mostrando un pedazo de corteza con hojas y muchos de esos frutos en una de sus manos.

-Morash- aplaudió feliz el pequeño viendo los ricos frutitos que traía su padre.

Hiccup miro los frutos, luego a los dos pelinegros, los frutos, y se le hiso agua la boca, los antojos, oh los antojos.

-De acuerdo, iremos después de comer unas cuantas moras-

Mientras tanto con Stoick…

Era irritante, realmente irritante, ese tal Bars había soltado toda una sarta de palabrería mareadora y que no dejaban nada en claro, una mezcla de halagos, anécdotas, mas halagos comparaciones de ambas aldeas, halagos, hasta que llegaron al tema de Hiccup y su actual “soltería”, y de repente, todos los vikingos habitantes de Berck presentes en el gran comedor, donde en esos momentos estaban los extranjeros atendidos por Stoick, se quedaron callados, con que por ahí iba el asunto, esto tal vez se pondría peligroso.

Qué bueno que Praxedes no estuvo presente en esos momentos, incluso los pocos dragones que estaban alrededor y que comprendían de lenguaje humano, se removieron inquietos, meterse con el todo de otro dragón, aun en broma o en juego, era una grave ofensa, más si este dragón era un furia nocturna próximo a tener un nuevo cachorro, si Hiccup esta sensible por los humores del embarazo, Praxedes era peor, tan sobreprotector e irritable con esos extraños ajenos a la isla que llegaban en esas temporadas.

Stoick miro incrédulo a Bars, debería estar bromeando, le parecía hilarante esa idea de tan siquiera sugerir comprometer a su hijo con una desconocida siendo que ya tenía su propia familia, incluso le había dado un nieto y venia otro en camino, claro, esa información no la sabían los extranjeros.

La joven pelirroja al lado de su tío no paraba de sonreír y pestañear de manera coqueta, asegurándose de verse lo más encantadora y deseable posible, esta se presentaba como una gran oportunidad para ella, si todo salía bien tendría como marido al gran héroe de su generación en todas las islas de ese archipiélago de islas vikingas, se acabarían sus ratos de diversión y ya no podría repartir sus encantos entre todos los hombres, pero eso era nada si se lograba tan jugoso premio como lo era el héroe que había logrado domar a los dragones.

Si era como su padre, ese hombre corpulento y de melena rojiza, no estaría mal, aunque para ella cualquier tipo de hombre con un poco de atractivo estaría bien para ella, no pedía mucho solo que lograra satisfacerla.

-Disculpen… pero esto es… déjenme ver si entendí, ¿ustedes sugieren algo… con la “soltería” de mi hijo?- definitivamente no tenía ganas de decir o sugerir tan siquiera la palabra “compromiso” refiriéndose a su hijo.

-Así es Stoick, tal vez no tengamos tan estrechas relaciones, pero me encantaría cambiar aquello-

-Supongo que sugiriendo un compromiso con esa muchachita que no ha dejado de pestañear como si un kilo de tierra le hubiera entrado a los ojos, ¿no es verdad?- ese había sido Gob, que no pudo evitar meterse en la conversación, a él tampoco le agradaba mucho las intenciones de esos extranjeros.

Bars y su pelirroja sobrina pusieron mala cara por unos momentos por la intromisión del rubio en la conversación, pero guardaron la compostura, no podían sobresaltarse y crear toda una escena por el comportamiento del incompetente hombre.

-Ejemp, lo que dice su compatriota es verdad, mi sobrina, ya está en la edad de comprometerse, es atractiva y muy saludable, estoy seguro que sería una grandiosa candidata para su heroico hijo-

El rostro de Stoick era impasible, era como el de una estatua, nadie podría saber con claridad que era lo que pasaba por su mente en esos momentos, claro, nadie que no lo conociera bien como su hermano, quien se mantenía apartado de la conversación, pensando que tal vez hubiera sido bueno traer un poco de medicina por si acaso, o Gob, su hermano del alma, que se debatía entre si debía intervenir o no cuando Stoick llegara a estallar, como que se le antojaba ver un poco de acción.

TOCK TOCK TOCK

Antes que cualquier reacción se presentara en el líder de la aldea, se escuchó el golpe de las puertas cerradas del comedor, el guerrero más cercano, en este caso el hermano biológico de Stoick, fue a ver quién era, los otros que estaban cerca estaban atentos y curiosos de quien podría ser, el pelinegro al abrir se quedó impresionado y por una razón que no pudieron percibir los de adentro salió cerrando la puerta tras de él de inmediato, los que estaban cerca escuchaban atentos.

-¿Qué paso qué?-

Aunque solo podían alcanzar a escuchar unos fragmentos de la conversación, en mayor parte las partes en las que el pelinegro hablaba, al parecer el otro hablaba muy bajo como para poder diferenciar lo que decía.

-Para ser tan grande con lo que me dices es muy cobarde… ¿y qué estaba haciendo en esos lugares?... pfff hahaha-

-No es de risa-

-No es para ofender, pero ya sabes que si pareces chica, aunque creo porque tanto interés en coquetearte… de hecho el padre de este tipo está sugiriendo comprometerte con su sobrina para una alianza-

-¡¿QU…?!-

Apenas y tuvieron oportunidad de apartarse los vikingos cuando la enorme y pasada puerta fue tirada de golpe por un dragón muy enfadado.

-Ups… no sabía que Praxedes sabia el significado de la palabra comprometerse-

-No me mires a mí, yo no sé la enseñe, seguro fue mi padre o tío Gob-

-O mi esposa, de hecho ella y algunas mujeres del pueblo dicen que quieren ir a visitarte uno de estos días-

-Gracias por la advertencia tío-

Afuera se habían quedado el pelinegro vikingo y el castaño héroe de Berck, entre los brazos del menor descansaba su hijo quien aún seguía comiendo algunas moras manchando su carita de azul y rojo, realmente eran ricas esas moras.

-¿Queles?- ofreció el pequeño a tío papa de tío Snotlout provocándole una sonrisa al mayor.

-Muchas gracias pequeño- acepto revolviéndole los cabellos al pequeño, esperaba que pronto su hijo le diera nietos como ese pequeño encantador.

Mientras que la familia convivía afuera, regresemos con el dragón enojado que seguía adentro espantando a los extranjeros provocando gritos y que acudieran rápido a buscar refugio o alguna arma con la que defenderse, mientras los que ya estaban mediamente acostumbrados a esos arranques del dragón lograban mantenerse en su lugar aunque también se agachaban un poco por si se alocaba un poco de más.

-Hey tranquilízate un poco, tenemos visitas- reclamo sin reclamar realmente el líder de la aldea al dragón, realmente había disfrutado que hubiera espantado a ese fastidioso jefe junto a su escolta y tonta sobrina.

El dragón gruño más fuerte, incluso se podía ver como el interior de su boca empezaba a brillar indicando que está en el peor de sus humores, listo para escupir fuego y atacar.

-Sí, se cómo te sientes, pero guarda un poco de calma, son “invitados” después de todo, no se quedaran mucho ¿verdad?- Stoick seguía en su asiento, tomando a la ligera su papel para tranquilizarlo, en realidad esperaba que soltara una bola de fuego, tal vez chamuscar un poquito a sus “invitados” lograría animarlo un poco.

¿Aunque por qué lo había puesto de ese mal humor?

Su respuesta llego con su hermano pelinegro que cargaba a cierto rubio familiar, ¿no era ese el hijo de ese Bars?, su hermano se inclinó y le dijo cosas al oído mientras lo extranjeros seguían más pendientes del furia nocturna que amenazaba con saltarles encima en cualquier momento, algo en el instinto de los vikingos originarios de Berk los hiso retroceder un par de pasos, no por el dragón, sino por su la mirada que mostraba su admirable líder.

Oh esa mirada, tan oscura y penetrante, la señal critica antes de explotar en esos dos.

Es imposible no temblar con esas miradas fijadas en uno, por lo que no era de extrañar ver a esos vikingos extranjeros parecer más pálidos e imitar las hojas en otoño con sus movimientos involuntarios, cielos, hasta llegaban a infundir lastima ajena, pero ninguno de los vikingos movería ningún dedo por ellos, no era bonito enfrentarse al pelirrojo vikingo cuando estaba de malas, mucho menos furioso, ahora sumando a eso un dragón celoso y posesivo, yerno y suegro en equipo, muy pero muy poco frecuente, y enojados, era mejor buscar refugio cercano, preferiblemente a muchos kilómetros lejos, o atrás de Hiccup, que mágicamente era el único capaz de calmarlos.

-Así que… padre e hijo no son tan diferentes-

Por alguna razón Bars se sintió de repente muy pequeño, casi se atraganta con su propia saliva cuando vio como el pelirrojo se posiciono frente a él y lo agarraba del hombro y empezaba a arrastrar a otra habitación.

-Esto ya es personal, esto lo trataremos de manera privada- y lo jalo hacia la salida para ir a un lugar más alejado.

Pobre, pobre Bars.

Al salir del gran comedor vio a su hijo y nieto, con un gesto en la cabeza saludo y despidió a su descendencia, e Hiccup supo que se encargaría.

Pobre, pobre Bars.

Sus compatriotas pensaron en ayudarlo, pero ver de nuevo al dragón molesto los hizo desistir, ¿en qué rayos se habían metido?

-¿onde va abue?-

-A regañar al papá del tipo feo cariño, mínimo-

-¿malito?-

-Algo así cariño, ahora vamos a casa a bañarte y limpiar esa carita tuya-

-Shiii-

Así que Hiccup dejo encargado de ese pequeño asunto a su padre y que su pareja se desquitara un poco con los extranjeros si era necesario, tal vez así no lo estuviera sobreprotegiendo por las próximas semanas si dejara salir un poquito su furia con esos vikingos.

El resto del día hasta el anochecer Stoick le había dejado muy bien en claro que no habría ningún acuerdo o alianza entre ambas aldeas a Bars, oh, y no se olvidó del hijo de este, Ronnie, que termino un poco más afectado que su padre, siendo acosado por el dragón y el pelirrojo líder de la aldea hasta hacer algo que en la actualidad llamamos lavabo de cerebro, no hubo necesidad que el dragón se transformara en su forma humana para comunicar todo su descontento con el joven vikingo, rugidos y amenazas de lanzar bolas de fuego le dejaron bien en claro que era una de sus personas menos favoritas en el mundo, y claro, el buen y “amable discurso” de Stoick sobre no descansar después de un largo viaje, “alucinar” cosas que no son, y asustar a un pobre e inocente niño como su querido Asier no se debía hacer, fueron tan “convincentes” que hasta en esa cabeza dura suya le entro bien clara la información.

Ahora esos dos, padre e hijo, habían sido reducados de cierta manera, muy al estilo de Berck, o en otras palabras, al estilo de Stoick y Praxedes, Bars ya no intentaría un plan como ese, Ronnie ya no coquetearía tan descaradamente con damas desconocidos ni tendría “alucinaciones” de niños monstruos, y así ambos regresarían a su isla.

-Que tengan un buen viaje-

Al día siguiente los extranjeros se marchaban con unas cuantas provisiones de parte de la aldea por mera cortesía a pesar de las molestias causadas, y sin haber podido ver al grandioso héroe de Berck con sus propios ojos.

-Pero tío, ¿estás seguro de esto?- se quejó la pelirroja, ¿Qué había pasado con su plan? ¿Qué había pasado con su oportunidad?

-Nos vamos a casa, ¡ahora!- declaro el mayor, y nadie más se atrevió a llevarle la contraria, definitivamente hacer alianzas con un pueblo capaz de domar dragones era muy peligroso.

No había nada mejor que los regresara la calma que ver las embarcaciones partir de sus tierras.

A esos extranjeros se les había dejado bien en claro cualquier clase de negociaciones referentes a compromisos pactados no eran de que hablar en esas tierras.

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