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Amo a un dragón por minima

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Notas del capitulo: Dicen que el 13 no es un número muy favorable, eso según la superstición de cada quien, este año como cualquiera ha tenido sus altas y bajas, les agradezco a todos ustedes, mis lectores y lectoras por su tiempo prestado al leer mi historia, y quiero decir que esta pequeña familia también es suya, :D
ALAS Y FUEGO

-¿Cuándo fue la primera vez que te pasó a ti?-

Deja que la pregunta se procesa por su mente, recuerda sus ratos de juventud, en que era puras escamas y nada más, hasta que le dio por curiosear sus otras habilidades, aquellas únicas de su especie.

No recuerda cuantas primaveras habían pasado desde su nacimiento para que esto ocurriera, aunque sí sabe que debieron ser bastantes para que estuviera consiente de este hecho, seguramente tenía mucho más años que su primogénito.

-No me acuerdo-

Delante de humano y dragón hay una pequeña figura negra, contoneándose y tropezando torpemente de vez en cuando equilibrándose ahora con sus extremidades extras descubiertas, es pequeño, es torpe, y es su bebé.

Simplemente ocurrió, estaban almorzando, Asier ya estaba empezando a comer comidas más sólidas, el pescado, como era de esperarse como su padre, era su favorito, era como cualquier otro día, hasta que un estornudo y un pequeño incendio en una parte de la mesa de la cocina después, en vez del bebé de cabellos negros y ojos verdes, había un pequeño dragón, copia exacta de Praxedes en miniatura, con los ojos de Hiccup solo que con pupilas afiladas.

-Asier, cariño ¿estás bien?- Hiccup estaba sorprendido por el cambio, mas no tan asustado como hubiera esperado, ya que se lo esperaba, desde un principio supo que su bebé era tan especial como Praxedes, pero no se esperaba que fuera tan pronto esa muestra de habilidades.

El pequeño ladeo la cabeza en la dirección de su papi, esta excitado por este cambio, había visto a su papá hacerlo muchas veces, y no está seguro como lo logro pero lo logro, solo se concentró un poco, pensando en el calorcito que se albergaba desde su pancita, siempre ahí, siempre constante, y pensando que si se extendía como el calorcito que sentía al comer los guisos de su papi no sería tan diferente la sensación y paso.

Trato de saludar a su papi pero solo salió un rugido, sorprendiéndolo a él mismo que no sabía que podía hacer esa clase se sonido, todo era tan divertido y asombroso.

-Está bien-

-¿En serio?-

-Es un pequeño talentoso- dijo con tono de orgullo el de escamas negras, cada día las sorpresas en su querida familia eran de lo más gratas.

-Si tú lo dices Prax, ¿Por qué no te transformas tu también?, así le puedes enseñar cómo moverse con su nueva forma- sugiere el castaño, si alguien le puede enseñar ese tipo de cosas a su pequeño es su propio padre.

El dragón asiente con la cabeza y antes de un pestañeo regresa a su forma draconiana, se acercó a su pequeño y le dio un pequeño empujón con la trompa llamándole la atención.

El pequeño miro a su padre, la cara grande y negra llena de escamas.

~Hola papá~

~¿Divirtiéndote pequeño?~

~Es asombroso, tengo cola igual que tu~

~Y alas, mira tú espalda~

~¡Wou!~

~Aun eres algo pequeño para volar, pero quizás podemos ejercitar un poco tus alas, ¿quieres?~

Hiccup era testigo del intercambio de gruñidos de padre e hijo, su pequeño se veía muy emocionado y alegre con todo lo que le estaba pasando y eso le tranquilizaba, todo esto lo estaba tomando muy natural y eso era muy bueno, lo que menos hubiera querido es que estuviera asustado o incómodo.

Praxedes se dirigió a la puerta y la rasco un poco con su pata, comprendió el mensaje.

-De acuerdo, Asier, escucha a papá en todo mientras estén afuera ¿entendido?-

Su pequeño rugió quedamente y movió la cabeza en afirmación, antes de salir se dirigió a su papi y acariciando su cabecita en su pierna, Hicuup se inclinó lo más que pudo con su barriga y le dio un beso en la cabecita de despedida.

-Cuídate cariño, tú también Prax- ahora se dirigió al dragón más grande y le dio un beso en el hocico despidiéndolo por el momento.

Parece que las sorpresas nunca acaban con esta familia, y eso le da felicidad, y está seguro que la sorpresa que les traerá su nuevo embarazo les traerá más felicidad.


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=Doble tesoro=

Ya lo sospechaba, en realidad uno se da cuenta después de un tiempo, especialmente cuando le daba el doble del hambre que con su primer embarazo, su vientre crecía mucho más rápido y más grande, y los movimientos dentro de su vientre.

Estaba esperando gemelos.

Niels y su alumno Melvin se lo confirmaron, otra vez habían sido traídos a la isla para ser atendido de nuevo en su embarazo.

Estaba sorprendido, un poco, Praxedes y su pequeño más, no se diga Stoick, y o si, la fiebre de sobreprotección, si cuando su pareja sabía que esperaba a uno ya ni lo dejaba de sol ni a sombra, ahora con dos ni se diga.

Gracias a los dioses que él tenía mucha paciencia, sabía que Praxedes, su primogénito y su padre, no lo hacían con mala intención, pero podían ser realmente exasperantes.

Que no hiciera aquello, que no hiciera lo otro, que debía descansar, que no fuera solo, ¡por Odín!, que estaba embarazado, y ya lo había estado antes y bien que había sobrevivido, más que prueba suficiente de que saldría bien de este segundo embarazo ¿verdad?

De acuerdo, bien que esta vez era doble, pero eso no quería decir que no fueran el doble de asfixiantes que la primera vez.

Ya estaba en su último trimestre y se lo agradecía a todos los dioses que ya pronto sus pequeños nacerían, bueno, también estaba nervioso y con un poco de miedo, no lo podía negar.

Ahora si era justificable de que una y otra vez le dijeran que se quedara quieto y descansara en esos últimos meses cuando su barriga parecía explotar y era cada vez más difícil moverse, más que caminar parecía que estaba haciendo un movimiento torpe que no lo llevaba a ninguna parte.

En ese último trimestre ahora solo quedaba estar acostado y esperar a que la hora llegara, la cual según le habían dicho podía llegar en cualquier momento tomando en cuenta que ahora esperaba gemelos, era normal en esos casos que el parto se adelantara, cosa que le confirmo la madre de los gemelos desastre de la aldea, quien se mostró muy fascinada en servirle de guía en este nuevo embarazo.

Incluso había ofrecido a Tuff y Ruff para que le ayudaran en lo que el deseara, lo cual no fue la mejor de las ideas, al menos con eso se daba una idea de cómo podrían comportarse sus gemelos, cosas curiosas había entre los gemelos como que podían tener su propio lenguaje entre ellos, podían ser muy unidos, a pesar de que Tuff y Ruff se la pasaban peleando, no recordaba muchas veces en que estuvieran separados, oh, y ese aparente sexto sentido de saber lo que pensaba el otro o sentir lo que el otro.

Mucha información relevante para solo una tarde de ellos en casa antes de que su propio padre los sacara de la casa por causar tanto alboroto y los mandara a hacer otra cosa muy, muy lejos de Hiccup y su nueva casa para evitar que lo pusieran en riesgo o a la integridad física de vivienda.

Acaricio su abultado vientre, pronto conocería cara a cara a ese par que se gestaba en su vientre.

Esperaba que no salieran muy parecidos a Tuff y Ruff, sin ofenderlos, pero no quería que sus gemelos les quitaran el título de gemelos desastre.

Con su mano toco su vientre, los sentía moverse, leves golpes desde su interior, seguramente estaba apretado ahí dentro pero aun así encontraban la forma de moverse.

Era una sensación única, como todo el embarazo, sentir como estas nuevas vidas se manifestaban desde su interior, con sus altas y bajas, no cambiaría por nada del mundo, no con la preciada recompensa que le esperaba al final.

Aunque tal vez le gustaria intercambiar las contracciones, desearía que las dichosas contracciones no existieran, o que descubrieran un té mucho mas potente para aliviar al dolor que se sufria a la hora del parto… tal vez en algun futuro, tal vez en algun futuro existiría… y hablando de estas.

-¡Argh!-

Definitivamente odiaba las contracciones.

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Praxedes había llevado a su pequeño al pueblo a conseguir algunas cosas para su todo, últimamente Hiccup se cansaba muy rápido y dormía más que cuando tuvieron a su primer pequeño.

Ahora eran dos, oh por todos sus ancestros, ¡Ahora eran dos!

Estaba feliz, su familia estaba creciendo y su primogénito tendría hermanitos con quien jugar, su pecho estaba a estallar de alegría pero a la vez tenia preocupación.

Hiccup, siempre le sorprendía su fortaleza y valentía, toda esa grandeza en un cuerpo tan pequeño, debía recordarse con regularidad que no debía subestimar a su todo, esta era una prueba más de lo fuerte que podía llegar a ser, y aun así no podía evitar preocuparse por él.

No podía esperar a tener en sus brazos a sus nuevos pequeños.

Ese deseo se le iba a cumplir más pronto de lo que se podía imaginar.

-¡Señor Praxedes! ¡PRAXEDES!-

Corriendo va llegando a su encuentro el siempre escandaloso Mervin, después del nacimiento de su primogénito y de que se quedaran un tiempo él y su maestro después de eso, ambos regresaron a sus tierras natales, y con la llegada del segundo embarazo de su todo, ambos fueron traídos de nuevo, igual de dispuestos y escandalosos.

-¿Qué pasa?-


Llegando con gritos y tropiezos llega el aprendiz a su lado, su cara esta sudorosa, jadea y está sin aliento, vibra el nerviosismo en su ser y eso lo empieza a preocupar.

-Hi… Hiccup, bebé, ya viene-

-¿Qué? ¿El cachorro? ¿Hiccup? ¡Asier ya van a nacer tus hermanitos!-

-¿Hermanitos?-

-Sí, ya es hora-

Desplegando sus alas y con un salto rápido agarrando a su pequeño en brazos y dejando olvidadas las cosas que había venido a comprar, eso era lo de menos, su Hiccup lo necesitaba.

Un viaje rápido y llega a su hogar, afuera está el pelirrojo padre de su todo y como siempre acompañándolo su rubio amigo.

-Asier, ¿recuerdas de lo que hablamos hace unos días?-

-Tengo que esperar junto el abuelo hasta que lleguen mis hermanitos-

-Muy bien pequeño, yo acompañare tantito a papi hasta que lleguen-

-Ve y acompaña a Hiccup, yo aquí cuido a mi nieto- el pequeño pelinegro ahora está en brazos de su abuelo, el milagro de la vida es maravilloso, pero Asier es aún demasiado joven para presenciarlo.

El escenario que le recibe al pasar el umbral y subiendo las escaleras es uno el que ya ha visto antes, en la cama Hiccup yace le rodean el par de curanderos que le atienden en el parto, el con la faz sudorosa y con rictus de dolor, pero igual de hermoso y brillante.

Se posiciona a su lado y aprieta su mano con gesto de apoyo y amor, la mirada verde vida se encuentra con la suya y saben que todo irá bien.

Afuera rubio y pelirrojo se encargan de entretener y distraer al joven pelinegro mientras ellos a la vez se distraen de sus propias preocupaciones.

-¿Cuánto falta?-

-No mucho pequeño, en menos de lo que imaginas conocerás a tus hermanitos-

-O hermanitas, o hermanito y hermanita- interrumpe no con mala intención Gob como siempre, es algo que jamás cambiara.

-Lo que él dijo, dentro de poco los conoceremos así que no te preocupes-

Siguen jugando distraídamente con algunos de los juguetes que ha hecho Hiccup a lo largo del tiempo desde que supo que estaba esperando a su Asier, figuras de barcos, dragones y vikingos en miniatura, el pequeño espera con cierta preocupación y anhelo la llegada de los nuevos integrantes de su familia, y espera que pronto pueda compartir estos juegos y juguetes con ellos, enseñarle todo lo que a aprendido hasta ahora, incluido lo geniales que son papá y mami.

No es hasta horas más tardes, cuando el sol ya está oculto y dormita sobre el regazo de su abuelo que ya pueden entrar a la casa.

Es subiendo las escaleras hasta el cuarto de sus padres que acostado se encuentra su progenitor de cabellos castaños cargando dos bultos envueltos en telas blancas.

Su mirada brilla, igual a la de su papá al observar lo que carga papi.

Cuando se dan cuenta de su presencia ambos lo miran sonrientes y lo invitan a acercarse.

-Ven, mira Asier, ellas son tus hermanitas-

Baja del regazo del abuelo y camina hasta la cama, su papá lo carga y se sienta junto a su papi, dentro de las telas dos caritas diminutas sobresalen, rosadas y con pecas salpicadas sus pequeñas narices y mejillas, como papi, algo de cabello sobresale en sus coronillas, es entre un castaño y rojo, tal vez sean como el color de su papi, o como su abuelo, o un castaño más rojizo que su papi, no sabe, lo que sabe que esas cositas en el regazo de papi son tan pequeñas y rosadas y bonitas.

-Hola, yo soy Asier, su hermano mayor, ¿Cómo se llaman?- saluda con alegría el pelinegro, sacando sonrisas a todos los presentes.

-Kaira y Nilsa- dice su papi, respondiendo en lugar de ellas que aún son muy pequeñas para hablar o gruñir.

-Hola Kaira y Nilsa, yo las protegeré junto a papá y a mami-

-Muy bien dicho tesoro-

Miran a las pequeñas que empiezan a retorcerse un poco, acomodándose para sentir el calor que irradia el calor de su mami mejor, al igual que Asier tienen marcas en su espalda y orejitas negras y puntiagudas.

Ellas por el sonido empiezan a abrir los papados, ojos verde vida al encuentro de las miradas de su familia.

-Tienen tus ojos mami-

-Y los tuyos tesoro-

-Son perfectas Hiccup-

Si lo son, dos pequeñas bebés hermosas nuevas integrantes de su familia.

Y así reunidos todos, dándoles la bienvenida también es perfecto.

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“DESPERTANDO EN FAMILIA”

Era cálido y agradable, era reconfortante y nostálgico, y había veces en que le encantaría estar así todo el día, pero tenía que levantarse de su lecho de una buena vez por todas.

Abrió los ojos encontrándose un manto negro, cosa común en sus amaneceres, esto significaba que el ala protectora del Furia Nocturna se extendía, protegiendo su sueño, extendió su mano y toco unas suaves escamas y sintió el suave respirar que sabía que no era de su pareja.

Los pequeños se habían colado nuevamente en la noche hasta su cuarto y acostado en la cama para dormir entre sus dos padres.

-Pequeños traviesos-

Acaricia suavemente las escamas tan parecidas y tan diferentes como las de su otro padre, pueden ser tan oscuras como las misma noche, pero no llegan a serlo como las de Praxedes, quizás con el tiempo o cuando sean adultos sean iguales, o quizás por su singular mezcla, humano/dragón tienen ese tono, sea cual sea la razón son tan bellos y perfectos tal como son.

Siente que se mueven, se estiran y se vuelven acomodar, acurrucándose un poco más tratando de prolongar el plácido descanso, no es necesario ver para saber que su primogénito es quien está más cerca de su pecho, la cola de una de las gemelas esta sobre sus piernas, y la otra seguro esta acomodada junto a la figura protectora del gran dragón que es su otro padre, comparados sus bebes son unas miniaturas al lado de su pareja cuando se transforman, de hecho cree que no solo son sus hijos quienes crecen con los años sino también Praxedes uno que otro centímetro, o al menos en su figura dragonea.

Abraza a su niño y besa su cabeza suavemente, es hora de despertar.

El pequeño se remueve pero no de disgusto, siempre es agradable recibir esa clase de mimos por parte de su madre o papi, cosa que sabe que le gusta más que le llame por el segundo modo pero de todas formas no se queja si le dice mama, madre, mami como a las demás hembras humanas, él es cálido y amable, él es tan agradable y admirable y lo quiere mucho a él y a su familia, su papi/mami es el mejor de todos.

Al abrir los ojos se encuentra con su siempre gentil y amorosa sonrisa, que a pesar de la penumbra abajo del ala de su padre puede distinguir al instante como si el rostro de su progenitor brillara.

-Buenos días campeón-

~Buenos días papi~ gruñe suavemente, sabe que los humanos no entienden el idioma de los dragones, pero su papi resulta ser tan ingenioso que sabe identificar los mensajes de su familia y de algunos otros dragones.

Se empiezan a escuchar otros gruñiditos, son sus hermanas menores, las gemelas, que a su vez despiertan a papá, quien retira su ala y empieza a repartir lametazos a toda su familia, deteniéndose un momento para dedicar singular atención a su pareja.

-Buenos días a ti también cariño… aah y ustedes también pequeñas traviesas- besa el hocico de su todo, para luego dirigirse a las más pequeñas de la casa y besar sus frentes mientras reparte un par de cosquillas, realmente agradece por permitirle disfrutar un día más con ese tipo de amaneceres al lado de su amada familia.

Se quedan un rato más en la amplia cama, ambos padres repartiendo besos y cosquillas a sus hijos quienes ríen alegremente por los mimos de sus progenitores, Kaira y Nilsa se esconden tras su hermano mayor, mientras este es atacado por besos y cosquillas por parte de sus dos progenitores no pudiendo parar de reír y retorcerse, las risas y sonrisas reinaban en esa habitación llena de amor y cariño.

-Bueno niños, les preparare un rico desayuno- dijo parándose de la cama después de un buen rato de cosquillas y besos.

~¿Podemos salir con papi? ¿Si, si podemos?~

Unos gruñidos antes de salir lo detuvieron y las miradas suplicantes de sus hijos le hiso comprender claramente el mensaje.

-Está bien pequeños, pero no quiero que se tarden mucho, ¿de acuerdo?, y obedezcan a su padre en todo-

Retrocedió unos pasos y abrió la gran ventana que se encontraba en su cuarto, lo suficientemente grande como para que Praxedes pudiera entrar y salir con facilidad y por consiguiente por donde sus hijos también podían entrar y salir, de inmediato la brisa fresca de la mañana lleno el cuarto y sus pequeños movían sus alas con total jubilo desde la cama preparándose ansiosos para su futura salida.

Sus pequeños desde hace algunos meses habían demostrado ser unos talentosos en el vuelo al igual que su padre, a sus siete y cinco años respectivamente no había dragón que los pudiera alcanzar siendo un grupo de flechas negras cuando cursaban por los cielos al volar, Asier, Kaira y Nilsa serían unos magníficos dragones al crecer, no es que no lo fueran ahora, y como vikingos tampoco se quedaban atrás, su notable fuerza y agudeza mental los volvían muy diestros a la hora de luchar en las artes de batalla vikingas.

Apartándose de la ventana vio cómo su familia emprendía en vuelo, tomando una pequeña carrera desde la enorme y mullida cama hasta la ventana y saltando hasta agarrar altura hasta los cielos, a unos metros pudo escuchar el grito de su padre en la casa vecina saludando a sus nietos, y más lejos incluso el de otros vikingos madrugadores.

Ver a su familia volar lo llenaba de dicha y amor, algunas veces los acompañaba, eran momentos tan íntimos y llenos de diversión los que compartían en el cielo, realmente haber conocido a Praxedes había sido lo más grandioso en su vida, realmente haber tenido a sus hijos era la prueba irrefutable de su amor, y podía decir con total sinceridad que no se arrepentía de ninguna de sus decisiones ya que tenía a esa familia que tanto amaba.

-Sera mejor que les prepare algo de pescado que tanto les gusta-

Esta era una muy buena forma de comenzar el día.

Y sabía que habría muchos y muchos amaneceres como este con su amada familia.

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¿Qué?
¿Creyeron que esto se acabó?
Bueno si, solo falta un cachito y ya.
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“Extra del extra del extra (o un tal vez)”

-Miren muchachos, esta fue alguna vez una pequeña pero prospera aldea de vikingos de verdad, su nombre era Berk- estaba explicando el profesor en esos momentos al montón de alumnos que poco o nada le ponían atención, pocas eran las mentes interesadas en esa aburrida platica que el maestro de historia se encargaba de dar junto al guía contratado para esa expedición.

Aunque pasar unas horas de aburrimiento era aceptable para los adolescentes a cambio de un día sin clases, claro, probablemente tendrían que hacer un ensayo, muchos a base de información sacada del internet debido a que no habían puesto atención ese día, pero un día sin un montón de tediosas clases era mil veces preferible.

-El folclor y las tradiciones no se diferencian de muchas de las otras aldeas de vikingos, adoraban a Thor, Odín, y otros dioses nórdicos, pero que destaca de esta isla, y que me agrada mucho en mi opinión, son sus peculiares y grandiosas leyendas-

-Creo que hubiera sido más divertido un examen de química que este monologo del profesor- comento un adolecente, corpulento y de cabellos negros acompañado de un par de gemelos rubios, una rubia y un rubio que asintieron ante lo dicho por su amigo, cualquier cosa definitivamente sería más divertido que su profesor.

-Oh si, sus leyendas son las mejores, llenas de aventura y fieros guerreros, estos isleños vikingos se decían cazadores de bestias y domadores de monstruos, incluso de las bestias que todo guerrero detestaba, los dragones, si ponen atención hay tallados donde se ven la coexistencia entre ambos y blablablá…- y el profesor se apasionaba tanto en su plática que no se daba cuenta que los alumnos ya no le prestaban la más mínima atención, algunos parados ahí con la mente en el infinito y más allá, otros platicando cualquier trivialidad, otros incluso escapándose a explorar por ellos mismos los alrededores, cuando el profe se ponía así poca atención le prestaba lo que hacían sus alumnos.

Al menos era una salida fuera de la escuela, tremendamente aburrida y prácticamente en medio de la nada en donde los celulares y demás aparatos no tenían ni una barra de señal, pero fuera de la escuela… aunque pensándolo bien en la escuela si había señal, era en esos momentos en que uno debatía si era bueno o no estar en la escuela en esos momentos, pero eran adolescentes, ociosos adolecentes que podrían entretenerse con algún juego o tontería con sus aun infantiles mentes.

-Atrapa esto cabeza de chorlito-

-Ven acá cara de jabalí-

Y claro, encabezando esta lista de adolecentes inmaduros estaba el grupito del moreno y gemelos junto a unos cuantos más adolecentes.

Algo de lodo y empezar a perseguirse unos a los otros como unos críos era lo que necesitaban para entretenerse un par de horas.

Aunque no todos eran así, había pocos que preferían pasarla un poco más tranquilos, en vez de caminar por doquier ir a un lado a otro preferían un lugar tranquilo para platicar cualquier cosa, como un grupo de chicas, aunque también otros paseaban de manera más tranquila explorando las curiosidades que podían apreciar como esos extraños tótems vikingos.

-Me imagino que debió ser difícil vivir en esta clase de casas y más en el crudo invierno-

-Yo diría más bien aburrido, no tenían seguro con nada con que entretenerse-

-Jajaja esos eran otros tiempos, ellos seguro no se entretendrían con la tele o carreras de moto como tú-

-Qué bueno vivir en esta época-

-Jajajja si tú lo dices-

Ambos adolecentes caminaron un poco más hasta llegar lo que parecía ser el centro del pequeño pueblo costero, había una plaza, y lo que llamo poderosamente la atención fue un gran tronco de madera tallado en uno de los extremos de ese lugar, y como era común en las decoraciones de esa isla predominaban la figura de los dragones, aunque este había algo especial en opinión del adolecente.

-Wow ¿te imaginas que en realidad hubieran existido los dragones y poder volar con alguno de ellos?- le pregunto a su compañero mientras acariciaba la figura de un dragón que claramente le dedicaron singular detalle, que a pesar de los siglos aún se podía ver claramente su figura alada y su cabeza que le recordaba mucho a las salamandras de agua, y sobre su lomo un muchacho, no era un adulto ni mucho menos parecía un guerrero vikingo, cosa que le recordaba a él.

…l otro adolecente se posiciono a su espalda y coloco su mano sobre la de él, para luego pasar su brazo por sus hombros y atraerlo a su cuerpo.

-Si quieres sentir la sensación de vuelo, basta y sobra que subamos a mi moto, y si quieres montar algo o alguien… pues puedes venir esta noche a mi casa- dijo con tono pícaro mientras veía con fascinación como el rojo se agolpaba en las mejillas de su novio.

-¡Hey!, últimamente que trato de hacer conversación vas directo al tema del sexo-

-Jajaja no lo puedo evitar si mi novio es tan deseable-

Ambos jóvenes intercambiaron mirados, dos verdes tan diferentes pero que parecían complementarse tan bien con la mirada del otro, a pesar del pequeño enojo y bochorno por los comentarios del otro el pequeño castaño accedió a que lo besara en los labios su novio pelinegro, tal vez, solo tal vez accedería esa invitación para esa noche.

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