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¡Atrapado! por Fullbuster

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Zoro Roronoa POV


 


Desde la habitación que el gobernador me había ofrecido… o más bien en la que me había recluido, pude ver el barco de mis compañeros partir a la primera hora del alba. Si hubiera dicho que quería quedarme habría sido la mayor de las mentiras, no quería estar aquí, pero supongo que por salvar a mis compañeros hacía cualquier cosa y es que era una cabra loca que pensaba poco las cosas y cuya desorientación era inmensa, porque ya podía tratar de huir… seguro que acabaría dando vueltas al mismo punto y me encontrarían, no era nada bueno para orientarme.


De todas formas… aunque consiguiera escapar ¿Dónde iría? No tenía un barco para fugarme de esta isla, no tenía más opción que quedarme aquí. ¿Había hecho lo correcto o no? No lo sabía, sólo esperaba que Luffy al salir de la isla hubiera vuelto a ser el que era, porque llevaba unos días que no había quien pudiera aguantarle. Me sentaba mal pensar así de mi capitán, nunca había estado en este plan, me caía bien y hasta me enamoré de él y todo… por una única noche en la que nos emborrachamos, pero yo sentía que le había amado, al menos… hasta la llegada de Ace y la traición de Luffy. Ace era… simplemente perfecto, tenía un carácter fuerte pero a la vez compasivo, siempre intentaba ayudar a los suyos, sobre todo a su hermano y confiaba en él a ciegas, quizá eso le traía algún problema algunas veces y es que Luffy era un atolondrado que nunca sabía en los líos en los que se metía.


Pensar en Ace me dolía, más que nada por su traición, confié en él, creí en él y en sus bonitas palabras, pensé que podíamos estar juntos, llegué a creer que no le importaba para nada que nos vieran juntos, que sería capaz de hacer lo que nadie había hecho por mí, decir finalmente que era suyo frente a la tripulación, pero no… ¿Cómo iba alguien a querer estar conmigo? Yo era solamente ese pirata fuerte que no se doblegaba ante nadie y que era capaz de hacer lo que fuera, ese que se enamoraba tan rápido y tan perdidamente que no veía las cosas malas que me hacían o me harían, yo sólo quería ver la bondad de las personas y  en Ace la vi, no esperé que me traicionase como lo hizo, pero supongo que esta isla afectaba a todos o simplemente… Luffy y él estaban jugando, eran hermanos, no sé como no lo vi antes.


Sé que pensar en Ace me hacía daño, pero también me alegraba, aún podía recordar las noches que pasé con él mirando el cielo, nuestra última noche cuando me decidí a entregarme a él, recordaba su forma de besar y es que era imposible olvidarle, era puro fuego, como su habilidad. Ace era de esas personas que una vez lo conocías, estaría en tu recuerdo siempre. Ace era simplemente especial, creo que me había enamorado de él, de su forma de ser, de su temperamento, de su fuerza, de su dulzura y su carácter proteccionista, me encantaba estar a su lado, todo parecía muy fácil cuando él estaba cerca y te hacía sentir seguro.


Escuché como metían la llave en la cerradura de mi puerta y abrían. Miré hacia la puerta inmediatamente para ver como entraba el gobernador y me indicaba con esa sonrisa suya tan odiosa que le siguiera. Yo no tenía ni idea de para qué tendría que quedarse alguien de la tripulación en esta isla, pero me enfadaba pensar que casi… era como una venta, me habían vendido por suministros y materiales de reparación.


- Vamos sal a comer algo – me dijo el gobernador.


- No tengo hambre – le dije de forma cortante.


- Tienes que comer algo, así que no me hagas repetirlo.


- No me haga repetirlo usted a mí, no tengo hambre, lárguese de mi cuarto, ni siquiera entiendo qué hago aquí – le dije.


- Eres parte del espectáculo – me dijo y no entendía nada.


- ¿Espectáculo? ¿Qué espectáculo? – pregunté.


- Lo sabrás esta noche, sería conveniente que comieras y durmieras antes de ir, pero tú mismo – me dijo.


Al final decidí acompañarle fuera a comer algo, más que nada… porque también le había mentido, tenía hambre, mi estómago no había parado de sonar desde hacía demasiado tiempo. Bajé con ellos al gran comedor y me abrumó un poco la gran cantidad de comida que había en la gran mesa, jamás había visto algo como esto y mi estómago sonó el doble.


- Come – me dijo el gobernador mientras se sentaba.


No perdí más tiempo y me senté comenzando a comer. El gobernador no paraba de mirarme y eso me ponía muy nervioso, encima ni siquiera sabía qué tipo de espectáculo es el que quería dar, pero a mí me ponía muy nervioso. Estaba terminando de comer cuando escuché un jaleo tremendo por el pasillo y el gobernador se puso nervioso levantándose de golpe del asiento para ir a ver qué ocurría. A mí me sonaba esa voz a la de Ace y sé que no podía ser porque se había marchado, pero es que era igual a la de Ace ¿Y si había vuelto? Me puse aún más nervioso.


- ¿Ace? – pregunté primero en susurro y luego empecé a gritar – Ace – le llamé.


- Siéntalo – ordenó el gobernador a uno de sus guardias y me obligó a sentarme de nuevo callándome también.


Me llevaron a mi cuarto de nuevo y sé que se habían llevado a Ace algún lugar, no tenía ni idea de a donde, pero estaba claro que lo tenían ellos. Me aconsejaron dormir, pero no podía hacerlo, estaba preocupado por Ace tanto como él lo estaría por mí. También busqué una forma de salir para poder encontrarle, pero no había forma, me tenían controlado y es que veía hasta las cámaras de seguridad observándome.


Anocheció casi sin darme cuenta, el tiempo aquí encerrado pasaba lento y tortuoso pero saber que tenía que ir a hacer el espectáculo ese me mantenía muy tenso. ¿Qué narices tenía en mente e gobernador? Me sacaron del cuarto y prácticamente tuvieron que arrastrarme por el pasillo porque no quería ir con ellos. Me llevaron hasta una sala llena de gente, creo que eran ciudadanos del pueblo, a algunos los había visto las veces que había pasado con Ace por allí a comprar materiales.


Frente a mí había un montón de chicos desnudos y fue entonces cuando empecé a hacerme una idea de lo que iba a cosa. Me sonrojé al ver a toda esa gente mirándome con esos ojos lujuriosos y aunque el gobernador me indicó que me quitase la ropa como el resto, yo me negué, yo no pensaba hacer nada delante de desconocidos y con unos chicos a los que no conocía de nada tampoco.


- Es mejor que obedezcas – dijo el gobernador mirándome – a menos que quieras que acabemos con tu amigo.


Aquello me sorprendió pero cuando trajeron a Ace esposado y a empujones lleno de moratones y malherido, me di cuenta de que hablaba enserio, aún así, no estaba dispuesto a dejarme chantajear y menos porque Ace al verme, me insistió en que no le hiciera caso y me largase de aquí, pero tampoco quería dejarle a él en este problema, yo creía que se había marchado y me cabreó verlo aquí porque no quería irme sin él, por mucho daño que me hubiera hecho… había vuelto a por mí y eso me alegraba.


- No seas imbécil – le dije – no me iré sin ti.


- Serás cabezón – me gritó – lárgate de una maldita vez y olvídate de mí ¿No estabas enfadado conmigo? ¿Qué te cuesta dejarme entonces?


- Sigo enfadado contigo – le grité ante el asombro de todos – Pero no voy a dejarte, si te dejo no tengo a nadie con quien enfadarme – le dije.


- Todo muy bonito, pero si no nos haces caso y das ese espectáculo puedes ir despidiéndote de tu amigo – me dijo el gobernador y al negarme, vi como lanzaban a Ace a la piscina de al lado.


Me asusté, más que nada porque Ace era como Luffy, no podía nadar después de comerse esa maldita fruta. Le vi sumergirse, se hundía y no era capaz de moverse, se ahogaba y no podía ayudarle, los guardias me cogieron antes de que pudiera lanzarme a por él.


- Acepta y lo sacaré de ahí – me dijo el gobernador


- Sácalo – le grité – haré lo que sea, pero sácalo.


Uno de los guardias de al lado del gobernador se lanzó a la piscina y sacó a Ace mientras se me llevaban a mí para prepararme para ese espectáculo. Vi a Ace tosiendo y escupiendo agua, al menos estaba vivo y eso era lo importante para mí, aunque me miraba como si no entendiera mi decisión. El gobernador se quedó allí con él y le hablaba de algo, no se de qué, yo desaparecí de la sala.


Cuando tuve que volver ya desnudo, antes de salir, uno de los guardias comentó lo que tenía que hacer y era ridículo el morbo que tenían la gente de esta isla. Delante de mí había una pared con un agujero diminuto por el que asomaba un miembro y me obligaron a agacharme para lamerlo. No sabía de quien era y eso me echaba para atrás, podía ser de cualquiera de esos chicos que había visto desnudos y que ahora estaban también montando el espectáculo, uno de ellos estaba al otro lado de la pared.


Lamí aquel miembro y es que tampoco me dejaban mucha opción. Al otro lado no podía escuchar nada, como mucho la respiración acelerada de la otra persona, pero ningún gemido ni jadeo, imaginé que no le dejarían tampoco hablar. No sé el tiempo que estuve allí jugando con ese miembro que salía del agujero pero podía ver a la gente masturbarse a mí alrededor mientras miraban tanto a mí, como al resto de parejas.


Los guardias me levantaron del suelo donde estaba aún de rodillas y me separaron de aquella pared entre sonrisas mientras me tapaban los ojos con un pañuelo evitando que pudiera ver algo. Sentí como me ponían a cuatro patas y preparaban mi entrada. Al sentir la intromisión de aquellos dedos me quejé un poco pero me mordí el labio, no quería que me escuchasen quejarme, no lo permitiría. No quería hacer nada de esto y menos con un desconocido, pero no tenía más remedio. Me taparon la boca con algo, no sé si era un pañuelo o alguna otra cosa, pero no podía hablar y cuando sentí como entraban en mí agaché mi rostro para que evitasen ver cualquier gesto mío pero… por un momento creí que era Ace el que estaba tras de mí. Era cálido y ya había estado con él la noche anterior, me recordaba mucho la forma en que se estaba hundiendo en mí a la forma en que Ace tenía sexo.


Quise hablar para confirmarlo, pero no podía decirle nada, no podía confirmarlo y por los pocos ruidos que escuchaba también de él, creo que él tampoco podía decir nada, seguramente estaría en la misma situación que yo. Pensé que quizá eran mis ganas de estar con él y no con un desconocido lo que me hacía ver tan parecido el sexo al de él, ya no estaba seguro de nada.


Le obligaron a correrse dentro de mí pero no lo hizo para mi asombro, salió de mí desobedeciéndoles y se corrió en el suelo. No supe más de aquello porque escuché como se lo llevaban arrastras y a mí me alejaron también quitándome los pañuelos para que pudiera ver y lanzándome de nuevo en mi habitación. Golpeé la puerta insultándoles y gritándoles que soltasen a Ace pero no me hicieron caso. Me quedé de nuevo solo y encerrado en este cuarto que habían acomodado para mí.


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