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Siempre es de noche... por Darkneko

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Notas del capitulo:

Konichiwa ^o^... perdon por la tardanza se supone que tenía que actualizar hace dias... me entretuve pasando de categoria de fma a naruto nightmare of a dream de Luna Mustang ^u^... y ya que termine u_u... puff se fue el internet... sucede algo extraño... te llama un señor diciendo que pagues o te lo cortan... ¬_¬ pensaba que era broma... T-T pero lo cumplieron... ¬_¬# lo chistoso es que pagas y en menos de un minuto... ya esta de nuevo el internet funcionando... ^u^ pero bueno... dejemonos de cosas raras y vamos a lo bueno...

Naruto es de Kishimoto-sensei... yo solo utulizo sus personajes para entretenerme y entretenerlos un rato ^u^...

Por cierto... para aquellos que solo adivinaron la cosa extraña del capitulo anterior... pues se las dire completa... el capitulo anterior esta completamente relacionado con el capitulo anterior a ese... cada vez que Sasuke escuchaba que Naruto le nombraba... era porque Naruto realmente le estaba nombrando... ^u^... y lo ultimo del sueño... era para que Sasuke se mantuviera tranquilo... bueno creo que es todo... n_n

Disfrútenlo...

     - Vamos Naruto… abre la boca… - tenía una cuchara en la mano y algo de comida en ella, pero el pequeño de ojos opacos no parecía escuchar sus suplicas, mantenía ese semblante decaído, eso no le agradaba al mayor presente que se quebraba la cabeza para poder hacer que ese niño comiera algo por su propia salud, no quería verse en la necesitad de entubarlo. 

    - Por favor… hazlo por mi… ¿si?... eso me haría  muy feliz… vamos solo come un poco… onegai… - acariciaba la mejilla del pequeño con esa suplica, la cual fue escuchaba a su parecer ya que los labios del pequeño se separaron un poco, permitiendo el paso del líquido espeso que era aquella sopa, el mayor sonrió hacía días que el pequeño se negaba a comer a pesar de los tratos amables que tenía con él. 

     - ¿Quieres comer otra cosa?... tal vez el guiso no te guste y por eso no quieres comer… dime que te gustaría… yo te lo preparo… pero come algo por favor… - de los labios del pequeño aquella agua de color oscuro descendía, el mayor tenía el semblante de preocupación si no comía algo  podría no volver a ver a sus amigos. 

     - Vamos come… a Sasuke… a Sasuke no le va a gustar verte así… vemos abre la boca y come… - el cuerpo del rubio reaccionó al escuchar el nombre, aunque no podía recordar quien era en su mente, su cuerpo y quizás su subconsciente parecían recordarle a la perfección, abrió los labios permitiendo que la comida entrara a su sistema. 

    Esto realmente le dolía al mayor, el pequeño reaccionaba únicamente a ese nombre, pero no se encontraba allí, no sabía que en la mente del pequeño los recuerdos del moreno al que nombraba constantemente ya no existían.  Hacía tres días que le había rescatado de las manos de Orochimaru y su cuerpo ya presentaba las mejorías de los cuidados que le proporcionaba, las marcas de los dedos y los chupetines en su cuerpo había desaparecido casi por completo, aun se podía apreciar en algunas zonas donde era mas marcadas, le había llevado al doctor para revisar su estado general encontrando como grave el estado de desnutrición que presentaba, pero nada que no se pudiera curar con amor y cuidados. 

     - Muy bien… me gusta mucho verte comer… así te pondrás saludable muy pronto… - cucharada tras cucharada el plato se fue vaciando a pesar de que duraron más de una hora en un simple plato, el hecho de que comiera le agradaba mucho, si seguían así, pronto podría salir del cuarto donde, por el momento, reposaba. 

    - Señor… el baño esta listo… - anunció el rubio de ojos azules abriendo la puerta del cuarto y haciendo una reverencia al ver a su señor. 

     - Bien… gracias Deidara… puedes llevarte los platos… ya hemos terminado de comer… ¿verdad Naruto?... ¿te gusto?... – sabía que no le respondería por el momento, la recuperación del ojiazul le llevaría más tiempo de lo que imagino, pero tendría que ser paciente, era por el bien del niño. 

    - Claro, señor… - musito el rubio entrando al cuarto y tomando la bandeja en donde las cosas fueron colocadas después de su ingestión. 

    - Ya te he dicho que no me llames señor… me haces sentir viejo… - reprendió el dueño de la casa, logrando que el rubio sonriera, siempre era así, cuando se encontraba de buen humor. 

     - Lo se… me disculpo… Pein… - sonrió mirando a su compañero de hacía muchos años, ese cabello alborotado, esos ojos penetrantes y severos, su rostro normalmente sin emociones presentaba una pequeña y disimulada sonrisa, en su rostro varias perforaciones, culpa de su propia conciencia, cada una de ellas, una persona a la que no pudo salvar, no quería que el rubio se volviera una marca más en su cuerpo, quizás la más grande de todas por ser menor. 

     - Deidara… nos conocemos desde hace años… no hacen falta los formalismos… lamento lo de tu hermana… - comentó mirando su rostro, el rubio menor se encontraba aun sentado en aquella cama mullida y suave, con esa pijama en un tono azul muy claro. 

    - No te molestes por eso… hiciste lo que pudiste para ayudarla… por ello estoy muy agradecido, pero no era necesario marcar tu cara sólo por eso… - enarco una ceja en forma compungida realmente no debía haberlo hecho, cierto era que su hermana menor, una persona muy parecida a Naruto, había fallecido a causa de una fuerte anemia y a pesar de los esfuerzos que hizo Pein por salvarla, no logro mucho. 

    - Es una manía… además… puedo recordarla con esto… - coloco sus dedos en su nariz donde una perforación la atravesaba la tocó con cariño recordando a la pequeña que murió en sus manos, sin que pudiera evitarlo, por más que lo intento, desvió la mirada hacia el rubio, aquella misma expresión había visto en Máname. 

    - Bien… ven Naruto, vamos a lavarte… después iremos al parque que esta cerca de la playa… escucharemos las olas juntos… - le alzo en brazos y le llevo hasta el cuarto de baño, esta vez, no se descuidaría un solo momento, esta vez haría todo lo posible para hacer que ese pequeño fuera el mismo pequeño que desde hacía varios años miraba desde lejos, aquel que tenía la sonrisa más hermosas de todas, aquel que lograba que todos a su alrededor sonrieran de igual manera, que iluminaba todo el lugar con su alegría y hacía todo más bello y agradable. 

 *-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* 

     Así había pasado una semana más, todos los cuidados de Pein habían dado frutos, a pesar de que el pequeño aun no podía hablar o ver siquiera, había dado grandes avances y aquellas marcas en su cuerpo ahora eran inexistentes, y los movimientos de su cuerpo ya eran decididos por el pequeño, ahora se movía con libertad, sin embargo, eran lentos y cuidadosos, como si temiera que le reprendiera o le hicieran algo peor, aun así, parecía comprender que en ese lugar no le harían daño. 

     - Naruto… vamos a dar un paseo hace un lindo día… - comentó el de pelo naranja mientras tomaba la mano del pequeño para darle confianza en sus pasos, aun no podía regresar la felicidad completa a su rostro, pero aquella disimulada sonrisa que atravesaba sus labios en ese momento era un buen avance. 

    Su cuerpo ya tenía la misma complexión que tenía hacia algunos meses o quizás había aumentado un poco de peso pero nada de lo que preocuparse, se veía bien, la había comprado ropa nueva, del mismo modo que juguetes o cosas con las que entretenerse, le contaba cuentos por las noches para dormirlo y se acurrucaba a su lado por petición del rubio quien se aferraba a sus prendas como si de una ilusión se tratase, todo el tiempo el mayor permanecía al lado del rubio para cualquier cosa que necesitase, aunque fuesen cosas pequeñas, quería estar allí para el pequeño. 

    Esa tarde fueron a pasar por un tranquilo parque donde las aves cantaban haciendo que la armonía de los sonidos bailara en sus oídos, la brisa revolvía con gentileza sus cabellos, Pein guió al pequeño hasta un columpio donde se sentó con el ojiazul en las piernas, comenzó un vaivén con los pies apoyados en el suelo para poder mover el asiento. 

    - Solías columpiarte mucho antes, todos los días venías al parque y te quedabas por horas sintiendo los rayos del sol… - su barbilla estaba apoyada en la cabeza contraría, una de sus manos se situaba en las cadenas que mantenían colgante aquel asiento mientras que la otra rodeaba con cariño la cintura del pequeño. 

    Unas imágenes del pasado acudieron a su mente, podía sentir una gentil mano que rodeaba su cintura, el calor de los rayos solares sobre su piel tostada, el peso de una cabeza sobre la suya o en su hombro, la sonrisa que en esos momentos se encontraba tatuada en sus labios y su corazón lleno de paz al sentir el cuerpo contrario. 

    Apoyo su cabeza en el pecho del mayor, cerrando los ojos, perdiéndose en los recuerdos tan confusos, no podía distinguir la voz que sonaba en sus recuerdos, pero si las palabras que le susurraba, palabras calidas que llenaban de vistas hermosas sus orbes sin vida, sintió la calidez de un beso en su cabeza, aquella sensación que hacía tanto tiempo alguien le había demostrado, había una posibilidad de que aquellos no fuesen recuerdos de un pasado muy lejano o que la persona a la que con tanto cariño llamaba fuese la que en ese momento le acurrucaba en sus manos. 

     - Se me olvidaba… le pedí a Deidara que fuese por algo especial… llegando a casa te lo entregó, espero te agrade… - comentaba en un susurro el mayor mostrando aquella sonrisa amable en su rostro, sin despegar el contacto con el cuerpo contrario, simplemente era algo que no quería dejar de sentir. 

     Pein se sentía muy bien aun sabiendo que no estaba todo terminado, pero el saber que ya no presentaba aquel signo de desnutrición en que le encontró era algo que le gustaba celebrar con muchos ánimos, solo faltaba algo más para lograr que el pequeño regresara a hacer el mismo que siempre era. 

     - ¿Te apetece un helado?... – pregunto separando el contacto que mantenía con el pequeño, logrando que el ojiazul asintiera con la cabeza de forma afirmativa, mostrando su sonrisa encantadora. 

     - ¿De que te gustaría?... ¿Cereza?... ¿Limón?... ¿Fresa?... ¿Natural?... ¿Vainilla?... –  a cada una de los diferentes sabores que pronunciaba el pequeño negaba con la cabeza, intentaba recordar a que sabían cada mención o que el nombre le dijese algo que le ayudara a decidirse, más no recordaba nada en absoluto. 

    - ¿Chocolate?... – pregunto esperanzado, último sabor que quedaba en la lista del carro de servicio que se detuvo en el parque para delicia de niños y adultos, abrió los ojos en grande, ese nombre, lo había escuchado en alguna parte y le hizo feliz en aquella ocasión, automáticamente su cabeza afirmó, el mayor se separó unos minutos para ir a donde el vendedor atendía a los pequeños y parejas que se encontraban en el parque, dejando al pequeño disfrutar de la brisa del viento y de un paisaje relajante… 

     Por las cercanías un peliplateado caminaba un tanto desanimado hacía su trabajo en uno de los múltiples establecimientos que le pidieron ser el maestro de los niños con habilidades especiales, realmente no tenía muchas ganas de ir, pero era su obligación como profesor. 

    Hacía varias semanas que su razón por la cual enseñar a los pequeños no había parecido, parecía que se lo había tragado la tierra y que ahora no regresaría, tenía que ser fuerte, pero sería difícil poner todo su desempeño cuando cada pequeño le recuerde lo que el rubio ojiazul desaparecido le hacía sentir, aquella sensación que sintió hacía mucho tiempo atrás cuando su pequeño estaba con vida, antes de todo terminara de mala manera. 

     Día tras día desde que se enteró de la desaparición del rubio, se desviaba de su camino hacia el instituto para saber noticias de quien se había vuelto como un hijo para él esperando que tuvieran noticias satisfactorias y gratas, sin embargo, siempre era una negativa. 

     Sentía en su pecho aquella agonía, incluso mayor que cuando observó a su pequeño en la camilla del hospital con aquella mascarilla dándole oxígeno a sus pulmones, intentando hacerle reaccionar, todo fue en vano, no hubo salvación para él. 

     Suspiraba por quien sabe cuanta vez en lo que llevaba del día, esperaba un día llegar y que el pequeño Naruto como siempre le recibiera con esa dulce sonrisa que le llenaba de regocijo el corazón y colocaba en sus labios una sonrisa de las que pocas personas eran capaz de hacerle surgir en su níveo rostro, colocó en su rostro su mano, pasándola con desesperación por encima de ella, en un signo de cansancio absoluto, estaba dejándose llevar por la tristeza de la misma manera en la que había caído al perder a su familia, pero ahora, no habría un rubio de ojos azules que le abriera las puertas a una nueva salida. 

     Cierto era, que para el peliplateado las cosas habían cambiado desde su encuentro por primera vez con el ojiazul, gracias a ese pequeño había sacado las fuerzas escondidas para seguir adelante sin importar que tan mala fuera su suerte o que tan decaído se encontrara en ese momento sus ánimos, tenía que seguir adelante, por su bien, por el de los demás, por el de las personas que se encontraban a su alrededor, observó el cielo despejado, con tan sólo unas cuantas nubes paseando libremente en el manto azulado, tenía que darse fuerzas, ahora tocaba levantarle el ánimo a los pequeños que por una u otra razón eran faltos de visión, exhaló el aire con resignación… 

    - Una barquilla de chocolate y una de vainilla por favor… - pedía al encargado el joven de cabellos naranjas, poco después de pagar dirigió sus pasos a donde el pequeño le esperaba, absorto en sus pensamientos, aun sentado en aquel columbio, su mirada distante expresaba el deseo por recordar que había hecho en el pasado, no podía recordar nada y eso le frustraba demasiado, forzaba a su propio cerebro a recordar algo que le hacía sentir completo, aun desconociendo la causa. 

    - Naruto… perdona, te he hecho esperar… aquí tienes, una barquilla de chocolate… - sonrió al ver como respondía a su voz, sacando la cabeza rubia de sus pensamientos, no era momento de pensar en el pasado, ahora estaba con esa persona, la que le consentía y le cuidaba con mimos, se acercó extendiendo su mano y guiando la pequeña para que tomara el cono, sin saber que, cerca una persona abría en sorpresa los ojos. 

    - Na… Naruto… - susurro el peliplateado al ver a un pequeño de hebras doradas sentado en un columpio cercano con un helado en las manos, aquel helado era de chocolate, uno de los pocos sabores que el ojiazul no degustaba, a su lado un joven que le sonreía cual padre a su hijo. 

    - Imposible… estoy comenzando a alucinar… lo extraño demasiado… - sacudió su cabeza resignado, definitivamente ese no podía ser su Naruto, llevaba ropa de color oscuro, cosa que nunca en lo que llevaba de conocerle había puesto, ese color azul marino en el pantalón deportivo que llevaba y esa camisa negra que llevaban puesta era algo que resultaba completamente opuesto a Naruto, con el portafolio en una mano y con la libre en el bolsillo, con ese geste abatido, continúo sus pasos, pasando por detrás de la pareja, mirando el rostro del pequeño, lucia un poco diferente a como recordaba a Naruto, definitivamente no era él. 

    - Naruto… ¿dónde estás?... – pregunto a la nada, caminando a donde su trabajo le indicaba que debería llegar, sin percatarse que el pequeño que iba a dar una probada a la bola café oscuro, que llevaba en sus manos, viró su rostro a donde le nombraron, recordando aquel timbre de voz en alguna ocasión, aspiro el aire que había dejado detrás con el olor inconfundible a sakura blanca que siempre le caracterizaba, en sus labios un nombre se formo por inercia, uno que nadie leyó “Kakashi-sensei” gesticuló con los labios sin que su voz se hiciera presente. 

    - Naruto... ¿pasa algo?... – pregunto alarmado, logrando que la atención del rubio regresara a su persona, sonrió de manera tranquilizadora y negó con la cabeza, sacó la lengua para degustar el helado y al probarlo, un gesto inconforme se presentó en sus facciones. 

    - ¿No te gusto?... ¿Quieres cambiar?... toma el mío… - le ofreció tomando el helado café de las pequeñas manos mientras el pequeño sacudía su cabeza y sacaba su lengua para intentar hacer que el sabor desapareciera de sus papilas gustativas, lamía por inercia la manga de su camisa, borrando sensación, el mayor reía por lo bajo, realmente no había cambiado mucho y eso le alegraba. 

    Le ofreció el otro helado que comenzó a degustarlo con ansias el menor, saboreando aquel sabor tan conocido y a la vez tan nuevo, mancho su rostro con aquella sustancia de color amarillo tan tenue, terminando en pocos minutos aquella masa suave que se derrite en la boca, el mayor al ver sus labios manchados al igual que su nariz y sus mejillas, sonrió, seguía siendo un niño después de todo, sacó de su bolsillo trasero un pañuelo y comenzó a limpiar el rostro del infante, humedeciendo un poco el pañuelo con agua de una botella para quitar la sustancia pegajosa de su piel. 

     - Me sorprendió que eligieras chocolate… Je, je… nunca te ha gustado, pero parece que lo acabas de recordar… puede que te gusten las galletas de chocolate o con chispas pero el helado de ese sabor te desagrada desde que recuerdo… - murmuraba con cariño el mayor limpiando las manos manchadas de ambos sabores, después de eso paso, humedeció de nueva cuenta la tela para pasar a limpiar el rostro del infante, que al sentir el paño en el rostro se asustó, rechazando el contacto de manera brusca, cayendo del columpio. 

    - No… no te asustes… no pasa nada… shhh… no pasa nada… deja quitarte el dulce del rostro… no te haré nada… - murmuro llegando con el pequeño, quien tenía la respiración agitada y los ojos abiertos a mas no poder, su cuerpo inconciente comenzó a temblar, por alguna razón que aun desconocía, ese acto le atemorizaba, Pein abrazó al pequeño para que dejase de temblar,  mientras acariciaba las hebras doradas, cuando consiguió calmarlo un poco, con mucho cuidado de no asustarle de nuevo comenzó a limpiar su rostro. 

    - Listo… ¿ves?... no paso nada… - murmuro el mayor depositando un beso en la frente del ojiazul quien tembló sintiendo la última sensación de pánico recorrerle el cuerpo, con lágrimas en los ojos se aferró con fuerza a la ropa del contrario quien comenzaba a entender la reacción del rubio, posiblemente esa fuera la manera en la que el pelilargo se había hecho de él. 

    - Vamos a casa… ¿quieres ver tu sorpresa?... – Naruto aun aferrado a las ropas del mayor asintió tímidamente con la cabeza, Pein le alzó en brazos, imposible para el ojiazul levantarse o sostenerse en pie, su cuerpo aun temblaba por el contacto pasado con el húmedo trapo con su nariz. Pocos minutos después de una caminata llegaron a la morada del joven de perforaciones, Deidara abrió la puerta y les indicó que el regalo para el pequeño se encontraba en el cuarto designado a ellos, ya que desde el comienzo de su recuperación, Naruto temía quedarse solo por las noches por lo cual el mayor se quedaba velando sus sueños, acariciando sus cabellos para tranquilizarle y tarareando esa canción que tanta paz le traía a su persona. 

     Dirigieron sus pasos escaleras arriba donde su cuarto se encontraba, giraron la perilla y al hacerlo una bola peluda arrojo al pequeño al suelo, imposible para él verle correr hasta darle alcance y por el saltó dado, terminando en el suelo con el pequeño, que un tanto nervioso comenzó a sentir la efusividad de los movimientos, sintiendo la cara húmeda y algo pegajoso que la mojaba con insistencia, también podía escuchar jadeos alegres de algo que se movía entre sus manos, el aliento del animal le pego en el rostro de lleno, olía extraño, aparto el rostro de aquello que le llenaba de pegajosa saliva al escuchar la risa suelta del mayor, sonriendo el también. 

     El animal se calmo un poco dejando de lamerle el rostro, seguía meneando la cola con efusividad en brazos de su nuevo dueño que le acariciaba, pequeña bola de pelos color caramelo que se comenzaba a acurrucar en sus brazos, alzó el rostro a donde el mayor se encontraba, o mejor dicho, a donde la risa se escuchaba. 

    - ¿Te gusto?... – pregunto al pequeño que con una gran sonrisa ensanchando su rostro afirmo con la cabeza, abrazando al cachorro con un poco mas de fuerza, recibiendo un lametazo mas en pleno rostro, que limpio con el dorso de la mano, ya que había sido en la zona de los labios y no era muy grato sentirla. 

    - Es tuyo… se llama Akai… cuídalo bien… - nuevas imágenes aglomeraron su mente, sentado en el césped con algo entre las manos, un calor agradable en su espalda y algo calido en su regazo, sus manos delineando con cuidado aquello que posaba en sus piernas, orejas, una cola, mucho cabello, la suavidad de su pelaje, aquel aliento a comida procesada, un nombre llegó a su mente saliendo deletreado por sus labios sin emitir sonido alguno “Akamaru”. 

    Después del baño la cena les esperaba con los guisos favoritos de cada uno, para el mayor algo ligero, piezas de pan con algo de leche y mermelada para acompañar, un poco de café para leer el periódico y la compañía del pequeño quien devoraba de manera ávida los fideos que se encontraban en aquel tazón de ramen, casero por supuesto, y acompañándoles en la cena, Akai a los pies del pequeño esperando tranquilo a que terminaran de comer, del mismo modo y al lado del cabello naranja, el rubio mayor junto con su amigo de tez sumamente pálida le acompaña en la cena con un poco de ensalada y guiso de la tarde. 

    - Y, y… entonces… ja, ja… me dijo… que no era mapache… ja, ja… sino un gato manchado ja, ja… - realmente no tenían sentido las palabras que decía Deidara, pero tenía una risa contagiosa que lograba que todos en la mesa rieran estrepitosamente. 

    El pequeño paro de degustar el tazón entre sus manos, las voces de los mayores y la caricia de la cola peluda de Akai sobre sus pies descalzos comenzaron a hacerse distantes mientras su mente se llenaba de nueva cuenta con imágenes que pensaba había vivido antes, una gran mesa llena de gente que reía, el tazón de ramen entre sus manos, sus pies colgando de la mesa mientras que se mecían con cuidado adelante y atrás, una cola peluda haciendo cosquillas a las plantas de sus pies descalzos, quería poner rostro a todos aquellos que veía en las imágenes que surcaban como fuego su mente, pero era en vano, en aquellas imágenes podía sentir el calor que despedía el contrario de su mano, la cual fue colocada en su mejilla para preguntarle algo. 

    - ¿Te gusto?... – pregunto Pein acariciando con ternura el rostro infantil del pequeño quien recargo su cara en la mano contraria. 

    Era ese calor, era esa mano del mismo tamaño o un poco más grande de lo que recordaba en aquellas imágenes, las palabras calidas emanando de los labios contrarios, no puedo evitar sentir algo en su pecho que le dolía pero le tranquilizaba de igual forma, acaricio con sus pequeñas manos la contraria para afirmar la respuesta con la cabeza, todos guardaron silencio unos minutos, hacía poco se había comportado extraño y para Pein ese comportamiento se estaba haciendo repetitivo, se preguntaba que pasaba por la cabeza rubia de Naruto en esos momentos. 

     Terminaron la cena y se dirigieron a la estancia para esperar a los que aun faltaban, era increíble que se tardaran tanto en llegar, pero era de suponerse aun eran pequeños aunque de edad un poco más grande que Naruto, el rubio jugaba con su mascota en el regazo esperando a quienes aun faltaban para poder ir a descansar por el día de hoy, habían sido demasiadas sorpresas y su mente le estaba jugando malas pasadas con el hecho de no saber quienes eran los habitantes de aquellas imágenes que le llegaban como recuerdos a su mente, la puerta se abrió y se cerró de la misma forma, a la sala entraron dos personas más, las mas jóvenes que trabajaban a servicio de Pein. 

    - Miren… él es Naruto… de quien les hable… - decía el hombre de perforaciones a los recién llegados, uno de ellos, el menor, llegó a donde el pequeño y le tomo de las manos, tenía un pequeño problema con su cabeza, pero no era serio le permitía desempeñarse muy bien en trabajos pequeños, cosa que Pein entendía y ayudaba. 

    - Naruto amigo de Tobi… Tobi ser niño bueno… - comentaba tomando con efusividad las manos del pequeño, ese modo de hablar le recordó a otra persona. 

    Nuevamente las imágenes de alguien tomándole de las manos en todo momento, diciendo siempre la palabra amigo le vino a su mente, en sus labios la gesticulación nuevamente se hizo presente, más ningún sonido salió de sus labios “Gaara”, el contrario ocultando su rostro bajo una mascara con la que le gustaba “asustar” a su camarada parpadeo varias veces. 

    - Amigo Naruto no habla… Tobi ver que mover los labios… pero nada salir de ellos… ¿pasa algo malo?... – pregunto dirigiendo su mirada a su jefe, estaba preocupado, retiró la mascara que cubría su rostro suplicante con la mirada. 

    - Naruto no puede hablar por el momento Tobi… pero pueden jugar juntos… solo no seas muy brusco… sólo que será mañana, porque ya es hora de descansar… - comentó con aquel rostro serio aun mostrando ese gentil sonido calido emanando de su garganta, el mismo que llenaba de tranquilidad al pequeño. 

     - ¿Pero que no es problema el que no vea?… - cuestionó un pelirrojo que había traído a la morada al pelinegro de nombre Tobi. 

    - Si juega con cuidado no hay problema Sasori… Deidara, Kisame… Tobi, Sasori… vayan a descansar… hay trabajo mañana, quiero que todo sea perfecto… Naruto… ven te leeré un cuento para dormir… - ofreció su manos que el rubio buscó a tientas, Pein le ayudó a encontrarla, se despidieron y desearon buenas noches. 

     En el cuarto, Pein había terminado de leer la historia y masajeaba con cariño la espalda del rubio para sumergirle en los sueños, cosa que logró con facilidad, mencionaba cosas tiernas y cosas que harían al día siguiente, antes de dormir, el pequeño giro para tocar con suavidad el rostro del mayor, dibujando con sus manos en su mente aquel semblante, este gesto se le había hecho habitual y a todos los conocidos los había hecho al momento de conocerlos, todos los rostros de los trabajadores de Pein habían sido memorizados en su memoria, abrazó al pequeño cantando la melodía de antaño, sin saber que con ese canto, en aquellas imágenes rostros eran colocados en las caras vacías de los demás, llegando a pensar que realmente habían sido esas personas las que siempre existieron en sus recuerdos, se sumió al mundo de los sueños con una sonrisa en los labios... 

    La noche era tranquila, la vida taciturna que había tomado todo el instituto desde la partida del rubio continuaba, en un cuarto permanecía sumido en los sueños, donde podía ir de la mano con la única persona que le tomo como amigo sin importar lo mal que se comunicara, mirando su sonrisa, sintiendo su presencia, le hacía sonreír inconciente, Shukaku como siempre a su lado, ahora con una nueva bolsa que Marín le había colocado para guardar golosinas o galletas para llevar, en el interior de esta, una paleta de días atrás, ensalivada, manchando de aquel rosa por la cereza la suave tela que la cubría. 

    Sai observaba con dedicación al pequeño que reía entre sueños, pensando en cual sería aquel sueño que tanta alegría le traería, sus labios se abrieron para pronunciar un deseo, un nombre, una persona. 

    - Naruto… - se removió un poco acomodándose en el pecho del mayor, sumergiéndose en la paz del mundo de sueños, los labios de Sai temblaron, cerró los ojos pensando en la suerte del pequeño al que quiso y quiere tanto, igual que al pequeño que dormía en sus brazos, una lágrima rodó por su mejilla, su único consuelo, tener al pelirrojo a su lado, le abrazo con fuerza e intentó conciliar el sueño.

Notas finales:

espero les haya gustado... que pasara ahora que Kakashi encontro al pequeño?... que sucedera en la siguiente visita del espantapajaros al instituto... eso hay que verlo... ^u^... cuidense mucho y gracias por leer... hasta la proxima actualización...


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