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Gil de la selva por minima

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Notas del capitulo: Por un momento pensé en separar en dos el capi. Pero como están finalizando las vacaciones decidí dejarlo así de largo. Diré que es mucha acción en un día, nop, no sean mal pensados, solo ocurren cosas.
XIV

Las cosas con el tiempo parecían caer en una rutina y en piezas que parecían encajar como un rompecabezas. Los vecinos Test y Perrish se llevaban bien, sus hijos eran buenos amigos a pesar de la diferencia de edad, hubo un par de fines de semanas en que a Elias se le ocurrió realizar una barbacoa en el jardín e invito a los Test para conocerse mejor, Lila Test se llevó muy bien con los señores Perrish al ser los tres personas de negocios intercambiando anécdotas y estrategias. Arnold y Hugh Test podían intercambiar recetas de pasteles de carne, Arnold no era exclusivamente fanático y obsesivo con ese platillo como el señor Test, pero apreciaba un buen plato de carne; incluso Simón encontró buena compañía con las gemelas al hablar sobre filosofía; mientras tanto Gil, Johnny y Duke se encontrarían jugando.

Hay momentos en que Johnny y Gil parece que se han conocido durante años, para Johnny esto era algo nuevo, con el único ser vivo con el que se había sentido tan cercano había sido solo con Duke.

Pero como es de esperar de esta particular familia de los suvurvios sus vidas no podían mantenerse tan tranquilas por siempre.

Empezó con Eugene Hamilton, o como era más conocido autonombrado por él mismo “Bling-Bling Boy” (suena mejor en su versión gringa que el nombre que le dieron en Latinoamérica que según recuerdo era Rorropirroro o algo así).

Su grupo de científicos que tenía empleados mejoro la idea de rayo de amor que había tenido en mente, uno de sus tantos planes para hacer a su pelirroja obsesión su novia; quizás su plan hubiera llegado a tener cierto éxito sino fuera que llego en una de sus camionetas recargadas con decoraciones de oro y diamantes con su iniciales, gritando la obviedad de su presencia, y hablando de gritar y de ser sigiloso, hubiera sido bueno un ataque sorpresa en lugar de gritar a todo pulmón el nombre de su amada una vez llegado enfrente de la casa de los Test.

-¡Oh Susaaannnn!-

Los vecinos que ya estaban acostumbrados a esta clase de situaciones ignoraron al estrafalario muchacho, cada vez que uno de esos extraños o raritos aparecía en el vecindario tenía que ver con la familia Test, y a pesar de que la mayoría de las veces sabían que eran ellos quienes causaban estos problemas o se relacionaban con ellos, también sabían que normalmente ellos los solucionarían. Oh más bien Johnny y su perro.

Como las gemelas sabían que no tenían ni un pelo de tontas, o al menos la mayoría de las veces parecían que no lo tenían, obviamente no salieron al escuchar el grito de su enemigo y acosador de una de ellas, en su lugar enviaron a su hermano.

-Pero estamos por salir al parque de patinetas-

-Al menos distráelo un poco, ya podemos utilizar nuestro laboratorio pero debemos desoxidar los robots y ponerlos de nuevo en funcionamiento hasta que funcionen y echarlo del vecindario-

-De acuerdo- acepto a regañadientes, ese día había planeado salir con Duke, Gil y Arnold, porque como guardaespaldas no podía dejar ir solo a su trabajo que era Gil, estos últimos días había estado enseñando a el rubio mayor a andar en patinetas y patines, y el chico sí que tenía talento, aunque le costara admitirlo para su orgullo, seguramente Gil sería mucho mejor que el dominando la patineta y los patines dentro de poco, era por eso que iban al parque, necesitaban un mejor espacio para practicar que la acera y la calle, además que vería varios trucos nuevos.

Saliendo a la calle vio a Bling-bling sonriendo prepotentemente como la mayoría de los villanos a los que se enfrentaba, si le dieran una moneda por cada vez que alguno de esos tipos sonreía de esa manera seguramente sería tan rico como los Perrish.

-Oh Johnny, ¿podrias decirle a tu hermana que salga un momento?, quiero mostrarle algo-

-¿En serio?-

-Si, en serio jejejejeeje-

-Y luego te preguntas porque tus planes no resultan-

-¿Dijiste algo?-

-Nada. No creo que mi hermana quiera salir-

-Oh vamos Johnny, no me hagas destruir tu casa-

-¿En serio Bling-bling? ¿Tú y quien más?-

-Yo y mi robot- el castaño aplasto un botón y la camioneta se transformó en un gigantesco robot.

-Que original- Johnny no estaba realmente sorprendido ante esta sorpresa, no era la primera vez que algo así ocurría en su vida, o en las caricaturas que veía en la TV.

-Hey, es una idea clásica y muy eficiente-

-Te das cuenta si destruyes la casa también aplastaras a mi hermana, ¿verdad?-

-Detalles, detalles… solo llama a Susan- Eugene podía ser considerado un genio, pero no tenía mucho de un genio estratégico.

En cambio Johnny no era considerado como un genio, distaba mucho de serlo, pero tenía la suficiente experiencia para saber cómo lidiar con tipos como Eugene.

-Espera aquí- dijo el de cabeza de llama para azotar la puerta al entrar a su casa.

-¿Podrías regresar a distraerlo por unos cuantos minutos más? aun no terminamos- dijo Mary al verlo entrar a la casa.

-Al menos podrían darme algo para defenderme, ¡él tiene un robot gigante!-

-Es Eugene, puedes distraerlo unos minutos más- dijo despreocupadamente Susan.

A veces Johnny pensaba que con hermanas así, realmente los enemigos sobraban.

-Johnny, ¿ya vamos a salir?- Duke llego bajando por las escaleras esperando que ya llegara la hora para salir a pasear.

-No, pero tenemos de visita a Bling-bling-

-Mmm ya se me hacía raro no haber escuchado de él desde hace rato. ¿Y no has pensado en serio en darle una oportunidad a Eugene Susan?- no era la primera vez que le planteaba esa idea a la pelirroja, si lo hacía quizás se librarían de un dolor de cabeza.

-Es Eugene, Duke. ¡Eugene!-

Y bueno, era Eugene, no era precisamente un encanto.

-Vamos Duke, ayúdame a distraerlo un rato más-

Saliendo a la calle se encuentra de nuevo a Bling-bling balanceando con una mano una pistola que parece ser de juguete de color plata y oro con una calcomanía roja en forma de corazón, hasta sus inventos tenían que estar sobrecargados con esos colores.

Perro y niño se miraron, ya suponían para qué era esa arma, no sabían cómo funcionaba pero ya sabía para que era. Hacer que Susan callera a los pies de Eugene de alguna manera.

-Bling-bling, muchacho, ¿has pensado en conseguirte un hobby?- pregunto Duke mitad en broma, mitad en serio.

-Colecciono fotos de Susan y pintarla-

-Okeyyy, eso no es… raro- comento sarcásticamente el can, aunque pensándolo bien esa era otra cosa que tenían en común Eugene y Susan, ella junto a su hermana también había empezado a coleccionar fotos de su vecino.

¿No decía aquel dicho los acosadores se hacen y ellos se juntan? ¿No era así? Bueno, tal vez debería. Tal vez así no tendrían que lidiar una vez al mes cuando mínimo con los intentos de Eugene de conquistar a Susan.

Mientras que Johnny y Duke lidiaban con el acosador personal de Susan, aquellos vecinos que no estaban aún acostumbrados a la presencia de aquellos fenómenos del vecindario se asomaban de su casa para saber qué era lo que estaba pasando.

-¿Ese es un robot gigante?- pregunto Simón con los ojos más abiertos a mas no poder, sabía que ocurrían cosas extrañas en ese lugar, pero verlas en persona no era lo mismo que saberlo, y eso que según él se había preparado mentalmente para este tipo de situaciones.

-Sí, un robot gigante con brillantes. Pésimo gusto para decorarlo- respondió Arnold debatiendo mentalmente si sería buena idea o no ir por una granada o su bazuca, después de todo hace rato que no usaba una de sus armas pesadas, pero quizás no sería bueno usarla en el vecindario, además no se veía tan amenazante si es que un niño lo estaba utilizando.

De lejos podían observar a Johnny hablando con el niño castaño del robot gigante, era notorio que ya se conocían y que Johnny ya sabía tratar con él con todo y robot amenazante, tenía una sonrisa marcada en su rostro.

La conversación parecía ir bien, pero luego al parecer el castaño se volvió impaciente y apunto con un…¿arma? ¿secadora? En dirección del rubio. Por instinto Arnold empezó a correr en dirección del conflicto pero ya era tarde, el arma se disparó pero fue rápidamente esquivada por niño y perro.

-Ups. Casi y gasto mi rayo con Johnny y su perro-

-¡Ten más cuidado con esa cosa niño! ¡La ultima cosa que quiero es estar enamorado de un prepuberto!- se quejó Duke.

-¡Hey! ¿Cómo rayos saben que este es un rayo de amor?-

-Ya lo has hecho antes Bling-bling, te estas volviendo predecible- le respondio Johnny, mala idea, eso solo pico el mar humor del castaño.

-Predecible ¿he?, ¿Qué tan predecible te parece esto?- y ordeno a su robot a atacar al chico cabello de llama y su perro.

-Tenías que hacerlo enojar ¿no?- se quejó Duke esquivando un pie gigante.

-Solo decía lo obvio. Hablando de cosas obvias, ¿tiene un control remoto entre sus manos?-

-Ser un robot autómata quizás era demasiado para Bling-bling ¿estas pensando lo mismo que yo?-

-Lo dejo tan sencillo-

Rápidamente Duke se encargó de distraer a Eugene y a su vez al robot mientras que en un rápido movimiento Johnny le quitaba los controles a su adversario.

-¡Hey! ¡Eso no es justo!-

-Claro, y amenazarnos con un robot gigante no es nada injusto-

-Solo uso a favor mi intelecto-

-Y dinero-

-Hey, esto es como un control de videojuegos y, ¿realmente le pusiste un botón de autodestrucción con un letrero?-

-¡Les dije a mis científicos que no lo pusieran tan obvio!-

-Entonces, suelta el rayo y no aplastare el botón, ¿Qué opinas? ¿Es un trato justo?-

-No te atreverías-

-Johnny puede a tener dedos torpes-

-Sí, digo, ¡hey Duke!-

-Jejeje no lo decía en serio-

Acorralado Bling-bling no tuvo otra opción que acceder arrojando el arma al suelo en un arranque de rabia rompiéndola en pedazos, al instante se arrepintió, había invertido mucho dinero en ella.

-¡Rayos! ¡Todo es tú culpa Johnny!-

-Yo solo dije que la soltaras, no que la rompieras, vete de una vez Bling-bling-

-Oh sino ¿Qué?- ya había perdido al robot, su rayo, aunque poco digno de él se atrevería a lanzarse sobre el chico cabeza de llama para aliviar su rabia por su propia torpeza.

-¿Qué ocurre aquí?- una voz gruesa en su espalda hiso pensar mejor su decisión.

Mirando sobre su hombro para su sorpresa había sujeto alto y muy, muyyy musculoso a sus espaldas, además que tenía una mirada intimidante.

-Hola Arnold-

-Johnny… ¿hay algún problema?-

-Ya se iba, ¿verdad Bling-bling?-

Claro, sin armas, intimidado y prácticamente rodeado no tenía opción, por lo que se echó a correr sin darles ninguna respuesta, ese tipo parecía un verdugo.

-¡Aja! ¡¿Qué es lo que querías Eu…?! ¿Y dónde está Eugene?- y justo cuando solo lo que quedaba del chico rico problemático las gemelas salen de su casa con un par de sus propios robots equipados con lazers.

-Demasiado tarde, ya se fue-

-Oh, está bien- dijo Susan alzando sus hombros quitándole la importancia, como si no fuera gran cosa que su hermanito lidiara con un niño con tendencias criminales peligrosas.

-¿Ese robot lo dejo?- Mary miro la creación en medio de la calle rápidamente enlistando en su mente muchos de los fallos de ese modelo.

-Sí, aquí tienen el control, nosotros ya nos marchamos- dijo Johnny lanzándole el control a una de sus hermanas y tomando su patineta de su jardín con su casco y rodilleras y coderas.

-¿Quién era ese?- pregunto Simón una vez cerca de ellos enfrente de la casa de los Perrish.

-Es solo un chico que está enamorado de mi hermana Susan, a veces hace ese tipo de cosas- dijo quitándole importancia a lo sucedido, al parecer el chico ya estaba muy acostumbrado a este tipo de cosas.

-¿Y no ha intentado darle flores como la gente normal?-

-No lo sé, pero creo que tampoco funcionaria-

-Manejaste muy bien la situación, muchacho- elogio el guardaespaldas, no todo el mundo hubiera la situación con tanta calma e inteligencia como Johnny.

-Gracias, Bling-bling boy no es un gran problema la mayor parte del tiempo-

-Johnny- saliendo de la casa casi corriendo sale Gil.

Simón lo había puesto a hacer ejercicios de matemáticas y le había prohibido salir a pesar del ruido de la calle sino terminaba los problemas, pero al parecer escuchar la voz de Johnny en el exterior se puso a resolver los últimos problemas lo más rápido posible sin verificar si realmente estaban correctos. Ahora que lo pensaban los mayores había sido muy conveniente que hubiera estado distraído de la crisis actual, ya que sin lugar a dudas se hubiera lanzado al peligro si hubiera visto en problemas a su amigo.

-Hey Gil- saludo el menor ya acostumbrado a los abrazos efusivos del mayor como en ese momento.

Gil podía ser muy táctil con la gente que le agradaba, y a Gil le agradaba mucho Johnny.

-Ir parque ¿ahora?-

-Sí-

-Nos vemos después Simón-

-Diviértanse-

Y así emprendieron su viaje caminando, el lugar al que iban no era realmente lejano por lo que si eras alguien acostumbrado a dar caminatas largas no era mucho esfuerzo. Ya en medio camino Arnold decidio tomar cierto tema que considero no tomar enfrente de su compañero para evitar confusiones.

-Johnny, tú y Duke hacen buen equipo-

-Sí, somos geniales-

-Es un perro muy inteligente-

-Sí, te sorprenderías-

-Y… ¿El perro hablo?-

Eso causo shock en el niño y el perro poniéndolos nerviosos al instante, y cuando se ponían nerviosos no eran los chicos más listos.

-No, digo wauf wuaf… woff?- y ocurre un desliz por parte del can, rayos, ya lo habían descubierto.

El mayor les dedico una mirada penetrante, una de esas miradas que decía que no toleraría cualquier intento de mentira.

-Ugh, ¿y si te dijera que soy un experto imitando voces y ventriloquia?- tentó a decir Johnny, créanlo o no, ese truco antes ya había funcionado antes.

El guardaespaldas les siguió mirando seriamente, no, no les había creído ni un poquito.

-Está bien, pero por favor no llames a la policía o algún noticiero, Duke- llemo Johnny indicándole a su amigo que era su turno.

-Hola soy Duke, y espero que no salgas corriendo ni te desmayes… tampoco me eches agua bendita o me golpees por favor-

Duke había tenido un par de malas experiencias al haber hablado cuando no debería con personas demasiado impresionables, y lo del agua bendita si había pasado cuando una anciana pensó que era un demonio o algo así, aunque eso no había uno de los casos más irritantes, otra ocasión alguien le hecho gas pimienta a los ojos y pensó que se quedaría ciego.

-Esto es… sorprendente-

-Bueno, cuando vives con unas gemelas genio y un niño experto en meterse en problemas tiendes a ver muchas cosas sorprendentes-

-Entonces… ¿fueron las gemelas? ¿sus padres saben?-

-Sí y no. Las gemelas tienen que ver con mi increíble habilidad de hablar que hace que pueda expresar mejor mi increíble personalidad, y no todo el mundo la sabe, ya sabes, gente podría entrar en pánico o sacar provechó de esto, o me llevaría al gobierno a que practicaran experimentos conmigo-

-Oh-

-Reacciona mejor que la mayoría- comento Duke a su amigo al ver que no había gritos o entrado a una situación de pánico lo cual era un logro.

-No todos los días ves a un perro hablar. Es genial. Pero creo que debía comunicarlo a mis jefes, normalmente tengo que comunicarle con que cosas y personas se relaciona su hijo-

-¿Tu que dices Duke? A ti te agradan los señores Perrish-

-La gente puede que empiece a actuar diferente si se entera que se hablar, si no entran en pánico y prometen que no se lo dirán a los padres de Johnny puedes-

-No creo que entren en pánico, y estoy seguro que si les digo tu condición aceptaran-

-Es un trato, ahora estréchame la pata compañero-

-Por cierto, ¿Gil sabia?-

-Desde que nos conocimos. Entendió las cosas cuando se lo explique-

-Duke tener secreto. Johnny pidió no decirlo- explico simplemente el muchacho, como si lo que había guardado en secreto no era prácticamente una maravilla del mundo.

Suponiendo que el muchacho había vivido en una selva en donde existían insectos gigantes ver a un perro parlante no era tan aterrador o sorprendente como la gente común y corriente sentirían.

Arnold supuso que estuvo bien que hubiera controlado sus reacciones y esperado a abordar el tema entre ellos solos, no consideraba que Simón reaccionaria mal pero tomando en robot gigante que apareció en medio de la calle eran muchas emociones en un corto tiempo para su compañero filosofo.

Llegando al parque de patinetas este se encontraba lleno de niños y jóvenes en diferentes rampas. Tomando en cuenta que Gil era un principiante a pesar de su notable talento Johnny decidió ir a una de las rampas más pequeñas. Habiendo algunas bancas en el parque Arnold decidió sentarse en una de ellas y Duke se sentó a su lado a hacerle compañía, aprovechando que ahora tendría un nuevo compañero de pláticas.

-Es cuestión de equilibrio como ya te comente, y saber a dónde mover tu peso cuando estas encima de la tabla-

-De acuerdo-

Johnny le estuvo enseñando por un periodo de casi media hora como utilizar la rampa para ir de arriba hacia abajo, algunos chicos y chicas los veían, entre interés y curiosidad, especialmente las féminas que no podían negar que aquel tipo alto y rubio era sexy.

Una fémina de cabellera oscura alentada por la curiosidad y al ver una cara conocida se animó a acercarse al par.

-Hola Johnny- una voz suave llamo a sus espaldas, era una voz conocida. Al parecer era el día para ver caras conocidas.

Para Gil era desconocida esa niña de cabellos negros y ojos verdes, era bonita, pero su forma de caminar tratando de parecer más adulta así como su mirada no le agradaron del todo.

-¿Janet? Hola, ¿Qué te trae por aquí?-

Janet Nelson Jr. era una de las chicas más populares de la escuela, era bonita, era rica, muchas chicas querían ser como ella y varios chicos querían ser sus novios, el mismo Johnny admitía que era muy linda aunque algo estirada. Era extraño verla en un lugar como este.

-Unos amigos me invitaron a pasar el rato. ¿Y quién es tú amigo?-

-Oh, él es Gil, mi nuevo amigo y vecino-

-Hola- saludo el mayor.

De cerca el chico que acompañaba a Johnny sí que era guapo y no parecía ser tan mayor que ellos.

-Mucho gusto Gil, soy Janet Nelson Jr. Johnny nunca había comentado que tenía un vecino como tú-

-Me acabo de mudar hace poco-

-¿Y qué hacen?-

-Practicando un poco en la patineta-

En medio de la conversación cierta tonadita pegajosa se empezó a escuchar en el parque, una que conocían muy bien que provenía de cierta camioneta con un cono de helado gigante incrustado en el techo, eso le pareció mucho más interesante al rubio mayor que cualquier cosa que dijera la pelinegra.

-Helado, Johnny- tomando del hombro Gil le llamo la atención a su amigo.

-Oh, es verdad, es el camión de helados-

-Hay que ir- pidió el mayor, desde que Johnny le había enseñado por primera vez el camión de los helados trataban de ir siempre a su encuentro.

-¿Quieres venir por uno con nosotros Janet?-

-Bueno, yo soy más de yogurt helado de fruta…s-

-¡Cuidado!- alguien grito a lo lejos.

Janet vio con asombro como una patineta paso frente a ella donde hace un segundo se encontraba Johnny quien había sido retirado de esa posición por los rápidos reflejos de Gil quien se había dado cuenta de la amenaza.

La patineta choco contra el suelo y a lo lejos alguien llego corriendo por ella. En serio hoy era el día en que se veían caras conocidas. Sissy Blakely venia hacia ellas al parecer siendo ella la responsable de aquella patineta voladora.

-Hey cabeza de llama. Por un pelo, tienes suerte jajajajaa- se rio la rubia como si lo que por su causa casi le hubiera rompido el cráneo a alguien.

-¡Ten más cuidado!- le grito Johnny a la rubia. Por poco y ese patín le hubiera dado en plena cara si no fuera por Gil.

-Hay no llores. Además tú eres el rey de los torpes- dijo la rubia haciendo referencia a todos los accidentes que había tenido en patineta.

-Pues veo que ya puedes irle quitándole el título, casi nos arrancas la cabeza con la patineta- se metió Janet realmente enojada, unos centímetros de diferencia y hubiera sido ella la desnucada.

-Si no aguantas un par de sustos no deberías estar aquí “rosita”. ¿Estas segura que no te equivocaste de lugar en donde estar? Este no es ningún centro comercial-

-Pues tú deberías ir. Te hace falta un retoque en ese tonto rayo teñido en tu copete, es más naranja que las naranjas en una cesta de frutas-

-Oh claro, seguro puntitas teñidas te sugirió decir eso-

-¡Hey! ¡Mi color de cabello es natural! Y yo no dije eso de ti-

-¡No te metas!-

Ese mutuo grito debió haberlo visto venir. Haber crecido con hermanas ya le daba supuesta experiencia que cuando dos féminas discutían era mejor no meterse a pesar que te llegaran a comentar dentro de su discusión.

-Creo que me odian- se quejó el menor mientras veía discutir al par de compañeras de clase.

Gil no estaba del todo acuerdo con Johnny.

Conocía suficiente a las féminas para saber que ese par sentía algo por Johnny, la rubia con el rayo teñido de naranja y la de cabello negro, a pesar de mostrar cierto desagrado en sus palabras y acciones con el rubio cabeza de flama, su lenguaje corporal comunicaba más sin necesidad de palabras.

-Ven Johnny, helado- dijo el rubio mayor recordándole que había un camión de helados parado enfrente del parque.

Tal vez debería comentárselo a Johnny, a la edad de este ya había tenido a sus primeras enamoradas, podía darle un par de consejos aunque no estaba seguro de que las costumbres en la selva y el mundo moderno fueran igual, pero aun así algo de su experiencia podía serle de utilidad. Pero estas chicas le parecían tan presuntuosas, ¿esa sería la palabra?

Ese tipo de mujer no le convendría, solo le traería dolores de cabeza.

-Ok Gil-

Dejando de lado su discusión con Sissy y de que alguna forma Janet se había involucrado fue junto a sus amigos al escuchar la palabra de uno de sus postres favoritos, y el cual para Gil también se estaba volviendo en algo delicioso para degustar, en un principio le pareció algo totalmente extraño comer algo tan frio, pero luego la sensación cremosa en la lengua, el ligero adormecimiento de su boca por el frio y los ricos sabores fue algo en que aprovechaba cada oportunidad para probar.

Cuando las féminas se habían dado cuenta que algo faltaba, Johnny, este ya se había marchado del parque de patinetas junto a Gil, Duke y Arnold con un helado cada quien.

-¿Y Johnny?-

-Lo espantaste con tus espantosos gritos de cuervo, me cuesta creer con esa ropa y voz seas realmente una chica-

-No todos tienen que vestirse como muñequita Barbie sin cerebro, pero claro, tú no tienes cerebro-

Y así ellas se volvieron a involucrar en otra discusión.

-¿Disculpen? ¿Me podrían ayudar?-

Mientras el grupo de tres humanos y perro iba caminando por la acera de regreso a sus casas alguien tenía el auto estacionado con la capota del motor alzada, viéndolo de cerca era un cadillac de brillante pintura roja, y al lado de este una joven mujer alta y hermosa.

Jenny Owens no podía creer como se había dejado convencer por su padre por utilizar esta estrategia tan cliché de serie de televisión para acercarse a él hijo de los Perrish, había otras mejores formas que se le ocurrían a ella, pero ahí estaba, sudando en pleno sol evitando a los idiotas pueblerinos que se le cruzaran en su camino tratando de ayudar esperando a que llegara este Gil, aun no tenía idea de porque a los Perrish se les había ocurrido mudarse a un lugar como este.

-¿Ocurre algo señorita?- Arnold se acercó a la chica observando el carro, un clásico, un clásico y muy costoso.

-Oh por favor, ayúdenme, vengo de paso por la ciudad y el auto de mi padre se detuvo de repente, no conozco el teléfono de ningún mecánico-

-¿Me permite observarlo?-

-Por supuesto-

Mientras el guardaespaldas se acercaba a observar el motor, Jenny se acercaba al rubio mayor.

-Hola- saludo con su mejor sonrisa y juego de pestañeo, esa al que sabía ponía nervioso a los hombres y los hacia saber su interés.

-Hola… ¿tienes algo en los ojos?- dijo Gil al ver como los parpados de la chica a su lado no paraban de moverse.

-¿He?- eso jamás le había pasado antes a Jenny, normalmente con ese gesto ya le estuvieran preguntando si quería que la invitaran a salir o algo.

Duke que estaba atento a este “espectáculo” trato de hacer uso de todo su autocontrol para no echarse a reír, a veces Gil era tan “denso”.

-¿Sabes algo de mecánica Arnold?- pregunto Johnny acercándose al carro observando trabajar al guardaespaldas.

-Un poco, aprendí en el ejército-

-Genial-

De lo que había llegado aprender de los padres y tutores de Gil con el tiempo de convivencia con ellos era que los señores Perrish amaban a su hijo, la señora Samantha a pesar de que era mujer de negocios podía hacer perfectamente también las tareas de la casa, así como muchas veces llevaba los pantalones en el matrimonio y la casa; el señor Elias era un buen tipo, no le importaba lo controladora que podía ser su mujer en algunas ocasiones y tenía una colección de libros de aventura, ciencia ficción y fantasía que estaba empezando a introducir a su hijo y a Johnny también; Arnold en el pasado había permanecido a algún ejército, no decía cual ni de donde, pero su actitud y entrenamiento demostraban que era más que obvio que perteneció a algún ejercito; y Simón había estudiado filosofía y letras en una de las mejores universidades, incluso sabía que tenía algunas publicaciones pero no estaba tan interesado en leer temas tan filosóficos.

Era divertido aprender tanto de estas personas.

Bien, al parecer ser coqueta no serviría, tal vez algo más directo.

-Es bueno ver que en la ciudad hay chicos tan guapos como tú, cielos, tus brazos se ven muy fuertes- dijo rozando con sus dedos el antebrazo de Gil.

-Gracias?-

-Debes hacer mucho ejercicio- sus dedos subían un poco más hasta su hombro.

-…-

¿Qué rayos le pasaba a este chico? ¿Acaso estaba hablando con una pared? Con esos simples toques ya estuviera levantando el lívido a cualquiera.

Duke meneo la cabeza, era hilarante ver como una chica sexy empieza a coquetear con un chico sin tanto éxito, eso no se veía todos los días. Tal vez si existieran más chicos como Gil que no cayeran tan fácilmente en esa clase de coqueteo el tipo de chica que parecía ser la morena terminarían siendo una especie en extinción.

¿Qué otra cosa se le podía ocurrir a Janet? ¿Alguna otra táctica en su cerebro? Debía tomar un enfoque diferente.

-Está muy bien conservado este motor- comento el guardaespaldas ignorando lo que pasaba en la acera, un coqueteo de una chica no era de vida o muerte, o al menos en este caso.

-¿Ya descubriste que le pasa?-

-Le falta una bujía, pero es extraño, normalmente en estos modelos no se sueltan tan fácilmente-

Johnny miro dentro del motor, no era ningún experto en estas cosas pero tenía algo de experiencia, algo se aprendía al menos con convivir con unas genios y sus inventos.

-Hey, ¿no es esa cosa la bujía?- señalo la pieza suelta en un lugar en el borde de la carrocería interior donde se encontraba el motor, siendo que él tenía las manos más pequeñas él podía fácilmente tomarla en lugar de Arnold.

-Buen ojo muchacho- elogio el ex militar colocando la pieza donde correspondía –Listo señorita-

-Oh gracias, me han salvado- elogio con su mejor sonrisa falsa y maldiciendo al guardaespaldas y a ese mocoso.

Eso había sido demasiado rápido en opinión de Jenny. Había pensado que su truco le daría mucho más tiempo o al menos la hubieran invitado a la casa de Gil hasta que se resolviera esto, y ni siquiera en esos escasos minutos había logrado algún avance con el heredero de los Perrish.

-Hey Arnold, si esta pieza es difícil de quitar ¿no crees que alguien la uff!- su cachete había sido cruelmente atacado por las manos de la bella morena que se acercó hacia ellos.

-Oh cosita, que lindo pequeño mecánico- Jenny agarro una de las mejillas de Johnny y la pellizco como si de un niño pequeño se tratara. Más vale que a ese niño no se le ocurrieran cosas extrañas.

A Gil no le agrado para nada el comportamiento de la fémina de cabello negro, ahora mucho menos con el comportamiento hacia Johnny.

Johnny era joven pero ya no era solo un niño, era un joven en el camino de volverse un adulto, era casi insultante que le hablara de esa manera como si no tuviera el suficiente intelecto como para que le hablara como a la gente mayor.

-Que cosita tierna MUACK- y para toque final le dio un beso en la mejilla dejando una muy buena marca de sus labios con su lápiz labial rosa.

Jenny estaba segura que con eso se ganaba un aliado con ese niño que había terminado con las mejillas rojas como las puntas de sus cabellos.

Crash

Gil había roto su cono de helado en un fuerte apretón de su mano provocando que todo quedara embarrado en el suelo y en su mano. Sabía que los modos de la selva y de este lugar eran diferente, tener contacto con forasteros y dejar que estos se acercaran a los más jóvenes era considerado de mala suerte porque estos podían transmitirles sus malas vibras, en la ciudad esas creencias tal vez no eran aplicadas en la cultura y… simplemente no le gusto para nada que esa… mujer se comportara de esa manera con Johnny.

-¿Quieres una servilleta?- le susurro el can al rubio al ver el pequeño desastre, lastima, la galleta de cono siempre era muy rica.

-Si, por favor- acepto el pedazo de papel de su amigo canino, la presencia de esa fémina le estaba dejando un sabor amargo en la garganta.

Otro pellizquito con algo de más fuerza en el cachete y se alejó del mocoso de extraño cabello.

-Auch creo que dejara marca- por fin libre de aquella chica Johnny se sobo sus mejillas adoloridas y a la vez se quitó la marca de lápiz labial, había visto de reojo su reflejo y había visto una marca de lápiz labial rosa en su mejilla, no le gustaba el color rosa.

-Intente arrancar el motor señorita, le aseguro que ahora si funcionara- dijo Arnold regresando junto a los demás a la acera.

-Sí, seguro- por fuera Jenny seguía sonriendo, pero por dentro maldecía el plan de su padre y su humillación al no ser capaz de seducir a un chico a la primera.

Bien, no todo estaba perdido, podía hacer el papel de chica extremadamente agradecida y luego convencerlos para invitarles algo, demostraría que era generosa y divertida, si, esa sonaba como una genial idea.

Se subió al carro y encendió el motor, en efecto ronroneo como un lindo gatito, funcionaba a la perfección, era momento de hacer su papel.

-¡Fantástico! Pensé que me quedaría aquí por horas, ustedes son mis héroes- dijo en voz alta asegurándose que la escucharan, seguramente los hombres se acicalarían su orgullo con semejante elogio –ahora ¿Cómo podría agradecerles? Quizás…- saliendo del vehículo dirigió su mirada a la acera para ver que Gil y los demás, incluidos al chucho perro, se habían largado, en su lugar había una ancianita mirándola como si fuera loca, seguramente la había visto hablar sola.

La única prueba de que alguna vez estuvo ahí el heredero de los Perrish fue el desperdicio de helado derretido sobre la acera.

-Ughhh- gruño nada femeninamente mientras entraba dentro del carro de nuevo y le marcaba a su padre, su primer intento había fallado, pero su orgullo herido la había puesto en un humor de determinación inquebrantable, ese patético niño de la selva terminaría suplicando frente a sus pies por cualquier muestra de cariño y comiendo de su mano una vez que terminara de seducirlo.

Arnold no era la clase de las personas que esperaban un agradecimiento por una buena acción, por lo que una vez que escucho que el carro sonaba a la perfección decidió continuar con su camino de regreso a casa. Simón ya los debía estar esperando y los señores Perrish ya debían haber regresado de su viaje express de negocios.

-Hey Gil, ¿ya te acabaste tu helado?-

-En realidad sin querer rompió su cono- respondió el can aun pensando en el desperdicio del helado.

-¿De nuevo? Que lastima- las primeras veces que habían comprado conos de helado había pasado lo mismo, Gil era fuerte y al principio no sabía cuanta fuerza utilizar al sostener la golosina, no sospechaba que algo de mal humor había hecho florecer su fuerza –Ten- Johnny sacando una barra chocolate de uno de sus bolsillos del pantalón se la extendió a su amigo, después de todo no había podido terminar de disfrutar su postre.

-Gracias-

Tal vez era el sabor del chocolate o que por fin se habían alejado de esa mujer, o quizás simplemente la amabilidad de Johnny al ofrecerle aquella golosina, pero aquel sabor amargo que había aparecido en su paladar se había ido del todo.

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