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Un hilo para los rivales por Fullbuster

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Era la primera vez que Aomine Daiki se comprometía con el equipo. Siempre había sido un chico que pasaba de entrenar, nadie era capaz de vencerle y por primera vez, siendo capitán había conseguido que se pusiera firme y empezase a preocuparse por ganar, por el equipo aunque más preocupado estaba por Kuroko.


Sacó de su bolsillo un trozo de aquel hilo azul con el que se había enrollado a Kuroko y lo miró. Era tan extraño sentirse así, había cambiado toda su vida por él. Nunca le había interesado ser capitán, de hecho habría dicho que no pero cuando Akashi le contó que Kuroko iba a ser capitán de aquel equipo de perdedores, sintió la necesidad de estar a su altura y poder ayudarle si en algún momento lo necesitase. Tetsu nunca había tenido alma para ser un líder, eso sólo Akashi o Aomine lo tenían entre sus amigos.


Ahora estaba encerrado en ese equipo, tirando de ellos para que entrenasen cuando podía estar en una azotea vagueando. ¡Las cosas que hacía por Tetsu! Quería ayudarle a mejorar y sabía que en este momento, el amor de su vida estaría entrenando y tratando de ser mejor para vencerle. Sonrió ante aquel pensamiento, Tetsu era muy cabezón cuando se lo proponía.


- ¿Seguimos con el entrenamiento, capitán? – preguntó uno de sus compañeros.


- Sí, claro – dijo Aomine guardando el hilo de nuevo.


Odiaba ser capitán, se le daba bien pero no le gustaba tener que estar pendiente de todo y tener que asistir a todos los entrenamientos. En parte echaba un poco de menos a Akashi, pese a su mal genio, era un buen capitán o lo había sido. Ahora había pasado a relajarse dejando que otro de su equipo universitario lo fuera, uno de los de último año de carrera. Aún así Aomine sabía que ese chico no se conformaría con ser un simple jugador, haría lo que fuera para llegar a ser capitán tarde o temprano, todo lo contrario a él, que intentaba quitarse responsabilidades y que sólo había aceptado para ayudar a Tetsu y darle ánimo.


Al finalizar el entrenamiento, Aomine se cambió en el vestuario y se marchó hacia uno de los parques frente a su casa. Estuvo unos minutos observando la canasta sentado en una de las barandillas que rodeaban la pista. Aquel fue el primer lugar donde había jugado con Tetsu y sonrió al recordarlo, ahora tenía el primer partido universitario sin él, más bien sería contra él. Aquella noche se fue pronto a dormir, quería estar descansado para enfrentar a Tetsu y su nuevo equipo. Tenía muchas ganas de ver si había conseguido afrontar el nuevo reto como capitán.


El partido no fue nada bueno para Seirin, daba igual las órdenes que diera Kuroko, ese chico pelirrojo hacía lo que quería y se enfrentaba a Aomine perdiendo una y otra vez, dejando a su equipo cada vez más atrás. Una parte de Aomine sentía dolor al ver a Tetsu tan abatido siendo ignorado por la mitad del equipo, siendo sólo escuchado por un puñado de chicos. Quizá el puesto de capitán le quedaba demasiado grande, pero él no pensaba decírselo, Tetsu tenía que aprender, hacerse respetar y seguir adelante.


Aún recordaba sus palabras en la última noche del año, quería mejorar, quería enfrentarse a nuevos retos y esto lo era. Todos sabían que Tetsu era demasiado bueno de carácter para ser capitán, se le subían encima y le ignoraban, no tenía genio para ponerles en su lugar, pero no quería meterse, era algo que Tetsu tenía que aprender solo.


En el primer descanso, Aomine se colocó al lado de un desanimado Tetsu cuando iban hacia los vestuarios y con su voz inexpresiva pero preocupado no puedo evitar preguntarle.


- ¿Estás bien?


- Sí – mintió Tetsu.


- Es duro ser capitán – comentó Aomine – lo estás haciendo bien, ¿vale? Venga… anímate – le dijo tocándole la espalda con una palmada que hizo reaccionar a Tetsu levemente hasta que alzó la vista viendo cómo Aomine se metía en su vestuario.


Tetsu llegó a su vestuario y se sentó en el banco de madera un poco decepcionado aún con su trabajo. Sabía que todo el mundo pensaba que era débil, que no podía dirigir un equipo, pero quería demostrar que sí era capaz de hacerlo. Quería vencer a Aomine y decirle lo que sentía por él. Había estado tan centrado en ganarle que apenas había podido hablar con él después de tanto tiempo sin verse.


Se cogió las manos enredando sus dedos y apretó con fuerza maldiciéndose. Tanto tiempo deseando ver a Aomine y no había sido capaz de disfrutar aún ese encuentro con Kagami por allí retándole una y otra vez, perdiendo todas las veces y dejándole marcar.


- Maldición – se escuchó gritar a Kagami golpeando la taquilla pero Tetsu aún de mal humor se levantó caminando hacia fuera del vestuario – eh, tú… ¿No era tu compañero? Algún truco habrá para vencerle. Tiene que tener algún punto débil – le dijo hacia Tetsu y éste se giró.


- Aomine no tiene puntos débiles – le dijo muy serio – es bueno, no tiene más.


- No me lo creo. Vamos… ¿Cómo se le puede vencer?


- Hay una forma, pero no creo que sea la respuesta que buscas – le dijo Tetsu.


- ¿Cómo le gano?


- No es cómo le ganas… sino cómo le ganamos. Aomine lo único que no sabe hacer es jugar en equipo. A él le pasan el balón y encesta, nada más. Jugar en equipo es la única opción para ganarle.


- Eso no me sirve, quiero su debilidad personal.


- Entonces no la tiene – dijo Tetsu saliendo de allí.


Se dirigió sin demora hacia una máquina expendedora del pasillo, necesitaba una bebida con urgencia. Metió la moneda y observó cómo caía la botella recogiéndola y sentándose en el pasillo con la espalda apoyada contra la pared mientras intentaba abrirla sin mucho éxito.


- ¿Te ayudo? – preguntó Aomine sentándose a su lado.


- No, yo puedo solo – dijo intentado abrirla.


Aomine sonrió al verle tratar de hacer las cosas solo. Al final, Tetsu frustrado sin conseguir abrirla se la pasó mirando hacia otro lado y Aomine la cogió abriéndola.


- Toma – dijo pasándosela.


- Soy un capitán penoso, nadie me escucha en el campo – dijo Tetsu.


- Yo tampoco es que sea el mejor capitán.


- Pero a ti te escuchan al menos.


- ¿Y crees que lo conseguí enseguida? Es difícil cuando empiezas, Tetsu. Akashi siempre ha sido nuestro capitán y yo tampoco sabía cómo se hacía, todo se aprende. Quizá el carácter también influye, Tetsu. Siempre has sido muy reservado y muy dulce, para ser capitán necesitas sacar un poco de genio a veces y reñirles cuando tengas que hacerlo.


- No sé hacer eso.


- Ya lo sé – comentó Aomine – pero sigues siendo ese chico dulce que me encanta – dijo ruborizándose un poco pero sonriéndole para animarle.


- Gracias, Aomine.


- Venga, acabemos el partido. Si quieres podemos quedar al finalizar y hablamos de esto. ¿Te apetece? Hace mucho que no nos veíamos, podemos ponernos al día de todo.


- Me gustaría – dijo Tetsu sonriendo por primera vez – te veo al acabar el partido entonces y… gracias – comentó moviendo la botella como si agradeciera que se la hubiera abierto.


- De nada.


Tetsu siguió caminando hacia el pabellón cuando se encontró a Kagami tras una de las paredes escuchándoles pero no le hizo caso.


- ¿Nuestro capitán duda de sí mismo? Quizá deberías dejarlo.


- No pienso dejarlo – comentó Tetsu – se lo debo a Aomine, se hizo capitán por mí y voy a jugar contra él. Un día le ganaré.


- No sirves para capitán – comentó Kagami intentando herirle.


- Es posible, pero aún sigo siéndolo así que sal ahí y juega, aunque ambos sabemos que Aomine es mejor que tú, te va a machacar si sigues jugando en solitario – le dijo marchándose.


Kagami sonrió al ver a Tetsu marcharse y aunque aún no había conseguido quitarlo de en medio pero lo haría, ese chico no tenía madera para ser capitán, todos lo sabían y aprovecharía su debilidad para hacerse con el puesto. Al menos había tenido la oportunidad de enfrentarse a Aomine en el partido y ya sabía de lo que era capaz, era bueno, un líder nato pero también muy solitario, un jugador que le gustaba el uno contra uno y derribar a sus enemigos lentamente, minarles su moral hasta que perdían el entusiasmo por competir pero tenía una debilidad… la acababa de ver, Tetsu era su debilidad, eran demasiado amigos, se preocupaba por él.


Si Tetsu se preocupaba la mitad de lo que Aomine lo hacía por él, tenía un plan perfecto que no podía dar lugar a errores. Para ser capitán, el actual capitán debía demostrar que no era digno de serlo, no sería complicado convencer de eso, Tetsu sólo era bueno haciendo pases y quizá eso le había mantenido en el puesto por haber movido siempre los partidos y haber conseguido ganar gracias a sus estrategias de juego, gracias a que siempre sabía dónde y a quién pasar para que encestasen por él puesto que no podía hacer lanzamientos. Sólo tenía que destrozarle esa habilidad. Destrozando su moral, derrumbaría esa habilidad. Sólo tenía que conseguir que esos dos dejasen de hablar, que se enfadasen, únicamente necesitaba hundir sus sentimientos para que sus juegos se resintieran y él ganase.


Aquel partido, Seirin lo perdió pero Tetsu estaba extrañamente alegre en su interior, por lo menos podía hablar con Aomine, había quedado con él. Se cambió con rapidez y le esperó fuera en el pasillo cuando Kagami vino hablando con unos compañeros sobre lo irritado que estaba con el partido y Tetsu no pudo hacer otra cosa que escuchar.


- Ahora al menos ya sé su estilo de juego, mejoraré y le venceré la próxima vez – decía a los compañeros – lo único malo es que ese desgraciado ya se ha ido.


- ¿Ya se ha marchado? Creí que estaría cambiándose aún.


- Que va, vino una chica a buscarle y se marchó hace unos segundos, yo le vi salir al menos.


Tetsu se quedó unos segundos en silencio, se suponía que había quedado con él y ahora se había marchado. ¿Cómo era posible? Cuando salió un segundo compañero, preguntó si había visto a Aomine pero le negó con la cabeza así que resignado, se marchó hacia casa.


Aomine terminaba de secarse el cabello con la toalla y ya estaba recogiendo las cosas guardándolas en la bolsa cuando se dio cuenta que se había quedado solo en el vestuario. Quizá había tardado más de la cuenta. Salió con la bolsa al hombro y esperó en el pasillo al sorprenderse por no encontrar a Kuroko. Quizá él había tardado más aunque le extrañaba. Miró un par de veces su móvil para saber la hora y finalmente, salió fuera del edificio encontrándose con un compañero de su equipo.


- ¿Has visto a Kuroko? – preguntó Aomine.


- Sí, le vi salir hace un rato.


- ¿Iba solo?


- Creo que sí.


- Vale.


- ¿Por qué la pregunta, Aomine? No creí que tuvieras nada que hablar con los rivales – comentó.


- Es un asunto personal – dijo Aomine marchándose.


Ya que no habían coincidido a la salida, al menos podía pasar por su casa y saber qué había ocurrido. No se rendiría tan fácilmente sin una explicación del motivo por el que no le había esperado, quizá había ocurrido algo con su equipo y es que ese tal Kagami no le daba para nada buena espina, había visto el deseo de poder en su mirada, estaba convencido que odiaba estar subordinado a un capitán y que él querría serlo. Puede que Tetsu no fuera el mejor capitán, pero tenía que darse cuenta por sí mismo, nadie podía obligarle a dejarlo o a continuar. Quizá esto es lo que necesitaba Kuroko para madurar y hacerse fuerte.


Si Tetsu decidía dejar ese puesto dándose cuenta que no era para él, Aomine le apoyaría siempre y hasta él podría dejar el puesto de capitán que tanto le disgustaba pese a que se le diera bien. Él sólo quería volver a su azotea y algún día, cuando reuniera el valor suficiente… decirle a Kuroko todo lo que sentía por él. Cogió el hilo azul de su bolsillo y lo miró unos segundos. Algún día se lo diría.


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