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El libro de las leyendas: Tomo Fullbuster por Fullbuster

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Notas del capitulo:

Resumen: Portada

Itachi es un respetable empresario acostumbrado a ser el centro de atención de las miradas, lo que nadie sabe de él, es que vive con un chiquillo de instituto al que da alojamiento tras perder a sus padres y que hace todas sus fantasías realidad. Lo que jamás esperó Itachi, era enamorarse de su juguete pudiendo haber tenido a quién quisiera.

Pareja: Itachi-Naruto.

Advertencias: Chan.

Escuchaba la reunión con atención pese al aburrimiento que estaba aguantando. Miraba el reloj una y otra vez agradeciendo que la oscuridad de la sala le diera cierto camuflaje. Itachi Uchiha era a sus veintiséis años un empresario de éxito, director de una gran empresa dedicada a la publicación de revistas financieras que se leía por todo el mundo.

 

En la pantalla aparecían los modelos para las portadas de ese mes mientras sus subordinados hablaban y trataban de venderle la idea. Todos querían que la portada diseñada saliera ese mes en la revista. De vez en cuando, Itachi veía como algunos ojos se posaban en él tratando de descifrar si le gustaba la idea o no, pero él se mantenía siempre impasible en su silla.

 

Al acabar la reunión todos los ojos se centraron en él mientras las luces se encendían y vieron intrigados cómo movía el bolígrafo en su mano golpeando levemente el papel donde debía haber apuntado las quejas u observaciones que había hecho, pero la hoja estaba completamente en blanco, algo había nublado su juicio, un problema en casa que pocos sabían que tenía.

 

- ¿Itachi? – preguntó uno de los hombres de la mesa al verle tan despistado, que ni siquiera había notado que habían encendido la luz.

 

- Oh, discúlpenme – dijo levantándose de la silla frente al resto de presentes que le observaban murmurando sin entender nada.

 

Itachi caminó hacia la salida del despacho con paso rápido y seguro bajo la atenta mirada de todos los allí presentes que no entendían lo que estaba ocurriendo. Itachi jamás se ausentaba de una reunión así como si nada, pero ahí estaba abriendo la puerta de cristal para marcharse. Uno de los de la mesa miró su cuaderno en blanco y se encogió de hombros cuando vio que todos posaban sus ojos en él. Tampoco entendía qué estaba ocurriendo.

 

Itachi bajó en el ascensor hasta el parking y buscó su deportivo en la misma plaza de aparcamiento de siempre, para algo la tenía reservada como Director de la empresa que era. Se subió y salió de allí a toda velocidad.

 

 

 

Flashback

 

Como todos los días, Itachi llegaba a su acogedora casa en el centro de Tokyo tras un duro y rutinario día de trabajo. Lo único que le consolaba era saber que en su casa finalmente podría relajarse y es que en cuanto abrió la puerta, escuchó ese excitante ruido de un cascabel de gato sonando mientras a sus oídos llegaban las dulces palabras.

 

Bienvenido, señor.

 

Se quitó los zapatos al entrar colocándolos en perfecto orden y se giró mirando a ese chico rubio tras él vestido de sirvienta como a él le gustaba que fuera por su casa. Siempre tenía esa sonrisa inocente que conseguiría excitar a cualquiera que le viera y el sonido del cascabel en su cuello provocaba que Itachi sonriera con cierta perversión al pensar en las mil maneras en que haría que sonase.

 

Estoy en casa – le dijo Itachi sonriendo.

 

Deme su chaqueta, señor, yo me ocuparé de ella.

 

Itachi se quitó la americana para dársela al jovencito de apenas dieciséis años que enseguida se la llevó hacia la percha colgándola. Itachi sonrió siguiéndole y es que le encantaba ver a ese chico tan fácil con esa ropa que le obligaba a llevar. En cuanto le vio alzarse de puntillas para colgar la chaqueta, Itachi metió su mano bajo la falda de sirvienta apretando su terso trasero y haciendo gemir levemente al chico que se ruborizó enseguida sintiendo como el cuerpo de su señor se acercaba a él hasta que pudo notar el miembro ya casi erecto en su trasero.

 

¿Señor? – preguntó Naruto ruborizado.

 

Shh – susurró en el oído de Naruto para morder su lóbulo con suavidad – necesito relajarme de un duro día de trabajo – comentó.

 

Le prepararé el baño inmediatamente.

 

Gracias – le dijo sacando su mano de debajo de la falda y dándole una palmada para que fuera hacia el pasillo a preparar su relajante baño.

 

Una vez solo en su comedor, empezó a aflojarse la corbata hasta que se la quitó mientras caminaba hacia su habitación lanzándola encima de la cama. Podía escuchar el ruido del agua, Naruto le estaba llenando la bañera con el agua bien caliente como a él le gustaba.

 

Ese chico había sido todo un acierto. Cuando sus padres murieron pensó mucho si debía acogerlo en su casa o no pero como Minato fue su mentor en la empresa, acabó acogiendo a su hijo. Los padres de Itachi vivían lejos y al tener Naruto toda su vida en la ciudad de Tokyo, decidió que lo mejor para él era que siguiera con la rutina tratando de superar la tragedia. Lentamente… ese chico pasó de comportarse educadamente y tratando de pasar desapercibido a prácticamente su criado. Itachi jamás le dijo nada al respecto y aprovechó la oportunidad que le brindaba, era un chico atractivo y le satisfacía en todos sus deseos. ¿Qué más se le podía pedir?

 

Había tenido a Naruto a su cargo prácticamente desde los ocho años, Itachi apenas se había independizado a los 18 años y se había encargado de cuidar de ese chiquillo. Nunca quiso reconocerlo, al principio sólo era el hijo de Minato, de su maestro en los negocios y lentamente… a medida que los años pasaban y ese chico crecía y maduraba, se fue enamorando aunque jamás lo admitiría. Ahora mismo no veía su vida sin él.

 

Naruto complacía todos sus más excitantes morbos, hacía lo que fuera por él. A veces pensaba que ese chico rubio se había enamorado y quería seducirle, por eso siempre estaba dispuesto a lo que fuera por él, otras veces, pensaba que sólo quería ser útil y dócil para que no le echase a la calle. Itachi no sabía muy bien qué pensar.

 

Caminó hacia el cuarto de baño viendo cómo Naruto echaba las sales minerales y algo de espuma. No pudo evitar sonreír al verle allí arrodillado comprobando la temperatura del agua con su mano mientras su falda dejaba ver parte de ese suculento trasero. Le encantaba obligarle a llevar ropa de ese estilo y además… sin utilizar ropa interior para ser más accesible. Le encantaba poder tenerle donde quisiera y como quisiera en cualquier momento y en cualquier rincón de la casa.

 

¿Está preparado mi baño? – preguntó sin apartar la vista de las nalgas de aquel chico rubio.

 

Si, señor – le aclaró Naruto sonriendo con dulzura.

 

Perfecto.

 

Deje que le ayude a prepararse – comentó Naruto levantándose con rapidez y acercándose a él.

 

A Itachi eso de ser el niño rico, mimado y consentido le encantaba. Ese chico hacía todo por él y lo disfrutaba mucho. Se había convertido en su mayordomo personal, en su criado, en su amante, era todo lo que necesitaba, incluso una mascota con ese cascabel que no dejaba de sonar cada vez que se movía el chico.

 

Naruto se colocó frente a Itachi y empezó a desabotonar la camisa con calma y mucho cuidado apartándole la camisa una vez estuvo abierta, tocando su firme torso con delicadeza mientras Itachi cerraba los ojos y se dejaba hacer. Naruto cogió la camisa colgándola enseguida en una percha cerca de la puerta y volvió a Itachi arrodillándose frente a él para desabrochar el cinturón de su pantalón.

 

Las manos de Naruto siempre eran ágiles y enseguida deshizo todo hasta que el pantalón cayó al suelo. Miró unos segundos al bajar su ropa interior cómo el miembro de Itachi estaba creciendo paulatinamente y se sorprendió.

 

Oh… lo siento, señor – comentó – yo no quería importunarle.

 

No lo haces, Naruto – comentó Itachi con cierta suavidad haciendo que el chico sonriera.

 

Déjeme ayudarle entonces, le relajaré enseguida.

 

Naruto arrodillado como estaba frente a él, cogió el miembro de Itachi llevándolo hacia su boca y sacando la lengua, lamió la extremidad con dulzura. Itachi cerró los ojos dejándose llevar por las sensaciones que sentía. Desde luego se había enamorado de ese chico, de las atenciones que tenía por él aunque a veces llegaba a pensar de dónde había sacado todas esas ideas.

 

Ni siquiera podía acordarse cuándo empezó a tratarle como si fuera su jefe, como si él fuera un criado pero cuando lo hizo y empezó a exigirle que le pidiera o le contara sus fantasías sexuales, Itachi sonriendo se las contó creyendo que sólo era su curiosidad. Su sorpresa llegó al día siguiente cuando Naruto empezó a hacer todas sus fantasías realidad y no sabía el motivo, pero hasta hoy… había seguido de esa forma y no era él quien fuera a negarle o a frenarle, le encantaba que lo hiciera y encima… voluntariamente.

 

Itachi acabó agarrando el cabello del chico indicándole el ritmo que quería, obligándole a introducirse su miembro dentro. Estaba demasiado excitado al verle, ese chico le volvía loco y cuando trabajaba, sólo podía pensar en la hora de volver a casa para estar con Naruto.

 

Estaba disfrutando de las atenciones cuando Itachi separó a Naruto agachándose frente a él y besándole con pasión para luego sonreírle. Acarició su rubio cabello con calma y le ofreció su mejor y más apacible sonrisa.

 

¿Quieres bañarte conmigo, Naru?

 

Sí – dijo sonriendo Naruto como si de un niño pequeño se tratase antes de agarrarse con fuerza en un gran abrazo a Itachi.

 

Vale – comentó Itachi sonriendo cayendo su trasero al suelo mientras Naruto seguía agarrado a su cuello.

 

No podía negar que sentía algo intenso por ese chico rubio de ojos tan azules como el agua más cristalina, de ese chico de cara inocente y mirada tierna. Ambos se metieron a la ducha y aunque Itachi cogió la esponja para lavarse, Naruto se la arrebató de las manos empezando a restregársela por la piel para lavarle él mismo. Itachi se dejó tocar todo el cuerpo, sintiendo a veces la esponja y otras veces la mano de Naruto pasando por su trasero, su miembro o su pectoral. Disfrutaba de sus caricias, de esas manos llenas de jabón que le limpiaban y le quitaban el cansancio de todo el día.

 

No pudo resistirlo más y teniéndole tan cerca le apretó en un abrazo contra su pecho mientras buscaba su entrada introduciendo primero un dedo en él y poco a poco, introduciendo otro más escuchándole gemir y jadear.

 

¿Quieres sentirme dentro de ti? – le preguntó sugerentemente Itachi a Naruto susurrándole en el oído.

 

Sí.

 

Date la vuelta.

 

Naruto le hizo caso colocando su espalda contra el fuerte pecho de Itachi y éste le arrinconó contra la pared entrando en él despacio pero con decisión. Los gemidos de Naruto no se hicieron esperar al sentir cómo el miembro de Itachi se abría paso dentro de él haciéndose cada vez más grande debido a la excitación del momento. Itachi no podía dejar de moverse dentro de él sintiendo la estrechez y la calidez de Naruto, quien le regalaba sus jadeos apoyando su pecho y sus manos contra los azulejos de la ducha.

 

Itachi colocó sus manos en la cadera de Naruto impulsando su trasero hacia delante y hacia atrás facilitando aún más su movimiento, profundizando cada vez más en aquel chico que bajó su mano a su propio miembro dándose aún más placer. Entre jadeos, Itachi cerró los ojos sin dejar de impulsar a aquel chico hacia él hundiéndose cada vez más hasta que se corrió.

 

Al salir de él con lentitud, pudo ver cómo parte de su líquido resbalaba por las temblorosas piernas de ese chico mientras el semen de Naruto impregnaba su mano y caía sobre el agua que había en el plato de ducha acumulándose.

 

Eres delicioso, Naruto – le dijo mordiéndole con sensualidad la oreja.

 

Yo siempre seré tuyo, Itachi – le dijo llamándole por primera vez en el día  por su nombre.

 

Cuando salieron de la ducha, cada uno se fue a su cuarto a cambiarse aunque a Itachi le resultó extraño que Naruto tardase tanto. Preparó la cena para ambos y miró de nuevo el reloj, cada cinco minutos lo observaba y luego desviaba su vista hacia el pasillo por donde debería aparecer ese chico rubio que le volvía loco, pero no lo hacía. Le llamó para que viniera a cenar en cuanto estuvo lista la comida pero nada se escuchó del otro extremo así que decidió ir a ver qué ocurría.

 

Itachi abrió la puerta viendo que la habitación estaba con la luz encendida y Naruto se había quedado dormido encima de la cama con el albornoz puesto y la capucha sobre su cabello mojado. Sonrió al verle y apagó la luz acercándose hacia la cama y tumbándose a su lado. Naruto apenas sintió aquel cuerpo que desprendía calor se acurrucó hacia él buscando calentarse y fue Itachi quien le abrazó restregando la capucha por su cabello para intentar secar un poco la humedad que tenía.

 

Un poco de sexo y Naruto se relajaba tanto que en pocos segundos dormía como un niño pequeño. Era un chico increíble y esa dulzura e inocencia le volvía loco a Itachi. Le besó la frente y ambos durmieron abrazados bajo la manta que Itachi se dignó a pasar por encima de ese chico. No quería que enfermase y más estando aún medio mojado. Lo correcto habría sido despertarle y que se secase mejor pero… no quería despertarle, se le veía cansado, así que ambos se quedaron allí dormidos en la cama de Naruto.

 

A la mañana siguiente cuando despertó Naruto, se encontraba solo en la habitación. Algo de luz entraba por la ventana con la persiana entreabierta y decidió desperezarse y levantarse. Hoy tenía clase pero era el último día antes de unos días libres, hoy por la noche era Halloween y había estado preparando su disfraz. En el instituto todos querían ir disfrazados de lo común, un vampiro, un hombre lobo, cadáveres o zombies pero él no quería ser como los demás. Había cotilleado en la habitación de Itachi cuando se iba a trabajar y sabía de qué iba a disfrazarse, así que había diseñado un disfraz excitante para atraer definitivamente a Itachi, algo que hiciera pareja con el suyo.

 

Desde que era un niño había sentido una devoción especial por Itachi, tanto… que había empezado a leer un sugerente libro para intentar atraerle y que se enamorase de él. Hasta ahora sólo había conseguido tener sexo pero ya era algo, esa noche terminaría de enamorarle, tenía esperanzas en ello. Sonrió y apartó los libros del instituto mirando los patrones que había hecho para su disfraz, era perfecto, sexy y en parte aterrador como debía ser en Halloween. Itachi cuando le viera sólo pensaría en hacerle suyo una y mil veces.

 

Abrió el armario viendo aquella capa oscura y tocándola entre sus dedos. Naruto siempre había considerado que Itachi era su novio, al menos desde que el sexo comenzó entre ellos y él siempre estaba dispuesto a darlo todo por su novio, fuera lo que fuera. Miró el libro en la estantería de su cuarto y lo bajó dejándolo encima de la cama para abrirlo por el siguiente capítulo “Seduce a tu señor”. Leyó el capítulo y en al acabar supo exactamente que esa noche era todo lo que necesitaba para que su pareja fuera el más feliz del mundo.

 

Cerró el libro dejándolo encima de la cama y salió corriendo cogiendo los libros. Iba a llegar tarde al instituto si no se daba prisa. Itachi ya se había marchado a trabajar pero se sonrojó al ver que le había dejado una nota junto al desayuno recién hecho. Leyó la nota lo primero y se deprimió un poco, esa noche iba a la fiesta de la empresa por Halloween, eso quería decir que no lo pasaría con él. Intentó animarse, quizá podría ir un rato a la fiesta del instituto y luego ir a buscarle a la empresa, no quedaba muy lejos y podrían volver juntos a casa, así vería su disfraz.

 

En el instituto se distrajo durante las clases viendo cómo el cielo empezaba a nublarse, era lo que le faltaba para rematar su precioso e importante día, que encima hubiera tormenta. Los árboles se movían con fuerza por el viento que se estaba levantando y sólo podía pensar en su disfraz y en si conseguiría finalmente satisfacer en todo a Itachi. Quería ser lo más importante para él, quería complacerle y no sabía si lo estaba logrando. Se había esforzado muchos estos años por él, le amaba. Algunos compañeros suyos habían tratado de salir con él pero siempre se había negado, su corazón le pertenecía a Itachi.

 

Ey, Naru – escuchó que le llamaba su compañero de al lado - ¿De qué te vas a disfrazar? – preguntó Kiba.

 

Sorpresa – le dijo sonriendo.

 

Oh… eso suena a que será algo muy sexy – comentó lujurioso - ¿Te apetece venir conmigo a la fiesta?

 

Lo siento, Kiba, pero ya tengo pareja.

 

¿En serio? ¿Tu novio vendrá esta vez? Siempre hablas de él pero nadie le ha visto jamás.

 

Es muy tierno y guapo – sonrió Naruto – y voy a seducirle como nunca, se le caerá la baba cuando me vea.

 

Si a él no se le cae, te aseguro que a mí seguro que sí – le dijo sonriendo.

 

Era cierto que desde hacía un par de años había dicho que salía con un chico y había mentido diciendo que era de universidad, realmente quizá no era de universidad… ya había terminado pero no había mentido del todo, era más mayor que él, un empresario de éxito al que le regalaba las noches de sexo más salvajes de todas y le gustaba hacerlo. Ver las sonrisas de Itachi eran su mayor felicidad. Itachi jamás se había fijado en Naruto hasta que éste empezó a leer aquel extraño libro que encontró un día por casualidad en una librería. Le había funcionado tan bien las primeras veces, que ya no quiso soltarlo, se había convertido en su pequeño manual para conquistar al terco de Itachi.

 

Aquella tarde al finalizar el instituto salió corriendo a su casa. Estaba ilusionado y aunque amenazaba con llover eso no le impediría ser el sueño erótico de Itachi o de cualquier hombre que se pusiera en su camino, estaba decidido a complacer a Itachi. Entró por la solitaria casa corriendo y fue directamente a la habitación de Itachi viendo cómo éste se cambiaba de ropa.

 

¿Qué ocurre, Naruto? – preguntó al verle entrar tan de golpe.

 

Yo… me preguntaba si… ¿Podré ir a buscarte a la empresa cuando acabe mi fiesta? – preguntó.

 

La fiesta de mi empresa será muy aburrida – sonrió Itachi - ¿Por qué querrías venir?

 

Porque… quiero que veas mi disfraz, lo he diseñado especialmente para ti.

 

Puedo verlo cuando vuelva a casa, Naruto – señaló Itachi.

 

Ya pero… quiero poder caminar contigo de regreso a casa y que todos nos vean juntos, de verdad que te gustará mi disfraz, lo he diseñado para que vaya a juego con el tuyo.

 

De acuerdo – comentó Itachi terminando de maquillarse – ven entonces a buscarme cuando acabe tu fiesta y volveremos juntos a casa.

 

Gracias – le dijo Naruto sonriendo lanzándose y besándole con pasión antes de salir corriendo hacia su habitación para arreglarse.

 

Naruto empezó a arreglarse creando en su rostro la marca de un zarpazo que atravesaba parte de su ojo derecho y toda su mejilla. Lo pintó del color de la sangre y se maquilló para que todo pareciera real. Cuando acabó se observó mejor contento por haber conseguido que se viera tan real, parecía como si realmente una bestia le hubiera arañado parte de su rostro. Empezó entonces a vestirse de aquel color rojo que tanto le excitaba a Itachi.

 

Se colocó las medías, unas botas negras y aquella minifalda bien corta de color rojo junto al corsé en tonos rojizos y negros. Había pensado en todo, hasta las medias que se quedaban en sus muslos las había enganchado en un precioso y sugerente liguero negro. Iba a hacer que la mitad de la gente descubriera lo sexy que podía llegar a ser esa caperucita roja.

 

Para cuando salió, Itachi hacía un rato que se había marchado a la empresa así que sacó de su armario la capa negra y se la colocó por encima cubriendo su rubio cabello con la capucha. Caminó hacia el instituto y todos se giraron al ver aquella sombra de capa oscura caminar observando cómo por la ranura de la capa, se veían aquellas piernas y la minifalda roja.

 

Algunos chicos se giraron hacia él dejándole pasar pero soltando guarrerías, Naruto pasaba de todo y seguía caminando hacia el instituto pensando que luego por fin vería a Itachi y podría estar con él.

 

Ey, caperucita – comentó un chico que le dejaba pasar en ese momento pero no apartaba sus ojos de su trasero – si buscas alguien que te devore puedes dejar de buscar, ya me has encontrado.

 

Estás para comerte – decía otro de los amigos – déjame saborearte entero, yo también tengo la boca muy grande para comerte mejor.

 

Naruto siguió caminando agarrando la cesta con fuerza hasta que llegó al instituto y entró encontrándose a Kiba vestido de perro, algo normal para él. Kiba silbó al ver entrar a Naruto y es que estaba espectacular. Se acercó a él antes de que el resto de moscardas se le acercaran más de la cuenta y le comentó que le acompañase.

 

Desde luego cuando dijiste que era un disfraz sexy no creí que sería algo tan… erótico – comentó Kiba – madre mía, estás impresionante.

 

Gracias – le dijo Naruto.

 

¿Y qué llevas en esa cesta Naruto?

 

Sólo unos juegos para mi novio – dijo sin destapar la tela que cubría el interior.

 

Oh… caperucita mala – dijo en tono pícaro – a esta caperucita le van los juegos. Me gusta. ¿Y dónde está tu novio?

 

No ha podido venir – comentó – tenía otra fiesta en… la universidad – mintió.

 

Si yo hubiera sido tu novio, te habría llevado conmigo. Media universidad habría deseado meterse bajo tu falda – le dijo de forma sugerente pero cuando fue a llegar a sus labios, Naruto los apartó.

 

Por favor, Kiba, ya te he dicho que tengo novio.

 

Lo siento – se disculpó – es complicado retener lo que siento por ti, eres increíble y haces todo esto por alguien que ni siquiera te ha acompañado. ¿Cómo aguantas esos desplantes?

 

No es un desplante, él me quiere, lo sé. Es sólo que tenía cosas que hacer.

 

¿Más importantes que tú, Naruto?

 

Aquella fiesta que debía haber sido la más divertida para Naruto, no lo fue en absoluto. Le faltó Itachi toda la  noche y pese a que todos le observaban y se encandilaban con la vista que les ofrecía Naruto, él se sentía vacío por dentro. Todo lo había hecho por una única persona y esa persona, no estaba allí con él.

 

Al acabar la noche caminó con la capucha puesta y la cesta bajo el brazo hacia las oficinas de la empresa de su novio. Finalmente podía medio sonreír con tan solo pensar que por fin podía verle, su noche empezaba ahora. Todos los niños corrían por las calles de puerta en puerta del vecindario pidiendo caramelos con sus padres detrás y algunos de ellos, giraban la cabeza a mirar a Naruto sonrojándose.

 

Cuando llegó a la empresa entró y el guardia lo detuvo para ver sus credenciales. No era la primera vez que había estado allí, Itachi lo había llevado en alguna ocasión y el guardia al reconocerle le dejó pasar enseguida indicándole que Itachi debía encontrarse por el piso veintiuno, así que se dirigió sin demora al ascensor.

 

Por fin iba a ver a su novio, había traído muchas cosas para jugar ambos, incluso quizá podían aprovechar y hacer algo en la oficina, no creía que Itachi al verle resistiera mucho las ganas de tenerle allí mismo.

 

Las puertas del ascensor se abrieron ante la oscuridad de la gran sala con diversas luces tipo una discoteca que se movían de un lado a otro mientras la gente bailaba con esa música tan alta y ensordecedora. Todos iban disfrazados y al salir del ascensor caminó como pudo empujando a la gente para abrirse camino, viendo cómo las mujeres se rozaban contra otros empleados provocándoles, aquello era un descontrol.

 

Naruto buscó a Itachi entre la gente, quería encontrarle cuando un hombre cogió su muñeca y la llevó hasta su miembro sonrojando y asustando a Naruto.

 

Bienvenida, caperucita, tira de ésta y verás lo que te hace el lobo – le dijo haciendo un ruido extraño con la boca como si fuera a morderle.

 

Naruto alejó la mano con rapidez echándose hacia atrás y perdiéndose de nuevo entre la gente intentando poner distancia con aquel hombre. ¿Esta era la clase de fiesta que le gustaba a Itachi? No podía comprenderlo. Estaba distraido cuando chocó contra otro hombre que se giró enseguida a mirarle.

 

Mira qué ha venido hasta nosotros – comentó el hombre hacia su compañero – una caperucita – sonrió – Caperucita, caperucita ¿Por qué tienes tus piernas tan abiertas? ¿Será para que te la meta mejor?

 

Naruto se alejó de allí con rapidez asustado mientras los compañeros del chico y él mismo se reían al verle salir corriendo. Empezaba a replantearse que ni el disfraz ni haber ido a esa fiesta era lo más idóneo pero ya no podía volverse atrás. Se abrió camino decidido hasta que otro chico se interpuso en su camino.

 

Caperucita, regálame uno de tus besos y seré tu esclavo para toda la eternidad – le dijo de forma romántica el joven pero Naruto tenía los ojos atentos a Itachi.

 

Allí estaba con esas orejas de lobo, con aquellos guantes en forma de patas y empotrado contra una pared dejándose meter la lengua de aquella chica hasta el fondo. Se enfadó, estaba enfadado y celoso al verle allí. Se suponía que era su novio pero estaba besándose con otra frente a sus narices. Aunque vio que Itachi paraba aquel beso y se fijaba en él, Naruto cabreado como estaba cogió a ese último chico que se había ofrecido y unió sus labios a los suyos. Quería cabrear a Itachi, quería verle enfadado como él lo estaba pero todo se le iba de las manos, ese chico era más fuerte que él y su lengua se coló con agresividad en su boca sintiendo cómo uno de sus brazos se agarraba con fuerza a su cintura y la otra mano, empezaba a colarse bajo su falda buscando su entrepierna.

 

B-as… - intentó detenerle sin éxito – para – le gritó al hombre que no se detenía.

 

¿No buscabas un buen rabo, caperucita? – le dijo el hombre con perversión.

 

Sintió miedo durante unos segundos hasta que alguien apartó a aquel hombre de golpe de su lado y lo lanzó de un puñetazo al suelo. Itachi se había puesto en medio gritándole que no le tocase.

 

¿Qué coño crees que estás haciendo? – le gritó Itachi enfadado al hombre que había tirado al suelo.

 

Él me ha buscado a mí.

 

Itachi se giró hacia un asustado Naruto al que le temblaba todo el cuerpo y trataba de taparse con la oscura capa para que no se le viera nada.

 

No te atrevas a ponerle un dedo encima o te las verás conmigo – le amenazó Itachi - ¿Y tú? – se giró hacia Naruto.

 

Yo… lo siento, no quería molestarte – dijo levantándose del suelo donde estaba y saliendo corriendo hacia el ascensor.

 

Naruto – le gritó deteniendo las puertas del ascensor cuando iban a cerrarse con Naruto dentro – Ey, ¿qué te ocurre?

 

Creía que teníamos algo tú y yo, creía que te importaba, que eras mi novio pero no te importo nada – le dijo llorando – puedes seguir con tu fiesta, ya no te volveré a molestar.

 

¿De qué hablas? ¿Cuándo hablamos de que eras mi novio? – preguntó confuso Itachi y aquello aún destrozó más a Naruto.

 

Yo creí… ¿Por qué te acuestas conmigo si no éramos nada? – preguntó confuso – no lo entiendo. ¿Es que no te importo?

 

Claro que me importas pero nunca hablamos de relaciones, Naruto.

 

Entiendo – dijo agachando la cabeza llorando y apartando su brazo de la puerta salió del ascensor llorando hacia la puerta que llevaba a las escaleras.

 

Bajó los veintiún pisos corriendo intentando limpiarse las lágrimas y pese a escuchar cómo Itachi le llamaba unos pisos por arriba y bajaba las escaleras tras él, no cesó en su carrera marchándose corriendo a casa.

 

En cuanto llegó se encerró en su habitación colocando todos los pestillos y es que Itachi llegó apenas unos minutos detrás de él. Le había seguido hasta casa y golpeaba ahora la puerta de su habitación pidiendo que le abriera para poder hablar del tema con calma. Naruto ya no quería escuchar nada, se metió bajo la mesa de estudiar y hundió su rostro en sus rodillas llorando sin parar. Aquella noche no abrió la puerta y finalmente Itachi por la mañana, le indicó que debía ir a una reunión.

 

Naruto no se creyó nada, era el día de todos los santos, siempre era festivo y nadie trabajaba, aún así no dijo nada ni abrió la puerta. Cuando se percató que se había marchado, se dignó a salir de debajo de la mesa. Había pasado la noche allí llorando, aún maquillado y con el disfraz puesto. Ni siquiera quiso quitárselo, salió de la habitación, cogió sus llaves de casa y se marchó caminando hasta el cementerio, no estaba lejos de allí.

 

Pasó la mañana sentado frente a la tumba de sus padres llorando. Había pensado que Itachi y él tenían algo, ni siquiera recordaba ahora cómo ni cuándo había podido pensar algo tan estúpido, Itachi no podía fijarse en él por más que hiciera cualquier cosa por complacerle. Era un adulto hecho y derecho mientras él era sólo un jovenzuelo de dieciséis años que intentaba descubrir qué quería hacer en su futuro.

 

Fin Flashback

 

 

 

Tenía frío y llovía pero no se movió hasta que sintió cómo una chaqueta caía sobre sus hombros abrigándole y cubriéndole ligeramente de esa fina lluvia que caía.  Alzó la mirada para ver a Itachi allí tras él mirando la tumba de los padres de Naruto.

 

- ¿Qué haces aquí? – preguntó Naruto - ¿No tenías una reunión?

 

- La tenía – comentó.

 

- Mentiroso, el día de todos los santos es festivo.

 

- Si, pero el empresario de Ohio sólo tenía hoy para poder acudir a la reunión, así que decidimos que la haríamos hoy y daríamos otro día libre en su lugar.

 

- Oh – exclamó Naruto sorprendido - ¿Entonces qué haces aquí? Si no vas a esa reunión te echarán la bronca, el de Ohio sólo podía hoy.

 

- Pues buscaré otro día para hablar con él y pediré disculpas una y mil veces, pero ahora mismo, sólo me importas tú, Naruto. Es a ti a quién más disculpas le debo. Creí que hacías todo porque te sentías agradecido pero he visto esto encima de tu cama. ¡Qué libros más raros lees! – le dijo dándole el libro.

 

- Había funcionado hasta ahora.

 

- No, has hecho realidad todas mis fantasías pero eso no te asegura que alguien se fije en ti, Naruto. ¿Crees que necesito que te comportes como un sirviente? ¿O que me ayudes a bañarme? Yo quiero pasar tiempo contigo, claro que me excita cuando haces cosas así pero porque eres tú. ¿No lo entiendes? Este libro sólo dice un montón de tonterías. Yo no quiero un sirviente que me lo haga todo, quiero que seas mi novio.

 

- Tú dijiste que no éramos nada.

 

- Dije que nunca habíamos hablado sobre nuestra relación. Nunca pensé que pudieras pensar en mí como un novio, soy muy mayor y siempre pensé que me utilizabas para aprender de mi experiencia y luego ir con chicos de tu edad, no sabía que era en mí en quien te fijabas realmente. Me enamoré de ti sin darme cuenta, Naruto, pero eso me da mucho miedo – le dijo agachándose y mirando bajo su capucha – estás increíble, el zarpazo hasta parece real – le sonrió tocando el maquillaje y Naruto sonrió.

 

- Era un disfraz para ti. ¿Por qué tienes miedo, Itachi?

 

- Porque eres joven y puede que yo no pueda darte en un futuro lo que buscas. Tengo miedo de que prefieras a alguien más joven que yo, que me dejes. No quise ser un obstáculo en tu vida así que tomaba lo que me ofrecías pero nunca planteé ofrecerte yo algo más, no creí que lo aceptases.

 

- Yo aceptaría cualquier cosa que viniera de ti.

 

- Lo sé, ahora lo sé. Dame la oportunidad de demostrártelo.

 

- Pero… la chica de ayer…

 

- Estaban borrachos, se me lanzó encima y la aparté. Nada más. Yo sólo tengo ojos para ti. De hecho he despedido al chico que se te lanzó encima.

 

- Oh, lo siento. Fue mi culpa. Me puse celoso y…

 

- Sé cómo te sentiste, pero eso no era excusa para que no te soltase cuando lo pediste, debió hacerlo. Si te hubiera soltado habría entendido perfectamente la situación, pero que intentase forzarte no es comprensible. No quiero gente así en mi empresa. ¿Qué te parece ahora si nos vamos a casa y me enseñas con detalle todo ese disfraz? Seguro que tiene muchos secretos que descubrir y el libro este… tíralo, Naruto – le sonrió – un libro titulado “Todo por tu señor” no creo que sea una buena lectura para ti.

 

Naruto sonrió y cogió el libro echándole un vistazo. Quizá tenía razón, desde que había leído ese libro se había comportado como un sirviente para Itachi, le había hecho todo lo que había deseado, realizó todas sus fantasías y las convirtió en realidad.

 

- ¿No te gustaron las fantasías? – preguntó Naruto.

 

- Claro que me gustan, pero podrías preguntármelas y ponernos de acuerdo en lo que nos gustaría a ambos. Seguro que tú también tienes fantasías por realizar.

 

- Me gustaría… que un lobo me comiera – comentó con ironía e Itachi no pudo evitar reírse.

 

- Eso puedo dártelo, caperucita – le dijo sonriendo.

 

Ambos se marcharon a casa. Fue Naruto quien abrió la puerta pero Itachi fue quien la cerró empotrando la espalda de Naruto con fiereza contra ella y atrapando sus labios con pasión mientras metía la mano bajo su falda impaciente por tener a esa caperucita bajo él.

 

- Llevas liguero – le afirmó Itachi cuando sus dedos se cruzaron con él – me excita mucho el liguero – le dijo – déjame follarte con él puesto.

 

- Vale – le dijo Naruto sonriendo con sus labios aún pegados a los de su novio.

 

- ¿Y qué es esto? – preguntó sorprendido al tocar la ropa interior de relieve - ¿Golosinas? Entonces era cierto eso de que querías que te comieran entero.

 

Itachi se agachó frente a él y metió la cabeza bajo su falda haciendo reír a Naruto cuando tiró con los dientes de su ropa interior arrancando una golosina para comérsela.

 

- Está deliciosa – dijo quitándole aquella prenda, más tarde se la comería entera.

 

Itachi salió de debajo de la falda y miró la cesta allí tirada fijándose en ella de golpe levantando el trapo para ver su interior. Había de todo, frutas con chocolate, algo de nata montada, hasta había traído el muy descarado unas bolas chinas para jugar, aquello le hizo sonreír.

 

- ¿Y esa cesta? – preguntó.

 

- Era para mi abuelita – le dijo Naruto siguiendo el cuento haciendo sonreír a Itachi.

 

- Interesante. Así que me has traído una cesta – comentó divertido.

 

- Te veo cambiada, abuelita – dijo Naruto – qué ojos más grandes tienes.

 

- Son para ver mejor este cuerpazo que tienes – le dijo Itachi haciendo reír a ambos.

 

- Abuelita, abuelita, qué orejas más grandes tienes.

 

- Son para escuchar mejor esos gemidos – le dijo besándole el cuello haciendo que Naruto gimiera y sonriera.

 

- Abuelita, abuelita, qué dientes más grandes tienes.

 

- Son para devorarte mejor – le dijo mordiéndole el hombro.

 

- Abuelita, abuelita – soltó Naruto distrayendo a Itachi que ya no conocía nada más a partir de ahí – qué rabo tan grande tienes.

 

- Es para metértelo bien al fondo y hacer que grites de placer – le susurró al oído introduciendo la punta dentro de él haciéndole gemir.

 

Naruto cogió de la mesilla de al lado de la puerta las orejas de lobo que había llevado la noche anterior su novio y se las colocó en la cabeza.

 

- Déjame probar todo tu rabo – le dijo de forma morbosa.

 

Itachi lo sacó de la puerta empotrándolo contra el mueble y obligándole a apoyar su pecho contra él mientras se introducía por completo dentro elevando suavemente la pierna de Naruto por encima del mueble para metérsela más hondo. Se movió en su interior haciéndole gritar como nunca mientras Naruto se agarraba al mueble disfrutando de las embestidas de su “lobo feroz” e Itachi observaba ese liguero agarrando las medias como tanto le excitaba.

 

- Caperucita… no deberías hablar con desconocidos o sufres el riesgo de que puedan hacer que te corras – comentó Itachi haciendo reír a Naruto.

 

- Hazlo, haz que me corra – le retó.

 

Itachi aceleró las embestidas moviendo más la pierna de Naruto abriendo su entrada todo lo que pudo para llegar más hondo, escuchando así los gemidos incontrolados de un Naruto al que le temblaba todo el cuerpo por la excitación. Itachi se corrió en él y ambos se movieron entonces al sofá intentando relajarse después de ese excitante cuento que habían recreado.

 

- Ese disfraz hay que probarlo más a menudo, me encanta cómo te queda – le dijo Itachi sonriendo en el sofá.

 

- ¿Entonces puedo decir que eres mi novio? – preguntó Naruto.

 

- Sí, Naruto, yo jamás dejaría que nadie más tuviera a mi caperucita. Por una vez… el lobo ha ganado – comentó tocando el zarpazo que se había dibujado Naruto en el rostro – eres increíble y te amo. Nunca esperé enamorarme de ti pero aquí estoy.

 

- Yo no quiero a nadie más que no seas tú, da igual si es más joven o no, sólo tú puedes tenerme y haría lo que sea por ti. Además… aún queda la cesta por probar – dijo Naruto mirándola - ¿Quieres empezar por la fruta o por las bolas chinas? – preguntó divertido e Itachi le besó con pasión.

 

Aquel día sería un largo día de sexo para dos amantes que tras varios años juntos, finalmente decidían abrir sus sentimientos en dos de los días más poco románticos del año. Dos días que aunque jamás serían propicios para el amor, ellos siempre los recordarían como el día en que su vida en común comenzó.

 

Fin


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