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MUERTE DE UNA ESTRELLA por lyra

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-¿No crees que llevamos mucho tiempo aquí encerrados?-le preguntó Georg.

-Tendrán muchas cosas que decirse. Me temo que es la pelea del siglo. Ya saldremos cuando acaben-le respondió Gustav.

-Pero es que tengo hambre. No me han dejado acabar el desayuno.

-Tú siempre igual, primero tu estómago.

-Llevamos más de media hora. A lo mejor ya han terminado.

-Si hubieran terminado estaríamos ensayando, y no oyéndote las tripas del hambre que tienes.

-Me voy asomar, y si no oigo nada salimos.

Se dirigió a la puerta y abriéndola asomó la cabeza. No oía nada. Le hizo una señal a Gustav y salieron hacia la cocina. Cuando llegaron vieron el escenario de la pelea. Parecía que allí había habido una batalla y no una pelea. El suelo estaba lleno de cristales y resto del desayuno.

-¿Pero qué ha pasado aquí? Espero que no hayan llegado a las manos.

-¿Y dónde se han metido?

-Yo subiré a sus habitaciones. Estarán en alguna de ellas. Tú recoge la cocina. Y no te pongas a comer.

Gustav decidió probar primero en la de Tom. Llamó a la puerta pero nadie dijo nada. La abrió y asomándose vio que allí no había nadie.

Se dirigió a la de Bill y también llamó.

-Déjame en paz. Vete con tus chicas.

Gustav abrió la puerta y se asomó. Bill estaba echado en la cama y parecía que lloraba.

-Gustav.-dijo sentándose y limpiándose las lágrimas.

-¿Puedo pasar?

-Si. Perdona, pensaba que eras el imbécil de Tom.

-¿Todavía no habéis hecho las paces?-dijo entrando y sentándose en la cama a su lado.

-Nunca le perdonaré. Jamás en la vida.

-¿Es por una chica? ¿Lloras por ella?

Bill se restregó con fuerza la cara para intentar dejar de llorar.

-Yo no estoy llorando-le dijo enfadado. “Y menos por una chica”.

-Vamos te he oído decir algo de una chica. Y veo cómo te caen las lágrimas. Si no es una chica, ¿Por qué más podías llorar?

Se le quedó mirando con muchas ganas de contestarle con la verdad. Pero no podía decírselo.

No podía decirle que podía llorar porque su hermano ya no le iba a volver a besar. Porque su hermano nunca le volvería a abrazar. Porque su hermano le había dicho que ya no le quería.

Aunque él se lo había dicho por la rabia que sintió en ese momento. No lo decía en serio. Pero Tom le había contestado que él tampoco le quería. Y ya no había vuelta atrás. Le había perdido.

Quería pedirle perdón. Pero había algo en su interior que se lo impedía. Había dicho cosas muy crueles de él. Se había reído de su dolor.

Sólo por que no quería ir a esa estúpida fiesta. Porque quería pasar un rato con la persona que más quería en el mundo.

Pero eso ya no iba a ser así porque su hermano le había dicho que ya no le quería.

-¿No me lo quieres contar?-insistió Gustav.

Bill negó con la cabeza.

-Entonces no insisto. Cuando encuentre a Tom y hable con él empezaremos a ensayar, que ya vamos con retraso y esta noche hay fiesta.

-Yo no iré. Prefiero quedarme.

-Vamos Bill, hazlo por el grupo. Esperan que vayamos todos, sobretodo te esperan a ti. Las chicas sólo van porque vas tú.

-No, van porque va Tom. Y eso es lo que más le gusta. Que le rodeen y le den su cariño. Que le abracen. Que le besen. Que no le hagan sentirse sólo. Que no le hagan daño a sabiendas.

No puede evitar que las lágrimas le bajen otra vez, pues todo eso es lo que le gustaría que Tom le hiciera a él.

-¿Te encuentras bien? Estás un poco raro-le dijo Gustav, que no había comprendido ninguna de las palabras que había dicho.

Bill se tumba en la cama y se tapa la cabeza con la almohada. No quiere sentir nada más por hoy y cree que así no llegarán más sentimientos a su mente.

-¿Bill?

-Creo que hoy no podré ensayar. No me sale la voz. Necesito descansar.

-Está bien, aplazaremos el ensayo hasta que te encuentres mejor. Lo que necesitas es animarte un poco. La fiesta te hará mucho bien. Te divertirás mucho en ella. Sino mira lo bien que se lo pasa siempre Tom en una.

Cuando oyó que Gustav salía de la habitación rompió a llorar con más fuerza.

No hacía falta que le dijera que se fijara en lo bien que se pasaba su hermano porque nunca había deja do de hacerlo. Allí sentado en su rincón. Solo. Triste.

Mientras que Tom se lo pasaba en grande. Le veía ahí sentado y pensaría en lo soso que es su hermano.

Entonces se levantó de golpe. Se limpió la cara con fuerza. Y decidió que eso era lo que tenía que hacer. Se divertiría como hacía su hermano. Le haría ver que las chicas también le deseaban. Que estaban con él para que las abrazara, para que las besara. Y él ya no se sentiría solo.

Entonces Tom sería el que se sentara en un rincón a verle feliz. Mientras él no lo era. Merecía saber lo mucho que había estado sufriendo por su culpa.

Salió de la habitación más animado. Iba a la sal de ensayos. Ahora ya podía volver a cantar con más fuerza que nunca. Ya le salía la voz. Y Tom no volvería a hacerle callar.


Gustav vio que Tom estaba sentado en las escaleras del porche. Estaba con la cabeza entre las piernas y parecía que también lloraba. Salió y se sentó a su lado.

-Vete. Déjame que esté con las chicas.

-Definitivamente una chica es la causante de la pelea.

-Gustav-dijo levantando la cabeza y limpiándose las lágrimas.

-Vamos a ahorrar saliva. Sí, estás llorando porque te he visto. Y sí, sé que es por una chica. Bill me lo ha contado.

-¿Te lo ha contado todo?

-No, sólo un poco por encima. Luego ha estado diciendo no sé que sobre que te gusta estar rodeado de chicas y que te lo pasas muy bien con ellas, o yo que sé. No le entendido más de la mitad de lo que hablaba. Decía cosas raras sin sentido sobre no estar solo y que no le hagan daño.

Tom se quedó en silencio. Así que seguía insistiendo que con las chicas se lo pasaba muy bien. Pues esa noche le iba a demostrar que no se lo pasaba bien. Le demostraría que se lo pasaba estupendamente.

Y si no quería estar sólo y que no le hicieran daño ya sabía lo que tenía que hacer. No quedarse en ese rincón toda la noche. Observándole con dolor en los ojos y poniendo esa cara tan triste que cada vez que la veía le partía el corazón, porque lo que quería hacer en esos momentos es soltar a la chica que estuviera con él y correr a su lado para consolarle de la mejor manera. Incluso le dejaría ganar por una vez.

Pero eso ya no lo podía volver a hacer. Porque su hermano le había dicho que ya no le quería.

Se lo había dicho con mucha rabia en la voz y él le había contestado lo mismo sin saber cómo habían salido las palabras de su boca. Lo dijo sin pensar. Es como cuando le decía “Hola” y él se lo repetía porque le salía sin pensar. Como cuando le dice “Te quiero” y él sin pensar se lo repetía también.

Como cuando le dijo “Ya no te quiero” y él se lo repitió sin pensar. Pero ya no había vuelta atrás. Le había perdido.

-Me imagino que tú tampoco querrás ensayar como Bill.

-¿Bill no quiere ensayar?-repitió como un loro.

-No, ha dicho que la voz no le salía.

Entonces se abrió la puerta y apareció Georg.

-¿Empezamos con el ensayo?

-Creo que hoy no va a ver ensayo. Bill no puede cantar-contestó Gustav por Tom.

-Sí puedo cantar

-Pensaba que no te salía la voz-le dijo Tom poniéndose de pies.

-Tú piensas de mí demasiadas cosas. Estoy perfectamente. Y te lo voy a demostrar.

Y se dio la vuelta yendo a la sala.

-¿Y eso ha que ha venido?-le dijo Gustav a Tom-cada vez entiendo menos a tu hermano.

-Y yo.



Tom llevaba media hora delante del espejo decidiéndose que se iba a poner para la fiesta. Fiesta a la que al final iba a ir su hermano para demostrarle que estaba perfectamente.

Todavía estaba molesto con él. Sobretodo por el ensayo de hoy. Se había pasado las tres horas que duró cantando sin mirarle, dándole la espalda como un niño pequeño cuando se enfada.

Y luego vino la peor parte. Tenían que ensayar Heilig, pero Bill se negó a cantarla. Incluso decía que esa canción ya no le gustaba y que iba a dejar de cantarla en los conciertos.

Por más que insistieron Georg y Gustav para que les diera un mejor motivo para no cantarla aparte de que era una letra estúpida y sin sentido, y que debía estar borracho cuando la compuso, no les dio otro motivo mejor. Así que decidieron acabar el ensayo ahí por miedo de que dieran con otra canción estúpida y sin sentido que ya no quisiera cantar más.

Pero él sabía porque no la quería cantar. Le había escuchado esa mañana cuando se duchaba, cantándola en voz alta para que él la escuchara. Para hacerle saber que para él siempre sería sagrado.

Y horas después ya no lo era.


Bill estaba delante del espejo viéndose en él. No le gustaba lo que se había puesto. Nada le gustaba como le quedaba hoy. No sabía porque había dicho que iría a la fiesta. No le apetecía en absoluto. Sólo quería quedarse en casa. Con su hermano. Tal y como lo tenía planeado en su mente. Tumbados en el sofá. Muy juntos.

Pero tenía que ir a la fiesta. Tenía que demostrarle al idiota de Tom lo bien que se lo podía pasar sin él. Aunque era mentira. Sin él no estaba bien. Estaba mal.

Y lo del ensayo fue lo peor. No podía mirarle mientras cantaba porque si lo hacía estaba seguro de que la voz no le saldría. Así que decidió darle la espalda, como él se la estaba dando.

Y como pretendía que cantara Heilig. Se había negado ha hacerlo con excusas tontas acerca de su letra y del día que la compuso. Era su canción favorita. Le había dolido decir esas cosas de ellas. Y claro que no la iba a volver a cantar en los conciertos.

No podía hacerlo porque cada vez que la cantara le recordaría a Tom. Le recordaría que hubo un tiempo en que para él siempre fue sagrado.

Y ya no lo sería.



-Habéis tardado mucho en vestiros-les dijo Gustav cuando bajaron ya arreglados.

-No sabía que ponerme-dijeron los dos a la vez.

-Que monos, siempre he pensado que los gemelos se podían leer la mente y decirlo todo a la vez-les dijo Georg riéndose.

-No digas bobadas, Tom no puede leerme la mente. No sabe lo que pienso a cada momento ni lo que siento.

-Lo sabría si tú me lo contaras y no te lo callaras como haces con todo.

-¿Pero se pude saber qué estáis diciendo? Lleváis todo el día hablando en clave. ¿Me lo queréis contar de una vez?-les rogó Gustav desesperado.

-No-volvieron a repetir.

-Mira, lo han vuelto a hacer.

-Cállate Georg-otra vez

Esta vez Georg prefirió no decir nada y se fue hacia el coche mordiéndose los labios para no echarse a reír.



Llegaron a la fiesta y enseguida estuvieron rodeados de gente. Más bien de chicas que gritaban enloquecidas.

Tom no paraba de mirar a Bill, quería saber si iba a ser capaz de cumplir lo que dijo. No lograba centrarse en otra cosa, ni siquiera en la bonita chica que tenía entre sus brazos diciéndole lo que necesitaba oír. Que le quería.

Pero no quería que se lo dijera ella. La persona que se lo tenía que decir estaba allí, en un rincón, solo como de costumbre.

Hasta que se le acerca una chica y con una bebida en sus manos. Por lo visto la estaba esperando. No estaba solo sin ninguna razón como él pensaba. Entonces ve como la toma entre sus brazos y la besa delante de él.

Esa era la señal que estaba esperando. ¿Quiere guerra? Pues la tendrá. Y sabía que iba a ganar él. Siempre lo hacía.

Coge más fuerte a la chica que tiene en sus brazos y la besa con toda la pasión que puede, pero que no siente.


Bill vio que su hermano no le quitaba la vista de encima. Estaba esperando a que cumpliera lo que le dijo. Decidió darle lo que esperara. Así aprendería la lección.

Vio que se acerca la chica a la que le había pedido la bebida y decidió que la usaría a ella.

Pero algo en su mente saltó. No podía hacerlo. No podía ser como su hermano. Jugar con los sentimientos de la chica para luego romperla el corazón. No se atrevería a hacerlo. No iba a hacer lo que le dijo a su hermano.

Entonces comprendió que había vuelto a pasar. Había perdido. Siempre lo hacía.

La chica se acerca cada vez más. Cuando ya casi está encima tropieza y él alarga los brazos para sujetarla. Gesto que la chica entiende como que la quiere besar y acerca sus labios a los de él.

Bill la suelta al momento, como si quemara. Esto hace que la bebida que llevaba de la mano le moje la cazadora.

-Perdona, he tropezado, y pensé que tú…. Como me abrazaste….

-Déjalo, no importa. Me voy a limpiar un poco.

Bill se aleja corriendo al baño. Quiere escapar de allí. Está seguro de que Tom lo ha visto todo. Ha visto el beso que le ha dado la chica. Y pensará que lo hizo a posta porque sabía que le miraba.

Entra en el baño. Está vacío. Va al lavabo para intentar limpiar la cazadora mientras las lágrimas le van cayendo.

Ahora si ha perdido a Tom para siempre.


Tom deja de besar a la chica y mira hacia donde estaba su hermano. Le ve salir corriendo dejando a su chica plantada. Se pregunta que habrá pasado. A lo mejor les ha visto y se ha sentido mal, como ahora se está sintiendo él después de haber besado a la chica.

No tenía porque haberlo hecho. Bill tenía razón, jugaba con los sentimientos de ellas y les rompía el corazón. No podía hacerlo esa a ninguna más. No podía hacérselo a Bill.

-Lo siento mucho-le dice a la chica

-¿Por qué?

-Por haberte hecho daño.

Y sale corriendo dejándola allí plantada. Quiere salir a la calle. Pero no puede hacerlo por la puerta delantera, está llena de gente y él quiere estar a solas.

Se dirige a la trasera y sale al callejón. Hay no hay nadie. Se apoya contra la pared y comienza a llorar amargamente.

Ha perdido a Bill para siempre.



Oigo que la puerta se abre tras de mí y me giro a ver quien es. No quiero que me vea llorar por lo que he perdido.

Es un chico. Está muy furioso. Lo puedo ver en sus ojos. Se acerca mucho a mí. Puedo oler su aliento apestando a alcohol.

-Te he estado observando con mi chica. He visto como la besabas.

-Yo no quería hacerlo.

-Y yo tampoco quiero hacer esto

Noto una pequeña punzada en el estómago. Me llevo la mano a él y la retiro. Está llena de sangre.

El chico también lo ve y se va corriendo pegando un fuerte portazo. Está asustado por lo que acaba de hacer y sólo quiere volver a la fiesta para coger a su novia y largarse.

Noto que empiezo a desmayarme. Me dejo caer contra la pared y voy resbalando hasta llegar al suelo.

Y allí me quedo tirado, desangrándome por el navajazo que he recibido.

Sólo un pensamiento ronda por mi mente. La estúpida pelea que tuve con mi hermano.

Me estoy muriendo y mi hermano no va a saber que le mentía cuando le dije que no le quería.

Me voy a morir sin que sepa cuanto lo siento.

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