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TU NO ERES EL DUEÑO DE MI CORAZON por lyra

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Bill abre la puerta y entra con cuidado en casa. Entra con miedo. Miedo de volver a ver a su hermano y recordar que le ha hecho daño. Pero no por la bofetada. Han sido sus palabras las que más daño le ha hecho.

-Por fin has llegado, estábamos preocupados por ti y no te habías llevado el móvil-le dice Gustav saliendo a su encuentro.

Bill agacha la cabeza avergonzado. No quiere que le vea el labio. No quiere que vea la señal de su hermano.

-Necesitaba estar a solas un rato-le dice muy bajito.

Su hermano tenía razón. Siempre les daba esa excusa para estar con él.

-Te has perdido todo el ensayo. David vino a vernos y cuando se ha enterado de que no estabas se ha enfadado mucho. Ha dicho que sin ensayar nada el concierto no se puede dar y lo ha cancelado hasta pasado mañana. También ha dicho que estará aquí a primera hora y que más te vale no faltar.

Bill asiente con la cabeza y sin levantarla empieza a subir las escaleras. Quiere estar en su habitación a solas para pensar. Para llorar por lo que va a perder. Va ha perder a su hermano cuando le diga la verdad.

Gustav nota que está mal porque no le quiere mirar. Le coge de la mano y le hace girar despacio. Entonces lo ve. Ve que lleva el labio hinchado.

-¿Y eso como te lo has hecho?

-No ha sido nada. Me caí. Ya sabes lo torpe que soy.

-Tú no eres tan torpe para caerte. No eres Georg. Eso te lo ha hecho alguien. Dime quien te ha pegado.

Bill se le queda mirando. Nota como los ojos se le llenan de lágrimas. Pero no quiere llorar delante de él. No quiere decirle la verdad. Que su hermano le ha pegado movido por sus celos.

-No te metas en mis asuntos. No hagas lo mismo que Tom.

Se escapa de sus manos y sale corriendo escaleras arriba. Ha estado muy brusco con él y no se lo merecía. Pero ya estaban saliendo sus lágrimas y no podía dejar que las viera. No podía dejar que viera su dolor.

Llega a su habitación y se mete deprisa en ella. Cierra la puerta y se deja caer apoyando la espalda en ella. Quiere evitar que no entre nadie. Mira al suelo mientras las lágrimas van cayendo por fin en libertad y ve tirada su camiseta. Aquella que tantas veces intentó coger y su hermano no le dejaba hacerlo. Se arrastra hacia ella. No tiene fuerzas para levantarse. La agarra con fuerza entre sus brazos y rompe a llorar más fuerte.




Se despierta al día siguiente. Está tumbado en su cama mirando al techo. Casi no ha dormido en toda la noche dando vueltas, pensando, recordando. A su lado descansa la camiseta. La tiene agarrada con una mano. No la quiere soltar. Le ha consolado esa noche. Durmió abrazado a ella. Lloró abrazado a ella.

Recuerda las palabras de Gustav. Hoy vendrá David a asegurarse de que ensayan. De que no se va a ir abandonado a los demás.

Pero él necesitaba hacerlo. Ayer. Necesitaba alejarse del dolor. Porque se sentía abandonado por su hermano.

Se levanta con cansancio. No sabe como va a afrontar el día de hoy, cuando le tenga que volver a ver. Ya no es que le tenga miedo. Sabe que no le permitirá que le vuelva a poner la mano encima. Pero tiene miedo de volver a verle y que le haga recordar sus palabras. El odio con el que se las dijo. Insultándole por no haberse quedado con él. Por no haberle esperado.

Nota que la garganta empieza a escocerle. Intenta impedir que sus lágrimas vuelvan a salir y eso le está haciendo mucho daño.



Tarda casi una hora en salir de su habitación. No ha podido hacerlo hasta que ha notado que ya no iba a llorar. Hasta que se ha calmado.

Baja a la cocina intentando sonreír un poco, pero la sonrisa quiere salir.

-Buenos días-le dice Gustav.

Le mira a los ojos y ve que no está enfadado por lo de ayer. En ellos solo hay comprensión.

-Hola-dice sin más.

No sabe que más decirle. Quiere pedirle perdón, pero ve su sonrisa y sabe que no hace falta. Que él ya lo ha olvidado todo.

-¿Y ese….?-empieza ha preguntar Georg, pero ve como Gustav niega fuertemente con la cabeza y decide cambiar la pregunta, pues acaba de ver el labio de Bill-¿….café que me has prometido….Gustav?

-Ahora te lo sirvo. Tú quieres otro, ¿verdad Bill?

-Prefiero un té. Tengo el estómago un poco revuelto.

Oyen que se abre la puerta de la calle y entra David. Viene corriendo y se asoma a la cocina para comprobar que Bill no ha decidido marcharse otra vez.

-Vaya. Veo que hoy has decidido agradarnos con tu presencia-le dice enfadado, pero le ve el labio y no puede seguir así.- ¿Y ese….?

-¿…café?-le interrumpe Gustav deprisa-Ahora viene.

Le guiña un ojo a Bill y se pone a servir los cafés.

Bill le mira agradecido. No quiere que nadie hable del tema. Que se lo hagan recordar. Piensa que Gustav se preocupa más que él. Que su propio hermano.



Llevan media hora esperando en la sala de ensayos. Tom no quiere bajar. David mira el reloj y decide no esperar más.

-Como tu hermano no esté aquí en 5 minutos le saco de la cama por las orejas y no habrá nada que tu digas que me lo pueda impedir. Ya sé que os protegéis el uno al otro pero esta vez se ha pasado-le dice a Bill.

-Puedes hacerle lo que quieras. No te lo voy a impedir. No le voy a proteger nunca más-le dice sin mirarle.

“Porque él ya no me va a proteger nunca más”-piensa con amargura.

David no le ha entendido pero lo deja pasar y sale en dirección a la habitación de Tom.


Baja a los pocos minutos, pero viene solo.

-No está-es lo único que puede decir.

-¿Cómo que no? ¿Todavía no ha vuelto?-le pregunta extrañado Gustav

-¿No estaba en casa ayer?-le dice Bill con miedo en los ojos.

-No, de repente salió de casa dando un portazo. Dijo que necesitaba estar a solas. Que iba a estar a solas el resto de su vida.

-¡Estupendo!-no puede evitar gritar David-primero Bill, y ahora Tom. A este paso nunca podremos dar ese concierto.

Pero Bill no le está oyendo. Solo ha oído lo que ha dicho Gustav.

Su hermano iba a estar a sólo el resto de su vida.

Y todo por su culpa.

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