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TU NO ERES EL DUEÑO DE MI CORAZON por lyra

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Bill llega a casa horas más tarde. Ha dado un largo paseo intentando aclara sus ideas, pero no ha conseguido nada. Solo le queda volver a casa, a intentar que su vida vuelva a la normalidad, o lo más parecido a la normalidad. Ahora ya está solo. Le ha perdido a él. Y a su hermano hace tiempo que le perdió.

Entra en casa y nada más entrar oye el jaleo de una discusión.

-Me dan igual vuestros problemas personales en este momento-gritaba David como un loco-ya es la segunda vez que cancelo el mismo concierto. Ahora no hay fecha para el próximo porque no quería quedar mal con ellos, otra vez.

Bill entra en el salón donde se encuentran todos. Georg y Gustav están sentados en el sofá, mientras que su hermano está en una butaca aparte, con la cabeza entre las manos y con David gritándole encima quien se gira cuando le ve aparecer.

-Vaya, el que faltaba. Podíais estar todos juntos, así ni me dolería la garganta por tener que gritaros las mismas cosas dos veces.

-No hace falta que lo hagas, ya te he oído desde la calle-le dice Bill enfadado. Ahora no necesita escuchar gritos.

-Perdona si te he molestado, pero esto es en serio. Si os habéis cansado de trabajar, me lo podéis decir y cancelo definitivamente este concierto. O la próxima gira si es eso lo que queréis.

-No, eso no es lo que queremos, David-le dice Gustav intentando poner calma. Nunca había visto a Bill levantándole la voz a David. Sabe que debe de estar muy enfadado con Tom.

David se calma u poco y decide pasar al siguiente asunto a discutir.

-¿Me va a explicar alguien porque os habáis pegado? Lo digo más que nada por si me preguntan porque la mitad del grupo está con la cara llena de cardenales.

Bill mira a su hermano pero éste sigue sin levantar la cabeza. Ve que tiene una mano puesta donde le abofeteó. Seguro que le ha hecho algo y no quiere que lo vea.

-No te preocupes por eso. Ya está solucionado y no volverá a suceder. Tienes mi palabra-le dice Bill con seguridad.

-¿Tom?-le pregunta David al ver que no contesta.

-No volverá a pasar-susurra muy bajito.

-Bien, eso es lo que quería escuchar. En vista de que con el labio así no puedes cantar, aplazaré el concierto para dentro de una semana. Así también daremos tiempo a que se le quite el cardenal a Tom. Y quiero que ensayéis mucho para ese concierto. Les hemos defraudado dos veces y se merecen lo mejor.

Diciendo esto sale del apartamento.

Los cuatro se quedaron en silencio en el salón.

-¿Cenamos ya?-pregunta Georg.

-No tengo hambre, gracias-dice Bill subiendo a su cuarto.

Tom espera a que llegue a su habitación y entonces también se levanta.

-Yo tampoco, lo siento mucho.

Sube a su habitación y los deja solos en el salón.

-Cenaremos solos…otra vez-dice Georg.

Van a la cocina y Georg se pone a preparar unos bocadillos, no tiene ánimos de preparar algo más complicado.

-Mientras los haces voy a subirle a Tom algo de hielo para ese cardenal-dice Gustav abriendo la nevera-Intentaré sacarle algo. Y luego a Bill.

-Suerte-le desea Georg. Sabe que no van a decir nada por mucho que se les insista.



Gustav llama a la habitación de Tom y entra cuando le da permiso. Le encuentra tumbado de espaldas en la cama con los ojos cerrados.

-Te he traído un poco de hielo-le dice tendiéndoselo.

Tom lo coge sin abrir los ojos y se lo pone sobre el cardenal haciendo una mueca de dolor.

-¿Con quien te has peleado?-le vuelve a preguntar.

-Con quien se lo merecía-es su única respuesta.

-Dijiste que te había robado algo que te pertenecía.

-Eso ya no importa ahora. No ha podido robarme nada que nunca he llegado a tener.

Gustav ve que no piensa añadir nada más y decide dejarle descansar. Sale de la habitación y se dirige a la siguiente. Con Bill es más fácil, siempre ha podido hablar con él de cualquier cosa.

Llama, pero no le contesta. Abre la puerta y se asoma, pero no hay nadie en el cuarto. Entra del todo y oye ruido en el baño.

-¿Bill?-llama a la puerta.

La puerta se abre y sale Bill. Tiene los ojos hinchados, señal de haber estado llorando.

-Me estaba tomando una aspirina. Me duele mucho la cabeza-le dice tumbándose en la cama despacio.

Gustav ve como se echa dándole la espalda, cogiendo con una mano la colcha y echándosela por encima con mucho trabajo. Decide echarle una mano y mientras le tapa mejor escucha un sollozo que se le escapa. Le pone una mano en el hombro pero no dice nada.

-Lo siento-le dice bajito.

-¿Por qué?

-Os ha echado la bronca por mi culpa.

-Tú no has tenido la culpa de todo. Y estoy seguro de que no lloras por eso. Sabes que me lo puedes contar.

Bill se gira con trabajo y le mira a los ojos con los suyos llenos de lágrimas.

-¿De verdad quieres que te lo cuente? No sé ni por donde empezar.

-Puedes hacerlo por el principio. Yo te ayudaré-le dice sentándose en la cama.- ¿Por qué te pegó tu hermano? A estas alturas de la historia ya sé que ha sido él, así que no lo niegues.

-Por que estaba celoso-le dice sin más.

-¿Y ya no lo está?

-Ya no tiene motivos para estarlo. Todo se ha terminado.

-¿Y por qué se ha terminado?

-Porque solo era feliz-le dice secándose una lágrima que le caía lentamente al decir eso.

-¿Y eso no era bastante?

-No era suficiente. Tenía que haber amor, y nunca lo iba a haber.

-¿Y por qué no?

Pero Bill no le puede contestar a esa pregunta. No sabe como va a reaccionar si le dijera que el culpable era su hermano, que él era el dueño de su corazón desde el principio y por eso no podía amar a nadie más.

-Bueno, creo que por hoy es suficiente. Te dejo descansar a ti también.

Bill se queda a solas pensando en lo que ha perdido.

Ha perdido al mejor chico que jamás en la vida volverá a conocer.

Pero también ha perdido a su hermano para siempre.

Haga lo que haga, decida lo que decida, ya no volverían a ser hermanos nunca más.

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