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ESE CHICO ES MIO por lyra

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Gustav alcanza a Bill camino de su habitación. Le coge la mano y quitándole la llave electrónica a bre la puerta y la cierra tras ellos. Solo entonces se da cuenta de su estado.

Pálido, con las lágrimas bajando por sus mejillas llevándose con ellas el maquillaje, dejando tras ellas un triste rastro negro.

Le abraza fuertemente, consiguiendo que rompa a llorar desconsoladamente, que se aferre a su cuerpo en busca de un consuelo que no halla fácilmente.

Gustav siente que él también comienza a llorar y solloza contra su frente. Camina hasta la cama cuando el llanto de Bill se transforma en un ligero hipo. Le deja en ella y va al baño a por un vaso de agua.

Le incorpora y se lo acerca a los labios que tiemblan ligeramente.

-Bebe un poco , te ayudará-le dice suavemente.

Bill le obedece haciendo derramar un poco de agua. Gustav aleja el vaso cuando ha terminado y con el pulgar le recoge una gota que escapa de sus labios.

Bill se recuesta en la cama y espera a poder hablar con normalidad.

-Me ha descubierto ante la prensa-dice entre hipos.

-A ti solo no, a los dos.

-De ti no dijo nada, nadie sabe que estás conmigo.

-Pues lo diré, no te dejaré pasar solo por esto.

-Con que estés a mi lado me conformo. No destruyas tu vida solo porque mi hermano haya destruido la mía. No te lo mereces.

-Ni tú tampoco-le dice abrazándole fuertemente.

Le besa en la frente cuando ve que comienza a llorar de nuevo. Se echa a su lado y deja que de rienda suelta a sus lágrimas, preguntándose si esa será la última vez que llore por todo el daño que su hermano le hace.



-Dime exactamente lo que has querido decir con esas palabras-le exige David.

Tom se encoge de hombros y se acomoda mejor en la silla en la que está sentado. En cuanto terminó la rueda de prensa David se lo llevó a su habitación para echarle una buena bronca.

-Primero la pelea y ahora esto. ¿Cuándo aprenderás a no ser tan impulsivo? Has hecho mucho daño a la gente que te rodea, y eso incluye al grupo, por no hablar de que has destrozado la vida a tu propio hermano.

-Se la ha destrozado él solito, yo no he intervenido para nada.

-Te podías haber callado. Es un asunto muy íntimo, mejor guardar los trapos sucios que airearlos.

Sucios. Una buena palabra que definía muy bien a su hermano. Estar con un chico. Permitirle estar dentro de él solo para sentir placer, por buscar el amor en él.

Amor. Esa palabra le puede definir a él. O mejor aún celos, porque su hermano ya no le necesita, porque está con otra persona que le entiende y le hace feliz.

-Por suerte nos vamos a casa en unas horas. Cuando quiera salir la noticia en los periódicos estaréis en vuestra casa, lejos de los periodistas. Mejor llama a tu madre para avisarla, se disgustará cuando lo lea.

-Que la llame mi hermano, es él el causante de los problemas.

-Bill no ha abierto la boca para nada, todo ha salido de tus labios, por no saber mantenerlos cerrados.

Sale de la habitación dando un portazo dejando a Tom sumido en sus pensamientos.

¡Claro que sabía mantenerlos cerrados! Lo conseguiría si su hermano pusiera los suyos encima.

Sacude la cabeza para desechar esa imagen. ¡Por favor! ¿En qué pensaba?

Se levanta y comienza a hacer la maleta. Todavía les quedaba por delante casi un día entero de viaje. Rezaba para que al menos pasaran la noche en un motel, no quería dormir con su hermano en la cama de al lado, no quería sentir la melancolía en la que su egoísmo le había sumido.

Porque él es su hermano, porque le pertenece solo a él. Su mirada, sus labios, los besos que salen de ellos. Todo su amor tendría que ser solo para él.



Bill despierta sobresaltado al oír un ruido. Se sienta en la cama y se lleva una mano a la cabeza.

-Lo siento-se excusa Gustav tras candar la maleta.

-¿Qué haces?-pregunta con voz ronca.

-Te he hecho la maleta, nos vamos en un par de horas y no te quería despertar.

Se acerca a la cama y se sienta en ella. Le pasa una mano por la mejilla y consigue hacerle sonreír a medias.

-¿Dolor de cabeza?-le pregunta preocupado.

Bill asiente y se deja caer de nuevo en la cama. Gustav le tapa con la manta y le besa en la mejilla.

-Descansa hasta que nos vayamos. Yo mientras iré a hacer mi maleta.

Corre las cortinas y deja la habitación en penumbras. Sale de ella y se dirige a la suya, tropezándose por el camino con Tom.

-Hola-le saluda sin mirarle.

-¿Tú también te has enfadado?-le pregunta parado en mitad del pasillo.

Gustav retrocede y se encara con él.

-¿A ti que te parece? No me ha gustado ese golpe bajo que le has dado a Bill. No eres quien para decidir si tiene que hablar de su vida privada o no, no tienes ningún derecho sobre él.

-Soy su hermano, tengo más derecho que tú, que solo eres su amigo.

Gustav suelta un carcajada y le deja en el pasillo esperando una respuesta. Se muere por gritarle la verdad a la cara.

Nunca fueron amigos, se gustaron desde el primer día que se vieron. Ahora lo sabe con certeza, siempre vio algo en él que le llamaba la atención. Era especial y él lo vio en sus ojos, lo sintió en sus labios cuando se dieron el primer beso.

Siempre quisieron ir más lejos en su relación, pero Bill era muy joven en esa época y le daba miedo. Decidieron esperar para que fuera especial. Y ahora que lo habían conseguido, la desdicha lo había enturbiado todo.

Entra en su habitación y hace la maleta deprisa. Recoge la camiseta que Bill se dejó la noche anterior. La encontró debajo de la cama y decidió quedársela. Se la acerca a la cara y aspira su suave aroma. Es un olor que siempre le ha gustado, el olor de su cuerpo mezclado con el de los productos que usa para peinar su pelo.

Sonríe y la dobla con cuidado dejándola en el fondo de la maleta. Termina de hacerla y sale con ella para ir a buscar a Bill.



Unos golpes dados en su puerta despiertan a Bill de su errático sueño. Solo quería estar con los ojos cerrados para que la cabeza no le doliera tanto, pero cada vez que cerraba los ojos veía a su hermano diciendo al mundo entero su secreto.

Se levanta de la cama y corre a ver quien es. Pensando que es Gustav abre la puerta con una gran sonrisa, que se muere en sus labios al ver a su hermano. Intenta cerrar la puerta, pero él es más fuerte y la empuja para impedirlo, haciéndole caer al suelo gimiendo.

Tom entra en la habitación y tras cerrar la puerta se agacha para ayudar a levantarse, pero Bill le golpea la mano y se levanta con esfuerzo.

-No me toques-grita tropezando al alejarse de él.

Tom no lo puede evitar y alarga una mano para sostenerle, pero Bill le clava las uñas y le hace soltar un grito de dolor.

-Joder Bill, solo he venido a hablar contigo-le dice enojado.

-¿Te he hecho daño? Pues te jodes. Y no tenemos nada de que hablar, creo que ya has dicho demasiado.

Tom le ignora y se sienta en la cama sujetándose la mano herida. En el fondo se merece eso y más. Y también su desprecio.

-Hay que llamar a mamá-le dice deprisa.

-¿Para qué? ¿También se lo vas a contar a ella?

-Saldrá en las noticias, es mejor que se entere por nosotros.

-Lo mejor hubiera sido que se enterara por mi, en el momento adecuado.

Camina con furia hasta la mesilla y coge el móvil sin mirarle.

-¿Te vas a quedar escuchando? ¿O se lo quieres decir tú mismo?-pregunta enfadado.

-Yo no sé todos los detalles-contesta levantándose.

Bill le coge con fuerza del brazo y le hace girar.

-Pregunta lo que quieras, puedo darte la exclusiva-dice con ironía.

-Mejor siéntate para hablar con ella, si es que tu culo no está tan resentido-le dice empujándole sobre la cama.

Bill cae sobre ella lanzando un gran gemido de dolor. Por su sufrimiento, por las palabras de su hermano. Rompe a llorar y se cubre con las manos.

Tom maldice al escucharle. Quiere irse corriendo de allí para no oírle llorar, pero su corazón le dicta lo contrario. Es su hermano y le ha hecho mucho daño. Ahora está sufriendo y necesita su consuelo.

Se tumba en la cama a su lado y le abraza con fuerza, pero Bill se rebela contra él y comienza a golpearle el pecho con los puños.

-Te he dicho que no vuelvas a tocarme-le grita entre sollozos.

Tom no le escucha y se echa más encima de él. Se sienta a horcajadas sobre su estómago y le separa las manos sujetándoselas con las suyas a ambos lados de la cabeza.

-No te quiero hacer daño-le dice enojado.

Pero no está enfadado con él, sino consigo mismo. En el fondo se arrepintió en el momento en que las palabras salieron de sus labios. Le prometió estar a su lado y le ha fallado. Prometió que nadie le haría sufrir y él le había hecho mucho daño.

Y todo porque le quiere, porque tiene celos de que haya otra persona que le cuide cuando es él quien tiene que hacerlo, que le ame cuando él estaba primero.

-Bájate de encima-le grita revolviéndose bajo su cuerpo.

Jadea intentando soltarse en vano. Deja de moverse y relaja su dolorido cuerpo. No tiene fuerzas para defenderse de su hermano, está a su merced.

Tom acerca más la cara a la suya. Bill le mira fijamente con furia en los ojos.

-Te odio-le escupe a la cara.

-Y yo te amo-le contesta en un susurro.

Se acerca más y se apodera de sus labios que se abren por la sorpresa de su confesión. Le besa con pasión sin soltarle las manos.

Se apodera de su boca sin darle opción a negarse. Es su hermano y todo lo suyo le pertenece.

Su amor prohibido. Sus besos furtivos.

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