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UNA NUEVA VIDA por lyra

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Pensando que su hermano no encontraría la linterna, y temiendo que se hiciera daño al estar la casa a oscuras, Tom decide ir a ayudarle. Se dirige a la cocina sobresaltado por la fuerza de la tormenta, sonriendo al pensar que tal vez su hermano estuviera asustado y quisiera que le protegiera.

Llega a la puerta y se para en seco, un relámpago ha iluminado la cocina y por un segundo ha reconocido la silueta de su hermano parado frente a la ventana, besándose con una persona que aunque no le ha visto la cara, su sexto sentido le anuncia que es el odiado vecino.

Se lleva una mano a la boca cuando siente una arcada, corre al baño del piso de abajo, abriendo el water para inclinarse sobre el, pero de su cuerpo no sale nada. Tiene ganas, pero se ha quedado sin fuerzas.

Piensa en su hermano y hace algo que pensó que nunca llegaría a hacer. Separa los labios introduciendo los dedos en su boca, provocándose el vómito mientras solloza por la traición de su propio hermano.

Se ha dejado la piel cuidándole, ha llegado al punto de enfermar por preocuparse solo de él, y mientras él se divertía con el vecino de al lado, y en sus propias narices. Delante de sus ojos, en los que le dolor se ha instalado, dejándole por un momento ciego por lo que acababa de presenciar.

Se lava la cara sin dejar de sollozar contra las manos. No entendía como podía haberlo hecho, después de todo por lo que había pasado. Veía el miedo en sus ojos cuando le trataba de abrazar, incluso si le dirigía la mirada. Tuvo mucha paciencia hasta que dejó de tenerlo, gracias a él.

Y en esos momentos Alex le había quitado también el miedo. Y podía que algo más.

Decide subir a su habitación. Para él la fiesta terminó desde el primer momento en que Alex puso un pie en la casa.

Sale al oscuro pasillo rezando para no encontrarse con nadie, pero sus ruegos no son escuchados y se tropieza con Gustav.

-¡Tom! que susto-ríe Gustav nervioso.

Pero él no está para bromas en esos momentos. Se siente mareado, a punto de desmayarse si no se acuesta en esos momentos.

-¿Estás bien?-le pregunta Gustav al notar que jadea.

-Me he pasado con la bebida. Subo a acostarme un rato-se excusa en un murmullo.

Pasa por su lado, y en cuanto siente el primer escalón bajo sus pies echa a correr escaleras arriba sin parar hasta llegar a su habitación, en donde se encierra y se tumba en la cama, cubriéndose la cabeza con la almohada, como si así la escena de la que había sido testigo no resonara en su cerebro.




-Si seguimos así, la luz va a volver y nos descubrirán-susurra Bill contra sus labios.

Alex gruñe riendo y tras rozar su labio inferior con la lengua se separa de él y salen de la cocina cogidos de la mano, llegando al salón y separándose abrigados por la oscuridad, que impide que nadie descubra su amor secreto.

Una vez allí, Bill ilumina la estancia con la linterna, enfocando a sus amigos y deteniéndose en el lugar en el que dejó a su hermano.

¿Y Tom?-pregunta a nadie en particular.

-Ha subido a echarse un rato, por lo visto se ha pasado con la bebida-le explica Gustav.

Le da la linterna y decide subir a verle. Anda por la casa a tientas, extendiendo una mano para no chocarse con nada, encogiéndose cada vez que un trueno resuena en la silenciosa casa.

Sube las escaleras y llega a la habitación de su hermano abriendo la puerta en el mismo momento en que un trueno estalla y le hace soltar un frito.

-¡Tom!-grita entrando corriendo.

Corre hasta su cama y se echa en ella temblando, abrazando a su hermano por la espalda enterrando la cara en su cuello, sintiendo como se pone tenso y se aleja de su lado.

-¿Qué te pasa?-le pregunta incorporándose en la cama.

-Nada-le contesta con dureza.

No ha podido evitar sentir repulsión. No entendía como podía abrazarle después de haberlo hecho con el otro, como enterraba la cara en su cuello como si no hubiera pasado nada, como dejaba los labios entre abiertos sobe su piel después de haber besado a otra persona.

-Gustav me dijo que te encontrabas mal y he venido a ver que tal estabas, a hacerte compañía-le explica, pensando que está enfadado por ese motivo.

-No quiero tu compañía, dásela a quien te lo pida-le dice sin girarse.

Bill se le queda mirando sin saber que contestarle. Estaba claro que estaba dolido por algo, y que sus palabras le hacían mucho daño.

Se levanta de la cama y sale de la habitación sintiendo como los ojos se le llenan de lágrimas. Camina a tientas por el pasillo, ya no porque esté a oscuras, sino porque sus lágrimas le impiden ver con claridad.

Tropieza con la pata de una mesa que hay en mitad del pasillo y cae al suelo sin poder evitar soltar un pequeño grito. Se sienta en el frotándose la rodilla lastimada con una mano y secándose con la otra la lágrima que le resbala por la cara.

Siente unas manos que le levantan con delicadeza y se abraza a ese cuerpo que tiernamente le consuela. Solloza contra él con los ojos cerrados, sintiendo que es la persona que más ama en su vida.

-Te caíste-susurra Alex frotándole la espalda.

Bill asiente contra su cuello. Se separa de él sintiéndose un poco avergonzado. Entra en su habitación seguido de él y va al baño para coger una toallita de papel, con la que se limpia con cuidado la cara, tratando de no estropear más su maquillaje.

Termina y suspirando le coge de la mano para bajar con cuidado las escaleras y reunirse en el salón con los demás, permitiendo que Alex pase un brazo por sus hombros y le sujete con fuerza.

Entran en el salón, pero esa vez no se sueltan. Bill se siente muy cómodo recostado contra su pecho y Alex solo le está brindando el consuelo que necesita en esos momentos.

-¿Qué pasó?-pregunta Andreas al verlos así.

-Se cayó-dice Alex como única explicación.

Le ayuda a sentarse en le sofá y él lo hace a su lado, agradecido de que la luz se haya ido y nadie vea sus manos entrelazadas.

Tras media hora y en vista de que la luz no vuelve, deciden dar la fiesta por terminada. Se despiden de Bill y le dan recuerdos para su hermano, prometiendo volver otro día a visitarles.

Alex se queda un rato más. Sabe que Simona y Gordon todavía tardarán más de una hora en regresar. En cuanto se quedan a solas se funden en un profundo beso mientras caminan hacia el salón, en donde se tiran en el sofá y comienzan a rodar por el, dejando las manos libres por sus cuerpos, metiéndolas por sus camisetas, acariciando sus entrepiernas, sin perder jamás la sonrisa en ningún momento.

Cuando sienten que sus pulmones están a punto de estallar, separan los labios con gran pesar.

Bill deja descansar la cabeza sobre el pecho de Alex, cierra los ojos y sonríe al sentir como una de sus manos se ha colado por sus pantalones y le frota sin cesar.

-Como sigas así voy a tener un gran problema-le dice sonriendo.

Alex ríe, y tras dar una última caricia a su casi duro miembro que le hace soltar un profundo gemido saca la mano despacio.

Se quedan en silencio, cierran los ojos y disfrutan de su mutua compañía. Alex pasa las manos por su espalda, subiéndole la camiseta y acariciándole la suave piel.

Bill sonríe al sentir como le recorre la piel con los dedos. Levanta la cara y e besa el cuello, dejando los labios ahí quietos, abriéndolos ligeramente para succionar con suavidad, rozando con la punta de la lengua esa porción de él que está aprisionada en sus labios.

Alex gime y le abraza más fuerte para que no pare.

-MMmmmmm….. ahora soy yo el que puede tener un gran problema-dice entre risas.

-Lo sé, te noto contra mi cadera-susurra contra su cuello.

Decide dar por terminada su tortura. Sabe que es mejor no empezar algo que no pueden terminar. Suspira abriendo los labios liberándole de ellos. Le pasa la lengua por el cuello antes de volver a acomodarse entre sus brazos con los ojos cerrados sin poder evitar que se le escape un bostezo.

-Lo mejor es que te acuestes ya-le dice Alex preocupado.

-No, no quiero que me dejes tan pronto. Es mi cumpleaños, y quiero tu regalo-protesta abrazándose a él.

Alex ríe por lo bajo y decide levantarse con él entre sus brazos. Sube las escaleras con él cogido con fuerza a su cuello, comprobando que es tan ligero como una luma. Le leva hasta su habitación y le ayuda a aponerse el pijama al ver que no puede parar de bostezar y sonreír.

Le acuesta en la cama y él lo hace a su lado, atrayéndole de nuevo a sus brazos, sabiendo que es así como duerme. Porque lo ha visto desde su ventana. Se duerme entre los brazos de su hermano, mientras que él siente en esos momentos unos celos que no puede controlar ni entender.

Son hermanos. Están muy unidos. ¿Qué más puede pasar entre ellos? No es extraño que duerman juntos en la misma cama y abrazados de esa manera. Aunque ahora que son más mayores un poco raro si que es.

A los pocos minutos le oye respirar con suavidad. Sabe que ya está profundamente dormido y decide marcharse ya a su casa, no sea que venga alguien y les pillen en tan íntimo descanso.

Le besa la frente con suavidad antes de soltarle y levantarse. Mira la ventana y decide dejarla sin las cortinas echadas, ara poder velar su sueño desde su habitación, como todas las noches hace. Se queda sin dormir solo para verle a él hacerlo. Ver como se gira en la cama, como suspira y sonríe en sueños.






El nuevo día llega y la tormenta deja tras de sí un sol que resplandece en todo su esplendor y que despierta a Bill rozando su cara tímidamente con sus rayos, haciéndole arrugar la nariz y fruncir la frente.

Se da la vuelta en la cama gruñendo mientras bosteza y se frota los ojos. Consigue abrirlos y enfocar la vista, para ver que por primera vez en mucho tiempo vuelve a estar solo en la cama.

Estira la mano por el hueco que debería ocupar su hermano y nota lo frío que está sin su presencia. Suspira y decide levantarse.

Camina hacia la ventana sonriendo. El ve asomado a ella, saludándole con la mano y lanzándole un beso que él recibe con las dos manos abiertas. Podría quedarse toda la mañana observándole, pero se acuerda de que su hermano no se encontraba bien y decide cuidar un poco de él.

Se despide con tristeza y se da la vuelta estirándose por el camino de sensual manera, sonriendo porque sabe que no le quita los ojos de encima, sintiéndolos fijos en su cuerpo, recorrérselo de arriba abajo. Sabiendo que se vengará dulcemente por provocarle de esa dulce manera.

Decide bajar a desayunar en pijama, se siente cansado por la fiesta. Se sorprende al entrar en la cocina y verla vacía. Eran casi las 10 de la mañana y sabe que a esa hora su madre suele estar en ella.

Se prepara el desayuno y a los pocos minutos la ve entrar con una bandeja de la mano y la preocupación reflejada en la cara.

-¿Ocurre algo?-le pregunta asustado.

-Tu hermano. Está en la cama con fiebre. Le he subido el desayuno, pero dice que tiene el estómago revuelto. Mira que os pedí que no os pasarais con el alcohol…

-Yo no he probado ni una gota-le asegura.

-Sí, de ti me lo esperaba. Pero Tom…siempre desafiando. Ahora se pasará todo el día en la cama revuelto, y a ver que tal mañana.

Desayuna escuchando desahogarse a su madre, sintiéndose culpable por el estado de su hermano. Había pensado pasarse a por su regalo esa mañana, pero decide pasarla con su hermano, cuidando de él por todas las veces que lo había hecho con él.

Sube a su habitación y asoma la cabeza. Ve que está dormido y entra del todo. Se acerca a la cama y pone una mano sobre su frente. La deja en ella preocupado. La fiebre no es un síntoma de la resaca.

Está perdido en sus pensamientos que se sobresalta por no haberlo visto venir. Le ha cogido por la muñeca con fuerza, obligándole a retirar la mano de su frente.

-¿No puedes dejarme descansar tranquilo?-le pregunta con los ojos cerrados.

Le suelta la mano y le da la espalda, dejándole sin palabras, frotándose el lugar en le que le ha hecho tanto daño.

-Solo quería ver si estabas bien, cuidar de ti. Te lo debo, por todas las veces que tú has cuidado de mi cuando me encontraba mal-le dice dolido.

-No sé porque lo he hecho, está claro que no me necesitas a tu lado. Ya he visto lo bien que has estado sin mi estos días-le dice abriendo los ojos y mirándole con furia.

-Eso es mentira, no he estado bien. Te he echado mucho de menos-se defiende a punto de llorar.

-Pues no lo perecía. Cada vez que te llamaba no estabas en casa, estabas por ahí con…

Se calla y se muerde los labios. No puede pronunciar su nombre, se le ha quedado atascado en la garganta, impidiéndole respirar.

-Lo hacía porque me sentía solo. No podía hablar y él escuchaba mi silencio-se justifica.

Sale de la habitación deprisa par que no vea sus lágrimas que ya ruedan por su cara, para que no oiga sus sollozos que ya escapan por sus labios.



Tom se gira en la cama viéndole salir de la habitación, sabiendo en que estado lo hace gracias a su sexto sentido, que siempre le avisa cuando su hermano está sufriendo. Maldice en voz baja y trata de levantarse, pero la cabeza le da vueltas y se deja caer de nuevo en la cama cerrando los ojos.

Decide descansar un poco, reunir las fuerzas necesarias para poder levantarse y tratar de consolar a su hermano. suspira pensando que tal vez se ha pasado un poco con él, que tenía algo de razón al decirle que se encontraba solo y el vecino solo le hacía compañía, hasta que dejó de hacérsela por compasión.




Sale de la casa sin dejar de llorar. Trata de limpiar sus lágrimas, pero cuando se limpia una, baja otra a ocupar su lugar. Cruza el jardín sollozando por lo bajo, llega a la casa de al lado y llama a la puerta con insistencia.

-¡Bill! ¿Ocurre algo?-le pregunta la madre de Alex al verle en ese estado.

-He discutido con mi hermano, ¿puedo hablar con Alex?-le suplica.

-Claro que sí, está en su habitación. Sube y dile que me marcho a trabajar-le dice dejándole entrar.

Bill la obedece y sube corriendo las escaleras. Abre la puerta de la habitación sin llamar y se arroja a sus brazos sin darle tiempo a reaccionar.

-¡Bill!-grita asustado.

Le coge con fuerza entre sus brazos, sintiendo como rompe a llorar contra su pecho, como los lamentos le sacuden el cuerpo y no le dejan hablar. Le lleva a rastras hasta la cama y se sienta en ella con él sobre su regazo, quien se aferra con fuerza a su cuello como la noche anterior.

Le besa en la húmeda mejilla y espera pacientemente a que el llanto remita mientras le susurra la oído palabras sin sentido.

Con un gran suspiro el llanto finaliza y consigue separarse de su cuello, levantar la cabeza y mirarle con los ojos húmedos.

-Gracias-le dice entre hipos.

-¿Por? No he hecho nada.

-Por estar ahí cuando lo necesito. Simplemente por existir.

Se abraza otra vez a él y entierra la cara en su cuello de nuevo. Alex le abraza con más fuerza y se tumba de espaldas en la cama, haciendo que él lo haga sobre su cuerpo.

-¿Me lo quieres contar?-le pregunta con suavidad.

-Pelea de hermanos-le dice como única explicación.

Alex sabe que lo mejor es no insistir en ello, que son cosas de hermanos y solo puede darle su incondicional apoyo. Le siente quedarse dormido encima de él, agotado por tantas lágrimas derramadas sin sentido.

Le hace girar en sus brazos y le deposita sobre el colchón de su propia cama. Le tapa con la colcha y se le queda observando dormir, una vez más.

Camina hacia atrás y se apoya en la ventana. Frunce el ceño pensando si siempre va a ser así, que cada vez que su hermano le haga llorar él estará para darle el consuelo necesario. Pero, ¿qué pasará cuando vuelva a los escenarios? ¿Se acordará de él o pasará página, como si su romance nunca hubiera tenido lugar?

Se da la vuelta y mira por la ventana, viendo su solitaria habitación, pensando que cuando él no esté ya no tendrá que vigilarla, esperando nervioso a que despierte y le ofrezca la primera sonrisa del día.

Siente unos brazos que le abrazan desde atrás, sonría al saber que es él. Levantando un de sus manos y llevándosela a los labios, besando la punta de sus dedos.

-Me dejaste solo-le riñe con un puchero.

Alex se da la vuelta y le mira la cara, en la que una sonrisa se la ilumina y los ojos brillan húmedos todavía.

-Jamás te dejaré solo, siempre estaré a tu lado-le promete.

Bill se acerca más hasta que sus alientos se rozan, pero sin llegar a dar el beso que ambos desean.

-Creo que ya ha llegado el momento, me siento con fuerzas de hacerlo, y quiero recompensarte por tantas veces que me has hecho muy feliz-le dice en un susurro.

Alex no sabe a que se refiere, hasta que siente su mano desabrochando sus pantalones con lentitud.

-No es necesario, sabes que puedo esperar-le dice tratando de frenarle.

Pero Bill niega con la cabeza. Gracias a él ha encontrado el valor para enfrentarse a sus mayores miedos. Los ha superado por completo y ahora quiere agradecérselo.

Baja con lentitud por su cuerpo, se arrodilla ante él mientras que sus manos ya han liberado ese miembro que late caliente en sus manos. Lo acerca a sus labios despacio y poco a poco se lo va introduciendo en la boca, notando que la repulsión ha pasado, que puede complacerle sin pensar que su padre le está obligando.

Alex cierra los ojos y se apoya contra el frío cristal de la ventana. Agradeciendo que le refresque mientras siente un calor que le sube por el cuerpo. Le acaricia el pelo con las manos mientras gime en voz alta, sin darse cuenta de que la ventana está abierta.

Sin darse cuenta que tal y como pasó la noche anterior, alguien está siendo testigo de ese pasional encuentro.
Notas finales: Mira lo que pasa por irme una noche al pueblo, Sandritah!!! Como alli no tengo internet, me he puesto a trabajar como una loca soslo para ti.....

Espero que este bien, no me ha dado tiempo a repasarlo mucho y lo publico con prisas ......

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