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GUARDA TUS BESOS PARA MI por lyra

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No tuvo tiempo para reaccionar. Gustav le atrajo por el cuello y besó sus labios con una pasión que jamás creyó en él. Se apoderó de sus labios obligándole a separarlos y le introdujo la lengua con violencia mientras que con la mano libre le agarró fuertemente por la cintura.

Intentó resistirse, puso las manos en su pecho para alejarle inútilmente. Intentó expulsar esa lengua de su boca, pero por más que frotaba la suya contra ella solo consiguió excitarse y dejarla entrar más en él, quien le rozó el paladar haciéndole soltar un gran gemido contra su boca.

Al final se dio por vencido y cerrando los ojos suspirando se entregó a ese beso, respondiéndolo con gran placer. Apretó las manos en dos puños y las dejó descansar sobre su musculoso pecho.

Gustav creyó que ya había tenido suficiente y comenzó a sacar la lengua lentamente. Separó sus labios y apartó la cara. Se quedó mirando la suya, con los ojos fuertemente cerrados, los labios ligeramente hinchados y las mejillas bañadas por las lágrimas.

-¿Bill?-le llamó pasando un dedo por sus labios.

Pero Bill no reaccionaba. Sus rodillas flojearon y Gustav se apresuró a sujetarle mejor. Le abrazó fuertemente y con miedo en los ojos vio como su cabeza se inclinó hacia atrás y las manos resbalaron por su pecho cayendo como si no hubiera vida en ellas.

-¡Bill!-gritó Gustav asustado.

Le sujetó con una mano y con la otra le dio pequeñas palmadas en la mejilla hasta que consiguió hacerle reaccionar. Vio que arrugaba la frente y como sus ojos se abrían lentamente.

-¿Tom?-gimió Bill muy bajito.

-No, soy Gustav-le corrigió incorporándole mejor en sus brazos.

Bill levantó las manos y se apoyó en sus hombros tratando de poner en orden sus pensamientos. ¿Le había besado? ¿Se había desmayado a causa de un beso? ¿De un beso de Gustav?

-¿Me has besado?-preguntó en un susurro sin atreverse a mirarle a los ojos.

-Y tú me has asustado-dijo Gustav eludiendo su pregunta-¿Te encuentras mejor?

Asintió y se separó un poco de sus brazos, pero Gustav no le dejó por miedo a que se cayera.

-¿Se puede saber que coño ha pasado aquí?-gritó una voz muy enfadada a sus espaldas.

Tom se encontraba detrás de ellos, jadeando como si hubiera estado corriendo. Se deshizo de Georg y corrió tras Gustav para tratar de alcanzar a su hermano. Les vio salir del baño y les siguió hasta la calle a tiempo de ver como Gustav besaba a su hermano y este caía rendido a sus pies.

Se quedó paralizado por la sorpresa y también por los celos.

¿Celos?

Si, celos, que subieron por su garganta impidiéndole respirar o incluso andar. Caminó hacia ellos para separar a su hermano de esa persona que con tanta pasión le estaba besando.

-¿No me habéis oído?-gritó más alto al ver que no le contestaban y ni se separaban.

Corrió hacia ellos y cogió a su hermano con fuerza, tiró de él hasta conseguir arrebatárselo a Gustav.

-Cógele bien, que se te puede caer-aconsejó Gustav con una sonrisa.

Tom le miró con odio en los ojos y se fue llevándose consigo a un cantante incapaz de reaccionar, que sentía que la cabeza se le iba por momentos y se aferraba al cuerpo de su hermano cuando se sintió a punto de caer.

Caminaron despacio hasta llegar al hotel, en donde subieron a la habitación del cantante. Tom le tumbó en la cama y le quitó las botas. Entró en el baño y salió con una toalla mojada en agua fría que aplicó sobre su frente. Se sentó en la cama y le cogió una mano entre las suyas, haciéndole abrir los ojos.

-Creía que me habías pedido que me alejara de tu lado-susurró Bill con voz ronca.

-Ahora no hables, tienes que descansar-le riñó Tom enfadado.

Pero no estaba enfadado con él, sino consigo mismo. Enfadado por las crueles palabras que le había dicho fruto del mal cuerpo que se le había dejado el beso que le dio a la chica. Lo hizo para olvidar el de su hermano, pero en vez de eso se lo recordó más. Le hizo ver que era el mejor que había recibido.

Enfadado consigo mismo porque al ver como se estaba besando con otra persona sintió su sangre hervir por la furia. Era su hermano. Era suyo. Sus besos le pertenecían solo a él. A nadie más.

-Son los calmantes-susurró Bill cerrando los ojos de nuevo.

-¿Cómo?-preguntó Tom pestañeando.

-Que me he puesto mal por ellos, el médico me avisó de que eran fuertes y podían provocarme mareos. No fue por el beso-le aclaró Bill.

-No te lo he preguntado-cortó Tom levantándose.

Cogió una manta y le tapó con ella. Llamaron a la puerta y tras asegurarse de que estaba bien arropado corrió a ver quien era.

-¡Gustav!-exclamó saliendo de la habitación y cerrando la puerta tras él.

-He venido a ver que tal se encuentra Bill-se explicó Gustav sin dejar de sonreír.

-¿De verdad? ¿No has venido para darle otro beso?-preguntó Tom muy enfadado.

-No te enfades, que no fue en serio-le intentó calmar.

-¿Cómo que no fue en serio?-preguntó confuso.

-Lo hice para hacerte reaccionar, para que vieras lo mal que estabas tratando a tu hermano por haber besado a la persona equivocada. Y lo he conseguido, le has vuelto a hablar, has vuelto a tenerle a tu lado-dijo Gustav muy satisfecho.

-Se encontraba mal y no podía dejarle ahí tirado-se justificó Tom.

-No estaba tirado, estaba en mis brazos-le señaló guiñándole un ojo.

-Ya me entiendes-murmuró Tom.

Gustav sonrió y le dio una palmada en la espalda.

-Haced las paces de una vez. Sois hermanos, no debe haber odio entre vosotros, solo amor.

Se dio la vuelta y se dirigió a su habitación.

Tom entró en la de su hermano y vio que se había quedo profundamente dormido. Miró la cama y luego el sofá del dormitorio. Decidió pasar la noche en el. No quería volver a despertarse con los labios de su hermano sobre los suyos.

No….de momento.

Cogió otra manta y se echó en el sofá tapándose con ella. Cerró los ojos tratando de poner en orden sus pensamientos. No quería que su hermano le besase. Pero tampoco quería que diera sus besos a otras personas. No sabía lo que quería…

¿O siempre lo ha sabido pero el miedo le había impedido ver la realidad?

Suspiró dándose la vuelta en el sofá. Lo mejor era dormirse, despejar la mente y pensar en eso la mañana siguiente.


Un gemido le hizo abrir los ojos. Cogió el móvil y vio que eran las 6 de la mañana. Miró la cama en la que dormía su hermano y le vio destapado. Se levantó estirándose y recogió la manta que se le había caído para volverle a tapar con ella. Le cubrió hasta los hombros sintiendo que tenía los brazos fríos, así que se los frotó suavemente para que no se despertase y le tapó más.

-Lo siento-susurró Bill en sueños.

Le miró más de cerca. Estaba dormido y hablando en sueños.

-¿Qué es lo que sientes?-no pudo evitar preguntarle.

-Haberte dicho que te quiero-susurró Bill de nuevo.

Se sentó en la cama y le pasó una mano por la mejilla. Quería que se despertase, que dejase de decir esas cosas sin sentido.

-Bill-le llamó poniendo las dos manos en su cara.

Le rozó las mejillas con las palmas y los labios con los pulgares, viendo como los separaba cada vez más a su contacto.

“Son muy suaves”-pensó con una sonrisa.

En las dos veces que había tenido la oportunidad de probarlos no se dio cuenta de ese detalle.

“¿Por qué no los pruebo ahora?”-se preguntó arrugado la frente-“Está dormido y nunca se enterará de que me aproveché de esa situación para robar un beso de sus labios.”

Le cogió la cara con más fuerza entre sus manos y se acercó a esos labios que se habían quedado entre abiertos. Cerró los ojos y posó sus labios en ellos, sintiendo más su suavidad. Bebió ese aliento que salía de ellos, sintiendo más su calidez…

Notó que cerraba un poco los labios, respondiendo a ese beso aún estando dormido. Sintió como su lengua salía a su encuentro, acariciando su labio inferior con la punta. Se le escapó un gemido que resonó en su boca e hizo que su cuerpo se estremeciera de placer. Abrió los ojos y se separó rápidamente de su hermano, que continuaba dormido como si nada.

Se levantó de la cama llevándose una mano a los labios. Todavía sentía en ellos la lengua de su hermano, como se los acarició y le hizo soltar ese gran gemido de placer. Negó con la cabeza. No estaba bien que se besasen. No estaba bien que se aprovechase de él mientras dormía.

Se fue a su habitación con el cuerpo temblando todavía….




Oyó que se cerraba la puerta de su habitación y abrió los ojos con rapidez. Sonrió y se llevó la mano a los labios. Por fin lo había logrado. Un beso de su hermano que le había llenado todo su ser.

Se dio la vuelta en la cama tratando de dormir, pero no podía después de haber sentido tantas emociones, tanta felicidad al alcance de sus labios. Se levantó y cogió la manta envolviéndose bien con ella. Abrió la terraza y salió a ver como amanecía sobre la ciudad. Cerró los ojos y aspiró profundamente ese aire frío que le hizo temblar. Soltó una carcajada y se abrigó más con la manta.

Amanecía un nuevo día. El sol salía por fin en su vida…





Era la hora de desayunar y se dirigió al comedor muy emocionado, tarareando por el camino. Entró en el ascensor y se miró al espejo. Su cara refleja toda la felicidad que sentía en esos momentos y sus ojos brillaban como nunca antes lo habían hecho.

Entró en el comedor y vio solo a Georg sentado en una mesa atacando una bandeja llena de tostadas. Se sirvió un café y se sentó a su lado.

-Buenos días-saludó cogiéndole una tostada sin dejar de sonreír.

-Se te ve muy alegre hoy, por fin-dijo Georg pasándole la mantequilla.

-Si, por fin-repitió suspirando, untando su tostada.

Llevaban 10 minutos desayunando en silencio cuando se les unió Gustav, quien bajaba muy alegre pero al ver al cantante su sonrisa se le borró de la cara. No se arrepentía del beso que le dio, pero al verle tan feliz por su culpa se avergonzaba un poco de su comportamiento.

-Buenos días-saludó sentándose frente a Georg sin levantar la mirada.

-¿Una tostada?-le ofreció Bill con una sonrisa.

Gustav la cogió y al sentir que no la soltaba levantó la mirada, viendo esa gran sonrisa en sus labios.

-¿Qué?-preguntó incómodo tratando de que soltase la tostada.

Pero Bill no dijo nada. Siguió sonriéndole y sin darle la tostada.

En ese momento bajó Tom y los vio desde lejos. Su hermano sonriendo a Gustav, sus manos unidas rozándose con los dedos.

La furia le subió por la garganta haciéndole jadear. Con que ese beso no fue en serio… pues para su hermano por lo visto si lo fue.

Salió del comedor antes de que le vieran.

“No es justo”-pensó con dolor-“Ahora que me he decidido, mi hermano ha encontrado a otra persona a la que entregar sus besos”
Notas finales: Y en el próximo capítulo:



-¡Hey! Deja de hacer el idiota, hay prisa-protestó Tom mirándole al fin.

-El autobús no se irá sin nosotros. Quiero que me cuentes que te pasa, porque no me miras, porque parece que me vuelves a odiar-pidió Bill de un tirón.

-Yo nunca te he odiado. Me puedo enfadar contigo, pero sabes que nunca te negaría mi cariño-dijo Tom en voz baja.

Eso hizo que Bill sonriera ampliamente. Levantó una mano y le cogió por la camiseta, tirando de ella hasta que sus caras casi se rozaron, tirando más hasta que sus labios se tocaron...

-¡No!-gritó Tom soltándose con brusquedad.

-¿No?-repitió Bill a punto de llorar.

-Te pedí por favor que no lo volvieras a hacer-dijo Tom dándole la espalda.

-Pero…acabas de decir que me querías-susurró Bill poniéndose en pies.

-He dicho que siempre tendrías mi cariño. Nada más. Deja de ver cosas donde no las hay-aclaró con rudeza Tom.

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