Bill pasa con Zach todo el día. No vuelve al hotel hasta las 10 de la noche. Sube a su habitación mientras Zach atiende una llamada de David en recepción. Cuando está a punto de entrar se abre la puerta de la de su hermano, quien se encara con él.
-¿Sabías que teníamos una cena?-le reprocha.
-No hacía falta que asistiera, me lo dijo Zach-le contesta entrando en su habitación sin mirarle.
-Sí hacía falta, la gente esperaba vernos a todos, sobretodo a ti-le dice Tom cerrando la puerta tras de sí.
-Estoy seguro de que te ha encantado ocupar mi lugar por una noche, que todos estén pendientes de ti y te hagan sentir muy especial y feliz-le dice mientras se dirige al baño corriendo.
Entra y cierra la puerta con el cerrojo. Había un efecto secundario de la pastilla que a Zach se le había olvidado contarle. La pastilla te daba un subidón de alegría, pero cuando se pasaban los efectos era todo lo contrario. Ahora se sentía muy triste y vulnerable. Hasta notaba que las manos no le dejaban de temblar como si estuviera muy nervioso. Se moja la cara con agua fría para intentar que se le pasara un poco.
Mientras en la habitación Tom pensaba si se iba o se quedaba a ver si estaba bien. Ya aparte de su relación, eran hermanos y todavía se preocupaba por él. Le había notado un poco nervioso y hasta juraría que le estaban temblando las manos.
Se acerca al baño y llama a la puerta.
-¿Bill? ¿Te encuentras bien?- pregunta con preocupación.
-Sí, vete. No te necesito-le dijo con la voz rasposa.
-Vamos, se que te ocurre algo, te he visto temblar un poco-insiste.
-No has visto nada, te lo habrás imaginado. ¡Déjame en paz de una vez!-le grita furioso.
-Como quieras, ya te dejo en paz.
Y sale de la habitación enfadado. Ya en el pasillo se encuentra con Zach y no puede evitar encararse con él.
-¿Qué le has hecho a mi hermano para que esté así?
-No sé de que me hablas, yo le veo muy bien-le dice Zach con calma.
-No, no está nada bien. Le pasa algo y necesita ayuda.
-Entonces será mejor que hable con él.
-No necesita tu ayuda. Ese no es tu papel.
-Por lo que tengo entendido tampoco es el tuyo-le replica Zach tratando de no sonreír-Mira, déjame que hable con él. Me quedaré toda la noche a su lado si hace falta. Si veo que no está en condiciones para el próximo concierto lo cancelo y os doy unos días libres para que descanséis en vuestra casa. Eso le vendrá muy bien y le ayudará a recuperarse.
Tom asiente con la cabeza. Eso era lo que quería escuchar. Que le iba a ayudar y si no estaba bien cancelaría el concierto. También sabía que una vez en casa y sin la compañía de Zach todo volvería a ser como antes. Incluso pensaba hablar con David sobre él.
Zach le pone una mano amistosa en el hombro.
-No te preocupes, conmigo está en buenas manos.
Y dejándole en el pasillo entra en la habitación de Bill sin llamar y cierra la puerta en sus narices.
Se acerca al baño y se queda escuchando. Sonríe oyéndole llorar muy bajito. Estaba empezando a sentir los efectos de la abstinencia, muy pronto le estaría rogando por otra pastilla para sentirse mejor y más feliz. Se palpa el bolsillo del pantalón, donde llevaba unas cuantas preparadas.
-¿Bill?-pregunta llamando a la puerta-Déjame ayudarte. Conmigo te sentirás mejor.
Bill abre la puerta dejando ver su cara demacrada. Estaba llorando sin poder parar.
-¿Por qué me pasa esto?-pregunta entre sollozos.
Zach le atrae a sus brazos y le abraza muy fuerte, para intentar calmarlo un poco.
-No es nada, enseguida hago que te encuentres mejor-le dice frotándole la espalda con suavidad.
Le acompaña hasta la cama y se sientan en ella.
-No quería hacerlo-sigue sollozando a Bill.
-¿Qué es lo que no querías hacer?-le pregunta con mucha curiosidad.
-No le quería gritar, a Tom. ¿Por qué no me dijiste que las pastillas tenían este efecto secundario? En un momento estoy enfadado con él y al siguiente le echo mucho de menos, como ahora.
-Eso no es por la pastilla, te lo prometo. Es muy inofensiva, solo te ayuda a estar bien unas cuantas horas. Lo que ahora sientes por tu hermano es producto de tu imaginación. Estabas muy feliz, pero en cuanto le has visto y él te gritó te has puesto melancólico. Créeme, es eso.
Bill ya no sabía que creer. Su mente se negaba a aceptar sus palabras, pero en parte creía que tenía razón. No podía pensar con claridad, estaba muy confuso.
-Te diré lo que vamos a hacer. Le he dicho que me quedaría esta noche solo para ver que tal te encuentras, y que si no estabas en condiciones para el concierto de pasado mañana lo suspendería y os mandaría a casa por unos días hasta que te encontraras mejor. Y eso es lo que voy a hacer.
-Pero esto se me pasará mañana y podré dar el concierto. Solo necesito descansar, y a….
Deja la frase sin acabar, no quería que escuchara que ahora necesitaba a su hermano, y mucho.
-Esto no se te pasará mañana-le intenta convencer-A menos que yo te ayude con otra cosita.
Y se mete la mano en el bolsillo para sacar otra pastilla. Bill la ve y empieza a negar con la cabeza.
-No. Por favor. No quiero-le suplica muy bajito.
-Vamos Bill, acuérdate de lo bien que lo hemos pasado hoy. Y mírate ahora, temblando y llorando porque tu hermano te ha gritado. Venga, esto hará que te encuentres mejor en unos minutos, y con algo de ayuda de mi parte te olvidarás de todo el daño que te está haciendo. Porque él no quiere que seas feliz, pero yo si.
Bill le mira a los ojos y solo ve comprensión en ellos. Tenía razón, esa tarde se lo había pasado muy bien y ahora estaba sufriendo sin motivo mientras que tenía la solución en la mano de Zach.
Asiente con la cabeza y Zach se levanta a por un vaso de agua al baño. Cuando regresa le mete la pastilla en la boca y deja que beba un poco de agua. Cuando termina le acuesta en la cama y él se tumba a su lado abrazándolo muy fuerte.
-Enseguida te hará efecto y verás que bien lo pasamos.
Bill cierra los ojos unos minutos intentando descansar.
Cuando los abre es porque siente que alguien le está acariciando la entrepierna, provocándole unas sensaciones indescriptibles. Empieza gimiendo muy bajito hasta que ya no puede resistirlo más y sus gemidos van subiendo de nivel poco a poco.
Entonces las caricias cesan y nota como su camiseta se le sube y unas manos comienzan a acariciarle por todos lados, subiendo hasta su pecho y luego bajando por los costados. Eso le hace soltar unas carcajadas de auténtica felicidad.
Luego nota unos labios sobre los de él. Al principio el beso es muy suave y calmado, pero enseguida todo cambia hacia un beso violento. Le cogen del cuello con violencia y le obligan a abrir la boca para introducir una lengua con fuerza en ella, haciéndole gemir un poco de dolor.
Quiere que ese beso acabe pero parece que la otra persona no le escucha o no le quiere hacer caso. Pero él tampoco puede hacer nada para pararle, su cuerpo no obedece lo que le dice su mente. Era como si hubiera otra persona que pensaba por él en su lugar.
Cuando por fin acaba respira algo de aire con mucha dificultad, como si hubiera estado buceando y notara los pulmones a punto de reventar.
Entonces las manos descienden por su cuerpo y le van bajando los pantalones poco a poco. Quiere que pare pero tampoco puede hablar. Abre los ojos y mira a esa persona pero tiene la vista nublada y no consigue enfocarla bien. Todo está borroso a su alrededor.
Deja caer la cabeza en la almohada mientras nota como le bajan el bóxer y una mano se frotaba contra él, haciendo que vuelva a sentir lo mismo que antes, esta vez más intensificado, debido a que la pastilla ya le estaba haciendo todo el efecto. Sonríe mientras cierra los ojos. No puede mantenerlos abiertos ni un momento más.
Se queda dormido, o más bien se desmaya por todo el placer que está sintiendo. Ya no puede sentir nada más. Solo está dormido, teniendo felices sueños sin ninguna preocupación.
-¿Ya has terminado?-le pregunta Zach al entrar en la habitación de Bill.
-Sí, mejor dicho, él ya ha acabado. Yo sin embargo me he quedado a medias-le contesta su compañero riendo en voz alta.
-Siempre supe que era un blando, que no podía aguantar mucho.
-¿Y por eso no te has querido quedar a ver el espectáculo? Has pagado por él, tendrías que haberte quedado.
-Solo ha pagado para que este infeliz se sintiera mejor, pero no me apetecía en absoluto ser testigo de su felicidad.
-Bueno, pues si ya he terminado mi trabajo me voy, que a lo mejor consigo otro cliente esta noche que esté más predispuesto.
Zach se queda mirando como empieza a vestirse y mira a Bill. Está echado en la cama, dormido profundamente y sólo lleva puesta la camiseta.
-Vístele a él antes de irte. No soporto verlo así-ordena arrugando la frente.
Su compañero obedece sin preguntar el porque. Viste a Bill de nuevo y luego le tapa con las sábanas antes de que Zach se lo pidiera. Bill se deja hacer, no puede hacer nada por evitarlo.
-¿Estás seguro de que las nuevas pastillas son buenas? Este tiene pinta de no despertarse hasta dentro de una semana.
-Se pondrá bien, no te preocupes por él-le contesta Zach sacando dinero de la cartera de Bill-Aquí tienes el resto como te prometí. Y ya sabes que si cuentas algo te lo haré pagar muy caro. Acuérdate de la última vez que estuvimos juntos.
-Tranquilo, que no diré nada a nadie.
Zach se asoma a la puerta y viendo que no hay nadie le deja salir.
Cuando se vuelve se quedó mirando como duerme Bill. Se sienta en la cama y le acaricia la cabeza.
-Mira lo que me has hecho hacer-le dice en voz baja-Y todo para que no estés triste por tu hermano. Me has hecho contratar a alguien para que te hiciera feliz, y aunque lo has pagado tú ha sido demasiado caro para alguien como tú.
Se acerca y le da un beso en la frente. Bill no se mueve para nada. Esas pastillas eran más fuertes que el éxtasis y parecía que le habían dejado en coma.
Bueno, si al día siguiente no se levantaba de la cama nadie lo iba a lamentar.
Sale de la habitación con una sonrisa de satisfacción en la cara. Todo iba sobre ruedas y su objetivo estaba cada vez más cerca.
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