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FELICIDAD ARTIFICIAL por lyra

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Solo llevaban dos días en el apartamento y a Tom se le habían hecho eternos. Si antes pensaba que estar una semana alejados de Zach iba a ayudar en su relación con su hermano, ahora lo dudaba, sobretodo después de haber sabido que habían pasado una noche juntos.

Porque solo había sido una noche, ¿verdad? Ya no estaba seguro de nada.

Durante esos días su hermano había estado de lo más raro, casi todo el día encerrado en su habitación. Se levantaba más tarde de lo habitual y su aspecto era horrible. Cada vez estaba más pálido y tenía más ojeras que nunca. Incluso se le veía muy nervioso. Pero pasadas unas horas su aspecto mejoraba como por arte de magia. Al menos el interior, porque el exterior era cada vez peor.

Habían decidido ensayar el tercer día de sus obligadas vacaciones, y llevaban media hora esperando en la sala a que Bill decidiera reunirse con ellos.

Pero Bill no estaba en condiciones de bajar, al menos no todavía.

Se había tomado la pastilla hacía una hora y estaba esperando a que le hiciera el efecto que necesitaba para afrontar el cantar junto a su hermano las próximas horas sin que ninguna canción le trajera dolorosos recuerdos.

Estaba echado encogido en la cama, con los ojos cerrados y las manos apretando su estómago, como si esto fuera suficiente para que no estuviera tan revuelto. Ya había vomitado una vez ese día en cuanto se levantó, y no quería volver hacerlo esta vez delante de los demás, sobretodo de su hermano. No quería que se enterara de lo mal que lo estaba pasando, sobretodo sin él a su lado para consolarle. No le daría esa satisfacción.

Cuando cree que ya podría bajar sin ponerse malo se levanta y se dirige al baño a mirarse en el espejo. Por mucho maquillaje que se pusiera no había nada que tapara su palidez y sus ya permanentes ojeras.

Sale de la habitación y coge por el camino unas gafas de sol.




-¡Bueno, por fin!-le dice Georg en cuanto aparece en la sala-Estábamos pensando en ensayar sin ti.

Bill le dirige una sonrisa falsa y coge el micrófono con las manos temblorosas. Lo aprieta con fuerza hasta que consigue que dejen de temblar.

-¿Te encuentras bien?-le pregunta Gustav preocupado-Tienes mala cara.

-Sí, solo es que he dormido poco-le contesta dándole la espalda para que no le viera la cara.

-Está bien, entonces a ensayar.

Las dos primeras canciones salen horribles. Los chicos no dejaban de mirarse entre ellos a cada nota desafinada que salía de los labios de Bill. Pero cuando la pastilla le hizo todo el efecto que necesitaba, empezó a cantar con más ganas y mejor.

Tom no le quita los ojos de encima. Ha visto como temblaba y sabe porque llevaba las gafas puestas. Decide aparcar a un lado su ataque de celos y hablar muy seriamente con él después de comer.


Paran el ensayo después de llevar tres horas. A pesar de lo mal que empezó al final están satisfechos con el resultado obtenido. Van a la cocina para prepararse la comida, pero Bill se excusa diciendo que le duele la cabeza y que se sube a tumbarse un rato.

-Tu hermano está cada vez peor-le dice Gustav a Tom en cuanto están solos-No quiero meterme en nada pero necesita ayuda, y pronto.

-Ya lo sé-le contesta Tom pasándose una mano por la cara-Iba a hablar con él después de comer, pero será mejor que no lo posponga más. Si hace falta le llevaré a rastras al médico.

Cogiendo un par de bocadillos que habían hecho para comer y una botella de agua, y se dirige a la habitación de su hermano. Comería con él en la habitación, como hacían hace ya demasiado tiempo. Llega a la habitación y entra después de que nadie contestara cuando llama. Su hermano se encontraba tumbado en la cama con una toalla mojada sobre la frente. Dejando la comida en la mesilla se sienta en la cama y se le queda mirando sin tocarle.

-Bill, te he traído algo de comer-le dice con voz grave.

-Gracias, pero ahora mismo mi estómago no acepta nada-le contesta sin abrir los ojos y tratando de sonreír.

-Últimamente estás muy mal. Y a penas comes. ¿Quieres que llame al médico? …l te daría algo que te ayudaría a estar mejor.

-Ya tengo toda la ayuda necesaria, no necesito más-se le escapa.

Eso hace que Tom se ponga en alerta. ¿Qué era lo que estaba tomando su hermano para que no necesitara más ayuda?

-Bill, dime lo que has hecho-le ordena agarrándole el brazo con fuerza.

-No sé de que me hablas-le contesta Bill retirando su brazo y abriendo los enrojecidos ojos.

-Lo sabes perfectamente. Te estás tomando algo que te está haciendo mucho daño. No hay más que verte. Pálido y apenas sin probar bocado. Te estás destrozando el estómago, y de paso a ti mismo. ¿O crees que no te he oído? Te pasas las noches sin dormir, paseando por la habitación. Incluso te he oído llorar a veces. Y esta mañana te he oído en el baño, vomitando. Dime que te pasa, soy tu hermano mayor y tengo derecho a saberlo-exige enfadado.

-Perdiste ese derecho el día que me dejaste- le contesta Bill sentándose en la cama mientras las lágrimas le empezaban a rodar por las mejillas- No te preocupes por mí, sé cuidarme sólo. Lo ha aprendido hacer sin tu ayuda, porque sé que nunca más me la vas a ofrecer.

-Sabes que siempre puedes contar conmigo para lo que quieras-le dice Tom abrazándole muy fuerte- Te he abandonado, pero como hermano sabes que nunca lo haría. Te apoyaré en todo lo que hagas. Y ahora quiero que me cuentes todo lo que has estado haciendo, que te has estado tomando para que te encuentres tan mal. Necesito saberlo para ver como puedo ayudarte.

Bill se separa de sus brazos y colocando la cabeza en su regazo comienza a contarle toda su historia. No quiere que le vea la cara mientras lo hace, le da mucha vergüenza. Está avergonzado por todo el daño que le había ocasionado.

Tom le escucha sin decir nada. Le acaricia el pelo con suavidad, como si estuviera consolando a un niño pequeño. Nota como cada vez lloraba más mientras le cuenta todo lo que había hecho, y lo que le había obligado hacer bajo el efecto del éxtasis.

Cuando deja de hablar Tom también está llorando.

-Sólo quiero tu perdón, ya que tu confianza sé que la he perdido para siempre-solloza contra sus piernas.

-Sabes que siempre podrás confiar en mí. Y claro que te perdono. Está claro que Zach abusó de ti. No debía haberte tocado estando bajo los efectos de esa mierda.

-Me dijo que yo se lo pedí, que le provoqué. Pero yo sé que no puede ser verdad. Solo quería que alguien me abrazara y que me consolara por las noches, nada más. Y a ti te había perdido de la forma más estúpida, por provocarte en el escenario.

-Olvida ya ese tema. Te dije que era agua pasada. Ahora lo que necesitas es mi ayuda, y te la voy a dar. Pero lo primero es que me des las pastillas que tienes, todas. Tienes que dejar de tomarlas ya.

Levanta la cabeza y se sienta en la cama. Alarga la mano hacia la mesilla y abriendo el cajón saca una cajita pequeña de metal y se la entrega a su hermano, quien la coge y la abre. Está llena de pastillas, Zach se había asegurado de que tendría para toda la semana que no le iba a ver.

Se levanta con ella en la mano y se va directo al baño, donde las tira al water y luego de la cadena muy enfadado. Su hermano creía que Zach le estaba ayudando y era todo lo contrario, le estaba destruyendo sin que él hiciera nada para impedirlo.

Cuando regresa a su lado lo encuentra encogido en la cama. Seguía llorando pero no tanto como antes. Se sienta a su lado y le vuelve a acariciar el pelo.

-¿No quieres comer un poco?-le pregunta muy dulcemente.

Su hermano niega con la cabeza. El estómago le estaba matando.

-No creo que vuelva a comer nada en la vida-le dice con la voz muy ronca.

-Puede que ahora sea muy pronto. Cuando te encuentres mejor lo intentamos otra vez.

-¿Puedes quedarte conmigo? Ahora no aguantaría un día más sin ti. Te necesito mucho.

Tom estaba librando una batalla consigo mismo. Por un lado no quería hacerlo. Se había prometido a sí mismo no volver a abrazarle, porque siempre que lo hacía acababa sintiéndose muy mal después de consolar a su hermano. Pero por otro lado sabe que es lo que necesita en esos momentos. Que esté a su lado dándole todo su apoyo. Sólo eso. No su amor.

Se levanta, rodea la cama y se tumba a su lado tras coger una manta que echa sobre ellos. Su hermano se gira y va en busca de sus brazos como siempre ha hecho y temiendo que esa fuera la última vez que lo hiciera. Tom le recibe con los brazos abiertos y le abrazó muy fuerte, arrugando la frente al sentirle llorar otra vez.

-No me lo merezco. Siempre te hago daño y tú te portas tan bien conmigo me odio por mi forma de ser-solloza contra su cuello.

-No te preocupes por eso ahora. Intenta dormir, yo me quedaré a tu lado hasta que te duermas-le dice dándole un beso en la frente.

Bill levanta la cara y acerca sus labios a los suyos para empezar a besarle con urgencia, pero su hermano se separa antes de que el beso le hiciera perder el control y lo obligara a abrazarle más fuerte para hacerlo más profundo.

-Mejor que no sigamos por ese camino. Es pronto para eso.

Bill asintió y baja la cabeza para que no vea sus lágrimas. Le había rechazado y con toda la razón. Pero también le había dicho que era pronto para volver. Y eso le da esperanzas.




Cuando se despierta ve que está sólo. Su hermano había cumplido lo que prometió. Se había quedado con él hasta que se durmió.



Tom está en su habitación paseando muy furioso. En cuanto notó que su hermano se había quedado dormido se levantó y lo dejó solo. Era lo mejor que podía hacer si no quería volver a caer en sus brazos. No quería que le hiciera más daño. Ya había tenido suficiente dolor.

Tenía el móvil de la mano. No sabía si llamar a Zach o hablar directamente con David. Pero no quería hacerle daño a su hermano. Si David se enteraba de lo que Zach había hecho, lo iba a despedir de inmediato, pero también iba a tener una gran charla con él, y eso no era lo que necesitaba en esos momentos. Necesitaba que le apoyaran, no que le echaran la bronca por su comportamiento, porque eso ya lo hacía él solo.

El móvil suena en su mano y da un salto por el susto. Ve que era Andreas y lo coge.

-¿Cómo está mi grupo favorito?-le saluda Andreas riéndose.

-Hola Andreas-le dice Tom sonriendo sin poder evitarlo. Su alegría era muy contagiosa.

-He pensado que como vais a estar una semana sin trabajar podíamos hacer esa fiesta de la que te hablé. Pasado mañana si no tenéis otros compromisos más aburridos.

Piensa en sus palabras. Su hermano no estaba en condiciones de ir a una fiesta. Pero por otro lado, a lo mejor eso le hacía mucho bien. Olvidarse por unas horas de ese Zach que tanto daño le había hecho y ver que podía ser feliz sin él a su lado.

-Me parece estupendo. Pero mejor la hacemos aquí. Bill no se encuentra muy bien y prefiero que no salga de casa.

-Si está mal la aplazamos, no pasa nada.

-No, tampoco está tan mal. Un poco de diversión le distraerá. Pasado mañana a las ocho. Y trae a todos tus amigos.

-Eso dalo por hecho. Y dale recuerdos a Bill.

Tom cuelga muy satisfecho. Eso era lo que harían, divertirse. Necesitaban ser felices.

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