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VIDAS ETERNAS por lyra

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Trata de respirar profundamente. No puede creer que todo hubiera ocurrido así, aunque en le fondo de su mente sabe que es cierto. ¿Vampiros? ¿Se alimentaron de él? ¿Le convirtieron en uno de ellos?

Se sobresalta al escuchar unos golpes en la puerta. Se gira apoyando las manos en le lavabo. No sabe como ocurre, pero a través de la puerta le llega el aroma de su hermano. Respira profundamente y le siente llenarle por dentro.

-¿Tom?-le llama asustado.

-Ya salgo….espera-logra contestarle.

Alarga una mano y descorre el cerrojo, abriendo la puerta de golpe y encontrándose cara a cara con su hermano, quien le mira asustado mientras se aprieta una mano con la otra.

-¿Me …ayudas?-le pregunta tartamudeando.

Le señala la herida y las vendas que lleva bajo el brazo. Tom asiente y tomándole por el codo le hace sentarse en la bañera. Coge las vendas y toma su mano entre las suyas, tratando de vendarle la herida sin fijarse en esa sangre que de nuevo le llama.

-¿Estás bien?-le pregunta Bill preocupado.

No le contesta, solo quiere tapar la herida y que se vaya de su lado. Está arrodillado en el suelo para llegar mejor a ella, mirando sus dedos sin alzar la vista hasta su cuello. Oye retumbar en sus oídos los latidos de su corazón. La sangre le está llamando a gritos, y tiene miedo de seguir escuchando.

-¿Tom?-insiste de nuevo.

Termina de curarle y se levanta deprisa. Está sudando. Se pasa una mano por la cara y le da la espalda. Quiere que se marche ya, antes de que haga algo de lo que sabe se arrepentirá.

Pero su hermano está muy preocupado por él, y se levanta para situarse a su lado. Le pone la mano en el hombro y se lo aprieta con cariño.

Tom se gira y le mira a los ojos, viendo en ellos su amor por él, deseando estrecharle en sus brazos y no soltarle nunca más.

-¿Qué te pasa?-le pregunta al cabo de un rato.

Se siente incómodo con él mirándole fijamente.

-Es mejor que te vayas. No te acerques a mí nunca más-le susurra con dolor.

-¿Qué? No entiendo-le dice asustado.

-¡Qué te vayas!-le grita empujándole.

Bill retrocede y está a punto de caer, pero recobra el equilibrio para mirarle sin comprenderle. Se queda en su sitio sin saber que hacer. Extiende una mano hacia él, suplicándole con la mirada que no diga eso en serio.

Tom se enfada y tomando su mano con fuerza le saca él mismo del baño, cerrando la puerta tras él y haciendo caso omiso del sollozo que se le escapó cuando le echó de su lado.

Lo ha hecho por su propio bien. Si continua a su lado, algo malo iba a pasar. Le podría hacer daño, y eso nunca se lo iba a perdonar.



Tras un ensayo en el que todo ha salido mal, Bill se seca las lágrimas en compañía de Gustav, quien trata de consolarle pasándole un brazo por el hombro.

-Te dije que estaba raro. No ha sido el mismo de siempre tras esa noche.

-No sé que le pasa. Ya no quiere que esté a su lado, me aparta de él diciendo que solo me haría daño, y ya me lo hace con sus palabras-dice entre sollozos.

-Tras la actuación de esta noche hablaremos todos con él. Le diremos que busque ayuda o le obligaremos. Está claro que tiene un trauma ras el ataque que recibió. Además, todavía no nos ha contado nada de o que pasó.

-Dice que no recuerda nada.

-Han pasado ya semanas, algo debe haber recordado, y no nos lo quiere decir.

“Ni siquiera a mí, con lo unidos que estamos….estábamos…”-piensa Bill con dolor.



Llega la noche y con ella una pésima actuación. Tom no lograba sacarse el dolor d su hermano de la cabeza y fallaba cada nota que trataba de tocar en su guitarra. Al final deciden acortar la actuación, más al ver como de repente se pone a sudar y jadear.

-¿Estás bien?-le pregunta Bill preocupado.

Están en el backstage, en donde recostado en el sofá el guitarrista es el centro de todas las miradas. Bebe despacio el vaso de agua que le han dado para ver si así se recuperara, pero no era eso lo que en esos momentos necesitaba. Otra clase de líquido llamaba su atención, y desde la posición en la que estaba podía ver perfectamente la venda que su hermano llevaba sobre esa herida que aún no cicatrizaba.

Sin apartar los ojos de ella trata de respirar hondo, de alejar esos pensamientos que le decían que abrazara fuertemente a su hermano y clavara los dientes en ese dulce cuello que tatas veces había besado con pasión tras una noche de amor.

-¿Tom?-le llama de nuevo su hermano-Me estás asustando.

Consigue levantar la mirada y posarla en esos ojos que poco a poco se van llenando de lágrimas. Por su culpa, por el dolor que le causaron sus palabras. Pero era mejor así, alejarle de él antes de que hiciera algo peor que tomar su dedo y chupar esa gota de sangre que se deslizó por su herida.

Tiene que hacer lo necesario para alejare de él, para ponerlo a salvo y no hacerle más daño…aunque para ello tuviera que romper su corazón…

Ve que extiende una mano para tocarle, lo que le hace levantarse de un salto y empujarle a un lado.

-¡Tom!-le riñe Gustav mientras coge al cantante por la cintura.

Si no lo llega a hacer en esos momentos estaría tirado en el suelo. No entendía lo que le pasaba a su amigo, que le había puesto en ese estado que le daba igual hacerle daño a su propio hermano.

-Te dije que te alejaras de mí, que no me tocaras-dice Tom a su hermano con voz ronca.

-Pero…necesito saber que te pasa…-suplica casi sin voz desde los brazos de Gustav.

-¡Que ya no te quiero!-grita antes de salir corriendo.

Se encierra en el baño dando tras de si un sonoro portazo que ahogue el llanto de su hermano. Rompió a llorar cuando salieron de sus labios esas palabras, esa mentira que haría que su hermano se olvidara de él de una vez. Le había hecho daño, pero no podía evitarlo.

Y más tras volverla a ver.

Allí, mezclada entre el público se encontraba ella. No la llegó a ver con claridad, pero algo en su interior le decía que estaba allí. Más bien fue su corazón. Dejó de latir y eso fue lo que provocó que fallara, que no se concentrara en la canción ni le llegara la voz de su hermano. Fue como si de repente no hubiera más gente e la sala, como si solo estuvieran ellos dos y le llamara e silencio, pudiendo escuchar su dulce voz retumbar en sus oídos.

Como en esos mismos momentos, con la puerta cerrada. Dejó de escuchar los sollozos de su hermano para oír la voz más dulce que jamás había escuchado. Le llamaba, le ordenaba que fuera hacia ella de inmediato….

Y él quería obedecerla, moriría si no hacía lo que le estaba pidiendo.

Coge aire y sale del baño, chocándose con el bajista por el camino.

-Venía a ver que tal te encontrabas-le dice Georg frotándose el estómago en donde había recibido un duro golpe.

-Necesito tomar aire, y estar solo-le contesta pasando a su lado.

-Tu hermano….

Pero no escucha el final de la frase. Esa voz cantarina ocupa todo sus pensamientos y no le deja escuchar nada más. Sale al parking y se dirige al oscuro callejón al que fu la primera vez que la siguió.

En esos momentos los recordaba todo claramente. Ya no tenía ninguna duda. Esa chica era u vampiro, y el fue una de sus víctimas. Recuerda que le cogió d la mano y le llevó hasta ese mismo callejón sin que pudiera hacer nada para impedirlo, por más que le preguntaba a donde le llevaba.




-¿Dónde vamos?-logra decir después de unos minutos.

-Solo sígueme-le ordena tirando de él.

Se deja llevar. No puede pensar en nada más. Ha intentado resistirse, pero ella le ha hipnotizado con sus ojos y le obliga a seguirle.

Se detienen ante un callejón oscuro y entran en el.

-Mírame-le ordena.
La mira, ve esos ojos verdes que tiran de su mente para que no piense en nadie más.

-Bill….-susurra muy bajito.

-¡No!-le grita haciéndole apartar la mirada.

Le coge la barbilla con fuerza y besa sus labios con violencia.

-Solo estamos tu y yo-le dice tras besarle-Mírame.

La vuelva a mirar y esta vez una sonrisa aparece en sus labios.

-¿Confías en mí?-le pregunta acariciándole la mejilla.

Solo asiente, incapaz de articular una palabra.

-¿Harás todo lo que te pida?

Vuelve a asentir.

Ella sonríe y le atrae a su cuerpo. Le hace apoyar la cabeza en su hombro, y pone los labios en su cuello.

De los labios de Tom escapa un gemido de dolor cuando nota como unos dientes hacen presión en su cuello, como unas gotas de sangre salen de esa herida que comienza a hacerse más profunda cada vez.

Cierra los ojos y se aferra a la chica gimiendo de dolor. Grita en su mente para que se detenga, pero de sus labios no sale ningún sonido.

La chica separa los labios de su cuello y se limpia la sangre de ellos. Le separa de su cuerpo y le mira sonriendo.

-Este es solo el principio. Por hoy es suficiente. Vuelve a tu casa y ve directo a la cama. Tienes que descansar para lo que vendrá después.

Le suelta y ve como anda tambaleándose. Sabe que hará lo que le ha ordenado. Nadie es capaz de desobedecer sus órdenes, y menos aún cuando ya le ha marcado para toda la vida.


-Sabía que vendrías-oye su voz claramente.

Se queda quieto en el sitio sin poder moverse. La ve acercarse a él con una gran sonrisa en los labios. Separa los suyos para hablar, pero solo puede susurrar.

-¿Qué me has hecho?-pregunta casi sin voz.

-Lo sabes perfectamente, los recuerdos están volviendo. Te he mordido, he bebido de tu sangre para transformarte en uno de los míos-le explica acercándose más a él.

-¿Soy un vampiro?-pregunta en un sollozo.

-Todavía no. Te voy a dar la opción de elegir. Puedes quedarte tal y como estás, sabiendo que has perdido una gran oportunidad. O vivir eternamente, a mi lado-le susurra pasando un dedo por sus labios.

-¿Y mi hermano?-no puede evitar preguntar.

-Bill. Sé que sientes algo por él. Cuando probé tu sangre sentí como el amor fluía por tus venas. Le amas, y él te corresponde. Conmigo encontrarás el amor eterno, o si quieres un compañero también lo podrás encontrar.

-Le quiero solo a él-afirma seriamente.

-¿Le transformarías en uno de los nuestros? ¿Es eso lo que me estás pidiendo?

-No tengo más remedio, así no puedo vivir. Me has dejado medio muerto, no puedo mirar a nadie sin desear probar su sangre. Cada vez estoy más débil, la comida ha dejado de saciarme y puedo desfallecer de un momento a otro.

-Repito, ¿le harías pasar por todo esto a tu hermano? ¿Es lo que él desea?

Se queda pensando en sus palabras. ¿Cómo podría hacerlo eso a su hermano? ates tendría que preguntárselo. Pero si él se iba, ¿podría vivir sin tenerle a su lado? Ya si se convertía en un vampiro o si se negaba y moría por lo enfermo que cada vez se iba encontrando, su hermano se quedaría solo, y sufriría pensando que dejó de amarle.

-Hay una manera de saberlo-le dice la chica leyendo sus pensamientos.

-¿Cómo?-pregunta desesperado.

-Entrando en sus sueños. Te diré como, sólo tienes que hacerle beber una pócima que te prepararé a base de una mezcla de nuestras sangres. La tuya porque eres su amor verdadero, la mía porque soy el vampiro que te creó.

La mira sin comprender. Nunca había creído en pócimas mágicas, ni en vampiros. Pero en esos momentos lo veía todo con otros ojos. Asiente con la cabeza ligeramente. Si de esa manera podía saber que era lo que deseaba su hermano, lo intentaría por muy absurdo que pareciera.

-Una vez que se haya tomado la pócima, caerá en un profundo sueño. Solo tienes que echarte a su lado, poner la cabeza en su pecho y escuchar el sonido de su corazón. Eso te hará dormir a ti también y compartir su sueño. Así de fácil.

-Así de complicado-rectifica.

-Nadie dijo que la vida eterna era sencilla-ríe la chica.

Sin decir palabra toma su muñeca y le hace un corte con la pequeña daga que saca de su escote, haciéndose ella otro en su muñeca, dejando que a sangre fluyera hasta un pequeño frasco de cristal que saca de su bolso. En el las dos sangres se mezclan hasta que con una fuerte sacudida el líquido rojo se vuelve cristalino como si de agua se tratara.

-Cógelo, dale de beber a tu hermano y descubre si lo que siente por ti es amor verdadero o una mera ilusión. Cuando tengas la respuesta, actúa en consecuencia. Pero antes, tienes que darme la tuya.

Se lo piensa profundamente. ¿Qué era lo que quería? ¿Morir ante los ojos de su hermano o transformarse en vampiro y esperar a que él deseara lo mismo?

-Date prisa-le dice a la chica.

Siente como le cogen por la cintura con fuerza y cierra los ojos, apretándolos fuertemente al sentir como unos dientes se clavan en su cuello con fuerza y beben de su sangre hasta la última gota.

Su último pensamiento antes de “morir” es que espera estar haciendo lo correcto.

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