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¿YA NO SOMOS MAS QUE HERMANOS? por lyra

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Cuando Tom se despierta está solo en la cama. Mira el reloj de la mesilla y ve que solo son las tres de la mañana. Piensa que su hermano está en el baño y se queda despierto esperándole.

Cuando han pasado 15 minutos decide levantarse inquieto y llama a la puerta del baño.

-¿Bill? ¿Estás bien?

-Sí, ahora salgo-le dice casi sin voz.

Comienza a lavarse la cara con una mano. No quiere que sepa que ha estado llorando. Que lleva casi una hora allí dentro porque no podía estar entre sus brazos después de su cobarde confesión. Cuando sale está sentado en la cama esperándole.

-¿Te duele la mano? ¿Quieres tomar algo?-le dice levantándose y ayudándole a acostarse.

-Solo me duele un poco la cabeza-contesta cerrando los ojos.

Tom va a al baño a por una aspirina y un vaso de agua, que su hermano se toma, cerrando los ojos de nuevo. No quiere que vea que ha estado llorando, lo que le ha provocado el dolor de cabeza.

Tom se vuelve a echar a su lado y le atrae de nuevos a sus brazos, pero nota que se pone tenso entre ellos.

-¿Pasa algo?-le pregunta con curiosidad.

-¿No es hora de que te vayas? Se podrían levantar y verte conmigo-le dice sin abrir los ojos.

-Solo son las tres y media. Falta mucho para que se levante nadie. Duérmete, que yo no me iré tu lado. Te lo prometo-le dice besándole la frente y cerrando los ojos.

No le queda más remedio que obedecerle. Cierra los ojos pero no puede dormir.

Se queda en esa posición hasta que nota que la respiración de su hermano se hace más lenta, que se ha quedado dormido. Entonces se sale de su abrazo y se echa en el otro extremo de la cama dándole la espalda. Sólo así puede conciliar el sueño, lejos de sus brazos por primera vez.




Tom se despierta a las 7, como siempre. Ya tiene cogida la hora de cuando tiene que despertar a su hermano para que se fuera de su cama.

Lo primero que nota es que no está entre sus brazos, le ve en la otra punta de la cama y encima dándole la espalda. Quiere despertarle con un beso como hace todas las mañanas, pero prefiere no hacerlo ese día. Tal vez le duela la mano y necesita descansar. Por eso también se ha alejado de él.

Se levanta y le tapa mejor para que no coja frío. Le da un beso suave en la mejilla y sale de la habitación sin hacer ruido.

En cuanto nota que se ha ido, Bill se da la vuelta para que no le vea la cara si decide ir a ver que tal está. Las lágrimas vuelven a caer por sus mejillas. No lo puede creer. Su hermano le había fallado.


Tom se levanta a las nueve. Se ducha deprisa y corre a ver a su hermano a su habitación, pero la encuentra vacía. Entra del todo y toca la cama deshecha. Todavía guarda el calor de su cuerpo. Ve que en el baño tampoco está y baja corriendo a la cocina.

Allí le encuentra tomándose un té sentado con Gustav. Tiene mala cara, con los ojos muy hinchados.

-Buenos días, ¿Qué tal la mano?-le pregunta poniéndole una mano en el hombro. Nota que se pone tenso y la retira deprisa.

-Bien, gracias. Casi no me duele-le dice levantándose sin dirigirle una mirada.

Se acerca al fregadero y deja la taza tirando el resto del té que ya no puede tomar después de verle.

Tom nota que se balancea a la derecha y que se agarra a la pila para no caerse. Corre a sujetarle del brazo y le pone una mano en la frente por instinto.

-Tienes un poco de fiebre. Sube a acostarte. Te acompaño.

Bill se deja llevar hasta su habitación y se tumba en la cama. Su hermano le acerca otra aspirina y agua.

-Seguro que la herida de la mano ha hecho que te suba la fiebre. Enseguida te pondrás mejor-le dice tapándole bien.

-Debe ser eso-susurra cerrando los ojos.

Sabe que hay otra razón más que ha hecho que le suba la fiebre. Se ha puesto enfermo con sólo pensar en que le había engañado con una chica, y en que encima ahora le estaba mintiendo haciéndole ver que no ha pasado nada y que las cosas siguen igual que antes.

Pero él sabe que ya no lo son. Y sabe que a lo mejor no volverán a serlo nunca más. Lo presiente.

-Ahora te dejo descansar, pero me pasaré más tarde y te podré hacer compañía-le dice Tom sonriéndole.

-Lo más seguro es que me pase todo el día durmiendo.

-No importa, también te haré compañía de esa manera.

Le da un breve beso en los labios y se marcha de la habitación sonriéndole.

Cuando sale al pasillo se encuentra con Georg, que se acaba de levantar.

-¿Qué tal se encuentra?-le pregunta bostezando.

-Mejor, tiene un poco de fiebre, pero enseguida se pondrá bien.

-Tú tampoco tienes buena cara. Será porque lo de ayer no te gustó demasiado-le dice guiñándole un ojo.

-Te dije que lo olvidaras-le contesta muy enfadado-No pasó nada.

Georg se queda plantado en mitad del pasillo viendo como Tom entra en su habitación dando un pequeño portazo.


Ya en su habitación, se tira en la cama y se tapa la cara con las manos. No puede apartar de su mente a esa chica, ni los besos que le dio. No le gustaron. Los comparaba con los de su hermano, y él siempre salía ganado.

Se sentía muy mal. No le había creído cuando le dijo que presentía que algo iba a salir mal esa noche, y cuando ocurrió se sintió peor.

Se lo tenía que compensar. A partir de ahora iría todas las noches a su cama. Sería él el que se levantar siempre a las 7 todas las mañanas para que no le pillaran Georg o Gustav. Le demostraría cuanto le quería.




Bill se pasó los dos siguientes días en la cama. No quería salir de ella y tampoco quería comer.

Tom se pasaba todo el tiempo con él, haciéndole comer. Pero negaba con la cabeza. Decía que tenía el estómago revuelto por la fiebre y que por eso no podía comer nada.

Pero la verdad es que tenía un nudo en el estómago que se lo impedía. Aunque más bien el nudo estaba en su corazón. Lo notaba oprimido, a punto de romperse de un momento a otro.

Y por las noches venía lo peor. Su hermano se deslizaba hasta su cama y le abrazaba fuerte. Sabía que lo hacía porque se sentía culpable. Y eso era lo que más daño le hacía.

Cuando por fin el tercer día decidió levantarse de la cama Tom se alegró mucho.

-Ya estás bien, verás como todo vuelve a ser como antes-le dice dándole un beso en la mejilla.

Bill asiente con la cabeza y se va al baño a ducharse intentando no mojarse la mano.

Está terminando cuando Tom entra en el baño.

-He pensado que a lo mejor necesitas que te ayude.

-No gracias. Espérame fuera-le dice sin descorrer la cortina.

Tom sale un poco extrañado y le espera paseando por la habitación.

Cuando Bill sale con una toalla a la cintura le mira molesto porque sigue en su habitación.

-¿Te pasa algo? Estás muy raro-le dice Tom al verle la cara enfadada.

-No, solo que me gustaría vestirme. Además, Georg y Gustav están en casa y nos pueden ver.

Tom sale de la habitación sin decir nada. Era obvio que algo le había molestado y no sabía lo que era.





-¡Por fin te has levantado!-le dice Gustav cuando Bill baja a la cocina-¿Ya te encuentras mejor para ensayar un poco?

-Le verdad es que no tengo muchos ánimos para cantar hoy. ¿Mejor mañana? Me apetece dar un paseo.

Tom corre tras él y le pilla en la puerta

-¿Quieres que te acompañe?-casi le suplica.

-Prefiero estar a solas. Llevamos todos los días juntos y necesito un poco de espacio.

Sale a la calle y ni siquiera se da la vuelta para despedirse de él.




-Tu hermano está muy desanimado-le dijo Gustav a Tom cuando vuelve a la cocina.

-Está un poco cansado, por la fiebre. Tiene que ser eso-dice Tom tratándose de convencerse a sí mismo.

-Tal vez una pequeña fiesta le animaría un poco. ¿Esta tarde?

-Sí, eso le haría sentirse mejor-asiente Tom pero sin estar muy convencido.




-No tengo muchas ganas de fiesta-protesta Bill cuando regresa a casa después de dos horas.

-Te lo pasarás muy bien, ya verás como esto te anima-le dijo Georg.

-¿Ha sido idea de Tom?-pregunta un poco enfadado.

-No, ha sido mía-le responde Gustav-Pero él también opina igual.

Bill sube a su habitación arrastrando los pies. Entra en ella y cuenta hasta diez. Entonces la puerta se abre y entra su hermano. Siempre lo hacía al cabo de diez segundos.

-¿Dónde has estado todo este tiempo? Me tenías preocupado-le pregunta tocándole el brazo.

-Te dije que quería estar a solas. Que necesitaba espacio-le contesta alejándose de su contacto.

-¿Estás enfadado conmigo por algo? Llevas unos días muy raros, y no ha sido por la fiebre. Te pones tenso cuando te abrazo y ahora te alejas de mí para que no te toque.

Bill se le queda mirando sin saber que decirle. No sabe si gritarle a la cara que lo sabe todo, o hacerse el tonto como él.

-¿Te parece raro que quisiera pasar dos horas sin tu compañía?-le pregunta enfadado-Llevamos juntos todos estos días y eso ya me estaba agobiando. Necesitaba respirar un poco de aire.

-Perdona, no te quiero molestar más-le dice Tom ofendido y saliendo de la habitación.

Se deja caer en la cama. Notaba que las lágrimas le caían por la cara, pero ahora eran de rabia. Su hermano ni admitía que había cometido un gran error.

Se seca las lágrimas y se incorpora para coger la libreta de la mesilla donde apuntaba nuevas ideas para las canciones. Tenía varias en la cabeza que necesitaba dejarlas salir. No eran para una canción, pero sabía que en cuanto las hubiera escrito se sentiría mejor.




La pequeña fiesta, o reunión de amigos como la llamaba Georg, comenzó a las siete. Habían llamado a unos pocos amigos y ellos a más, hasta que al final se reunieron 20 en total. Eran pocos, pero tampoco querían llenar la casa.

Estaban todos abajo, menos Tom. Ya no le apetecía mucho esa fiesta. Era para animar a su hermano, pero ahora el que necesitaba animarse era él.

-¿No piensas bajar?-le pregunta Gustav asomándose a su habitación.

-Dame cinco minutos, en lo que acabo de vestirme-le miente Tom.

-Tardas más que Bill, y eso ya es decir.


Cuando por fin baja ve que su hermano está hablando con Gustav y dos chicas. Siente una punzada en el corazón al verle rodeado de chicas. En esos momentos se alegra de que él no le hubiera visto la otra noche en brazos de aquella chica, se le hubiera destrozado el corazón.

Nota que le tocan el hombro y se gira rápidamente para volverse a encontrar con la chica en cuestión.

-Hola de nuevo-le dice la chica sonriéndole-Me parece que has perdido mi móvil o no me quieres llamar. Por suerte, me han invitado a la fiesta y no me he podido negar a volver a verte.

-¿Tomamos una copa y me cuentas que tal te va?-le dice Tom agarrándola del brazo y llevándosela a la cocina para que su hermano no les vea.

Ya en la cocina empieza a llenar los vasos y ve que la puerta se abre, pero es Georg quien entra. Le da un vaso a la chica y corre a hablar con Georg.

-¿La has invitado tú?-le pregunta en voz baja.

-¿A quién?-le contesta Georg mirando por encima de su hombro. Ve a la chica y sonríe.-No sé quien es. Habrá venido con alguien.

-Tienes que hacerme un gran favor. Que Bill no entre en la cocina. Me quedaré aquí con ella hasta que la convenza de que se vaya.

-No entiendo nada-dice Georg saliendo de la cocina.

Tom se queda en la cocina con la chica más de media hora. Ya no sabe de que hablar con ella para mantenerse fuera del alcance de sus manos. Tampoco quita la vista de la puerta rezando para que Georg no deje entrar a su hermano
.

Pero Bill ya no está para más fiesta. Ha aguantado todo lo que ha podido, hasta que la cabeza comienza a dolerle. Se dirige a la cocina a por una aspirina, pero en cuanto toca la puerta Georg le coge del brazo y le hace volverse.

-La fiesta está aquí afuera, no en la cocina-le dice sonriéndole.

-Me duele la cabeza, iba a por una aspirina-le dice Bill sin poder evitar sonreír también.

-Ya te la traigo yo. ¿Por qué no vuelves con Gustav? Te estabas divirtiendo mucho con él y esas dos preciosas.

-Creo que para mí ya se acabó la diversión. Prefiero subir a acostarme un rato. Deja la aspirina, ya cojo una del baño.

Georg entra en la cocina en cuanto ve que Bill se pierde escaleras arriba. En cuanto entra Tom corre a su lado.

-¿Y Bill?-le pregunta asustado.

-Ha subido a echarse un rato. Dice que le duele la cabeza.

Tom suspira aliviado. Ahora solo falta echar a la chica de la fiesta y luego todo habrá acabado.

Se vuelve hacia ella y le susurra una cosa al oído. La chica sonríe y asiente con la cabeza. Tom la coge de la mano y salen de la cocina hacia la puerta de la calle. La abre y la acompaña hasta la acera.

-Aquí tienes lo que te prometí-le dice entregándole un papel con su móvil. Está tan desesperado para que se fuera de la fiesta que ha tenido que prometerla que le daría su móvil si se iba de en esos momentos.-Llámame para lo que quieras. Ya sabes, para hablar un rato.

-¡Gracias! Siento no quedarme más a la fiesta, pero me conformaré con tu móvil.

Tom se acerca y le da un beso en la mejilla para despedirla, pero ella gira la cabeza y al final el beso va a parar a sus labios.

La chica ríe a carcajadas cuando se separan y agitando una mano sale corriendo calle abajo.

Tom se queda plantado en mitad de la acera sin moverse, viendo como corre calle abajo.

Pero no se le ocurre mirar hacia arriba.

Si lo hubiera hecho habría podido ver la cara de su hermano cuando le dio ese beso a la chica. Hubiera visto como su corazón se rompía en mil pedazos.

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