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¿YA NO SOMOS MAS QUE HERMANOS? por lyra

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Bill continuaba de pies en la ventana, sin acabar de creerse lo que sus ojos acababan de var. Tenía una mano apoyada en el frío cristal y la otra sobre su corazón, donde notaba un dolor intenso.

Lágrimas pesadas y amargas caían por sus mejillas sin que pudiera hacer nada para detener su caída. Sólo quería cerrar los ojos y borrar el momento en que presintió que debía asomarse a la ventana, el momento en que vio como su hermano besaba a una chica con mucha pasión.

Se aleja despacio de la ventana y retrocede hacia atrás sin parar de negar con la cabeza. Choca con el borde de la cama y se deja caer sentado. Sigue con una mano en el corazón, respirando agitadamente. Se echa en la cama encogiéndose lo más que puedo, haciéndose cada vez más pequeño pensando que así sería como si no existiera, y así el dolor desparecería antes.

Llora amargamente por lo que sabe que ya ha perdido. No puede dar marcha atrás, no puede volver a confiar en su hermano nunca más. Le ha decepcionado dos veces. Engañándole con una chica, y no queriendo contárselo nunca.

Se va quedando lentamente dormido. Está tan cansado que ya solo solloza por lo bajito.


Tom entra en casa y procura no dar un portazo por no molestar a los demás, aunque es lo que más está deseando en ese momento. No puede creer que haya sido tan estúpido. Si le hubiera contado la verdad a su hermano, que sólo había sido un beso inocente no habría tenido que volver a ver a esa maldita chica, ni haber tenido que darle su móvil para que se fuera, tras haber vuelto a recibir un beso de ella. No sabe que hará si le llama. Tendrá que inventarse una buena historia para no volver a verla nunca más, aunque le dejara como el mayor cretino del mundo.

-¿Ya se ha ido tu amiguita?-le pregunta Georg cuando pasa por su lado.

-Ella no es mi amiguita-le contesta muy enfadado-y recuerda que Bill nunca lo debe saber.

-¿Por qué? ¿…l la vio primero o qué?

-No, porque eso le haría más daño.-le contesta subiendo las escaleras para ir a verle.

Llega a su habitación y se para con la mano en alto dispuesto a llamar. Pero no lo hace. No puede verlo en esas circunstancias, con el beso todavía reciente en sus labios. Va a su habitación y piensa que una buena ducha le limpiará todas sus impurezas de esa noche.

Cuando termina mira la hora. Ya es muy tarde y seguro que la fiesta ya ha acabado hace mucho. Siente haber dejado solos a Georg y Gustav con los invitados. Pero ya es tarde para preocuparse por eso. Mañana les pedirá perdón, después de habérselo pedido a su hermano primero.


Vuelve a la habitación de su hermano y llama suavemente. Espera pero no oye ningún ruido. Abre la puerta y entra despacio. Le ve echado en mitad de la cama, encogido como si le doliera algo. Georg le dijo que era la cabeza. Tal vez se encuentra mal y lo mejor es dejarle esa noche sólo, que descanse para que mañana le pueda perdonar cuando le cuente todo lo que ha pasado.

Coge una manta de un armario y se la echa por encima con mucho cuidado. No quiere que se despierte ahora, no está preparado para contarle todo. Piensa que una noche lejos de él le ayudará a aclarar sus ideas. Le da un beso en la frente y sale de la habitación dispuesto a dormir solo esa noche.

Bueno, solo va a ser una noche. Porque sabe que su hermano es la persona más dulce que conoce y en cuanto sepa lo arrepentido que está le volverá a aceptar entre sus brazos.




Bill se despierta al cabo de una hora. No oye jaleo de la fiesta y suspira aliviado porque ya se ha acabado. Nota que alguien le ha tapado. Así que Tom ha estado allí, pero no le ha despertado.

¿Por qué? ¿Acaso temía que le fuera a ver un beso grabado en sus labios? Se levanta de la cama dejando caer la manta al suelo y va hacia el cajón de la mesilla. Coge su libreta de canciones y la abre por donde la dejó la última vez que puso sus sentimientos por escrito. Necesita sacarse de encima los que ahora tiene en su cabeza.

Se tumba en la cama sobre su estómago y comienza a pasar al papel todo el dolor que siente en esos momentos. Las lágrimas vuelven a caer pesadamente, ahora sobre el papel dejando su huella, la huella de su dolor.

Cuando termina se echa sobre la almohada, dejando la libreta debajo de ella. Necesita pensar en lo que va a hacer a continuación. Cierra los ojos y trata de concentrarse en sus pensamientos.

-“¿Qué es lo que voy a hacer? Tengo que dejarle, si me ha engañado una vez lo volverá a hacer, y la próxima puede que yo no me entere hasta que sea demasiado tarde. Pero no puedo dejarle, le quiero con toda mi alma, no por ser mi gemelo, sino por ser mi alma gemela. Nunca voy a encontrar a otra persona igual a él, igual a mí. Porque yo soy él, y él soy yo”

Se levanta despacio de la cama. Sabe que no le queda otro remedio que hablar con él. Decirle que lo sabe todo y que eso es lo que más daño le ha hecho. No ha sido el hecho de que se besara con ella, sino que le mintiera descaradamente.

Va a la habitación de su hermano y abre la puerta lentamente para asomarse. Le ve tumbado en la cama, durmiendo. Entra del todo en la habitación y se pone de rodillas en el suelo, para estar más cerca de su cara.

Se le ve tan tierno cuando duerme. Con sus ojos cerrados y sin ninguna expresión de enfado en su rostro, sólo está tranquilo, durmiendo sin ninguna preocupación. Su pelo suelto le enmarca el rostro y le hace parecer un ángel, tan rubio y con esas rastras que parecen tirabuzones, el cabello de un ángel.

Levanta la mano vendada con cuidado para quitarle un mechón que le recorre la cara cuando su móvil vibra en silencio al lado de él, en la mesilla.

Baja la mano y coge el móvil. Ve que es un mensaje de un número desconocido. Siente mucha curiosidad por ver de quien puede ser y viendo que su hermano no parece que se vaya a despertar en una semana abre el móvil y lo lee.

Al leer la primera frase su mente le dice que tire el móvil lo más lejos de él, que le va a hacer mucho daño lo que está descubriendo y es mejor alejar ese dolor. Pero no lo puede remediar y sigue leyendo el mensaje con el corazón en un puño.

-“Querido Tom, me lo he pasado muy bien esta noche. Espero que los demás besos no sean tan cortos. Ya no hace falta que me llames, tengo tu móvil que tú tan amablemente me has dado a cambio de un beso. Pídeme lo que quieras, esta vez te daré algo más que un beso.”

Bill nota que sus dedos se mueven como si tuvieran vida propia. Cuando se quiere dar cuenta ya ha borrado el mensaje del móvil. Lo cierra y lo deja en su sitio.

Se queda mirando a su hermano todavía de rodillas. Ya sabe lo que tiene que hacer. Y no es lo mismo que iba a hacer cuando entró en la habitación. Se acerca y le da un beso en la mejilla, su beso de despedida.

Sale de su habitación y se dirige a la suya con una idea clara en su mente.

Sabe que tiene que irse de allí. Irse al lado de la persona que siempre que lo ha necesitado ha estado allí dispuesta abrazarle y a consolarle cuando algo no iba bien o le habían hecho daño. La única persona que nunca le iba a dejar de querer.




Al día siguiente Tom se despierta de nuevo a las 7. Se levanta deprisa y va a la habitación de su hermano. Quiere hablar con él antes de que los demás se despierten y le interrumpan.

Abre la puerta despacio pero en cuanto ve la cama la abre deprisa y entra corriendo.

Sobre la cama de su hermano hay resto de ropa y por el suelo también. Se dirige al armario y lo encuentra medio vacío. Los cajones de la cómoda están abiertos y falta ropa de ellos también.

Se sienta en la cama con el miedo en el cuerpo.

¿Dónde se había ido su hermano a altas horas de la noche?

¿Por qué parecía que se había ido como si huyera de algo o de alguien?

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