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Cambio de planes por Bellenoir

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Notas del capitulo:

Por cierto, los pensamientos los marco con " " y los diálogos con - -
Por si acaso.
Éste me salió más largo.
Aún pretendo terminar ésto.
No sé qué más decir.
espero que guste, nada más eso.
Puede que esté demasiado cursi, de hecho no sé muy bien cómo lidiar con lo que he desencadenado.
Pero bueno, de a poquiiiito, avanza.
Y derp.

“…Hoy… Es el día”

8:30 de la mañana y la luz de la mañana se filtraba hacia el rostro de un chico que la esperaba impaciente. Había despertado temprano,  y no pudo volver a dormir tan sólo pensando, planeando, divagando.

Sí, claro, Mikuo lo sabía bien. Conocía lo suficiente a Luki como para saber qué haría hoy, quizá no con exactitud, pero… Por eso se había levantado temprano.

“Quizá hubiese sido mejor hablarle un poco antes….”

Quizá, pero ya no era hora de echarse atrás. Hoy es el día, hoy. El único día en mucho tiempo, el día, hoy.

“Si no me quito esto de encima, yo no…” Pensó, animándose.

Pero, ¿Qué es lo que quería?, ¿Sólo desahogarse? Bueno, no hay manera de que resulte nada más que eso. Si bien Luki tenía un extravagante color de cabello y podía llevar a dudar, lo más probable es que no tuviese interés en un chico.

En un chico que ha dedicado sus días a saber más de él. Claro, es obvio. Mikuo lo sabía.

“Pero no es momento de echarse atrás.”

Con este pensamiento en la cabeza, como una pared entre su persona y la inseguridad que le amenazaba, se levantó de su cama, y se dirigió a lavarse la cara, esperando con ello no sólo despertarse, sino también despertar su propio ánimo.

Se vistió. La ropa holgada le quedaba lo suficientemente bien, y supuso que con la ropa que traía se veía bien. Tuvo la tentación de mirarse al espejo, pero… “Esto no es una puta cita, no tengo que empezar a actuar como una estúpida niña” Y con un leve sonrojo  se dirigió hacia afuera, cerró con rabia su puerta y dejó su cama y sus dudas atrás.

Llevaba un gorrito, una especie de boina. Sabía que no era necesario disfrazarse u ocultarse demasiado, no había muchas posibilidades de ser reconocido, pero… De alguna manera le ayudaba el no tener que mirar a los ojos de las demás personas. El hacerlo le era muy incómodo.

El pequeño chicle se abrió camino por las vacías calles que llevaban desde donde estaba hacia casa de Luki. Era un bonito sábado, temprano por la mañana y Mikuo estaba seguro de que Luki iría a ensayar temprano, había oído cuando lo planeaban y aunque sabía que no era el mejor modo de operar, supuso que si esperaba cerca de su casa en algún momento Luki tenía que pasar… y así fue.

Pero el valor se escondió, tal como un escurridizo animalito al que se intenta acariciar. El valor huyó, y Mikuo sólo atinó a seguir a su presa con inútil cautela. Su mente estaba en blanco, su corazón latía con fuerza, las palabras se le olvidaban a medida que sentía el calor subir a su rostro. “¿Qué hago?” Pensó, una y otra vez, pues sabía que se acercaban al metro, y pronto su oportunidad se esfumaría, pero, ¿Qué?, ¿Qué hacer? ¿Qué hacer si tus planes se desmoronan en tu memoria, eh? Los nervios eran tan grandes que no se lo creía “¡Es sólo decir dos palabras, joder!” Le gritó su mente, el valor respondía poco a poco a su apuro, y a medida que lo hacía Mikuo estiraba su blanca manita, que logró aferrarse a la camisa de Luki antes de que éste se adentrara entre la gente que bajaba a tomar el metro.

Pero Luki no lo notó, siguió su camino y el agarre de Mikuo no fue capaz de retenerlo, y su voz no salió. Su figura se apagó a medida que la gente lo alejaba de su luz, y él se quedó así por un momento. Logró ver al pelirrosa subir al metro, con una sonrisa, a pesar de todo, a pesar del ruido y la gente y el frío, ése frío que había dejado en el pecho de alguien sin tener ninguna intención ni conciencia y que sólo se hacía más grande mientras las puertas se cerraban y el tumulto se alejaba.

9:15 de la mañana y Mikuo estaba solo.

El chicle se alejó de las escaleras hacia el exterior, y observó el paisaje. Se le antojaba vacío ahora que el propósito de su día se había estropeado, se le antojaba ver algo de lluvia, mas el cielo no atendía a su sentir y daba paso a un brillante azul que le ignoraba. –Ya…. No sé qué hacer. – Murmuró, y luego dio un par de patadas al aire mientras elaboraba un nuevo plan de acción entre lo molesto que se encontraba consigo mismo. –No tengo mucho que perder, pero… - Nada que perder, de hecho. - …No puedo rendirme ahora. – Claro que no, hoy es el día, hoy.

-Por ahora vuelvo a la cama, y… Quizá coma algo, sí. No creo que Luki vuelva antes de las 5 o 6 de su ensayo, así que dentro de ese rango… puedo ir a la estación y leer… O…

“¿Qué estoy haciendo, de todos modos”

Más no hizo caso a las súplicas de su mente por huir de tal locura, e hizo todo según el plan, más o menos.

Leía tranquilamente, atento también ante el sonido de cualquier tren que arribase, y fue entonces, exactamente a las 19:34 , 10 horas de espera que dieron frutos con el cansado y satisfecho rostro de Luki, que como de costumbre escuchaba música, algo que hizo a Mikuo sonreír y continuar con lo suyo.

Unas pequeñas manos hojeaban un libro, hasta que se sobresaltaron por el sonido del tren acercándose y se apresuraron a subir las escaleras que llevaban hacia la calle.

Mikuo siguió a su objetivo con rapidez, decidido, inquebrantable.

Y entonces le vio quebrado contra el carmesí del cielo, sacando una foto a los árboles, como recortado fuera de la ciudad y apartado sólo para ser, disfrutar, vivir… Cómo explicarlo….
“Lo… siento diferente…” Eso mismo, diferente.

“Deslizarse por la realidad…” Mikuo atinó a llamar la atención del mayor con sus manos, a tironear su ropa con fuerza, a levantar la vista y mirarle por sobre el gorrito… pero le había descolocado y las palabras se le enredaban de nuevo.

-Qué…¿Qué? – Se le oyó decir, desconcertado.

-Ehh…. – Luki vislumbró a un chico, de unos 17 o 18 quizá, que lo miraba nervioso.

-Uhh… ¿Pasa algo? – Se quitó los audífonos, por si acaso se había perdido algo.

-Necesito… ¿Puedes…? –

“No, no, ¡No!, Hoy es el día, y tengo que…. ¡Tengo que…!” con ambas manos se aferró a la camisa del mayor, y le indicó con un tirón una dirección

- Necesito que vengas conmigo. – Dijo, claro y fuerte, y se llevó al mayor con él hacia un lugar un poco más apartado, mientras el cielo se apagaba.

Mikuo miró al cielo, que parecía ser más indulgente con él. Se apagaba, como le pasaría a él.


-…Creo… Que me gustas. N…No quiero que pienses que es asqueroso ni nada, no pienso… Hacer nada. Sólo… quería…d…decirlo.- El chico estaba rojo hasta las orejas, y mientras más extrañado le miraba Luki, peor parecía. -  No me conoces… Sé que es raro… pero… yo… 


-Oye- Rompió su débil puentecillo de palabras, la voz de Luki.

-¿Eh..?-

-No te pongas tan nervioso, está bien… - Luki desvió la mirada un momento, y Mikuo sólo le escuchaba impaciente, fijándose en cada aterrador detalle. Parecía ordenar sus palabras… Para… -Mira, no… No puedo burlarme ni nada, y la verdad, en cierto modo, me alegra… que te sientas así por mí, pero… No… No creo que pueda corresponderte… Cómo decirlo… Adecuadamente, ¿Entiendes? Yo… No quiero hacerte daño ni mucho menos, pero…-

Para que no doliera tanto.

- Disculpa.- Para que no pareciese una bofetada, una bofetada para la que se había estado preparando todo el día, pero que aún así le comenzaba a quemar la garganta, mientras más seguía hablando, más le ardía, más.

-No necesitas ser amable conmigo, ¿Sabes?... Lo t-tenía claro, que ib...ba a pasar a...lgo… co..mo e…sto- La voz se le quebraba, y eso era muy malo. ¡Es demasiado detestable que tu cuerpo no te deje hablar, si de por sí es tan difícil!

-No vayas a llorar, ¿Eh? De seguro que encuentras algún….a…. o….otra persona, eso.

-D-Di..Dije que… no necesitas intentar ser amable conmigo. – Mikuo apretó los puños.

Hoy es el día, sí, hoy.
El día único.
El día que dedicas a esto.
El día en que se puede, el único.
El día que desperdiciaste.

-A pesar de todo, ¿Sabes? – Mikuo notó como Luki se sorprendía, y él mismo también se sorprendió al notar de nuevo control sobre su resentida voz – No pienso rendirme. Y ahora que me has visto, espero que me reconozcas.

-¿Eh…? ¿Qué…?

-No quiero que pienses mal de mí, quizá me haga un mentiroso, por lo de hace un rato... pero… Si no aceptas, tendré que recurrir a robar.- Aquél chiquillo, ese niñato que apenas y se atrevía a hablar hace un rato, se acercó de golpe al rostro de Luki, pero no lo besó. Sólo le miró fijo, con sus ojos aún algo irritados.  Una mirada desafiante y decidida: La mirada de quien ha sido herido… 

Y así de rápido, se alejó, hizo una señal de despedida con la mano, hasta parecía sonreír, y se dio la vuelta  para dirigirse de nuevo a su confortable cama, dejando a un Luki desconcertado tras de sí.

-Qué…¿Qué acaba de pasar…me..? – Murmuró tras el shock, no se había atrevido ni a moverse por miedo a producir algún roce innecesario.

Y mientras él se recuperaba, Mikuo veía cómo el cielo se volvía negro. Pero sonreía, a pesar de todo.

“Eso fue muy… tonto, la verdad… Seguro piensa que estoy loco o algo” Pero el aire triste no le duró mucho.

“Pero aunque se me apague el cielo… Tendrán que salir estrellas en algún momento, supongo.” Pensó,  y prosiguió a reírse por lo cursi que se estaba volviendo.

Notas finales:

Psycho Psycho Kuo-kun.
Tiene sus razones, supongo que lo justifican un tanto.
Yo no lo haría, pero conozco gente que sí.
No sé.
La verdad es extraño crearles estas personalidades sólo porque a mí me gusta así.
Luki es más relajado, en sí. Pero es responsable y atento, algo callado, quizá, solitario, quizá, pero no significa que sea amargado.
Mikuo es medio tsundere para mí, aunque aquí no se ha notado mucho porque tiene algo que quiere y por lo que quiere intentar superar sus miedos y restricciones, o eso me figuro.
No sé, me sentí en necesidad de explicarme un poco.
Espero que guste y si hay sugerencias las acepto con gusto, como siempre.
Gracias por cualquier review o crítica o simple leída.
Yo sólo busco entretener, la verdad.
Y va a haber lemon, sí.
Creo escribirlo bien.
Me fui en voláh con las notas oe.


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