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El sexo no lo es todo... o sí por Misakiyeah

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Notas del capitulo:

Espero que les guste este capítulo, sus reviews me ayudan mucho a escribir, de verdad :') ¡sois amor!

Las luces de todas las discotecas de la calle impactaban directamente en mi cara, me estaban mareando aún más de lo que ya estaba, y quería morirme. No lo podía soportar. Estaba perdiendo la conciencia.

Llegué, no sé como, a uno de los lugares más tranquilos de la ciudad, y de los más solitarios a esa hora de la noche “Central Park”, me apoyé en uno de los árboles, intentado situarme, para poder pensar con un poco de claridad lo que estaba haciendo, y como llegar al hotel. Se supone que quedaba cerca. Sonreí pensando en que este era el lugar al cual me quería llevar Christian, le hacía mucha ilusión hacerlo, y al final no pudo ser.

Comencé a caminar otra vez, intentando con todas mis fuerzas no caerme al suelo, por lo menos si caía, sería césped y no me haría tanto daño, hasta me estaba planteando quedarme allí a dormir hasta que me pasase el efecto de la droga, hasta que lo vi.

Ahí estaba él, acostado en el suelo mirando al cielo, no pude evitar reprimir mis lágrimas al identificar completamente que era él, era Cristian quien estaba allí estirado en el suelo. Lo había encontrado. La vista se me iba oscureciendo, no notaba mis piernas y mis manos comenzaban a perder movilidad.

-Christian... -susurré antes de verlo todo oscuro.

* * *

 

¿Dónde estaba? Era mi antigua casa, y estaba en mi patio tirando la basura, como cada día. Ah, ahí estaba Chad, tan puntual, qué coincidencia que siempre sacara la basura a la misma hora que yo. Me gustaba hablar con él, aunque fuese mayor que yo.

 

- Hola Chad, ¿como estás? -pregunté abriendo el cubo de metal, a través de la reja que separaba nuestras casas.

 

- Un poco cansado, ¿y tú? Por cierto, creo que me cortaré este pelo -comentó mirándoselo de reojo, para después bufar.

 

-¿Me lo dices en serio? ¡No lo hagas! Me gusta como lo tienes -sonreí, la verdad es que el pelo largo le quedaba muy bien-. Yo mañana puedo ir a segunda hora, que el profesor no ha venido.

 

-También creo que me apuntaré al gimnasio... -dijo mirándose su barriga. La verdad es que no era que estuviese fibrado como los chicos que hacen deporte, igual le sobraban un par de kilitos pero tampoco era para exagerar.

 

-Chad, no te veo muy convencido de lo que me estás diciendo. Haz solo lo que tú corazón quiera hacer, y te sientas bien con ello -sonreí-. Tengo que entrar ya, si no mis padres me echarán la bronca. ¡Nos vemos mañana!

 

-Como cada día -me respondió afable.

 

Entré en mi casa y me fui directamente a mi cuarto, ¿por qué me gustaba tanto pasar el pequeño tiempo que podía con él? Sentía cosas extrañas en mí interior cuando me dirigía la palabra. Soy pequeño, pero aún así no puedo evitarlo. Él ya es mayor de edad, y yo solo voy a cumplir catorce años, es una locura pero...¿podría ser eso que llaman amor?

* * *

 

¿Qué era esto? Estaba acostado en una cama larga de color blanco, con una bata del mismo color que era lo único que cubría mi cuerpo y un dolor de cabeza terrible. Las paredes eran marrón claro, me toqué la cabeza porque el dolor era casi insoportable, y noté una venda que rodeaba toda mi cabeza.

 

-¡Sam has despertado! -exclamó Christian entrando por la puerta de la habitación-. Me tenías muy preocupado cazurro -riñó de manera paternal.

 

-Hola... -saludé haciendo una mueca de dolor-. ¿Estás bien?

 

-Idiota, eso te lo tendría que preguntar yo a ti, ¿qué te pasó Sam? -preguntó sentándose en el sofá de cuero que estaba al lado de la cama-. Por cierto, estás en el hospital.

 

-Eso digo yo, ¿qué te ha pasado? -no me lo esperaba, por la puerta entró el gran empresario sin escrúpulos Bill Flanagan a la carga, como siempre. Su mirada era tosca, fría, como si estuviese en una reunión.

 

-No me ha pasado nada, solo estaba cansado...¿me desmayé? -pregunté sin saberlo muy bien.

 

-Desmayo a causa de que tienes anemia, y tu cuerpo no soportó la droga que ingeriste, en específico, MDMA, ¿qué se te pasó por la cabeza para probarlo? Casi mato al piltrafa este pensando que te había drogado -dijo con el ceño fruncido, de brazos cruzados.

 

-Yo si que casi lo mato pensando que te había drogado él -refunfuñó Christian desde su asiento, dirigiéndole una mirada con furia.

 

-Te faltan cuatro dientes antes de que llegues a tocarme -respondió divertido Bill, sabía como provocar a Christian.

 

-¡Vamos a fuera y lo comprobamos! -se encaró mi amigo, parándose del sofá, enfadado.

 

-Por favor parad, me duele la cabeza -dije sobándomela, acurrucando mis pies con mis manos-. Quiero irme de aquí, no me gustan los hospitales -hice un puchero al decirlo, con ojitos suplicantes.

 

-Estoy de acuerdo con eso, pero Sam, a partir de ahora vivirás conmigo. Ya lo he hablado con Christian y está conforme en esto, él seguirá viviendo donde está y yo te prometo que no le echaré. Es mi culpa que ahora estés en un ambiente malo, no sé a quién has podido conocer en alguna de las fiestas o eventos a los que te mando a trabajar, pero no ocurrirá más -mi cara era un cuadro, ¿como se podían atrever a decidir los dos por mí sin ni siquiera consultarme antes? ¿se creían que era un niño pequeño o algo por el estilo? -. Y una última cosa, me tienes que decir quién te dio MDMA.

 

-¡No voy a vivir contigo! ¿Christian en serio? -pregunté mirándole molesto.

 

-Creo que es lo mejor para ti Sam... -suspiró cerrando los ojos.

 

-Tampoco te estaba preguntando, dentro de unas horas vendrá mi escolta personal, Harold a buscarte, así que estate preparado, nos vemos en casa -dijo sonriendo, guiñándome un ojo antes de salir.

 

-¿Se cree dios o como? Ahora se va a enterar -rugí levantándome rápidamente de la cama pero un mareo me hizo tambalearme, con la suerte de que Christian me cogió entre sus brazos antes de tocar el suelo.

 

-Sam no es bueno que hagas esfuerzo, debes descansar ahora -me levantó de las caderas, acostándome otra vez en la cama. No me gustaba que me tratasen como a un niño pequeño, no lo era-. Y ahora dime, ¿dónde fuistes? ¿dónde estabas Sam? Te busqué fuera del concierto, se supone que ibas a tardar solo cinco minutos...me encontré con un tipo que me dijo que lo estabas haciendo con Bill, ¿Es cierto? Él ha dicho que no, pero no sé si creerle.

 

¿Le había dicho que no? La verdad es que no le estaba mintiendo del todo, no estuve toda la noche con Bill, de hecho estuve solo un rato con él, el resto lo pasé con RiRi en aquella discoteca extraña. ¿Podía confiar en Christian para decírselo? No. Seguramente hablaría con Bill, como han hecho con lo de quedarme a vivir con él, tenía que callármelo, por mucho que me hubiese enfadado RiRi, era mi amiga y no la iba a traicionar.

 

-No me acuerdo -mentí-. No quiero vivir con Bill, pero por lo menos ya no tenemos el problema de que te quiere echar a la calle -sonreí-. Perdóname Christian, por no volver, lo siento.

 

-No pidas perdón tonto, ya pasó. No pasa nada -sonrió acariciándome la mejilla-. Creo que deberías prepararte.

 

 

El tiempo se me pasó volando, me vestí con la misma ropa con cual me encontró Christian desmayado, ya que no teía otra en ese momento en el hospital. Mi amigo se marchó primero, para asegurarse de llegar antes que yo, y esperarme con la cena hecha, ya que me la subiría.

 

De la nada apareció por la puerta un hombre bastante apuesto, con unas gafas de esas que llevaban los modernos hoy en día de color blanco que resaltaban todas sus facciones, seguramente sería quien me dijo Bill.

 

-Hola, mi nombre es Harold, soy el guardaespaldas y asesor de Bill. Me ha pedido que te lleve a casa, ¿estás listo? -preguntó muy educadamente.

 

-Ah, hola, ¡encantado! -saludé efusivamente, le tendí la mano y me la dio sorprendido, quizás no esperaba que lo saludara, aunque era lo normal, ¿no? -. Yo me llamo Sam, y bueno si, si a eso se le puede llamar casa...-susurré.

 

Caminé detrás de él, siguiéndolo hasta un coche pequeño de color rojo, ¿sería el suyo personal? No le di mucha importancia. Antes de poder abrir la puerta, la abrió él para que entrara al automóvil, me impactó un poco ese detalle tan servicial, por llamarlo de alguna manera, solo susurré un “gracias” antes de partir.

 

A partir de ahora comenzaría una nueva vida para mí, o quizás por fin mi vida se tranquilizaría de la racha de momentos turbios que me estaban ocurriendo últimamente, y podría concentrarme en lo único que me importaba realmente, la fotografía.

 

Mi móvil vibró fuertemente repetidas veces, lo saqué de mi bolsillo y lo leí, “Lo siento, lo siento, lo siento se me fue la cabeza perdóname, te lo compensaré” RiRi, ¿de verdad se arrepentiría? Para mí que más se lo tomó como un juego lo de darme droga, que otra cosa. Aún así creo que se merecía otra oportunidad, ya le hablaría cuando llegase a la suite casa, hotel, ático, duplex o como le quisiese llamar Bill.

 

El coche se estacionó justo fuera del hotel, todo hubiera sido normal si no hubiese estado ese hombre ahí... era el de la discoteca. Me miraba con una cara sombría y sonriente, ¿como sabía que vivía allí?

 Continuará ~

Notas finales:

Espero que les guste este capítulo, sus reviews me ayudan mucho a escribir, de verdad :') ¡sois amor!


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