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Espontáneo por Neko_Elle

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Notas del capitulo:

Hola!

finalmente logré pasar este cap a la lap jeje, lo tenía en una libreta, pero me daba pereza transcribirlo XD

en fin espero les guste

Conejos de manzana

 

Aquel día habían terminado la parte escrita del trabajo, sin embargo, debían reunirse nuevamente para hacer el experimento correspondiente y llevarlo a la clase, por lo que quedaron que en esta ocasión se reunirían en casa del albino, para variar.

El moreno se dirigió a la morada del joven de plata sin muchos ánimos, pues realmente sentía que yendo a casa del albino, sería víctima de alguna jugarreta hecha por la diabólica hermanita del muchacho, después de todo, estaría en “su territorio”.

Llevó consigo los materiales necesarios para el experimento y como un extra, a sus pequeños vecinos, que nuevamente estaban a su cargo, su madre parecía no conocer la piedad, ni tomar en cuenta las circunstancias de los demás. Al llegar, notó que la casa del albino era bastante grande, aunque decir eso era realmente decir poco.

“No sabía que fuera rico, con razón es tan quisquilloso” pensó para sus adentros, mientras, tocó la puerta esperando que le abriese. Luego de algunos segundos abrió la puerta la pequeña diablilla con cara de ángel, quien de inmediato cambió su expresión a una llena de recelo en cuanto vio al moreno, por su parte, el azabache algo incomodo, estaba por preguntar por la persona a la que había ido a buscar, pero en eso salió.

-       Qué bueno que ya llegaste, Kougami, adelante, pasa- le invitó con cortesía…demasiada cortesía desde perspectiva del moreno, lo cual le causó un escalofrío y que por su mente surcará la pregunta ¿Por qué tanta amabilidad? En ello vio a la madre de su compañero de clases “Ah, así que por eso tan amable” pensó, luego vio más detenidamente a la señora, una mujer joven y muy hermosa con facciones delicadas y angelicales…de hecho, se parecía mucho a su compañero “así que ¿así se vería si fuera mujer?” no pudo evitar preguntarse y contener una risa burlona que anhelaba salir, pero guardó la compostura.

-       Buenas tardes ¿eres el amigo de Shougo?- preguntó la mujer con una sonrisa, similar a la que había visto antes en el albino y la pequeña Rikako cuando los conoció por primera vez, de no ser que era la dueña de la casa habría bufado por el parecido familiar en muchos niveles- Pasa, yo tengo que salir en estos momentos, pero cualquier cosa siéntete como en tu casa.

-       Muchas gracia, soy Kougami Shinya, compañero de clases de Mak- Shougo- se corrigió, sería extraño llamarlo por su apellido, considerando que en todos en esa casa posiblemente tendrían el mismo apellido- gracias por su hospitalidad- respondió cortés.

-       No tienes nada que agradecer, estoy contenta de ver que Shougo traiga a un amigo de su edad a casa- dirigió una mirada divertida a su hijo, quien la veía aun con temple pero estaba consciente de la molestia que sentía en su interior, pero no por ello se inhibió, bien se dice que la manzana nunca cae muy lejos del árbol- Ese niño solo se entiende con personas mayores o menores que él- agregó, antes de notar la presencia de los pequeños que acompañaban al moreno- ¡Oh! ¿¡Pero quienes son estos pequeños tan adorables?!- exclamó la mujer, observando a los acompañantes de talla compacta.

-       Me llamo Shuusei- respondió el pelirrojo abrazando a la señora, quien encantada correspondió el abrazo, mientras el moreno y el albino solo podían pensar que ese niño era realmente muy precoz al ver como abrazaba a la mujer.

-       Yo soy Akane- respondió la almendra algo tímida, la señora le dio una suave palmada en la cabeza a modo de saludo.

-       Bueno hijos- dirigió una mirada al albino y a la morena- debo irme, los veré en la noche- dijo despidiéndose de todos para finalmente salir.

-       ¿Siempre eres así frente a tu mamá?- inquirió el moreno rompiendo el hielo, una vez que la fina mujer se fue.

-       Todos en esta familia somos así- respondió desinteresado, el azabache no se sorprendió por ello, al contrario, desde su perspectiva no podría haber sido de otra manera- ¿te parece si iniciamos?- aunque lo dijo como pregunta, fue más del tipo imperativo, pero el moreno no le dio importancia, solo quería terminar pronto.

-       Shuusei, Akane, pórtense bien. Sólo haremos el experimento y luego los llevo a algún lado- sobornó ahora el moreno.

-       Sí- respondieron los pequeños al unísono.

 

El albino se dirigió junto al moreno a la cocina, el plan era hacer la máquina de Herón, que era una pequeña máquina de vapor consistente en un contenedor de agua y de ese contenedor sobresalen algunos cilindros en forma de codos, una vez que se llevase el agua en su interior a punto de ebullición y produzca vapor, comenzará a rotar por el impulso. Quedaron en que lo harían con una lata de gaseosa, ya que sería más fácil de perforar, así que se dispusieron primero a medir la lata para ver a qué altura colocarían los tubitos. Mientras el par de jóvenes se ponía de acuerdo, no notaron algo: los niños los habían seguido.

El pequeño Shuusei, algo aburrido comenzó a agitar una de las latas de gaseosa que el moreno había traído, mientras la pequeña Akane, solo observaba lo que hacía. La morena tomó un pica hielo y le arrebató la lata al pequeño Shuusei para perforarla en los puntos que había visto su hermano y el moreno habían marcado en la que aun sostenían. Cuando estaba por perforar el cilindro, por algo de temor a hacerse daño, alejó la lata de sí y la apuntó directamente hacia el moreno quien terminó totalmente empapado de soda al momento en que la damita perforó la lata.

Nadie en la cocina dijo palabra por unos segundos, hasta que el pelirrojo rompió el hielo con una sonora carcajada:

-       ¡Kou que tonto te ves!- reía señalándolo.

-       Shuusei- reprendió el moreno sin alzar la voz, no quería moverse mucho para no hacer más regadero en la cocina, pero era difícil no hacerlo escurriendo de gaseosa de naranja como estaba. Ahora su cara y su camisa estaban totalmente empapadas y con una graciosa tonalidad. El albino, bufó intentando contener la risa- No digas nada- advirtió el moreno, conteniendo todo impulso asesino que pudiese salir a flote. El joven de plata rió por lo bajo y lo sujetó de la mano.

-       Ven- lo llamó, guiándolo al cuarto de baño. Realmente no notó que lo había tomado de la mano, usualmente cuando a su hermanita le pasaba algún incidente de este tipo solía tomarla de la mano para llevarla a algún lugar donde atenderla. Por su parte, el moreno estaba como hipnotizado viendo sus manos unidas, sentía que algo ahí era “diferente” no extraño, no malo, ni anormal, solo “diferente”- Metete a bañar, ahorita te traigo un cambio de ropa- dijo aun conteniendo la risa.

El moreno obedientemente hizo tal cual el albino le había pedido/ordenado, se despojó de sus ropas y las dejó en un pequeño cesto, en breve ingresó al espacioso cuarto, donde comenzó primero por remojar su tonificado cuerpo para de esta manera enjuagar todo el dulce líquido del que estaba cubierto. En eso alcanzó a ver una silueta a través de la puerta corrediza que dividía el vestidor del baño en sí y alcanzó a escuchar la voz del albino.

-       Te prestaré mi ropa en lo que meto la tuya a lavar, la dejaré en el cesto, las toallas están en el estante de arriba- le anunció con brevedad para finalmente salir de ahí y darle el tiempo que necesitase para bañarse, mientras salía alcanzó a escuchar:

-       Sí, gracias- respondió el moreno tomando ahora la barra de jabón disponible para pasearla un poco por sus manos para hacer algo de espuma y cubrir con ella su bien formado cuerpo.

Mientras el moreno se bañaba y sin que nadie se diera cuenta, la pequeña Rikako se escurrió al vestidor y tomó la ropa que su hermano le había prestado al azabache,  llevándosela a algún lugar desconocido.

Cuando el cuervo terminó de bañarse, de inmediato tomó una toalla y secó con ella un poco su cuerpo, entonces notó algo: la ropa que el albino le había mencionado, no estaba por ningún lugar, no pudo evitar recordar nuevamente aquella situación tan similar que vivió en la escuela, ya sabía quién era la culpable, pero no podía salirse solo vistiendo una toalla en una casa ajena, y más si esa casa era del albino. Intentó llamarlo, pero parecía ser que no le escuchaba, y bueno, no era sorpresa, la distancia entre el cuarto de baño y la cocina era enorme, esa casa era gigantesca, así que no le quedó de otra más que esperar un poco  a ver si lograba escuchar a alguien acercarse.

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El albino se encontraba modelando los pequeños tubitos en forma de codos que usarían para su experimento, tan concentrado estaba que no notó que los 3 pequeños estaban frente a él, observando lo que hacía, afortunadamente no estaban interfiriendo con él, ni siquiera había notado la desaparición y reaparición de su hermanita, ni del resto de los niños.

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El moreno comenzó a escuchar pasos y volvió a gritar, y lo que pudo escuchar fue a la pequeña Akane, no estaba muy seguro de pedirle a ella que le llevase su ropa, considerando la situación: un adolescente desnudo en casa ajena llama a una niña pequeña para que le lleve un cambio de ropa a la regadera…no sonaba demasiado bien. Así que optó por:

-       ¿Eres tú, Akane?- se aseguró.

-       ¿Shinya-oniichan? – internamente se alegró de que fuese la almendra y no la diabólica morena.

-       Akane, necesito que me hagas un favor- pidió amable, pero no podía evitar sonar algo desesperado, llevaba mucho tiempo ahí- necesito que vayas a buscar a Makishima…

-       ¿A quién?- preguntó, realmente no se sabía el nombre del albino, ni conocía a nadie con ese apellido, desde perspectiva de ella, claro.

-       Emm…-titubeó- el muchacho que está muy blanco. Necesito que vayas con él y lo llames, pídele que venga- tampoco le gustaba mucho esa idea, pero ni hablar, de algún modo tenía que salir de esa situación.

-       No quiero- sentenció la almendra.

-       ¿P-por qué?- necesitaba una respuesta coherente, estaba ya bastante harto.

-       Porque no quiero que lo necesites más a él que a mí- dicho esto comenzó a llorar quedito del otro lado de la puerta. El moreno no pudo evitar darse un manotazo en la frente ¿De verdad le estaba pasando eso? ¡Era el colmo!

-       Escucha, Akane, no es eso, pero en serio, necesito que lo traigas- dijo sobándose las sienes, estaba sacándolo de quicio.

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Luego de media hora, el joven de nieve cayó en cuenta que el moreno llevaba casi una hora en la ducha, por lo que se preguntó si todo estaría bien. Entonces se percató de los niños frente a él, el pequeño Shusei estaba entretenido comiendo algunas botanas y la pequeña Rikako estaba entretenida jugando con lo que le había sobrado de material, entonces notó también la ausencia de la almendra.

Sin decir nada, se escabulló dejando al par en la cocina y se dirigió a buscar a la niña, estuvo haciéndolo unos 15 minutos, hasta que decidió darse una vuelta al baño, a ver si el moreno tenía algún problema. Al llegar vio a la pequeña sentada frente a la puerta del baño.

-       ¿Qué haces aquí? ¿Te perdiste?- le preguntó intentando ser amable, pero al no conseguir mucho más que una mirada gélida por parte de la niña, hizo una mueca de desagrado y tocó la puerta del baño- ¿Kougami? ¿Todo bien?- en eso escuchó.

-       ¡Finalmente se te ocurrió subir!- exclamó molesto- ¡Tu hermanita se llevó la ropa que me trajiste!- espetó molesto, logró escuchar un bufido del otro lado, logrado con esto molestarse aun más- No es gracioso.

-       Sí lo es- rió- te traeré otro cambió de ropa- dijo antes de retirarse. Después de un par de minutos volvió y tocó la puerta, la cual se abrió muy ligeramente, lo suficiente como para que le pasara el cambio de ropa y logrará ver la mitad del molesto rostro del moreno.

-       Tu hermana es diabólica- dijo tomando el cambio de ropa.

-       Lamento eso- dijo con sarcasmo, para finalmente agregar- apúrate, aun hay que terminar. Te espero abajo- dicho esto, tomo nuevamente rumbo hacia la cocina.

El moreno finalmente se vistió, al abrir la puerta vio a la almendra sentada ahí, que en cuanto lo vio se echó a correr, posiblemente a la cocina. Se sorprendió y molestó un poco por el mal rato que había pasado, pero no le dio importancia, dejó la toalla sobre sus hombros y se dirigió al mismo lugar también.

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Al llegar, pudo ver algunas cosas: la cara de espanto de la diablilla al percatarse de su presencia, para después darse a la fuga. Que Shusei estaba muy, muy apegado a Makishima…quizá después deba decirle que por más delgado que esté y por más largo que esté su cabello, era un chico. Lo otro de lo que pudo darse cuenta fue que su trabajo estaba casi terminado, solo faltaba hacer el mechero y una base que sostuviera su proyecto.

Cuando se acercó al albino, lo hizo en silencio, este último se percató de su presencia cuando sintió algunas gotas  entrar en contacto con su piel, alzó la vista y se topó con el moreno, que estaba escurriendo.

-       No sabía que tenías ropa negra- dijo en cuanto el otro alzó la mirada.

-       La tengo, pero procuro no usarla toda en un mismo conjunto- le contestó antes de proceder a lo que realmente había llamado su atención- Kougami, necesitas secarte bien- dijo el albino poniéndose de pie y tomando la toalla que tenía el moreno en sus hombros, para colocarla en las hebras carbón y comenzar a secar con delicadeza aquellos finos hilos.

El moreno, de entrada estaba un poco desconcertado con la “amabilidad” y naturalidad con la que el joven de plata le atendía, no decía nada, solo dejaba que el otro continuara con lo que hacía, inclusive había comenzado a relajarse ante las leves caricias, pero al percatarse de ello se molestó y “fingió” no haber pensado en nada de eso. El albino finalmente terminó de secarlo y lo hizo tomar asiento, mientras él prosiguió a ir a colgar la toalla a alguna percha.

Realmente no había notado este gesto tan “familiar” que había tenido con el moreno, puesto su hermanita todo el tiempo salía así del baño, escurriendo sus largos cabellos por toda la casa, así que para él era normal el hacer lo que hizo. Cuando volvió pudo ver al moreno siendo rodeado por los 3 niños que le comentaban lo hambrientos que estaban:

-       Yo no sé cocinar- se excusó simple el moreno al ver la insistencia de los niños por comer algo. El albino sacó algunas manzanas y fue a sentarse con ellos para disponerse a cortarlas en forma de conejito, esperando con esto los niños se callaran y se mantuvieran entretenidos mientras terminaban.

El azabache estaba como hipnotizado viendo a su compañero de clases haciendo una tarea tan hogareña, simplemente no creyó que alguna vez en su vida lo vería haciendo algo así. Por su parte, los niños estaban fascinados viendo la creación de los conejitos. El albino finalmente terminó de cortar todas las manzanas y las sirvió en porciones iguales a los niños, después le dio un plato con otra porción al moreno, sacándolo de su ensoñación, esto parecía haberlo desconcertado así que alzó una ceja pidiendo así una explicación. El joven de plata mordió una manzana sin cortar y dijo en son de burla:

-       Estabas viéndome tan fijamente  cortando las manzanas que me figuré que el niño también quería conejitos- rió para sus adentros, aunque le sorprendió que el azabache no respondió a su provocación, y por el contrario con un gesto molesto tomó uno de los conejitos de manzana y le arrancó la cabeza de un mordisco, sin perder de vista al albino. Como siempre el pequeño Shusei no podía quedarse callado, así que dijo:

-       Mamá, si papá no te desposa, yo me casaré contigo, cocinas bien y haces conejitos de manzana ¿Qué más se puede pedir?- el resto de lo que pudo haber comentado quedó perdido ante los gritos de todos los presentes llamando su nombre:

-       ¡SHUSEI!

Notas finales:

El pequeño Shusei y sus comentarios XD la explicación para que todos le gritaran es sencilla, Shougo y Shinya  por vergüenza, Akane y Rikako por que no quieren compartir a sus respectivos objetos de afecto XD

Espero les haya gustado, a mi me divirtió escribirlo pensando en ese ambiente tan poco usual, dudo que haya continuación, o al menos de momento no se me ha ocurrido algo más, igual el tiempo dirá si surge un capitulo más o no, o ¿qué opinan ustedes? ^^


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