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Aprender a vivir por Gema Talerico

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Notas del capitulo:

Harry Potter, los libros y películas y todo lo que tenga que ver con ellos (incluidos Tom Felton, Daniel Radcliffe y Ralhp Fiennes) son de sus respectivos dueños, asociados e inversionistas ¡Proyecto hecho sin fines de lucro!

Actualmente mis betas están desaparecida (tal vez los alíen me privaron de ellas) si usted ve un error, hacérmelo saber. 

Imagen del capitulo

Después de Navidad el tiempo corrió rápido, Harry recibió  largas cartas de su madre que hablaban sobre las travesuras de Adrian, Harry disfrutaba de leerlas al final de clases para animar un poco sus días llenos de pergaminos, tareas  y Ron y Hermione en su  riña que jamas acababa.  En cambio,  Draco vio un aumento en los mimos de su madre a través de los regalos que le entregaban las lechuzas todos los dias, como la leve ausencia de su padre cada vez más palpable. Dos, tres, cuatro meses y Abril había llegado con las hermosas flores y la exuberante  primavera. La temporada de Quidditch había empezado, Potter y Malfoy seguían  enfrentandose  con miradas asesinas en los pasillos, retándose los unos a los otros mientras tuvieran oportunidad. Hemione siguió como una  mandona,  Astoria demasiado tímida, y Hogwarts esplendoroso.

 

—¡Fue enserió imposible!—Ron  aclamaba con su nariz larguirucha arrugándose disgustada, resultaba que, a última hora y no sin cierto asombro, Hufflepuff había ganado contra Gryffindor, en las últimas semanas aquello había sido la primicia entre los alumnos—¡Hufflepuff!—volvía a rezongar.

 

Harry lo apoyo con un asentimiento mientras terminaba su ensayo de “Los usos del Ajenjo”  con una crítica Hermione que seguía muy atenta los giros que daba  la pluma con la que escribía.

 

—Te has comido un acento—señalo Hermione, la pluma de la chica saltó de sus manitas hasta tachar el acento sobre el pergamino de Harry.

 

—Oh, lo siento—respondió con voz queda, concentrado en la redacción. Ambos niños estaban más prestos a resolver sus deberes que atender a las replicas de Ron, que seguía en su diatriba de el porqué Hufflpuff no había estado tan cerca de la copa desde hace años y las razones por las cuales debería seguir así.

 

—¡¡Es que a nadie le sorprende!!—volvió a gruñir Ron, alzándose sobre los libros de  Encantamientos, con obviedad esperaba que le prestaran atención.

 

Hermione frunció el ceño.

 

—¡Somos perfectamente capaces de entender tu punto Ronald!—bramó la niña—Pero lo llevas mencionando desde haces TRES semanas ¡TRES semanas! En su momento, fue un gran tema de conversación, pero ahora ¡En verdad me encantaría terminar mi tarea y creo que Harry piensa lo mismo!

 

—Pero Hufflepuff gano ¡Hufflepuff!—graznó Ron, su altura logro hacerlo lucir más imponente que Hermione, aunque su expresión desencajada no ayudaba a que pareciera más maduro.

 

—Yo pienso que son perfectamente capaces ¿Por qué no podrían ganar?—rebatió, ella con las manos en la cintura. Harry frunció el ceño al perder el hilo de su ensayo, barbulló, intento recordar con la pluma en alto lo que iba a escribir.—Creo que incluso pueden ganar la copa de Quidditch ¿Por qué no?

 

—Son HUFFLEPUFF ¡No han ganado la copa de Quidditch en años y es por una MUY buena razón!—a ese paso Ron estaba rojo como un tomate tras sus pecas color té. El gruñido enfadado de Harry se oyó lejano cuando Hermione volvió a rebatir.

 

—¿Y cuál es esa razón?—la calma casi burlona de Hermione se acentuó cuando se cruzó de brazos y hizo un gesto que desestimaba cualquier  argumento que fuese a decir Ron.

 

—¿Por qué?—Ron zarandeo sus manos en el aire, los ojos tan abiertos que podrían salirse de sus cuencas—¡Porque SON HUFFLEPUFF!

 

—¡Eso carece de coherencia!

 

Y ¡BUM!

 

—¡Oh Merlin!—chilló Pavarti Patil, que estaba al otro lado de la sala común, ojeaba alguna revista junto con Lavender cuando el sonido del cuadro de la dama gorda al cerrase estalló. La mesa  donde antes habían estado los deberes de Harry ya estaba vacía—¿Ese ha sido Potter?.—inquirió con la voz menuda debido al susto.

 

—Creo que si… —susurró Hermione, preocupada por la reacción de Harry. Ron cabeceó restándole importancia.

 

—¡Te digo que es imposible!—él volvió  a insistir, firme en su argumento.

 

—¡Yo pienso que son perfectamente capaces!—Hermione se olvidó de Harry  para seguir su pelea, solo, por una vez, quería que Ron entendiera de razones.

 

-AprenderAVivir-

 

Harry estaba harto, muy harto, todo siempre trataba sobre Ron y Hermione, que Hermione esto, que Ron aquello, que los deberes, que el Quidditch, que la sala de encantamientos, que los jardines. ¡Estaba harto! Harto de ambos y sus peleas ridículas en todos los rincones de Hogwarts, sus voces chillonas que subían cada vez más alto de tono. Se pregunto muchas veces que era lo que había que hacer para que ambos  se callaran o, por lo menos, estuvieran una hora sin gritarse o discutir sobre cualquier tontería.

 

Entre refunfuños Harry giró en los pasillos y subió escaleras hasta  la biblioteca, pocas personas estaban enterradas entre los libros y el polvo que picaba en la nariz, un fantasma barboteaba con un cuadro y la señora Pince se quejaba bajito.  Harry camino hasta una mesa  despejada junto a las ventanas con los pergaminos apretados contra el pecho.

 

—...es Potter—murmulló una vocecíta, lejana. Ya sentado en la mesa Harry pudo ver a Parkinson susurrar cosas al odio de Astoria.

 

—¡Pansy!—Harry vio como las mejillas de Astoria  se arrebolaron, Parkinson asintió con aires ufanos—Esta mirando  hacia acá ¡Deja de hablar!

 

Harry frunció el ceño con sus ojos verdes brillantes por la curiosidad. Astoria le miró de reojo y volvió a sonrojarse, ella musitó un “Yo no podría”  y Pansy siguió dando vagos susurros cerca de su oído, lista para seguir con sus murmullos secretos. Al unirserles Danphe, la rubia inhaló sorprendida para luego negar ferviente todo lo que replicaba Pansy en voz baja.

 

Con la pluma en el tintero y una página más de los usos del ajenjo Harry se encargo de escudriñar con paciencia lo que las niñas charlaban extasiadas.

 

—A veces son un poco molestas—la voz en su costado le  sobresalto de su silencio contemplativo, Harry se giró hacia la silla que estaba a su lado solo para ver los ojos  color tormenta que le miraron con diversión, era un chico alto de bonita sonrisa que Harry sabia estaba en cuarto año, su corbata era amarilla y la amabilidad de sus ojos gritaba Hufflepuff—Pero al crecer serán tan lindas que no querrás dejar de escucharlas. Soy Cedric, Cedric Diggory.

 

—Me llamo Harry— apretó la mano que se le extendía y Astoria,  que estaba a punto de levantarse alentada por Pansy, lució una expresión decepcionada antes de dejarse caer en su asiento. Daphne en cambio embozó una mueca satisfecha para luego  empezar  a hacer sus deberes.

 

—Ella estaba a punto de venir hacia aquí—Cedric confidenció, apenas se sentó junto a Harry en la mesa y abrió un pesado  libro de Transfiguración con  paginas añejas, parecía ser su tarea para esa semana.

 

—¿Quién?—Harry exclamó.

 

Cedric rió como respuesta, dos hoyuelos se marcaron en sus mejillas y su cálida mirada gris volvió a posarse en Harry, después de haber repasado unas cuantas líneas del libro.

 

—La pequeña chica, la de ojos verdes— Cedric  señaló con disimulo inclinándose sobre Harry, interpuso  el pergamino de él chico entre ellos para que las niñas no vieran su dedo delator apuntar sin vergüenza, su mano cayó como una tenue casualidad en el pequeño hombro de Harry—Se ve que le gustas mucho.

 

—Oh—Harry no se hubiera dado cuenta por sí solo, la verdad, nunca. Pero ahora parecía mucho más claro, las sonrisas, la amabilidad.  

 

 Él le gustaba a Astoria.

 

Cedric rió con todos sus dientes—¿No lo sabías?

 

—Yo, yo...uh—Harry intento argumentarse, tan rojo como el cabello de Ron y las cerezas de los postres de el Gran comedor.

 

Cedric soltó otra carcajada cálida, dio tres golpecitos de consolación en la espalda de Harry y se enjugo las lágrimas de risa.

 

—Tranquilo, a veces pasa –Se encogió de hombros el chico mayor,  Harry le sonrió, casi aprehensivo, y volvió a mirar hacia Astoria, que ya se preparaba para recoger sus cosas e irse con un aire derrotado en su pequeño rostro.

 

La boca de Harry se abrió y cerró como la de un pez, un chasquido incrédulo apretado entre sus dientes.

 

Astoria estaba enamorada, enamorada de él.

 

-AprenderAVivir-

 

 Las mazmorras en plena noche eran más frias de lo común, los meses de calidez primaveral ni siquiera llegaban a hacer algo por el ambiente. Estar bajo del lago influía mucho en la temperatura fresca-helada en todo él lugar, muchos chicos de primer año no llegaban acostumbrarse si no años después.  Pero la habitación de aquellas estancias en particular rebozaban de una calidez propia de una poción en cocción, nadie le preguntaría a la solicitante porque estaba a aquellas horas en un lugar como ese  a espera de una poción. Pero si se lo preguntara, además de un  Obliviate, ella respondería que las horas bajas eran las mejores para pasar desapercibida, colarse por la chimenea y burlar la barrera del castillo, que siempre detectaría que no tenía intenciones maliciosas ni buscaría hacerle daño a los alumnos, así que la dejaría pasar por cualquier chimenea privada(1*).

 

 La  mujer de largo cabello negro balanceo sus caderas con sus labios alzándose aburridos—Oh—suspiró—Tarda tanto.

 

—Bellatrix, es tu decisión el si esperas como alguien de tu clase o  en cambio suspiras como una malcriada—dijo una  voz ronca desde el desván. Bellatrix volvía a suspirar con sus largas uñas  que traquetearon sobre la madera de un escritorio elegante en medio de la habitación, sus ojos de perfecto delineado miraron de reojo hacia el hombre en el desván.

 

—Pero esto es tan aburrido—ronroneó, era una niña malcriada, lo era desde pequeña. Siempre en busca de cosas más divertidas que tontos vestidos esponjosos y planificar con que tonto hombre se casaría. Bellatrix  balanceó las caderas envueltas en ese vestido ostentoso que resaltaba sus curvas plenas y juveniles. Los ojos rojos del hombre siguieron el contoneo de las caderas femeninas.  A pesar de no mostrarse afectado, parecía que llevaba encima muchas noches de insomnio, sus pómulos demacrados y piel pálida crisasea que aun no lograba quitarle el atractivo misterioso del que Tom Riddle siempre se supo poseedor, los  ojos rojos más refulgentes que hacia días.

 

—Haces trampa, pequeña Bella—ella se encogió de hombros en desestimo a tal hecho. Tom Riddle  le sonrió  con el ingrediente restante de la poción que preparaba  con afán en su mano derecha,  sus labios pálidos estirados de cuya sonrisa aun así no llego hasta sus ojos. Bellatrix le devolvió la sonrisa, pero en contraste era floja.

 

—Claro, claro—bufó ella, rodó los ojos y se inclinó para ver la poción que burbujeaba  sobre el fuego de la chimenea, Tom estiro su mano y con sumo cuidado derramo dos gotas del aceite que había sacado del desván. La poción burbujeó para ascender en el caldero al tomar un color rojizo,  paró  de burbujear con un destello que liberó humo  al  subir unos cuantos centímetros del líquido rojo.

 

Bellatrix nunca había sido muy buena en pociones, se decía a sí misma en la época escolar que su talento residía más en el de lanzar maldiciones y contrarrestarlos, había nacido para erguir una varita y hacer flaquear a su oponente. Aun así sabía que la poción anticonceptiva era más fuerte si adquiría un tono rojizo bermellón, no esperaba menos de Riddle.

 

En aquella época,  ella realmente no se habría preocupado por ese detalle de una poción que tal vez nunca utilizaría, era un alma libre que ni siquiera las estrictas reglas de su familia lograban domar. Pero entonces la habían comprometido con Rodolphus,  al cabo del tiempo, Bella debió aplacar sus sueños de ser libre, la poción  resultó ser su mayor aliada al final del día, cuando no podía tomar su varita e invocar un hechizo que su esposo desaprobaría.

 

—Esta lista— Riddle avisó. Bella sonrió con sus parpados abiertos de pestañas pobladas con adoración, el profesor de DCAO tomó dos frascos grandes y los llenó por completo, ambos los encogió antes de depositarlos en una pequeña bolsita de encaje—Ya sabes cuál es la dosis diaria, esta vez es un poco más fuerte que la anterior así  que intenta tomar una gota en vez de dos.

 

Cualquiera creería que Bellatrix, como una sangre pura casada y orgullosa de su linaje, no evitaría la procreación del primogénito de su matrimonio a espaldas de su marido. Pero ella no era una mujer sin cerebro de la alta sociedad, siempre espero más de sí misma y de su vida. Casarse a temprana edad y volverse otra dama que reposaba en casa a la espera de su marido para mendigar algo de atención nunca fue su plan. Tampoco era su plan tener un hijo con un hombre por el que ni siquiera sentía aprecio.

 

Bella recibió con agrado la pequeña bolsa, la balanceó entre sus manos y luego la escondió entre los repliegues de su vestido.

 

—Debo darle las gracias.

 

Tom negó con una fría sonrisa en sus labios.

 

—Aun no tengo idea de porque me lo pides a mí, Bellatrix. Severus es un mejor pocionista y siempre puedes decirle a Rodolphus que aprenda un hechizo o dos—Riddle desestimó.

 

—No confió en Severus como en usted—su sonrisa floja volvió—Y los hechizos a veces fallan. Además, ese  tonto amargado quiere un heredero, y yo se lo daré  hasta que mi alma este tan marchita como la suya—ella dijo.

 

 Riddle sonrió antes de que su rostro volviera a su expresión fría habitual—Aun así, sabes cuál es mi paga.

 

—Señor Riddle, yo no podría olvidarme de su paga—Bella acomodó su ropa, la sonrisa sugerente volvió a su labios. Con sus caderas balanceándose al acercarse a Riddle, él no rechazo la cercanía, en su lugar la tomó de los codos para elevarla hasta alcanzar sus labios. Habría sido un beso cualquiera entre dos amantes, pero la forma en la que Bella palideció segundos después del contacto, como su magia vibro hasta concentrarse  en su piel y brillar en tonos nacarados hasta fundirse con la piel de Tom. Cualquiera hubiera notado que se trataba más que un simple beso.

 

Al terminar, las piernas de Bella se tambaleaban sin fuerzas y el temblor en sus manos delataba la debilidad en sus extremidades, Tom la sostuvo por unos segundos hasta que se recompusiera. Él tono de color de piel  de Riddle ya no era tan pálido, sus labios ya tenían algo de color, y su rostro parecía más vivo, ya no había ojeras debajo de los ojos que, incluso brillaban con  un pequeño atisbo de color marrón, una sonrisa suelta en sus labios le agradeció a Bellatrix.

 

—El resto—Bella carraspeó una vez recompuesta—, lo trasferiré a su cámara este fin de semana. Hasta luego, señor Riddle.

 

Los ojos de Bella, brillantes, hablaban de un cálido sentimiento que podría rozar el amor.

 

—Igualmente, señora Lestrage.

 

Mas en cambio los de Tom no tenían  más  que fría indiferencia para ofrecer.

 

-AprenderAVivir-

 

Durante las siguientes semanas Harry se hizo más amigo de Cedric, descubrió que era un chico agradable y que era el buscador del equipo de Quidditch de Hufflpeuff, él estaba muy orgulloso por haber atrapado la snicth justo en el momento indicado el partido pasado, a veces se sentaban juntos  en los muros de los pasillos vacios y le comentaba lo maravilloso que se sentía volar en una escoba hasta lo más alto de la cancha y luego descender en picada, Harry siempre lo escuchaba sin interrumpirlo, deseando experimentar aquello por sí mismo.

 

 Las vacaciones de pascua pasaron y al llegar a Hogwarts Ron y Hermione aun seguían enojados el uno con el otro por una disputa sin sentido de la cual incluso ellos había olvidado el motivo, así que tuvo más tiempo para pasarla con Dora y Cedric, que lo llevaba de vez en cuando a las prácticas del equipo de Hufflepuff.

 

Respecto a Astoria, paso un mes y Harry aun no sabía que sentir respecto a ello, ahora sabía reconocer que el interés de la pequeña niñita no era más que agrado, de otra manera, ninguna pequeña sangre pura criada por las rígidas reglas de la tradición le habría dirigido la palabra debido a que era un mestizo. Había solo una cosa que los sangre limpia  apreciaban más que las tradiciones, sus caprichos. Y según Dora, Astoria estaba “encaprichada” con algo que no podía tener.

 

A menudo Cedric le aconsejo acercarse a ella, Harry siempre escucho eso de que probablemente le gustarían las niñas en algún momento, pero él en verdad no podía ver que podría gustarle de Astoria. Era pequeñita, olía a rosas y tenía la manía de sonreír con esmero cada vez que lo veía pasar por los pasillos.

 

En cambio Cedric, Cedric era agradable, su risa era cálida y siempre tenía tiempo para escucharlo. Le gustaban los ojos de Cedric y sus manos al acariciar sus cabellos con cariño, para él, Cedric era una compañía mucho más agradable que Astoria.

 

En el partido final por la copa, Ravenclaw le gano a Hufflepuff, así que Harry tuvo que consolar a Nymphadora  y a Cedric, resultaba que Ron y Hermione se habían reconciliado entre los exámenes finales y la copa de Quidditch, ambos llegaron a una tregua que tambaleaba sus cimientos unas cuantas veces a la semana, pero Harry se alegraba de que las riñas insignificantes fueran relegadas al pasado. Como resultado Harry, Ron y Hermione estuvieron juntos para disfrutar los últimos días de su primer año en Hogwarts.

 

En cambio Draco, entre las sospechas que guardaba por  la unidad de su familia, no pudo evitar pasar el resto de sus meses en Hogwarts al pendiente de Potter. Ya no había enfrentamientos como antes, pues Potter estaba muy ocupado con su nuevo amigo Hufflepuff. Ambos parecían como uña y mugre, si Potter iba a los jardines allí estaría Diggory, y si Diggory tenía practicas Potter sería el primero en llegar a la cancha, una gran sonrisa en el rostro y  sus amigos como apoyo.  A Draco en verdad le tenía sin cuidado todo lo que Potter  y su pandada de tontos hicieran, pero que ese tonto niñato lo ignorara por un mago de baja categoría como lo era Diggory resultaba ser un insulto que no podía dejar pasar frente a sus narices.

 

Pansy murmuró cosas como “Tonterías de chicos” cada vez que lo veía perseguir  con la mirada a Potter y su sonriente amiguito tres cursos mayor. Respecto a su familia,  no hubo mucha relevancia en esos últimos meses, su madre aun seguía delicada de salud y estaba cada vez más empecinada por mimarlo cada día que pasaba. Su padre por otro parte apenas había dado luces durante aquellos meses, Draco no pudo negar que estuvo atento a él y todas sus historias en las vacaciones de Pascua, pero a veces un niño deseaba tener más atención de su padre.

 

Para él final del curso, Draco obtuvo notas perfectas y aun seguía contrariado por Potter ¡Un mestizo ignorándolo! ¡Eso era más que una falta de respeto a su linaje! ¡Una injuria!

 

Estaba claro, el próximo curso Potter no lo tendría tan fácil.

 

-AprenderAVivir-

 

Remus no podía creer que esto en verdad fuera posible, Sirius lo miro con un pedido silencioso de suplica. Aun así la sonrisa cálida de Remus no se cayó de su rostro, el podría ser un mestizo sin herencia ni dignidad, pero tenia educación.

 

A diferencia de Regulus Arturus (vengan aquí les quiero regodear que me acuesto con mi hermano) Black.

 

¡Oh! Cálmate Remus, cálmate.

 

Era el lobo, solo era él lobo.

 

Había pasado años con Sirius, era lógico que de alguna manera Lunatico se viera afectado por los cambios repentinos y se sintiera confundido, a pesar de ello el podría soportar la situación si solo fuera el estúpido de Regulus  y sus insinuaciones para hacerle ver que Sirius y él estaban locamente enamorados y eran compatibles en cualquier superficie cómoda que les permitiera hacer el amor.

 

Pero ellos no eran los únicos que estaban sentados en la salita en una amena conversación hogareña.

 

Había empezado todo, esa mañana, el día que se presagiaba seria tranquilo empezó con un café. Era una cálida mañana de Junio para Remus, sus hormonas saltaban por todas partes como era común días antes de la primera luna llena del mes, nada que una poción tranquilizante no podría solucionar. Pero luego Sirius se había despertado y le había confesado de que tal vez  Regulus planeaba hacer una visita con Narcissa (una artimaña de aquel pequeño diablo para penetrar las barreras de Sirius), a medio día  Lily y James decidieron ser buenos amigos y caminar algunas calles para visitarlos junto con Adrian.

 

¿Desde cuándo ellos eran buenos vecinos? ¡Por amor a Merlín!

 

Y luego…

 

Luego Regulus y Narcissa habían llegado, y traían consigo a Lucius.

 

¡Lucius! ¡El mismo Lucius al que le había montado  el pene en su mismo lecho matrimonial hacia dos días! ¡El mismo por el que aun no podía caminar correctamente la pasada mañana!

 

 ¡¡Lucius por Morgana!!

 

Es por eso que Remus estaba refugiado en la cocina, blandiendo furioso su varita para que esta le hiciera el favor de juntar algunos aperitivos en una bandeja.  Incluso aquella situación, Narcissa enganchada al brazo de Lucius mientras hablaban con sus amigos del cómo sus hijos arribarían King Cross en solo un día, y  la incesante charla sobre bebes, embarazos, anécdotas y niños, todo aquello seria soportable si Regulus no se estrechara en el sillón junto a Sirius. Con su repulsiva mirada de “Es solo mío”  en su tonta cara de niño mimado.

 

Y por si no quedaba claro, si, Remus y Regulus no gozaban de una relación muy sana.

 

El hombre lobo tomó una gran bocanada de aire antes de traspasar el umbral de la puerta con la bandeja de aperitivos en la mano, a enfrentar la escena más estrafalaria que aquella casa habría vistó desde que Sirius había sido hechizado para que le salieran cola y orejas de perro.

 

—…así aun  no ha pasado con el pequeño Harry—la voz especulante de Narcissa le llegó a los oídos antes de que la viera hacer gestos en una acalorada charla con Lily sobre alguna anécdota  de bebes, ambas con el fervor de ser madres experimentadas empezaban a compartir vivencias, volviendo más incomodo la estancia en esa habitación para los hombres. Remus dejó a bandeja de aperitivos en la mesa, sin fijar la mirada en nadie en especifico para evitar la incomodidad de James y Sirius, la mirada punzante de Regulus o toparse con los calientes ojos de Lucius y sus recuerdos de su última noche juntos.  Tomó a Adrian en brazos, que descansaba sobre una alfombra con un hechizo anti travesuras  a un lado del sofá individual en el que se sentó.

 

El bebé lo reconoció enseguida, gorgoteó feliz con sus ojos marrón verdoso mirándolo fijamente, Remus lo balanceó en su regazo hasta que lo logró hacer reír, las mejillas regordetas y sus manitas agitándose. Con un pequeño sentimiento de satisfacción en su pecho y ajeno a las otras personas en la sala de estar que estaban o terriblemente incomodas, o en una acalorada conversación. Remus depositó un cariñoso beso en la coronilla de Adrian y lo recargo en su hombro dispuesto a hacerlo dormir.

 

No fue sino unos segundos después que se dio cuenta del silencio que había caído en la sala.

 

Levanto la vista sin esperarse las sonrisas de ambas damas, Narcissa y Lily lo miraban con sonrisas abiertas, ambas cómplices del mismo pensamiento.

 

—Remus es muy  bueno con los niños—comentó Lily, su larga sonrisa esplendorosa—, me ayudaba con Harry cuando aún era pequeño.  Harry lloraba por horas y a veces el único que podría hacerlo callar era Remus ¡Es un genio con los niños!

 

—Tampoco era para tanto—se excuso Remus.  Lucius lo observaba fijamente, Remus sabía lo que pasaba por aquella cabeza rubia  pomposa.  ¿Cómo podía mirarlo así aun cuando su esposa estaba a su lado? —Harry era un bebé muy tranquilo—acomodó a Adrian sobre su pecho y sonrió, incomodo— Al igual que Adrian.

 

—Oh, es solo cuando tú estás cerca que se comportan así— exclamó Lily.

 

—Ciertamente, Señor Lupin—Narcissa tomo un aperitivo, sonrió antes de darle una mordida—Un Gignere tan guapo como usted sin pareja, sería un fabuloso procreador.

 

Había algo más extraño que tener a esa mezcla de personas en aquella casa, el que entre ellas se encontrara la esposa de su amante, y que aquella misma mujer le alentara a  tener un hijo.

 

—Bueno… —Remus intentó excusarse,  la sonrisa nerviosa jalando de la comisura de  su boca. Adrian ya dormía acurrucado en su pecho.

 

—Es lo que siempre he dicho—Lily interrumpió entusiasmada—Allí como lo ves Remus no ha tenido un solo novio—Narcissa  concordó con Lily de que eso era inaudito, he hizo que Lucius lo hiciera igual. Sirius y James se tensaron ante la mención de un novio—Creo que, en parte, es culpa de James y  Sirius. Siempre ahuyentaron a todos  los chicos que se le acercaban en Hogwarts.

 

—Todos eran unos idiotas—James se excusó.

 

—Al igual que todos, pero me case contigo—bromeó, Lily.

 

 Narcissa rió al notar las expresiones enfadadas de ambos hombres.

 

—Siempre pensé que Sirius estaba enamorado de Remus, cuando empezaron a vivir juntos  incluso pensé que se volverían pareja.

 

—Cissy—Sirius carraspeó. Regulus estrechó los ojos, su posición incómoda junto a Sirius delataban todos sus sentimientos sobre el tema. Por primera vez Remus se atrevía a pensar que ambos sentían lo mismo.

 

—Tranquilo—ella lo relajó—, sé que no es así. Aunque te vendría bien asentar cabeza.

 

—Y tú, Regulus—Lily tanteó. La relación que ella tenía con los Black nunca fue muy solida, James intento sonreírle al hermano de su mejor amigo, casi en una súplica de que fuera educado  con su esposa—  nunca he conocido tus intenciones.  No entiendo porque chicos tan guapos como tú y Remus esperan tanto.

 

—Sinceramente… —intento excusarse Regulus, lucia exactamente como Remus hacia unos minutos.

 

“Si ella tuviera idea” fue la frase que pasó por la cabeza de Sirius y Lucius al mismo tiempo. Regulus intento forzar una sonrisa amigable, tomó un aperitivo de la bandeja y cruzó las piernas para estar más cerca de Sirius. Apenas el chico le dio un mordisco a la pasta rellena su rostro se puso pálido.

 

—¿Te pasa algo?—Narcissa inquirió enseguida, sus manos apretaron las de Regulus y él negó. Todos las personas del salón observándolo.

 

—Solo ha sido un mare- ¡Oh!

 

Apenas  el menor de los Black logró recobrar la compostura se arqueó sobre sí mismo e inhalo  profundo.

 

—Un baño ¿Dónde hay un baño?—el chillido fue amortiguado por las manos apretadas en su boca, Sirius alzó a su hermano y lo ayudo a caminar hasta el baño para invitados.  Lily y Narcissa lo siguieron apresuradas, ambas conmocionadas.

 

Tras de ellas, Lucius, James y Remus  se abrieron paso con cautela. Cuando Remus logró asomarse al baño, pudo ver cuán descompuesto estaba Regulus. El chico estaba de rodillas, apenas podía tomar bocanadas de aire antes de que más bilis se apresurara por su garganta hasta el inodoro. Sirius estaba junto a él, reconfortándolo con una mano en su espalda y apartando los mechones de pelo lejos del rostro sudoroso.

 

—Oh, Dios mío—exclamó Narcissa—No lo entiendo, hace unos minutos estaba perfectamente.

 

Ambas mujeres empezaron a especular sobre el motivo de las nauseas,  Lily mando a James por un té de menta y Lucius no pudo soportar el olor.  Una vez Regulus expulsó todo el contenido de su estomago, se acurruco junto a Sirius que lo acunó en un abrazo, Narcissa y Lily se apresuraron por el té de menta que seguro James aun no empezaba a preparar.

 

Al parecer estaban en lo correcto, porque el grito de “¡James, Por favor!” de Lily resonó desde la cocina.  Remus, aun de pie fuera del baño, abrazaba al dormido Adrian a su pecho y olisqueaba el aire, perplejo.

 

—¿Qué maldita cosa le pusiste a esos pasteles?—Regulus gruñó, sus dedos apretados a la túnica de Sirius y su afilada mirada gris puesta en él.

 

—Remus, no podría… —Sirius susurró, dudoso.  Él lo miró con los ojos muy abiertos—Dime, por favor, Remus. ¿Tú no fuiste cierto?

 

La boca de Remus murmuro algo que ninguno llegó a oír, su quijada colgaba en una expresión incredula.

 

—¿Remus? Por favor, dime que tu no…

 

—Huele a…—Remus lo interrumpió.

 

—Vomito—el chirrido de los dientes de Regulus  resonaron—Lo sabemos, y es tu culpa-

 

Remus cortó el discurso que el chico iba a decir con un gesto, sus grandes ojos avellana fijos en Sirius. De un momento a otro esos calidos ojos parecían recubiertos de una fría pared dura.

 

—Felicidades Sirius, has sentado cabeza. Serás padre—apuntilló Remus, mientras bajaba la voz para que nadie aparte de ellos los escuchara—Huele a tantas hormonas de embarazo aquí que ni siquiera sé porque no lo note antes.  En verdad, existe los hechizos anticonceptivos, ¿Los recuerdas? Esos que lanzabas antes de tener sexo conmigo.

 

—¡¿Qué?!

 

Remus sonrió, su larga hilera de perfectos dientes blancos brillantes burlándose de ambos hermanos. Él dio un paso atrás, acunó a Adrian y se marchó. Ninguno de los dos pudieron pararlo porque Narcissa venía   con el té  de menta y un concejo de alimentación matutina para los estómagos sensibles.

 

Por ahora, Remus solo quería regodearse en su dulce, dulce venganza.

 

-AprenderAVivir-

 

El expreso de Hogwarts estaba rebosante aquel año, la tristeza de a separación estaba  apretada en los corazones de los alumnos más jóvenes, pero la esperanza de hacer planes para encontrarse en verano o de el próximo curso era aun más alentadora.

 

—Aun no puedo creer—Hermione murmuraba extasiada—, que haya sido todo un año ¡Pasó tan rápido!

 

El pequeño trió apenas podía trasladarse por los pasillos repletos de los vagones. Cargaban varias chucherías del carrito  para picar mientras llegaban a la estación.

 

—Bueno, por los menos ahora no tendremos tareas—Ron embozó una gran sonrisa y le dio un mordisco a su caldero de calabaza.

 

—Nos han dejado tarea, Ron—Harry se quejó.

 

—Lo dices como si fuera una mala cosa—Hermione apuntilló con mal carácter mientras Ron se quejaba—¿Qué esperan hacer en las vacaciones si no es practicar?

 

—Pues nada ¡Esa es la gracia de las vacaciones!—exclamó Ron.

 

—Oh bueno, por lo menos no es tanta tarea—Harry abrió el compartimiento donde estaban sus maletas—Además, vamos a ir a tu casa, Ron. ¿Lo recuerdas?

 

—Oh sí, tengo que decírselo a mi mamá—el pelirrojo se echó en los asientos. Aburrido.

 

—Mis padres seguro aceptan. ¿Y los tuyos Harry?—pregunto Hermione, que al contrario de Ron se sentó de manera adecuada en el asiento.

 

—Espero que sí—murmulló—No sé realmente si estén de humor.

 

Harry no sabía cómo reaccionarían sus padres desde hace unos meses, a veces gritaban negándose, otras aceptaban sin más.

 

Los tres comieron mientras hablaban trivialidades hasta que Hermione tragó un gran bocado de rana de chocolate y miró con el ceño fruncido a Harry:

 

—¿Ey, no tenias tres galeones y un Sickle?

 

—Si—Harry asintió—¿Por qué? Si quieres que te preste algo tengo más en mi maleta.

 

—Oh, no.—Hermione negó.—Pero compraste solo una rana, tres calderos y grageas. ¿No te tuvieron que sobrar un par de Sickle’s o un galeón?

 

—Oh. Compañero—Ron murmuró—Te olvidaste de pedirle el restante a la señora del carrito.

 

—Está bien—Harry rodó los ojos, se puso de pie con movimientos pesados—Iré por ella, debe estar en el quinto vagón.

 

—Si no la encuentras dile a Percy que te diga donde descansa, el sabe todo eso—Ron le gritó antes de que cerrara la puerta.

 

—No era necesario gritar, Ronald— escuchó a Hermione decir tras la puerta.

 

No escucho la respuesta de Ron.

 

Después de unos cuantos minutos logro encontrar  a la señora, un vagón más allá de lo que esperaba. Ella rememoro su compra y afirmo que le sobraban unos cuantos Sickle’s y Knut’s, Harry  recordó  guardarlos en su bolsillo y darle las gracias a la señora.

 

El carrito se marchó y solo entonces fue que se percato de quienes  ocupaban el compartimiento que había atendido.

 

—Potter—dos voces exclamaron, una fue la de Astoria, que con su dulce rostro le daba una gran sonrisa, y la otra fue la de Draco, su  cara malhumorada refulgiendo en puro desprecio.

 

Daphne  y Pansy que estaban sentadas junto a Goyle,  Crabbe y Theodore, enseguida se quejaron de su suerte, se armaron de sus guantes y enseguida se fueron por la misma puerta en donde Harry estaba congelado sin saber que hacer frente a la chica que gustaba de él y el chico que lo odiaba a muerte.

 

—Así que Potter, ¿Acaso ya no puedes hacer algo bien sin tu novio?

 

—Draco—Astoria exclamó.

 

Harry se sonrojo cuando se dio cuenta de lo que Draco quería decir.

 

—Cedric no es mi novio—replicó  Harry, con las mejillas sonrojadas, su rostro confidenciaba todo lo contrario.

 

—¿Entonces porque te sonrojas?—le recriminó Draco, se puso de pie y caminó hasta acercase a Harry con sus ojos estrechados en una fina línea color gris. Harry sintió como esos ojos le recorrieron de arriba abajo—Eres tan insípido como tus gustos,  Diggory no es más que un mago de baja categoría.

 

—¡Draco!—Astoria volvió a exclamar, esta vez sonaba enojada.

 

—Oh, vamos—él la calló—Diggory es despreciable, un maldito traidor a la sangre.

 

—¡No te atrevas a hablar de él así!—Harry alzó su puño justo en el momento indicado para que Draco no lo viera venir, el chico rubio no esquivo el golpe pero si pudo responderlo enseguida, sus claros ojos grises  llenos de furia.  En pocos minutos una pelea se había desatado en medio del pasillo, Harry era menudo, pero luchó con todas sus fuerzas hasta que pudo  hacer que Malfoy retrocediera por un golpe en la barriga.

 

Draco, aun impresionado, se ajusto las mangas y saltó sobre Harry hasta que lo estrelló contra el piso del tren, una pequeña multitud ya se había amontonado alrededor de ellos.

 

—¡Que está pasando aquí!—una voz dura interrumpió a Draco de darle un golpe en la nariz a Harry, era Percy Weasley. El chico pecoso enseguida  embozó una cara inexpresiva cuando vio a ambos chicos en el piso, ambos tenían pequeñas manchas rojas a la vista que no eran lo suficientemente graves como para volverse moretones, además del sudor y el sucio parecían muy lastimados—Pónganse de pie— Percy bramó, la cabeza roja de Ron se asomo entre la multitud, su rostro compungido.

 

Harry y Draco hicieron lo que dijo. Ambos con los hombros erguidos y la cabeza en alto.

 

—Ambos vayan a lavarse a cara, no puedo hacer nada porque ya finalizamos el año, pero apenas llegue el primero de septiembre les juro que les conseguiré unas cuantas detenciones—los amenazo con el dedo—¡Y ustedes marchad!

 

Todos los que se habían amontonado corrieron por los pasillos, listos para contar lo que habían visto.

 

—Harry, ¿Por qué hiciste eso?—Hermione le reprendió en  voz baja.

 

—Viejo—Exclamó Ron, por un momento pensé que Malfoy te quebraría a la mitad.

 

—¿Estás loco?—Theodore susurró en el oído de Malfoy—Pudiste hacerle daño, has dado tremendo espectáculo.

 

—El iba a estar bien.—Draco gruño.

 

—¿Bien?—Blaise se unió— Míralo nada más.—le señalo, miró a Harry por encima del hombro de Draco—Tal vez no se note pero le diste golpes tan fuertes que debajo de la túnica ya debe tener un moretón.

 

—Y que importa, se lo merecía. Pretendió golpearme y salir ileso…

 

Theodore lo miro con sus ojos frios, e dio un golpecito en el hombro mallugado.

 

—Anda. Tenemos que ir al baño.

 

Hermione arrastro a Harry en la dirección contraria, al baño del otro vagón,  Ron la acompaño tartamudeando.

 

—Por Merlin, gracias a Dios no se dieron en la cara. Si no los hubiera expulsado.

 

—No es para tanto—Harry gruño.

 

—Vamos—Hermione insistió—¿Que te dijo para te pusiera así?

 

—Sí, Harry. Nunca te vi tan enojado—apoyó Ron.

 

—Insultó a Cedric.

 

Hermione apenas pudo entender el suave murmullo que salió de los labios de Harry, ella entrecerró los ojos, se mantuvo pensativa por un segundo y luego asintió.

 

—Ron, pásame el botiquín que está en la esquina, aun podemos hacer magia dentro del tren asi que vere que puedo aplicar en esas marcas.

 

Harry tenía la leve sensación de que Hermione sabía algo que él no.

 

-AprenderAVivir-

 

Para cuando llegaron  a King Cross, Draco y Harry estaban perfectamente, como si ninguna pelea se hubiera tendido entre ambos.  Los dos chicos se encontraron al salir, pasaron por el arco del triunfo el disimular y se miraron con los ojos más venenosos que encontraron en su repertorio.

 

Fue Narcissa la que se dio cuenta de  cómo su hijo y el pequeño Potter se miraban el uno al otro como enemigos mortales.

 

—¿Has visto eso? —ella confidencio a Lucius, el hombre asintió, sus agudos ojos clavados en el par de chicos.

 

Hermione rompió la pequeña riña de miradas, empujó a Harry y se despidió, recordándole  la reunión en la casa de Ron, ella lo miró por unos segundos más antes de alejarse. A lo lejos, la familia Potter  charlaba con los Weasley, Remus y Sirius estaban apartados sin dirigirse una sola palabra. 

 

—Ey, vengan—Los gemelos les palmearon los hombros, Percy pasó junto a ellos y miró con ojos acusadores a Harry.

 

—En un momento—Ron tartamudeó.

 

—¿Los golpes no se notan?—Harry preguntó, nervioso.

 

—Para nada—Ron cuchicheó—Vamos allá, se están exasperando.

 

Harry miró con duda hacia su familia, los golpes debajo de la ropa empezaban a dolerle, y de algún modo sentía que si se enfrentaba a sus padres ocultándoles que se acababa de pelear sería terrible.

 

—¡Ey, Harry!—Cedric estaba apenas en la salida del tren, pero lo llamaba mientras agitaba la mano para llamar su atención—¡Ven aquí!

 

Harry dudó por un minuto.

 

—Adelántate tu—le dijo a Ron, mientras trotaba hacia Cedric.

 

Ron camino hasta su familia, esperando ya el abrazo rompe huesos de su madre y las burlas de los gemelos, su padre le revolvió el cabello con cariño.

 

—Ron, cariño— la dulce voz de Lily llamó su atención, ella sostenía a el inquieto Adrian con sus dos manos—¿Con quién habla Harry?

 

Ron miró hacia atrás, Cedric estaba inclinado sobre Harry, ambos sonreían confidentes.  De vuelta con los Potter, los  de Harry padres parecían casi asustados, a espera de la respuesta de Ron.

 

—Es un amigo—respondió con sencillez.

 

—¿Amigos?—George se burló enseguida.

 

—¡¡Ellos no son amigos!!—Exclamó Fred, jovial. El rostro de Lily, a comparación,  parecía cada vez más pálido.

 

—Son como mugre y uña, se la han pasado todos estos meses juntos. Aunque claro, no son tan buenos como nosotros ¿No es asi Feorge?

 

—Por supuestos Gred.

 

—Genial—Percy puso mala cara—Otro juego de palabras.

 

Molly reprendió a su hijo enseguida.

 

—Oh, amigos—la voz temblorosa de James Potter murmulló, la pareja volvió a voltear donde había estado Harry, el niños se despidió de Cedric con una cálida sonrisa, escondió algo en su bolsillo y corrió hasta su familia.

 

—¡Mamá, papá!

 

—Harry, Campeón—las sonrisas de sus padres los recibieron.

 

Desde lejos, una mirada gris tormenta deseaba fusilar toda la felicidad que Harry guardaba en su sonrisa. 

Notas finales:

Tardo un tiempo terminarlo, porque era escribir y escribir y no quería terminar. Asi que es uno de los capítulos de esta historia más largos, es una especie de recompensa por haberla dejado olvidada por tanto tiempo. Pero puedo decir que la vida real me jala cada vez con más insistencia.

 

Espero que les haya gustado.

 

Bye.

 

Aclaraciones:

 

Me han hecho algunas preguntas muy parecidas del porque Draco considera que Harry sería mejor un Gignere y el porqué  Lily y James a contrario lo consideran tan terrible. Pensé que lo había dejado claro antes, pero me temo puedo explicarlo con un poco más de detalle. La verdad, Lily y James están asustados por su hijo, al que han mantenidos sobreprotegido y no ha gozado de muy buena salud, él está empezando una nueva etapa de su vida y consideran podría tener experiencias que lo lastimaran, además de que si llegara a ser publico el que Harry es fértil su “custodia” (aunque en realidad seguiría viviendo con su familia) pasaría al ministerio y luego no tendría palabra de con quien se casaría debido a su estado de sangre mestiza.  Ellos en resumen tienen miedo del futuro de su hijo si no pueden protegerlo. Draco por otra parte piensa en el sentido egoísta sangre pura,  el piensa que la sangre de Harry (en realidad todo él) tendría alguna esperanza si fuera Gignere porque según las costumbres significaría que podría casarse con un sangre limpia y tener hijos  sangre limpia, también tienen que tomar en cuenta que estos dos niños sienten algo el uno por el otro aunque en realidad no estén consientes de ello y mucho menos tengan idea de que es,  así que Draco inconscientemente esta adecuando a Harry a sus deseos.

 

Amour Manquer: Significa amor errado.

 

 (1*)  Las protecciones del Hogwarts: Tengo una pequeña teoría sobre las protecciones de Hogwarts, pienso que tal vez estas son tan antiguas y complicadas que solo dejan entrar a cualquier invasor  que no tenga objetivos inmediatos de causar daño o perjudicar al castillo tanto como sus habitantes. Eso explicaría el porqué algunos trucos de Sirius (como el de las películas y en los libros cuando el castillo lo dejo salir o incluso los amigos de Bill cuando en el primer libro fueron a buscar a Norberto sin ningún problema en medio de la noche) funcionaron.

 

Hay un especie casi extinta, muy poco vista, se llaman “Review” si usted alguna vez encuentra uno, déjelo en la caja de allí abajo ¿Se imagina ver uno? ¡Qué cosa increíble!


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