Un espeso silencio se formó entre los integrantes de la familia Vongola, para empezar Mukuro y Hibari estaban disfrutando del evento mientras golpeaban a diestra y siniestra a los miembros de la familia Calcassa, Nana y Yamamoto estaban más que emocionados por el evento que se estaba llevando a cabo, Gokudera estaba listo para defender a Juudaime de cualquier altercado, Reborn sonreía, Lambo pensaba en huir del lugar, y como cereza del helado Ryohei estaba perdido.
— Mamma —llamo Reborn a Nana—, al parecer Tsuna y sus amigos tendrán que ayudar en el evento.
— Ara, ¡Buena suerte chicos! —les deseo alegremente la castaña.
— Dame-Tsuna hay que apurarnos, porque conociendo lo temperamentales y sensibles que son Hibari y Mukuro no tardaran mucho en intentar matarse mutuamente.
— Hiiiii, pero… Yo —Tsuna comenzó a hablar entrecortadamente.
Reborn chasqueo la lengua y le dio un golpe en la cabeza a su alumno.
— Tsuna, debes mantener la calma, ¿después de todo eres el jefe? —inquirió el mayor—, no puedes dejar que tus guardianes actúen por si solos, en especial ese par.
— Hiiiiiii, tienes razón… Aunque me asustan las consecuencias —asintió Tsuna.
— No se preocupe Juudaime, si ese par de idiotas se niegan a obedecerlo siempre podemos llenarlos de explosivos —aseguro Gokudera mientras le mostraba al castaño sus manos llenas de bombas.
— Relájate Gokudera —sugirió calmadamente Yamamoto.
— Estúpido —chasqueo la lengua Gokudera.
— Lambo —hablo el hitman—, encárgate de proteger a mamma, si algo le pasa —sonrio—, desearas estar tres metros bajo tierra.
— Yo la protegeré con mi vida —aseguro Bovino.
Un grupo de visitantes empezó a decidir por cuenta propia, “acerca de que familia controlaría la situación”.
— Nosotros, la Familia Difo, manejadores de Asia asumiremos el mando de esta batalla —dijo un hombre acompañado por dos de sus subordinados.
— No. Nosotros la Familia Beccio, defensores de a tradiciones y la formalidad en la alianza. Somos aptos para liderar —debatió el hombre vestido de traje negro mientras sostenía una pistola.
— Tienen que estar bromeando —se quejó un hombre de playera morada—, ¿Qué planean hacer sin la Familia Neuvo?
Tsuna observo a los hombres mientras pelaban por el mando momentáneo de aquella batalla.
— ¡Nuestro Juudaime es el más apto aquí para ser el jefe! —rebatió Gokudera mientras señalaba a Tsuna.
Los líderes de las demás mafias, dirigieron su mirada a Tsuna.
— ¿Décimo? —comento uno con saña.
— ¿A cuál pequeña Familia se supone que pertenece? —cuestiono el hombre de traje.
— ¡A la Familia Vongola! —espetó Gokudera.
Los integrantes de las diferentes familias guardaron un momentáneo silencio, algunos estaban sorprendidos de que el próximo jefe de Vongola se encontrara en ese lugar, no faltaron comentarios y murmuraciones como:
— ¿Ese es el próximo jefe de los Vongola?
— Nunca lo había visto.
Por lo que los presentes optaron por hacer una reverencia en señal de respeto, diciendo: — Nos disculpamos por nuestra descortesía.
— Ahora sabemos quién es nuestro líder —dijo el hombre de playera morada.
— Tradición, formalidad, tamaño y fuerza; en todos los aspectos los Vongola son superiores —recalco el hombre de traje.
— ¡ESCUCHEN TODOS!... ¡SIGAN A NUESTRO LÍDER, EL DÉCIMO VONGOLA! —grito el jefe de la Familia Asiática.
Satisfechos los presentes aclamaron al Décimo, mientras Tsuna estaba impactado, a su lado Gokudera y Yamamoto estaban alegres, Lambo apoyaba desde distancia.
— Tal y como lo dije, Tsuna tu eres nuestro líder —le comento Yamamoto.
— ¡Por supuesto!, no hay nadie más apto para ser el jefe —completo Gokudera entusiasta.
Tsuna, difícilmente pensaba en sí mismo como alguien capaz de ser un líder, para empezar sentía que le faltaba la determinación y el coraje característico de los líderes, además de que no se creía capacitado para tomar decisiones que o bien podían ser un éxito o estar destinadas al fracaso. Y sobre todo porque él no deseaba ser un mafioso, él quería una vida pacífica y simple. Pero desde la aparición de su espartano tutor comenzó a pensar que eso sería más que imposible.
— Tsuna, no todos los líderes son aquellos que son aptos para el cargo —menciono Reborn—, algunos de hecho nunca hubieran deseado ser líderes… Pero no es por ti, es por aquellos que te seguirán.
— Yo… —comento dubitativo el castaño.
De pronto se escuchó el sonido de un disparo, y se vio un rayo dorado que se dividía en varios rayos de luz y al impactarse contra las embarcaciones enemigas las destruyo.
— Hiiiiiiiiiiiiiiiiiii —grito Tsuna al ver tal poder de destrucción.
— Debe ser alguien sumamente fuerte —comento Hayato—, ¿Qué opina Reborn-san?
— Fue Colonello —informó rápidamente el hombre de patillas—, después de todo él es el encargado de cuidar este lugar. Solo alguien sumamente estúpido o idiota intentaría un ataque frontal en contra de Colonello.
Reborn, sonrío de lado. En su mente imaginaba quien era el tonto que intento invadir Mafia Land.
Un par de minutos después Colonello se acercó con una sonrisa de oreja a oreja.
— Fue demasiado sencillo —murmuro el rubio.
— Maximum Rifle, supongo que sigues siendo algo impaciente —le espetó Reborn.
— Era más fácil, que esperar a que terminaran con los Calcassa esos dos —dijo mientras miraba a Hibari y Rokudo, quienes estaban completamente mojados con el agua de mar.
— Te morderé hasta la muerte —amenazo Hibari mientras sujetaba su par de tonfas.
— Inténtalo —lo reto Colonello— pero recuerda Dorothy, ya no estás en Kansas —. Sonrió burlón.
Hibari le envió una mirada asesina a Colonello. El presidente del comité disciplinario de Namimori agarro fuertemente sus tonfas y se lanzó al ataque, Colonello detuvo el ataque con su rifle.
— Es todo lo que tienes, mocoso.
Reborn miraba todo, cuando vio a Mukuro completamente calmado.
— ¿No vas a intervenir? —pregunto el hitman.
— Un poco de humildad no le sentaría nada mal a Kyoya-kun —respondió.
— O sea que piensas molestarlo si pierde.
— Tal vez.
— Tsuna, se supone que debes tener bajo control a tu guardianes —comento Reborn mientras miraba inquisitivamente al castaño—, además no sabemos dónde se encuentra Ryohei.
— Pero…
— Deberías intervenir Tsunayoshi-kun —apoyo Mukuro la idea.
— No lo haces nada mal Dorothy.
— Eres fuerte —respondió Kyoya—, va a ser divertido acabar contigo.
— Si es que puedes —lo reto el rubio.
El hitman lanzo a Tsuna dentro de la pelea.
— Hibari-san —hablo con voz muy baja.
— Apártate herbívoro.
— Pero Hibari-san, Colonello es la autoridad de este lugar.
Hibari chasqueo la lengua fastidiado. Es cierto que odiaba que molestaran la paz y tranquilidad.
— Dejémoslo para otro día —aseguro Colonello—, aún tengo que arreglar lo de la familia Calcassa.
— Colonello, pero acabaste con los barcos —interrumpió Tsuna.
— Sí, pero…—fue interrumpido el rubio, por una voz.
— ¿POR QUÉ ESTÁN AQUÍ?
Las miradas se concentraron en él recién llegado. El individuo poseía cabello es de tono índigo y morado intenso, despeinado, en su mano derecha sujetaba una casco morado con blanco y la insignia de un pulpo (emblema de la familia Calcassa). Sus orbes son de la misma tonalidad de su cabello demostraban cierta indignación al encontrarse con Reborn y Colonello. Utilizaba un traje de cuero de la misma manera que sus subordinados utilizan.
— Solo es Skull —dijeron al unísono Reborn y Colonello.
— Reborn-senpai… Colonello-senpai —pronuncio con cierta presunción.
— Solo alguien tan idiota como tú intentaría atacar este lugar —hablo Reborn.
— Acabe con todos tus barcos de combate, en serio crees que tú solo ibas a lograr invadir el lugar que está bajo mi cuidado.
Reborn y Colonello empezaron a ignorar a Skull.
— ¡No me ignoren¡ —grito furioso Skull, casqueo los dedos, y pronto apareció detrás de él un pulpo de color rojo.
— Así que todavía tienes a ese pulpo —hablo Reborn—, está de buen tamaño… ¿Por qué no lo cocinamos a la parrilla?
— Oodako —Skull llamo al pulpo mientras movía las manos.
— Hiiiiiiiiiii —grito Tsuna—, es otro de tus amigos Reborn.
— No. Él es mi recadero —informo el mayor.
— Ustedes se arrodillaran ante mí, el gran Skull. Yo el “El Stungman Inmortal”, he sido enviado por la familia Calcassa para invadir este lugar.
— Te morderé hasta la muerte por perturbar la paz.
— Hi…bari-san —tartamudeo el castaño.
— Skull, en serio crees que puedes desobedecer a tus senpais —informo el rubio—. Además ya no veo a ninguno de tus hombres por la isla, solo están tu pulpo y tú.
— Ex-arcobalenos —comento Mukuro mientras los miraba fijamente.
— Así que te dice cuenta, Mukuro —afirmo el hombre de fedora.
— Lo supuse… Al mirarlos, aunque el Stugman parece un idiota y militar también. No tengo dudas.
— Como te atreves a insultar al gran Skull —bramo Skull.
— Kufufu, solo digo lo que veo.
— Todos deberían calmarse —pidió Tsuna.
— Juudaime, deje que se maten —rogo Gokudera.
— Tsuna, solo están divirtiéndose —hablo Yamamoto.
— Kufufu, si hay que dejar que se maten —sonrió Mukuro.
Skull chasqueo los dedos, y el pulpo movió sus tentáculos atrapando a Tsuna.
— Bájame —pidió Tsuna.
— Suelta a Juudaime —amenazo Gokudera mientras incendia unas cuantas bombas.
— Supongo que comeremos algo de pulpo —sonrió Yamamoto mientras convertía el bate en katana.
— Déjenmelo —pidió el hitman—, después de todo debo reeducar a mi recadero.
— No te tengo miedo —aseguro Skull.
— Tsuna, vayan a buscar a Ryohei y no ocasiones problemas, nada de peleas Mukuro, Hibari. Gokudera no vueles nada. Si algo pasa dame-Tsuna te hare responsable —aseguro el mayor.