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Dead silence por lorienficachi

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Notas del capitulo:

El final, espero que les guste. 

Un movimiento le advirtió la presencia de alguien a su derecha, y rápidamente se volvió hacía allí. A pocos metros se encontraba el chico de rastas, quien debía ya tener por lo menos 28 años y se mantenía joven, al igual que hacía 11 años. Sus ojos se encontraban dorados, y no rojos, como lo había visto la última vez y como lo veía en sueños.

– Hola Bill – saludo cordialmente mientras caminaba a su alrededor.

La voz del muchacho era grave y profundamente seductora. Aunque eso no evito que Bill se levantara de un salto y retrocediera unos pasos.

– ¿Cómo sabes mi nombre? – preguntó con miedo y evitando mirarlo directamente a los ojos.

El rastudo rio y se inclinó hacia él, y el no pudo moverse.

– Me lo dijiste en tus sueños – susurró a su oído y le acarició con ternura la cintura. Entonces se irguió de nuevo y Bill no pudo evitar mirarlo a los ojos. El de ojos dorados no le soltó de su agarre.

– ¿Cómo te llamas? – preguntó el moreno, ya sin miedo en la voz.

– Tom – respondió con tono atrayente – y creo que tenemos algo pendiente. Tú me debes algo, y lo sabes – se acercó otro poco más y le rodeo por completo la cintura. Empujó su pelvis hacia delante y Bill pudo sentir su erección.

– ¿Me lo entregarás ahora? – preguntó besando su cuello.

– Sí… – respondió jadeando.

Su espalda da de improvisto contra un árbol. Los labios de Tom se habían apoderado de los suyos. Sus brazos lo habían encerrado entre la corteza del árbol y su cuerpo. Bill solo atinó a pasar sus brazos por el cuello del otro. Sus labios se rozaban con ansias.

Las piernas de Bill temblaban, ahora que no estaba cubierto por la sudadera del otro. Una ráfaga helada le mando un escalofrío por todo el cuerpo.

– Espere once años para esto – jadeó Tom.

El calor le recorría la entrepierna a ambos, pero solo a Bill esto podría haberle causado la muerte. El calor estaba en su imaginación, y en la realidad estaba helando.

La lengua de Tom exploraba la boca de Bill y este le correspondía a su manera, pero rehuyendo aquellos colmillos tan filosos que poseía su amante. Una de sus manos comenzó a buscar por debajo de la playera del moreno. Estaba fría, como si hubiera metido la mano en un balde de agua con hielos. Lo frío de su tacto contrastaba con lo caliente de su piel y cuando un par de dedos se cerraron sobre uno de sus pezones, le provocó otro escalofrío, pero esta vez placentero.

– ¡Ahh! – gimió y sintió la presión en sus pantalones. La erección casi le dolía.

Tom volvió a presionar con fuerza aquel botón rosa y Bill tembló, era placentero y dolía al mismo tiempo. Un gemido quedo atascado en su garganta cuando su amante se pegó hacia el por completo y lo envistió suavemente, aún con la ropa puesta.

Bill sentía que no debía permitir eso, que era eso lo que había tratado de evitar todos esos años. Sabía cómo acabaría, el recuerdo de la chica inerte aún persistía en su memoria, pero ya no podía hacer nada, ni su cuerpo ni su mente podían ya echarse para atrás.

No muerdo – comentó irónicamente – puedes tocarme.

Con algo de inseguridad Bill movió las manos del cuello del otro y las subió hasta sus rastas. Dudo un instante y al segundo siguiente quitó con brusquedad la gorra y se deshizo de la bandana. Él se inclinó y mordió su labio inferior, a pesar de su promesa, para luego besarlo una y otra vez, y jugar con él. Sus manos frías viajaron por toda su columna y se detuvieron para sostenerlo de la cintura. Mientras, el moreno aprovechó ese gustoso tacto para liberal al otro de su ropa. Tironeo con fuerza hasta que logró sacarle esa enorme playera que traía. Tom se inclinó y su lengua comenzó a viajar por su cuello, hasta su oído, donde lamió eróticamente su lóbulo.

– ¡Mierda! – gritó sin poder evitarlo, cuando miró el cuerpo atlético de su amante, quién sonrió y se apresuró a bajarle los pantalones.

Su cuerpo se llenó de temblores cuando estuvo expuesto en su totalidad al frío de diciembre.

– Estas muy duro – comentó él con un dejo de burla en su voz – Y esto – tomo una de las manos de Bill y la llevó hasta su hombría – es por tu culpa.

Dicho esto lo empujo un poco, logrando de Bill cayera sobre el césped. Desde ese punto pudo observar cómo comenzaba a bajarse los enormes pantalones, apenas lo suficiente como para que el moreno pudiera observar a lo que prontamente estaría entrando y saliendo de él. Jadeó y se apresuró a quitarse la playera, que aún tenía encima.

– ¿Para que usas ropa tan grande?

– Es mi estilo, William – respondió el rastudo con una risita en los labios.

Dejo caerse de rodillas entre las piernas y fusiono sus labios con los del moreno de nuevo, sus lenguas se encontraron con más ansias que antes. Hasta que Bill dejo caer los brazos a los lados, en espera de su amante, que se desnudó por completo ante él. Se llevó una mano a la liga que mantenía sus rastas en una coleta, la halo y éstas fueron a dar sobre sus hombros. En ese momento… Bill deseó con ansias tocar aquella piel, y que él tocara la suya.

– Bésame –pidió el rastudo con la voz ronca.

Hizo mucho calor de repente. Sus pieles estaban brillante, sudorosas. Sus miembros se rozaban con cada movimiento. El moreno mantenía las manos en la espalda del otro, y se dedicaba a rasguñarla. Mientras, sus labios se devoraban mutuamente, sus lenguas jugaban. Bill dejó de arañar la espalda del otro y acarició su marcado estómago, claro, seguramente tenía mucho tiempo libre para ejercitarse. Tom solo se rio y se dedicó a besar apasionadamente el cuello del otro. Le dio un mordisco suave al mismo tiempo que se restregaba contra él, dejándolo sentir su erección por completo. Bill gimió y como respuesta tomo entre sus dedos el duro miembro de Tom, y comenzó a sacudirlo. El rastudo jadeó.

– Entra en mí – le susurró con tono de desesperación el moreno a su amante.

Tom no perdió el tiempo y lo atrajo hacia sí de los pantalones, logrando quitárselos por completo. Acomodo las caderas del otro a la par de las suyas. Se inclinó y dejo una lengüetada por el vientre plano del otro. Bill sabía que ese momento no duraría… el único consuelo que le quedaba es que disfrutaría con él. El rastudo tomo su miembro, lo coloco en la entrada de William y sin piedad ni miramientos entro en el de una sola estocada.

– ¡Aaahhh! – gritó. El miembro de Tom era grande y grueso, nada agradable de sentir en esa parte.

Comenzó a moverse, arrancándole quejidos a Bill y lágrimas también. Aquello dolía. Apretó los dientes, aguantándose los gritos de dolor. Tom miró la entrada de su amante, tenía un poco de sangre la garganta se secó y sus pupilas se dilataron. No… debía aguantar. Se detuvo de improvisto.

– ¿Por… que paras?

– Te duele – afirmó – acaríciate – le ordenó.

Bill comenzó a hacerlo, no podía desobedecer. Bajo lentamente su mano, y su roce le provocaba escalofríos. Finalmente su mano se cerró sobre su miembro, subió y bajo, subió y bajo una y otra vez. El dolor despareció casi al instante y el placer lo reemplazó. Tom comenzó a moverse sobre él de nuevo, sus alientos se mezclaban en uno con cada jadeo. Por fin sus cuerpos se unían en uno. Bill sentía calambrazos de placer recorriendo su columna con cada movimiento que el otro hacía. Su miembro era estimulado en la punta por el vientre del rastudo.

– Ya… no puedo… más  – gimió agudamente el moreno.

– Diablos… – jadeó Tom con una voz más grave y más ronca. Tenía la mente en blanco, y solo consiguió penetrar a su amante más fuerte si aún se podía, empujando su pelvis más fuerte contra la entrada del otro.

Bill lo tomó de los hombros y rasguño desde ese punto y hasta su espalda baja. Se sentía morir, quería venirse, y no faltaba mucho.

De repente Tom hizo un movimiento, rodando hacia un lado, y colocando a Bill encima. Comenzó a penetrarlo de esa manera, el rito era brutal.

– Tom… voy a venirme… - anunció con voz temblorosa.

Ante esto el rastudo miró con ansias el cuello de Bill y se mordió los labios. Sus pupilas estaban completamente dilatadas.

– ¿Tom? – susurró con cansancio y excitación.

– ¿Si? – preguntó sin interés alguno en lo que iba a decirle.

– Creo… que quiero pasar toda la eternidad junto a ti… - dijo sinceramente.

Tom cambio la expresión que tenía por una de desconcierto ¿qué había dicho? Detuvo las estocadas justo cuando tocaba la próstata de Bill, causando en este el orgasmo. Su interior se estrechó y miles de gotitas blancas volaron por el aire, yendo a parar a su pecho y el del otro. Mientras, el semen de Tom llenó los interiores del moreno.

Al día siguiente en alguna casa del pueblo, dos amigas hablaban de algo espantoso.

– ¿Te enteraste de lo que paso? – preguntó con ganas de cotillear.

– Sí, es horrible – contestó la otra con expresión apenada – ¿Hay algún testigo? ¿Alguien descubrió el cuerpo?

– Sí, un niño de apenas 6 años, su nombre es Georg.

– ¿Cómo lo sabes? – preguntó desconfiada.

– Es hijo de la amiga de mi madre… él dice que despertó en medio del bosque y que ahí vio a Bill teniendo sexo con un chico… dice que Bill estaba encima del muchacho gimiendo…  y de repente el chico le degolló, parecía que solo fue un rasguño, pero la piel se abrió ¡y la sangre cayó sobre el rostro del muchacho, que la saboreo!

– ¡Eso es inaudito! ¿Alguien le creyó?

– ¡Pues no! Son cuentos que cualquier niño inventa... Su madre lo encontró dormido en el bosque. Más tarde la policía encontró el cuerpo de Bill, Simone está destrozada.

– Pues sí... Ese niño me recuerda al propio Bill cuando era niño.

– Es exactamente lo que estaba pensando.

 

FIN

Notas finales:

He ahí. Espero les haya gustado. 


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