Las prendas fueron despojadas lentamente y sin prisa, una por una hacían su breve recorrido al piso en silencio mientras Doble D me conducía con suavidad al borde de la cama entre delicados besos, en un ritmo tan suave y lento que era frustrante. Caí sobre mi espalda, él se acomodó sobre mí, lo sentía temblar, tal vez de emoción tal vez de vergüenza, tal vez por ambas. Sus labios crearon un camino hacia mi cuello, ahogaba gemidos; mis manos se deleitaban con la sensación de su calor. Yo quería el control, pero esa noche él no estaba dispuesto a cederlo.
— —¿Kevin?— pregunto cuando las posiciones se invirtieron. Me gusta cuando mi peso aprisiona su frágil complexión.
— —Silencio. Lo único que quiero que salga de tu boca son gritos impacientes que pidan más y claro gemidos de placer. — lo incite mientas mis dedos delineaban sus labios.
— Puedo usarla para algo más que eso. — apenas termino la frase me sentí indefenso, lo rete con la mirada y él no se retractó.
La calidez de su boca y el juego constante me hacían enloquecer; no entendía desde cuando su lengua poseía tal habilidad. Era yo quien no paraba de gemir, sostenía la base de mi miembro con firmeza, iba a un ritmo lento pero acertado, quería rogarle por un poco más de velocidad, pero me contuve.
— ¡Detente!— ahogue mi grito apartándolo cuando sentí que podía hacerlo tragar una parte de mí. Él me miro triunfante y le ofrecí mi mano. — no quiero que esto termine tan rápido— se sentó de nuevo en mi regazo.
Era más placentero de lo que había pensado, mientras sus caderas se movían sobre mí a un ritmo delicioso con una música muda yo observaba su rostro, su cuello, su pecho, todo Doble D parecía que se escapaba de la realidad y yo a su lado; era una imagen embriagante. Nublaba mi juicio con el canto de sus gemidos y su baile preciso, perfecto, ambos en una simultaneidad casi imposible; a veces la regularidad del movimiento se volvía lento para después acelerarse y volvía a ser pausado. Me torturaba, yo sólo mordía mi labio inferior mientras me montaba con furia y al mismo tiempo con amor. Nuestros cuerpos estaban perlados de sudor y en la oscuridad el cuerpo de Doble D brillaba cubierto de polvo de estrellas. Su respiración más acelerada me indicaba que estaba cerca de la culminación, mi momento de ser un actor había llegado.
Levante la espalda y me acerque a sus labios entre abiertos, lo abrace y recorrí su espalda y piernas con la punta de mis dedos; con lentitud dimos la vuelta y él quedo atrapado entre mi peso y el colchón, no podía dejar de saborear su saliva y volverme loco con el aroma de su existencia, era una adicción, quería ponerlo de rodillas y desgarrarlo de forma brutal, podía hacerlo, pero eso no sería muy diferente de nuestros encuentros casuales antes de saberlo mío por completo, ahora podía saborear, acariciar, morder y explorar sin miedo toda una noche, a cada instante, a cualquier hora; por eso preferí tenerlo de frente, ver sus ojos y continuar con un ritmo acelerado y cuidadoso. Noté sus ojos cerrarse, tan poco tiempo nos faltaba a ambos, masajee su miembro con mi mano y sus músculos se tensaron alrededor de mí y ambos alcanzamos el clímax al mismo tiempo. Lleno su interior y siento su cálida semilla en mi mano, nuestras respiraciones se regulan con lentitud.
— Me duele la garganta y siento adormecido todo el cuerpo. — me mira molesto.
— Lo siento, yo…— suspira, toma mi mano y la acerca a su pecho, siento el latido acelerado de su corazón… es mágico.
— Tranquilo. No voy a irme a ningún lado, no le pertenezco a nadie más ¿entiendes? Ahora estoy contigo.
— Sí… Lo he dicho antes y no me canso de repetirlo: te amo. — lo beso con calma.
Pasamos resto del tiempo que nos ofreció el manto nocturno en posiciones clásicas y nuevos experimentos corporales, todo era nuevo, realmente sentí que en cada ocasión nos volvíamos uno. La necesidad de dormir llego casi entrada la mañana con los cuerpos desfallecidos y agotados.
— Buenos días, Kevin. —me dice Doble D con el roce de sus labios en los míos, apenas es un contacto, me quedo hipnotizado con la imagen de él con una camiseta que le llega a medio muslo y enderezando su gorro.
— Tu voz suena…afónica. — digo por quitarme la idea de otra ronda, aunque sea un comentario muy estúpido.
— Sí, ya lo sé. Mis padres llegaran en diez minutos, llamaron para avisar. — podría morir allí mismo.
— Tengo que irme. — El sonido de un motor apagándose detiene mis latidos.
— Creo que ya llegaron. — No entiendo como Doble D está tan tranquilo, yo me siento ansioso y desesperado.
— Iré a ducharme. Ponte la ropa y la estrategia de saltar por la ventana es ridícula, piensa mejor las cosas. — me quedo desconcertado con los pantalones en la mano ¿Acaso lee la mente o yo soy muy simple?, lo veo moverse con dificultad al baño. ¿Dónde ha quedado ese chico tímido? No sé en qué momento cambio, pero lo amo tanto… en todas sus etapas, por lo que fue y es e incluso puedo asegurar que lo amare por lo que será.