Quiero salvarte por Merokochan

La luz matutina se colaba en la ventana llendo a parar en pleno rostro del rubio que perezosamente abrió sus ojos y pudo notar que ya había amanecido hace rato.

-¡Oh no llegaré tarde!-

chilló al segundo que se levantaba de un salto y dirigiéndose a su precario armario tomó la mochila que usualmente llevaba al colegio y la vació para luego colocar allí ropa que el día anterior había lavado y perfumado a escondidas de su madre. Cuando hubo terminado, rezongando sutilmente se puso una campera que le llegaba hasta las rodillas de color  café oscuro para tapar el vestido color verde botella que llevaba puesto que aunque de diseño nada sugestivo aun se veía como vestido y no podía presentarse así. 

En puntas de pie recorrió la minúscula casa de un piso cruzando la cocina, el comedor y finalmente llegó a la puerta. Por suerte era temprano, su primo ya se había marchado al liceo y no volvería hasta el fin de semana. Su madre raramente se levantaba muy temprano, lo hacñia recién al mediodía así que tenía aproximadamente 4 horas para hacer su cometido. 
Pero el destino quería darle un buen susto porque justo cuando su mano se posó en el picaporte sintió una más grande en su hombro que parecía detenerlo a la fuerza y una voz entre somnolienta y con restos de furia del día anterior murmuró

-Oye escoria, ¿dónde vas tan temprano?-

Ayase se sentía como si se quisiera desmayar, no sabía ni podría imaginarse las intenciones que podría tener su madre. siempre pensó que ella era alguien que si quería hacer algo por más malvado que fuera lo haría sin tomar en cuenta el costo o la vida ajena, su estadía en la cárcel lo demostraba a la perfección. Con terror y con titubeante voz le respondió con baja voz

-V-voy... a-a la casa de un compañero... n-necesita ayuda para el exámen de hoy...- 

luego cerró un poco los ojos esperando cualquier cosa... mucho menos la reacción que tendría ese día.

-Hoy no te necesito aquí... ve a dónde te plazca pero no te quiero ver aquí hasta mañana...- le escuchó decir y no podía creerlo, aunque por otro lado precintió algo aunque no lograba decifrar qué. Hasta que un grito lo sacó de sus pensamientos

-¡¡Vamos ¿qué mierda esperás? Volá!!-

Y sin mirar hacia atrás, Ayase de un manotazo abrió y cerró la puerta tras de sí para correr en dirección al lugar mencionado.
En parte no era mentitra lo que le había dicho a su madre, fue a la casa de un amigo, el único que tenía y que sabía de todo el pesar que pasaba en su casa. 

-No hay problema si pasas la noche aquí Ayase, ya sabes que esta es tu segunda casa- decía alegre Kaoru ya que siempre disfrutaba los días que el rubio las pasaba en su casa. Sus ojos grises centelleaban de emoción y curioso le preguntaba sobre lo que tramaba para ese día mientras le ayudaba a vestirse en forma adecuada

-Asique... ¿un trabajo? espero que puedas conseguir, está bastante jodido cuando se trata de buscar tu primer trabajo... y eso de ser todavía menor de edad te complica aún más las cosas-

terminó de decir preocupado. Y tenía razón, para alguien sin experiencia laboral y encima menor de edad y estudiante era casi imposible conseguir un empleo decente. Pero Ayase estaba conciente de ello, no se inmutaba ya que aún con todo en contra deseaba a morir poder trabajar y así poder ahorrar dinero para así algún día poder independizarse. Y con este deseo firmemente anclado en mente, se dispuso a partir al finalizar sus perparativos. Su amigo lo acompañó hasta la puerta y le dió indicaciones de cómo llegar al lugar que estaba ubicado en el centro de la ciudad. Le dijo que lo esperaría para ir juntos al colegio y que cualquier cosa le llamara al móvil. Con todo listo y avisado, Ayase se despidió y partió rumbo al centro de la ciudad.

El lugar donde debía realizar la entrevista laboral era un edificio antiguo remodelado ubicado en una esquina de una apretada y angosta calle en medio de la ciudad. Apenas se le podía ver la fachada que pasaba desapercibida entre unos árboles que estaban en la vereda, pero a la vez resaltaba al estar entre medio de edificios mucho más nuevos y más altos. Cuando llegó a la entrada tocó el timbre y aguardó que le permitieran la entrada, algo que no esperó mucho. Subió unos cuantos pisos mirando nerviosamente las distintas puertas que parecían de departamentos pero con la clara diferencia de poseer en medio placas y carteles indicando que eran oficinas: oficinas de abogados, escribanos, dentistas, arquitectos, médicos particulares, entre otras profesiones. Y al entrar pudo ver que a la oficina dónde había entrado era una con varios recintos y habitaciones repletos de caretas y archivos, así como también un mostrador que dividía toda la habitación central a dónde se ubicaban unas cuantas personas y eran atendidas por otras que a cada momento correteaban buscando una determinada carpeta. Confundido, Ayase estaba inmóvil sin saber mucho qué hacer hasta que una voz femenina le llamó 

-¡Oh! usted debe ser el chico que debemos entrevistar supongo-

Volteando a ver tratandose de una mujer algo fornida y entrada en años quién se presento como Sadako y que el trabajo sería sencillo puesto que el lugar era un registro de patentes de automotor. Estaban algo cortos de empleados así que sin problema podían entrevistarlo y acordar horarios de trabajo.
El rubio no podía estar mas feliz, ya que era una suerte que podia ya contar con un empleo de entrada. Aunque el sueldo no era muy alto, eso no era lo importante en ese momento. Lo importante era que ese empleo era la puerta a su independencia lejos de su hogar.

Al parecer todo parecía salir más que bien, antes de salir ya habían acordado empezar a partir de la próxima semana y su puesto sería supervisado por uno de los más antiguos residentes allí. "Él te guiará hasta que puedas con el ritmo de trabajo" era lo que le habían asegurado... según lo que sabía era el hombre con más experiencia allí y aunque suele ser algo arisco es bueno en lo que se respecta a instrucción. Con una sonrisa de oreja a oreja se dirigió a la casa de su amigo para ir juntos al colegio.