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Mi alma gemela por Aura J

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En ese momento, me levanté de la cama y me dirigí a la entrada. Antes de salir, me despedí con un beso en la mejilla con mi mamá, abrí la puerta lentamente, volví a ver por última vez a mi madre y salí. 

Caminé por las calles del condominio como un niño de 8 años, mirando todo a mi alrededor, con la mirada inocente y tranquila, disfrutando del cantar de los pájaros, dirigiéndome hacia el pequeño parque. Pasaba por las casas saludando a algunos de los vecinos con los que me topaba, se sentía bien volver a ver a todas esas personas, y el día era hermoso, debí haber salido hace mucho.

En cuanto llegué al parque, recorrí todo el lugar, estaba vasío y solitario, no había nadie más que yo. Me paseé por los alrededores, esperando, no sé que, pero simplemente esperaba. Me cansé de caminar y me senté en unos de los pequeños bancos que había en el lugar. Encendí mi iPod, me coloqué los audífonos y escuche música. Volví a escuchar la canción Love Somebody, me ponía de muy buen humor, y pensaba en lo que dijo mi madre. ¿En verdad encontraría a mi alma gemela aquí, este mismo día? Eso era lo que esperaba.

Al termino de la canción, pensaba en irme y dejar esas tonterías de las almas gemelas, pero en ese momento, alguién se acerco.

Pensaba que era una chica, pero cuando lo observé detenidamente, resultó ser un chico. Parecía de mi misma edad. Tenía un hermoso y sedoso cabello negro oscuro muy brillante, me gustaba como lo llevaba, largo y lacio, pero con algunos cabellos rebeldes que le daban una personalidad única. Traía un piercing en la ceja derecha, estaba maquillado con sombra negro, pero le quedaban bastante bien. Su nariz era perfectamente fina y tierna. Mas abajo, se encontraban unos labios de color rosado pálido, eran tan sensuales y apetisibles, que al momento que los ví, me dió ganas de comermelos a besos.

Pasé mi lengua por mis labios al pensar en besar esos labios tan increíbles. Tenía rasgos perfectamente finos, que lo hacían ver como un ángel. Por desgracia, no logre ver sus ojos, porque estaba cabizbajo y miraba al suelo.

Traía una chaqueta negra ajustada, pantalones plomos y relucientes botas negras. Ël se veía muy bien. Quería decirle algo, hablarle un poco. Tanta belleza me había facinado que quería saber quien era. Pero no lograba hablar, estaba bajo un gran hechizo que se me trababa la lengua.

Se sentó en el banco que estaba al lado mío, creí poder verle los ojos, pero aún no los veía, seguía mirando hacia abajo. -"Es tu oportunidad Tom, dile algo, cualquier cosa"- me dije a mi mismo. En eso, las palabras se me salieron de la boca por si solas como balas, rápidas y jamás regresan.

-Hola- dije con voz ronca. Rodó sus ojos hasta mí. Y allí estaban, sus hermosos ojos color miel que tenían un brillo tan inimaginable que hechizaban al momento en que los mirabas.

-Ho-la- respondió con voz muy tímida.

-¿Quén eres? Jamás te había visto- Esperé su respuenta, quizás estaba nervioso y tímido, porque yo era un perfecto extraño para él, asi como él para mí.

-Soy... Bill, Bill Trümper- respondió nervioso.

-Mucho gusto Bill Trümper, yo soy Tom, Tom Kaulitz. Dime, ¿puedo decirte Bill?- dije mientrás le estendía la mano esperando a que él me dé la suya. La miró por un rato, y luego la tomó.

-Sí, claro- dijo aún tímido. Esto era vergonzoso, porque él era demasiado tímido y yo era como un mono desesperado por una banana. Me sonrojé un poco y luego dí un leve suspiro.

-Oye, ¿eres nuevo en el condominio?- 

-Sí, me mude hace una semana- respondió.

Volvió el silencio, que incomodo, si tan solo fuera un poco menos tímido. Me pregunto que estaría pensando. Tal vez piensa que soy un estúpido preguntón, o quizás un molestoso de segunda.

-¿Quieres ser mi amigo?- salieron las palabras por sí solas, júro que no fuí yo, yo no quería decir eso, salieron solitas. -"¡Mierda!"- me dije a mi mismo.

Él no respondía, se quedo allí, quieto como el hielo.

-Bueno, es que, yo no tengo muchos amigos, siempre estoy solo, y me caíste bien- las palabras volvieron a salir solas, maldita sea -por eso me gustaría que seamos amigos-

-Yo tampoco tengo muchos amigos, además, tal vez ni siquiera tengo, y, creo que, creo que tu también me caíste bien- respondió muy tímido. En ese momento se sonrojó un poco, que tierno se veía con las mejillas rojas, sonreí como un tonto.

-Entonces, ¿somos amigos?- pregunté con una sonrisa.

-Sí, claro- respondió con una leve sonrisa de lado. Genial. Ya eramos amigos, pero, ahora ¿qué haríamos?, los amigos no se hacen así nada más, tenía que hacer algo, lo pensé un buen rato.

-¿Bill?-

-Hum, sí- 

-¿Te gustaría ir a mi casa? Como somos amigos me gustaría que la conocieras, así tal vez logremos conocernos más, ¿no crées?-

Hum. sí, claro, vamos- dijo tímido.

Nos dirigímos hacia mi casa. Bill venía detrás de mi mirando al suelo, quise hacer algo para mejorar la relación entre los dos. Tomé su mano suavemente y le dí una pequeña carisia con mi dedo pulgar.

-Ah, Tom- dió un gemido.

-¿Qué pasa Bill?- pregunté algo preocupado.

-No, no pasa nada, todo esta bien- dijo con voz tímida y con las mejillas rojizas. Me empezaba a gustar verlo de esa forma.

Al llegar a casa, Bill miró de reojo el lugar y se mordió el labio. -Esta es mi casa, espera, voy a buscar las llaves para entrar- dije miéntras metía mi mano libre en le bolsillo. Al sacar las llaves, el pelinegro me miró con unos dulces ojos tiernos que me hechizaron, lo miré a los ojos. Tomé su otra mano y la acarisié suavente, sus manos eran tan suaves. Volvió a morderse el labio cuando acarisié sus manos.

-No seas tímido Bill, porque ahora soy tu amigo y no tienes que ponerte así conmigo, ¿esta bien?- pregunté apoyando mi frente contra la suya.

-Ah, esta bien, Tom- dijo cerrando los ojos y siguiendome la corriente. Se liberó de mi agarre y se apoyo en mi pecho rodeándome la cintura con sus largos brazos.

-¿Somo amigos verdad? ¿Jamás vas dejarme solo verdad?- preguntó con una dulce voz.

-Sí, jamás me separaría de tí Bill, porque somos amigos y simpre estaremos juntos te lo prometo- dije apartando algunos cabellos de su rostro. No tenía idea porque había preguntado eso, me preocupe un poco porque recordé que el había dicho que no tenía amigos. ¿Qué le habrán hecho antes?

Entramos a casa, y parecía que no había nadie. Efectivamente, mi madre había salido, me dejó una nota en la mesa junto a la entrada, la leí:

Hijo, perdón por no estar en casa, tuve que salir a una conferénsia importante del trabajo. En algunas horas volveré, pero traquilo, hice galletas por si tienes hambre, besos, Tomi.


Gruñí, no me gustaba que mi mamá me llamara por ese nombre, era demasiado infantil.

-Bueno, esta es mi casa, mi mamá no está, así que nos quedamos solos-

-Bonita casa- dijo observando todo el lugar.

Le enseñé toda la casa, cada rincón, sin olvidarme de ninguno, hasta llegar a mi habitación. -Y esto, es grande pero no es mucho- suspiré.

-No no, es muy bonita me gusta- 

Nos sentamos en mi cama y charlamos un poco, bueno no un poco, porque estuvimos así durante una hora y media, pero nos conocíamos cada vez mejor.

-Así que cambiaste de escuela para venir aquí, ¿cómo te iba en esa escuela?- pregunté.

-Mis notas eran muy altas, pero todos me odioban, era el marginado, la oveja negra, el despreciado, el raro, el anormal...- dijo con algunas lágrimas por recordarlo.

-Además vine aquí, porque hace algunos años mis padres se divorsiaron, y madre se sintió tan mal que se suicidó, por eso vine para olvidar las penas y...- no logró terminar la frase porque estalló en lágrimas. Me preocupé mucho con él, su vida no había sido tan felíz que digamos. 

Lo acerqué a mí y lo cubrí en mis brazos abrazándolo fuertemente, no me gustó verlo llorar, me hiso sentir bastante mal. -Tranquilo Bill, ya pasó todo esta bien- dije con algunas lágrimas en la cara.

-Lo sé, perdón es que, no puedo evitarlo, y...¿porqué estas llorando?- preguntó aún muy triste. Me sequé las lágrimas.

-Es que me entristese verte llorar así, no estés triste, sonríe, por favor, si no yo también voy a llorar- dije mientrás le secaba las lágrimas con mi dedo pulgar y lo acogía entre mis brazos.

-No puedo creer que compartas este dolor conmigo si nisiquiera conocías a mi madre, gracias por entenderme, te quiero, Tom- dijo abrazándome más fuerte.

-Yo también Bill-

 

Después de un buen rato, ya estabamos más calmados y dejámos el tema atrás. 

-Así que tu madre se fué, ¿y tu padre?-

-No tengo-

-¿Por qué?-

-Porque, según ella, me dijo que cuando le contó a su novio que ella estaba embarazada, terminó con ella y se fué con otra-

-Que triste, ¿y no te afecta?- preguntó preocupado.

-No-

-¿Por qué?-

-Porque me alegra no tener a un padre tan estúpido como él, no entiendo cuál es el problema en tener un hijo, ¿tan grave es?-

-Tienes razón, es algo bastante estúpido- Poco a poco Bill dejaba de ponerse tímido, su voz sonaba normal y tranquila, y sus frases cada vez se hacían más largas.

Después de haber charlado, escuchamos un poco de música, por algúna razón, a Bill le gustaba la misma música que a mi, así que no tuvimos problemas por elegir las canciones que nos gustaban. Mientrás escuchábamos música, comíamos las galletas que había preparado mamá. Cada vez nos hacíamos más amigos, me ponía feliz pensar eso.

-¿Tom?-

-Sí, Bill-

-¿Puedo ir al baño?- 

-Claro, puedes ir al mió, esta allí en frente de mi cama, esa puerta delante de nosotros- dije señalándole con el dedo.

-Gracias, no me tardo-

-Te espero en la puerta- Y así lo hice, caminaba en círculos delante de la puerta mientras esperaba impaciente a Bill.

Después de un rato, escuche la cadena del baño y el agua del lavabo correr, muy pronto saldría, ¡que emoción, que emoción!  Mierda me estoy comportando como un maldito niño de 5 años, me di un golpe en la cabeza.

La perilla de la puerta comenzó a girar, hasta que esta se abrió por completo. Mientras que Bill salía lentamente por la puerta acercándose a mi. Pero en ese momento, tropezó con la alfómbra de mi cama y cayó en mi pecho. No esperaba ese impácto, que su peso me hiso caer a mi también hasta que mi espalda tocó la cama.

Ahí nos encontrábamos, hechados los dos en la cama, con Bill encima mio y yo abajo, era algo incomodo, aunque la cama era bastante suave. Pero había algo raro entre nosotros que no lograba saber que era, sentía algo suave y dulce tocándo mi labios, seguramente era su cabello.

Abrí los ojos para saber de que se trataba, me encontré con los hermosos ojos muy abiertos de Bill mirándome tímido y asombrado, en eso me dí cuenta. Lo que tocaba mis labios no era su cabello, eran sus labios, los dulces labios de Bill que hace algunas horas tenía muchas ganas de besar. También abrí los ojos como platos asombrados y sin saber que hacer, pero sin despegar nuestros labios ni un segundo.

No logre resistirme más, teniéndo ahí los labios más dulces, suaves y apeticibles del mundo tocándo mis labios. Cerré mis ojos lentamente y comenzé a mover los labios en un beso bastante apasionado. Acarisiaba su cabello mientras besaba esos labios que tanto quería tener, y al fin los tenía. En eso, sentí que Bill comenzaba a seguir mi beso, movía sus labios en movimientos apasionados y muy sexys que me derretían. 

En una de esas, comenzé a profundisar el baso lubricándo con mi lengua sus labios pidiéndome que me dejara entrar a su boca. Bill me lo concidió rosándo su lengua con la mía llenándome de su saliva, y el llenándose de la mía. Sentí algo raro, algo que me exitaba demasiado que se encontraba en la lengua de Bill, comenzé a rosarlo hasta descubrir que era. ¡Tenía también un piercing en su lengua! 

Me separé de él lentamente mientras jadeabamos. De nuestros labios salió un hilo de saliva, que venía de sus labios hasta los míos. 

-Tom-

-Sí, Bill-

-Si recién nos conocemos, ¿por qué hacemos esto?- preguntó con sus dulce voz entre jadeos.

-No lo sé- dije también entre jadeos.

-Creo que, creo que tengo que irme- 

-Sí bueno, esta bien- 

Nos levantamos de la cama y me limpié la saliva que había quedado en mis labios con la mano. Acompañe a Bill hasta la entrada.

-Bueno, adiós, Tom- dijo mientrás salía por la puerta.

-Adiós Bill- dije despidiéndome con la mano.

-Tom, ¿podemos encontrarnos mañana en el parque?- preguntó con su dulce voz.

-Sí claro-

-Adiós- Se alejó lentamente hacia su casa. Cerré la puerta y apoyé la espalda en ella, mientras que poco a poco me deslisaba por ella hasta quedar sentado en el suelo.

¿Pero que mierda me pasaba? Acababa de conocer a ese chico y estaba con ganas de besarlo, y luego lo hago, ¿qué me pasa? Si ni siquiera soy gay, no, eso no debía pasar, tenía que evitarlo, pero Bill me ponía las rastas de punta, por decirlo así. No lograba contenerme cuando estaba cerca, quería, necesito estar con él, lo necesito a toda costa.

Bill tiene que ser mío... ¿Sera qué el es mi alma gemla?


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