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Entre Libros y Estantes por HarukaChan

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Notas del capitulo:

*Espero que les guste~ 

*Está un poco corto~

 

Cuatro días habían pasado desde que Alex había dado a luz a un pequeño bebé de cabellos azabaches y ojos naranjas. Y ahora se encontraban de regreso en su tranquilo hogar. La habitación del pequeño Dantalion; nombre escogido por ambos anteriormente, ya estaba lista: las paredes tenían un color verde manzana, el suelo estaba recubierto por una alfombra de color café y el techo permanecía de un blanco puro. La cuna era de madera pintada de blanco, y el juego de sábanas que mantenía puesto era de ositos, escogido por Alex. En una de las esquinas había una colección de libros infantiles, que el albino le leía cada noche al pequeño, pues quería que su hijo desarrollara el amor por la lectura que tanto él como el azabache compartían.

Aquel día Saki ya se había retirado. Ichiku se encontraba sentado escribiendo el comienzo de su nuevo libro, el primero desde que su hijo había nacido y desde que se había dedicado completamente a cuidar el embarazo de su novio. Alex se encontraba sentado con el pequeño Dantalion en brazos, le estaba dando su biberón. El departamento estaba sumido en una tranquilidad que ambos consideraban imperturbable. El sonido de la puerta resonó en la sala, y el albino maldijo por lo bajo.

–¿Y ahora quién vendrá a molestarnos? –preguntó el escritor mientras se levantaba, dejando la lapto sobre la mesa y acercándose al azabache para besarle la frente y ver al pequeño que bebía entretenidamente su biberón –Seguramente será alguno de los idiotas. ¿Debería abrirles? –preguntó fijando su mirada a través de los lentes de lectura sobre su adorado hijo.

–Se pondrán peor si no lo haces –le sonrió el azabache. Y después miró al bebé en sus brazos –mamá tiene razón ¿No, Dan? –notó que el pequeño pestañeaba y le dedicó una sonrisa –Mientras más rápido les abras, más pronto se irán –aseguró el menor.

Ichi suspiró –Tiene razón –anunció, y sin más se dispuso a caminar hasta la puerta, abriéndola con tranquilidad. Lo que encontró no era del todo agradable, en realidad era más molesto de lo que creía: Se trataba de Leonardo, en compañía de Matt y el pelirrosa Giorgio. Sabía por Saki que estaba saliendo con Leo, pero aun así no estaba del todo seguro –Vaya caso inesperado ¿Qué se les ofrece?

Alex asomó la cabeza, notando la cabellera rosa entre ellos. Frunció un poco el ceño, y después suspiró para ver al pequeño de nuevo. No debía preocuparse, Ichi estaba con él, nunca lo dejaría solo ni a él ni al pequeño Dan.

Leonardo fue el primero en reír y anunciarse –Tan amargado como siempre. Me sorprende que no tengas arrugas. –comentó, ignorando por completo la mirada asesina que el escritor le dirigía –venimos a ver al pequeño, por supuesto. Le hemos traído algunos presentes, ¿Verdad, mi amor? –dirigió sus orbes verdosos hacia los celestes de su amante.

–Muere y vete al infierno –se quejó el pelirrosa mientras soltaba la mano del castaño que le había tomado la suya. Sus mejillas estaban sonrojadas, y al volver la mirada hacia Ichiku suspiró –Sí, compramos algunos obsequios... Es una forma de felicitarlos y también es la mía de disculparme por causar problemas innecesarios...

–Yo les he traído algunos bocadillos, y claro, un presente para el pequeño Dantalion, tengo muchas ganas de ver al pequeño –anunció el rubio con una sonrisa relajada.

–¿Qué dices, Alex? ¿Dejo pasar a este montón de personas extrañas a molestar a nuestro hijo? –miró al pelirrosa y le sonrió con levedad, dándole a entender que todo estaba perdonado.

–Bueno, creo que escuché algo sobre bocadillos, déjalos pasar –anunció el azabache mientras sonreía con tranquilidad. Su sonrisa se volvió más calmada cuando el bebé en sus brazos dejó de beber. Lo acomodó con suavidad y empezó a darle palmaditas en su espalda para sacarle los gases.

–Bien –el castaño rió con suavidad, volviendo a tomar la mano del pelirrosa y sin más se dispuso a entrar al departamento con este. De inmediato dirigió a sentarse justo frente a Alex que estaba entretenido con el pequeño –No se parece a Ichiku, es demasiado tierno.

Giorgio se sonrojó, y siguió al mayor sin quejarse de nuevo. Sus orbes celestes se posaron de inmediato sobre el niño, sonrió con ternura mientras se dedicaba a analizarlo atentamente –Es muy bonito...

Matt entró tras los otros dos, dejando que Ichi cerrara la puerta tras de sí. Se fue a ubicar en un sillón simple que estaba diagonal a Alex. Dejó los bocadillos sobre la mesa, junto a otra bolsa y observó al azabache –Parece que se te da bien la maternidad Alex.

–Se le da muy bien, la verdad –señaló Ichi y se sentó al lado del menor, que le pasó al bebé con sumo cuidado. –Claro que se parece a mí, y a Alex.

–Tiene tus ojos –con suavidad se recargó en el costado de su amado albino y acarició los cabellos de Dan –Mira Dan, ya hay muchas personas ansiosas por verte –señaló, antes de levantarse –Iré a preparar un poco de té para acompañar los bocadillos –Alex no tardó en dirigirse a la cocina. Parecía estar de muy buen humor.

–¿Me lo pasas? Lo tomaré con cuidado –aseguró el castaño y miró de reojo a Giorgio –¿también quieres cargarlo?

–Es muy pequeño... Me da miedo lastimarlo, así que tampoco deberías acercar tus enormes manos al pequeño –miró de reojo al castaño y después al albino.

Ichi sonrió y con tranquilidad se levantó para poner al pequeño en brazos del pelirrosa –Con cuidado, se lo das de esta misma forma al monje idiota –declaró con serenidad

Giorgio se sonrojó al ver al pequeño y lo tomó con cuidado. El pequeño Dantalion rió con lentitud, lo que hizo que todos los presentes también sonrieran –Es precioso.  De verdad... Hola Dan... –murmuró con suavidad.

–Hey... –riendo y observando al pequeño –Eres un pequeño alegre, definitivamente eres adorable –comentó y tomó al bebé entre sus brazos por un ratito.

–Yo también quiero –anunció el rubio, empezando a hacerle caras a Dan, quien reía ante aquello. Al poco tiempo Leonardo le entregó al pequeño, lo acomodó contra su pecho, empezando a moverlo.

–Parece que tienes experiencia con infantes, a mí me costó tomarlo de manera correcta la primera vez –anunció el ojinaranja mientras se estiraba. Alex se acercó con una bandeja y la dejó con las tazas sobre la mesa.

–Eso no es cierto, rápidamente pudiste tomarlo. Fuiste delicado y cuidadoso... –el menor sonrió y con tranquilidad les pasó una taza a cada uno. Ichiku ya había retirado a Dan de los brazos de Matt y se encontraba sentado. Por su parte el azabache sacó los bocadillos y los acomodó sobre unos platitos.

-Creo que es cuestión de ser delicado y ya –declaró el rubio de ojos azules con calma –A menos que el bebé se ponga a llorar con sólo el tacto.

–Suele ocurrir, no todos son agradables según el parecer de los pequeños –declaró el pelirrosa. –Gracias –anunció mientras le daba un sorbo a la taza de té.

–Qué bueno que el bebé no resultó ser un arisco  como su padre –se burló el monje.

–Y te aseguró que su coeficiente intelectual supera al tuyo por mucho –aseguró mordaz el escritor. Acercó al rostro al de su hijo, besándole la frente para después acurrucarlo.

 

El pequeño empezó a  dormirse, y los adultos empezaron a degustar la pequeña merienda. Cuando por fin Dantalion se rindió a los brazos de Morfeo, Ichiku no tardó en llevarlo hasta su cuna, donde lo acostó y arropó con mucho cuidado. Normalmente le leería un cuento, pero decidió dejarlo para la noche. Regresó con los demás y se sentó con serenidad al lado de su amado Alex.

–¿Ya empezaste nuevamente a trabajar, Ichiku? –preguntó el pelirrosa con un poco de ansiedad. Agradecía que el albino no hubiese seguido su tonto capricho, pues ahora tenía al castaño a su lado, Y era todo suyo.

–¿Ah? Sí, justo antes de que llegaran estaba escribiendo mi nuevo libro –aseguró con tranquilidad –Alex estuvo leyendo tu nuevo libro, yo también lo hice. Has mejorado.

–A mí me agradó mucho, fue distinto a los primeros que leí –dijo el azabache algo apenado y desvió la mirada.

–Gracias, es bueno saberlo... –el menor se sonrojó levemente y por inercia buscó ocultar en el hombro del castaño. De verdad era un alivio saber que como escritor estaba avanzando.

–No pudieron darle mejor regalo –comentó Leonardo mientras le acariciaba la cabeza al pelirrosa con cuidado.

–Creo que como a cualquiera, le gusta que reconozcan su esfuerzo. ¿Nunca te sentiste así, Ichi? –preguntó el rubio con serenidad.

–¿Eh? Pues no, sé que soy bueno y tengo demasiada confianza en lo que escribo. Pero puedo entender el sentimiento –el albino sonrió.

–Demasiada confianza es mala –aseguró el azabache mientras se acomodaba entre los brazos de su amado albino. Quería estar un rato a solas con él, pero era divertido estar rodeado de sus conocidos.

–No del todo, pero Giorgio obtendrá confianza cuando tenga más experiencia, es lo normal –anunció el monje mientras jugueteaba con el cabello rosa de su novio.

–Eso es cierto, sólo debe tener paciencia, no hay necesidad de presionarlo –murmuró el detective mientras sonreía.

Giorgio se mantuvo oculto tras el hombro del castaño, que sonreía sumamente divertido –Ya se hace tarde, le prometí al editor que estarías escribiendo –fue lo que anunció el ojiverde de cabellos castaños.

–Oh... Hablando de trabajo yo debería estar en la oficina –murmuró el detective.

–¿Durmiendo? –agregó el albino, provocando una risa por parte de los presentes.

–Oh... Es una pena... Muchas gracias por haber venido a visitarnos... –sonrió el azabache de orbes azules con serenidad.

 

El primero en levantarse fue Leonardo, seguido por Giorgio y Matt. Ichiku los acompañó, se despidió de los tres invitados y en cuando salieron suspiró; cerrando la puerta. Estaba más que relajado ahora que ellos se habían retirado. Caminó hasta el borde del sillón donde estaba Alex y sin más se le fue encima, teniendo cuidado al recostarlo sobre la suave tela.

–Ichi... –las mejillas del menor se iluminaron de inmediato al tener al mayor acostado sobre él.  Con sus manos empezó a juguetear con el cabello ajeno, entrelazando sus dedos con los mechones blanquecinos.

–Qué bueno es regresar a casa... Es una pena que todavía no pueda devorarte –mencionó el escritor. Lamentablemente James les había pedido que esperaran un poco más antes de empezar a mantener relaciones nuevamente. Por lo menos hasta que Alex se hubiese recuperado del todo.

–Es una pena –afirmó el menor mientras besaba con suavidad el rostro ajeno.

–Pero podré aguantar, todo sea por ti y por Dantalion... Nuestro hijo es muy adorable –aseguró, retirándose de encima del azabache. Debía continuar escribiendo.

–Lo sé... –sonrió con ternura, antes de volver a sentarse y acomodarse a un lado de su amado –Es precioso, y lo amamos mucho... Ichi, quiero que me vuelvas a hacer tuyo lo más rápido posible... –él también deseaba el cuerpo ajeno. Lo amaba.

–Eres adorable, voy a hacerte mío en cuanto sea posible. No lo dudes... –anunció el mayor con tranquilidad, y después besó lo labios del menor –no sabes cuánto te amo.

–Yo te amo más Ichi –anunció, antes de besar la mejilla de su novio.

Con serenidad tomó su lapto y empezó a teclear con calma.  Miraba de reojo a Alex que parecía estar ansioso por algo desconocido para él. –Ya verás cómo pasan rápido estos dos días...

–Esperaré ansioso... –murmuró mientras se acomodaba en el costado de su adorado escritor. Ya estaba cansado, tener un bebé lo consumía mucho, y sus energías ya se estaban agotando.

 

Ichi notó que el pesó en su costado se volvió mayor, y al voltear se encontró con el azabache dormido. Sonrió con ternura y continuó escribiendo. Estaba acostumbrado a desvelarse, por lo que cuidar del pequeño Dan durante las madrugadas no se le hacían realmente un problema. Había decido que su hijo merecía mucho de su tiempo.

 

Los días se harían más activos ahora que tenían un bebé. Desde la llegada de Dantalion los días se iban volando, parecía que no pasaban durmiendo ni 3 horas. Pero así serían de ahora en adelante, lo que les esperaba no podía ser malo.  

Notas finales:

*Gracias por leer~ 

 


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