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Entre Libros y Estantes por HarukaChan

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Un rayo de luz se filtró por la ventana, justamente dando en el rostro del pequeño pelinegro que estaba dormido. Un movimiento, y otro después... Poco a poco se fue removiendo y abriendo los ojos con pesadez; lo primero que notó, fue el rostro de su amado albino dormido, seguramente se había acostado tarde. Le fue imposible despertarlo, por lo que con cuidado se levantó y fue a la ducha. Tardó menos de 30 minutos en salir, vistiéndose con calma para abandonar por fin la habitación que compartía con su novio, que dormía profundamente como un pequeño niño. Cuando se dirigía a la sala se encontró con la iguana, a quien saludó animosamente y le sirvió el desayuno; antes de preparar un poco de café para sentarse en la sala, todavía le quedaba tiempo antes de retirarse.

–Siempre pareces estar de muy buen humor en las mañanas Alex. Nada que ver con el penoso comportamiento que muestra Ichiku –comentó la iguana que se movilizaba lentamente hacia los pies del más joven de sus dueños. Le agradaba mucho ese chico, siempre tan distinto a Ichi... Ahora el reptil podía sentirse tranquilo, si algo le ocurría, Ichiku ya no estaría solo. Movió un poco su cola, fijando sus orbes en aquel humano.

El pequeño pelinegro dejó escapar una leve risa ante el comentario de la iguana, el cual le parecía sumamente gracioso. Aún no había tenido el “placer” de ver a su escritor de esa manera, porque normalmente ya había despertado cuando Alex llegaba de su postgrado –No deberías decir eso. Ichi se esfuerza mucho mientras escribe, es por eso que suele estar más cansado de lo normal –intentó justificar el ojiazul con una tranquila sonrisa. Sujetaba con ambas manos la taza de café y cuando bebía se veía aún más joven –Si no recuerdo mal, la última vez que despertamos juntos se mostró muy tranquilo, y no puso queja alguna...

Las escamas sin pigmento de la iguana parecieron reflejar algún rayo de luz, mientras la iguana se movía un poco de un lado a otro, divertida por las palabras del joven –Eso es porque no estaba escribiendo~ En cuanto Ichi empieza a escribir todas sus costumbres cambian, posiblemente se levante después de que llegues. Así que yo tendré que recibir mi almuerzo más tarde –suspiró el animal, como si se tratara de la peor tortura que podrían haberle dado –Antes de irte deja el control sobre el suelo, hoy habrá maratón de casos paranormales –indicó con total interés.

Al menor le pareció sumamente curiosa la última indicación de la iguana ¿Tanto le gustaban esas cosas? Parecía que así era... Él no comprendía muy bien aquella afición. Después de todo, ¿No era triste el hecho de tener que observar a los muertos? Se lo preguntaría a Ichiku luego, si quería llegar a ser un buen apoyo para el ojinaranja, debía encontrar la forma de entrar a su mundo –Está bien, ya debería irme... Si Ichiku despierta antes, dile que regresaré temprano –anunció el azabache, antes de dejar el control sobre el suelo, retirándose con total calma a la cocina.

–Ten un buen día, Alex~ -escuchó el agradecimiento desde la cocina y se acercó al control nuevamente, cambiando el canal con su hocico. La iguana sonrió tanto como su reptiliana anatomía le permitía, para después fijarse en las historias de “psíquicos” que transmitían en la televisión –Los humanos son seres muy extraños –murmuró para sí, sin detenerse a pensar en sus dueños. Un golpe sordo le indicó que el más joven de sus amos humanos se había retirado y pronto dejó de pensar en lo que lo rodeaba para centrarse en la tv.

 

El clima estaba bastante frío,  y fuera de los hogares soplaba una brisa fuerte e intensa. A pesar de ello el sol brillaba con intensidad, mostrando que ni siquiera el invierno podía aplacar su radiante existencia. La iguana pasó casi toda la mañana apreciando el mismo canal, donde realmente no había nada que valiera la pena, además de las burlas que podía realizar a aquellos intentos de “especiales”. Mientras la iguana veía tv, el joven albino seguía durmiendo y por supuesto el pelinegro caminaba de regreso a casa con un gesto alegre; tan típico de él que a veces aburría. Parecía que aquel día iba a transcurrir sin ningún accidente, o eso parecía. El ojiazul llegó a las 12:30 al departamento y no tardó en preparar la cena, el albino aún no despertaba, pero decidió que ya era hora de que lo hiciera.

 

Alex caminó hacia la habitación con total tranquilidad, y sin tomar en cuenta la advertencia de la iguana que le decía: “No despiertes al ogro”, pero sentía la necesidad de hacerlo. Se acercó a la cama y en cuando vio el rostro sereno de Ichi sólo pudo sonreírle con ternura. Se agachó con cuidado, antes de empezar a acariciarles las mejillas –Ichiku... Despierta, es hora de comer... –le susurró melosamente cerca del oído, pero a pesar de ello no recibió respuesta. Suspiró y sopló con suavidad el oído del albino, que de inmediato se estremeció abriendo los ojos con el ceño fruncido.

–Gr... ¿A quién se le ocurre levantarme tan temprano? –se quejó de mala gana el escritor mientras se volteaba, cubriéndose el rostro con la sábana. Pronto el ojiazul con mirada insistente empezó a moverle la espalda, empujándolo suavemente e incluso volviéndole a quitar su preciada sábana; empezaba a irritarse. Se volteó adormilado y jaló al menor hacia él para abrazarlo –Déjame dormir, sino voy a darte tanto amor que no podrás salir de casa mañana –amenazó el escritor mientras ocultaba el rostro para no recibir más luz solar.

El rostro del más bajo se tornó completamente rojo mientras ocultaba la mirada en el pecho ajeno- Ichi... Eres un tonto. Se va a enfriar el almuerzo, despierta –repitió, moviéndose un poco y con sus manos buscando acariciar el rostro de su adorado escritor, que poco a poco empezaba a recobrar del todo el conocimiento. El pálido rostro del mayor parecía verse más blanco, aunque seguramente sería por el color tan oscuro que mostraba en sus ojeras, producto de la noche anterior.

Ichiku bostezó, aún estaba cansado, quería seguir durmiendo  -Alex, déjame descansar un rato más... Es temprano... –se quejó el ojinaranja, a sabiendas de que no le quedaba otra opción. Al escuchar la negativa y ver cómo el azabache se incorporaba, él se sentó en la cama, con el cabello revuelto y rastros de la falta de sueño. “¿Escribiste mucho?” preguntó el ojiazul, provocando que el mayor asintiera –Sé que pediste que no me sobre esforzará... Pero mi imaginación me traicionó anoche, y aunque quisiera parar no hubiese podido... –se excusó con una sonrisa, de esas que le robaban el aliento a su pequeño novio.

Alex suspiró, no le agradaba la idea de que su amado se estuviese desvelando noche tras noche, pero era su trabajo y lo que amaba, él nunca podría interferir con ello –Está bien, pero será mejor que tomes una ducha caliente antes de almorzar ¿Bien? –dijo, llevando las manos a su cintura para ver cómo el ojinaranja asentía obediente –Entonces te esperaré –anunció el más joven antes de salir con tranquilidad de la habitación, no porque quisiera, sino para evitar caer en “tentación” a esa hora.

 

El pelinegro se retiró dejando al albino adormilado y aún con bastante sueño sentado sobre la cama. A pesar de encontrarse fuera pudo escuchar el sonido de un celular, era un tono que reconocía... Así sonaba el celular de Ichi cuando llamaban por trabajo. Entre tanto el escritor había atenido el celular de mal humor, pero su rostro cambió al escuchar: “Tenemos un trabajo para usted, por favor... Venga lo antes posible”. Los orbes naranjas del escritor brillaron con evidente curiosidad y rápidamente aceptó citarse en la supuesta casa embrujada. Ichiku se dirigió al baño, y pronto se encontraba almorzando con su pequeño novio, que lo veía expectante.

 

El albino suspiró en cuanto terminó de comer y optó por saciar la curiosidad que su novio le estaba dedicando con la mirada –Llamaron para ver si podía realizar una investigación paranormal en una casa antigua, al parecer la quieren vender pero cosas extrañas han estado ocurriendo...  Sonaba bastante asustada, pero posiblemente no sea nada real –murmuró el joven escritor con semblante pensativo.

– ¿Cómo puedes deducir eso con sólo escuchar la sinopsis de la historia? –preguntó con curiosidad el pelinegro, quien había estado prestando total atención a la palabras de su novio.

–Por el hecho de ser una casa que quieren vender, si fuese real la actividad se hubiese percibido desde hace tiempo... Pero justamente van a vender y empiezan a pasar cosas extrañas ¿No te parece demasiada coincidencia? –señaló el mayor con una leve sonrisa de satisfacción en el rostro. A pesar de que manejaba poca información, ya podía darse una idea de la situación actual de aquel trabajo.

El más bajo se había levantado, recogido los platos y se encontraba lavando los trastes con total tranquilidad. Dirigió una mirada de reojo al ojinaranja –Pero es muy simple ¿No? sería mejor que fuese un caso real... Pero considerando la situación anterior con la muñeca, creo que preferiría que fuese una falsa alarma... –murmuró, quedándose en silencio por unos segundos.

–Tienes razón, justo ahora debo concentrarme totalmente en mi nuevo libro... Así que será mejor que un caso demasiado complejo no aparezca, por ahora... –una pequeña sonrisa surcó los labios del albino, que miraba al ojiazul desde la mesa –Además esta vez nos encontraremos con los fantasmas de personas vivas... Conocerás el segundo tipo de fantasma más común.

– ¿Fantasmas de  personas vivas? Oh... Tengo idea de a que te refieres... –el menor sonrió un poco y con tranquilidad continuó lavando, pensando en las palabras del mayor –Pero... ¿Está bien que aceptes un trabajo sabiendo que es falso?... –aquella pregunta había estado rodando por la mente del ojiazul desde hace rato, y prefería aclararla.

–Puede que desde el punto de algunos no sea ventajoso, pero para mí sí... Soy un escritor de misterios, cualquier situación que requiera de mi análisis vale la pena... Incluso si no descubro fantasmas, puedo encontrar la verdad tras los hechos misteriosos... ¿No es mejor pensarlo así? –el rostro del albino mantenía una sonrisa totalmente serena, que desbordaba confianza. Así era él después de todo.

Las palabras del mayor resonaron en su mente y volvió a asentir, ciertamente el albino tenía mucha razón... “Sacar provecho de cualquier situación... Y yo que pensaba que Ichiku no se molestaba por casos normales”... Una pequeña sonrisa se formó en sus labios, había descubierto algo nuevo en el escritor que adoraba –Entiendo tu punto de vista... –declaró el chico con calma.

–Yo pensando que estaban coqueteando y miren con el tema que me encuentro –se quejó la iguana, que se acercaba hacia los platos que contenían su agua y el resto de su comida. Miró de reojo la reacción del azabache, que se había sonrojado casi inmediatamente, por otro lado el albino se mantenía totalmente tranquilo y con una sonrisa.

–Se supone que la cocina es neutra ¿no? –el albino soltó una leve risa, pues ya sabía que Ikki no perdería oportunidad para molestarlos. A veces se preguntaba de dónde había sacado ese gusto por molestar –Empiezo a creer que vas necesitando desahogar la abstinencia, Ikki... –aquella respuesta provocó que el azache riera y la iguana le dedicara una mirada asesina a su dueño.

-Vamos, vamos~ no se peleen... n...No es para tanto... –murmuró Alex con una sonrisa leve en su rostro y las mejillas coloreadas con un sonrojo. De esa manera parecía mucho más pequeño de lo normal, es que bueno... Su 1,64 no se comparaba con el 1,80 del albino, y dudaba que fuese a crecer más; estaba condenado a ser bajo.

–Por cierto... Alex ¿Te has sentido del todo bien?... Es que cuando te veía cocinar vi que te tambaleaste hacia un lado –apuntó la iguana, ganándose una maldición por parte de la mente del joven azabache, que había jurado no decir nada, ya que consideraba aquello “cansancio”. El reptil bebió agua y así como había llegado empezó a caminar de regreso a la sala, dejando al albino con una mirada acusadora hacia el ojiazul.

– ¿Alguna razón para ocultármelo? –preguntó con preocupación el ojinaranja. No le agradaba la idea de que el menor le estuviese ocultando cosas “TAN importantes”. Observó como el más bajo desviaba la mirada y por inercia continuó con la vista fija sobre el azabache.

–N...No fue nada importante... Sólo un pequeño mareo, de verdad... Fue sólo cansancio... –se excusó el ojiazul con algo de nerviosismo, no había otra explicación. No estaba enfermo y tenía una buena alimentación, no había nada más de que preocuparse... ¿O tal vez sí?... Por ahora se preocuparía de no sobre esforzarse demasiado, seguramente todo pasaría.

–Claro que es importante, debiste decirme... Te podrías haber caído o cortado, me hubiese sentido responsable... –argumentó el escritor mientras le hacía una indicación al ojiazul para que se acercara y al tenerlo cerca se apresuró a abrazarlo, sentándolo sobre sus piernas con suavidad –Si te vuelve a suceder, debes decírmelo ¿Bien?...

Los orbes del menor se cruzaron con los ajenos... Aquellos orbes naranjas tan penetrantes; por poco se había perdido en ellos... Recargó la espalda sobre el pecho ajeno y cerró sus ojos lentamente –Muy bien... Si vuelvo a sentir algo así te lo haré saber de inmediato... No creo que sea nada, pero siento no habértelo comentado, Ichi... –murmuró con voz serena.

–Estás perdonado –el albino sonrió con total confianza y abrazó más a Alex contra sí. Por unos momentos recargó el mentón sobre el hombro ajeno –Por cierto... No me vuelvas a despertar tan temprano... Tengo la impresión de que esta noche tendré que escribir como todo un loco –la expresión que utilizó le daba gracia. Después de todo él era considerado un “desquiciado” por algunas personas.

–Intentaré no hacerlo, pero no prometo nada... –los orbes del azabache se abrieron con tranquilidad, le parecía gracioso que se dijera a sí mismo “loco”. Miró la hora y dejó escapar un suspiro –Será mejor que vayamos saliendo, así regresaremos temprano. Y tú debes centrarte en escribir, yo debo hacer  unos deberes y luego dormir...  –sonrió un poco ante la afirmación del mayor. Se levantó, seguido por el escritor.

 

A pesar de que ambos estaban disfrutando de aquel momento, era recomendable que acabaran con aquel “caso” temprano y así volver a casa lo más temprano posible. La iguana había decido que en esa oportunidad los acompañaría, por lo que antes de salir, el albino le había colocado un pequeño arnés junto a una correa que era sujetada por el azabache. Al salir a la calle era obvio que llamaban demasiado la atención: un albino con lentes de sol, una iguana y un pequeño “niño” de cabellos negros, era algo que no se veía todos los días. El camino se hizo corto, ya que venían los tres conversando tranquilamente. La casa estaba ubicada en un vecindario antiguo, por lo que la mayoría de las casas estaban en malas condiciones, pero aquella parecía mantenerse en buen estado. Incluso el jardín se mostraba totalmente alegre, adornado con rosales de varios colores.

 

– ¿Puedes sentir algo?... –preguntó el reptil desde el suelo. Había estado conversando alegremente, ignorando las miradas curiosas de las personas que los veían desde lejos. El animal sabía identificar los distintos rostros que podía hacer el albino, por lo que estaba interesado en saber qué había conseguido mirar con esos preciados orbes.

–He visto tres casas con espíritus, esta no tiene ninguno. Ahora puedo asegurar que nos encontramos ante un caso totalmente normal. Has venido para observar un espectáculo diferente al usual, Ikki... –anunció el joven albino, haciéndole una señal de “silencio” a su mascota. A pesar de que los demás no podían escucharlo, era mejor que se mantuviera mudo mientras estuviesen en presencia de alguien más. Una mujer de cabellos dorados salía de la casa.

–Me alegra muchísimo que haya decidido venir, Señor Ushiromi... Estoy realmente asustada... Han pasado demasiadas cosas extrañas... –la mujer de cabellos dorados tenía un rostro realmente afligidos y sus orbes castaños claros reflejaban la preocupación. El pelinegro decidió que actuaría un poco como asistente y se acercó a la mujer: “Buenos días señorita, ¿Podría hacernos el favor de explicarnos lo que ocurre?”. La joven asintió y de inmediato los invito a pasar.

Ichiku y Alex tomaron asiento frente a la joven de cabellos dorados, que parecía estar preocupada –Comience por contarnos sobre las personas que viven con usted aquí, y la relación que tenían con el antiguo dueño de la casa... Después prosiga con los supuestos hechos sobrenaturales y para concluir desearía ver los lugares en los cuáles han ocurrido. Creo que al cabo de poco tiempo usted tendrá todas las respuestas que necesita.

La mujer puso atención en lo que albino le explicaba y lentamente asintió... Parecía estar totalmente sumida en sus pensamientos, tal vez del pasado... –El anterior dueño de la casa fue mi padre... Murió hace cuatro meses y desde que tomé la decisión de vender empezaron a ocurrir cosas raras... Vivo en esta casa con mi hermano menor y una prima, ambos se encuentran fuera en estos momentos... –explicó algo preocupada.

El pelinegro había quedado pensativo con esa explicación, un hermano y una prima... ¿Cuál de ellos sería el causante de los extraños incidentes? –disculpe que pregunte esto... Pero ¿Cuál de ellos tenía una relación más empática con su difunto padre? –se atrevió a preguntar, recibiendo una sonrisa aprobatoria por parte de su amado ojinaranja que asentía.

–Mi hermano... Es el que más ha sufrido con la muerte de papá... Creo que incluso ahora no lo ha asimilado por completo, se negó a que vendiéramos la casa, pero es demasiado grande para nosotros solos y necesitamos el dinero. ¿Por qué realizan ese tipo de preguntas?... –cuestionó la chica, algo cohibida.

–A decir verdad, puedo asegurarle que lo que está ocurriendo aquí es causado por un humano, posiblemente su hermano menor. Seguramente lo está haciendo para evitar que venda la casa, ya que debe considerarla como un lugar importante de recuerdos con su padre... ¿No le parece normal? Los sentimientos en un lugar pueden crear espíritus, no de los muertos, sino de los vivos. Aquellos que no pueden aceptar la muerte, ni superarla con facilidad son susceptibles a estas situaciones –explicó el albino con total seriedad, era obvio que hablaba en serio –Veamos los lugares en donde ocurrieron las cosas, y te enseñaré las pruebas.

La joven se quedó por un momento boquiabierta ¿Acaso era posible? No podía creer que su adorado hermanito estuviese haciendo ese tipo de cosas –Puede que tenga razón... Puede que ya lo supiera... Pero preferí molestarlo con un caso así... –la joven bajó la mirada y se levantó, encaminándose por la sala –ocurrió por aquí...  los floreros de la mesa se elevaron, balanceándose... –susurró la chica.

El pelinegro tomó la delantera junto al albino y entre ambos se pusieron a inspeccionar la mesa con suma atención, y al ver cómo el albino levantaba el florero, sonrió –Allí, aún tiene un hilo trasparente atado a la parte baja... –el escritor lo revisó, antes de dirigirse a la joven con un rostro tranquilo. En esos momentos le dirigió una pregunta al más bajo: “Alex ¿Qué  opinas sobre el joven?”. No era como si el azabache lo conociera, pero creía poder entender sus sentimientos –Pienso que está confundido... Es normal, cuando se muere alguien importante para nosotros, nos sentimos a la deriva, sin saber qué hacer o cómo continuar... A veces toma más tiempo del normal aceptar lo que ocurre... Y estoy seguro que para él, este lugar a ser un hermoso oasis... Donde todo parece continuar igual que cuando su padre vivía... Le tomará tiempo...

–Eso también opino yo. El falso fantasma ha desaparecido, y en su lugar nos ha dejado  ver el  dolor que sigue latente en un joven. Ese tipo de emociones generan fantasma, de un tipo diferente al que conoce la mayoría... Esas mismas emociones son causante de muchos casos falsos de fantasmas, ya que hay personas con poderes psíquicos latentes; aunque rara vez brotan, el estrés en ellos puede ocasionar que causen poltergeist sin darse cuenta. Pero este no era ese tipo de caso. Espero haberle sido de ayuda, señorita –anunció el albino con una sonrisa tranquila. La iguana en el suelo tenía una sonrisa satisfecha, su dueño era todo un experto.

-Sí... Siento haberlos hecho venir hasta aquí por esto... Pero les agradezco, hablaré con él... –la joven de cabellos dorados les dedicó una sonrisa, cosa que animó al azabache. Incluso si no había resultado como la chica quería, ahora estaba segura de que tenía que ser más considerada con su hermano menor –Los acompañaré afuera... –murmuró, provocando que el albino asintiera de inmediato.

 

La joven dueña de la casa los acompañó afuera y se despidió con un nuevo agradecimiento. Por parte el escritor estaba conforme, al igual que la iguana y el joven azabache; había sido un misterio con un final bastante cómodo. Los tres se dispusieron a caminar en silencio hacia el departamento. Ichiku miraba el cielo, totalmente concentrado en algún problema propio, en cambio Alex hablaba calmadamente con Ikki, explicándole lo mucho que le había gustado participar más en esa ocasión. El viaje se hizo corto, pero apenas llegaron el albino fue a su estudio y se encerró, al parecer estaba seriamente concentrado en algo.

 

–No creo que vaya a cenar, parece que el próximo libro da mucho que esperar... –murmuró la iguana mientras se encontraba en los brazos del azabache, quien sonreía con total alegría –Parece que te has acostumbrado a los encierros de Ichi... –le comentó, indicándole con la cabeza que lo bajara para poder ir a beber agua.

–Ya quiero leerlo... Sé que se debe esforzar mucho, por eso estoy feliz de poder estar aunque sea cerca mientras escribe. Pronto Saki estará viniendo seguido a presionarlo, así que voy a dejar que exagere... –el azabache le sonrió a la iguana, y se despidió, retirándose a la habitación. No quería perder más tiempo, debía realizar algunas tareas, para después descansar.

 

La iguana por su parte se quedó en la sala, analizando las cosas que habían ocurrido a lo largo del día. Se acomodó en su puesto cerca del televisor, con la mirada perdida en la pantalla –Creo que algo interesante les esperará mañana... Tengo el mismo presentimiento que antes de que ocurriera el incidente en el hospital... –la iguana cerró los ojos por un momento, y una leve sonrisa se formó en su reptiliano hocico.

 

A veces la iguana parecía aparentar saber demasiado ¿Qué era en realidad?... No era seguro, pero en esa vida nada lo era. El reptil permaneció allí durante un largo rato, pero después se dirigió al cuarto de sus amos, donde el pelinegro yacía dormido sobre la cama. Había algunos libros a su alrededor, debido a que había estado leyendo. El animal se fue a acostar en su cama, hecha a la medida para él. No era normal que se quedará allí, pero le haría el favor a Alex de acompañarlo. Entre tanto el escritor se encontraba frente a su lapto, escribiendo sin descanso, acompañado del sonido de las teclas apretadas por sus dedos, estaba inspirado; esa noche Morfeo tendría que retirarse.

 

Notas finales:

*Primero que nada, Gracias por leer~ 

 

*Espero que les haya gustado, a pesar de que tal vez pude extenderlo más

 

*Aviso que el octavo capítulo promete ser bastante interesante~  pero me niego a hacerles spoiler~


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