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Entre Libros y Estantes por HarukaChan

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El pequeño pelinegro corría a toda prisa hacia el edificio donde su nuevo trabajo lo esperaba, no había podido concentrarse totalmente debido a que pensaba en cómo sería el trabajo. Alexander estaba totalmente emocionado y no había podido evitar decírselo a sus compañeros de curso, lo que causo gran emoción en toda su clase. Después de analizarlo un poco empezó a pensar que era un gran error haberlo hecho, apenas iba a empezar y no sabía si duraría mucho tomando en cuenta que el albino lo había besado el día anterior, aquello lo había puesto demasiado nervioso.  Entre tanto Ichiku ya se encontraba despierto, escuchando las quejas de su manager y bebiendo un café bien negro como le encantaba, Ikki estaba comiendo el desayuno mientras se burlaba del sermón que estaba recibiendo su querido amo, como si fuese un niño pequeño.

 

La pelirroja se encontraba evidentemente molesta, aquel joven debía informarle si quería un asistente, ella le hubiese conseguido un profesional y no cualquiera que se atravesará, ese era su mayor problema- Sabes que por tu posición no deberías arriesgarte a trabajar con personas extrañar, nadie sabe cuáles son sus verdaderas sus verdaderas intenciones ¿no te preocupa ni un poco? –le recriminó con el ceño un tanto fruncido, tenía ya casi 3 años trabajando con el famoso pero joven escritor y siempre habían tenido problemas por la personalidad rebelde del albino.

-¿Eh? Ya te dije que es un buen chico, bastante inteligente así que no tengo preocupación. Está haciendo un curso de filosofía y ya está graduado de la universidad, también le pedí a Matt que averiguara algo sobre él y como yo lo suponía está totalmente limpio... Además... Dudo que tus candidatos pudiesen comprender a Ikki, así que no tenían nada interesante para ofrecerme. ¿Verdad Ikki? –le preguntó a su mascota que asintió levemente con un: “pero es enano”. Cosa que le causó gracia, pues la altura no tenía nada que ver con aquello.

La mujer suspiró levemente, aquel chico no tenía remedio, siempre hacía lo que se le daba la gana aunque tampoco podía quejarse pues seguramente era por eso que ese joven a tan corta edad podía escribir tan grandes libros, cosas que simpatizaban con aquel lado oscuro de la naturaleza humana- Está bien, la próxima vez ten en cuenta que debes avisarme ante de tomar este tipo de situaciones, creo que ya lo hemos discutido mucho ¿no? –suavemente se acarició el tabique de la nariz, estaba acostumbrada a la albina mascota, pero a veces le sorprendía lo malcriada que estaba.

El albino suspiró y continuo tomando su café con tranquilidad- Y sobre todo ese chico es extremadamente lindo, no aparenta ser mayor de edad –explicó mientras revisaba el reloj, empezó a sacar algunos cálculos y se dio cuenta de que seguramente pronto se aparecería por allí- Pronto será la entrega del libro ¿no? –no es que no le importara su trabajo, pero había estado ocupando encargándose de casos sobrenaturales. Cosa de la cual no se podía quejar debido a que le daba muchas nuevas ideas para sus libros.

-Efectivamente tienes 3 días antes de la entrega ¿te falta mucho? –preguntó mientras lo miraba de reojo, el albino hizo una seña con la mano antes de responderle: “Más o menos, puedo tenerlo listo para ese día así que no empieces a molestarme de más. Hasta que lo terminé no haré investigaciones paranormales, te lo prometo”. La joven se sintió un tanto aliviada, porque cuando el escritor decía algo lo cumplía, era una persona responsable a pesar de todo. Además si él se retrasaba ella sería quién recibiría el sermón.

Ichiku suspiró un poco y terminó de beber su taza de café, tenía pequeñas ojeras debido a que había pasado casi toda la noche escribiendo por lo que no había dormido más de cinco horas- Me voy a mi estudio, cuando llegué Alex mándalo allí e intenta ser amable pero no demasiado... –le envió una mirada de reojo que decía más de lo necesario, era SU asistente así que esperaba que su manager no fuese a interferir en las tareas de éste. Diciendo aquello se retiró a su cuarto para seguir con su trabajo.

-Ikki tienes un dueño demasiado arrogante –le sonrió a la iguana y ésta asintió suavemente sin mover su boca, sabía que aunque lo hiciera ella no podría entenderle, por lo que siempre se comunicaba con él haciendo preguntas que pudiese contestar con sí o no- ¿el nuevo chico te agrada? –le preguntó, recibiendo nuevamente un asentimiento... Si ellos opinaban así debía ser por algo, así que decidió no molestarse más en indagar con el tema y más aún si Matt había dicho que estaba bien. Después de todo ese hombre era un detective que trabajaba con la policía, uno muy bueno y responsable, también era amigo de la infancia del albino por lo que llevaban una buena relación.

 

La iguana miraba a la chica ladeando el rostro, pensaba que era bastante tonta al hablar con él aunque no pudiese entenderlo pero de igual modo no le daría demasiada importancia, nunca se la daba de igual forma. Miró a los lados y lentamente fue caminando hacia la sala para ver dónde estaba el control de la tv, por lo menos se entretendría mientras Ichiku estuviera encerrado en su cuarto, cosa que hacía cada vez que se acercaba una entrega. Después de todo como un escritor profesional debía tomárselo en serio. Escuchó que tocaban la puerta y suspiró aliviado, el control estaba demasiado alto para él por lo que podría pedirle ayuda al pelinegro.

 

-¿Mm...? Parece que ya llegó –con tranquilidad caminó hasta la entrada y abrió la puerta, sorprendiéndose ante la vista de un pequeño chico de cabellos negros y ojos azul cielo, era realmente adorable por lo que se imaginó el porqué de que Ichiku le hubiese lanzado aquella mirada tan acusadora- Hola, Soy Saki la manager de Ichiku, tú debes ser Alex ¿no? Pasa –comentó con una sonrisa, no quería hacer algo que fuese hacer enojar al albino y mucho menos con la fecha de entrega tan cerca.

El pelinegro la escuchó con atención, sonriendo un poco y asintiendo levemente- sí, es un placer... Un gusto conocerte Saki, gracias... –con calma entró al apartamento y buscó de reojo al albino con la vista, de repente escuchó que lo llamaban  pero reconoció que era la voz de la iguana por lo que se acercó a la sala para ver que se le ofrecía- Hola Ikki ¿qué necesitas?

-El control de la tv, pásamela por favor –pidió la iguana pero el pequeño pelinegro la alzó con cuidado para ponerla sobre el sofá cerca del control diciendo: “así estarás más cómodo, si necesitas que te baje sencillamente pídelo”. Aquella actitud le agradó bastante a la iguana que presionó con su tosco hocico los botones para prender la tv y después con calma cambió los canales hasta uno dónde estaban pasando una película de acción- Muy bien, parece que vas a ser más útil que Saki.

-¿Eh? ¿Por qué? –preguntó con curiosidad y el animal sencillamente anunció: “ella no puede escucharme, es inútil que le diga algo”. Eso lo hizo asentir levemente, pues según el albino lo había invitado porque tenía algo “interesante” y tal vez eso era lo que le permitía escuchar a la iguana.

-Alex, Ichiku dijo que fueses a verlo a su estudio es la segunda puerta por ese pasillo –comentó la pelirroja y después se despidió con la mano- Bueno, fue un placer. Me retiró, dile que  regreso en tres días a buscar el libro –anunció la pelirroja para después salir del departamento, parecía que pasaba mucho tiempo allí y en realidad así era.

-Oh... Está bien –sonrió con calma y miró de reojo como se iba la pelirroja. Por un momento se preguntó si solamente llevaban una relación profesional, la joven era bastante bonita e Ichiku no se quedaba nada atrás... Pero por un momento se sintió algo irritado, tal vez celoso... Negó con la cabeza y se dirigió hacia el estudio del escritor, dio unos golpecitos a la puerta antes de entrar. Se quedó boquiabierto, parecía casi una biblioteca, había estantes llenos de libros por casi todo el lugar y un pequeño camino entre ellos que llevaba a un escritorio- ¿Ichiku? –preguntó antes de empezar a caminar hacia el escritorio, pero no recibió respuesta alguna.

El albino se encontraba tras uno de los estantes, revisando uno de los libros antes de volverlo a guardar. Cuando sintió que el chico había entrado se dispuso a caminar tras él para abrazarlo desde atrás, sonriendo ladinamente; ya lo estaba esperando- Aquí estoy, tardaste más de lo esperado ¿te fue bien? –susurró acercándose a su oreja para soltarlo y alejarse un poco, caminando a sentarse en su escritorio; divertido por el estremecimiento que había provocado en el menor.

-c...Casi me has matado del susto –susurró con el ceño un tano fruncido y lo miró con calma ¿cómo podía ser tan silencioso? No lo había escuchado acercarse, en realidad si no lo hubiese abrazado no hubiese notado que estaba allí. Intentó relajarse, pero el recuerdo de la voz de su jefe tan cerca le había ocasionado un pequeño estremecimiento- ¿Estás ocupado?

-No deberías asustarte, ya sabías que te estaba esperando –anunció con serenidad mientras fijaba sus orbes en la pantalla de la lapto frente a él para continuar escribiendo- y sí, tengo tres días para entregar mi próximo libro así que tengo que centrarme en esto... ¿Podrías prepararme algo de café? –lo miró de reojo, sintiéndose satisfecho del asentimiento por parte del menor.

-Ya regreso... –comentó y de inmediato se dispuso a salir para caminar a la cocina, la cual había visto durante su llegada. Suspiró un poco, pensando que la actitud acosadora del albino podría traerle problemas, pero no podía deja de pensar en esos penetrantes orbes naranjas... De cierta forma se había quedado enganchado a ellos apenas lo había visto sin las gafas.

El albino continuo escribiendo totalmente concentrado en la trama de su libro, no quería darle un final apresurado a su historia por lo que tomaba en cuenta cada minúsculo detalle de la trama. Él era un profesional y no podía ofrecerle algo incompleto a sus lectores, siempre tenía presente que el contenido mantuviera a los jóvenes interesados hasta el final- Muy bien... Un capítulo menos... –suspiró y se dejó recargar en la silla. Ya le faltaba poco, por lo que sacando cuentas podría terminarlo ese mismo día, después de todo desde que había comenzado a escribir su próxima obra no había descansado ningún día.

Pronto el pequeño pelinegro llevaba el café hacia el estudio, entrando con calma para dejarlo en la esquina de la mesa donde no había peligro de que un mal golpe lo lanzara hacia la computadora- Aquí está... Te gusta negro ¿no? –preguntó con una leve sonrisa mientras veía como el albino tomaba la taza y le daba un pequeño sorbo, dejándole ver una tranquila sonrisa, algo que el menor nunca había logrado ver... Aquello le dio la respuesta a la pregunta que había formulado.

-Mm... Está bastante bueno... –con calma cerró sus orbes por un momento, disponiéndose a disfrutar del café. Miró de reojo al pelinegro que lo miraba bastante pensativo- ¿quieres preguntar algo? –miró que las mejillas del chico tomaban un color carmesí y sonrió ladinamente, seguramente había dado en el blanco.

-¿eh?... Pues sí... t...Tú y Saki... ¿Tienen algo?... –respiró profundamente, intentando que el carmín de sus mejillas se mantuviera leve pero aquello era un intento sin ningún resultado. Sabía que aquello parecía esta fuera de lugar, pero el hecho de que el albino lo besara de aquella forma lo había estado molestando desde el día pasado ¿Quién se creía? Aunque fuese un gran escritor aquello no le daba derecho a jugar con los sentimientos de nadie.

El albino no pudo evitar reír suavemente ante aquello, nunca había escuchado algo tan absurdo en lo que llevaba en ese lugar- Debes estar bromeando ¿Saki y yo? Para nada... –volvió a reír evidentemente divertido por la pregunta del joven, que ahora desviaba la mirada avergonzado- ¿por qué lo preguntas? ¿Tenías celos? –lo miró de reojo, con una muy leve sonrisa.

-y... ¡Yo no estaba celoso! ¿Por qué lo estaría? –sonrojado desvío rápidamente la mirada, observando al albino de reojo. Ciertamente aquello había sido una pequeña demostración de celos fuera de lugar por su parte, pero se sentía un poco más tranquilo- Es solo que si tienes novia no deberías ir besando a cualquier chico o chica que se te antoje... –anunció, intentando zafarse del mal entendido en el que él mismo se había puesto.

 -Pues no tengo novia y no ando besando a cualquiera, a menos que tú te consideres a ti mismo como cualquier –comentó sin inmutarse mientras bebía el contenido de la taza y la dejaba sobre la bandeja para volverse a acomodar sobre su asiento, empezando nuevamente a escribir- Voy a seguir un rato más con esto, puedes ir a ver la tv con Ikki, puedo pedirte que hagas la cena ¿no? –preguntó obteniendo un “Claro” como respuesta aunque de mala gana y siguió con lo suyo. Ciertamente parecía haber encontrado a la persona indicada para ese trabajo. Aunque el verdadero trabajo comenzaría cuando lo llevara al trabajo de campo, es decir, a ver casas embrujadas.

El pelinegro salió del estudio estando sonrojado, no entendía la actitud del albino ¿le gustaba o no? ¿Acaso lo había besado por simple capricho? Aquello le molestaba un poco, pero sus palabras lo habían hecho sentir un poco feliz... Después de todo si no besaba a cualquiera eso quería decir que él tenía algo especial para merecerse un trato diferente- maldición... Creo que lo pienso demasiado –suspiró y caminó hasta la sala para sentarse junto a la iguana que lo miró de reojo.

-Parece que tienes la mente ocupada en algo ¿se trata de Ichi? –preguntó la iguana sin detenerse a pensar en la prudencia, sencillamente decía lo que pensaba sin preocuparle las consecuencias. Después de todo era un animal y el albino era capaz de hacerle la vida cuadritos a la persona que se le ocurriera hacerle daño. Notó que las mejillas del pelinegro se cubrían de carmín y sonrió muy levemente, tanto como le era posible a una iguana- Entonces di en el blanco... Cuéntale a esta amable iguana que es lo que te preocupa –le invitó, volteándose a verlo.

El pequeño ojiazul desvío la mirada como quien no quiere la cosa y después suspiró un poco- Ichiku está lleno de misterios... Me preguntó si algún día podré saberlos... Incluso aunque he prestado atención a las cosas de este departamento... No he podido ver nada que me diga algo importante de él... No hay fotos familiares ni nada que pareciera tener un valor para él... Tampoco su actitud me es clara... –susurró algo avergonzado, inseguro de si confiar en la iguana, era buena idea o no.

La iguana tardó un poco en procesar todas las palabras del chico, pues había hablado demasiado rápido- Ichi no se abre con cualquiera, además ¿por qué debería tener ese tipo de fotos? Solo las personas que disfrutaron de su infancia las tienen... –comentó y de inmediato se calló, acababa de decir algo innecesario por lo que negó para sí mismo y se dirigió nuevamente al ojiazul- Es como es, pero imagino que tarde o temprano lo descubrirás... Si estás aquí es porque tienes algo que un humano normal no poseería así que no le des vueltas a los asuntos y deja que lleguen sin forzarlos –le recomendó aquella mascota para después seguir viendo la tele.

-Tienes razón... Y nunca pensé que le diría eso a una iguana... –susurró en voz baja, recibiendo una mirada enojada por parte del reptil, eso logró que el menor dejara escapar una risa. Le parecía un poco cómico pero las primeras palabras de Ikki lo dejaron algo pensativo ¿Acaso su infancia había sido mala? Eso explicaría la carencia de fotos en el departamento, pero era preferible preguntarle al albino directamente, no quería meterse en algo que le pudiese sacar problemas- Creo que empezaré a preparar la cena –dijo y con una sonrisa se levantó para caminar a la cocina. Empezaba a entender que la admiración que sentía por el ojinaranja podía convertirse en algo mucho más profundo...

 

Durante media hora el pequeño pelinegro se dispuso a preparar la cena para el albino y para sí mismo, pues consideraba un desperdicio el tener que cocinar dos veces. Se decidió a preparar una ensalada cesar, algo que no fuese demasiado pesado. No sabía si Ikki comería de eso también pero supuso que no era lo más saludable para el animal. En cuanto terminó fue a sentarse en la sala con Ikki y más o menos luego de una hora el albino asomó su rostro fuera del estudio para reunirse con los otros dos en la sala.

 

-No era necesario que me esperaras para comer –anunció, sin sorprenderle que hubiese hecho para ambos. Después de todo era la forma más cómoda para el pelinegro que suponía estaría viviendo solo en esos momento- Trae a Ikki, para que comamos –anunció y se dirigió a la cocina para ponerle la comida a la iguana en el piso. Miró de reojo que el pelinegro bajaba a su mascota con cuidado y se apresuraba a servir la comida.

-Está listo –anunció cuando terminó de acomodar los platos y dos vasos con agua para sentarse a comer con el albino. Cuando dio una probada sonrió con calma, realmente le había quedado buena. Se mantuvo viendo de reojo al albino que comía en silencio y con tranquilidad, por lo que supuso que le había gustado lo suficiente como para no quejarse.

-Está bueno... –anunció después de un rato, cuando ya estaba finalizando su plato- Podría acostumbrarme a comer de esta forma a diario –mandó una indirecta, esperando ver el sonrojo del pelinegro qué casi de inmediato cumplió con sus expectativas. Ciertamente el ojiazul era lindo, no iba a negarlo porque sería una pérdida de tiempo... Pero debía pensar con cuidado lo que haría, pues debía estar seguro de lo que quería aunque en esos momentos estaba más que seguro que deseaba tener a esa curiosa ave dentro de su jaula...

-Me alegro que te guste... Bueno como voy a estar trabajando aquí supongo que haré la cena la mayor parte de las veces... –comentó con un intenso sonrojo en sus mejillas. Levemente desvío la mirada, no quería dejarse llevar tan rápido pues podría ser cruelmente rechazado y eso a su parecer era lo más probable...

 

La cena continuó tranquilamente y después de terminar Ichi se ofreció a lavar los platos, pues realmente no le importaba hacerlo además debía tomarse un descanso de estar tanto tiempo sentado. En cambio Alex  había decidido que ya se estaba haciendo tarde y no quería llegar tan tarde a su hogar. Por lo que le informó a Ichiku y éste asintió levemente, ofreciéndose a acompañarlo; cosa que el pelinegro no acepto pues quería dejarlo concentrarse en su trabajo solamente.

 

-¿Seguro? No me cuesta nada acompañarte –insistió el albino, dirigiéndose a la puerta para abrírsela al chico pero éste se volvió a negar lo que ocasionó que el albino dejará escapar un suave suspiro. De verdad no le importaba, además el aire fresco le haría bien, pero tampoco iba a ser tan acosador como para obligarlo- Bien te espero mañana, más o menos a la misma hora.

-Sí, no hay problema –asintió levemente y se preguntó por qué el albino estaba insistiendo tanto, seguramente tendría sus propias razones. Nada era seguro con aquel misterioso escritor de penetrantes orbes naranjas. Cuando estuvo a punto de salir fue jalado, siendo tomado de la cintura... Pronto sintió los suaves labios del albino sobre los suyos, lo que lo hizo cerrar sus orbes azules levemente para separarse- q... ¡¿Qué haces?! –el menor estaba evidentemente sonrojado, pues sentía la cercanía del cuerpo ajeno con el suyo... Era una sensación agradable pero no quería ilusionarse.

-Tú no eres cualquiera ¿entendido? Eres MI asistente por lo que soy la única persona que puede besarte de esta forma... ¿Queda claro? –comentó, fijando sus orbes naranjas en los azules del pelinegro, éste asintió embobado como si estuviera hipnotizado ante la imponente mirada del albino. Ichiku sonrió ladinamente y estrechó un poco más el cuerpo ajeno contra el suyo- así me gusto... –susurró y sin pudor alguno mordió el lóbulo de la oreja izquierda del menor, haciéndolo soltar un leve gemido.

Alex se estremeció un poco y suavemente posó las manos en el pecho ajeno para hacerlo hacia atrás totalmente avergonzado- d...Debo irme... h... ¡Hasta mañana! –gritó y nuevamente salió corriendo, el corazón le estaba latiendo a mil... Era algo que nunca había sentido y lo peor de todo era que lo estaba sintiendo con un hombre... A su parecer eso quedaría en segundo lugar si ese hombre no fuese Ichiku Ushiromi... Un misterioso escritor que parecía tener demasiadas cosas entre manos...

 

El albino sonrió complacido y cerró la puerta para voltear hacia donde estaba su iguana, la cual lo miraba con un rostro de desaprobación- lo sé, lo sé... Me haré responsable de lo que haga –el albino volvió a relamerse, saboreando el sabor restante de los labios del menor- Es realmente dulce... Bueno, me iré al estudio, si necesitas algo la puerta estará abierta... –comentó antes de caminar por el pasillo para entrar a su estudio.

-Más te vale, me agrada el chico –sonrió ladinamente y asintió un poco para seguir alimentándose y después beber algo de agua, para mantenerse hidratado. Estaba algo preocupado por esos dos, más que todo por el chico debido a la falta de tacto de su dueño... Sencillamente ese albino no cambiaría de un día a otro...

 

Entre tanto el pequeño pelinegro llegó a casa corriendo y rápidamente había ido al baño para tomar un baño en la tina. Estaba aún sonrojado y no podía evitar pensar en el hermoso albino para el que estaba trabajando... Cerró los ojos por un momento y sintió el olor de su aliento, le recordaba a la nieve... Su respiración también tenía un aroma a frío helado que casi lo atraía hacia él inconscientemente... No podía evitar excitarse al pensar en el firme tacto de aquel hombre y eso empezaba a preocuparlo ¿Tal vez se había enamorado? Era lo más probable... Amor a primera vista...

-Maldición... –susurró algo sonrojado y lentamente fue bajando su mano hacia su hombría la cual estaba despierta, aquel pequeño incidente había ocurrido con solo un abrazo... No podía imaginar que ocurriría con su cordura si el albino lo tocaba de una manera más erótica... Lentamente empezó a masturbarse y de sus rosados labios comenzaron a brotar gemidos, uno tras otro a consecuencia de sus movimientos- ahh... ahh... i...Ichiku... –no podía creer lo que estaba haciendo... No quería creer que se estaba “animando” imaginándose a su jefe.

Continuó por un buen rato más hasta que consiguió correrse, dejando escapar un sonoro gemido con el nombre del albino- ¡Ichiku!~ -sonrojado se recargó agitado en la tina, jadeando suavemente... A lo que había llegado, nunca pensó que hiciera algo así por un chico... Pero las manos de Ichiku habían provocado aquella reacción exagerada en él... Suspiró pesadamente y lentamente se levantó avergonzado consigo mismo, ahora estaba cansado por lo que no tardó en secarse e irse a dormir habían sido demasiadas emociones por una persona a la que no conocía realmente... Era ese misterioso escritor... De ojos naranjas penetrantes y actitud arrogante... Aquel hombre parecía haberle robado la racionalidad de la cual estaba tan orgulloso... Y lo peor es que ese era solo el inicio...

 

Notas finales:

*Si tienen alguna sugerencia pueden hacerla nwn

 

 *Gracias por leer~

 


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