Qingdao, China. Cerca del aeropuerto. Año 2007.
—Iremos juntos, ¿verdad? —Preguntó inocentemente Tao, jugando con las mangas de su suéter grisáceo.
—Ah, claro —Dijo el contrario, agarrando cínicamente el brazo del menor.
La madre de Kris sabía perfectamente que su hijo tenía novio. También sabía perfectamente que Tao no era ese. Aun así, no le dio tanta importancia y siguió caminando con neutral naturaleza por la vereda, agarrando por la manija su maleta y escuchando cómo las pequeñas ruedas iban chocando contra el asfalto.
—Cariño, ¿tu madre sabe que irás con nosotros? —Preguntó Fen, la madre de Kris.
Tao respondió, moviendo su cabeza afirmativamente.
—Mi madre se ha ido ya —Habló—. Tuvo que salir urgentemente y sólo tenía un boleto.
—Oh. ¿Y dónde te espera? Porque nosotros llegaremos directamente a Incheon para luego trasladarnos a Seúl.
—Me espera en Seúl.
La progenitora de Kris asintió y se dirigió nuevamente hacia la entrada del aeropuerto a paso lento, siendo seguida por los ambos acompañantes.
Dos horas después de un largo viaje en avión, llegaron hacia el aeropuerto de Incheon, donde Kris tomaba sin cuidado alguno la cintura del otro, percatándose cuidadosamente que su madre no los viera.
No era por nada, pero Tao en sentidos de satisfacer al prójimo, no era para nada malo.
Kris no quería sentirse culpable de un futuro rompimiento por parte de su pareja Jongdae. Ni siquiera quería separarse de él.
Pero tampoco quería separarse de Tao, quien aunque hubiese pasado tan poco tiempo con el contrario, ese escaso tiempo la pasó bien con él. Incluso mucho mejor que cuando se encontraba con Jongdae…
En un minuto, Fen se separó de los otros dos, con la justificación de típicamente ir al baño. En esos minutos solos, Tao aprovechó para conocer aún más a su reciente pareja.
—Dime, ¿cuántos novios has tenido desde antes que yo? —Preguntó Tao rápidamente mientras el otro tragaba descuidadamente saliva.
—D-Dos… —Dijo, con su voz partiéndose en dos.
Pero aun así, no podría jugar con ambos.
—Solo he tenido dos…
Sería inhumano.
—Ahora solamente me interesa una persona…
Sería injusto quedarse con la persona con quien solo compartía un momento de intimidad a quedarse con la persona con quien siempre trató con él, quien siempre le apoyó, quien siempre le alentó…
—¿Quién? —Preguntó el menor, acercándose al oído de Kris.
En su cabeza siempre tendría el inaceptable resentimiento de que…
—Tú. —Dijo fuerte y claro a lo que Tao sonrió, abrazándolo.
—He llegado —Fen llegó a su lado, sonriente—. Vamos a dejarte, Tao.
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Seúl, Corea del Sur. Año 2007.
—¿Me ayudas con algo, Lulu? —Preguntó Sehun, mirando discretamente hacia el suelo.
Un solo sonido producido por los labios del mayor bastó para saber que la respuesta era afirmativa.
—Me…me gusta un chico y… —Pausó su diálogo para levantarse y tomar una bocanada de aire —él tiene novia… Pero creo yo que le gusto. Bueno, no lo sé con certeza. En fin, el objetivo es éste: Provocarle “celos” con alguien más —Lo miró espontáneamente a los ojos marrones del contrario —y ver si efectivamente gusta de mí.
—¿Quieres que sea tu cómplice del delito del amor? —Sehun asintió —. ¡Claro! Será divertido. Solo deja aclararte algo: Minseok es mío.
—Sí, ¿y qué?
—Sólo quería recordártelo.
—…—Quedaron en silencio durante una docena de segundos hasta que el menor habló:— Hoy estará en el Museo Nacional de Corea y quiero que vayamos juntos tú y yo. Ya sabes, tomados de la mano o algo. Será a las tres y media.
Luhan confirmó con la cabeza y nuevamente fue hacia su casa, emocionado no por la “cita” con Sehun, sino porque al día siguiente sería el cumpleaños de su baozi. Tenía preparado llevarle Sopa de Miso cuando fuera nuevamente a Guri. No la prepararía él, porque estaba segurísimo y más allá de que el único sabor que a Minseok le gustaba sobre la Sopa de Miso era cuando sus padres se lo preparaban, pero aun así se lo compraría.
Cuando llegó a su casa, tomó una fría ducha y se preparó bonito para la falsa reunión con Sehun. Se vistió con ropa casual y se puso un poco de perfume dulce sobre el cuello para verse más formal en frente del chico que le gustaba a Sehun y pasar desapercibido por sus años, pues éste era mayor que Sehun, pero no se notaba tanto.
Antes que nada, le llamaría a Minseok para ver dónde se encontraría esa tarde, pues no quería que por cosas del destino se llegasen a encontrar y formaran malos entendidos.
—¡Minnie! —Saludó Luhan cándidamente.
—Hola, Luhan. ¿Cómo estás?
—Bien, bueno, cuando escucho tu voz, me encuentro mejor que en otro momento. ¿Sabes? Te extraño mucho —Se oyó una risita tímida por parte de la otra línea telefónica —. En serio. Bueno, no era para eso mi llamada. ¿Dónde estarás esta tarde?
—¿Qué? ¿Por qué? No lo sé, estaré en mi casa. ¿Y tú?
—También —Mintió—. Aunque acompañaré a mi madre al súper mercado y luego iremos a Guri.
—Bien. Adiós. —Colgó y Luhan lo imitó, aunque con una mueca de confusión en su rostro. ¿Era él o su novio se había comportado más seco que un desierto en pleno verano? No importaba, no era el momento ideal para preocuparse, así que se dirigió hacia el Museo para encontrarse con Sehun.
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—¡Kris! Tú que conoces aquí, llévame a un museo —Pidió Tao, juntando sus manitas, a lo que Kris sonrió.
—Claro —Aceptó—. ¿Qué te parece el Museo Nacional de Corea?
—¡Sííí! —Alzó los brazos con dulzura aparente —. Creo que en verdad algún día te llegaré a amar de verdad. Y nos casaremos —Tomó el brazo de su novio mientras caminaban a paso lento —, y tendremos hijos. Adoptados, claro.
—Algún día, Tao. —Sonrió —¿Quieres un helado?
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Hacía tiempo que Kris y Jongdae no se veían.
Kris le había prometido llegar a su casa, con chocolates y rosas en las manos, además de un fogoso beso a los labios del menor.
Se suponía que Kris había hecho la reunión para después de que volviera de China y había prometido llegar al medio día.
El reloj marcaba las dos de la tarde.
Jongdae, sin ser visto por su madre, corrió fuera de su casa, yendo a la casa de Kris cuya distancia no era tan prolongada de la suya. No perdía nada con ir a ver. Se supone que su novio le había dicho que llegaría ese día.
Se escondió detrás de una columna de cemento al ver a Kris justo en la heladería cerca de su casa, junto a otro chico desconocido para él, actuando normalmente.
Lo siguiente, congeló su corazón en un solo segundo: Kris se acercó al otro chico y aproximó la punta del helado de chocolate a su nariz, manchándole justo allí. El moreno rio e hizo lo mismo con Kris, pero con sus labios. El mayor se acercó al contrario y lamió donde había dejado rastro. Luego, el otro se acercó a su boca y lo besó.
Jongdae llevó la mano a su boca, sorprendiéndose por tal acto.
Jongdae quiso marcharse sin más, pero cuando volteó, chocó con un bote de basura, tirándolo y causando ruido. Todos los presentes cercanos voltearon a ver a su dirección, al igual que Tao y Kris.
Kim estaba volteado, ocultando su cara de Kris y soportando su dolor interno para no llorar en frente de él.
Apretó los puños bruscamente, dejando marcas de sus uñas en sus palmas y volteó cuando Kris le llamó, y antes de reclamar algo, Kris se adelantó.
—Jongdae…yo…
—¡Eres un pedazo de idiota, hijo de puta! —Gritó, causando impresión a los demás.
—Yo creo que tú y yo ya no estamos funcionando juntos —El corazón del que se encontraba devastado se volvió a encoger aún más —. También creo que debemos conocer más personas…
Jongdae no quiso escuchar nada más y se retiró de allí, corriendo con dirección a su casa. Entró a su habitación, ignorando a todos y controlando sus lágrimas. Cuando estaba dentro, lloró como si no hubiese un mañana. Sin embargo, trató de controlarse y llamar a su mejor amigo, al que realmente necesitaba en ese momento.
—Holi, Jongdae.
—Minseok…—Sollozó.
—¿Q-Qué tienes?
—Necesito que vengas a mi casa.
—Estaré allí lo más pronto que pueda. —Colgó.
Pasó el tiempo, cosa que Jongdae no notó, pues se encontraba perdido mirando a través de su ventana, viendo el cielo. Tampoco se percató cuando alguien tocó a su puerta, así que Minseok solo entró, sin consentimiento alguno, pues la madre de Jongdae le permitió entrar a la habitación de su hijo, pues ya lo conocía.
—¡Hola! ¿Qué pasa? —Preguntó Minseok, con su típica alegría que podría contagiársela a todo mundo, pero en ese momento no se la podría contagiar al afligido Jongdae.
Éste le contó todo el problema, sacando lágrimas por parte suya y poniendo su cabeza muy seguido sobre el pecho y hombro de Minseok.
—Sí que es estúpido —Agarró su mejilla, limpiándole una lágrima —. Pero no llores por algo estúpido. Vamos a pasear y te despejarás.
—¿Dónde quieres que vayamos? Bueno, mientras sea contigo, estoy seguro que me sentiré mejor —Sonrió difícilmente.
—Dicen que hoy la entrada para el Museo Nacional de Corea es gratis. Podemos ir y aprender algo nuevo, ¿no crees?
Jongdae aceptó y con la ayuda de su amigo, se levantó del suelo y se dirigieron juntos hacia el museo.
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—¿Estás listo para la misión? —Luhan juntó sus manos en forma de una pistola y se escondió detrás de una columna en frente del museo como espía.
—Sí, compañero Luhan. —Sehun siguió el juego —Avancemos por la lateral.
Rieron cómplices y entraron tomados de la mano, buscando al chico que era cien por ciento desconocido para Luhan.
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En el mismo lugar, Tao miraba una exposición coreana, aprendiendo sobre la cultura mientras Kris había ido al baño, dejándole solo por el momento.
Avanzaba cada vez más asombrado con cada exposición hasta que la llamada de su nombre le hizo sobresaltar. Volteó y…
—¿T-Tao? —Preguntó el que se acercaba junto a otro chico tomados de la mano.
Los ojos de Tao saldrían de órbita.
Su corazón…
Su cabeza…
—Se… —Pronunció, tratando de tomar aire —Hun…