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Through skies por angykimchi

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Notas del capitulo:

¡Hola! Estoy de nuevo aquí :3

 

Seúl, Corea del Sur. Año 2004.

—¿Te gusta alguna niña, Jongin? —Preguntó su tía SoHee esperanzada.

Jongin negó con la cabeza.

Mentía. Le gustaba, le encantaba alguien aunque no fuera una chica.

Le encantaba una persona de la cual desconocía su nombre. Lo único que sabía de él era su rostro. Su rostro fino y esbelto que caía elegantemente sobre su barbilla, haciéndolo notar apuesto. Sus gigantes ojos, sus carnosos y voluminosos labios hacían delirar a Jongin que lo observaba a diario. Le encantaba cada bella virtud que aquel chico tenía físicamente.

Jongin lo vio por primera vez un 4 de Julio, por la madrugada del domingo recorrer por allá y por acá los techos empinados de las casas, haciendo resonar sus zapatos por sobre el asfalto recién mojado en un delineado rocío para luego adentrarse a la estación del metro.

Jongin había sido víctima de una oleada de calor cuando lo vio allí, luchando para que las delgadas gotas de lluvia no chocasen contra su cuerpo. Admirado por su belleza, entró casi al mismo tiempo que el otro y pudo entrar al tren que el chico había tomado; al parecer tomarían el mismo. Se sentó en frente del chico y el otro tan solo sacó un libro de su mochila grisácea, ignorando a todo mundo y adentrándose a la lectura.

Desde ese 4 de Julio, Jongin ya sabía a qué hora llegar cada madrugada para encontrarlo: 5.00 a.m. Y, aunque solo admiraba su belleza y sencillez por veinte minutos una vez al día, valía la pena.

Jongin tenía en ese entonces nueve años y ahora, después de medio año viendo y desviviéndose por el otro, cumplía diez.

Su madre le había dicho que no podría acompañarlo a la escuela por las mañanas por motivos laborales, pues ella partía a las 4.30 a.m. y su padre iba con ella. Aunque Jongin tenía media hora extra, él no quería quedarse solo en casa por mucho tiempo, por eso se iba temprano.

Y aunque tenía tiempo poniendo la vista fija en ese muchacho, nunca hasta ahora se había atrevido a hablarle.

Su tía SoHee le había regalado un diario marrón que parecía más agenda formal de ejecutivo macho alfa que otra cosa.

Jongin se sentó en su escritorio y prendió la lámpara arriba de ésta, liberando partículas de tenue luz y comenzó a escribir:

14 de Enero de 2004.

Desde hace medio año que siento algo por alguien de quien solo conozco su lindo e inocente rostro.

Me siento un débil cobarde al saber que no he tenido las agallas suficientes para hablarle y conocerle… Tan solo mirándolo como un idiota. Soy muy tímido y por lo mismo no lo he logrado ni intentado.

Mi mayor miedo es que llegue un día en el que no vuelva a verlo más. Esos días siempre llegan a pasar y no quiero que me pasen  a mí.

Mañana es el día siguiente de mi cumpleaños por lo que le hablaré. Qué más da si quedo como un completo imbécil.

Kim Jongin.

PDT: No tenía nada que hacer y decidí por escribir en esta mierda.

PDT 2: Hola, tía SoHee. Me ha encantado tu regalo.

Guardó el pequeño diario en uno de los cajones de su escritorio y fue a dormir con una sonrisa en su rostro por haberse atrevido a hablarle el día siguiente a aquel chico desconocido.

 

Jongin entró por las cristalinas puertas de la estación de la línea 3 del Metro de Seúl y se sentó en su asiento habitual esperando a que ese chico llegara.

Cuando el muchacho entró y se sentó ya no en frente de él sino al lado, a Jongin casi le da un paro cardíaco de la emoción. El otro volvió a sacar algo de su mochila, pero esta vez era su celular. Comenzó a jugar Snakes  mirando con el rabillo del ojo al que estaba al lado suyo. Era ilógico porque justamente todo el vagón estaba vacío y él había decidido por sentarse JUSTO AL LADO DE JONGIN.

—H-Hola —La voz de Jongin se quebró y se odió por eso, maldiciéndose en su interior.

El otro volteó y le dedicó una bonita sonrisa.

—¡Hola! —Contestó.

—Ese juego puede ser demasiado adictivo, cuidado —Jongin señaló la pantalla de su celular. El otro rio sonoramente y lo guardó en su bolsillo. ¡Desde hacía siglos que esperaba que Jongin le hablase!

—Me auto controlo —Dijo el otro —. Soy Kyungsoo, ¿Cómo te llamas tú?

—Soy Jongin —Dijo el mismo con el corazón a punto de salirse de su cuerpo —. ¿Qué dices? —Qué divertido tema de conversación.

—Nada, ¿qué tal tú?

—Tampoco. ¿Estudias cerca? —Preguntó Jongin saciando el ambiente.

—No exactamente —Contestó el otro — si con eso te refieres a las afueras de Seúl.

El moreno rio. Después de platicar varios minutos, el primero que bajó del tren fue Kyungsoo y luego Jongin. ¡Había logrado su cumplido! Salió con una estúpida y blanquecina sonrisa de allí y alcanzó a Kyungsoo, tomándolo por la manga de su uniforme negro.

—¿Qué pasó, Jongin? —Preguntó bostezando el chico.

—Compartamos celulares —Kyungsoo quiso sonreír, pero se lo impidió, así que lo hizo internamente.

Kyungsoo sacó de su mochila grisácea un cuaderno y de la hoja que yacía hasta el final, arrancó un trozo, sacó un bolígrafo y apuntó su celular, dándoselo a Jongin.

—Puedes llamarme después de las seis —Dijo él —. Esperaré tu llamado, Jongin.

Durante todo el transcurso de horario escolar, nadie podía quitar la sonrisa del rostro del moreno. Sung, su mejor amigo del colegio, había estado extrañado por la rara actitud del día del chico.

Cuando Jongin llegó a casa, se duchó, comió, hizo deberes e imaginó la bella cara de Kyungsoo.

<<Kyungsoo… ¿Me estaré enamorando perdidamente de ti?>> Se preguntó a sí mismo. Restregó sus frías manos sobre su rostro y durmió un poco para luego despertar y con un elegante retraso, llamarle a Kyungsoo.

—¡Hola, Kyungsoo! Es Jongin.

—Hola, Jongin —Una sonrisa tentativa apareció en sus labios cuando tomó el auricular a las 18.01 —¿Cómo estás?

—¿Kyungsoo?

—¿Hmm?

—¿Quieres salir al cine conmigo esta noche? Sería dentro de una hora. ¿Qué te parece?

—De acuerdo. Mis padres no están, así que sí, sí puedo. ¿En el del centro?

 

En una hora exacta, Jongin apareció en la entrada del cine, esperando al mayor con su abrigo hasta su cuello, tapándose del frío y metiendo sus frías y frescas manos. Después de menos de cinco minutos, el mayor apareció, sonriente con una calidez en su rostro.

—Parece que seremos buenos amigos, Jongin —Dijo el otro causándole escalofríos al segundo.

 

Luego de un mes siendo amigos, llamándose, encontrándose en lugares donde podían jugar, visitándose en sus hogares y demás, ambos cayeron perdidamente en el fenómeno mortal llamado amor. Aunque Jongin ya lo sabía hacía más de medio año, Kyungsoo apenas lo sentía de verdad, pues sentía atracción por Jongin, sí, pero después del mes conociéndose, lo comenzó a querer de verdad.

En la misma línea 3 del Metro de Seúl, Kyungsoo iba llegando a la estación con un gran abrigo encima de él, pues esa mañana, el ambiente se encontraba claramente gélido. Bajó las escaleras para tomar el tren, pero se sorprendió a Jongin sentado en la banca de madera con globitos marrones y circulares a su alrededor, una carta amarillenta en papel con textura antigua. Jongin sonrió al verle y se paró, con poca gente alrededor, se sentía más confiado de sí mismo. Se acercó a Kyungsoo, tomó sus dos manos y las llevó cerca de su pecho, en su corazón.

—¿Sientes cómo palpita, Kyungsoo? —Kyungsoo se sorprendió por el acto —. Solo palpita así cuando estoy cerca de ti e inhalo tu dulce y cautivador aroma.

—J-Jongin…

—Shh, calla —Dijo él y se acercó más al mayor —. Escucha mis sentimientos a flor de piel que tan solo tú logras en mi interior. ¡Demonios! Desde que te vi no dejo de pensar en ti.

—¿Q-Qué quieres decir, Jongin? —Preguntó nervioso, cautivado por el gesto.

—¿Quieres ser mi… pareja, Kyungsoo?

Kyungsoo lo miró directamente a los ojos, presenciando un aire de gentileza, amabilidad y sensualidad en éstos. Él no dijo nada, solo lo abrazó y movió su cabeza en un gesto positivo. Se quedaron así, pegados el uno al otro hasta que el tren llegó.

 

6 meses después.

Jongin y Kyungsoo ya llevaban medio año juntos, sonriendo enamorados el uno al otro, quedándose juntos en todo momento.

Ese día cumplían exactamente el medio año, así que Jongin quiso regalarle una galleta. Pero no una galleta normal y ordinaria. Era una que él amaba. Amaba su sabor y por eso lo que más amaba y anhelaba comiendo, quería que Kyungsoo sintiera el mismo placer en su paladar.

Kyungsoo también tenía algo que decirle, pero no era exactamente lo que Jongin aspiraba a escuchar.

Cuando llegó a casa de Kyungsoo, solo vio al padre sacando cajas marrones de la casa, como si fuesen a mudarse y las ponían dentro del auto.

Kyungsoo salió después de su padre y Jongin preguntó con la mirada.

—Jongin… Me… Me voy a mudar.

A Jongin se le acortó la respiración y sintió que desfallecería.

Su Kyungsoo se iba… Lejos… Lejos de él.

 —No te preocupes, te llamaré cada noche —Kyungsoo se puso de puntillas para plantarle un beso en la mejilla.

Ni siquiera habían tenido su primer beso…

A Jongin se le venía el mundo encima.

—Kyunggie… —Lo abrazó fuertemente —. No, no te vayas. Quédate a mi lado…

—Lo siento, Jongin. Tengo que irme ahora —La bocina del auto sonó y Kyungsoo suspiró —. Te… Te quiero mucho.

—Nunca te olvides de mí —Pidió Jongin con los ojos cristalinos y soltando a Kyungsoo difícilmente.

—Nunca lo haré —Y se marchó.

Notas finales:

¿Y? ¿Les gustó? Espero que haya sido de su agrado este KaiSoo :3 

Una pregunta algo importante: ¿Quieren a otro chico/a, fuera de la banda de EXO que aparezca en el fic? :3


Por favor, anoten sus respuestas bonitas en los rw :3 

Recuerden: Cualquier duda/aclaración/crítica/tomatazos/zanahoriasazos los recibo con los brazos abiertos /O/ -vengan, zanahorias- :D 

 

Jaja, los quiere de aquí a EXO planet, angykimchi <3 


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