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Divino renacimiento por Yue Murakami

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Notas del capitulo:

Disclaimer: El personaje de Dominik no me pertenece, pero Dante sí :p ¿más que obvio? Espero que les guste esta humilde historia, espero puedan seguirme en las locuras que habrá.

Capitulo II

Dominik miraba por la ventana de la clínica con los brazos cruzados en el pecho, con el cuerpo recuperado la soledad lo asediaba, el vacío se expandía de manera alarmante y dolorosa, tocaba sus labios mientras pensaba en Sylvia y el tono de su voz; la encontraba en cada paso que daba, fue su ancla al mundo, una esperanza… ¿Por qué quería vivir? ¿Por qué no se quedó dónde estaba? La única respuesta que encontraba era su amor por ella. Se suele decir que al morir pasa toda tu vida frente a tus ojos, la imagen de su amor lo hacía pensar que ella fue su vida.

—     Es hora de su terapia, joven Dominik— le dijo una joven enfermera de cálida mirada y voz un tanto aguda.

—     Gracias— le sonrió con la cordialidad propia de su educación.

Había dos maneras lidiar con la situación de la clínica, una era llenar de antidepresivos su cuerpo y la otra tener una terapia con un psicólogo. Dominik sólo tenía que hablar con él, nada complicado: hablar de Sylvia, su bisexualidad y las razones de querer morir, nunca las pensó y ahora se veía en la necesidad de dar un discurso completo de ellas. Pero todavía quedaría un secreto, bien guardado por siempre en los rincones de su psique y ese era el haber estado muerto de verdad, no unos segundos sino unos eternos días.

Después de una larga conversación donde se puso una máscara sintió una ansiedad dolorosa, quería hablar con ella, la necesitaba y repetía su nombre en lo profundo de su alma, invocándola. Ella nunca aparecería. Lloraba sin consuelo alguno en su habitación, estaba aislado sin celular, sin computadora, sin Internet. Debía resistir, lo sabía, aunque sufriera por no tener contacto con el mundo que conocía.

El manto de la noche lo cubría todo y daba la oportunidad perfecta para romper un par de reglas, Dominik recordó que el lugar estaba en proceso de actualización, creaba una base de datos con los expedientes de los pacientes, por deducción obvia había una computadora y con suerte una conexión a la red. Se deslizo por los pasillos con cautela con la compañía de la obscuridad profunda que ayudaba a su anonimato, ¿Dónde estaban los archivos? Tenía que llegar al lugar más recóndito de ese gran castillo de locura. Después de horas donde sus pasos eran guiados por una sensación familiar llego a su objetivo. Detrás de una puerta se encontraba una computadora encendida, a un lado una taza de café casi frío.

“Muy pronto te veré, mi amor. Sylvia. Ya quiero escucharte” pensaba mientras se acercaba con la respiración entre cortada, una vez sentado tecleo en el buscador la página y allí estaba lo que tanto ansiaba. Dominik no dejaba de pensar en las miles de reacciones de parte de ella, ¿Querría que estuvieran juntos de nuevo?... ¿Qué pasa cuando el vacío que dejas lo llena otra persona? Un nuevo miembro del Suicide Room habría llegado para ocupar su lugar en más de un sentido.

—     ¿Qué estás haciendo?— Escucho la voz de un hombre en la puerta, se giró con lentitud y lo vio con algunas carpetas bajo el brazo. Se notaba tranquilo.

—     Yo… quería… Por favor necesito usar la computadora— dijo Dominik conteniendo el aliento, todo su cuerpo temblaba, no sabía con certeza si por la presencia de aquel hombre o por miedo a ser delatado. El poder que aquel hombre podía ejercer sobre él le aterraba.

—     No deberías estar aquí— se acercó con cautela y Dominik dejo escapar una lágrima acompañada de un suspiro, cerro la pestaña en la pantalla con rapidez antes que el hombre llegará a su lado depositando las carpetas sobre la mesa— tranquilo, chico. No diré nada de este incidente, pero regresa a tu habitación. Es contra las reglas.

Era una orden tan clara que Dominik no dudo en acatarla. La espera de volver a escuchar su voz era un martirio que era capaz de llenar el vacío de haber abandonado por completo ese mundo, ahora sufría, sentía algo aparte de la nada invadirlo.

—     ¿Cuál es tu nombre? — pregunto el hombre mientras sonreía con dulzura, Dominik lo miraba con miedo, no sabía si responder. Con lentitud se levantó sin perder de vista los movimientos de la figura frente a él.— Vamos, no te haré nada y tampoco es para delatarte. Soy Dante.

—     Dominik… — sintió que un peso era quitado de su espalda. Saboreo el nombre en su mente. Un amigo, eso era lo que necesitaba y lo había encontrado. Tenía la oportunidad de volver al mundo donde se sintió existir.

—     Buenas noches, Dominik— se sentó y regreso a su labor.

—    Buenas noches— dulce, la sensación era dulce y cálida. Sentía curiosidad y al mismo tiempo miedo. Tenía que arriesgarse, podría ser la única manera de llegar hasta ella. Ahora el vacío era sustituido con la esperanza, pero ¿de qué? Lo que antes era claro quedaba difuminado en alguien que debe aprender a volver a sentir.

Notas finales:

Cualquier sugerencia, queja o crítica es bien recibida. Gracias por leerme.


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