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Ad Nauseam por blueous

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Notas del capitulo:

 ¡Okay! Entonces releí el I y el II y los modifiqué un poco, ya estoy en proceso de escribir el capítulo tres y quizá haga uno más antes de terminarlo.

Tal vez más adelante explique los títulos, pero bueno. Creo que el fic no ha sido muy ¿"acogido"? como el resto de cosas fluff que he subido. Supongo que me gusta mucho la idea porque no me molesta seguir escribiendo para mí misma hehe.

 Minseok no sabe si es verano, otoño u otra estación que se hubiese inventado mientras él era recluido. Xiumin está seguro que es 7 de marzo y debe salir a dar un paseo con su primo Xiao Lu. Baozi odia tener que trabajar con su cuerpo.

 En el envase corpóreo del joven coreano ya no vive sólo una persona, sino tres.

 Y es horrible.

 Minseok, cada vez que despierta de su letargo, cada vez que le conceden un par de segundos sin dolor y cierta subjetiva tranquilidad al no ser inyectado o acosado psicológicamente, no puede ignorar que es esta la razón por la que por cada un cuerpo hay solo una mente. Es inhumano que haya más. Es doloroso pensarlo.

 Es doloroso pensar.

—Xiumin-er —Luhan le quita del cabello al mayor una hoja del árbol que se mece sobre ellos mientras junta las cejas algo preocupado por el semblante indagador del otro— ¿qué quieres hacer mañana?

—¿Podemos ir al parque acuático?, me gustaba ir allí con mamá, ¿cierto?

 Luhan tuerce la sonrisa mientras rueda los ojos, porque las cosas van bien con este sujeto y en perfectas direcciones con los tres que quedan en el laboratorio (lamentablemente uno no soportó las violaciones y el esfuerzo físico; una pena, se veía útil. El otro decidió que era mejor opción matarse), por el momento Luhan incluso ha dejado de buscar niños y está más enfocado en Minseok, Xiumin, Baozi (y quién sabe quién más en el futuro).

—Claro que entrarás al agua —Comenta sonriendo hasta que los ojos se le entrecierran.

 

—¡MAMÁ!

—Dije que entrarías al agua —Chilla Luhan como respuesta a los gritos de Minseok de una forma que intenta ser graciosa, sin embargo nadie ríe.

 Al doctor le taladran los oídos la voz del coreano, sus palabras que se repiten y siempre son los mismos al salir del trance, siempre mamá, siempre mamá, y Luhan ya está cansado; él no ha tomado el apodo de un antiguo doctor porque sí, Luhan se ha llamado a sí mismo el ángel de la muerte por algo y es porque es el encargado de llevar al borde de esta a todos los que están a su cuidado y alrededor.

 El ataúd baja a una pseudo-piscina y la boca del coreano se llena de agua tan pronto intenta gritar por su madre; su cuerpo convulsiona un poco y Luhan espera poco más de lo necesario para sacarlo de allí y atarle los pies en una de las paredes, cerca de unas pinzas calientes que están listas para marcarlo y quitarle capa por capa la piel.

 Minseok abre los ojos, pero sólo por un segundo, al otro está demasiado exhausto incluso para pensar, ni siquiera es consciente de sí mismo cuando chilla o siente su piel ser removida desde lo más expuesto hasta una zona donde incluso el aire arde y el dolor es tanto que le quita la respiración con una puntada que ni le permite gemir.

—Minseok, mataste a tu madre.

—Xiumin, viviste en Corea unos años.

—Xiumin, tenías un hermano menor pero se perdió hace años, lo encontraron muerto hace poco.

—Minseok, tú único hermano está muerto.

—Minseok, estás solo y cara-a-cara al ángel de la muerte.

—Xiumin, pero sigues vivo.

—Xiumin, si no fuese por mí.

—Xiumin, llegaste a casa tan pequeño y me ocupé de ti.

—Xiumin, eres tan tímido que nunca has tenido muchos amigos, pero tu primo te quiere mucho.

 Antes de que Minseok pueda decir su propio nombre o algo para defenderse una aguja se pincha sobre su carne. Algo parecido a un agujero negro se abre entre sus ojos por dentro de la cabeza, y es como se sentiría si ese agujero tragara todas las ideas, como si tuviese el cerebro suelto y rebotando por todo el cráneo y sus labios se abren para comenzar a murmurar “yo tenía un conejo”, “mamá no sabrá”, “es el día de mi bautizo”.

 “¡NO! Señor no”.

Señor no.

—Señor no —Deja salir el chico tan pronto despierta amarrado a una cama conocida.

—Baozi —Responde un aliento decrépito.

 Baozi quiere llorar, pero se limita a quedarse en voz baja mientras el hombre viejo comienza a explorar su cuerpo. No puede hacer más que resignarse; ese ha sido siempre su trabajo y siempre lo será. No tiene opciones, es pobre, ni siquiera sabe muy bien como terminó donde está ahora, no sabe cuándo llegó a la cama, pero sabe que siempre ha sido del señor Lee. Le debe obediencia y este le devuelve vida, dinero, comida. Baozi no sabe qué más, nunca alcanza a descubrirlo, siempre se recuerda a sí mismo bañado en sudor, algunas mordidas por aquí y por allá, a veces descubre cicatrices en lugares extraños, pero quién sabe qué tipo de fetiches tiene este hombre y qué cosas le ha hecho mientras duerme. Baozi no descarta nada.

 Siempre es lo mismo, el hombre acaba un par de veces, se permite a sus labios arrugados el sabor y contacto con carnosidades más jóvenes y cálidas para finalmente levantarse. El menor no recuerda una sola vez en que el señor Lee hubiese dormido con él, nunca de todas las veces que puede sacar a flote en su memoria. Porque cuando el dueño de su cuerpo comienza a notar su propio sueño, se levanta, toma algo de la recamara y se lo muestra al menor por un segundo y…

 

 Xiumin se mordisquea los labios mientras espera a su primo en la plaza. Es de noche y el chico no puede encontrar en su memoria la forma exacta en que terminó sentado en un banco de la plaza. Últimamente le pasa mucho, es como si su memoria tuviese un vacío cada cierto tiempo, y sin embargo sabe que siempre debe esperar a su primo. Xiao Lu siempre llega. Eso parece correcto.

—Xiumin-er.

 El aludido busca con la mirada en la oscuridad la figura de su pariente y le sonríe mientras este se aproxima.

—No sonrías así —Luhan le acaricia el flequillo y sonríe de vuelta —, que podrías volver loco a cualquiera.

 Xiumin se castiga interiormente por la forma en que siente la sangre caliente recorrer todo su cuerpo y reprime el suspiro desesperado que se forma en sus labios tan pronto la mano de Luhan alcanza la suya. Con el paso algo inestable, Xiumin se deja guiar por Luhan hasta la casa caminando lentamente, sintiendo los largos dedos de su primo acariciar los suyos tan despacio como sus pies se anteceden uno al otro.

 

—¿No planeas dormir?

 Xiumin mira a su primo, algo sorprendido de que siga despierto.

—Claro que sí, estaba pensando nada más.

 Xiao Lu se acerca a la cama de Xiumin y le golpea ambos hombros despacio de forma intercalada, imitando un masaje.

—¿En qué pensabas?

 Y si Xiumin no fuese tan introvertido probablemente hubiese respondido la verdad con palabras atropelladas y las mejillas moradas de la vergüenza (porque rojo se le hubiese hecho poco) y sin embargo no hace nada de eso.

—Gracias.

 Luhan no puede evitar que la mano sobre el hombro del contrario se contraiga una milésima de segundo que ruega pase desapercibido y luego vuelve a sí mismo sonriendo. Cuando habla no está seguro si eso es lo correcto o no, pero deja que sus ideas fluyan por primera vez en mucho, mucho tiempo.

—¿Xiumin-er? —Espera a que el otro abra los parpados que había juntado al sonreír —¿Puedo dormir contigo esta noche?

 No es necesario que Xiumin responda para que Luhan encuentre su lugar en la cama del otro, no tan cerca de su cuerpo pero lo suficiente. La noche pasa serena, como si cada uno no estuviese con más qué sí mismo aunque sienten esa calidez extraña a un costado.

 Luhan se atreve a preguntarse qué hubiese pasado si de verdad tuviese un primo Xiumin. Quizá no tendría la inseguridad de despertar y encontrarse a un Minseok muerto de miedo.

 Como lo hace a la mañana siguiente, cuando el sonido de una respiración entrecortada le resuena demasiado cerca del oído. El ángel de la muerte crece desde alguna parte un poco extraviada del corazón del chino y es con ese mismo sentimiento y totalmente fuera de sí que toma la muñeca del coreano cuando este parece que va a golpearle.

—Te voy a matar —Sisea el doctor cuando reconoce en los ojos de Minseok el miedo y las ganas de gritar —, ¿quieres saber dónde está tu mamá? Te llevaré con ella.

 La pequeña fuerza del inicio se convierte en un agarre en el que Luhan entierra sus uñas con rabia en la carne contraria, el prisionero quiere dejarse caer, que le arrastren, que hagan con él lo que quieran. Minseok necesita ver a su madre una vez, que Luhan cumpla su promesa y lo mate después.

 El pasillo es tan horriblemente oscuro que Minseok no puede evitar preguntarse en algún momento sobre la paranormal forma en que el doctor puede avanzar tan rápidamente sin dudas ni tropezones mientras le arrastra de un brazo.

—Yixing, abre las putas compuertas.

 El aludido, que ya está en posición, con delantal y peinado, no tarda en golpear un botón que abre una parte del piso. Luhan da otra orden y de alguna manera sube una pseudo-jaula con la señora Kim dentro. Pero…

—Esa no es mi madre —Solloza el coreano intentando acercarse a la jaula al divisar una figura que no es su madre. No puede.

—Sí que lo es.

La mujer encerrada está sucia, desnutrida, herida y asustada, totalmente contra las barras contrarias de sus observadores. Los ojos apenas abiertos, tapados por lagañas viejas, labios resecos. Y ¡Oh, por Dios!, no tiene dedos.

—¿Mamá?

—¡Animal, no eres mi hijo! MALDITO.

Esa tampoco es la voz que Minseok recuerda: tan gastada y cargada de odio.

—Tu madre te odia —Luhan golpea a Minseok en la cadera con tanta fuerza que Yixing cierra los ojos —, dice que eres el culpable de sus males. Dice que mereces todo lo que te hizo tu padrastro —Sisea al final.

Minseok ni siquiera grita cuando la mujer se abalanza hacia él e intenta arañarlo con manos que no tiene el final alargado que solía acariciar sus cabellos a través de las barras.

—Ya ha sido suficiente.

El farfullo de Minseok se pierde en la risa irónica de Luhan que manda a bajar la jaula, atar a Xiumin e inyectarle una jeringa oscura. El coreano apenas divisa entre sus parpados a una mujer acabada siendo enterrada en una jaula oxidada y un hombre con cara de buena persona, uno con ojos brillantes que parecería poder nunca lastimar a alguien de la forma que lo hace. Minseok siente sus cuencas vacilar y dejar que sus pupilas se pierdan en los parpados, pero se asegura de grabar el rostro del asistente en su memoria mientras este aprieta botones con la frente arrugada.

*

Baozi no entiende porque le duele tanto la columna, simplemente ha despertado en su habitación y Yifan lo ha llevado hasta la entrada, donde el señor Lee le espera con brazos cruzados.

—Baozi —Suelta él con su acento coreano —, buenos días.

—Buenos.

Antes de salir por la puerta, Baozi mueve la espalda un rato.

—¿Estás bien?

—Me duele un poco la espalda, no es nada.

El chico mueve la cabeza, restándole importancia y toma el brazo del señor Lee. Le espera una agotadora tarde como jovencito de compañía; de esos que se exhiben con gusto entre todos los viejos adinerados en sus fiestas clandestinas.

Desde el pasillo, Luhan sonríe observando la espalda de ambos hombres partir.

*

Es la primera vez que Xiumin ve en sus pesadillas el rostro de su eterno torturados onírico: un chico joven que no parece realmente capaz de hacer todas las cosas que Xiumin crea en su imaginación, incluso cuando le abre las piernas con fierros ardientes y le susurra que entregará ese cuerpo desvalido a un demonio llamado Dios, sus rasgos equinos son demasiado dulces y pareciera que quiere sonreír cuando le llena de un líquido caliente los muslos y la espalda.

—¿Qué pasó, Xiumin-er?

—Pesadillas.

Luhan se acerca despacio y envuelve al chico en sus brazos.

—¿No estás cansado? —Murmura Xiumin correspondiendo el abrazo, hundiéndose en el hombro de su primo.

—¿A qué te refieres?

—Podrías quitarte el delantal y los lentes en casa al menos. Me hace parecer que trabajas todo el día.

—Lo hago.

Sin embargo tan pronto los miembros de su primo le desembrazan, Luhan se quita el delantal y los lentes para dejarlos sobre el velador y sentarse en la cama junto a Xiumin.

—¿Trabajas todo el día? —Retoma el tema el mayor haciendo espacio para su primo en la cama.

—Algo así, deberías saberlo, llevo haciéndolo desde siempre.

 Xiumin asiente, de alguna forma inconsciente aceptando todo lo que sale por los labios del rubio.

—¿Te molesto?

—Para nada, eres mi primo, ¿recuerdas?

—Claro, pero… de todas formas.

—Para nada —Luhan mueve el cuello de un lugar para otro y cierra los ojos. Una idea se le viene a la cabeza, pero es arriesgada y sería estúpido ponerle en práctica en el mismo momento y… —Xiumin-er, ¿no quieres ir a una audición?

—¿Audición?

 Luhan asiente mientras anota en su memoria que debe crear una buena historia para meter en esa cabecita.

—Ya sabes, como nos mudamos este año y no conoces a nadie sería bueno que hicieras alguna actividad.

 Minseok eleva una ceja, casi jurando que viven allí hace años. Luhan por su parte escucha un golpe cerca de la pared de la cama y se da cuenta que ha metido la pata. Después de un rato vuelve a insistir en eso de las audiciones, solo que sin tanto ímpetu.

 Un cambió más en la mente de Kim Minseok uno menos, a estas alturas no importa para nada.

*

—Señor, ¿qué haremos?

—¿Por lo del “año”? —Inquiere Luhan tomando un botón del panel de control y haciendo con él algunas maniobras mientras una pequeña de ocho años se retuerce atada a la cama de metal helado frente a ellos —, da igual. Está controlado ahora, creo que podríamos crearle otra historia mañana y la creería. Tú, ¿qué crees Lizzy-ge?

 La chica no responde, Luhan vuelve a presionar otro botón y las ataduras se extienden haciéndole gritar.

—Seguramente no me escuchó —Determina el doctor entregándole a su ayudante una jeringa llena de líquido morado para que proceda a inyectar a la menor cuando este le queda mirando como si el doctor Luhan necesitara una excusa para hacer sufrir a alguien.

 El doctor se quedaría allí, de verdad que sí, vigilando las reacciones de la chica, su progreso, la forma en que Yixing trabaja (porque ha aprendido que no es bueno dejarle la parte dura, el asistente todavía es muy blando), sin embargo tiene que ir a buscar a su blanco número uno: Xiumin.

—Llama a Yifan. Y recuerda, la próxima vez no golpees el vidrio —Le pide a Yixing antes de ir al parque en busca de Xiumin.

*

 El señor Lee es uno de los principales patrocinadores del experimento al que Luhan somete (y ha sometido en los últimos cuatro años) a varios de hombres, mujeres, jóvenes, niños y niñas a tortura. La idea había estado siempre en la cabeza del doctor, desde que era un adolescente y asumió su inclinación por lo macabro, sin embargo no había tenido la opción de confesarle a nadie su intención de recrear experimentaciones tan inhumanas como las usadas en los periodos de guerra, simplemente porque era consciente de la sociedad en que vivía, y la inferioridad de esta. No fue hasta que conoció al señor Lee que pudo detallar su propuesta, dibujar modelos, fichar resultados teóricos y sonreír tan ampliamente que podría parecer que sus dientes te tragarían y masticarían en un solo bocado. No fue difícil para Luhan darse cuenta que el dinero del señor Lee no había sido conseguido de ninguna forma honesta y que al hombrecito no le molestaba derrocharlo en cosas que tampoco fuesen bien vistas, así que poco a poco el proyecto Abeja comenzó a tomar forma.

 Luhan se siente conforme al rememorar el progreso. Una conformidad que crece en todo su cuerpo cada día y este ya es el número 54 (todo está apuntado en una carpeta especialmente destinada a Kim Minseok), y no cualquier cincuenta y cuatro. Hace cincuenta y cuatro días seguidos que Kim Minseok ha estado recluido a sesiones de encierro nocturno, confinado a una silla con cuerdas a las que ni siquiera intenta rasgar, viendo una y otra vez imágenes negras y blancas, caminos amarillos y cuerpos que no parecen humanos mientras Luhan le susurra en el oído que así terminará él, ¿qué no ve lo guapo que será?

*

—Xiumin-er.

 Xiumin se levanta y deja de acariciar la cabeza de un perro que se encuentra entre sus piernas antes de correr hacia su primo.

—Xiao Lu, ¿me compras un perro?

 Luhan ríe apenas, maquinando en su cabeza la próxima sesión de disociación junto a un perro (y no es tan difícil con una mente retorcida como la suya).

—Claro.

 Con el paso de los días, Xiumin es cada vez más como Luhan quiere que sea e incluso el movimientos en los dedos del mayor hasta llegar a la mano del doctor mientras inician el camino a casa no es más que otra acción que se le ha arraigado en el cerebro desde una voz susurrante sobre su oído cuando el que respira es Minseok.

Notas finales:

-

 Y usteden creyeron que Luhan había querido acostarse con Xiumin porque sí. Ha. El doctor Xiao Lu es malo, realmente m a l o.

 Por cierto Xiuminer viene de Xiumin+er que es un subfijo cariñoso de China que es algo así como familiar (Lo saqué de Tao, cuando dijo que sólo permitía que su abuela le dijera Taoer [pero Yifan igual le decía así ;h; #feels]).


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