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El color del mar por OlivierCash

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Notas del capitulo:

Antes que nada recordar que la obra original fue escrita y dibujada por Masami Kurumada y el Lost Canvas por Shiori Teshirogi

 

Hacía una buena mañana, la temperatura era agradable y ya volvía a brillar el Sol. Sumado a que en ese momento, todavía no habían llegado los calores del verano, se podía considerar que era la mejor temperatura del año, podías salir fuera sin pasar calor y a la vez disfrutar del buen tiempo. Pero para Degel, quien estaba acostumbrado a temperaturas más frías, ya se le hacía un poco incomodo esa temperatura.

 

 

 

Degel se encontraba sentado en una de las pocas mesas que había en la pequeña terraza del diminuto bar de Seraphina. Aunque el escaso tamaño de este era lo que hacía ese lugar tan entrañable. Estaba leyendo el periódico, todavía no se había pedido el desayuno, estaba esperando a Asmita, quien llegaba algo tarde.

 

 

 

Se preguntó que sería lo que tendría a Asmita tan entretenido, aunque confiaba en que si Asmita no tenía intención de ir, ya le habría avisado antes, por ello seguía esperando. Podría haber tenido cualquier contratiempo por el camino, o encontrarse a alguien, había tantas posibilidades que lo único que hizo fue ponerse a leer el periódico para pasar el rato.

 

 

 

—Se ve que tu amigo hoy viene un poco tarde.

 

 

 

Degel se quitó sus gafas, las cuales colocó sobre la mesa. Se imaginó que iba a estar hablando un rato con Seraphina, en esos momento no había ningún cliente y nunca estaba mal hablar con ella. De todas maneras eran compañeros de la infancia y habían nacido en el mismo lugar.

 

 

 

—Me imagino que habrá tenido algún contratiempo—dijo Degel. Dobló el periódico y lo dejó sobre la mesa— Ya le preguntaré que le ha pasado cuando lo vea llegar.

 

 

 

Y así comenzó su conversación. Al principio no hablaron de nada en especial, solo de cosas rutinarias como el tiempo o como iban las cosas. A decir verdad, a Degel le fue bien, hablar con Seraphina era más ameno que leer el periódico.

 

 

 

—¿Cómo esta tu hermano?—preguntó Degel, una cosa había llegado a la otra y le pareció que era el momento para formular esa pregunta—Hace mucho que no lo veo.

 

 

 

—Hablé con él antes de ayer, esta bastante contento—comentó Seraphina ilusionada—Esta trabajando en un pueblo que hay al norte de la isla, se encarga del archivo de una biblioteca, lo noté muy contento con su trabajo.

 

 

 

Degel asintió, alegre de escuchar eso. De vez en cuando le hacía ilusión saber como le iban las cosas a Unity, aunque este no quisiera saber mucho de él. Asunto que le dolía bastante. Pero en cierta manera comprendía que no quisiera verle, debía ser duro ver a la persona que has amado desde hace años siendo feliz con otro.

 

 

 

—Me alegro por él—afirmó Degel y lo dijo con toda su sinceridad.

 

 

 

Seraphina asintió, sabía todo lo que había ocurrido. Pero nunca culpó a Degel por ello, ella comprendía que nadie elige de quien se enamora y esa fue otra historia de amor fallida más. Por ello conservó su amistad con Degel.

 

 

 

—Pronto hará un calor terrible—comentó Seraphina, cambiando de tema—Aunque con este calor ya me siento un poco chafada— se lamentó—Mira que han pasado años desde que estamos aquí y todavía no me acostumbro del todo al tiempo.

 

 

 

Degel asintió, él se sentía igual. No estaba hecho para ese tiempo y lo peor de todo, dudaba que algún día se acostumbrara del todo.

 

 

 

—Degel—habló Seraphina—Si pudieras volver a ese lugar, con todo lo que dejamos, con las nieves que lo cubrían siempre, ¿volverías para quedarte?—su voz sonó seria y pensativa, como si ella misma se hiciera esa pregunta todos los días.

 

 

 

Y Degel extrañaba ese hogar, como cualquier persona que ha tenido que irse del lugar donde nació y se crió. Él mismo se había hecho esa pregunta, como otros muchos, pero jamás se lo habían preguntado de una manera tan directa. Cuando miró a Seraphina, inmediatamente se percató de que ella también se hacía esa pregunta. Y que le interesaba saber la respuesta de alguien que viniera del mismo lugar.

 

 

 

Sin embargo, Degel no supo en ese momento cual era la respuesta a esa pregunta. Para su fortuna, en ese preciso instante, llegó por fin Asmita.

 

 

 

—Vaya, te has retrasado, cosa rara en ti—comentó Degel cuando Asmita estaba ya lo suficientemente cerca como para escucharlo.

 

 

 

Asmita le sonrió y se sentó frente a Degel. Seraphina le saludó con la cabeza y fue a llevarles lo de siempre. No tardó mucho y en menos de cinco minutos, ya estaban desayunando al fin.

 

 

 

—Ha sido un bonito detalle eso de esperar hasta que llegara para comenzar a desayunar—comentó Asmita, de buen humor— Aunque no hacía ninguna falta que lo hicieras.

 

 

 

—Ya, pero así he querido hacerlo—dijo Degel, en verdad no le había importado mucho esperar a Asmita—Todos llegamos tarde a algún lugar en nuestra vida y como no me has dicho lo contrario, me imaginaba que tarde o temprano aparecerías.

 

 

 

Asmita asintió, pensó en lo que le había distraído. Sin dudaba había sido una situación extraña. De normal era Manigoldo el que escuchaba sus cosas, al contrario había sido un tanto curioso, aunque tampoco desagradable, simplemente poco habitual.

 

 

 

De todas maneras, Manigoldo no le confesó en ningún momento que era lo que había hecho exactamente en algún momento de su relación con y Shion que este todavía no le había perdonado. A decir verdad, ni el propio Manigoldo se lo había perdonado a si mismo.

 

 

 

Estuvieron un rato hablando sobre ese tema. Manigoldo le admitió que en un principio había temido que Shion rompería con él en ese mismo momento. Por ello se sintió tan aliviado cuando simplemente le había pedido que se largara durante un buen rato.

 

 

 

En verdad tampoco estuvieron mucho rato, Manigoldo soltó lo que le inquietaba bastante rápido y Asmita intentó animarlo como pudo. Pero al no saber que era exactamente lo que había ocurrido, no pudo hacer mucho al respecto. Aunque por lo menos, en el momento en el que lo dejó, se le veía muchísimo más animado.

 

 

 

Si hubiera sido por él, se habría quedado más rato con él e incluso le ofreció llamar a Degel para decirle que no podía ir. Sin embargo, Manigoldo prácticamente le había echado y había insistido en que se fuera. Le habría gustado haberse quedado un poco más con él, pero insistió tanto que le fue imposible.

 

 

 

Manigoldo podía llegar a ser increíblemente insistente, de todas maneras y para quedarse más tranquilo. Le invitó a comer en su casa y él aceptó. También comprendió que a lo mejor Manigoldo quería estar un rato solo y lo mejor sería concederle ese deseo.

 

 

 

—Me he encontrado con Manigoldo, no estaba muy animado—explicó rápidamente Asmita.

 

 

 

Eso a Degel no le sonó muy extraño. Aunque se percató de que Asmita no pareció querer hablar mucho, seguramente no quería hablar de un tema personal de Manigoldo con él.

 

 

 

—Si es porque últimamente tiene problemas con Shion, eso ya lo se—soltó Degel tan tranquilo.

 

 

 

Asmita no se esperó esa salida de Degel, le pilló demasiado por sorpresa. Degel y Manigoldo no parecían tener mucha relación. Sin embargo, recordó que Manigoldo y Kardia si que eran buenos amigos, por lo que seguramente Degel se habría enterado del asunto gracias a este.

 

 

 

—El otro día estuvo en casa jugando a videojuegos con Kardia y digamos que ambos hablan demasiado alto cuando se juntan—aclaró Degel.

 

 

 

—Me imaginaba que Kardia tendría algo que ver en esto—afirmó Asmita— Lo que no me esperaba es que jugaran a videojuegos en tu casa.

 

 

 

— Créeme, cuando están en casa es lo mejor—Asmita prefirió no decir nada más al respecto, esos dos eran como críos, solo dejó que Degel continuara hablando— Manigoldo comentó, o más bien chilló que no llevaba una buena época con Shion, pero es lo poco que se.

 

 

 

—Hoy han tenido una discusión gorda, me lo he encontrado por el camino, he hablado un poco con él y me ha acabado echando para que viniera hasta aquí—resumió—De todas maneras he quedado con él para comer.

 

 

 

Degel solo asintió, ya le diría a Kardia que hablara con Manigoldo a ver que tal estaba. Acabaron de desayunar mientras hablaban de cosas sin importancia. Hasta que Degel se dio cuenta de que debía admitir una cosa, la misma que le había admitido a Defteros. Era posible que Asmita se enfadara, pero simplemente tenía que quitarse ese peso de encima.

 

 

 

—Tengo que confesarte una cosa—comenzó, poniendose muy serio y Asmita le miró con mucha curiosidad—La verdad es que desde hacía tiempo que sabía que el dueño de Meb era Defteros—notó que Asmita iba a decirle algo, sin embargo, Degel le cortó, necesitaba contárselo todo—Me lo imaginé desde hace bastante, porque lo peor es que el propio Defteros también me habló del tema—suspiró—Mira, es algo muy largo de contar, pero el resumes es que os vi como... tan ilusionados que en verdad me sentía incapaz de quitaros esa ilusión y me negué a admitir que sabía sobre el tema, por ello lo siento, se que debería habértelo dicho y me siento muy culpable por no habértelo dicho—se disculpó—También le pedí perdón a Defteros.

 

 

 

—Lo que quería decirte, es que ya lo sabia.

 

 

 

Bien, eso Degel si que no se lo esperaba. Si hubiera estado bebiendo algo, lo habría escupido de la impresión. No se le ocurría, ni se imaginaba como demonios podía haberse enterado de eso. Y Asmita de debió de dar cuenta de esto, porque se lo explicó.

 

 

 

—Cuando me di cuenta de quien era Defteros, me imaginé que seria por algo así. El que de repente dejaras de hablar de él me hizo sospecharlo bastante, eso si, lo que me hizo asegurarme de todo cien por cien—hizo una pequeña pausa para darle algo de emoción—Fue que ayer me encontré con Kardia y me lo contó todo—eso último lo dijo más que sonriente.

 

 

 

Y Degel tuvo ganas de darse algún que otro golpe contra la mesa, sin embargo y por fortuna para su cabeza, se abstuvo de hacerlo. En ese momento comprendió porque Kardia había llegado tan, pero tan alegre a casa. Sin duda, esa se la devolvería, de una manera muy dolorosa para Kardia.

 

 

 

—Vale, eso explica el porqué de su repentina alegría de ayer— comentó Degel, volviendo a su cara inexpresiva habitual en él.

 

 

 

Lo que le sorprendía era, que Asmita estaba sonriente y no se veía nada enfadado. A decir verdad, él había pensado que Asmita se enfadaría, y con razón, como ya lo había Defteros. Pero al contrario de este, parecía habérselo tomado bien.

 

 

 

—¿No estas enfadado?—preguntó, sintió que como no le formulara esa pregunta, explotaría.

 

 

 

—No—respondió Asmita tan tranquilo—Bueno, no ganaría nada enfadándome contigo y la verdad, no tengo ganas de hacerlo. Si no te mostraras arrepentido si lo que lo hubiera hecho, pero te ves tan agobiado y arrepentido con ello, que en verdad no lograría nada con enfadarme—aclaró—Supongo que todos tenemos derecho a cometer errores y bueno, el tuyo tampoco ha sido uno tan grave y te ves notoriamente arrepentido. Para mi con eso es más que suficiente.

 

 

 

El peso que se quitó Degel de encima en ese momento fue inmenso, mucho mayor de lo que había pensado en un principio. De repente, se sintió ligero, como hacía días que no lo hacía.

 

 

 

—Gracias— fue lo único que le pudo decir a Asmita, con una pequeña sonrisa.

 

 

 

Asmita se encogió de hombros, en verdad él no se lo había tomado muy mal, seguramente porque en el fondo, lo sospechaba desde el primer momento. Cruzaron alguna que otra palabra más y en ese momento, la pregunta de Seraphina, volvió a aparecer en la cabeza de Degel. Aunque quiso ignorarla.

 

 

 

—Te veo muy pensativo—comentó Asmita.

 

 

 

Degel se dio cuenta de que no había hecho mucho caso de lo que Asmita le había contado.

 

 

 

—Perdón, le estoy dando vueltas a una cosa—se excusó Degel.

 

 

 

—¿Se puede saber a qué?—cuestionó Asmita.

 

 

 

Al principio Degel no supo que responder, pero se dio cuenta de que eso no era nada grave ni nada de lo que no pudiera hablar. Solo le era algo un poco incomodo y no sabía si para Asmita sería igual ese tema, pero no perdía nada.

 

 

 

—Simplemente estoy un poco nostálgico con mi viejo hogar—comentó Degel—No se, antes he cruzado unas palabras con Seraphina con respecto al tema y no puedo sacarme ese lugar de la mente.

 

 

 

—Es el lugar en el que naciste, lo normal es que en cierta manera lo extrañes y me imagino que teniendo a gente que viene del mismo lugar, pensarás más en él que otros de nosotros.

 

 

 

—¿Tú piensas mucho en eso?

 

 

 

Asmita se quedó pensativo, en verdad casi no extrañaba ese sitio. Al principio la vida con Hakurei se le hizo extraña, pero en seguida se fue volviendo más y más agradable. También era cierto que Asmita se fue siendo mucho más niño que Degel y que Degel pudo disfrutarlo mucho más.

 

 

 

—La verdad es que no—admitió Asmita, demasiado tranquilo—Estoy mucho mejor aquí de lo que lo estuve ahí siempre y la verdad, no volvería—hizo una pequeña pausa—Hace mucho que pasé esa página. Aunque nuestras situaciones son muy distintas.

 

 

 

—Comprendo—dijo Degel—Supongo que de vez en cuando me pregunto como habrían sido las cosas si no hubiera venido aquí.

 

 

 

—La diferencia entre tú y yo, es que tú pudiste elegir entre venir o quedarte, yo solo podía venir—comentó Asmita—Lo que tendrías que preguntar en verdad, es si mereció la pena tomar la decisión que tomaste. Porque en verdad, podrás volver a ese lugar siempre que quieras—suspiró— Dicen que esta isla fue originalmente creada para aquellos que necesitaban un hogar, lo encontraban. Lo que consideras tu hogar puede cambiar conforme uno mismo cambia.

 

 

 

Si, Asmita tenía toda la razón. Muchos habían acabado en esa isla por eso, aunque otros ya pertenecían a generaciones de personas que habían nacido ahí. Como Kardia, él había nacido en ese lugar.

 

 

 

—Si, es una isla demasiado curiosa—suspiró—Hay quienes dicen que Hakurei y Sage ayudaron al que volvió esta isla lo que es ahora, pero esos rumores son muy raros, si fueran cierto, tendrían que tener cientos de años.

 

 

 

Asmita se dio cuenta de algo, Degel en verdad creía esos rumores, pero estaba probando ver cual era su respuesta. Asmita en verdad no sabía si eso era totalmente cierto, lo que si que estaba seguro, era que por alguna razón que se le escapaba, esos dos tenían muchos más años que los que cualquier persona normal sería capaz de vivir.

 

 

 

—Es un rumor como otros muchos, si hiciera caso a todos los rumores que he escuchado, tendría que creerme que Sísifo puede volar y que la sangre de Albafika es uno de los venenos más potentes que existen—dijo Asmita con una sonrisa.

 

 

 

Con esto, volvieron a hablar de cosas sin mucha importancia. Ambos quisieron cambiar de tema y no continuar con esos asuntos tan pantanosos. Así fue hasta que la mañana avanzó lo suficiente, como que tuvieran que seguir con sus vida y volver a sus casas.

 

 

 

Cuando Degel entró a su casa , se dio cuenta instantáneamente de que todo estaba demasiado tranquilo. Por lo que se preocupo de si algo le había pasado a Kardia. Lo buscó un poco preocupado, pero al encontrarlo, dormido sobre la alfombra y con un libro. Toda la preocupación se esfumó, para volverse en una sensación de calidez y ternura.

 

 

 

Fue en ese momento, mientras miraba a Kardia, en la que se dio cuenta de que no se arrepentía de la decisión que había tomado años atrás. Porque gracias a ella podía haberlo conocido y eso había sido lo que mejor que le había pasado en su vida. También supo que jamás volvería a su casa, porque eso significaría dejar lo que más le importaba atrás.

 


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