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El color del mar por OlivierCash

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Notas del capitulo:

Quiero disculparme por publicar el capítulo con un día de retraso, pero este principio de mes se me han juntado muchas cosas y casi no he podido decicarle tiempo. También quiero decir, que por mis estudios voy a estar bastante ocupada, no significa que de momento estos meses no vaya a publicar capitulo, sino que a lo mejor tardo uno o dos días en hacerlo. Pido disculpas de antemano y sin más, aquí esta el capítulo de este mes :)


 


Saint Seiya pertenece y ha sido dibujado por Masami Kurumada y el Lost Canvas por Shiori Teshigori.

Ese jueves a la mañana mientras Asmita se encontraba tras el mostrador de la panadería, esperando a que Hasgard llegara. Pudo escuchar como las campanillas de la puerta sonaron estrepitosamente, al parecer Hasgard estaba teniendo problemas para entrar. Debía llevar algo muy pesado o que ocupara mucho espacio.


 


—¿Qué llevas?—preguntó Asmita con curiosidad.


 


Antes de que Hasgard le respondiera, depositó con cuidado las cajas que estaba cargando junto a Asmita, quien dio un pequeño brinco por el ruido. En algunas ocasiones, las velocidad de Hasgard le impresionaba. Por el tamaño que tenía, la gente solía pensar que era un hombre muy lento, mas en verdad, era todo lo contrario. Hasgard era alguien muy veloz, incluso había ganado alguna que otra carrera de velocidad cuando era más joven.


 


—Han llegado ya los programas de las fiestas—explicó Hasgard.


 


—¿Este año nos toca repartirlos?—cuestionó Asmita.


 


Mientras hablaban, Hasgard se llevó las cajas al almacén y como no había nadie, Asmita lo siguió a la suficiente distancia como para pese a no estar a su lado, escuchar lo que le decía.


 


—¿No te acuerdas del año pasado?—preguntó Hasgard mientras abría una de las cajas.


 


—Me acuerdo perfectamente—aseguró Asmita, aguantándose la risa de la manera más disimuladamente posible—.Sobre todo me acuerdo que cuando pusiste el cartel de “no tenemos programas de fiestas”, estabas tan harto que casi rompes el cristal de la puerta.


 


Hasgard tomó un puñado de los programas y volvió al mostrador, sobre el que colocó los susodichos programas. A la vez que Asmita lo seguía para acabar colocándose a su lado en el mostrador. Nadie había entrado, aun era un poco pronto.


 


—Lo peor de todo es que pese al cartelito en la puerta, mucha gente continuó preguntando sobre el programa de fiestas, por eso este año he pedido que me lo traigan—explicó Hasgard—.Si quieres uno llevatelo—.Ante eso, Asmita levantó la ceja como respuesta—.Perdón, a veces se me olvida—se disculpó Hasgard un poco apurado, temiendo haberlo ofendido.


 


—No te preocupes—aseguró Asmita, no le había ofendido para nada, al contrario, lo que más le había hecho, había sido gracia.


 


—Si te da curiosidad saber lo que hay, puedo leértelo—propuso Hasgard.


 


El rubio se quedó pensando esa propuesta, estaba bastante rato con Hasgard y a veces sus cotilleos le cansaban o le hacían sentir un tanto culpable por interesarse en ellos. Así que si le leía eso, podría tenerlo distraído ese rato sin tener que enterarse de la vida privada de todo.


 


—Me parece bien, así me enteraré si hay algo que me puede llegar a interesar—dijo Asmita.


 


Como no había nadie por la panadería, Hasgard comenzó a leerle el programa de fiestas a Asmita. Quien no sentía curiosidad por casi nada, mas de esa manera, por lo menos sabía lo que había. Además, le había dicho a Defteros que iría con él a alguna cosa y eso le servía para hablar a donde podrían ir.


 


De todas maneras, debía admitir que algunas cosas si le llamaban la atención y a lo mejor se atrevería a ir, aunque solo fuera por estar cerca del ambiente y sentirse rodeado de gente.


 


Pensó en decirle algo a Manigoldo, seguramente haría algo que le provocaría bastante vergüenza ajena, mas tenía muchas papeletas para ser algo divertido.


 


En ese instante su mente pareció conectarse con la realidad, puesto que las campanas de la tienda comenzaron a sonar repentinamente y por la puerta entraron Manigoldo y Kardia. Los cuales se encontraban en mitad de una peculiar discusión, o lo que venía a ser una discusión estúpida y habitual entre ellos.


 


—¡Eso pasó porque te fiaste de alguien llamado Capitán Tenazitas!—esa exclamación de Manigoldo fue lo primero que dijo al cruzar el umbral de la puerta—¿Qué Capitán serio se llama a si mismo Capitán Tenazitas?— le preguntó Manigoldo a Kardia, en esta ocasión ya estaban dentro de la panadería.


 


—¡Tenía doce años!—gritó Kardia como respuesta—¡ El maldito mapa estaba tan bien hecho y parecía tan real que me lo creí!


 


—Eso es cierto, el mapa estaba muy bien hecho, en cuanto a la topografía, no tenía ni un fallo.


 


Mientras el rubio escuchaba esa extraña conversación de la que nada comprendía, mas no podía no prestarle atención. Le envió una mirada de duda ante lo que estaba ocurriendo a Hasgard, como esperando que él supiera de que estaban discutiendo en esa ocasión. Lo que desconocía, era que Hasgard le había mirado de la misma manera.


 


—Es su estado natural—concluyó Hasgard, a lo que Asmita asintió.


 


—Si tanto mantienes que era sospechoso, ¿por qué me hiciste caso?—coninuó Kardia.


 


—Porque estabas tan ilusionado que quise ver la cara que se te quedó cuando te diste cuenta de que no hacía ningún tesoro—respondió Manigoldo a la vez que le propinó a Kardia una pequeña palmada en la mejilla—.Y ni te imaginas lo que valió la pena.


 


Hasgard decidió interrumpir esa conversación y carraspeó con ningún disimulo. Su plan funcionó y los dos de pelo azul callaron para prestar atención al panadero.


 


—¿Qué quieres vaca burra?—preguntó Manigoldo ante la incrédula mirada de Asmita.


 


—Eso debería preguntártelo yo a ti pincitas—respondió Hasgard con una gran sonrisa—.Por si no lo sabes, cuando alguien entra a una panadería es para comprar.


 


—¿Es qué no puedo venir a verte?—cuestionó Manigoldo fingiendo estar ofendido.


 


—Si me compras algo, siempre que quieras—contestó Hasgard entre risas.


 


Manigoldo también se rio. En ese momento, Asmita se dio cuenta de que esos dos eran buenos amigos y se decían ese tipo de cosas que solo un amigo tenía permitido decirte.


 


—¿Todavía no han abierto el puerto, verdad?—Harsgard lo formuló como una pregunta, pero sonó como una afirmación.


 


—No y parece que hay para días—aclaró Kardia molesto por eso—.Con la gracia estamos perdiendo mucho dinero y tiempo— eso último lo dijo indignado—.Hemos estado preguntando cuando lo abrirán de nuevo y nos han dicho que mínimo una semana, una semana que se va a juntar con las fiestas—Asmita pensó que si con dos días así, los ánimos de Kardia estaban como estaban, no se quería imaginar como estaría en unas semanas—. Por lo que a este paso vamos a estar sin puerto como...¡un mes!


 


—Estamos muy jodidos—resumió Manigoldo.


 


Los dos de pelo azul se acercaron hasta el mostrador para echarle un ojo a lo que había, todo ese rato habían estado en mitad de la panadería. Por lo menos no había entrado nadie. Una vez que se acercaron, Hasgard cogió el pastel de manzana para vendérselo a Kardia, ya se conocían lo suficiente como para darle lo que quería sin que hubiera necesidad de pedir nada. Sumado al hecho de que todos sabían que si por Kardia fuera, se alimentaría exclusivamente de manzanas y derivados.


 


—Ya lo veo—comentó Hasgard con pena—.Ahora lo importante es ver como os apañáis y por supuesto, divertiros en las fiestas, que para algo están—añadió más animado.


 


—¿Me das un programa de fiestas?—pidió Manigoldo con una gran sonrisa.


 


Asmita recordó como el año anterior, Hasgard no paró de quejarse que Manigoldo le iba todos los días a pedirle un programa de fiestas para hacerle la broma. Si duda, eran mucho más amigos de lo que pensaba.


 


Hasgard sonrió ante esa petición y dirigió su mirada hacía los pequeños montones de programas de fiestas que había sobre el mostrador. A lo que Manigoldo puso una cara de sorpresa y se cagó en todo por lo bajo. Con lo observador que era, no se había dado cuenta de ese pequeño detalle.


 


—¿Este año también te pasarás todos los días para pedírmelo?—preguntó Hasgard con una grandisima sonrisa—.Es para apartar uno cuantos que sean exclusivamente para ti.


 


—Apartalos, porque te aseguro que vendré todos los días por ellos—sin duda, Manigoldo no podía mantenerse callado durante mucho tiempo.


 


Y así fue como esos dos se retaron, aunque a decir verdad, tanto a Asmita como a Kardia eso les daba igual. Asmita quería estar con lo suyo y Kardia, quería que Hasgard le diera de una maldita vez el pastel de manzana.


 


—Yo también quiero un programa de fiestas—dijo Kardia, recordando que estaba ahí, con el dinero en la mano y todo. Su queja funcionó e inmediatamente, Hasgard le cobró el pastel y se lo entregó junto al programa—.Gracias.


 


—Mira cuando es la cucaña—pidió Manigoldo.


 


—Tú tienes uno, usalo—dijo Kardia, mas como él también tenía curiosidad, para desgracia suya y gusto de Manigoldo, lo miró—.Igual que el año pasado.


 


—Me quedo tranquilo.


 


—¿Cucaña?—preguntó Asmita extrañado, ni siquiera sabía que ponían cucaña en las fiestas, menos aún que esos dos te tiraban por ella, parecía que se había pegado los últimos años encerrados en una cueva.


 


—El palo ese que se pone sobre el puerto, con una zapatilla en la punta que intentamos conseguir para llevarnos el premio, solo que resbala y se mueve mucho y la mayoría de las veces acabamos en el agua—explicó Manigoldo a su manera.


 


—Se lo que es una cucaña, es solo que me ha sorprendido que vosotros paséis por ella.


 


—¿De verdad te sorprende?—intervino Hasgard.


 


El rubio comenzó a hacer memoria de su juventud, de los días que se pasaba encerrado en casa, casi sin salir. De cuando Manigoldo iba y venía en fiestas y fardaba por toda la casa sobre lo que había hecho y con quien se acostaba. Sobre todo hablaba de con quien se había acostado. Recordó como Shion acababa discutiendo con Manigoldo por razones que se le escapaban. Entre eso, le vinieron a la mente los lugares a los que solía ir Manigoldo y concluyó que se apuntaba a un bombardeo.


 


—Ahora que lo dices, no.


 


—Ya te sacaré a algún lado estas fiestas—aseguró Manigoldo, a lo que los tres le mirado de una manera un tanto extraña—.Que ni voy a llevarte a nada raro, ni hacer que pases por la cucaña—sus compañeros asintieron con calma.


 


—Mientras cumplas eso, me parece bien.


 


—Soy hombre de palabra y prometo no llevarte a ningún lugar al que no llevaría a un viejo—aseguró con falsa honorabilidad—.Menos con Hakurei, que la mayor borrachera de mi vida fue culpa suya—añadió.


 


Poco más estuvieron los cuatro hablando hasta que los dos del pelo azul se marcharan.


 


—Asmita, ¿hoy paso a comer por tu casa?—preguntó Manigoldo desde la puerta.


 


—Si claro, trae la comida de la nacionalidad que prefieras.


 


Mientras se acababan de marchar, Asmita pudo escuchar alguna parte de la conversación de Kardia y Manigoldo. Al parecer, Kardia le hizo una pequeña broma a Manigoldo sobre lo de la comida y algo de una cita. A lo que Manigoldo le contestó con un cortante “Como hagas otra broma de ese tipo, te uso como comida de pez” El rubio prefirió no saber nada más sobre de la conversación.


 


El resto de la mañana pasó sin ninguna novedad, fue una de esas mañanas que simplemente pasan sin pena ni gloria. Por lo menos no se hizo larga y antes de lo que pensaba, Asmita ya se estaba despidiendo de Hargard.


 


—Hasta mañana, que pases buena tarde—se despidió Hasgard desde detrás del mostrador.


 


—Gracias e igualmente—dijo Asmita desde la otra parte del mostrador. Estaba dispuesto a irse, mas, por alguna razón, estiró la mano para coger uno de los programas de fiestas.


 


—¿Te llevas uno?—preguntó Hasgard sorprendido a lo que Asmita se encogió de hombros.


 


—Por si acaso.


 


Después de eso, se marchó. A la mañana había refrescado, mas a esas horas, el Sol hacía buen acto de presencia y se notaba el calor. Mientras Asmita caminaba, le llegó un mensaje al móvil. Saco su móvil y escuchó el mensaje, era de Defteros. Le proponía quedar ese fin de semana para pasear a los perros y después tomar algo.


 


Se sintió un poco culpable, Defteros había sido el que había tomado la iniciativa la última vez y le daba algo de pena no haberlo hecho él mismo en esa ocasión. Querría haberlo hecho la primera vez, mas se distrajo y al final fue el otro el que tomo la iniciativo. Luego, en esa ocasión como había pasado poco desde que se vieran, no había pensado en él. La próxima procuraría adelantarse.


 


Le envió un mensaje de voz, diciéndole que le parecía perfecto y que el sábado se verían. Sin más, se fue a su casa, Manigoldo no tardaría mucho en llegar.


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