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Poder Femenino por LatexoHPo

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Notas del capitulo:

cri... cri... ¿alguien por aquí? :P



Estaba a punto de vomitar el corazón. O quizá se le detendría de pronto y él caería como saco de papas en el piso. Era un piso muy blanco, tal vez él desentonaría horriblemente con esa blancura y si tenía suerte alguien echaría su cadáver a la calle, tal vez a un basurero. A lo mejor ahí no desentonaría. Apestaría, eso seguro, pero el aroma a alcohol y medicinas que ahora mismo estaba oliendo no era mejor que la basura.

Tragó saliva y sintió claramente cómo resbalaban las gotitas de sudor por su frente, sienes y nuca. ¿Y si huía? ¡No! Él no era un cobarde para huir y dejar a Clint en ese hospital. ¡Santo Dios! Seguramente tendrían que huir de todos modos.

Ya se imaginaba cómo sería: la policía, los loqueros, el semanario ese que le gustaba a Clint que daba absurdas notas de lo insólito (¡Hombre da a luz por…!) ¡Oh, por Dios! ¿Por dónde iba a dar luz Clint? ¿Lo rebanarían cuál emparedado para sacar…? ¿Qué se supone que había dentro de la barriga de Clint? De todas formas tenía los síntomas de un embarazo… ¿Y si lo retenían para experimentar con él? ¿Por qué demonios lo llevó a un hospital? Vale que había estado muy asustado cuando su pobre Clint se dobló de dolor. ¡Y él no era esa clase de doctor! Preso del pánico lo había subido al auto y todo el camino lo vio retorcerse.

No había pensando en la posibilidad de que Clint diera a luz… ¡al menos no tan pronto! No había opción, se convertiría en Hulk y se llevaría a su Clint a algún bosque para que diera a luz a la antigua… por dónde fuera y como fuera. Y luego cargaría con su responsabilidad y velaría por Clint y su bebé… ¡Mierda! ¡No debió ver también la estúpida telenovela!

“¿Familiares del señor Barton?”

Bruce se percató de que estaba jadeando y temblando horriblemente. Alzó el rostro para ver a la enfermera. Bueno, no estaba gritando como loca, eso era una buena señal. Obligó a sus piernas a moverse y se acercó a punto del desmayo.

“Pase, el señor Barton lo está esperando.”

Bruce tragó saliva y siguió a la enfermera hasta el consultorio de emergencias. Cuando entró vio a Clint recostado en una camilla y con el ceño fruncido. La barriga seguía en su lugar y un médico revisaba el expediente.

“Ya pueden ir a casa”, sonrió el médico.

“¿Eh…?”, balbuceó Bruce.

“Fue una congestión estomacal. Le he dicho ya al señor Barton que no debe atiborrarse de comida grasosa y harinas. No necesitará medicamentos pero sugiero una dieta baja en grasa y harinas procesadas… tal vez mucha, mucha fibra… y nada de cerveza”, agregó el médico señalando sin tapujos la prominente barriga de Clint.

“¿Congestión… estomacal? ¿Sólo una congestión…?”, balbuceó Bruce otra vez, parecía un tarado. Y entonces comenzó a reír estrepitosamente.

“¡Bruce! ¡Ya es suficiente con que éste médico diga que necesito bajar de peso como para que tú te rías así!”

Y Bruce paró de reír. Se acercó a Clint y acarició su barriga un momento… porque al otro cayó al suelo sin sentido.

“¡Bruce!”, exclamó Clint cuando su científico desapareció de su vista.

“¡Ni que estuviera esperando un bebé!”, exclamó la enfermera corriendo por las sales.

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Loki se tapó los oídos con las manos, totalmente enfadada. Miró a un  lado y fulminó con la mirada a Thor, que se había dormido después del sexo. Bueno, si menos de dos minutos podían contarse como sexo.

Que el pene de Thor no estaba muerto pero sí moribundo. ¡Dios de la Fertilidad su ovarios! Y aparte de todo el muy imbécil tenía el descaro de dormirse y roncar horriblemente. Una hebrita de estambre pegada a su nariz subía y bajaba al ritmo de los ronquidos. Loki esperaba que se lo tragara y se ahogara.

Refunfuñando se levantó de la cama y lanzó una almohada a la cara de Thor… que sólo la empujó, balbuceó algo que sonó como ‘chambritas para Loki’ y siguió roncando con todo y hebrita de estambre subiendo y bajando de su nariz.

Ahora Loki necesitaba una buena ducha para limpiarse y bajarse un poco el calor. ¿Y si mejor visitaba una de esas tiendas de sexo que había descubierto en eso llamado Internet? Había grande (¡GRANDES!) y poderosos juguetes que podrían ayudarla en su cometido.

No pensó al principio de esta aventura que también tendría el deseo de asesinar a las dos mujeres que lo habían puesto en esta situación. Pero ahora ya pensaba en al menos unas bonitas pelucas de color rojizo.

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“¡Steve! No es lo que piensas… ¡Abreme!”, rogaba Tony al rubio que se había encerrado en su habitación.

“¡Te odio! Siempre coqueteando con todo el mundo… ¡Sabía que la cercanía con Banner acabaría en esto! Siempre en el laboratorio, Brucie esto, Brucie lo otro…! ¡Pues ve y trágate a tu Brucie!”

Tony se quedó de piedra fuera de la habitación. ¿En serio ese que gritaba era Steve? Sonaba como toda una histérica; le recordaba las veces -y no pocas- en que alguna mujer que él había utilizado como distracción de una noche era prácticamente corrida de su lecho, de su casa y de su vida y luego reaccionaban así. Vaya, nunca se había puesto a pensar que realmente podía llegar a lastimar la autoestima y sentimientos de esas mujeres. Muchas sabían a lo que iban y era un gran honor ser la compañía de Anthony Stark por una noche… otras… las había tratado como basura. Y de pronto se sintió muy mal. Ni las gracias les daba, tampoco a Pepper que hacía tanto por él y que incluso tomó con mucha madurez cuando le confesó que estaba enamorado de Steve.

De pronto la puerta se abrió y Steve salió con el rastro de lágrimas en los ojos.

“También odio tener ganas de llorar por tu culpa”, le dijo siniestramente, apuntándole con un dedo en el pecho. “Apártate, tengo que comer helado”, agregó fajandose el sostén con encajes azules, su favorito.

Tony seguía en su momento de repentina epifanía y empatía femenina, ni caso le hizo al cólico que le acalambró el vientre. No sabía que decirle a Steve… ¿Con qué autoridad moral le pedía perdón? Así que le miró marcharse y luego reaccionó. Tenía que pedirle perdón… no sabía muy bien por qué, no había hecho nada malo con Bruce, pero si Steve mostraba, ¡al fin!, celos, quería decir que lo amaba… y Tony también amaba a Steve. Sí, tenía que disculparse.

Ya iba a alcanzarlo llamándolo por su nombre cuando en el pasillo a la cocina apareció Loki, en su bata de seda verde y con el cabello negro mojado escurriendo algunas gotas por su rostro. Steve se detuvo en seco y una sonrisa apareció en su rostro. Una sonrisa que si Tony hubiera visto le habría causado escalofríos. A Loki sin embargo le provocó alzar una ceja.

“¿Vienes a divertirte, Stevie?”, preguntó coquetamente la pelinegra, mojándose los labios.

“¿Por qué no, Loks?”

Y Tony sintió algo horrible en el cuerpo, y no fue el cólico. Se detuvo y ya ni siquiera tuvo el valor de reclamar nada.

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Bruce miraba de reojo a Clint durante el trayecto de regreso. Era una bendición que sus nombres no fueran relacionados con los superhéroes. ¿En qué diablos estaba pensando al exponer a Clint de esa manera? Cierto, había estado muy asustado, y ahora no sabía si seguir asustado o enojarse también… No, no, enojarse no.

Clint seguía refunfuñando mientras cruzaba los brazos sobre la barriga y murmuraba sobre estúpidos médicos que le decían que necesitaba dieta. A Bruce le pareció muy tierno y divertido ver a su arquero de esa manera, así que no pudo evitar morderse los labios para evitar soltarse a carcajadas. Sí, estaba muy aliviado de que todo resultara en una ingestión estomacal por comer en exceso y no porque había llegado la hora de parir. ¡Diablos! Esperaba que eso no sucediera, que todo se acabara con la llegada del fin de semana y despertar para ver los sexys abdominales de Clint en lugar del globo que hinchaba su vientre.

“¿Muy divertido, no?”, inquirió Clint que ahora lo miraba con los ojos entrecerrados.

Bruce evitó también rodar los ojos. Esos cambios de humor lo matarían a él más tarde que temprano.

“No me estoy divirtiendo, Clint. Es sólo que estoy muy aliviado de que no haya sido la salida de… eso que tienes allí adentro”, respondió Bruce sin pensar. Para él no era posible que hubiera un bebé, así de sencillo. Tal vez mucho gas…

Esto que tengo aquí adentro es mi bebé, Banner. Deja de hablar de él como si fuera una cosa.”

Bruce pisó el freno y Clint tuvo que asirse del tablero para no estrellar toda su hermosa cara en el parabrisas.

“¡Mierda, Banner! ¡Ten cuidado! Si vas a manejar como un loco ya lo hago yo”, reclamó Clint echando fuego por los ojos.

“Espera un momento… Clint, ¿cuándo vas a aceptar que lo hay ahí adentro no es un bebé? ¡Los hombres no tienen bebés! ¡Es una estúpida broma de Natasha y Pepper!”, dijo Bruce ya más serio. No agregó las sospechas que tenía sobre Loki porque eso lo arreglaría con el propio Loki, y quizá con ayuda de Hulk.

Bruce esperaba otra retahíla, un berrinche, incluso una bofetada (comenzaba a temer que Clint de verdad esperara dar a luz a un arrugado y rojo bebé). Pero el silencio sólo significaba una cosa… En efecto, cuando vio el rostro de Clint lo descubrió mordiendo sus labios y los ojos brillantes. ¡Oh no! Llanto no por favor, suplicó en su mente.

“Llévame a casa”, fue lo único que dijo el castaño y con una dignidad que Bruce sólo había visto en el orgullo femenino, alzó el mentón y limpió sus lágrimas. Bruce quiso decir algo, pero ya comenzaba a enfadarse de verdad y no quería un desastre dentro de su pequeño auto y menos con Clint ahí. Resopló con molestia y pronto aparcaron en el estacionamiento de la torre.

Ninguno habló durante el trayecto en el elevador y Clint se cruzó de brazos y ni siquiera miró a Bruce. Bien, Bruce también podía comportarse como un idiota, así que ignoró al otro y a su hinchada barriga.

Clint se marchó inmediatamente a su habitación y Bruce suspiró con cansancio. El hecho de que su arquero no pasara antes por la cocina no era buena señal. Pero frunció el ceño cuando escuchó un cristal quebrándose en la sala. Recordó que no sólo debía lidiar con Clint, sino con todos los demás hechos unos nervios de hormonas femeninas que, en serio, le sacarían canas verdes literalmente.

Cuando entró en la sala vio a Tony sentado en el suelo, con una botella a medio terminar y el vaso que había ocupado hecho trizas muy cerca de su mano abierta.

“¿Tony?”, preguntó Bruce con cautela, acercándose a su amigo que tenía la cabeza sobre el hombro, tal vez tan borracho que se había dormido.

Tony reaccionó y alzó el rostro y su gesto hizo que Bruce se conmoviera. Y era muy difícil conmoverse con un Stark borracho.

“¿Brucie…?”, murmuró Tony con los enormes ojos chocolates llenos de lágrimas, la colorada nariz goteando y las mejillas arreboladas.

Bruce odiaba el alcohol, y no le gustaba Tony alcoholizado, pero era su amigo y lucía francamente horrible así con los ojos hinchados y sorbiendo por la nariz y con la barba goteando y los bigotes chuecos… No debería haber otra explicación para el lamentable estado de Tony.

“¿Qué hizo Steve esta vez?”, preguntó alejando a Tony de los restos del vaso y evitar que se cortara las venas. Lo levantó con lentitud y lo sentó en el sillón, dónde pronto jadeó porque Tony se agarró a las solapas de su camisa y le llenó de lágrimas y mocos por igual.

“¡Me dejó! ¡Por la cuernuda!”, sollozó Tony más miserable aún que en la mañana de la junta. Bruce ya iba a hablar para consolarlo cuando Tony, con esos horribles cambios de humor que no sólo tenía que soportar de Clint, se alejó de su camisa y lo miró con enojo. “¡Es tu culpa! ¡Mi Steve pensó que estabas coqueteando conmigo!”

¡¿QUÉ?!

“¿Mi culpa, Tony? ¡Fuiste tú el que dijo que yo parecía un osito de peluche!”

“¡Ah! Por supuesto”, refutó Tony limpiándose la nariz con la manga de su camisa muy desagradablemente. “¡Me provocas y luego intentas echarme la culpa! ¡Y ahora mi Capitán está por ahí revolcándose con la urgida esa!”

Y Tony volvió a llorar cual Magdalena de pastorela cutre y se volvió a abrazar a Bruce. ¡Mujeres! Ahora era más que cierto eso de que nadie las entendía. Un escalofrío recorrió a Bruce con su propio pensamiento. ¡Tony no era mujer! Ninguno de esos idiotas era mujer… bueno, tal vez Loki sí… Dispuesto a terminar con esto y harto de ser el único hombre con cerebro en ese lugar, separó a Tony con brusquedad.

“¿Cuánto has bebido?”

Tony hizo un puchero y señaló la botella a medio terminar. Bruce parpadeó.

“¿Sólo media botella?”

Tony asintió. Bruce suspiró. Cierto, el alcohol era menos tolerado por las mujeres. Bueno, era positivo para sus planes. Asintió resueltamente y levantó a Tony para obligarle a caminar junto a él, algo un poco complicado porque Tony se balanceaba más de la cuenta.

“¿A dónde vamos?”, preguntó Tony arrastrando las palabras. “¿Me llevarás a la clínica de suicidio asistido?”

“Deja de decir tonterías, Tony. Vas a darte una ducha y ni se te ocurra estrangularte con el patito de goma o envenenarte con el champú, lo sabré”.

“Para ti es muy fácil. No tienes un novio que te engaña, horribles dolores, sigues teniendo al pequeño Bruce entre las piernas… Mi vida es un asco”, gimió Tony pero se dejó guiar por los fuertes brazos de su hermano de ciencia.

Bruce negó con la cabeza. Vale, que Tony ya era una diva dramática siendo hombre así que no debería extrañarle el Tony trágico siendo… bueno, hombre-mujer. Llegando a la habitación de Tony y Steve, Bruce le desnudó sin fijarse mucho en la parte baja de Tony (ya era suficiente para su salud mental haberle visto una vez).

Tony le sonrió ladinamente.

“¡Brucie! ¿Vamos a vengarnos del abuelo? ¿Qué dirá Clint?”

Bruce gruñó y no hizo caso a las insinuaciones de Tony. Lo coqueto no se iría ni con lejía. Lo empujó hacia la regadera, abrió el agua fría y Tony chilló. Sin embargo ante el dedo acusador y la mirada pre-Hulk, Tony se apresuró a ducharse y bajarse la borrachera.

Bruce salió con paso firme y ordenó a JARVIS que le dijera dónde estaba Rogers.

Tony salió de la regadera y notó que la sangre ya no salía con tanta fluidez. ¿Cuánto tiempo estaban las mujeres en sus días? Era un gran misterio porque él siempre se alejaba de cualquier mujer que estuviera en esos días infernales. Nunca tampoco se había puesto a pensar lo que pasaban las pobres. Meneó la cabeza, eso de las hormonas lo estaba haciendo definitivamente más empático.

Todavía no se ponía nada encima cuando la puerta se abrió y Steve fue empujado dentro de la habitación.

“¡Oye! ¡Estaba a punto de ganarle a Loki en el Pacman Arcade!”, vociferó el rubio a la puerta.

Luego se giró y se quedó sin aliento. Tony estaba de espaldas, agachado de tal forma que su trasero parecía ofrecérsele descaradamente. La toalla que Tony sostenía en las manos cayó al suelo y Steve al fin subió el rostro para verle a la cara. Bien, un poco de humildad estaría bien, pensó el millonario. Suspiró, pero se giró y se acercó a Steve.

“¿Pacman Arcade? ¿Es lo que estabas haciendo con Loki?”, preguntó en un tono sumiso.

Eso encendió a Steve, la vocecita que Tony había empleado, su desnudez con algunas gotas de agua aún cayendo por sobre su pecho… El pelo mojado y los ojos enrojecidos… Tony estaba listo para ser comido, y ya tenían varios días en abstinencia.

“Yo… no podría hacer otra cosa con él… ella… Tony, yo no… Y si tú con Bruce no… digo, casi me mata”

Tony sonrió entonces y se abalanzó a Steve para fundirse en un beso apasionado, se removieron cuando los enormes pechos de Steve se interpusieron, pero el rubio lo tomó de las nalgas y lo cargó cual canguro para llevarlo a la cama. El beso sabía a chocolate, que era lo que Steve había estado comiendo con Loki, y Tony lo saboreó.

“¿Sabes? Las mujeres gritan mucho cuando lo hacen… me gustaría saber qué se siente. Si no tienes inconveniente con mi pequeño problema rojo”, musitó Tony una vez fue depositado en el colchón.

Y luego rió de la rapidez con la que Steve se desprendió de sus prendas. Era adorable que a pesar de sus instintos un suave rubor adornaba sus mejillas, adolescente pero cachonda, pensó Tony.

Bruce tenía el ceño fruncido esperando pacientemente por la tercera guerra mundial tras la puerta, pero los minutos pasaban y no se escuchaba nada… Y luego alzó las cejas.

“¡Oh, Capitán, mi Capitán!”

“Tony… ¡También eres estrecho por delante!”

“Qué bonito encaje… ¡Lo arrancaré a mordidas! ¡Oh si! ¡Toca ahí, Steve! ¡Mueve tus dedos! ¡Oh Dios! Steveeeeeeeeeeee….”

Bien, eso era suficiente. Con el rostro caliente Bruce se alejó de la puerta. Había escuchado que los orgasmos femeninos eran increíbles, ahora no lo ponía en duda. ¡Qué bochorno! Tomó entre sus manos un par de cajas de medicamento y resignado se encaminó a por la otra parejita. Y es que la perspectiva con su Clint no se veía alentadora y no quería interrupciones de ningún tipo.

Loki seguía jugando Pacman con la lengua entre los dientes. A Bruce le sorprendió ver el mismo gesto que cuando Thor estaba muy concentrado en alguna tarea. Era obvio que esos dos eran uno para el otro.

“Toma esto y ve a divertirte con Thor”, dijo Bruce sacando del trance a Loki. Ella le miró con el ceño fruncido y luego las cajas que habían caído en su regazo. “Es viagra, dale dos a Thor y hablamos por la mañana”.

Loki alzó una ceja.

“¿Ahora te dedicas a ser Cupido, Banner?”

Bruce se giró con enojo y Loki se encogió en su lugar en el suelo frente a la pantalla donde ya se habían comido a Pacman por trigésima vez. El color verde de los ojos de Banner todavía le causaba pesadillas.

“Agradece que el otro sujeto no te haga una visita ahora mismo. Sé muy bien que tú estás tras esta estupidez del poder femenino, y es solamente porque necesito calmar a Clint la razón por la que te ayudo. Creo que es un buen castigo que no obtengas lo que necesitas. ¡Y haz el favor de cerrar las piernas!”

Y con eso se marchó. Loki miró las pastillas y leyó la información: tratamiento contra la disfunción eréctil. Cualquiera con dos dedos de frente comprendía eso, y Loki sonrió gatunamente y corrió a la habitación. En la pantalla, Pacman volvía  a morir patéticamente.

Contando hasta diez, Bruce abrió la puerta que lo separaba de su arquero. La luz estaba apagada y Clint yacía sentado en la orilla de la cama acariciando su barriga y mirando la luz de los edificios de enfrente con melancolía.

El científico suspiró y se sentó a lado de Clint. Pero el arquero se puso de pie y tomó una almohada y un manta doblada.

“Clint, no tienes que irte a dormir a otro sitio… tenemos que…”

“El que se va al sillón eres tú, Banner. Toma”, y con eso puso la almohada y la manta en el regazo de Bruce.

“Clint, ¿no estás hablando en serio, verdad?”

“¿Crees que mi cara tiene rastros de bromear?”, inquirió Clin peligrosamente.

Bruce tragó en seco. No, definitivamente no era una broma.

“Pero…”

“Pero nada. No vas a obtener nada de mí mientras le llames cosa a mi bebé”.

“Clint”, refutó Bruce con fastidio. “Ya habíamos hablado de esto… ¡Ayer precisamente! No puedes…”

“¿En serio?”, interrumpió el arquero. “Siente esto”, agregó llevando una mano de Bruce a la parte inferior derecha de su barriga.

Bruce casi colapsa, ahí se sentía un pequeño latido… como si la cosa dentro de Clint estuviera dando pataditas… Luego su mano fue retirada con brusquedad.

“Espero que el sillón sea lo más incómodo posible”, concluyó llevando a un apopléjico Bruce fuera de la habitación.

Si el arquero escuchó el golpe de Bruce al caer al suelo desmayado, lo ignoró por completo.








Notas finales:

¡Hola, hola!


Dos cosas: ¡Siento mucho la tardanza! y ¡Muchas gracias por su infinita paciencia y por sus más maravillosos reviews!

Esto... sigo en duda con lo de Clint. Vamos, no me molesta escribir un m-preg (con todo y parto), pero lo cierto es que el hechizo funciona durante una semana... sería demasiado extraño... y luego Bruce realmente no colaboró en el asunto... ejem... quiero decir que no estoy segura de llegar a un término con el bebé de Clint. Pero ya veré si se me prende el foco e ideo algo coherente.

¡Un besazo enorme y de nuevo mil gracias por leer y comentar!


Látex.


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