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Mi Salvación por Dark Angel 693

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Notas del capitulo:

Les dejo otro capítulo, espero que les guste. A leer!

                                                                          Félix

 

Desde que me mudé no había parado de acomodar mis cosas, sacándolas de las cajas y organizándolas cada una en su lugar correspondiente. Al terminar decidí salir a conocer a mis vecinos, y la puerta de aquél chico fue la primera que toqué. La más cercana a mi departamento, y que más me llamaba la atención.

Escuché unos pasos vacilantes acercarse un par de minutos después de que yo llamé, presionando cautelosamente el timbre y preguntándome si tal vez había sido una mala idea ir a conocer a las personas que eran mis vecinos. Seguro que no les importaba en lo más mínimo. Y, por otro lado, ¿qué les diría?

Vi al joven abrirme, le saludé y le expliqué mis intenciones. El chico se veía tan débil… Se sostenía del marco de la puerta con ambas manos, manteniéndose en pie. Sólo llegó a decir un “hola”, lento y arrastrando las letras, como si le costara esfuerzo decir algo tan simple, antes de caer sobre mí.

<< ¡¿Qué mierda?! >>

Lo sostuve en mis brazos y noté su peso tan liviano, y sus mangas muy mojadas y tibias. Esto último me asustó y me angustió bastante.

Entré a su departamento y le dejé en la cama, corrí y busqué el baño, para inquirir los elementos de botiquín que necesitaba.

Cuando entré me quedé boquiabierto ante el preocupante panorama. ¿Qué cantidad de sangre había perdido ya? Casi todo el lugar estaba cubierto de sangre. Ya había entendido que ese chico se cortaba, pero no esperaba lo que tenía delante, no esperaba que se corte tan jodidamente profundo, o tanto. Me desesperé buscando los elementos que necesitaba, pero los encontré relativamente rápido. Me sorprendí al no hallar agua oxigenada en ningún lado. Dios, a este chico sí que le gustaba sufrir. Tomé el alcohol, algodón y algunas gasas y las lleve hasta donde estaba él, totalmente inconciente. Le saqué la remera y la tiré al suelo. Se notaba que apenas comía, pues se le notaban las costillas. Miré sus brazos algo horrorizado, estaban totalmente cubiertos de sangre, y tenía unas heridas muy profundas que aún la dejaban salir, tibia y preocupante. El chico estaba aterradoramente pálido. Corrí por una toalla, la mojé y limpié bien su brazo con está, para ver mejor los cortes e intentar detener la hemorragia, sorprendiéndome de que el color de esta sea exactamente igual al de lo que estaba limpiando con ella. Le hice oler alcohol, pero no reaccionaba de ningún modo. Entonces comencé a pasarle cuidadosamente este líquido por los brazos.

Despertó sobresaltado y dio un grito ahogado. Aparté rápidamente el alcohol que estaba utilizando, pensando que gritó por el dolor que seguramente eso le causaba. Le miré, expectante y conmovido, él se sentó rápidamente en la cama y pegó sus brazos al pecho, junto con sus rodillas, en una actitud totalmente auto protectora e histérica, sin sentido en ese momento.

-- ¿Estás bien?—agarré una de sus manos e intenté apartársela del pecho. Él tiraba en sentido contrario, con toda su poca fuerza.

-- Sí, lo estoy –susurró en un mormullo rápido, aferrando aún más sus brazos a su pecho, impidiéndome ver si había dejado de sangrar o no, que era lo que más me preocupaba en ese momento.

La respuesta me quedó muy clara cuando vi que su pecho se había manchado de rojo.

-- Mnn…tus brazos y tu actitud no me dicen lo mismo. Dame tus brazos, vamos, ahora. –El joven estiró sus brazos, algo tembloroso—está bien… vamos a parar esta hemorragia… --volví a echarle alcohol y le puse unas gasas, a las que presioné con fuerza sobre las múltiples heridas-- ¿por qué lo hiciste?

El chico no me contestó y no dejé de mirarle directamente a sus ojos, que estaban como velados con dureza. Al final me respondió.

-- No le importa.

-- Vamos, al menos dime tu nombre.

-- M…me llamo Chris –me dijo bastante desconfiado

-- Bien, Chris. Yo soy médico. Y es mi deber mandarte a un psicólogo. –Negó algo histérico con la cabeza—O me cuentas… o mañana irás al psicólogo del hospital en el que trabajo.

-- ¡No! –gritó, quitándome sus brazos y poniéndose en la misma posición en la que estaba antes—No pienso contarle a un desconocido cosas que nadie sabe acerca de mí.

Subí a la cama y le abracé. El chico tenía un punto y un buen argumento. Tal vez, si consiguiese ganarme su confianza él podría contarme sus pesares, tal vez yo podría salvarle. Si no hubiese sido por mi, Chris habría muerto, puesto que sus cortes eran demasiado profundos. Él apoyó su cabeza en mi hombro y se mantuvo fuerte, bajo su propia barrera imaginaria, que impedía que todos sus sentimientos se exterioricen. No soltó ni un solo sollozo, pero aún así temblaba un poco. Cuando se apartó sus ojos estaban llenos de lágrimas, preciosas y tristes. Me sorprendió mucho que él sea capaz de contenerse así. Él, depresivo y suicida, derrumbado, pero fuerte.

Le sequé las lágrimas con ternura, mirándole con compasión y cariño.

--¿Por qué a ti parezco importarte cuando el resto no hace más que destruirme y pisotearme? ¿Por qué tú me abrazas mientras otros sólo ríen de mí, por ser débil y fracasado?

¿Estaba aquél chico tan herido, por tantos? ¿Qué tipo de persona cruel le haría eso?

-- Porque me importas, me importa lo que sea de tu vida a partir de ahora. Mira, sabes donde vivo, estoy cerca. No estás sólo, cuenta conmigo para lo que necesites, lo que sea. Vienes y me dices. No quiero volverte a ver sangrando, ni quiero ver más cortes, ¿entiendes?, ¿me escuchas?, quiero que, cuando te sientas listo, me cuentes que es l que te está pasando, por qué hiciste lo que hiciste. Te ayudaré a limpiar ahora mismo, no puedo permitirme dejarte así. Cuando necesites compañía golpeas mi puesta, y si no contesto, me llamas al móvil –le tendí una tarjeta.

 

Dr. Félix Ohara.

-Hospital Scarlett-

11-5893477

 

-- Gracias. –aceptó mi tarjeta, la  guardó en el cajón de su mesita de noche y sonrió levemente.

Su sonrisa era hermosa y cautivadora. Atrayente a pesar de que sus ojos seguían tristes.

<<Tiene la mirada triste, de tanto sufrir, y la sonrisa más hermosa de todas, por tanto fingir>>

 

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Se levantó  y casi cae. Su debilidad era superior a su voluntad, y eso que esta era mucha, al parecer seguía considerablemente mareado. Per su debilidad no era mayor a su valentía y a su coraje, porque no solo no cayó, sino que también caminó hasta el baño y se dispuso a limpiar todo, como si estuviese acostumbrado a hacerlo en aquellas condiciones, como si estuviese acostumbrado a limpiar sangre cada día desde hacía un largo tiempo.

Yo quería ayudarle, pero él no me dejaba, era muy autosuficiente. Le dejé hacer todo, pues pensé que sería lo mejor, ya que se sentía útil. Evaluaba y medía cada uno de sus movimientos, pues tenía miedo de que vuelva a desmayarse, pero nada pasó.

-- ¿Estás seguro de que no quieres que…?

-- Por enésima vez, no gracias, no necesito ayuda, puedo sólo y quiero hacerlo así.

 

Notas finales:

Déjen sus reviews!!! 


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