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MI MASCARA por kura

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Notas del capitulo:

Disclaimer: Todos los personajes de One  Piece le pertenecen al mangaka Eichiro Oda.

 

Primeramente agradecerles de antemano por darse el tiempo de leer este fic.

Para  leer el titulo recomendarles que las “x” no se pronuncia

ESPERANZA X ESTORVO X OBJETIVO A ELIMINAR

 

“Y la maldita verdad, es que te quise demasiado, y por eso rompimos”

 

Daniel Handler

 

Como un destello ante sus ojos, Law recordó repentinamente esa noche donde él y Sanji terminaron dormidos en plena cocina. Esa noche en donde ese chico  temperamental había llamado su atención de una y mil maneras. Aquella noche en donde unas silenciosas lágrimas escapaban de ese joven cuando nadie más las veía y que contenían una infinidad de emociones,  y el dolor de un  solitario sufrimiento.

 

Eran iguales…

 

Law podía reconocer en esos ojos azules la misma ansiedad que sentía él al recordar un turbio y doloroso pasado, y sabiendo lo que podría significar aquello, él quería llegar más allá de ese hombre, atravesar ese escudo, romper esa mascara y proteger a ese chico oculto bajo toda esa fachada. Cuidarlo como pudiese de todos esos fantasmas que lo atormentaban. Ese se convirtió en un objetivo que inconscientemente se había planteado y el cual había fallado.

 

Law nunca creyó volver a sentir el miedo desgarrar sus entrañas al escuchar el sonido retumbante de un arma al ser disparada. No desde aquel frio y nubloso día en donde aún era un niño débil y enfermo.

 

No podía pasar por lo mismo, no  de esa forma…

 

 ¡No con Sanji!

 

La madera que estallo dejo el mástil destruido y de este cayeron al suelo varias astillas irregulares y aserrín ligero que fue barrido por una corriente helada de viento.

 

Law no podía creer que frente a él, la untuosa sangre brotaba sin reservas acrecentando el charco carmesí bajo el cuerpo flácido del  chico que poco antes sujeto entre sus brazos, y cuyos labios llenos de candor ahora estaban silenciosos y helados ante su presencia. Los cabellos amarillos  que tanto  amaba adoptaban una apariencia oscura y el olor a pólvora que emanaba el arma utilizada fue por completo reducido por el aroma a muerte que impregna a la sangre que da vida.

 

Law había pausado su respiración y espero retomarla solo el momento en el que lograra pescar algún indicio de oscilación en el torso deprimido de Sanji  y con ello confirmar que su existencia continuaba junto a él en la tierra. Pero el tiempo corría y nada ocurría.  Los pulmones de Law le dolían, su espíritu le dolía, las lágrimas se asomaban ante sus ojos para caer en cualquier momento por sus mejillas.

 

—Sanji-ya…—murmuro con tal dificultad como si fuese un nombre prohibido para él.

 

El mundo parecía venirse abajo, incluso el aire se volvió sofocante. No era justo… nada de lo que estaba pasando era justo.

 

—Creí en ti y me fallaste…

 

Los ojos llorosos de Sanji parecían verlo nuevamente.

 

—Me dijiste que no lo harías y lo hiciste…

 

La tristeza y la decepción se reflejaron en su rostro cansado.

 

— Luffy te acepto y  tú solo querías utilizarme y ahora que lo lograste, me olvidas.

 

La voz de la soledad la poseía ese hombre.

 

No podía fallarle, no otra vez, no cuando estaba tan decidido, no cuando había encontrado su camino…

 

¡No lo hare, Sanji!

 

 Lanzando un grito Law arremetió con dirección al enemigo. Sujetando su espada, Law se juró acabar con ese sujeto, ese pirata invasor iba a ser detenido de la peor forma posible. Él se encargaría de ello.

 

A cada paso y a cada respirar todo el mundo parecía volverse oscuro, unas cuantas lágrimas no pudieron ser contenidas  al recordar la calidez que Sanji transmitía cada vez que le sonreía. Definitivamente esa sonrisa no podía quedar como un recuerdo.

 

Pero de pronto, Law se detuvo conmocionado y la negrura de su mundo sumido en el cataclismo emocional fue limpiada cuando el rostro del capitán sin nombre había caído en un inexplicable horror y junto con ello el pecho del cocinero había retomado su respiración.

 

Los ojos de Law retomaron la esperanza cuando frente a él la salvación tomo forma.

                                                  

—¡Mal-Maldito seas… —chillo el hombre sin soltar su arma mientras escurría sangre por la comisura de sus labios, y mirando sobre su hombro con un esfuerzo sobrehumano, condeno con sus ojos iracundos al hombre que se atrevió a apuñalarle por la espalda atravesando su abdomen para contemplar la fina punta de una espada por delante—… Roronoa Zoro!

 

—¡Roronoa-ya! —Law nunca creyó estar  tan feliz de ver al espadachín.

 

Las manos de Zoro bañadas con sangre ajena sujetaban con fuerza divina la empuñadura de su espada hasta el punto de querer quebrarla con solo la fuerza de sus dedos. Sus ojos demoniacos irradiaban odio, rabia y miedo, y su espíritu deslumbraba una furia enloquecedora pero silenciosa.

 

—El cocinero o cualquiera de mis amigos vale más que mil personas —Zoro halo los brazos hacia atrás  y retiro su espada ensangrentada de un movimiento limpio y rápido—. Y tú no vales ni una mierda —concluyó.

 

— ¡Zoro! —grito Luffy con fuerza y una rebosante alegría.

 

Zoro llego en el momento justo, lanzándose a todo, ¡Arriesgándose a todo! Asestando una mortífera estocada precisa y sigilosa en contra del repugnante capitán.

 

El bastardo escupió sangre de un gruñido y se tambaleo quejumbroso cubriéndose la reciente herida con una de sus grandes manos, sintiendo el insoportable dolor de la carne lacerada y observando como la sangre roja escapaba de entre sus dedos temblorosos.

 

—Maldición… ¡Maldición! — el rugido del hombre fue tan fuerte que el estridor sacudió literalmente el cielo y el aire.

 

Law despabilo en el acto y decidió aprovechar el momento para desplazarse  movido solamente por el sentimiento de profundo amor hacia el cocinero. Tenía que saber sobre su estado y no separase de él hasta que este por completo a salvo.

 

Solo un paso, solo dio un maldito paso antes de ser retenido por  una  lluvia de balas que impactaron en el piso delante de él. Law giro su cabeza hacia el buque enemigo y maldijo entre dientes. Los bastardos lo atacaban a la distancia limitándolo a alcanzar su preciado objetivo.

 

—¡Mierda!

 

 

 

O O O O O

 

 

Zoro había perdido la cuenta de las veces que las personas lo habían visto con esos ojos inyectados de odio y que reflejaban mil maneras de como imaginaban su violenta muerte. Sin embargo, era algo que no le importaba en absoluto.

 

—¡Ma-Maldito… mil veces maldito! —Amenazo el capitán enemigo desde la garganta, dispuesto a dispararle con su arma aún caliente.

 

De inmediato y ante esa intensión tan evidente, Luffy estiro los brazos como goma elástica, envolviendo y sujetando el enorme cuerpo de ese patán, inmovilizándolo y haciendo añicos su sed de desquite.

 

De un feroz grito Luffy lo halo lanzándolo por los aires, alejándolo de esa forma del espadachín y su cocinero para  así poder rematarlo de una vez por todas con la ayuda de su aliado.

 

—¡Torao! —llamo Luffy dirigiéndose al lado opuesto de sus amigos para pelear y alejarlo de ellos.

 

Zoro vio como Law parecía trasluchar contra su propio cuerpo para seguir a su capitán.

 

Las miradas de ambos se cruzaron en el lapso de un  segundo, suficiente para que Zoro captara lo que Law le dio a entender con un ligero movimiento de su cabeza. Law estaba dejándolo al cuidado de Sanji, sin antes refutar con su expresión sombría a que no tenía otra opción más que aquello,  y que esta era un tregua momentánea, en algún momento el regresaría por lo que era de su propiedad.

 

Zoro no perdió más tiempo y soltando su espada se inclinó cerca de Sanji. Sujetándolo desde los hombros con sus manos torpes e inseguras, lo acomodo contra el mástil principal. Su corazón golpeo su pecho como vio el flujo de sangre que goteaba constantemente hacia el suelo por el mentón.

 

—Vamos cocinero, abre los ojos. Despierta y mírame… ¡Mírame, Sanji! —Zoro protestaba con vehemencia ante el estado aparente de inconciencia que parecía envolver a su amigo.

 

La sangre oscura recubría gran parte de su rostro visible, y la poca piel que se distinguía se veía pálida, mucho más de lo normal. Pero, para gran calma del espadachín y gracias a su insistencia, el cuerpo de Sanji sucumbió inevitablemente  a una tos seca y a los espasmos que produjo la falta de aire a la que fue sometido.

 

Sujetándolo del rostro, Zoro reviso la gravedad de la herida y moviéndole la cabeza a un extremo pudo apreciar  gran parte de la lesión. Era grande y de ella brotaba mucha sangre, pero pese a ello Zoro estaba seguro que no existía lesión comprometedora, solo parte del cuero cabelludo aunque no estaba muy seguro.

 

Fue de un momento a otro en que Zoro se percató de que Sanji empezaba a abrir los ojos con dificultad, pero intentaba abrirlos. ¡Abrirlos para verlo!

 

— ¿Zo…ro? —Con la respiración entrecortada y la voz cansada, Sanji no lo llamo por un tonto apodo, él dijo su nombre ¡Su nombre! — ¿Dónde están… los muchachos?

 

Zoro al tener de nuevo encima suyo esos ojos brillosos en donde solo habitaba su imagen, y al escuchar esa voz que pronunciaba su nombre una vez más, la calma le cubrió el cuerpo y el sentimiento de alivio lleno todo su interior y su ser, liberándolo de la tensión perpetua que parecía tenerlo preso.

 

Zoro apretó los dientes, cerró los ojos y con fuerza apretó la estrecha espalda de Sanji, mientras recargaba su rostro contra su hombro mostrándose inmensamente agradecido de que estuviera a salvo.

 

Aunque no era el momento más indicado para apreciar ese contacto y la cercanía, así lo hizo. El tener sus brazos alrededor de Sanji nuevamente provocó una verdadera revelación en su interior. El cuerpo ondulante del cocinero se acoplaba tan perfectamente al suyo como siempre lo había sentido e intuido. Sin duda la pieza faltante de su rompecabezas emocional.

                                                                                             

—Sanji… —murmuro su nombre como nunca antes lo hizo, estremecido por el confuso oleaje que amenazaba por ahogarlo desde la noche que negó un amor finito. En el que rehusó a  apretar ese cuerpo contra él suyo. Aquel tiempo en que era un tonto e ignoraba cuando esos labios pasaban cerca de su boca pidiéndole un poco de amor, y con su piel tersa y ardiente exigían aunque sea una suave caricia que le indicara que ese juego tenía un poco de valor para los dos.

 

Posiblemente no tendría otra oportunidad para sentirlo  de esa forma y que Sanji perciba su arrepentimiento en el calor que su cuerpo emanaba.

 

Pero ya nada importaba….

 

Zoro lo amaba y de seguro siempre lo hizo, y lo seguirá haciendo. Pero entendía que no había vuelta atrás. No podía pedir  nada más a ese hombre. No tenía el derecho de exigir siquiera algo. Lo único que podía y tenía que hacer era respetar las decisiones que Sanji tomaría de ahora en adelante, y si alguna de ellas no lo incluía en su vida, las respetaría. Tenía que hacerlo, ya que era lo menos que le debía.

 

—Todos están bien—respondió separándose un poco del cocinero —Usopp los está ayudando en este momento. Lo importante ahora  es que tú estés bien.

 

Y Zoro no mentía, mientras todo ese alboroto sucedía, Usopp corrió a pasos torpes hasta el barandal, confirmando la caída de dos de sus amigos. Kinemon y Broock fueron los infortunados que se vieron sorprendidos cuando trataban de apagar las llamas en el barco. Para su suerte Franky salto por ellos, manteniendo sus cabezas a flote, hasta recibir algún tipo de ayuda.

 

Cargando una escalera de madera y cuerdas gruesas, Usopp tomo impulso y la lanzo por la borda, llamando a su amigo ciborg indicándole que la use para subir por ella.

 

Sanji oía la voz del espadachín con dificultad. Todo ruido  estaba interrumpido por un infinito zumbido que le taladraba la cabeza meciendo de un lado a otro el escenario a su alrededor.

 

—A-Apenas puedo oírte —respondió Sanji  haciendo una mueca de dolor y llevándose una mano a la cabeza.

 

Zoro entrecerró los ojos.

 

—Supongo que ese disparo debió romperte el tímpano.

 

—Ese maldito bastardo…. —dijo Sanji. — me descuide por un momento y el muy desgraciado lo aprovecho para atacarme — Sanji se disponía a ponerse de pie.

 

—Espera —advirtió Zoro reteniéndolo en contra del mástil—.No actúes como un tonto temerario, ¿Viste la cantidad de sangre que perdiste?

 

—Eso… Eso no es nada —Sanji intento nuevamente a ponerse de pie, pero esta vez fue un mareo que lo desestabilizo apoyando de nuevo su espalda contra el mástil.

 

Zoro noto que la sangre no dejaba de brotar, como si el cocinero tuviese una extraña enfermedad que retrasaba el proceso de coagulación.

 

—No te muevas —dijo Zoro al tiempo que se retiraba la pañoleta negra que siempre portaba en su brazo izquierdo.

 

Usándola como venda la envolvió alrededor de la cabeza de Sanji pasando por la frente y la nuca, cubriendo de esa forma la herida y deteniendo momentáneamente  la hemorragia.

 

Al terminar el nudo a un extremo, Zoro se permitió deslizar su mano sobre aquella mejilla pálida, ignorando la mirada desconcertada de Sanji por el repentino acto.

 

—Marimo…

 

Zoro alejo su mano del cocinero y la bajo a un extremo, se quedó viéndolo por un momento antes de sujetar nuevamente sus espadas las cuales había dejado tiradas en el suelo.

 

—Quédate aquí hasta recuperarte por completo. Nosotros nos encargaremos de todo —comento contemplando en lo profundo de esos ojos que desde aquella noche nunca más mostraron lo que pasaba por esa mente y lo que sentía ese corazón.

 

Zoro se puso de pie dándole la espalda, dispuesto a avanzar y emprender un nuevo trote. No había tiempo que perder, tenía que unirse a la pelea su capitán y el medico aliado, y también… alejarse lo más rápido posible de Sanji para no flaquear ante sus sentimientos y emociones.

 

—¡No! —intervino Sanji, deteniéndolo al sujetarlo de la mano desde atrás—. Tú no me dirás lo que debo o no debo de hacer. Yo  también puedo luchar y luchare.

 

—¡Te dije que te quedaras aquí! —ordeno Zoro en una especie de alarido, jalando su mano la cual Sanji se negó a soltar —Solo queda ese hombre y entre Luffy, trafalgar y yo nos encargaremos de él. No te necesitamos, si deseas ayudar a alguien, apoya a los demás.

 

Tenía que ser frio y duro para que todo vuelva a la normalidad.

 

—No me trates como un   inútil. Aun puedo luchar. No es como si estuviera lesionado a muerte, nosotros dos siempre luchamos junt…

 

—¡Si  estás ahí solo me estorbaras! ¡Nos estorbaras a los dos!

 

Zoro volteo para azotar al cocinero con su mirada decidida, endureciendo sus facciones y también su corazón.

 

Zoro no quería que Sanji estuviera en la lucha, porque dependiendo de lo que suceda, no sabría distinguir cual es el verdadero enemigo al que debería eliminar. Si a ese capitán de mierda, o a la mierda de Trafalgar Law.

 

Cerro los ojos y ladeo su cabeza a un extremo, evitando mirarlo. Por sus amigos. Por su  capitán ¡Por Sanji! Debía de trasluchar consigo mismo, era momento de hacerse cargo de las malas decisiones que tomo y de volver a lo que  era. Regresar al guerrero que juro seria y el espadachín que los Mugiwara necesitarían.

 

Zoro sintió cuando el agarre de Sanji soltó poco a poco su mano, experimentando por última vez esa cercanía tan íntima, entre piel y piel, entre amante y amante, entre hombre y hombre. No tenía idea de lo que pasaría después de esta lucha, ni tampoco de la lucha a librar en Dressrosa o en las islas posteriores a esa, El solo sabia y su intuición se lo decía,  que su relación con Sanji nunca volverá a ser la misma de antes, ni en las ridículas peleas triviales, ni al luchar de espalda a espalda contra enemigos mortales. Es como si con ese roce no solo estuviera dando un adiós al amor que Sanji  le llego a tener, sino era como premeditar un futuro adiós al mismo Sanji tras de él.

 

Cuando su mano fue liberada, Zoro sintió un frio punzante en su cuerpo ante  la ausencia de aquel contacto, y una sensación solitaria en su pecho por el simple alejamiento. Sin embargo no se dejó absorber en las nuevas y aplastantes emociones que llegaron a cubrirlo.

 

Sin dudar retomo su camino, alejándose a paso veloz de Sanji. Aun existían varias cosas por hacer, entre eliminar al molesto enemigo, ayudar a su capitán y proteger y salvaguardar el barco, y entre ellas, en ese instante, la seguridad del cocinero ya no era un asunto a  priorizar, o no le era  por el momento.

 

 

 

O O O O O

 

 

Nami y Robín sin poder soportar por más tiempo la incertidumbre, salieron disparadas desde las habitaciones, encontrándose sorpresivamente con un  bosque de llamas y un calor apabullante. En su intento de calmar las llamas, ambas se congregaron en la parte trasera del barco, encontrándose inmediatamente con Chopper, quien culminaba su lucha con los últimos gaznápiros invasores.

 

Sin perder tiempo, Nami sustrajo su arma con la cual podía manipular el clima, y maniobrando ágil y velozmente, formo una inexplicable acumulación de nubes en el cielo sobre ella. Robín y Chopper permanecieron en alerta para no ser atacados de repente. Entonces fue cuando cayó una suave lluvia encima de ellos, lo suficiente como para acabar con los últimos rastros llamas demoniacas que devoraban sus barco.

 

Momentos después la lluvia ceso, y las nubes se disiparon tan rápido como habían aparecido. El barco estaba a salvo, pero ellos continuaban con el corazón bajo presión y los ánimos completamente apagados.

 

—Algo anda mal —Nami se sentía inquieta mientras observaba directamente hacia el cielo. Sus manos se cerraron con fuerza sobre su propia arma al tiempo que su cabello era ondulado por el viento. En definitiva algo malo iba a ocurrir en cualquier instante, una expresión así pocas veces se vio en ella.

 

—¿Presientes algo? —Robín se posó al lado de ella, sujetando el barandal.

 

—Si —respondió Nami entrecerrando los ojos hacia el horizonte marítimo—. Creo… no, estoy segura de que se está acercando una tormenta. Una gran y peligrosa tormenta.

 

— ¿Tormenta? —Pregunto Chopper tras de ellas— Pero si no hay rastro de nubes en todo el cielo.

 

—En el nuevo mundo el clima puede cambiar en cuestión de segundos— respondió Nami  acomodando su cabello tras la oreja. Dando la vuelta vio a Chopper con una expresión seria— y es por eso que en estos mares solo navegan los piratas más temibles y fuertes.

 

Robín tuvo la intención de acotar unas cuantas cosas más y no lo hizo, porque al intentar hacerlo sus ojos azules se movieron instintivamente cuando un gran granizo tan grande como  un puño y tan duro como una roca, choco contra la cubierta.

 

—Esto no se ve nada bien —comento Robín con  una pizca de sarcasmo en su voz.

 

—¡No podemos perder más tiempo! —Grito Nami empezando a moverse— ¡Rápido, debemos alertar a Luffy y a los demás!

 

Creyendo  no tener que dar más explicaciones, Nami corrió hacia la parte delantera de su barco seguida de sus compañeros que no tuvieron intensión alguna de separarse de sus espaladas.

 

 

 

O O O O O

 

 

 

—El clima está cambiando.

 

El hombre del monóculo observaba atentamente el cielo y tras de él sus subordinados se miraban confusos sin entender a lo que se refería.

 

—Si nos quedamos por más tiempo no podremos salir de este maldito lugar.

 

Girando de un solo movimiento, golpeo el suelo con la punta de su bastón, produciendo un eco que logro llamar la atención de todos sus guerreros

 

 —¡Prepárense para partir, nos sumergiremos en cuanto todos hayan ingresado al interior de la nave.

 

—¿Se-Señor, pero… y el capitán? —pregunto uno de los subordinados retando su suerte. Por un momento hubo un gran silencio.

 

—Es una lástima, pero no hay manera de ayudarlo. Esta perdido. Además… es culpa suya, nunca debió dejarse llevar por su instinto pirata. Desde el principio le advertí que no debíamos enfrentarnos a enemigos a los cuales no podríamos ganar.

 

—¡¿Entonces lo abandonaremos?!

 

— ¡¿Acaso tenemos otra opción?! ¡Haremos lo que debimos hacer desde que hace cinco días desde que encontramos esta ubicación! —el hombre Lanzo su monocromo por la borda y camino hacia las puertas abiertas de metal oxidado, dándole la espalda a la lucha que libraba su excapitán —¡Ingresen de inmediato a la nave! Y en cuanto nos hayamos sumergido, contáctense con Totto Land e informen a mamá de todo lo que está sucediendo aquí.

Sin dejar de dar órdenes, el hombre junto con su subordinado se internó a las sombras del interior de la nave y mientras las puertas se cerraban lentamente se negó a dar vuelta porque podría flaquear para quedarse a luchar.

 

Todas las puertas y compuertas eran cerradas al mismo tiempo. Los sonidos chirriantes se detuvieron de golpe con un gran choque entre  metales. Moviéndose lentamente, la nave se sumergió alborotando las aguas cuando invadió el mar.

 

 

O O O O O

 

 

El capitán enemigo dibujo en su rostro magullado y cansado una amplia y retorcida sonrisa llena de amargura. Él era consciente de que su flota, sus hombres, sus Nakamas lo estaban abandonando a su suerte.

 

—Así que esos idiotas decidieron retirarse, ¿eh?— en una especie de tos, la sangre que inundaba sus pulmones intentaba salir de su interior— ¡Son todos unos cobardes! Huir sin pelear…  no es el estilo en el que vive un pirata.

 

El hombre cayó de rodillas sujetándose la herida que le atravesaba el abdomen. Hecho una mirada a sus tres enemigos como si fuera un animal salvaje buscando a quien atacar.

 

Law, Zoro y Luffy lo rodearon con cautela sin soltar sus armas ni bajar su posición ofensiva.

 

—Ríndete ahora— Luffy se acercó por su frente con su rostro que irradiaba furia y desprecio pero también benevolencia—  y te dejaremos vivir.

 

El hombre bajo la cabeza sin borrar su sonrisa retorcida que en esa situación y pese a su condición lo hacían ver más intimidante. Nunca admitiría el error que cometió al enfrentarse a tres de los famosos supernovas, catalogados en esta época como la peor generación pirata a existir, sin embargo, él había logrado alcanzar un objetivo, uno muy personal…

 

Sentir, intimidar y luchar, Luchar con la adrenalina recorriendo sus venas. Pelear hasta experimentar el cansancio en cada uno de sus músculos laxos. ¡Morir! Como debe hacerlo todo pirata, en el campo de batalla. El capitán sin nombre elevo el rostro y con la mirada  enfrento al joven capitán.

 

— ¿Rendirme? ¿Dejarme vivir?— elevando el brazo con un notable esfuerzo, el capitán sin nombre se relamió los labios y su sonrisa se hizo más amplia cuando mostro el dedo medio en alto, su orgullo de pirata nunca desaparecería de su ser.

 

—¡Vete al diablo, Mugiwara!

 

Zoro y Law arrastraban los pies para acercarse de forma disimulada.

 

—¿Esas son tus últimas palabras?—advirtió Luffy.

 

—Aun eres joven, mocoso. En este mundo pirata uno debe vivir y morir como uno desea.

 

—Si te rindes podrías vivir y continuar navegando en el mar libremente como lo hacías antes de encontrarnos.

 

¿Qué le pasaba a ese niño? Él había disparado contra sus amigos, casi mato a uno de ellos frente a sus ojos, lo insulta y lo desprecia, y aun así, estando prácticamente condenado, ese chico dudaba en matarlo. No cabía duda que ese joven capitán aun desconocía la crueldad del nuevo mundo y de su gente.

 

—Dime Mugiwara, si yo te pidiera que te rindieras ¿Lo harías? Si te ordenase que dejaras de navegar ¿me escucharías? Si te gritara que el One Piece no existe ¿Me creerías? Así de ridículo te oyes al hacerme tan absurdas peticiones. Si de verdad quieres mostrar compasión a alguien, solo pelea con todas tus fuerzas hasta que uno de los dos no pueda levantarse, ese es el mejor favor que le harías a alguien al luchar.

 

El pirata enemigo tambaleante sintió como  la punta filosa de una espada tocaba su nuca. El cazador de piratas se movió imperceptiblemente hacia él, y ahora lo tenía a su merced.

 

—¡Acabemos de una vez con este tipo, Luffy! — Reclamo Zoro sin despegar la vista de su capitán— ese tipo estaba dispuesto a matar a uno de nosotros sin vacilar. No deberías mostrar piedad ante alguien como él.

 

Se lo había dicho poco antes de salir de Punk Hazard, este era el nuevo mundo y debían actuar seriamente y con cautela, cualquier descuido seria multado con la misma vida, y el mostrar misericordia ya no podía ser una alternativa. ¡Eran ellos o los enemigos! Matar o morir era la única salida.

 

—Entones está decidido— el hombre satisfecho sonrió de oreja a oreja— ¡Luchemos!

 

 

O O O O O

 

 

Por tercera vez en ese día, Law vio todo el mundo como en cámara lenta. El capitán enemigo en un esfuerzo sobrehumano y con las mismas fuerzas milagrosas que obtiene un animal acorralado, desapareció en una milésima de segundo, dejando solo una distorsión negra en el espacio.

 

De repente, la espada que lo apuntaba en la nuca fue lanzada a los aires como si alguien hubiese asestado una patada certera desde abajo del brazo extendido del espadachín. En el rostro de Zoro el dolor del golpe y la incredulidad de lo que ocurría eran evidentes.

 

En un segundo paso lo peor, el enemigo había desaparecido.  Sin pensarlo dos veces, los ojos de Law se movieron por su cuenta con dirección a Sanji, esperando que ese hombre no intente nuevamente algo con él, pero Law apenas tuvo tiempo de procesar lo que veía.

 

Sanji corría casi a tropezones totalmente desesperado para alcanzarlo. Tenía los ojos desorbitados y movía la boca como gritando palabras que por alguna extraña razón no le eran audibles.

 

Ante un mal paso, Sanji cayó al suelo de rodillas y sin rendirse para alcanzarlo, extendió el brazo y los dedos para quitar en lo posible la distancia que los separaba. Law entendió entonces que el peligro no acechaba al cocinero ni a ningún otro tripulante del barco…

 

El que estaba en peligro era él mismo.

 

Obligándose a desviar la vista, giro para ver tras sus espaldas siendo demasiado tarde cuando capto a ese hombre a solo un metro de distancia presionado el gatillo de su arma con mira hacia él.

 

El transcurso del tiempo continuaba en un flujo ralentizado. Law pudo contemplar como a la distancia Zoro lanzaba una de sus espadas hacia el hombre como si se tratara de una lanza filosa, atravesando con éxito el cuello del bastardo, sin duda, matándolo con ese acto.

 

Pero la bala ya había sido disparada en un centello humeante y esta se acercaba hacia su cabeza como cortando el aire. Quería moverse pero su cuerpo estaba paralizado, intento pensar en otra forma de salir de esta, pero ya era demasiado tarde…

 

Lo que paso después fue tan rápido que no comprendió que acontecimientos sucedieron en ese corto periodo. En un instante tuvo una escena extraída de una película de terror.  Ahora ante sus ojos solo estaba el extenso cielo azul, un azul tan hermoso como los ojos del mismo cocinero.

 

—¡Torao!

 

La imagen de su aliado asomándose por la barandilla estirando su brazo para alcanzarlo fue lo último que vio, Law instintivamente extendió el brazo para sujetarlo, pero su cuerpo se sumergió en un instante en las aguas oscuras del mar, en donde todo se entumió y su energía se dreno.

 

Todo parecía indica que no tenía salvación.

 

 

 

Notas finales:

Hola, bueno, solo queria decirles que estoy retomanda esta historia con la intencion de terminarla esta vez. El tiempo que me ausente no fue en vano, bueno, no para mi. Escribir fue y es algo que me gusta, y por eso comence a leer no solo fics sino varios libros, y fue ahi donde me di cuenta que no era nada comparada con varios autores, creo que perdi algo de confianza X,D pero luego conoci a varias amigas que compartian mis mismos gustos y me recordaron que escribir y hacer cosas por el amor al fandom y a la shipp era lo mas importante, asi que aqui me tienen XDXDXD


Este es un capitulo de transcicion para retomar todo lo que deje y tambien para atar cabos sueltos, muy pronto se vendra lo chido XD si estas leyendo esto, solo puedo decirte que:


 


¡Muchas gracias por seguir leyendo! 


TTwTT


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