Insomnio x Recuerdo x Plan
“Las heridas que no se ven son las más profundas”
William Shakespeare
Se podía observar el revolotear de dos polillas alrededor de uno de los faroles que iluminaban aquella habitación, pareciese que danzaran de alegría al sentir el calor a través de aquel objeto inanimado. Bailaban con gracia y delicadeza, como si estuvieran frente un gran público al cual querían impactar, pero… en ese instante aquel espectáculo era la cosa más insignificante en el mundo y por tal razón invisible para aquellas dos personas quienes discutan cosas del corazón.
El espadachín y el cocinero. Zoro y Sanji, se encontraban en aquella pequeña bodega del barco y ninguno de ellos podía ver las expresiones del otro. En cuanto al universo que compartieron durante un corto periodo de tiempo, este se iba quebrando poco a poco, con cada palabra, con el cruce de miradas, y en cada respirar.
— ¿Trafalgar Law? —pregunto Sanji, quedando inmediatamente pasmado ya que toda esa situación lo estaba perturbando.
Él no había notado nada raro entre el cirujano y Luffy, ya que estaba más sensible a captar la atención a cualquier tipo de mirada y sonrisa que el hombre de enorme cicatriz y cuerpo fornido, pudiera esbozar. Atraerlo a su campo gravitacional ese era su objetivo primordial, y ahora que creía haberlo logrado, ese hombre lo estaba rechazando y lastimando sin importarle nada. Además, también estaban sus chicas, quienes eran la representación de la belleza misma, una distracción imposible de ignorar.
Sanji creía que esas razones eran más que suficientes y las suficientes para no prestar atención a su alrededor o al mundo entero.
Pero saliendo de todo aquello, en la cabeza de aquel rubio comenzaron a formarse varias interrogantes, tales como:
¿Porque siempre debía pasarle esas cosas? ¿Porque siempre tenía que ser Luffy? ¿Qué tiene su capitán que lo convierte en un adonis? Tantas preguntas que revoloteaban en su interior, y de las cuales sabía que ninguna tendría respuesta. Desde quien es él y el porqué de su destino.
—Cocinero escúchame —la voz fuerte de Zoro lo saco de su trance introspectivo— No quiero que nadie se entere de lo que alguna vez ocurrió aquí, me entiendes ¿verdad? —No, Sanji no lo entendía— por favor, solo imagina que esto nunca paso y actúa con normalidad, porque si Luffy llegara a enterarse de “esto “estoy seguro que él se decepcionaría de mí, yo mismo estoy decepcionado de mí en este momento —el rostro del espadachín era imperturbable, sus palabras eran frías y sin una pisca de duda, tal vez debido a los años de disciplina física y mental a la que se vio sometió o simplemente porque se estaba convirtiendo en un maldito tirano sin corazón.
— ¿Qué harías si Luffy se entera de lo que sientes y termina aborreciéndote? ¿Qué harías si él no valora tus sentimientos y te dice que su corazón le pertenece a alguien y ese no eres tú? ¡¿Dime, qué mierda harías ante el rechazo de nuestro capitán, marimo estúpido?! —exclamo Sanji, con la angustia calando en su interior.
—Pues, si eso llegara a ocurrir, estoy seguro que todo sería culpa tuya. Te lo digo porque solo tú conoces lo que siento por él, y oyendo las palabras que dices con tu lengua filosa, no dudaría que intentes envenenar a Luffy en contra mía, pero desearía que no te atrevas a intentarlo — Zoro camino con lentitud hasta llegar a la puerta, y cuando su mano logro sostener la pequeña perilla, cerró los ojos y lanzo una última advertencia.
—Espero hayas entendido todas y cada una de mis palabras, no quisiera tener que enfrentarme a ti solo por un estúpido descuido, yo… aun te considero un buen amigo, aunque solo pueda ofrecerte eso — sin molestarse en esperar algún tipo de respuesta por parte del cocinero, Zoro cerró la puerta tras de él al salir.
Sanji bajo su mirada fijándola en el suelo. La sensación de ser humillado y utilizado le provoco un inmenso dolor y este se instaló en todo su ser, llegando hasta la más microscópica célula de su cuerpo, destruyendo lentamente su interior. Estaba temblando. No se había percatado en que momento de la discusión su cuerpo entro en un incontrolable trepido. Frio, todo era frio, el aire, el mundo, también Zoro y su estúpida voz.
¿Qué doy lastima? ¿Qué no me comparo con Luffy? ¡Maldito cabeza de mierda sin corazón! pensaba el rubio, afligido por completo.
El malestar provoco que comenzara a respirar con dificultad, sin embargo, fue la furia la que termino apoderándose de él. Apretó los dientes y al mismo tiempo sus puños permitiendo que la rabia carcoma todo su ser.
— ¡Rayos! —Grito colérico, y embargado por la ira escupió su cigarrillo al piso, pisándolo una y otra vez, como si tuviera frente a él una pequeña fogata de campaña la cual no se pudiera apagar.
Aquel acto no fue suficiente para drenar su desgracia. Quiso lanzar patadas a todos los objetos a su alrededor, destruir ese lugar por completo, pero tuvo que abstenerse ya que tal alboroto causaría el despertar de todos sus Nakamas, y lo que menos deseaba, era involucrarlos en sus vergonzosos asuntos.
— ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Porque!, porque no te llegaron mis sentimientos, maldito marimo —Estas últimas palabras las dijo mientras posaba una de sus manos sobre su rostro en señal de frustración.
— ¿Cuantas veces debo pasar por lo mismo? ¡¿Cuantas veces más?! ¿Realmente, merezco todo esto?
Todos sus esfuerzos para ser algo más en la vida de Zoro no sirvieron de nada y sintiendo como todas las fuerzas de su cuerpo se le escapaban, se dejó caer al suelo— Esto es mi culpa, solo mía —no podía evitar culparse a sí mismo, después de todo Zoro ciertamente le había advertido que todo era un juego en donde no debía intervenir el amor; pero Sanji quería llegarle al corazón y que poco a poco el espadachín lograra enamorarse de él, sin embargo todo le salió al revés, ya que fue el espadachín el único que se internó en lo profundo de un corazón.
—Marimo.
Pese a toda la angustia que sentía en ese momento…
Él no lloro
O O O O
Perdóname cocinero pero esto debía ser así, me duele haberte dicho aquellas palabras, pero si me hubiera mostrado más flexible de seguro lo habrías notado y lo hubieras malinterpretado. Debo evitar causarte confusión, llenándote de falsas esperanzas. Realmente me gusto pasar tiempo contigo, me gusto que pareciéramos más que amigos; te aseguro que esto no hubiera acabado así, de no ser por ese cirujano.
Además Luffy es… Luffy es la persona que cambio mi vida y a la que en realidad amo. Lo seguiré incluso si debo seguirlo al mismísimo infierno, los pensamientos de Zoro navegaban en su cabeza, mientras caminaba por los pasillos oscuros del “Sunny Go” al dirigirse a los camarotes de los hombres.
No podía asegurar que hora era, pero la luna se colgaba en la parte más alta del cielo estrellado y por un momento sintió como si aquella gran esfera lo observara como un ojo vigilante y lo juzgara al mismo tiempo al cegarlo con su tenue luz.
Tras media hora de búsqueda logro encontrar los dormitorios y todas las luces se hallaban apagadas. Al ingresar se percató que Luffy y los demás se encontraban completamente dormidos en sus respectivas literas, aunque no encontró al cirujano por ningún lado.
Suspiro aliviado a un extremo, dándose cuenta que la presencia de ese shichibukai lo tenía muy tenso y perturbado.
—Bueno siempre y cuando no esté cerca de Luffy no me importa lo que haga el maldito — dijo en voz baja, retirándose las espadas y recostándose de espaldas en un tiro.
Cerró los ojos para disimular el sueño, pero tras cambiar de posición unas seis veces en menos de cinco minutos, se dio cuenta de algo.
—Mierda, no puedo dormir — dejando escapar un suspiro, se puso a cavilar del porqué de su insomnio. Tal vez era por la intranquilidad que le causaba la presencia de Law en la vida de Luffy o tal vez, era la culpa…
Culpa por haber lastimado a su amigo en la discusión reciente siendo consiente que todo el conflicto y la idea de aquel juego era culpa suya y de nadie más.
—No —dijo meneando la cabeza— Seguro es porque, el Sake que bebí esta noche fue insuficiente —fue la conclusión a la que llego.
O O O O
Aquella noche la guardia le correspondía al músico del equipo, Broock. Sin embargo no se intuía el peligro cerca de ellos, la mar estaba en calma y el único ruido que se escuchaba era la del agua salada chocando débilmente en contra del barco.
Al otro extremo de la nave, un moreno alto que portaba una gabardina negra y un sombrero esponjoso de piel con un diseño muy particular, se encontraba apoyado en el barandal del barco observando el rastro que dejaba la nave sobre el mar. La leve brisa lograba ondear aquel ropaje negro pero inmutar su rostro, jamás.
Él tampoco podía dormir, y esto era debido a que no se olvidaba de las palabras que le dijo la arqueóloga de la tripulación en una conversación que sostuvo con ella, haya en las tierras heladas de Punk Hazard.
O O O O O
La nieve caía desde el cielo nublado con una tenue delicadeza, mezclándose poco a poco con el blanquecino paisaje. El Medico se encontraba sentado sobre una roca, observando como los piratas, marines y niños convivían mutuamente, poco antes de partir y separarse a sus respectivos destinos.
—Torao —dijo aquella mujer morena, quien se sentó al lado del médico, sosteniendo entre sus manos el tazón de sopa caliente que había preparado el cocinero para aquella multitud— Torao, aún tengo muchas dudas del “por qué” escogió a nuestro capitán como aliado — Nico Robín fue directa en sus palabras, y ante ello, el cirujano solo la observo con detenimiento.
—No sé por qué las tendrías Nico-ya, lo escogí a él, solo porque eran los piratas más cercanos con los que pude contactar —fue la respuesta del joven Shichibukai.
—Oh vaya, me pregunto si esa será toda la verdad —comento la mujer con una sonrisa en el rostro, mientras degustaba su platillo entre pequeños sorbos.
—Acaso insinúas que puedo tener otros motivos—la mirada de Law sufrió una cambio drástico al mostrarse afilada y amenazante, el joven de cabello negro supuso con velocidad que esa mujer sabia más de lo que aparentaba.
—Yo no insinuó nada, podría decirse que lo afirmo —Robín también tenía una mirada amenazante, pero su sonrisa aun no desaparecía de su rostro, confirmando las sospechas del médico.
—Te observe con cuidado el día que nos cruzamos en la isla de “Sabody”, estoy segura que mi capitán te impacto, de una y mil maneras.
— ¡¿Q-Qué?! — dijo el médico con un rostro sombrío, tratando que ese platillo no se le cayera de las manos, al sentir flácidas las muñecas y tensos sus dedos.
—Acerté verdad— la mujer comenzó a reír suavemente, cubriéndose la boca con su delicada mano— después de eso te investigue un poco, porque sentía que acosabas de una manera extraña a mi capitán, al hacerlo descubrí muchas cosas que a mí no me parecen coincidencias ¿quieres que te las mencione?
Law suspiro en señal de rendición y en un tono tranquilo pero firme comento.
—Y si fuera verdad el que voy tras tu capitán ¿Qué harás ahora? Él acepto esta alianza y aunque no lo creas, no lo traicionare — respondió Law con seriedad. Robín elevo su rostro mirando al cielo algo pensativa, luego volvió a buscar el rostro del médico regalándole una amplia sonrisa. Poso una de sus manos sobre el hombro de Law y este no hizo nada en absoluto para evitar el acercamiento.
—Lo sé, y es por eso que Luffy también acepto esta alianza. Solo quería advertirte algo; Luffy nuestro capitán, tiene una aura muy especial que logra atraer a las personas, sumándole a eso su carácter alegre y amable, no dudo que te llegara al corazón. Pero, no confundas tus sentimientos, hay mucha diferencia entre admiración, amistad y amor —Robín hablaba cual madre a un hijo— tú piensas que te gusta Luffy pero, porque no tratas de conocerlo mejor y si realmente es amor lo que sientes por él, yo no me entrometeré, claro siempre y cuando no lastimes a mi capitán.
Law bajo su mirada al plato de sopa que tenía entre manos sintiendo el calor que emanaba, y cerrando los ojos, respondió.
—No te preocupes Nico-ya, yo siempre estoy seguro con lo que respecta a mi corazón
O O O O O
—Eso fue lo que dije aquella vez, pero ciertamente no sé nada de Mugiwara-ya, ni tampoco tengo una idea concisa de como poder comunicarme con él —Law tenía una aura oscura y pesada a su alrededor — y para dificultar más las cosas, hablar con Mugiwara-ya, abecés es como hablar con una inerte pared.
Mugiwara-ya me gusta estoy seguro de ello. Quiero saber más de él y pasar el mayor tiempo con él, pero el tiempo es mi mayor problema en estos momentos, debo decirle lo que siento antes de llegar a nuestro destino. Porque tal vez, al llegar a ese país ya no pueda decírselo nunca más, Law meditaba nuevas posibilidades de acercarse a su aliado, sin parecer tan ridículamente obvio en su objetivo. Lo que necesito es a un informante, alguien que ya lo conozca y esté dispuesto a contarme todo lo que sepa de él, pero encontrar dicha persona en esta tripulación será algo difícil.
Law cerro sus ojos pensando en quien podría estar dispuesto a ayudarlo en su misión secreta de amor. No viniéndosele nadie adecuado a la mente, entro un una leve depresión.
—Esta tripulación está llena de locos, nadie de ellos me llega a la mente, de por si Roronoa-ya me mira con ojos asesinos, aunque si tal vez yo…
— ¡Kyaaaaa! — se escuchó un grito anormal, fuerte y grotesco, un grito tan desagradable que rompió la tranquilidad de aquella noche.
Law inmediatamente dedujo la procedencia del grito. Sujetando con firmeza su “Nodachi” pensó si debería averiguar que paso en el interior de la nave, recordando que él debería estar dormido a esas horas, así que decidió mirar por un momento la torre vigía, y ver las acciones que tomaría el guardia de turno. Law no noto ningún movimiento procedente de aquel lugar.
— ¿Él no hará nada? —Murmuro extrañado— No, estoy casi seguro que no logro escuchar nada, supongo que tendré que encargarme personalmente de esto. Bueno, si se trata de un intruso tal vez pueda divertirme un poco, después de todo no tengo más ideas para este asunto, mañana planeare lo de Mugiwara-ya.
Law cargó su Nodachi apoyándola a su hombro, y echando un bostezo se dirigió al interior de la nave, entre pasos lentos y largos.
Mientras tanto, en la torre vigía se encontraba el músico Brook, sentado en el sillón de cuero, cubierto por una sábana blanca. El silencio era total como si el tiempo se hubiera detenido solo en aquel lugar, observando a aquella persona y aquel rostro inmutable, nadie podría saber si hallaba despierta o no, por el simple hecho de que ese ser, no poseía ojos.
O O O O
—Si este es el dolor del alma, prefiero mil veces que destruyan mi cuerpo a sentir nuevamente esto — Sanji estaba deprimido, después de su discusión con el espadachín, se sentía perdido, como si hubiera ingresado solo e indefenso a un peligroso limbo oscuro— Al parecer soy menos que un amigo para él —comento el rubio, encontrándose sentado, apoyado a la fría pared y sujetando con fuerza sus rodillas en contra de su rostro.
—Como si me importara — se escuchó una voz chillona proveniente de algún lugar cercano al cocinero.
—Todavía tuvo el descaro de decirme que olvidara lo que pasamos en estos últimos meses —la voz con la que se expresaba Sanji se oía realmente lastimera.
—Porque simplemente lo olvidas y me dejas dormir — la voz chillona se escuchaba cada vez más molesta e irritante.
—Él dijo que estar conmigo fue una pérdida de tiempo —Sanji quería desahogarse, tenía que hablar con alguien.
—Pues no lo juzgo, en este momento yo también estoy perdiendo mi tiempo —dijo en tono arrogante el bastardo que se encontraba con el cocinero en aquella habitación desolada.
— ¡Kyaaaaaaaa!
El rehén que tenían los Mugiwara, lanzo un grito espeluznante con un exagerado dolor en el mismo momento que sintió un objeto contundente chocar con agresividad en contra de su humanidad.
— ¡Pero qué crees que haces idiota! No sabes que soy una persona valiosa, ese golpe tuyo pudo haber lesionado mi increíble cerebro — Cesar Clow, el científico capturado en las tierras de Punk Hazard, se quejaba mientras sobaba la región del golpe reciente en un acto digno de un actor de televisión, rompiendo la calma de aquella extraña conversación.
Se encontraban en la parte inferior del barco, específicamente en el acuario. El lugar estaba iluminado de un color celeste, causado por el reflejo de la luna que ingresaba por una pequeña ventanilla que daba al exterior.
Cesar estaba esposado y dentro de una especie de celda —más podría llamarse una jaula—, esto para que no camine por ahí y cause problemas. Un descuido y el rehén podría escapar. Se veía como un idiota pero era todo lo contrario, era alguien del que no se podían fiar.
Sanji recogía su zapato, mismo que había arrogado con todas sus fuerzas al repugnante individuo.
—Mira pedazo de mierda, solo deja que termine de hablar sin interrumpirme —Sanji se encontraba en un caos interior y pensó que contando a alguien lo ocurrido con su compañero, el peso que llevaba en su interior disminuiría, aunque sea solo un poco.
—No sé porque vienes conmigo, tienes varios amigos ¿verdad? no sería mejor que vayas a perturbar el sueño de ellos y a mí me dejaras en paz — respondía Cesar, reteniendo su furia al dar un mordisco a una especie de emparedado de forma triangular — que de seguro fue preparado por el cocinero—.
Sanji se limitó a observarlo por el rabillo del ojo.
—Mira científico de cuarta, solo escúchame, hazme solo ese favor o prefieres que te deje hambriento y deshidratado en lo que queda de viaje — Sanji nunca haría eso, sin embargo necesitaba un oído que le escuche en ese momento, aunque tuviera que conseguirlo con amenazas y una que otra golpiza.
Cesar trago fuerte, él estaba consciente de que el rubio era quien le daba comida de día y de noche, sin contar los bocadillos extra y los postres. Además era comida elaborada y no el pan con agua que esperaba le diesen. El científico no lo admitiría nunca, pero sentía un poco, solo un poco de confianza en aquel rubio grosero.
—Además mis amigos… — Cesar salió de sus pensamientos al oír hablar al cocinero— Mis amigos no tienen por qué preocuparse de esto, no quiero que sientan lastima por mí, ni en el infierno podría cargar con la lastima de alguien —Cesar no podía ver las expresiones del rubio, aun así, pudo sentir que esa voz estaba al punto del quiebre.
— ¡Ja! Y que te hace pensar que no abriré la boca para humillarte frente a tus .indos amigos, maldito pirata. Ver la vergüenza en tu rostro y en los de ellos decepción y asco, eso sería algo muy divertido de ver; claro, para mi ¡shurorororo! —Cesar se echó a reír nuevamente de esa manera siniestra y rara.
—No lo harás —respondió el rubio con voz tranquila, viendo directo a los ojos del científico sin sentirse realmente ofendido— Yo sé que no lo harás.
Cesar dejo de reír y su semblante cambio drásticamente. Nunca nadie lo había visto de esa manera, sin odio ni rencor, sabiendo los crímenes que cometió. Sintió algo raro en su interior. Desviando su cabeza aun extremo, cerró los ojos y suspiro.
—Bueno, yo sé que no tomaras en cuenta mi opinión pero, si yo fuera tu haría lo imposible para separar al tonto espadachín y a tu ridículo capitán — decía el científico con el rostro serio, nada propio de él, y por lo tanto no pasó desapercibida aquella expresión por el rubio.
—Se-Separarlos — inquirió el rubio.
—Así es, si yo no soy feliz porque ellos deberían serlo, tal vez me lo hubiera pensado un poco, pero después de cómo te trato, ¡no es justo, no lo acepto!
Sanji abalanzo su mano hacia su zapato, con la intensión de lanzarlo nuevamente, deteniéndose al analizar esa extraña posibilidad.
¿Separarlos? Separarlos significaría que tendría una nueva oportunidad con Zoro. Por otro lado, el hacerlo sería un acto cruel y egoísta, aunque ellos no están juntos oficialmente, lo único que debería evitar, es que Luffy se llegue a interesar en el marimo y con eso todo volvería a la normalidad
Sanji se había tomado muy enserio las palabras de Cesar.
Ser el malo de la historia, en realidad no es algo como eso, Sanji siempre pensó que no existían malos en los cuentos de hadas, él solo veía a personas que hacían lo posible incluso lo imposible para llegar a su objetivo, aunque sea utilizando métodos poco convencionales.
No es malo, estoy seguro que no es malo lo que hare pero, ¿Cómo lo hare?, se preguntaba a sí mismo, cuando de repente recordó.
—Él debe estar con Luffy en estos momentos.
—Si me descuido puedo perderlo
Trafalgar Law, ¡si eso es! La mirada de Sanji cambio en un instante, se podía ver la determinación desbordar en ella, Cesar logro notar ese cambio y sonrió satisfecho. Debo utilizarlo, si el médico y Luffy son pareja, yo podría estar con Zoro nuevamente, otra idea errónea surgió en su cabecita amarilla, pero quien podría culparlo, el amor vuelve idiota a la gente.
—Cesar — comento el rubio, moviendo su cabeza hacia el científico—Gracias, tu tonto consejo me dio una buena idea —sacando de sus bolsillos una cajetilla de fósforos y otra de cigarrillos, encendió uno dándole una profunda calada.
Trafalgar Law, lo siento pero si el marimo está en lo cierto, esto de seguro te beneficiara.
De pronto, se escuchó provenir una voz profunda desde la puerta
— ¿Kuroashi-ya?
Sanji volteo rápidamente, encontrándose con los ojos plateados de aquel aliado, como si fuera el encuentro entre la luna plateada, con las aguas azules del océano infinito.
Parecía un acto cruel del destino que estas dos personas se encontraran bajo estas circunstancias; los dos con objetivos diferentes pero a la vez similares. En ese momento ninguno de ellos se imaginaba por las dificultades y cambios que experimentarían sus corazones antes de llegar al país de la pasión y el amor. Dressrosa.
Hablando del rey de roma y él que se asoma.
Sanji no podia estar mas complacido.