Lluvia x Sexo x Amanecer
“Somos fácilmente engañados por aquellos a quienes amamos”
Moliere
El cielo estrellado era una de las cosas más bellas de este mundo, miles de historias se habían narrado con solo observar ese arte, cada estrella tenía su significado y en algunos momentos el brillo que poseían esos cuerpos celestes era tan intenso que te llegaba al alma… pero en ese día en particular no se observó nada de aquel esplendor
Nubes espesas y oscuras, el sonido incesante de la lluvia, un viento invernal y relámpagos atronadores.
Todos eso aspectos son una molestia cuando se está cargando un montón de bolsas con alimentos que podrían estropearEl joven cocinero corría lo más rápido que podía por un horrible bosque oscuro, se encontraba empapado por completo y sin saber cómo llegar a su barco
-Maldición debo encontrar algún lugar para refugiarme, de lo contrario todas mis compras se irán a la mierda...- para suerte del cocinero pudo avistar una cueva, no muy lejos de donde se hallaba, así que a paso veloz se dirigió hacia all
Aunque no parecía el lugar más cómodo del Mundo era mejor que nada, aunque por un momento dudo en ingresar ya que ese lugar tenía un aspecto siniestro, pero en ese momento los alimentos eran la prioridad así que termino por refugiarse ahi
-Oh rayos espero que la lluvia no haya malogrado la harina- quiso sacar su cajetilla para empezar a fumar, pero se encontró con una caja chorreante de agua como si de una esponja se tratase.
-¡¡¡Que más puede pasarme en este día de porquería!!!- exclamo con irá, mientras elevaba sus puños al aire
-Oye cocinero-
-¡¡¡¡AAAAAHHHHH!!!!- el pobre rubio grito aterrado posando una de sus manos en la región del corazón como para evitar que este se escapara por el susto recibido, la presencia del espadachín lo sorprendió al extrem
-¡¡¡QUE… QUE HACES AQUÍ MARIMO I
-¡Yo estaba aquí primero cocinerucho, el que debería preguntare eso soy yo!- Zoro reposaba con las piernas cruzadas en aquel suelo húmedo mientras observaba al cocinero con el ceño fruncido.
-¡Joder! Maldito cabeza de césped porque siempre debo estar destinado a encontrarte por ahí, acaso no puedo encontrarme con alguna bella mujer aunque sea una vez, maldita la suerte que tengo- comento molesto, aunque por dentro estaba feliz por ese hecho, era como si un lazo especial los uniera. Aquel hilo rojo del destino del cual se hablaba en los cuentos de hadas, ese hilo que unía a dos amantes por siempre y para siempre, y él estaba seguro que ese hilo los unía a los dos.
Mientras el rubio pensaba cosas extrañas pudo notar algo raro en la mirada del espadachín, era un brillo… indescifrable y su semblante también era raro. Acaso ¿algo le había pasado?, la preocupación ocupó un lugar en la mente del rubio al percibir que ese muchacho se veía y se le sentía con un aire extraño.
-Oye marimo ¿no debías estar con Luffy?- se atrevió a preguntar al peliverde, pero este no intento responder y es más, el joven desvío su mirada a un extremo.
El rubio quiso preguntar algunas cosas más ante el repentino silencio de su nakama, pero un olor inconfundible llego hasta su nariz provocando que se olvide de todas sus incógnitas e inquietudes.
-¡BAH! Marimo apestas a alcohol, como puedes beber tanto- exigió el cocinero a la vez que se acomodaba contra la pared, y abanicaba su mano como para alejar un poco el aroma etílico del aire.
-¡Eso no te importa idiota! Diablos, si no fuera por esta lluvia yo aún estaría bebiendo- en efecto su nakama estaba algo ebrio, tal vez por eso se veía así de raro, pensaba el rubio.
-¿Cómo? Acaso cerraron el bar por la lluvia- pregunto para no detener la conversación.
-No, en realidad… Salí para dirigirme al baño y pare aquí, luego comenzó a llover- el espadachín hablaba con tranquilidad y calma como negando el hecho de haberse perdido como niño pequeño.
-Realmente eres un idiota- Fue la única respuesta del rubio mientras lo veía con rostro hastiado.
OOOO
La lluvia no paraba en caer y el frio intenso carcomía los huesos del rubio y este hacia lo imposible para que su cuerpo no muestre ese traqueteo.
El espadachín quien se había adentrado en la cueva hace unos instantes, salió con un montón de cosas entre ramas y hojas secas, y lanzándolos al suelo comenzó a realizar una fogata, el cocinero no dijo nada solo lo vio en su hacer.
-Tendremos que estar aquí hasta que la lluvia apacigüe pero dudo que sea pronto, así que acércate y quítatea ropa mojada sino te enfermaras y Chopper me echará la bronca a mí- dijo el espadachín con tono apático.
-N…no tenías que decírmelo yo ya iba a hacerlo- expreso furioso el rubio, por lo menos su nakama se preocupaba de él eso lo alegró un poco.
Sanji se levantó de su lugar y comenzó a deslizar esa chaqueta con lentitud al tener las manos algo entumidas, aquel sacó cayó al suelo dejando ver como esa camisa mojada que era casi transparente se había pegado al cuerpo esbelto y delineado de ese chico.
El espadachín por supuesto, no perdía de vista ese pequeño espectáculo privado que de un modo inconciente el rubio estaba ofreciendole; su amigo era en verdad sexi, con su cabello mojado y el rostro sonrojado parecía una persona diferente a la que conoce, al mostrarse algo delicado en ese instante y en su interior una pequeña fracción de su cerebro se reprendía por no haber pensado bien sus palabras, y ahora tenía un poco de saliva escurriendo por la comisura de sus labios y una cuestión creciente entre las piernas, y tanto lio que le había costado sosegar ese problema horas atrás.
El espadachín en realidad estaba al cien por ciento de su resistencia sexual por un problema que se le presento estando con su capitán. Y siendo ese el auténtico motivo para que parase ahí, en esa cueva.
-No, no es hora de recordar ese asunto debo concentrarme- pensaba, pero concentrarse ¿en qué? si lo único que podía ver era al cocinero excitante y eso solo agrandaba más su problema.
Mientras tanto Sanji se sentía por completo observado y teniendo en cuenta que solo dos perdonas se encontraban ahí, no había duda que el espadachin tenía la vista clavada en él, así que recogió el sacó del suelo, la doblo y luego la lanzó con fuerza a la cara del espadachín, el cual no pudo esquivarla por estar distraído imaginandose cosas con su amigo.
-¡¡¡PERO QUE CREES QUE HACES IDIOTA DE COCINERO!!!-Grito colérico
-¡¿QUE CREES BASTARDO?! Tapándote la boca para que no se te caiga la baba…
-¿JA? E… eso no… no es cierto, yo… yo no te estaba viendo-
Sanji sonrió –Yo no dije nunca que me estabas viendo-
Zoro no pudo ocultar el sonrojo que empezó a cubrirle toda la cara –¡¡¡ e… eres un idiota de cejas ridículas quien en este mundo quisiera ver ese cuerpo escuálido y esa cara de tonto!!!-
Ese comentario ofendió al rubio ya que él se creía todo un príncipe, claro un príncipe con mala suerte
Tras el insulto la mente del rubio concibió una brillante idea, que en un futuro sería la peor idea que se le hubiera ocurrido en su vida, esta sería el comienzo de su tristeza y desgracia, al principio parecía algo simple, consistía en provocar al espadachín para que retracte sus palabras, mostrándole algo su lado sensual, aunque el método que eligió no haya sido el más adecuado
- ¿Con que nadie quiere verme, eh marimo?-
-Entonces no te importa si hago esto ¿verdad?- decía el cocinero mientras desabrochaba algunos botones de su camisa y viendo de reojo el actuar del espadachín.
Y como lo planeo ese ojo suyo no parpadeo ni un segundo. Sanji sonrió ante eso mientras desabotonaba el último botón dejando ver ese torso níveo y abdomen trabajado, aunque no tanto como la del espadachin –Te arrepentirás de tus palabras marimo pelmazo- pensaba el striper rubio, mientras continuaba su pequeño show.
Luego deslizo su camisa por los hombros con suavidad y lentitud y en un tono seductor susurro…
-Acaso no te gusta lo que vez Ma-ri-mo... que lastima que sea algo escuálido, y yo quería divertirme un poco-
Ante esa insinuación Zoro se puso de pie bruscamente con la cabeza baja.
-JA JA JA JA JA, perdón, perdón creo que me pase ja ja ja ja…- el rubio no pudo contener mas las carcajadas al sentirse conforne habiendo puesto nervioso a su amigo.
- solo era una broma idiota marimo no te enojaras por eso ¿verdad?
Pero el espadachín no reaccionaba a los comentarios del rubio burlón.
Sanji se percató que los puños de su nakama estaban cerrados con mucha fuerza y estaba tan tenso que parecía una roca.
-Mierda- pensó, se había pasado con su broma, pero para el siempre fue inevitable molestar al chico de cabellos verdes y supuso que ofendió a aquel hombre, el cual era un hombre hecho y derecho y una broma como esa debió ser un insulto para él.
-Oye, estas bien- pregunto pero sin recibir ninguna respuesta aun.
Sanji se mordió el labio inferior sería muy infantil empezar una pelea ahora, acaso ¿debía disculparse?, por supuesto no era momento de niñerias lanzando un leve suspiro comenzó a caminar donde su amigo mientras se reacomodaba la camisa.
-Oye marimo, no te molestes solo fue una broma. no te la tomes a mal aunque también fue tu culpa, bueno de los dos ósea…- decía el rubio a la vez que apoyaba una mano en el hombro de aquel hombre.
El espadachín al sentir ese contacto sujeto la muñeca del rubio y lo halo al mismo tiempo que envolvía su otro brazo en su cintura, aprisionándolo así contra él.
-¿Eh?- Sanji no caía en la sorpresa, sólo se quedó estático ante el respirar agitado del espadachín muy cerca de su rostro.
-Cocinero… perdón, pero escogiste el peor día, el peor momento y la peor situación para hacer tu broma- dicho eso junto sus labios con los del cocinero en un beso salvaje y brutal.
Sanji quiso separarse de él utilizando su brazo libre, pero a causa de ese acto Zoro lo empotro contra la pared y antes que el rubio utilice sus piernas él puso la suya en medio de las de él, y soltando su muñeca decidió explorar la piel expuesta de aquel chico.
En un intento desesperado de tomar aire, el rubio logro separarse del beso de Zoro, pero ese momento fue aprovechado por el espadachín para profanar aquella cavidad con su lengua.
-¿Pe… pero que esta pasando?- se preguntaba el ojiazul -¿Porqué el marimo, me esta besando? ¿Porqué de repente salto hacia mi?- la confusión lo invadió, la persona que le gusta, la persona que él ama lo estaba besando y manoseando descaradamente, como si uno de sus sueños más eróticos se estuviera volviendo realidad.
-Pero que delicia
Pensó con lividez, pero se reprochó por su mentalidad pecaminosa ese mismo instante, ¿Qué debía hacer? ¿Acaso debía dejarse llevar? Su parte razonable gritaba que no debía ser así, presentía que si se dejaba llevar sólo traería grandes consecuencias, además como podría verlo después.
Pero su corazón y su otra cabeza la cual ya estaba más que animada, gritaba que continúe el después, después se solucionara
No duro ni un minuto su conflicto interno, aprovechado por su amigo para explorarlo por completo, el rubio usando sus dos brazos logro separarse del espadachín habiendo optado por la razón
Como pudo intento correr fuera de aquel lugar pero un agarre fuerte de su mano hizo que cayera al suelo de espalda a pocos metros de aquella cueva.
Sobre él se posiciono el espadachín quien sujeto sus manos a ambos lados de su rostro.
El rubio solo lo observo con detenimiento, para pescar algún indicio del porqué del actuar de su nakama, del porqué de su repentina actitud, pero cuando sus ojos se conectaron, el rubio sintió que el tiempo se ralentizó, sus respiraciones se mezclaban por la cercanía, la mirada de Zoro era tierna y amable pero al mismo tiempo mostraba deseo y lujuria, su amigo tenía unos ojos hermosos y su piel se veía muy lisa pero firme, por un momento creyó que era una alucinación, que Zoro lo viera con esos ojos fue uno de sus mayores anhelos, la esperanza de significar algo para ese hombre se confirmo cuando le este le dio un suave beso, en la nariz
El frio que sentía el cocinero se volvió en un calor intenso, la mirada del espadachín despertó algo en su interior, provocando que el rostro del chico este completamente ruborizado aunque no lograra verse bien gracias a la luz tenue que escapaba de aquel refugio, ya no le importaba el hecho de que el espadachin estuviera en estado etílico, ya que el aroma de su aliento lo confirmaba, sólo quería sentir su cuerpo y su piel.
Zoro dijo algunas palabras pero no pudo oírlas por el ruido persistente de la lluvia.
Sin decir nada mas Zoro volvió a besarlo en los labios pero esta vez con gentileza, como si fuera lo mas delicado en ese momento, o así se sentía Sanji.
Mientras el cocinero se perdía en esas agradables sensaciones, pensó que tal vez el espadachín podía sentir algo similar a lo que él siente, de ser así su amor seria correspondido y su corazón se dispiro por la felicidad, el cocinero se esperanzo.
¡Entonces porque no disfrutarlo!- el rubio decidió aprovechar el momento, al fin y al cabo también es hombre y los hombres tienen poca resistencia para abstenerse si de sexo se trata y más si era sexo con amor mutuo
El peliverde soltó las muñecas de aquel rubio al no sentir tensión en ellas y sin deshacer el beso procedió a deslizar una de sus manos hacia el rostro su rostro, logrando acariciarlo con dulzura y haciendo a un lado aquellas hebras doradas, y la otra mano comenzó a pasearse por el torso pálido del chico.
-Suave, muy suave- pensaba ese hombre.
Sanji también actuó, poso sus manos en los hombros del hombre fornido llegando a desplazarse hacia esos pectorales bien formados acariciándolos con ímpetu.
Ágilmente sujeto el ropaje del espadachín para atraerlo más cerca de él y aprovechando la cercanía comenzó a lamer los pezones oscuros y erectos del espadachín llegando incluso a morderlos, luego se deleitó con aquella exquisita cicatriz.
Ante tal acto, Zoro activo su modo animal, y como si fuera la única vez que tuviera a ese chico, se retiró de todos sus ropajes a una rauda velocidad.
El rubio se sentía en el séptimo cielo, tan excitado estaba que él también comenzó a desabrochar su cinturón y sus pantalones sin importarle que estaban en la intemperie y que la lluvia caía sin contemplacion sobre ellos. En ese momento para ambos ese lugar se veía y sentía como un gran y comodo tálamo.
Zoro desnudo por completo, ayudo al cocinero a despojarse de sus pantalones y su bóxer de un solo tirón.
Sin cruzar palabras y aunque lo hiciesen estas serian inaudibles por el son de aquel diluvio, ellos se entregaron en un acto recíproco.
Comenzaron a besarse con pasión una y otra vez, las manos de Zoro se deslizaban por todo el cuerpo del menor con desesperación, mas sin embargo las manos de Sanji se paseaban por cada rincón de piel con delicadeza como para recordar aquella superficie, su forma sus defectos, como un ciego tratando de aprender el alfabeto braille y conocer su significado solo con el tacto.
Se repente la espalda del rubio se arqueo mientras lanzaba un grito sordo al aire.
La mano del espadachín había sujetado el miembro erecto del rubio que en ese momento estaba extremadamente sensible.
El peliverde comenzó a repartir besos en el pecho del rubio mientras frotaba con agilidad aquel órgano latente.
El cocinero se retorcía de placer era un sentimiento único y muy adictivo, sentía derretirse ante la agilidad de esas manos cayosas, el joven no quería que ese momento acabase, nunca.
-¡¡¡AHHHHH!!!- Lanzo un gran gemido y rápidamente se tapó la boca con ambas manos, al sentir como Zoro había introducido la erección del rubio en su boca.
Lo succionaba, lo enrollaba con la lengua sintiendo toda su longitud y luego comenzó a simular una penetración al bombear sobre ese pedazo de carne.
Los ojos del cocinero estaban abiertos de par en par ante tal gozo- Dios… Dios…Dios…- repetía en su interior.
El peliverde no dejaba de subir y bajar, subir y bajar brindandole así el máximo placer, fue cuando el rubio agarro de los cabellos al espadachín para que a su ritmo pudiera incrementar la velocidad.
Lo jalaba una y otra vez, cada vez más rápido, los gemidos del rubio eran sonoros pero imperceptibles en aquella lluvia.
Estaba tan perdido en su propia excitación que no le importo si lastimaba o no al peliverde. Fue cuando no pudo más y de un grito arrojo su semilla en la boca del otro muchacho.
Sus brazos se dejaron caer liberando así al peliverde y mientras el rubio sentía contracciones en todo su cuerpo por el reciente orgasmo Zoro se levantó un poco y relamiéndose los labios comenzó de nuevo a besar la boca del rubio, beso la frente, el cuello y donde alcanzara su boca, mientras separaba las piernas del chico elevándolas a sus hombros para que así pudiera posicionar su miembro erguido en la entrada del rubi
Lo penetro de una sola estocada causando un nuevo grito en aquel chico por el dolor de la reciente invasión.
Zoro comenzó un vaivén lento como para acostumbrarse a aquella estrecha cavidad y poco a poco comenzó a acelerar el ritmo.
Cada vez más rápido y más profundo, el rubio al principio sentia dolor el cual fue reemplazado por placer, excitado no acallaba sus jadeos.
Zoro lo embestía una y otra vez con tal fuerza y profundidad que parecía todo un semental, hasta que llego a un punto que el rubio no sabía que existiera, percatándose de ello el peliverde tocaba en cada embestida aquel punto causando que el rubio solo viera estrellas alrededor de el.
El espadachín sentó al cocinero a horcadas de él sin dejar de penetrarlo y sujetando a la vez la nueva erección del cocinero lo masturbaba, para que lo acompañe en su perdición.
Entre la lluvia y los truenos, sus gemidos y el choque de sus cuerpos pareciere que se hubieran vuelto uno con la naturaleza.
-El rubio se aferró al cuello del otro hombre y entre jadeos gritaba cerca de su oído para que este lo escuchase.
-Mas… rápido desgraciado… mas… rápido…-
Zoro obedeciéndolo lo embestía con más velocidad y más rudeza, era un verdadero espectáculo de sexo fuerte entre hombres.
-Marimo… … ah… no sabes… cuanto …. Espere...este momento...aah … te amo, siempre lo haré- aquellas palabras el rubio no estaba seguro si las decía o las pensaba, pero daba igual, ahora se sentía más que feliz.
Ya estando ambos al límite de un grito al unísono acompañado de un gran estruendo ambos llegaron al clímax, cayendo juntos rendidos al suelo.
Entre contracciones el rubio había quedado tan exhausto que al momento de cerrar sus ojos se quedó dormido siendo lo último en su campo de visión el rostro jadeante de la persona que ama, y que de seguro lo ama a El.
-Mierda, creo que acabo de conocer cielo.
…
Lentamente comenzó a abrir sus ojos, percatándose que aún estaba en aquella cueva.
-¿Marimo?- pregunto, dándose cuenta que aún estaba desnudo pero cubierto por el ropaje de aquel hombre de cabellera verde.
-¿Cómo amaneciste?- se escuchó preguntar, el rubio giro un poco su cabeza para darse cuenta que ahí estaba Zoro solo en pantalones.
-Yo…- de repente el rostro del rubio se tornó en un rojo intenso recordando el sexo salvaje que tuvieron y aunque fuera tonto a esas alturas trato de ocultar su desnudez.
-¡¿Yo?! Yo estoy bien cabeza de brócoli-respondió ocultando su rostro de la vista del espadachín con ayuda de su cabellera
Ante ese comentario clásico del rubio Zoro sonrió – Hey toma- le dijo mientras le arrojaba sus ropas secas aunque algo sucias.
-Ah… gracias- respondió el rubio que al recibir sus ropajes comenzó a vestirse de inmediato.
Un silencio muy incómodo se formó.
-¿Qué debo hacer? ¿Qué debo decir? Arggg no se me ocurre nada y este dolor en el trasero no me ayuda en lo absoluto-meditaba el joven rubio-deberia decirle, que ahora seremos algún extraño tipo de pareja, o tal vez...
-Perdóname cocinero- fue el espadachín quien rompió el silencio.
-¿Perdonarte?
-Perdóname, ayer no me sentía bien y eso le sume la bebida y termine por lastimarte- Zoro se veía triste y culpable.
-¿Lastimarme? No. No me lastimaste marimo… la verdad no me desagrado- respondió el ojiazul por no decir que le fascino y se sentía en verdad feliz, incluso ya estaba decidido a confesar sus sentimientos en ese instante, ya que en su interior creció un calor reconfortante inundando todo su ser.
-Incluso no quisiera que este fuera el primer y único encuentro que tengamos- comento sonriente el rubio, mostrando una sonrisa que rara vez se veía en él.
-Aunque la próxima vez me toca cogerte- finalizo
Zoro no se lo podía creer -Oye de verdad ¿quieres repetirlo?
—Claro, por qué no ¿acaso no sentiste algo especial?- pregunto el rubio esperando feliz una respuesta que indique que el peliverde sintiera algo por él.
-Pero lo que recibió no lo esperaba…
-No…-
-No, realmente no sentí nada, solo fue sexo y nada más.
Abecés la franqueza del espadachín era desesperante, irritable y dolorosa.
-Pero como ahora veo que te gusto supongo que podemos repetirlo-
-No… ¿No sentiste nada raro?- susurro el rubio con un nudo en la garganta.
-Bueno algo, note que… eres muy flexible-
¡¡¡NO ME REFIERO A ESO BASTARDO!!! Grito colérico, quien aventó los ropajes del peliverde a un lado estando él ya vestido
-Tsk, tranquilo, tranquilo- suspiro – mira cocinero te confesare algo porque siento que te lo debo.
-Yo... yo amo a alguien y lo amo con todo mi corazón, pero aún no tengo las agallas para confesarme-
Al oír eso Sanji no hizo nada, no hizo nada evidente frente al espadachín, pero por dentro su corazón se rompió, su interior se estrechó, su boca se secó y se sintió muy mareado todo a su alrededor comenzó a alejarse ¿acaso iba a desmallarse por tal impacto? –No, no debo controlarme- pensó
-¿Y... y lo de anoche...porqué?
-Ya te dije, estaba borracho es por eso que me disculpó contigo. Estaba algo aturdido y por un minuto imagine que...
-imaginaste que yo era él, para desahogar tú deseo, verdad marimo.
-Bueno, eso...-
Tragándose toda esa ansiedad y como si no le importase que su amado amara a otra persona, comento.
-Jajajajaja, ¿como es eso?el temible Roronoa Zoro no puede confesarse que mierda de tonto eres- expreso mientras movía su dedo incesantemente contra su rodilla al no tener un cigarrillo para relajarse.
-No es algo tan fácil, te confieso que temo que él decepcione de mí si le hablo de mis sentimientos y peor aún sería que deje de tratarme como me trata hasta ahora.
Sanji era astuto con solo esa información ya supo de quien se trataba esa persona.
Era triste ya que él tampoco podía confesarse por temor a las mismas razones que exponía el peliverde.
El sonido del goteo de agua causado por la reciente tormenta se hizo presente, una gota tras otra caían al suelo como si la naturaleza llorara de antemano por ese chico rubio y por el cruel destino que le deparaba la vida, las gotas llegando a chocar con en pequeño charco producian al oido una suave melodía… una triste melodía.
-Entonces cejillas no te animas ¿verdad?- susurro el peliverde
Sanji tenía un don para estas situaciones y con el tiempo aprendió a perfeccionarla y es de ocultar sus sentimientos, su dolor y su llanto, todo.
Su rostro podía ocultarlo a la perfección, como si una máscara se formase.
-¿Cómo qué no?, tu sabes que estrés sufrimos al estar en mar y abecés necesitamos un desahogo de este tipo, esto me viene muy bien
Como esto tampoco significa nada para mí, no le veo el problema-dijo el rubio con una pequeña sonrisa mientras que dentro de él sentía que se moría, pero tenía que hacerlo si es la única forma de tener a aquel hombre nuevamente.
-Así que estoy de acuerdo en participar en este juego- dijo el rubio formando así un acuerdo con el peliverde y guardando aun su secreto de amor en su corazón, confiando en que algún día seria capaz de confesarse y ser correspondido
-Qué bueno entonces por qué no lo hacemos los fines de semana-
-Claro marimo, espera esto no cambiara nada entre nosotros ¿cierto?-
-Idiota, claro que no
-A quien llamas idiota, cabeza de brócoli-
-Pues a quien más si no es a… a… a…
a...
¡¡¡ ACHUUUUUU!!!
Cada encuentro era único, aunque el rubio era consciente de que Zoro no lo amase no le quitaba el hecho de que se sentía querido, estaba seguro que un día el peliverde llegaría a amarlo tanto como lo ama él.
-Esto se acabó-
-Yo solo amo a Luffy-
El “rechazo” no hay sentimiento más horrible que del rechazo, porque la mirada de la persona que te rechaza siempre es vacía…
¡¡No me mires así!!
¡¡Odio esa mirada, la odio!!
¡¡¡LA ODIO!!!
-¡Ahhh! Despertó de golpe causando que casi cayera hacia atrás, recuperando el equilibrio de la silla con dificultad.. Noto que se había quedado dormido en plena cocina, pudo observar que Trafalar se encontraba durmiendo al otro extremo de la mesa con los brazos cruzados
-Un sueño eh..., poso una mano en su rostro mientras bostezaba, percatándose que su rostro estaba cubierto de lágrimas.
-Mierda no me lo creo- susurro mientras que con el extremo de su manga se limpió el rostro de lo que él llama debilidad, de reojo observo al médico esperando que no haya visto esa escena.
Se acercó al cirujano y lo observo detenidamente. Abanico su mano frente al rostro del médico, luego le saco la lengua, le puso caras y finalmente le sonrió.
-Je je je parece que duermes profundamente, que suerte- diciendo eso salió de la cocina para desperezarse, sin notar que al darle la espalda al cirujano este abrió los ojos.
Los primeros rayos de sol chocaron contra su faz, saco un cigarrillo y lo encendió inhalando profundamente el humo para que circule en todo su ser.
El amanecer era hermoso, pese a tal esplendor ese hoyo que se formó en su interior no se llenaba.
-Maldito Marimo
Sabes… un día estaremos como antes, tal vez incluso mejor, no dejare que te libres de mi tan fácilmente, así que desde hoy empezaré el plan…
“Cocinero del amor”
-Además aun me debes una cogida y ten por seguro que me la cobrare-
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