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Inesperado por LunaArlert

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Los dedos de Grahim se movieron por entre los cabellos de Link en un movimiento suave y delicado que ni siquiera el mismo autoproclamado señor de los demonios creía que podía hacer, sus negros ojos manteniéndose clavados en la ahora pálida piel de su rostro.

—Descuidado —susurró, bloqueando todo sobre el mundo exterior mientras continuaba mirándolo, manteniendo su cabeza apoyada sobre sus piernas—, impulsivo.

Zelda e Impa le habían dicho que esperara en el cuarto mientras ellas se alistaban, yendo a conseguir pociones y escudos que con suerte les darían unos cuantos minutos para escapar si es que el Heraldo se les iba encima.

Aunque jamás le escucharían decirlo, estaba aterrado por enfrentarse contra él, tenía en mente ya que les iba a estar esperando pues sabía que Grahim era el único que podía curar lo que le había hecho a Link y que forzosamente debían bajar, lo único positivo es que el lago Faroria era muy grande y al menos él no sabría en cuál de todos los puntos bajarían. De cualquier forma no le gustaba el plan, se basaba mucho en la suerte y él era el tipo de ser que prefería mil veces los hechos que estuvieran bien fundamentados.

—Pero no te perderé —había llegado tan lejos ya como para permitir que las cosas se le fueran de las manos en el último momento,  había llegado hasta el punto de degradarse frente a la Diosa y su sirvienta solo por él, eso decía más que cualquier cosa—. Parece ser que al final, tu estúpido radar tenía razón.

Fay era capaz de escuchar las conversaciones que él tenía con el Heraldo, lo había dicho desde el inicio, pero lo que quizá no sabían era que él también podía escucharlos, quizá no tan claramente como ella, pero podía hacerlo y una de las palabras sueltas que había captado tenía que ver con el estar enamorado de quien ellos llamaran Héroe. Ahora se daba cuenta de que quizá así era, veía a Link como una preciada obra de arte que no podía desaparecer, que necesitaba existir hasta que la vida se le acabara de manera natural, que él, una entidad de obscuridad y maldad, lo necesitaba y no quería perderlo.

—Estamos listos —apenas despegando la mirada de Link, observó a Impa y Zelda entrar por la puerta, la bolsa que Zelda llevaba cargando lucía llena hasta el tope al igual que la más pequeña que tenía Impa en la cintura—. Impa quiere idear un plan para asegurar que las cosas salgan bien.

Grahim levantó la ceja al escucharla, mirando a Impa quien parecía no estar de humor para ninguna de sus contestaciones normales—. Dinos qué materiales son de los que estás hablando.

No le gustaba que le ordenaran, lo aborrecía, pero bien sabía que en este caso no podía dejar las cosas así; si quería que el plan tuviera menor factor de suerte debía de al menos idear algo que les aumentara las probabilidades de sobrevivir—. Agua del lago de Faroria y algunos de los materiales que mis monstruos sueltan.

—Tenemos cuatro puntos cerca del lago pero podemos descartar uno que es el más cercano al templo donde el Heraldo permanece, teóricamente —Impa empezó, mirando el mapa que Link había conseguido y que habían tomado para ubicarse—. ¿No sería más fácil traer el agua en lugar de bajar todos?

—Si de alguna milagrosa forma puedes hacer que el agua continúe corriendo y le cubra la parte inferior del cuerpo y anulas las barreras que me impiden conjurar mis monstruos, adelante —suspiró, poniéndose de pie y cargando a Link en sus brazos.

—El lago que tenemos aquí fluye eternamente, ¿por qué no vamos ahí? —Vilán dijo, mirando por la ventana.

—¿Acaso se llama Lago Faroria? —Grahim siseó, realmente estaba seguro que ese tipo solo era útil por su fuerza bruta y nada más.

—Eh, no, ni siquiera sé su nombre.

Conteniendo las ganas de hacer que el otro dejara de hablar para toda su vida, empezó a caminar hacia la puerta, cada paso recordándole de las delicadas heridas que aún adornaban su abdomen y espalda, pero siendo la bruma negra que le había cubierto ya parte del estómago a Link haciéndole lo que le hacía seguir moviéndose.

Zelda, Impa y Vilán le siguieron, Zelda tratando de ocultar su nerviosismo con cada paso que daba, ella había sido testigo del poder del Heraldo y Grahim y tras ver como el primero había derrotado a Grahim y a Link técnicamente dos veces, le aterraba que los atacara nuevamente ahora que, literalmente, no tenían ninguna oportunidad pues aunque tuviera la espada, esta no tendría su poder completo ya que solo Link podía blandirla.

Aún con ello, Zelda y Vilán llamaron a los Neburi, el de Link apareciendo cuando Zelda llamó al suyo, el animal deteniéndose frente a Grahim que aún tenía cargando a su inconsciente amo. Zelda estaba por preguntarle si debía ayudarle o si Impa debería de subir con él para ayudarle cuando el señor de los demonios subió de un pequeño salto, colocando a Link suavemente sobre la espalda del ave y mirándoles como si esperara por ellos.

Decidiendo no discutir nada acerca de ello, Zelda subió a su Neburi con cuidado y esperó a que Impa se acomodara tras de ella y que Vilán abordara el suyo antes de echarlo a volar, notando con asombro como Grahim lograba hacer lo mismo con el mítico Neburi rojo.

Para Grahim era extraño, que ese plumero pareciera hacer caso a sus indicaciones le había sorprendido demasiado pues esperaba que no le permitiría ni poner un dedo sobre alguna pluma, aún más cuando pareció mirar detenidamente a Link que seguía inconsciente sobre sus brazos; había pensado que quizá creería que él le había hecho, pero lo único que había hecho fue tensarse levemente cuando él subió pero relajándose nuevamente cuando el cuerpo de Link tocó su espalda.

Ciertamente no lograba entenderlo, pero para este punto ya ni siquiera podía decir que él seguía siendo una entidad maligna pues había hecho y permitido que tantas cosas sucedieran que sentía era una causa perdida.

Una vez las tres aves pasaron sobre el portal hacia el bosque de Farone, Zelda, Impa y Vilán saltaron hacia abajo, extendiendo diferentes cosas que les ayudarían a aterrizar más fácilmente, él mientras tanto hizo un titánico esfuerzo para acomodar a Link en su espalda para después dejarse caer por el portal, formando las mismas plataformas translucidas para amortiguar su caída hasta que aterrizó a lado de los otros, permaneciendo en su misma posición por varios segundos por el intenso dolor antes de enderezarse y evitar mirarlos—. Apresúrense.

La estatua estaba un tanto lejos del lago pero habían acordado sería la más adecuada para evitar algún encuentro indeseado. Grahim caminó con pasos más lentos de lo que quizá había querido hasta llegar hasta el lago donde se hincó y finalmente depositó a Link de manera que la mitad inferior de su cuerpo, ¿en qué momento había llegado a la mitad de su cuerpo?, quedará bajo el agua del rio.

—Sujétenlo —Zelda fue quien se acercó a sujetarlo para que no se lo llevara la corriente, mirando a Grahim quien se alejaba un tanto de ellos para después estirar la mano, enviando una especie de bruma la cual hizo aparecer a tres bokoblin que no lucían saber completamente el por qué estaban ahí.

Sin mediar una palabra, Grahim creó la espada negra que le habían visto usar antes de cortar de un tajo el pecho de los tres monstruos, haciéndoles gritar antes de caer al suelo, muertos. Con una normalidad impresionante, tomó los cuernos que sobresalían de sus cabezas de un jalón y caminó de vuelta hasta ella, haciéndole una seña con la mano para que se apartara. Aún sin decir nada, rompió el costado de los pantalones de Link antes de enterrar cada uno de los cuernos a lo largo de ella.

Esto por supuesto hizo despertar a Link quien soltó un grito de dolor ante lo intenso que era, haciendo que los otros se tensaran y miraran alrededor al saber que los monstruos podrían venir al escucharle.

—¡Protege a la princesa, Vilán! —Impa gritó en cuanto los primeros monstruos aparecieron, haciendo que el mencionado corriera a golpear algunos de los que se acercaban.

Grahim sabía que la concentración de monstruos haría que el Heraldo sintiera esa fluctuación de energía y terminaría por venir y que en cuanto llegara todo estaría perdido. Link se retorcía en su agarre, el dolor en su pierna seguramente siendo demasiado para su débil estado actual, cortos gritos abandonando su labios hasta que Grahim los acalló con su mano, sujetándole más firmemente para no permitir que su parte inferior saliera del agua.

Para cualquiera que lo viera sería un espectáculo poco agradable; el agua que corría se iba con una leve tintura roja producto de la sangre brotando de su pierna, la piel no siendo apreciable debido a la espesa bruma que seguía rodeándole.

Link intentaba liberarse, agitando su cabeza para poder gritar, y removiendo el cuerpo para calmar el dolor, pero a Grahim no le importaba nada de eso, la desesperación empezaba a apodarse de él mientras veía que la bruma no desaparecía. No podía fallar, él lo había probado una vez y sabía que no fallaba, no podía entender por qué estaba tardando tanto, la bruma ya había llegado hasta casi su  pecho y la sangre no detenía su curso, si no pasaba algo, moriría por la maldición o por la hemorragia.

No.

Su mente gritó, desesperación haciendo que sus brazos tomaran más fuerza para mantener ahora casi la mitad de su pecho bajo el agua, poco importándole que ahora también estaba mojándose.

No puedes morir.

Presionando cada uno de los cuernos más profundamente en su pierna con ayuda de su pie, Link pareció removerse aún más violentamente, cuerpo tensándose antes de relajarse levemente, haciéndole creer por un momento que realmente lo había perdido.

—¡La bruma desaparece! —Zelda gritó, esquivando uno de los golpes de los monstruos.

Grahim a penas y reaccionó, viendo que la bruma empezaba a retraerse hacia su pierna—. Calma, Skychild, no seas débil. —se encontró susurrando a su oído, sintiendo la respiración agitada de su nariz contra su mano, sus brillantes ojos azules mirándole por varios segundos antes de cerrarse nuevamente.

Soltándole, retiró los cuernos de su pierna y volvió a recogerlo en sus brazos, agradeciendo que aquella bruma no estaba más y mirando a los otros que parecían haber logrado vencerlos.

—Iluso sirviente.

Al escuchar la voz, Grahim poco le importó lo demás que pasaba a su alrededor, aunque realmente sabía que estarían bien, y brincó hacia la estatua, impulsándose con las mismas plataformas hasta que pudo ver el Neburi rojo bajo sus pies.

El Heraldo aún no había llegado, pero el haberlo escuchado significaba que estaba muy cerca y no había nada que pudiera hacer contra él.

Era inútil negarlo, realmente estaba enamorado de Link.

«Patético… Quizá.»

 


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